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LA ESPADA DE POSEIDÓN por desire nemesis

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                                                     ¡MÁTAME!

 

Abrió los ojos despacio, tratando de ubicarse sin conseguirlo mucho hasta que una voz le habló—Así que por fin has despertado—

 

Miró a su lado encontrándose con los ojos azules del capitán Kaiba. De pronto recordó el abordaje de los piratas y se irguió de inmediato sintiendo entonces un enorme dolor en la coronilla además de una debilidad agobiante que lo hizo irse de costado. Por suerte el capitán estaba a su lado para atraparle y evitar que se cayera  de lado. Aún sostenido por este le preguntó--¿Y el barco? ¿Los piratas?—estaba confundido, preocupado y molesto.

 

¡Tranquilo! ¡Ya no hay nada que hacer! Ellos hundieron mi barco y nosotros somos sus prisioneros—le contó el castaño y horrorizado el otro le miró a la cara—Ya la fortuna ha sido echada—dijo el otro con ademán resignado.

 

¡Maldición! Lo que me faltaba. Ser prisionero de unos delincuentes—dijo con desdén y furia el melado.

 

Parece que fueras tú su capitán y no yo—dijo algo divertido el otro por la actitud del rubio.

 

¿Cómo es que no te hierve la sangre como a mí? ¡Esos desgraciados…!—dijo el otro mirándolo a los ojos y Seto le cortó.

 

Sé exactamente lo que ellos le han hecho a mi barco y mi carrera y estás muy equivocado si piensas que voy a dejar esta afrenta así no más—le contestó muy serio el otro mientras sus ojos se achicaban.

 

¿Y que piensas hacer?—preguntó Joseph curioso.

 

¡Tomar el barco, por supuesto!—contestó Kaiba.

 

¡Ese es el capitán!—coreó una voz y entonces el rubio se dio cuenta de que no estaban solos. Estaban en la bodega del barco, en un aparte para los detenidos tal vez, eran quince además de Kaiba y él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

…………………….

 

 

 

 

 

 

 

 

Zero no sabía como comportarse. Se encontraba solo con el castaño en ese momento ya que su guardián había ido a reunirse con el capitán, Kuran se encontraba enfrascado en un libro aparentemente pero el no sabía que hacer de igual manera estando solo en su presencia.

 

Trató de buscar algo que hacer pero en esa pequeña habitación no había con que medrar la distancia. De pronto sintió que el otro dejaba el libro y se le heló la sangre aunque estaba de espaldas a él. Sintió sus pasos en su pos y tratando de armarse de valor, pues él no era ningún púber, se volteó.

 

De pronto se vio ante esos ojos borgoñas de nuevo que le miraban intensamente y desde muy cerca.

 

¿Qué quieres?—preguntó tratando de sonar solemne y alejado lo que no consiguió pues Kaname sonrió.

 

Terminar lo que empezamos—contestó para su sorpresa el otro y Kiryu abrió mucho los ojos. De pronto sintió su piel arder por el contacto de la fría mano en su torso pues el otro esquivando la prenda por debajo de nuevo había accedido a este y sus labios intensos movían los suyos a su propio compás.

 

Intentó protestar pero fue peor pues su boca fue subyugada más profundamente y sus labios no opusieron la menor resistencia mientras su cuerpo entero se volvía débil. De pronto se sintió recostado en el camastro y se preguntó como había llegado allí sin notarlo un poco antes de que sus tetillas fueran atacadas y su pantalón conquistado. Era un rápido y certero ataque a su decencia y muy dentro suyo sentía el enorme deber de protestar, de defender su honor pero todo ello estaba atrapado en una telaraña de lujuria que estaba invadiendo su voz y cada músculo de su cuerpo.

 

Cuando el otro frotó con su mano su falo sintió enrojecer de vergüenza y más cuando sus piernas se movieron abriéndose a tal contacto. Su rostro se volvió con los ojos cerrados a un lado, extasiado y frustrado al mismo tiempo mientras se sentía apuñalado por un ser algo diminuto que se colaba por un lugar que nunca soñó fuera sometido. Lo que siguió fue una extensa serie de jadeos y movimientos espasmódicos que no le dieron freno a la clase de sensaciones que enloquecían a cualquier mortal y que terminaron derribando las murallas de su cordura.

 

Sufrió internamente cuando ese castaño le poseyó de manera casi salvaje, penetrándolo una y otra vez de manera alarmantemente poderosa y llevándose con cada empellón su aliento y su preciado orgullo.

 

Jamás pensó disfrutar de manera alguna de estar con un semejante en esas condiciones, siempre las había provocado con mujeres, la única manera correcta y el estarlo saboreando de tal manera era una afrenta a todo lo que había sido hasta el momento, a lo que representaba y a los suyos.

 

¿Con que cara los miraría en el futuro después de haber manchado de tal manera el honor familiar?

 

Por su lado Kuran disfrutaba salvajemente de los jadeos que el otro producía cuando él lo embestía. Como los que habían producido cada una de las amantes que había tenido hasta entonces. Hasta ahora no había tenido ninguno varón aunque solo era un mero hecho para él pero es que bajarle los humos a ese engreído aristócrata era más que un aliciente para su tan aburrida vida a bordo de ese barco pirata lleno de gente grotesca y sin valor para él, además, la sangre caliente que se obtiene al culminarse el acto sexual tiene un sabor increíble. Abrió su boca, era el momento justo, iba a venirse en ese mismo momento dentro del otro y este se vendría también si todo salía como lo planeara y entonces se arquearía hacia él, entregando él mismo su fino cuello a los colmillos que le esperaban impacientes.

 

El otro se arqueó hacia atrás arruinando su estrategia, pero no importaba. ¿Qué más daba ir por su cuello? Pensó el castaño yendo por él. En el momento en que iba a clavarlos escuchó algo que le hizo detenerse.

 

¡Mátame! ¡Mátame ahora mismo… por favor!—pidió el peliplateado. No aguantaba el deshonor que sobre su cabeza había caído con ese terrible acto. Y no solo era por el acto en si, su peor pecado había sido el disfrutarlo. Permanecía con los ojos cerrados, ajeno al peligro que era real y a la mirada escrutadora que entonces Kuran le lanzó haciéndose un poco para atrás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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