La boda había sido el acontecimiento más importante y lujoso que se había visto en mucho tiempo. La muy embarazada Amora lucía hermosa y orgullosa al lado de Odinson, quien aceptó vestir solo para la ocasión, un traje de seda negro, muy pero muy alejado de su armadura, de la que ya no quedaba ni un recuerdo.
Pero eso no importaba de momento, Los Diez reinos, porque ahora se incluía el recién conquistado Haven, manifestaban su alegría por el enlace del heredero de la ciudad dorada y sus representantes llegaron portando valiosos y extravagantes regalos para halagar a la recién bendecida pareja.
El día de la ceremonia finalizaba con el enorme banquete y la fiesta interminable, que seguramente se prolongaría por una semana o tal vez dos, según la euforia de los invitados.
Angela de Asgard, finalmente llegada a la familia real, procuraba pasar desapercibida para la multitud. Odiaba la atención que se le prestaba, su naturaleza guerrera chocaba enormemente con aquellas despilfarradas celebraciones. Le parecía de mal gusto tanto lujo y derroche por motivo tan superficial. Así que tan pronto sus padres le dieron un respiro, se alejó buscando la sombra entre las gigantescas columnas del adornado salón principal.
Llamó su atención una esbelta y melancólica figura, que buscaba la soledad como ella. Al acercarse un poco, descubrió que se trataba de su hermano Loki... De los dos hijos de Odín, era quien mejor impresión le había dado, pues con Thor solo tuvo un choque violento y con Loki, midió su astucia frente a frente con la reina de los ángeles (*Original Sin, El Décimo Reino) y quedó admirada del don de su hermano para poder ser también su hermana. Por esta dualidad de convertirse en un ser femenino, Ángela esperaba llevarse bien con el pelinegro.
-¿Qué ha sucedido para que estés triste, hermano?- le dijo, cuando pudo ver el armonioso rostro de Loki cruzado por enormes lágrimas que resbalaban dejando brillantes sendas en sus mejillas- ¿No es este un evento dichoso? ¿Por qué lloras?
-Ángela...- murmuró el menor, limpiándose con el dorso de su mano- Sin duda es un evento dichoso, importante para todos los reinos y para Asgard.
-Pero tú no pareces contento.
-No...- respondió Loki, volviendo sus magníficos ojos verdes hacia la pareja que presidía el banquete nupcial- Tengo motivos para no celebrar, sin embargo, no seré una compañía triste para mi recién llegada hermanita.
-Todos pueden verte, ven conmigo...- dijo la joven, desapareciendo las enormes y blancas alas de su espalda para parecer una joven Aesir y tomando de la mano al otro, caminando con él fuera del salón- Quizá el aire de la noche calme tu inquietud. No sería agradable que los invitados murmuren si te ven sufriendo por la que ahora es la esposa de tu hermano mayor y la futura reina de Asgard...
Loki sonrió. Evidentemente su hermana desconocía muchos detalles de su vida.
-Tienes razón... Prometí ser fuerte y debo cumplirlo. Vamos a regresar al banquete, comeremos y beberemos en honor al heredero de Asgard, su esposa y su futuro bebé.
-Prefiero quedarme aquí... No lo tomes a mal, Loki, pero tu familia me pone nerviosa... Odín es demasiado entusiasta conmigo y yo, en realidad no siento nada por ninguno.
-Pocos sienten alguna cosa buena por Odín- sonrió el ojiverde, divertido a su pesar con las palabras de Ángela- Y entiendo que prefieras alejarte, eso hago yo muy seguido. Me parece que eres de mi lado de la familia...
-¿Pero que no se supone que eres adoptado?
La tristeza de Loki se alejó un poco mientras hablaba con su hermana. Era la primera vez que ambos charlaban a solas y por lo visto, tenían puntos en común que despertaron la simpatía mutua.
Adentro la celebración continuaba, afuera, las estrellas iluminaron la noche esplendorosa de la boda de Odinson, Asgard resplandecía y Loki se concentró en recuperar la calma. Pero solo lo lograba por breves minutos, gracias a la plática de Ángela, y apenas hacían una pausa, las lágrimas regresaban a sus ojos.
-Lo siento...- se disculpó- Creo que no soy el mejor acompañante esta noche...
-¿Tanto la amas? -Loki asintió, en verdad que su corazón sentía mucho amor, pero no de la manera que Ángela creía. Lo animó a sacar todo el sentimiento, era bueno llorar, le decía- En Haven, mis hermanas ángeles creían que yo nunca lloraba, pero lo cierto es que me escondía para hacerlo cuando no soportaba más. Siempre aparentaba ser una dura guerrera, pero algo me faltaba, algo que aún sigo buscando y que me hacía llorar así como tú en este momento.
-No le digas a nadie que me viste así... especialmente a Odinson... Que él no sepa que he llorado esta noche...
Tal vez Ángela podía jurárselo, que no diría nada a nadie, pero Loki pronunció esas palabras justo cuando el rubio hizo su aparición. Con el rostro también mostrando más tristeza y preocupación que alegría, vió al pelinegro y lanzó una exclamación de dolor.
-Demasiado tarde, mi querido...- murmuró el rubio, acercándose para colocarse frente a él, se puso en cuclillas para verlo de frente y secó aquellas saladas gotas del rostro que adoraba- Odio verte así... el corazón me decía que no lo ibas a soportar...
-Pero es solo temporal ¿No es así? El plan es que tu hijo nazca y sea reconocido legalmente... No puede nacer el futuro heredero fuera de un matrimonio legal, la ley impediría que se coronara...
Ángela los miraba con asombro, no era difícil comprender lo que sucedía, pero definitivamente no envidiaba la difícil situación de sus hermanos.
-Cuando el handfasting termine, podré solicitar mi divorcio... para entonces, mi hijo o hija, pertenecerá legalmente a la casa real de Asgard, y Amora no lo podrá reclamar. Es la única excepción que hacen las costumbres para los padres... y no para las madres.
-Entonces no tengo motivo alguno para seguir triste- dijo Loki, animándose y colocando su mano fina en el rostro barbado de Odinson- Para que tú vuelvas a ser solo mío, solo deben pasar los seis meses mínimos que el handfasting pide de matrimonio...
-Si... pero no serán seis meses...
-¿Será un año? Que mal negociante es tu casamentero, cariño... Pero puedo esperar un año entero, ese tiempo es un suspiro cuando estoy dispuesto a regalarte mi eternidad...
Odinson bajó la mirada... evidentemente no compartía el entusiasmo del joven.
-¿Y podrás esperar cinco años?- preguntó, con un tono de pena inmensa en la voz.
-¡Cinco años! ¡Por todo lo sagrado! ¿Por qué cinco años?- exclamó Loki, poniéndose de pié y caminado de un lado al otro, haciendo aspavientos con sus manos.
-Es la edad en la que un heredero puede ser nombrado y que la madre pierda definitivamente los derechos sobre él al ser solicitado el divorcio.
-¡Pero cinco años! ¿Qué voy a hacer sin ti cinco años? ¿Qué dolor tendría que soportar a diario viéndote convivir con una mujer y viendo crecer a tu hijo? ¿No crees que es demasiado? Mucho sacrificio para cualquier corazón...
Odinson lo abrazó con fuerza, intentando calmar la angustia y el dolor que con mucha razón llenaban el alma del menor.
-Yo solo sé que te amo... Y que te pido una vez más... toda tu comprensión.
Loki besó al rubio, sellando su incondicional entrega, su apoyo, su intención de cambiar el futuro sombrío que su yo viejo había vaticinado. ¿No sería feliz? ¡Pues lo sería! ¿No estaría al lado de su amado hermano? También se equivocaba, era una situación difícil, pero demostraría su paciencia y su amor esperándolo el tiempo necesario para que el matrimonio terminara, el hijo de Odinson naciera y fuera presentado y él, por fin, tomara el lugar que merecía al lado de su compañero, de su esposo...
Porque lo era. Era su esposo. Se habían casado en su encarnación anterior y aunque Tony Stark había demostrado que dicho enlace ya no tenía validez, Loki se empeñaba en hacerlo valedero.
Ángela abrió los ojos y la boca llena de sorpresa al verlos darse un beso en los labios, una caricia llena de amor, fuerte y antiguo como los siglos. Sintió algo de antipatía por el mayor, consideraba que sacaba ventaja estando casado y obligando a Loki a continuar a su lado y sintió pena por el menor, que se relegaba a sí mismo a la oscuridad tan solo para probar que era digno aquel amor.
***
Cinco años. No era una gran cantidad de tiempo para un Dios, pero sí para un enamorado. Y Loki tuvo que asimilar su desventajosa situación y acostumbrarse a ver a los esposos presentarse juntos en cada reunión, celebración familiar o simplemente, a toparse con Amora y su esplendoroso embarazo por los pasillos y jardines.
Tuvo que acostumbrarse también a las muy frecuentes discusiones entre Odinson y su mujer. Era fácilmente observable que no era precisamente la armonía lo que la pareja vivía. Frente a los sirvientes, frente a los Reyes Freyja y Odín, frente a los invitados en ocasiones, Amora hacía desplantes y se marchaba con el rostro congestionado de ira, dejando a su marido abochornado y excusándola, que si eran los cambios de humor por el embarazo, que si estaba preocupada por el inminente parto, que si extrañaba a su familia... excusas que nadie creía, pero que eran oficialmente aceptadas porque la amenazadora hacha Jarnbjörn respaldaban las palabras de su dueño.
Loki no se escapaba de aquellos estallidos de la princesa consorte, con más frecuencia de que quisiera o esperaba, Amora terminaba dirigiendo su odio hacia el pelinegro, lo acusaba de mentiroso, de intrigante, de aconsejar mal a su hermano de manera que ella tenía desventajas dentro del matrimonio... todo eso frente a los demás. A solas, sabía que el amor entre su esposo y su cuñado solo permanecía en receso y ella era la pieza discordante, el engrane que se barría por haber interrumpido su felicidad. No le reclamaba abiertamente, para no dar el menor pié a que su secreto se hiciera público, aunque la mitad de Asgard sospechaba o sabía que aquella era una relación de tres y que ciertamente, tenía mucho que perder si el enojo la invadía.
-Quiero todo este jardín decorado y dispuesto para recibir a mis amigas después de las cinco y no quiero ningún indeseable estorbo a la vista.
Loki escuchó perfectamente las indicaciones que la hechicera hacía a sus servidores, por supuesto, lo de indeseable lo decía por él. Crispó los dedos sujetando con más fuerza el libro que revisaba en la biblioteca, con el amplio ventanal abierto para disfrutar de la luz natural y el agradable jardín. Diariamente contenía su enojo dos o tres veces, las mismas oportunidades que Amora tenía para insultarlo indirectamente.
Se estaba cansando.
-Engla, mi querida nana- dijo Loki a la dama que lo servía y que era, por supuesto, la misma mujer que de pequeños había cuidado con amor y esmero a los dos hijos de Odín, por la que ambos sentían un cariño verdadero- ¿Quieres hacerme el favor de cerrar la ventana? Una urraca grosera y vulgar ha herido mis oídos con su miserable graznido, no soporto tampoco su miserable aroma.
La madura dama obedeció de inmediato, mientras Loki le dirigía a Amora una mirada de burla plena y la esposa del rubio se ponía roja de rabia.
Pero una vez con la biblioteca oscurecida, Loki perdió el interés en su lectura, dio las gracias a Engla por acompañarlo, terminó su taza de té y le dijo que se retiraría a sus habitaciones, que no quería por ningún motivo estar presente cuando la fiesta de su cuñada comenzara.
-Será una fiesta de bienvenida de bebés- dijo Engla, sin medir mucho sus palabras- El primer hijo del Príncipe heredero nacerá muy pronto, y todos los oráculos anuncian que será un varón saludable.
-Oh, si... ya recuerdo- dijo Loki, disimulando- También yo tengo algo para obsequiarle al bebé, pero no creo que la zorra que tiene por madre lo acepte de mis manos, quizá se lo entregarás a nombre tuyo, sin que sepa que proviene de mi.
-Ve y descansa, mi niño Loki, te llevaré la cena a las siete y si quieres, me entregarás el obsequio y yo lo llevaré a la mesa en forma anónima.
El joven salió entonces y subió la enorme escalinata hasta el tercer nivel del palacio. Ahí se encontraban sus habitaciones privadas, lo bastante alejadas del bullicio que significaría la famosa fiesta.
-Ven, mi amor...- exclamó en tono sofocado una voz varonil a sus espaldas, y Loki se sintió halado por un brazo poderoso desde la mitad del pasillo hasta uno de los rincones entre las columnas gigantes, un espacio donde apenas cabían los dos, pero con la suficiente escondida ubicación para que nadie los encontrara.
De pronto el menor se encontró enlazado por el abrazo de Odinson, y sin tiempo que perder, el rubio buscó sus labios para sellarlos con los propios, mientras las manos recorrían ansiosas la espalda que se arqueaba y se estremecía con su contacto.
-Estás loco, cariño... los guardias nos pueden sorprender...- murmuró Loki, llevando sus manos a la barba rubia para acariciarla con ternura, correspondiendo a los besos y pegando su cuerpo esbelto al cuerpo fuerte y cálido que se lo estaba requiriendo.
-Es espantoso tener que verte así... como si fuéramos unos criminales al margen de la ley... tenerte solo unos segundos, no poder dormir a tu lado...
-Es solo temporal... temporal...- repetía el ojiverde, más por convencerse él mismo que por convencer al otro- No expongas tu tranquilidad ahora... tenemos tiempo, mi hermoso amor, tenemos la eternidad para nosotros...
-Loki, Loki... Mi niño, mi amado, mi vida entera... Te necesito, me haces falta... Las noches son una tortura larga y obscena obligado a yacer junto a una que sabe que no la amo, que sabe que solo me une a ella el hijo que espera... Amora sabe que mi corazón te pertenece...
-Y por eso ella me odia...- sonrió Loki, echando los brazos al cuello del mayor- Me sacaría los ojos con las uñas si pudiera, pero estoy seguro que también sabe que yo le sacaría antes el corazón y que solo me contengo por ti, por tu amor, por el bebé que nacerá...
Odinson volvió a besarlo, bajando sus manos hasta las redondas y firmes nalgas y abarcándolas, justo para empujar su pelvis y estar en el contacto más íntimo que pudiera, aún por encima de las ropas de ambos.
-Dame una noche, Loki... tan solo un par de horas o me voy a morir de soledad.
-Hay que ser prudentes, amado y loco mío... Vendrá nuestro tiempo, lo sé... me esfuerzo para que nuestro futuro sea brillante, juntos... me esfuerzo en verdad...
***
El día llegó, tras varias horas de trabajo de parto, los sanadores anunciaron el nacimiento de un varón, fuerte, saludable y de rubios cabellos, como su padre. Odinson entró al cuarto de sanación para encontrarse con una Amora cansada, pero feliz, recostada ya en una amplia y cómoda cama donde reposaría después del esfuerzo de tener a su hijo, y Freyja contemplaba con su altivo y distinguido porte, a las nanas y nodrizas que terminaban de preparar al recién nacido para ser presentado a su progenitor.
El bebé era realmente una maravilla, de piel sonrosada, de rubios cabellos, de ojos portentosamente azules... digno sin duda de su padre, orgullo de Asgard, futuro heredero de una dinastía divina, de estirpe noble y distinguida, de sangre poderosa y guerrera. Odinson le dio el nombre de Magni, que significa “Fuerte” porque desde el primer instante quedó prendado de los vigorosos movimientos de su vástago, de lo fuerte de su llanto y de la forma en que le miró, con aquellos profundos, desafiantes y hermosos zafiros tan parecidos a los propios.
-Es perfecto... gracias, querida esposa- murmuró a Amora, entregándole al bebé para que la madre también lo conociera y le ofreciera alimento. Besó ligeramente la frente de la mujer y se despidió, para salir en busca de aire fresco.
Amora se quedó sin palabras ante la actitud cariñosa y agradecida del Dios.
Odinson recorrió sin dudarlo, la distancia que separaba el cuarto de la recién parida de las habitaciones reales. Tenía un objetivo en mente, un solo pensamiento y a él se dirigía.
-Magni ha nacido- dijo Loki, recibiendo a su amante dentro de su propia alcoba, vestido con una larga y vaporosa túnica de color verde musgo, bebiendo una copa de vino tinto- Ahora tienes un heredero, cariño, un varón que crecerá en salud y en gracia, digno de ser llamado Príncipe, digno de ser llamado hijo de Thor…
-Es hermoso sabes... y es perfecto... Pero en medio de esta alegría solo he soñado compartir contigo mi felicidad. Esta noche, Amora descansará en el cuarto de sanación y nada, ¿Me escuchas? Nada me impedirá venir y adorar al verdadero y único dueño de mi amor...
***
La túnica resbaló sin trabas hasta el suelo, dejando al desnudo la blanca piel de su poseedor. Odinson exclamó maravillado... ¡Cuánto había extrañado sentir la seda preciosa, el aroma de maderas y juventud de Loki! Lo contempló con veneración, para enseguida caer de rodillas frente a él y besar su vientre suavemente.
-Gracias, mi amor... gracias por todo lo que me entregas...- le dijo, reclinando su rubia cabeza, mientras el joven acariciaba la solar melena con ternura.
-Ojalá estés espiando, viejo...- murmuró Loki, satisfecho- Ojalá estés atestiguando que el destino está en mis manos, en mi presente... y no en tu pasado... Mira a Odinson, mira a Thor... su amor es mío, su voluntad me pertenece... no hay forma de que esto cambie... jamás...
-¿Qué dices, pequeño mío? No te entendí...
-Decía... que podemos darnos tiempo para sentir ternura a la distancia, acariciarnos con la mirada y con los gestos... Pero esta es la única noche que tenemos para estar los dos juntos, tocarnos, amarnos... ¿Quieres, por favor, aprovecharla y hacerme tuyo?
Odinson sonrió, apretando las nalgas suaves que tenía al alcance y pasando después a apoderarse del miembro que reclamaba atención. Loki tenía razón, no tenían tiempo para perder... de manera que su boca se precipitó a besar y lamer el área del escroto, la línea perineal, provocando los primeros gemidos y cosquilleos de placer, provocando dulces espasmos en la virilidad de su amante, para estimularla y hacerla crecer.
-Tú no eres más mío de lo que yo soy tuyo...- dijo, comenzando a succionar con fuerza.
Loki se dejó que le dieran placer, que aquella noche fuera por entero el centro de la atención, esa noche él no trabajó para nada, solamente relajó sus músculos y entregó su piel, su corazón, cada gota de su sangre galopando por sus venas.
El tiempo pasado en abstinencia hizo que el frenesí amoroso subiera de inmediato, que el calor se apoderara de los dos y que las caricias prudentes bien pronto perdieran cordura y se volvieran feroces.
Odinson dejó el miembro de Loki erguido en todo lo alto, se levantó y lo tomó en los brazos para llevarlo hasta la cama, donde no perdió el tiempo en devorarle la piel, desde el cuello, los hombros, el pecho y el abdomen, dejando marcadas las huellas de sus besos, de sus mordidas y brillantes rastros de saliva a todo lo largo y ancho de aquel cuerpo generoso que se entregaba a su amor; pasó entonces directamente a su centro bajo... la sangre le hervía, el deseo lo llenaba... estaba harto de Amora, harto de las apariencias y odiaba sus noches en soledad... Loki era su presente, y estaba ansioso por poseerle.
La lengua hizo la primera parte del trabajo, durante algunos minutos en los que tuvo que llamar a su joven amor al silencio, porque Loki estaba gritando con el volumen demasiado alto. Se rieron a carcajadas pensando que fueran descubiertos solamente por creer que al segundo Príncipe de Asgard le sucedía algo violento dentro de sus habitaciones y no un llano ataque de sexo y amor.
-Ábrete mi amor, abre tu senda para mí- rogó el rubio, atacando la entrada sonrosada ahora con sus dedos y volviendo a los labios anhelantes y el rostro ruborizado de Loki- recíbeme, recíbeme alma mía...
Loki se tapó la boca en la primera penetración, le costaba algo de trabajo acostumbrarse al tamaño y a la fuerza de su amante, se quedó quieto, los dos lo hicieron hasta que la molestia cedió un poco y el enorme arma del mayor pudo deslizarse dentro hasta el tope.
-Creo que has crecido...- le dijo, subiendo sus largas piernas a la espalda musculosa, para acomodarse mejor a lo que venía.
-Tonterías... yo soy el bruto que nunca recuerda que eres muy joven otra vez y necesitas mayor ternura...
Odinson reclinó su cuerpo sobre el de Loki, apoyándose en los antebrazos y sujetando los blancos hombros para comenzar a bombear... era la gloria... era la meta anhelada...
-Dame todo, cariño... dámelo...
-Tenía hambre de ti... tenía... hambre de ti...
La noche escondió a los amantes, gruesas nubes cubrieron la luz de las lunas y estrellas del firmamento para dejar solamente el brillo tenue de una vela con aroma a sándalo. Odinson y Loki eran felices, en medio de su escondido amor, hallaban el tiempo de volverse una sola carne, un solo corazón...
En el futuro, aquel encuentro clandestino provocó que, en medio de la noche, el Rey Thor despertara ahogado en llanto y sintiera la irrefrenable necesidad de verlo... de ver a aquel que amaba con todo su corazón. Se levantó y se echó una bata de terciopelo rojo y dorado encima.
Pero no se dirigió a las mazmorras, salió hasta el jardín, luego caminó a las caballerizas y montó al primer caballo que encontró. Saliendo de inmediato a escape con rumbo al bosque de Asgard, sin esperar por sus guardias, galopó con furia hasta llegar a un claro donde se levantaba una pequeña construcción de mármol blanco.
El Rey abrió las doradas rejas con su llave, la que llevaba colgada al cuello y entró.
Era la cripta familiar... ahí reposaban los restos de Magni, su hijo de cinco años, muerto como resultado de una trágica riña entre Loki y Amora. No pudo evitar la rabia al recordar... pero se controló para enseguida, dirigirse a la tumba de su reina.
-Tengo que averiguar, Amora... Tengo que saber la verdad. Si Loki miente nuevamente al gritarme que él no asesinó a Magni... tengo que saber aunque esto signifique bajar a los fuegos eternos de Muspelheim y entrar al reino de Hel. ¡Ruega que esto no te cueste tu descanso eterno! ¡Ruega porque no me hayas engañado tú!