Miércoles: Pídeme lo que sea…
Misaki PV
Ya llevaba un buen rato en el baño, me di una ducha muy larga, sin prisa alguna; me fui directo a mi habitación, me sequé el cuerpo lentamente, luego me eche crema por todo mi cuerpo, me rocié colonia y desodorante luego me coloqué el pijama, me debí haber demorado unos 30 minutos. Una vez listo salí de la pieza para bajar a tomar algo.
Mientras sacaba la leche de la nevera y la servía sobre un vaso me dirijo al armario para buscar alguna galleta, las encuentro y le doy un mordisco a una de ellas. A lo lejos escuchó un sonido proveniente de las escaleras; seguro es mi madre debió haber llegado mientras me bañaba, los pasos se escuchaban cada vez más fuertes, se dirigía hacia mí.
Como si viera el futuro vio a su madre entrar por la puerta de la cocina. Vio como se acercaba a él, tenía una expresión de preocupación en el rostro, miró por unos instantes a su hijo y comenzó a hablar.
– ¿Sabes Misaki? Quiero que entiendas que no puedas seguir comportándote así con Mizuo – Misaki desvió la vista – ¡Lo tratas como si ni siquiera estuviera allí! – Misaki sabía a lo que se refería, cuando estaba con el señor Mizuo lo único que hacía era intercambiar alguna palabra y después ignorarlo completamente, como si no estuviera allí.
– Te guste o no, él es parte de nuestra vida ahora y la única solución es que te acostumbres a ella – {No. Esa no es la única solución. Hay otras} Pensó hacia sus adentros el castaño.
– Nos hubiera gustado decirte esto anoche. Pero cuando fui a verte ya estabas dormido – dijo la madre de Misaki.
– ¿Decirme que? – Dijo dudoso el castaño
– Mizuo y yo hemos decidido formalizar nuestra relación – Y como no hablaba debió pensar que no lo había entendido… Misaki sabía perfectamente a lo que se refería pero prefirió no hablar. – Vamos a casarnos –
Creo que hasta me mareé de la impresión. No podía esperar nada como eso. Ni en diez años después hubiera estado preparado para algo así*. No me había pasado por la cabeza la idea de que mi mamá y el señor Mizuo se quisieran casar.
– ¿No dices nada? – Inquirió mi madre
– No sé qué quieres que te diga –
– Prueba por ejemplo con un: <Me alegro por tí> <Ya no estarás sola>Dijo
– Tú no estás sola. Me tienes a mí –
– Pensaba que sabías a qué tipo de soledad me refería… Como mujer –
– ¿Me puedo ir? Estoy algo cansado – Solo pasé por al lado de ella y antes de subir las escaleras le pregunté una última cosa – ¿Cuándo será? – Me devolvió la mirada con una sonrisa en el rostro y me lo dijo: En exactamente un mes. Solo la miré por unos instantes luego giré y seguí mi camino hacia la habitación. Lo tenían todo ya planificado…
“Hoy no fue mi día” Podría decir eso todos los días ¿no? Pero hoy fue especial; primero lo del baño y ahora esto. Debía ser fuerte y tratar de aguantarlo.
Recordó aquel concurso del cual le habló a Ritsu… Podría desahogarse escribiendo un ensayo para el concurso, eso lo animaba a escribir…
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Ya era día viernes, ya habían pasado exactamente un mes entero del incidente del baño, no era un buen recuerdo que algún día podrían contar a su familia en algún futuro. Era más bien algo para olvidar, ¿Quién querría recordar uno de los momentos más humillantes de su vida? Lo mejor es dejarlo en el olvido y no volver a recordarlo.
Las anécdotas de Takano y Usagi se han vuelto un poco más bruscas últimamente… A Ritsu le han dejado unos moretones que Son un poco vistosos y a Misaki lo han despojado por completo las hojas de su cuaderno, estaban casi todas rotas…
“Habría que aguantarlo” Esa frase siempre está presente es sus cabezas, los ayuda a seguir, la idea de nunca más verles la cara de verdad les gustaba.
Tocaron el timbre de ingreso a Clases: Tocaba la última Clase del día Matemáticas.
– Toca matemática ¿cierto? – Preguntó Misaki
– Sí, ya es la última clase – Respondió el otro castaño
– Ritsu… Nos vamos rápido –
– Lo sé…– Hizo una pequeña pausa– Por ahora vamos al salón –
– Sí –
Llegaron al salón tomaron asientos y unos instantes después llegó el profesora de Matemáticas, con una libreta en la mano.
– Saluden – Los alumnos se pararon de sus asientos y saludaron cordialmente – Siéntense – Todos se sentaron y comenzaron las Clases normalmente.
Misaki sacó su cuaderno debajo de su pupitre, al abrirlo se dio cuenta de que “nuevamente” le faltaban hojas en él. Sintió unas leves risas provenientes de la parte de atrás; suspiró pesadamente se limitó a sacar su bolso en donde tenía unos cuadernos de repuesto… Ya le parecía costumbre.
Ritsu trataba de escribir los problemas que eran descritos por la profesora en el pizarrón; le dolía la mano, esta mañana Takano lo había empujado y se golpeó la mano con la orilla de una mesa, como resultado le dejo la mano con un color morado y adolorida.
– ¿Onodera-kun estás bien? – Preguntó la profesora al ver la mano morada del castaño.
– ¿Eh? –
– Tienes toda la mano derecha morada ¡Tienes que ir a la enfermería! –
– Sensei, no se preocupe solo fue un pequeño golpe… –
– ¡Pero si está toda morada! –
– Solo se puso así… No me molesta –
– Está bien – Dijo derrotada la profesora, Onodera prefirió mentir ¿Por qué? Por miedo, miedo a que le hicieran algo peor.
Las Clases transcurrieron normalmente, de vez en cuando algunos murmullos que eran callados por la voz demandante de la profesora. Ritsu y Misaki solo prestaban atención a la Clase, no lo que pasaba a su alrededor.
Takano y Usami comenzaron a murmurar, apenas se oían una conversación que era para que solo ellos escucharan.
– Oye… ¿Cuándo vamos a ir de nuevo? – Preguntó el de ojos amatistas
– ¿Qué? ¿A ese bar? – Le respondió el azabache
– Sí, no es divertido entretenerse solo – Rio levemente
– Lo siento, últimamente estoy ocupado por la noches…– Respondió el azabache
– He… Pero puede ser en las tardes… Yo también estoy un poco apresurado por las noches – Dijo el peli-plata
– Y ¿Qué haces? – Preguntó divertido
– Eso… no te importa – Dijo desviando la vista… nervioso
– Ya veo –
– Takano-kun, Usami-kun ¿Tienen algo más que decir? – Preguntó la maestra mirándolos con un leve enojo.
– No – Respondió el azabache
– Entonces guarden silencio, interrumpen la clase – Dijo la maestra dándose vuelta nuevamente hacia el pizarrón.
Las Clases continuaron normalmente, dando su término gradualmente. Akihiko y Masamune se fueron rápidamente. Tendrían cosas importantes que hacer.
Su ida, fue buena noticia para Ritsu y Misaki se podrían ir tranquilamente, sin temor a que algo parecido hacía ya hace algunas semanas, se repita nuevamente. Pero por cualquier cosa, en cuando vean salir a Usami y Takano por la salida de la escuela. Saldrán tan rápido como puedan.
Y eso fue lo que hicieron. Ya se encontraban en las calles caminando tranquilamente en dirección a sus hogares, no es que no hubiera tema de que conversar, pero Misaki ya no podía más… Tenía que contarle a alguien por lo que estaba pasando con su madre…
Y así lo hizo. Misaki le contó toda la situación a Ritsu, quién solo lo escuchaba en silencio, el problema de su amigo.
– Quiero que sea feliz… Pero no puedo dejar de lado a mi padre – Respondió con el semblante triste Misaki. El otro castaño pensaba en las palabras que le diría a su amigo, no era muy “fácil” en esa situación.
– Misaki… No creo que sea la persona que mejor te comprenda pero… Si tu madre se va a casar, no hay nadie que la pueda detener – hizo una leve pausa – Pero… Sé que tu padre siempre estará allí, lo mejor sería que lo recuerdes por lo que fue y por quién fue… Además acuérdate de que si necesitas a alguien que te de apoyo… Siempre estaré allí para ti – Finalizó con una sonrisa el castaño.
– Ritsu… – El castaño no pudo más y se echó a llorar en el hombro de su amigo. Quizás ahora comprendía un poco más las cosas, pero lo que hay algo que sabía con seguridad, era que Ritsu siempre estaría allí para apoyarlo, en cualquier situación.
Una llegó el momento de irse por caminos diferentes, Ritsu despidió a Misaki y se fue rumbo hacía su hogar. Eran las 7:00 cuando llegó a su hogar. Lo mejor sería tomar una ducha y luego ir a cenar.
Luego se fue al computador. Había prometido no hablar hoy con su galán fantasma, ya que la conversión de ayer al final le aguardo una sorpresa:
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Samu: Si de pronto apareciera un genio y pudieras pedirle algo, lo que sea ¿Qué le pedirías?
Itsu: ¿Cualquier cosa?
Samu: Cualquiera
Itsu: La luna
Samu: ¿A la luna? ¿Por qué?
Itsu: Porque es tranquila, silenciosa y está lejos.
Samu: ¿Y qué harías allí?
Itsu: Lo mismo que aquí, leer, escribirte, escuchar música y salir a dar largos paseos a un mar de tranquilidad.
Samu: ¿Podría ir contigo?
Itsu: Hum… No lo creo
Samu: Por favor
Itsu: Tendría que pensarlo
Samu: ¿No te gustaría estar a solas conmigo y lejos?
Itsu: Quizás
Samu: ¿Sabes que le pediría yo a ese genio si se me apareciera?
Itsu: ¿Qué le pedirías?
Samu: Conocerte
Itsu: Ya me conoces
Samu: Mirarte a los ojos, poder tocarte
Itsu: Eso no hace falta que se lo pidas a un genio
Samu: ¿No?
Itsu: Me lo puedes pedir a mí
Samu: Ya lo he hecho, y tú no me has concedido el deseo
Itsu: Igual sí. No has insistido
Samu: ¿Tengo que insistir?
Itsu: Conmigo siempre tienes que insistir. Y no necesitas ninguna lámpara mágica
Samu: ¿Qué quieres decir?
Itsu: Que puede que ya haya concedido tu deseo y no te lo haya dicho.
Samu: ¿Y qué esperas para hacerlo?
Itsu: No sé
Samu: Por cierto… ¿Te llamas Ritsu?
Itsu: Eso no te lo diré
Samu: Bueno, da igual. Ya lo sé
Itsu: ¿Cómo lo sabes?
Samu: Intuición. Sé que te llamas Ritsu y eres la persona de mi vida
Itsu: Creo que ya me lo habías dicho
Samu: Quiero conocerte
Itsu: Bueno
Samu: ¿Te lo tengo que decir muchas veces?
Itsu: Hasta que se me pasé la vergüenza
Samu: ¿De qué tienes vergüenza?
Itsu: De que no te guste. O al revés
Samu: ¿De ti?
Itsu: No aparento ser lo que soy
Samu: Claro. Yo tampoco
Itsu: Eso deja que lo juzgue yo
Samu: Ya lo veremos
Itsu: ¿Puedo pedirte algo?
Samu: Claro lo que sea
Itsu: Si no te gusto. No quiero que me lo digas
Samu: ¿Eso significa que nos vamos a ver?
Itsu: Me lo tienes que prometer si no te gusto. Quiero que no digas nada.
Samu: Me gustarás
Itsu: O no. Eso no lo sabes
Samu: Claro
Itsu: ¿Me lo prometes?
Samu: Sí
Itsu: Bien
Samu: ¿Algo más?
Itsu: Sí… Tengo miedo
Samu: ¿De qué?
Itsu: De conocerte.
Samu: ¿Sabes una cosa? Yo también tengo miedo de no gustarte.
Itsu: ¿De verdad?
Samu: De no ser lo que esperas
Itsu: …
Samu: Pero me muero de ganas por verte
Itsu: Sí
Samu: ¿Tú no?
Itsu: Ya sabes que sí
Samu: Pero me gustaría que lo digieras
Itsu: Muero de ganas de verte, Samu
Samu: Jamás pensé que le diría esto a alguien
Itsu: ¿El qué?
Samu: Todo…
Itsu: Bueno, ¿Dónde quedamos?
Samu: No lo sé
Samu: En el café, que queda a una esquina de la estación de trenes, estaré sentado en la mesa 10 y llevaré un suéter negro y pantalones azules. Si no te gusto, das media vuelta y te vas. No hace falta que me des explicaciones ¿Eso te hace sentir más tranquilo?
Itsu: Sí, supongo que sí
Samu: Muy bien, entonces hasta mañana Itsu
Itsu: Hasta mañana, Samu
Samu: ¿Estás nervioso?
Itsu: Mucho
Samu: Yo también
Itsu: No creo que pueda dormir está noche
Samu: Yo tampoco, pensaré en ti
Itsu: Entonces, buenas noches
Samu: Buenas noches
Aunque lea un millón de veces la conversación, ya no es una gran sorpresa, mañana es el gran día. Quedan menos de 7 horas para conocer a la persona que más quiero en este mundo… No sé si deba sentir eso…
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Al siguiente día…
– Lo siento Takano… hoy tengo algo que hacer, será la próxima vez- Dijo el peli-plata.
– No te preocupes, igual tengo algunas cosas que atender– Respondió el azabache
– Hum… Entonces nos vemos mañana – Dijo despidiéndose con la mano
– Sí, nos vemos – Imitó la acción de su amigo y guardo rápidamente las cosas en su mochila. Salió de la escuela dirección a su casa.
Yo también tengo que hacer algo…
Continuará…