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Errores y mentiras por ScarletShadow

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Aún era pronto, y tenía tiempo de sobra. Pero me coloqué la armadura limpia y reluciente como era costumbre y me puse en camino a las estancias del Patriarca. Curiosamente los Caballeros de las casas siguientes a la mía no se encontraban en ellas. Era extraño, la mayoría no solían ser muy puntuales. Terminé el largo sendero de escaleras que subían hasta el templo de Shion y me adentré con mi acostumbrado paso firme y seguridad natural.
El Patriarca se encontraba sentado en su trono, y algunos caballeros murmuraban conversaciones entre ellos, riendo abiertamente. Me sentí un poco raro, y mientras me acercaba unas ganas imperiosas de darme la vuelta y salir corriendo se apoderaron de mis piernas.
Aioros, que charlaba animadamente con un escandaloso Shura, al darse cuenta de mi presencia me hizo un gesto con la mano para que me acercara.
Saludé con una protocolaria reverencia a Shion y saludando de pasada a Camus y Afrodita me acerqué a donde estaban mis dos compañeros. Shura me puso la mano en el hombro y me sonrió.
-Hombre, tu puntualidad, como siempre, no tiene reproche. ¿Dónde has estado todo el día? Te hemos estado esperando para practicar algunas técnicas, ¿recuerdas?.
-Prometiste que hoy te pasarías por mi casa- prosiguió Aioros con amigable reproche y dándome un golpecito en el costado.
Cayendo por sorpresa en la cuenta de que efectivamente se me había olvidado no pude más que disculparme antes mis dos vecinos. Noté que Camus me miraba desde el otro lado, mientras el Patriarca le contaba alguna cosa sin percatarse de que no le escuchaba. Cualquier otro diría que ese gesto frío e inmutable era el común en el Caballero de Acuario. Pero yo sabía que no era así, tras esos ojos turquesas y helados se escondía una preocupación de amigo que solo yo supe notar. Le sonreí mientras los dorados de Sagitario y Capricornio reían recordando alguna vieja anécdota. Pero, era extraño, Camus no dejaba de mirarme, ni siquiera movió un ápice de su rostro. Simplemente me traspasaba con su gélida mirada, como intentando descubrir lo que me sucedía por sus propios medios. Me incomodó, cuando el maestro de Siberia se ponía serio, y la preocupación se adueñaba de él, se convertía en un perseguidor incansable. Y supe que no pararía hasta llegar a una conclusión segura.
Me puse nervioso, pero nadie más lo notó, y volví mi atención a mis compañeros cuando un saludo efusivo me trajo de nuevo a la realidad.
-Pero si están aquí mis amigos Aioros, el Castañuela, y mi bien amado cangrejo con cola!!!.
DeathMask, que en ese momento entraba acompañado por el resto se quejó con el ultimo comentario.
-¡Saga!- dijeron mis compañeros al unísono.
Este se encontraba colgado de mi cuello, rodeándome con el brazo, y me pegaba pequeños amagos de puñetazo en el estómago.
-¿Qué pasa Milo? Ya ni saludas, maleducado- rió entre dientes.
-Hola Saga- fingí con naturalidad.- ¿Como está tu hermano?.
-¿Ese?- y estalló en una carcajada- Está en el templo, haciendo pucheros.
-Eres malo Saga- rió Shura-
-¡Eh! El enano debe aprender de normas- dijo solemne- Si no hay armadura, no hay reunión dorada.
-¿Entonces porqué no dejas que venga en tu lugar un día?- dije sarcástico frotándole la mano en la cabeza y revolviéndole en pelo, sabía cuanto le fastidiaba.
-Sencillamente porque Kanon no tiene ningún derecho de estar aquí mientras su hermano sea el Caballero de Géminis.
Se me revolvió el estómago al escuchar aquella voz, y me costó disimular una mueca de asco. Pero Saga no se dio cuenta, solo se giró y abrazó con dulzura al dorado de Virgo. Ahora sí que me encontraba incómodo. Shura y Aioros compartieron miradas, atentos a la escena, y quedaron serios un momento. Ellos sí se habían dado cuenta de lo que ocurría conmigo.
Los doce caballeros ya se encontraban reunidos en torno al Patriarca, saludándose y bromeando entre ellos. Yo los escuchaba como un murmullo lejano, como si mi cuerpo no estuviese realmente ahí. Mientras veía como Saga se deshacía en halagos y carantoñas con su pareja, y esta me dedicaba alguna mirada furtiva de
victoria.
Era más que evidente que no le había dicho nada. Volvió a mí esa sensación de suciedad, y temí, como si pensase que los demás la notarían y se apartarían de mí. Y Saga con ellos.
-Milo... ey, ¡Milo!- Una mano me zarandeaba.- ¿Ocurre algo? ¡Milo!.
Volví en mí con la ultima sacudida y como despertándome de un trance miré a Saga.
-¿Sí?, dime- balbuceé aun confuso.
-¿Te ocurre algo?- se acercó a mí y me miró directamente, frunciendo el ceño preocupado- Hoy estás muy raro, no eres natural...
-Como el yoghurt- rió a mi espalda Shura, interrumpido a mitad de carcajada por el codo de Aioros clavándose en sus costillas y mirándole con desaprobación.
Shaka sonreía, mirándome por encima del hombro del geminiano, retándome en silencio. Cuanta rabia sentí en aquel momento!!!. Pero en vez de abalanzarme sobre Virgo y matarle a golpes solo sonreí a mi viejo amigo y negué con la cabeza.
-Solo estoy cansado, mañana me encontraré mucho mejor.
Debió sonar convincente, porque al instante volvió a erguirse y poniéndome las manos sobre los hombros soltó: - No sabes mentir- y rió abiertamente.
Mi sangre se heló, y un miedo comenzó a devorarme las entrañas. Sentí frío, mucho frío... Quise decir algo, contestarle, pero de mi boca no salía nada. Shaka rió por lo bajo, pero ninguno se dio cuenta.
-Escorpión- volvió a decir Saga- ¿estás peor de lo que imaginaba? Ves como me mientes... - rió.
Una intervención más que oportuna por parte de Camus distrajo la atención de todos.
-Saga- canturreó con ese acento francés tan característico- mon ami, eres despreciable- sonrió- ni siquiera te has acordado de saludarme... ¿acaso quieres que te convierta en estatua de decoración? Quedarías bien en mi salón, cerca del de Shaka, que tampoco me ha saludado- y miraba hacia un punto muerto en el techo, como imaginándoselo.
El dorado de Virgo se adelantó y estrechó amistosamente la mano de Camus, se sonrieron para luego dejar espacio a un apretado abrazo por parte de Saga.
-Saga... - balbuceó en busca de aire- me... ahogas... hombre.
En verdad estaba muy cambiado, Saga había cambiado mucho desde que pocos meses atrás decidió declararse a su amor secreto y comenzaron a salir. Ahora estaba más... cariñosos, efusivo... alegre. Y eso me entristecía aun más, el pensar que todo era una farsa, y que algún día se vendría todo abajo mientras tendría que ver a uno de mis mejores amigos se hundía. Saga era fuerte, pero respecto al corazón... era demasiado sentimental, y se torturaba con cualquier cosa. ¡Y pensar que yo había destruido tanta paz y felicidad por una noche de placer!. Nos esperaban momentos duros en adelante.
Camus regresó su atención a mi (si es que en algún momento me la había quitado) y clavó una vez más su mirada, casi podría oír su pensamiento diciéndome: “¿qué demonios haces?”.
Entonces retumbó la voz del Patriarca atrayendo nuestra atención, todos nos giramos casi en sincronización y nos colocamos por orden haciendo medio circulo frente a él. Me coloqué la capa para que no me molestase y pude notar varias miradas sobre mí. Hice como que no me importaba, ni siquiera las presté atención.

La reunión transcurrió sin mucha novedad, el Patriarca nos informó de que Saori debía hacer un viaje de negocios en Europa y tres de los dorados la acompañarían, por seguridad. Shion decidió que serían Dohko de Libra, Aioria de Leo y un Aldebarán de Tauro refunfuñando de la pereza. Ya que el Sumo Sacerdote no podía abandonar su lugar en el Santuario.
Me despedí con un “hasta mañana” general y me marché sin siquiera esperar respuesta. No veía el momento de reposar en la soledad de mi templo. Se escuchó a mis espaldas un murmullo general y Camus meneaba la cabeza de un lado a otro con los brazos cruzados y sumergido en sus propios pensamientos.
-¿Sabes qué le ocurre?- se acercó Saga preocupado al francés.
-Ojalá lo supiera... - suspiró largamente mientras miraba a la puerta por la que ya me había marchado- pero ni siquiera me deja acercarme mucho a él.
Saga torció el gesto en una mueca de incredulidad.
-¿Estará preocupado por algo?- dijo tras un silencio- Normalmente es dicharachero y presuntuoso, y hoy parece como si estuviera ido...
-Será que está enamorado... - bromeó Shura acercándose y recibiendo de paso otro codazo de Aioros.- ¡AUCH! ¡¡AIOROS!!
Se hizo de nuevo el silencio, y Camus y Saga compartieron algunas miradas de preguntas sin respuesta.



Nota de ScarletShadow: Qué ¿sigo? jejejej.

Besos escarlatas!!! :D

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