Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LA ESPADA DE POSEIDÓN por desire nemesis

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

                                       SIN UNA PALABRA

 

 

 

 

Ya hacía unas horas que habían llegado y los hermanos se encerraron juntos con Kaien para hablar.

 

¿Y que noticias traes?—preguntó Ichiru.

 

Las negociaciones no han salido como pensábamos—respondió su hermano mayor. De pronto mira a los lados y pregunta--¿Y nuestros padres?—

 

El menor respondió—Se han ido—

 

¿A dónde?—preguntó el otro extrañado mientras el corazón de Cross se agitaba.

 

Una noche les hemos descubierto. Nadie sabe a ciencia cierta como pero…--las palabras sobraban y el dolor se apoderó de Zero—No sabía como decírtelo y pensé en esperar…--

 

El otro estaba desvastado. Se había ido con sus padres vivos y ahora… No era necesario adivinar de quien era la culpa de todo eso.

 

Por lo que Zero será ahora el rey—dijo Kaien.

 

Ichiru sonrió—Si. Estoy haciendo los arreglos para su coronación—explicó—Ahora que has vuelto todo quedará en tus manos y sabes que siempre contarás con mi apoyo—

 

Zero miró a su hermano conmovido. Había pasado por todo ello solo y él, inconsciente de sus necesidades, vagaba y se revolcaba en el extranjero con un tipo de monstruo. La culpa teñía su boca de un sabor amargo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

…………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Seto estaba caminando por el palacio cuando alguien se interpuso en su camino.

 

¿Vienes a tomar el té conmigo?—le dijo Joseph.

 

¿El té?—preguntó el capitán.

 

¿Qué? ¿No te gusta el té?—preguntó el otro con falsa cara de preocupación.

 

No, es solo que…--Kaiba estaba incómodo. Disponer así del servicio de un palacio habiendo caído de sorpresa y sin ser nobles. No era lo suyo estar ahí.

 

¡Anda, vamos! Y así puedes estar cerca por si mi vida corre peligro y entonces… quizás… pagar tu deuda—lo animó el otro y lo agarró de la mano llevándolo a un estar dispuesto para un té de dos. Tenía una mesa de madera de teka con un hogar prendido que generaba un buen calor, las sillas eran estilo francés con un vivo tapizado de flores que hacía juego con un cortinaje ambarino, largo y pesado pues el frío de afuera era mejor no dejarlo entrar.

 

Seto se  sentó mientras el otro servía, se sentía inquieto en ese lugar y con la compañía del otro. Estuvieron un rato juntos pero la conversación no fluía pues el rubio era el único que hablaba con fluidez. El otro solo respondía con monosílabos y después de un rato de remarla Joseph dijo—Estás demasiado nervioso. ¿No te agrada mi compañía, tal vez?—

 

No es eso—respondió rápido el castaño—Es que este lugar, yo no puedo…--el otro sonrió--¿Qué sucede? Soy demasiado…--iba a agregar cuando el otro le cortó, acercándosele mucho.

 

Eres francamente muy divertido capitán—le dijo con su boca muy cerca de la suya y dicho esto sus labios se unieron con los del otro que le miraba con expresión sorprendida. Dicha expresión cambió por una más relajada cuando el otro le besó. Después de un momento en que el otro se sentara en sus piernas a la vez que le besaba, separó sus bocas y dijo—Ahora no es un secreto que me gustas—Seto lo besó ahora a él mientras abrazaba al rubio—Tal vez sea mejor que vayamos a un lugar más apropiado. ¿Qué piensas tú?—dijo el melado.

 

Juntos fueron a la habitación que asignaran a Seto en donde el castaño empezó a sacarle la ropa a Joseph con una placentera sensación que desconocía mientras le preguntaba—¿Has seducido a muchos así?—

 

Tal vez—respondió el otro.

 

Prefieres mantenerte en el misterio—dijo el ojos azules sin parecer darle importancia a que no le contestara de manera directa.

 

Es mejor así. ¿No crees? Saber demasiado liga mucho—le contestó el rubio.

 

 

 

 

 

Y a ti te gusta permanecer libre. ¿Verdad?—preguntó el otro terminando de sacarle la camisa mientras el otro lograba lo mismo.

 

Me gusta viajar ligero—le respondió el melado.

 

Sus bocas se encontraron entonces y a tientas comenzaron a sacar lo que faltaba mientras se dirigían al bien dispuesto lecho. En unos momentos el ojos mieles se dio cuenta de que el otro pretendía tomarlo y no se molestó ante el hecho aunque nunca había ocupado tal posición pero ese hombre tenía algo que le gustaba y lo había admitido. Era fuerte, decidido pero en ciertos momentos lograba ser dulce y gentil. Jamás nadie había tenido que protegerlo y ver como el otro se había preocupado por él había movido algo en su interior, aunque sin dudas lo de ellos no tenía futuro pensaba pasarla bien con ese capitán que había seducido sus sentidos.

 

Joseph estaba sobre Seto a horcajadas mientras con sus brazos rodeaba su cuello y le besaba. Lo enterneció que el otro pretendiera penetrarlo sin más así que le explicó como prepararlo y mientras lo besaba y le acariciaba la garganta con su boca un dedo y luego un par más fueron introducidos en él para luego dar paso a un miembro viril y necesitado.

 

¿Por qué diablos te deseo tanto?—preguntó Seto una vez se volteara para poseerlo desde arriba.

 

Es mejor que no hablemos—dijo entre gemidos el otro mientras las embestidas de Kaiba lo hacían estremecer y a su mente acudían imágenes de un mar embravecido azotando la costa con un oleaje intenso—En estos momentos se suelen decir cosas de las que te puedes arrepentir luego—añadió.

 

Eres muy cuidadoso—dijo de pronto Kaiba detenido—Pero has de saber que yo siempre sostengo mi palabra—agregó.

 

Lo sé—dijo el rubio acariciando unos mechones castaños—Es por eso que no quiero que sigas hablando—exclamó después, antes de volver a besarlo intensamente y el ojos azules reanudó sus movimientos procurándose y procurando para el otro más placer de lo que los dos imaginaron que compartirían al conocerse de tan fortuita manera.

 

Seto pensó que el otro había sido lastimado en el pasado por alguien que no cumplió con su palabra. Lo comprendía y aunque no sabía en que terminaría exactamente eso, tenía tan en claro como el otro que era imposible un futuro juntos.

 

Seto se arqueó y mostró en su faz el esfuerzo de la liberación de todo su deseo en el cuerpo del otro mientras el otro al recibirlo también se sintió explotar. Seto cayó laxo sobre su cuerpo y un momento después se corrió a un lado. Después de un par de minutos entrevió, pues ya estaba medio dormido al otro levantarse, vestirse e irse.

 

Sin decir una palabra.

 

Sin mirar atrás.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).