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LA ESPADA DE POSEIDÓN por desire nemesis

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Abrió la puerta de su camarote y atisbó el exterior justo a tiempo para ver a cierto ojos mieles mirando al cielo. Le tomó un momento decidirse y fue tras él que al percibir su acercamiento volvió su vista hacia el que venía. Espantado el otro miró como lo agarraba del brazo y lo halaba hacia el camarote.

 

Cuando lo hacía pasar por la puerta deshizo con la otra mano la coleta que hacía que su pelo pendiera y la dorada cabellera se deslizó y bailó en su entorno. La puerta se cerró con estruendo y los dos quedaron frente a frente. El rubio lo miraba de cierta forma.

 

¡Ya deja de estar detrás de mí como un perro de presa! No te queda—le dijo Kaien.

 

¡Me trataste como un estúpido!—le acusó Toga recordando como el otro le dejara al borde del lago.

 

¡Hay algo que debes entender! Mi deber es con mi príncipe. Siempre que me necesite estaré a su lado. Sin importar qué—lo que dijo Cross parecía no tener que ver con lo que el otro reclamaba pero los dos entendían de lo que hablaban. Si no fuera por Zero…

 

Yagari lo tomó del cuello de la camisa y sus miradas se enfrentaron por un instante.

Temblaba de ira al sentirse despreciado por el niño mimado y por un momento el otro se preparó para ser vapuleado pero el pelinegro reveló una intención diferente cuando tiró y rompió parte del ropaje de el pelilargo para después besarle apasionadamente.

 

Lo llevó hasta la cama y con el lazo corbata que este usaba y que le quitara momentos antes de destrozar la camisa ató las manos del ojos mieles al respaldo de su camastro.

 

¿Qué pretendes?—preguntó el rubio aunque eran obvias sus intenciones quería oír de él lo que pensaba que obtenía de ello.

 

Puedes despreciarme pero no puedes evitar que te haga mío siempre que quiera—dijo el de un ojo antes de arrebatarle los pantalones.

 

Sus manos comenzaron a deslizarse por la entrepierna acariciando las gónadas del ojos mieles que empezó a erizarse por el contacto y cuando los dedos del otro comenzaron a pasearse por la delicada piel del miembro todo, él comenzó a contorsionarse y su falo a erguirse.

 

De la mesa de luz sacó una cinta bebé en la que estaba incrustado un cascabel y lo ató a este dando varias vueltas para luego pasar su mano por toda la entrepierna llegando hasta cierta entrada ya conocida.

 

¡Vas a pedirme por favor que te tenga!—le dijo el pelinegro.

 

Jamás haré tal cosa—le desafió el pelilargo.

 

Lo harás o haré que te tenga cada hombre de mi tripulación—le amenazó el otro.

 

¡Lo dudo! Tú… solo me quieres para… ti—dijo entre jadeos y contorciones el ojos mieles mientras el cascabel resonaba con cada movimiento de su erecto miembro.

 

Frustrado porque era cierto, el pelinegro sacó otro recurso y extrajo del cajón una pluma que empezó a pasar por cierto ardiente lugar dando lugar ahora a una expresión de angustia y deseo reprimidos en el rostro de Cross junto con un sonrojo que a su rostro cuasi femenino le hacía adorable y acompañado del pelo revuelto y húmedo una visión de pura lujuria.

 

¡No… lo hagas!—soltó Kaien en un momento víctima de su cuerpo que se sentía casi explotar.

 

¡Dilo!—lo animó el otro.

 

¡Nun…ca!—expresó el rubio.

 

Entonces recibirás tu merecido—dijo moviendo más la pluma y dejándola ya cuando el miembro se veía sonrojado y lleno a más no poder—Te mantendré así. No te aliviarás hasta que lo digas. Te llevaré a este extremo siempre que te relajes y allí te dejaré para que sufras—

 

¡No! ¡Argggg!—fue el angustioso grito del pelilargo que se retorcía.

 

El sonido de la campanilla, el roce de la pluma y la voz de Toga eran alicientes más que perfectos para que pasara una angustiosa noche con él y entonces…

 

Yagari comenzó a lamer una de sus tetillas, lentamente y luego la pellizcó con sus dientes.

 

¡Suél…ta…me!—exigió casi sin fuerzas el rubio.

 

No hasta que me des lo que quiero—contestó su captor y después le pegó al cascabel para que su sonido y movimiento provocara que el otro se angustiara más.

 

¡Te daré… lo que… quieres!—admitió humillado el otro.

 

¡Dilo!—dijo el pirata.

 

¡Por favor… tenme!—dijo el pelilargo con los ojos cerrados por la vergüenza de perder que sentía.

 

¡Así debe ser un niño bueno!—susurró con voz ronca en su oído el pelinegro e inmediatamente un dedo cruzó la frontera de su entrada más escondida. Después de unos momentos el pelicorto dio vuelta al otro en la cama que como ya se aferraba del cabezal debió soltarse y aceptar ser manejado como un objeto, se agarró de las almohadas mientras el otro imponía un duro ritmo con su mano y dos dedos y él permanecía en cuatro.

 

Viéndolo en tal posición con la chaqueta y la camisa escapada de sus hombros y el pelo cayendo por estos y mostrando la nuca del ojos mieles Toga le dijo—Debiste ser mujer. Si fueras mujer no estarías con esa misión estúpida para tu príncipe—

 

Si fuera mujer nunca………. nos hubiéramos…… conocido—retrucó el otro y molesto porque era cierto el pirata impuso un ritmo más violento haciendo que gimiera más fuerte punteado todo por el sonido del cascabel que también aumentaba.

 

El ojiazul le susurró una orden al oído y el otro se mantuvo un momento callado digiriéndola.

 

¿Qué esperas? ¡Dilo!—dijo impaciente Yagari.

 

¡Métemela toda… por favor!—dijo obediente el rubio.

 

Ese fue el remate de la preparación para ambos.

 

El falo duro se metió fuertemente en la zona preparada y arremetió con dureza en cada embestida haciendo que el propio lecho se estremeciera y pronto ambos llegaron al punto álgido, viniéndose.

 

Yagari dentro de Kaien y Cross en las revueltas sábanas.

 

Terminado el acto Toga se introdujo entre la cama y el ojos mieles y se esforzó para que el otro y él se quedaran sentados, con una mano lo liberó de su atadura y le dijo--¿Acaso el príncipe o uno de tus amantes te ha hecho disfrutar tanto?—

 

Entonces el otro entendió que el pirata estaba compitiendo con sus amantes dolido por aquella vez.

 

El príncipe no…--dijo el pelilargo antes de que el otro comenzara a introducirse de nuevo en él, despacio—Yo no…--trató de decir.

 

¿Cuantos más te han hecho gozar así?—preguntó el pelinegro con su boca a milímetros de la suya y rodeado su cuello por los brazos del otro que subía y bajaba en su falda mientras el cascabel que rozaba ambos vientres se agitaba confuso y turbado.

 

Nadie me ha tenido… antes—dijo el ex guardián despertando todo el deseo de Yagari. No era verdad pero el otro no tenía porque saberlo. Al menos así el otro se sentiría satisfecho de tenerlo solo él y se tranquilizaría a ese respecto creyendo que no tenía modo de comparación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

…………………..

 

 

 

 

 

 

 

 

Llegaron a un puerto cercano al lugar donde encontrarían la espada según el capitán Kaiba y este dijo que como era tierra adentro devolverían el barco.

 

Creí que pensabas quedártelo—dijo Toga de mala gana.

 

Yo no soy un pirata—le retrucó el otro mirándolo feo.

 

Kaien iba a bajar cuando fue detenido por el capitán. Lo miró—Estaré aquí cuando vuelvas—le dijo.

 

Es mejor que te vayas. Tal vez no lo haga—le respondió Cross.

 

Sé que lo harás—le dijo Yagari.

 

Se bajaron del barco y caminaron por largo tiempo por los valles que se descongelaban más al sur de lo que estuviera Asgar.

 

Espero que sepas en verdad a donde vamos—dijo Hermes algo fastidiado por deber depender de alguien más para dar con la espada.

 

Sé exactamente donde estamos—dijo el Seto deteniéndose, pues él dirigía la comitiva, todos miraron donde él para ver una figura labrada en la piedra de la montaña por la que caminaran, la figura estaba sobre un portal escondido por el follaje de la zona. El pelilargo despejó el lugar y se pudo ver mejor la efigie de una aterradora bestia que imponía respeto.

 

¿Qué es esto?—preguntó el rubio pelicorto al ojos azules.

 

Creo que una especie de colega tuyo—respondió mirándolo Kaiba.

 

Tendremos problemas si esa cosa tiene la espada—dijo Zero.

 

 


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