Ni siquiera yo sabía lo que pasaba por mi cabeza en estos precisos momentos, me sentía presionado, seguía analizando todo mientras conducía a toda prisa. Vaya suerte tenía al poder seguir conduciendo sin accidentarme a pesar de que mi vista se estaba volviendo nublada y continuaba pisando el acelerador sin ninguna preocupación de por medio.
Minutos después le di un pisotón al freno para que el auto se detuviera con una fuerza impresionante, ni siquiera lo dejé aparcado correctamente cuando ya estaba bajando y dirigiéndome a la puerta de la casa de Uruha donde me topé con Reita sentado en la alfombra de la entrada con la cara escondida entre las rodillas
-Reita… ¿Qué pasó?
Dije agachándome y tomando a mi amigo de los hombros. Reita no respondió, sólo sollozaba una y otra vez, imposible de controlarse a él mismo
-¡Dímelo!
Dije una vez más con tono desesperado sacudiendo a mi amigo bruscamente
-U…Uruha…
Apenas pronunció con un hilo de voz, mis ojos se abrieron fugazmente al escucharlo y me adentré a la casa de nuestro guitarrista.
Me quedé en shock al ver como en el interior de la casa se encontraban todos los muebles desacomodados, fotografías y floreros permanecían hechos añicos en el suelo además que en las paredes había profundos rasguños, como si a alguien le hubiera dado un ataque de ira en aquel lugar. Salí de ahí más preocupado que antes, miraba al cielo buscando respuestas que por supuesto no obtendría, sabía que la prioridad era encontrar a Uruha pero ¿Por dónde comenzaríamos a buscar? Mis puños se cerraron con fuerza a mis costados sintiendo la impotencia creciendo en mi interior
-Vámonos
Le ordené a Reita el cual se levantó y me siguió en silencio hasta que llegué a la puerta de mi auto
-Iremos a buscar a Uruha
Dije con tono firme, Reita asintió limpiando sus lágrimas sin sentido
-Estaré justo detrás de ti
Esbozó una ligera sonrisa que más bien pareció una mueca al decir aquellas palabras
Ambos subimos a nuestros autos y los encendimos para ponernos en marcha. Tal vez antes había perdido a un amigo pero ahora por nada del mundo perdería al amor de la vida, estaba consciente de que había cometido muchos errores con Uruha por eso no podía permitir que renunciara a su vida, no sin que antes fuera parte de la mía.
Pasaba varias calles y avenidas sin saber con exactitud a donde me dirigía, sabía que Reita continuaba detrás de mí, podía verlo a través del retrovisor; de pronto un letrero se cruzó en mi vista, era la desviación que debía tomar para dirigirme a Shiba, casi inconscientemente giré el volante de forma repentina para tomar dicha desviación, de pronto distinguí una figura a lado de la carretera, exactamente en el lugar…donde…habíamos perdido a Aoi
-Te encontré…
Dije con lágrimas en los ojos al estar casi seguro que aquella figura se trataba de Uruha, de pronto posó los ojos en mi auto y yo miré por el retrovisor para ver si Reita se había percatado de que lo habíamos encontrado pero lo único que pude ver fue el auto de Reita parado metros detrás del mío, después volteé al frente para ver a Uruha parado en la orilla de la carretera con la cara completamente aterrada ¿qué le pasaba? ¿Por qué me miraba así? ¿Por qué Reita no me siguió el paso por aquella carretera?
Todo se volvió negro al preguntarme eso, claro, la respuesta era obvia…Yo iba en sentido contrario por aquella carretera.
No podía estar dormido, de eso estaba seguro, ¿Muerto? No, no podía estar muerto, al menos no ahora que había encontrado a Uruha, al pensar en él mi mente reprodujo su cara que me parecía inalcanzable; quería gritarle pero no me salía la voz, quería correr hacia él pero mi cuerpo no me respondía, no podía ver, ni sentir mi respiración, ni siquiera escuchar mis propios latidos…
¿Dónde estoy?