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LA ESPADA DE POSEIDÓN por desire nemesis

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                                                 ¡SONRÓJATE Y GIME!

 

 

 

 

Toga estaba pensando en ese misterio que se le había presentado justo después del otro. Algo que no le había dicho al ojos azules era el porqué de su desconfianza hacia el rubio pero tenía bases sólidas para desconfiar de la historia del otro y es que en ningún momento él había echado el ancla. Claro que cabía la peregrina posibilidad de que el melado fuera arrastrado por una ola varios metros hasta el hoyo del pañol donde descansaba esta pero es que todo se le antojaba muy agarrado de los pelos y viendo lo que había visto en la cubierta el día anterior su interior fraguaba descabelladas ideas de quienes podían estar acompañándole en esa travesía.

 

Aún sentía escalofríos al recordar como Kuran Kaname había destrozado tan fácilmente el palo mayor.

 

Uno de sus marinos entró después de tocar--¡Capitán! Es que el tipo ese que está con el príncipe pues es que…--

 

¡Tráelo!—dijo con una nota de hastío el mencionado.

 

¿Y bien? ¿Cambiarás el rumbo?—preguntó Kaien quien ahora era portavoz del príncipe Kiryu.

 

¿Con que objeto?—preguntó con tono aburrido el capitán pirata.

 

¿Cómo con que objeto? Si no nos llevas a nuestras tierras no te darán el rescate—dijo el rubio.

 

O una horca bien dispuesta—dijo el otro mirándolo con su ojo astuto.

 

Te garantizo tu seguridad—le dijo Cross.

 

¡Ja! ¡En verdad me subestimas! Sigue con tus proyectos si quieres pero si vuelves a increparme te venderé junto con tu jefe a otro barco y me sacaré sus problemas, incluso por un barril de ron sería ganancia porque ellos se quedarían con tu insolencia y los peligros—le amenazó Yagari.

 

¡Pero es que no entiendes!—le dijo el melado con urgencia acercándose a un pelinegro que había empezado a caminar hacia su cartografía.

 

¡Eres tú el que no entiende! ¡Deja de andar a tus anchas por el barco, dándome órdenes como a un mozo!—dijo agarrándolo de una mano furioso—Yo no soy tu sirviente sino tu mi prisionero. Si no entiendes eso es que eres muy obtuso—sus ojos se encontraron vivamente y por un segundo los dos se sintieron algo incómodos con su cercanía aunque lo disimularon—Deja de hacerlo o cumpliré mi amenaza. ¿Has entendido bien?—preguntó soltándolo y el otro asintió.

 

Lo entiendo pero… ¿Que harás para contactar a nuestro pueblo entonces?—preguntó el rubio.

 

Eso ya lo pensaré yo. ¡Tú mantente en tu lugar!—dijo bruscamente Yagari.

 

Es que…--dijo presuroso el otro.

 

Te preocupa compartir camarote con Kuran—expresó el otro—Descuida. Si no os ha hecho nada hasta el momento no tiene porque hacerlo a menos que le den motivo—añadió Toga y después de un momento sonrió cínicamente—Te preocupa que tu principito le de motivos. ¿No es así? Deberás controlar a tu cachorro o él se met…--

 

El rubio le cortó—No es solo eso. Ese tipo o lo que sea. No lo demuestra cuando estoy presente pero ayer… Sé que siente un interés especial en el príncipe Zero, lo vi en su mirada. Temo que le haga algo malo si no me apresuro a apartarlos o quizás…--

 

…ya lo ha hecho—terminó el pensamiento el pelinegro con matiz un poco preocupado--¡Un día descubrimos a ese tipo en el camarote de Higgins! El lugar estaba hecho una miseria y jamás hemos visto a Higgins de nuevo—le contó el capitán rememorando.

 

¿Y nos has puesto con esa bestia sedienta de sangre?—preguntó horrorizado el otro.

 

No sé si lo notaste pero este barco no es precisamente un crucero de placer—dijo ceñudo el ojiazul.

 

Debes prevenir que suceda algo malo al príncipe. Si algo le pasase…--dijo Kaien.

 

De eso debes ocuparte tú que eres su niñera. Yo de lo único que me ocuparé es de mis asuntos—dijo Yagari.

 

 

 

 

 

 

 

………………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otra vez solos, pensó con temor el  peligris.

 

Deja de estar tan asustado—le comandó el castaño.

 

Yo no…--trató de negar el otro al que parecía totalmente ajeno a su presencia mientras leía.

 

¿Bromeas conmigo? Tu pulso está tan acelerado como el de un ratón frente a una lechuza. Si sigues así tu corazón se parará—dijo el de ojos borgoña.

 

¿Cómo lo supo? Se preguntó el peligris sorprendido y el otro lo miró de soslayo.

 

¿Puedo hacer pedazos algo sin tocarlo y te sorprende que sepa que tan rápido late tu corazón?—fue la pregunta de Kaname. Después de un momento se levantó con esa sonrisa soberbia tan suya en los labios y se acercó al príncipe--¿Tanto me temes o es que te excita verme?—preguntó con voz ronca acercándose a su oído, luego se hizo un poco para atrás y observó los ojos amatista intenso que lo miraban con estupor y cierto rubor avergonzado en las mejillas—No debieras sonrojarte pues ya te hice mío aunque debo admitir que ese sonrojo te vuelve adorable y tan deseable como te vuelven tus gemidos—

 

¿Qué era todo eso? Se preguntó Zero con estupor pues al oír tales obscenidades su cuerpo entero se había puesto a temblar.

 

Los labios del otro estaban a milímetros de los suyos y él se encontró a si mismo paralizado ante tal acto. Su mente le gritaba: “¡Apresúrate en alejarte!” pero su cuerpo entero se revelaba ante tal idea manteniéndose tieso como un monumento de granito.

 

 Estaba a punto de recibir esos labios pálidos y sedosos cuando el ruido de las llaves hizo que se separaran y que el castaño volviera a su posición inicial.

 

¿Pasó algo, alteza?—preguntó Kaien una vez hubo entrado. El ambiente tenía algo raro que percibió al momento de entrar. Su alteza se veía pálido pero también sonrojado, estático pero a la vez agitado mientras el otro permanecía leyendo al otro lado de la habitación.

 

 

 

 

 

 

 


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