Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

LA ESPADA DE POSEIDÓN por desire nemesis

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

                                   SALTO MORTAL

 


Estaban frente a la entrada de un túnel aseveró el castaño de mirada azul.

 

¿Y tú como sabes todo esto?—preguntó el rubio con una sospecha.

 

Es obvio que estuvo aquí en algún momento—dijo Kaname que al parecer le gustaba explorar lo desconocido y por ello los seguía en  sus aventuras.

 

Trata de no dañar a nadie. Los habitantes de este lugar son usualmente pacíficos—le dijo Seto a Hermes.

 

Eso saltó a la vista en Asgar—bufó molesto el príncipe.

 

Por eso usé la palabra usualmente—recalcó Kaiba.

 

¡Tranquilo! No busco iniciar una guerra, solo deseo la espada y si logro obtenerla rápido y sin contratiempos mejor—contestó el melado lo que el otro pareció agradecer.

 

Cruzaron el penumbroso túnel y de pronto se hallaron en un tumultuoso lugar que en verdad se parecía a una villa de cuento ancestral oriental con casas de madera y papel de arroz y con grandes sembrados. A lo largo y ancho pululaban jinetes con las capas que vieran en Asgar.

 

No creo que este lugar sea amistoso con nosotros—dijo Kaien preocupado visiblemente.

 

No saben que nosotros portábamos la espada. La verdad los de allá debieron pensar  que éramos emisarios de Asgar—les dijo Seto y todos creyeron esa opción válida además no había forma de que los soldados trasmitieran como se veían.

 

Lo que no tomaron en cuenta es que en ese lugar hacía mucho que no entraban visitantes y por una sencilla  razón, los que habían logrado penetrar en décadas la puerta del túnel, jamás volvieron a ser vistos.

 

De inmediato varios jinetes los rodearon y apresaron apuntando con sus lanzas a los visitantes.

 

Hermes dudó en sacar sus espadas pero Seto lo detuvo—Tal vez así podamos averiguar donde está tu espada—le dijo y el otro se contuvo.

 

¡Desármense!—les ordenó el capitán de la patrulla.

 

Deseamos hablar con quien esté a cargo—dijo el capitán de barco.

 

No hablarán con nadie hasta que estén desarmados—les dijo el otro y con la mirada Seto convenció al griego y a Kaien de abandonar sus espadas mientras el tiraba la suya. Tenía en mente la fuerza oculta de Kaname si surgía algún contratiempo.

 

¡Caminen!—les ordenó el de la patrulla haciéndose a un lado con su caballo.

 

Caminaron por el sendero que cruzaba el amplio valle oculto entre montañas y montes bajo la mirada de los curiosos labriegos que se mantenían afanados en las tareas propias de la siembra y la siega.

 

¿A dónde  nos llevan?—preguntó el altivo príncipe. Todo era muy ominoso para ellos.

 

¿Qué? ¿No escuchaste a tu compañero? Pidió hablar con nuestro emperador—dijo el hombre—Él decidirá sus destinos—

 

Todos quedaron sorprendidos pero el que más lo pareció fue Seto quien preguntó--¿Su emperador?—

 

¿Cómo? ¿No era que sabías tanto de este lugar?—preguntó Hermes intranquilo pero también provocándolo pues él lo había hecho abandonar sus armas.

 

Parece que algunas cosas han cambiado—dijo el ojos azules mientras enfocaba su vista en el lugar al que parecían dirigirse. Era algo así como un palacio labrado en la ladera de la montaña, lleno de grandes ornamentos y con una gran terraza en frente en la que se posaba un enorme trono de piedra, oro y piedras preciosas con afiladas puntas. Arriba de la puerta principal había otra efigie grabada que aunque guardaba relación con la que se hallaba en la entrada esta era más extensa y detallada.

 

Era la fiera pero esta vez su cuerpo completo la acompañaba. Era un enorme ser de cabeza potente, bípeda y alada que infundiría temor en los corazones más valientes.

 

Podían haber elegido un ser mas bello como emblema—dijo Zero mirando la monstruosa criatura a sus ojos.

 

¿Cómo osas desdeñar así a nuestro dios, extranjero?—preguntó una voz saliendo del umbral. Se trataba de un hombre portentoso de pelo negro y ojos azul intenso. En su cinturón pendía una plateada espada bien conocida.

 

¿Quién eres tu?—preguntó Seto con repentino resquemor que tomara a todos por sorpresa.

 

Veo que todos ustedes son seres irrespetuosos e indignos que no merecen piedad—dijo con desdén el aún no reconocido.

 

¿Eres el que se hace llamar emperador o no?—preguntó un desconocido Seto Kaiba al tipo que podía mandar que los mataran. La habitual precaución, la que aún demostrara ante los guardias estaba totalmente desvanecida y sus compañeros de viaje se preguntaron que podía estarle pasando. Incluso el habitualmente ajeno Kuran sintió una viva curiosidad.

 

El otro aspiró hondo víctima de una honda rabia--¡Traigan a la pitonisa!—mandó a sus guardias que se alejaron de inmediato para cumplir la encomienda.

 

Yo soy Mekiaman Sosuke, emperador de todo lo que puede ser visto—dijo el ojos azules que portaba un traje blanco como los fiordos.

 

¿Y que te da el derecho de gobernar este lugar?—quiso saber Seto para sorpresa de todos.

 

¿Qué me da el derecho?—preguntó visiblemente indignado Sosuke con cara de querer matarlo ya mismo. De pronto una mujer muy vieja de blancos cabellos y de ojos ciegos que era traída por los soldados  fue sacada del edificio y dejada caer en el piso entre el trono y el edificio—Ella ha atestiguado lo que me da ese derecho. Es la vieja pitonisa de mi templo que es también  mi palacio y yo soy la encarnación de Shiroi Ryuu, el dios de este lugar—

 

¿Así que eso eres?—preguntó Kaiba y por alguna razón la vieja ciega se estremeció.

 

Por supuesto que eso soy—alegó el emperador.

 

¡Yo nunca he dicho eso!—exclamó de pronto la vieja.

 

¿Qué te pasa vieja loca? Dí la verdad o teme a mi ira. Yo que he dominado las quince tierras de Lia soy el encarnación de Shiroi Ryuu. ¡Admítelo de una vez o morirás en la horca!—

 

Yo jamás diría una mentira semejante aunque me matases. Shiroi Ryuu y tú son muy diferentes. Yo misma fui uno de los últimos seres en verle. El es un ser piadoso y valiente. Cuando bárbaros como tú atacaron esta aldea, matando a mi padre, el antiguo sumo sacerdote, y a muchos de subordinados en este templo él se apareció y en una fiera batalla terminó alimentándose de todos ellos—dijo encendidamente la vieja.

 

Eso parece muy piadoso—aseveró Hermes y Seto a un lado se puso nervioso.

 

La anciana prosiguió—Luego se acercó a mí y me pidió disculpas por no haber llegado a tiempo para librarnos a todos del peligro. ¿Tu harías algo así? No. Tu eres solo un ser llevado por la avaricia y la ambición de poder que lo hizo conquistar estas tierras y autoproclamarse él. Eres egoísta y mentiroso. Y cuando Shiroi Ryuu venga te castigará por todo lo malo, por todo el sufrimiento que has causado a su tierra. Porque esta es su tierra y no tuya—lo desafió ella.

 

Vieja loca, yo soy Shiroi Ryuu y si ya no puedes verlo entonces ya no me sirves de nada—dijo arrastrándola hasta el precipicio.

 

Entonces Seto escapando de sus captores corrió hacia él para  que no la lanzara. Viendo su motivación el emperador la lanzó a un lado y sacando su espada la blandió contra él. En un esfuerzo por escapar de su filo el castaño hubo de saltar para atrás perdiendo pie y cayendo por el abismo.

 

El emperador ordenó de inmediato a los arqueros que lo atacaran e imitando eso los arqueros del valle también lanzaron sus flechas en pos de él. Hermes tenía una decisión difícil entre manos. Ir por Seto o por la espada. Pero en un segundo se decidió por el capitán que caía rumbo a su muerte.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).