¡VEN GRAN PODER!
El palo mayor partido caía sobre el ojos violetas mientras este lo miraba totalmente sorprendido y su sombra tragaba su pequeña figura.
Entonces tanto el príncipe como su guardián y Toga desde el puente, pudieron ver algo increíble. El castaño que estaba también en la trayectoria del pesado pedazo de madera agitó una mano al aire y tanto el gran pedazo como los cordeles y velas que se atenían a él se hicieron mil pedazos.
Mientras esos pequeños pedazos caían a su alrededor Zero buscó a su alrededor hallando a Kuran que le miraba impasible. Esa muestra de poder inaudita quedaría gravada a fuego en sus testigos para el resto de su vida.
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Desde el otro lado del barco Seto y Joseph vieron que la mitad superior del palo comenzaba a caer y luego se desintegraban aunque no supieron como. Sus sentidos se enfocaron tanto en tal hecho que no vieron llegar la enorme ola que azotó ese lado de la embarcación en ese mismo momento. De pronto Joey era empujado y después arrastrado por las aguas, pero el capitán, astuto y rápido como era logró alcanzarlo en medio de la furia del agua en medio del espacio entre el mamparo y la barandilla. Sus manos se asieron fuertemente mientras sus ojos se encontraron uno sorprendido y agradecido, otro sintiendo que cumplía con su deber a la vez que algún comando interno le llevaba a preocuparse por el futuro del chico, que le agradaba.
Cuando el agua ya se retiraba y el mayor empezaba a aflojar un poco su agarre en vista de que el peligro menguaba aconteció lo peor. Un gigante tentáculo emergió más allá de la barandilla y cayó sobre cubierta a un lado de ambos, destruyendo parte del material del barco. Mientras las astillas los sobrevolaban, Kaiba vio con horror que la dichosa extremidad, en su arrastre, se acercaba al otro, que gracias al impacto fue soltado de la mano que lo mantenía sujeto.
El castaño lo vio caer al mar con mirada sorprendida y se halló en la barandilla en el momento justo en que el otro terminaba de caer para impactar con el espantoso oleaje que se lo tragó enseguida.
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El ojiazul bajó por la escalerilla rumbo a la postre de la nave cuando en su camino halló la figura del otro capitán mirando a sotavento.
¿Qué sucede? ¿Planeas escapar en esta ventisca?—dijo agarrándolo y tirándolo contra el mamparo más cercano.
¡No sea idiota! Joseph se ha caído por la borda—dijo el molesto Kaiba y el otro miró hacia atrás por sobre su hombro.
¡Entonces me temo que ya es historia, con un mar tan embravecido!—dijo Yagari—Eso ya debieras saberlo—
¡Mal…!—trató de insultarlo Seto.
Tengo cosas más importantes de las que preocuparme ahora—indicó Toga y buscando con la mirada halló a uno de sus marineros que con cara de bobo miraba los destrozos que dejara el imponente tentáculo--¡Lleva a este a la bodega!—le ordenó lanzando a Seto con el tipo mientras este le lanzaba una mirada fulminante.
Cuando era encerrado en la bodega con sus hombres la cara desconcertada mientras caía, del rubio, se le vino a la mente. Se sentía culpable. Pudo haberlo salvado. Lo había soltado. Si no lo hubiese hecho…
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Llegó junto a los tres reunidos justo a tiempo para poder hablarles antes de que salieran de su sopor.
¡Dime quien eres y como has hecho eso!—exigió el de un ojo.
¡Vaya! Deberías guardar respeto a alguien como yo… ¿No crees? Con la misma facilidad podría hacerte pedazos ahí mismo sin tocarte. ¿No lo habías pensado?—preguntó el ojos borgoña.
¿Es eso lo que le hiciste a Higgins, bastardo?—preguntó furioso el pelinegro que recordaba el estado calamitoso de la cabina de su oficial aquel día, cuando todo lo que encontraron fue a Kaname parado en medio de un camarote abarrotado de manchas de sangre.
¡Ese idiota tuvo el tupé de molestarme! ¿Harás tú lo mismo, “capitán”?—preguntó el castaño y en su voz sonó despreciativo el cargo.
Zero lo miraba muy quieto preguntándose que clase de monstruo era el que lo había tomado. Kaien estaba francamente sorprendido pero más que nunca seguro que había más cosas bajo el cielo de lo que nunca hubiera supuesto y se alegraba de las decisiones que había tomado hasta ese día al reconocer tal hecho.
¡Solo dime una cosa! ¿Planeas usar esa cosa contra nosotros?—preguntó Yagari cauteloso.
¡No a menos que se entrometan en mi camino o traten de atacarme!—le respondió Kuran.
Toga cerró sus puños impotente—Entonces estaremos en paz un rato—le dijo antes de voltear e irse. Cross se lo quedó mirando mientras el capitán pensaba que era inútil enfrentar una fuerza semejante en un momento tan decisivo. Primero tenía que gobernar a sus tripulantes, enfrentar a la tormenta y quizás a un monstruo marino.
O tal vez dos, pensó en un momento volteando a ver la figura del castaño que se desdibujaba con la lluvia.