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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Este capi es más cortito

—¡Ese maldito! —Exclamó Minato con el teléfono en la mano. —No contesta las llamadas de Fugaku, ni siquiera ha ido a trabajar…, no tiene el coraje de dar la cara.

—Cálmate papá. —Dijo Naruto poniendo una mano en la espalda de Minato cuando este se sentó en el sofá de la sala junto a él.

—¿Cómo te pudiste revolcarte con él? —Preguntó Minato a Deidara sin pensar antes de hablar.

Deidara apretó sus labios conteniendo la rabia por la humillación, le dolió bastante el comentario de su padre. No quiso seguir en aquella habitación para seguir soportando las miradas reprobatorias que le eran inconscientemente dirigidas a cada rato.

Fue a su propio cuarto para encerrarse como estaba acostumbrado hacer desde hace algún tiempo. Revisó si había alguna llamada en su celular, pero no había nada a pesar de las infinitas llamadas y mensajes que le había dejado a Itachi.

En la noche había recibido una llamada pero esta vez era de Sasori, le había dicho que tenían que juntarse puesto que le necesitaba contar algo importante. Estaba expectante por lo que tenía que decirle, no tenía la más mínima idea pero no presentía que fuese algo bueno.

Le costó mucho que lo dejaran salir, pero al final lo logró aunque solo le dieron permiso por un rato, tiempo suficiente para escuchar lo que Sasori tendría que decir. Fue a su departamento como habían acordado y esperó a que le abriera la puerta.

—Dei. —Sasori lo saludó con un beso en los labios, sintiéndose un poco incómodo por el gesto. Tenía a Itachi tan metido en su cabeza por todo lo que había sufrido con la supuesta relación con Madara que lo que tenía con Sasori le parecía ser cada vez más incorrecto, sintiéndose sucio por ello.

—Hola. —Sonrió levemente.

—Pasa. —Le dijo Sasori. —Me he enterado de lo que paso contigo y ese Uchiha por lo del periódico.

—¿Si? —Deidara empalideció.

—Esos periodistas son unos sensacionalistas, tú no te preocupes por ellos. —Sasori acarició con delicadeza su mejilla cuando se sentaron en el sofá de la sala.

—Claro. —Su padre y Fugaku ya habían desmentidos los diarios en público a la vez que el señor Uchiha se refería a la crisis que afectaba a su Holding que ya comenzaba a ser mediático. —¿Y qué era lo que querías decirme? —Dijo para cambiar el tema, ya estaba harto del tema de la prensa y Madara.

—Bien…—Deidara noto un poco de inconformidad en el rostro de Sasori. —Lo que sucede es que hace algún tiempo me ofrecieron un trabajo en Francia como artista, se suponía que sería dentro de más tiempo pero me llamaron para comunicarme que tendría que irme dentro de tres días.

Quería reírse por la situación, por su suerte podría decirse o más bien su infortunio. Sasori era la única que persona que lo hacía olvidarse momentáneamente de la abrumadora realidad y ahora iba a desaparecer para dejarlo solo, pero así eran las cosas y tenía que enfrentarlas.

—Te extrañare mucho. —Dijo Deidara sin poder evitar soltar un sollozo y abrazándose a Sasori soltó unas cuantas lágrimas al cerrar sus ojos con fuerza mientras lo apretaba más contra sí.

—Yo también. —Sasori acarició la rubia cabellera del doncel. —Pero debes saber que cuando vuelva te llamaré para que nos juntemos.

Deidara presentía que esa era la despedida de su relación, puede que se volvieran a ver pero no tendrían lo que tenían ahora. Estuvo un rato con Sasori puesto que le habían dado poco permiso y más ahora debía cumplir, así que disfruto cada último segundo que pasaron juntos.

Le había agarrado muchísimo cariño a su maestro en todo este tiempo y le lastimaba saber que se alejaría de él, pero no podía ser egoísta para retenerlo, tenía que seguir con su vida y la gran carrera que llevaba como un reconocido artista. Por otro lado lo extrañaría en la universidad a pesar de que últimamente apenas estaba yendo.

Conduciendo camino a casa paso por el lado del parque, al mirar hacía un lado distinguió las figuras de Naruto y Sasuke sentados en una de las bancas del parque. Sin pensarlo estacionó el auto, fue camino a ellos y se sorprendieron de verlo allí.

—Sasuke, necesito hablar contigo un segundo, por favor. —Sasuke parecía no querer pero tras meditarlo accedió para dirigirse hacia un lugar más apartado junto a él.

—Ahora pude saber con quién engañabas a mi hermano. —Deidara no se sorprendió tanto por la actitud de Sasuke pero le lastimó en cierto grado, pero era natural porque Itachi era su hermano y no soportaría que nadie lo dañase. —Itachi está mal ¿Cómo pudiste?

—He tratado de hablar tanto con él, necesito que sepa verdad para que no siga sufriendo por algo que no es. —Las palabras que salían de sus labios no tomaban credibilidad en Sasuke quien lo miraba con enfado. —Sé que no me crees pero más adelante sabrás todo pero ahora de verdad necesito que le digas algo a Itachi porque está en peligro.

—¿A qué te refieres? —Le preguntó incrédulo.

—Solo dile que “Él”… —Refiriéndose a Madara. —…Sabe que lo que yo le conté, lo que le conté a Itachi. —Necesitaba que al menos supiera que Madara sabía que le había confiado el sucio secreto que guardaba, no podía confiar en que ese hombre se quedara tranquilo sabiendo eso. Itachi debía estar alerta.

—¿De qué estás hablando? —Sasuke estaba todavía más confundido.

—Solo dile esas palabras, por favor. —Suplicó. —Pero no se lo digas a nadie más, es un asunto extremadamente delicado.

—Desconfío de tus palabras pero lo haré de todos modos por si es verdad. —A pesar del trato que le dio Sasuke, Deidara le agradeció enormemente y se dirigió a casa no sin antes despedirse de Naruto quien no entendía lo que estaba haciendo allí hablando en privado con Sasuke.

Antes de volver a casa Deidara aprovecho su permiso para juntarse con Pein y entregarle la grabación. Se juntaron en otro parque de la ciudad, al pisar un pie en el vio a Pein debajo de un gran árbol con las hojas amarillas y rojizas al igual que los demás arboles por el otoño.

—Hola Pein. —Saludaba el rubio al llegar a él.

—Hola Dei. —Le respondió con una sonrisa amigable.

—Te traje un cd con la grabación. —Deidara extendió un sobre con el cd adentro.

—Que bien…¿No tienes más copias? —Le dijo recibiendo el sobre.

—No, de hecho borré la grabación de mi celular, no quiero tener el registro de su voz ahí aunque de todos modos no me lo puedo quitar de la cabeza.

—Bien. —Pein parecía estar pensativo. —A todo esto leí el periódico donde salías tú…, y bueno ya sabes ¿Cómo estás con eso?

—Es algo complejo. —Puso una mueca ante el desagradable recuerdo. —No quiero hablar de eso ahora.

—Está bien. —Le dijo comprensivo. — ¿No quieres venir conmigo a ver a Zabuza?

—No puedo, estoy apurado por llegar a casa, apenas me dieron permiso y si no llego dentro de poco me colgarán.

—Espero que puedas venir uno de estos días.

—Claro. —Dijo para complacerlo. —Adiós.

—Adiós. —Se despidió Pein y Deidara regresó a su auto para volver a casa.

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Toda la familia Namikaze se encontraba presenciando la ceremonia oficial del nombramiento de cargo de ministro al patriarca de la familia. El presidente y los demás grandes cargos se encontraban presentes en la ceremonia efectuada en el palacio de gobierno.

Era un cargo muy importante y poderoso, Deidara se encontraba orgullosísimo de su padre al igual que su madre y hermano.

Al culmine de la ceremonia Minato se acercó a sus hijos y esposa para recibir las felicitaciones de ellos. En ese momento el presidente se acercó a la alegre familia para felicitarlos.

—Tienes una hermosa familia Minato. —Comentó el presidente.

—Así es. —Dijo Minato. —Le presentó a mi esposa Kushina, mi hijo menor Naruto y mi hijo mayor Deidara. —Señalando a cada uno de los miembros.

—Un gusto. —Respondió el presidente. —Soy Harashima Senju. —Se presentó de todos modos a pesar de que ya debían de saber su nombre.

Deidara pensaba que el presidente era realmente guapo, tenía un gran porte y por lo que se veía tenía un excelente físico. Cuando se acercó a besar su mano no pudo evitar sonrojarse ante la insistente mirada del hombre que no despegaba sus ojos de él.

Otras personas se acercaron a la familia y nuevo ministro para dar sus buenos deseos. Regresaron a la mansión para preparar la cena de esta noche, invitaron al presidente, a su esposa y a su hermano.

El manto de la noche cayó y los Namikazes se encontraban esperando a sus invitados. Un aviso de uno de los sirvientes comunicó la llegada de ellos, mandaron a los sirvientes a traerlos hasta la gran sala para recibirlos ahí.

—Bienvenidos. —Dijo Minato cuando vio a sus invitados entrar. —¿Y la señora Mito? —Preguntó al no ver a la esposa de Hashirama presente.

—Me pidió que les diera sus disculpas por su ausencia pero ha tenido que atender un tema de urgencia y tuvo que viajar a otra ciudad. —Se excusó Hashirama. —Cambiando el tema, les presento a mi hermano Tobirama, aunque Minato, tú ya lo conoces.

—Un gusto conocerlos. —Tobirama saludó a la esposa e hijos de su anfitrión.

—El gusto es de nosotros. —Contestaron los tres al unísono.

Pasaron todos al comedor para disponerse a cenar. Hashirama se sentó justo enfrente de Deidara  casi sin despegar su mirada de él. Deidara solo le dedicaba a dar tímidas sonrisas cuando miraba hacia aquel hombre y este se encontraba observándolo.

 Al término de la cena todos pasaron al bello cenador del jardín trasero. Se dispusieron a tomar asiento alrededor de la mesa que adornaba el lugar, Hashirama se sentó junto a Deidara sin evitar rozar accidentalmente sus piernas o brazos. La charla siguió transcurriendo con normalidad con la noche y las brillantes estrellas como telón de fondo, y la luna iluminando el hermoso jardín que era admirado por los ojos de los presentes.

—Su jardín es una maravilla. —Comentó el presidente.

—Muchas gracias. —Contestó Minato. —Deidara acompaña al señor Hashirama a dar una vuelta por el jardín.

—¿Me acompaña, señor presidente? —Dijo Deidara con cortesía para dejar a su padre conforme a pesar de que le resultase un poco intimidante estar cerca de aquel hombre que no despegaba su mirada de él.

—Vamos. —Le respondió el hombre complacido.

Se alejaron de los demás para comenzar a caminar por los alrededores. Cuando estuvieron en un lugar más apartado, Hashirama posó con delicadeza y caballerosidad su mano sobre la espalda del doncel, inmediatamente Deidara se tensó pero luego paso a relajarse.

—¿Cuántos años tienes Deidara? —Le preguntó poniéndose frente suyo.

—Tengo 18. —Respondió con sencillez.

—Eres joven…—El presidente sonrió con galantería. —Pero ya has florecido como una bella flor.

—Gracias. —Fue lo que atinó a decir con un latente sonrojo en sus mejillas, ese señor era muy coqueto pero a la vez era muy caballeroso.

—Sabrás de las cosas buenas. —Dijo Hashirama guiñando un ojo mientras con su mano acariciaba delicadamente el antebrazo del doncel.

Después de aquella insinuación siguieron su camino hasta volver con los demás. Deidara estaba aún más intrigado por el trato que le daba ese señor, al final él se retiró junto a su hermano Tobirama entrada la madrugada después de alargadas conversaciones.

A la mañana siguiente el sonido de una llamada entrante en su teléfono lo despertó de golpe, buscó el aparato y en la pantalla se leyó el nombre de Itachi por lo que entusiasmado y esperanzado contestó el teléfono.

—¿Itachi? —Una gran sonrisa se dibujaba en su rostro añorando escuchar la voz de su amado.

—¿A qué estás jugando? —Respondió Itachi con tono apresurado. —Ya basta de tus mentiras.

—¿D-de que hablas? —Las palabras de Itachi lo herían con tanta facilidad, estaba tan esperanzado porque lo llamase, pensó que iban a arreglar sus problemas pero como ya veía no sería así…

—De lo que le dijiste a Sasuke ¡¿No te cansas de jugar conmigo?! —El grito que le profesó fue como soga amarrando con fuerza su garganta. —Te gusta revolcarte con mi tío mientras ambos me ven la cara.

—¡Basta! Es mentira. —Estaba harto de esas acusaciones que no terminaban más que por dañarlo —¡Te estoy diciendo la verdad! —Dijo con desesperación.

—No lo creo.

—Tienes que escucharme, estas en peligro y  Madara…

—¡Para con eso! —Interrumpió Itachi. —Adiós.

—¡…Itachi! —Pero él no lo escuchó ya había colgado, nunca lo escuchaba por más que le suplicara.

Se miró detenidamente en el espejo, sorprendiéndose de sí mismo. Nunca pensó en que su orgullo se viera suplantado de tal manera haciendo que rogara ante alguien o es más; sufrir por alguien de esa manera  y amar tanto que le doliera sin poder evitarlo.

Desesperado, después de horas dando vuelta por la habitación llamó unas cuantas veces a Sasuke y en la última llamada le contestó.

—¿Qué quieres Deidara? —Le habló Sasuke con una voz que denotaba fastidio.

—Por favor Sasuke, tienes que ayudarme a que Itachi me escuché, él...

—No sigas molestando a mi hermano. —Le dijo Sasuke interrumpiéndolo. —Itachi está rehaciendo su vida, ya tiene a alguien más a quien ama… Itachi te odia y ya no quiere saber más de ti, así que déjalo en paz.

Sasuke cortó su llamada y a pesar de que pudiese contestar sus palabras si siguiera estando en línea, no podía hacerlo, no podía articular ninguna palabra, estaba mudo. Todo lo que le dijo Sasuke le cayó como un balde de agua fría, aunque más bien como si se hundiera en un pozo de hielo, como si mil cuchillos atravesaran su cuerpo.

Itachi ya tenía a alguien más, eso significaba que no lo amaba y como había dicho Sasuke, él lo odiaba. Quería gritar pero no tenía fuerzas para hacerlo, se desplomó en la cama sin poder evitar sollozar contra la almohada, las lágrimas y la respiración agitada no lo dejaban tomar aire como corresponde, sintiendo que se ahoga en ello.

Se quedó allí tumbado, repasando las palabras de Sasuke una y otra vez, imaginando a Itachi maldiciendo y amando a alguien más que no era él. Ya no podía ser feliz, esa palabra ya no existía pero Itachi podía hacerlo…, pero le dolía tanto que no fuera con él, sentía tanto dolor que no podía soportarlo, le carcomía por dentro. Estaba muriendo cada vez más.

No supo cuánto tiempo estuvo así, no podía parar de pensar en todo eso y solo el sonido de la puerta abrirse abruptamente lo sacó al presente.

—¡Deidara! —Exclamó Naruto acercándose. —¿Por qué no abrías la puerta?... ¿Estabas llorando?

Deidara no contestó, pero sí miró a su hermano dedicándole una sonrisa en su rostro adornado de las lágrimas que escurrían por sus ojos.

—¿Qué te paso? —Naruto se sentó a su lado, estaba preocupado por él.

—Itachi…—Logró articular con suavidad, le dolía la garganta por cada sílaba que pronunciaba. —…No me ama

—¿Qué dices? —Naruto lo miraba confundido.

—Me odia. —Dijo con certeza, porque era su realidad, oscura pero real al fin y al cabo.

—No es verdad, él no te odia. —Le dijo para consolarlo.

—Está bien. —Dijo a pesar de que sabía que no era así, Itachi lo odiaba pero él lo amaba hasta la locura. —Yo seguiré con mi vida, estaré muy feliz. —Se reía de sí mismo, de sus palabras, sabía que no sería así.

—Me estas asustando. —Naruto se notaba preocupado por su actitud. —¿Por qué no vamos a comer abajo? Debes tener hambre.

—Claro que sí hermanito. —Besó la frente de Naruto y se levantó para arreglarse y por su puesto limpiar su cara.

Paso todo el día con ciertos pensamientos rondando por su cabeza. Cuando llegó la noche sus padres le habían dicho que tenían que salir y que tanto él como Naruto los acompañarían, pero se excusó diciéndoles que se sentía mal del estómago así que dejaron que se quedara en casa.

—Cuídense mucho. —Dijo Deidara al momento de despedirlos. —Los amo mucho. —Los abrazó evitando con dificultad derramar lágrimas.

—Tranquilo Dei, solo saldremos por un rato. —Kushina se extrañaba por la rara actitud que había tenido su hijo ahora y durante todo el día.

—Soy feliz por ustedes, y ustedes deben estar felices por mí. —Deidara tenía una extraña sonrisa en su rostro.

—Ya estás hablando raro. —Le dijo Naruto. —Te llamaré dentro de poco para ver como andas.

—Cuídate hijo, nos llamas por si pasa cualquier cosa. —Habló Minato.

—Por su puesto. —Deidara se despidió por última vez, viendo como cerraban la puerta tras ellos.

Volvió a su habitación para cambiarse de ropa y colocarse una larga bata de color blanco. Dejó una carta que le había escribido a Itachi encima de su cama y se dirigió al baño donde tenía todo preparado.

Llenó la bañera con agua tibia tal como le gustaba, y en un vaso que había traído de la cocina lo llenó de agua para poder tomar todas aquellas pastillas que acabarían con él. Con calma se tomó un montón a la primera y se dirigió a la bañera para sumergirse en el agua, y luego volvió a tomar otro montón.

Dentro de la bañera, estiró su mano hasta alcanzar su teléfono y marcó el número de la persona más odiada por él, tenía que decirle unas cuantas cosas antes de que todo acabara.

—¿Me extrañas, cariño? —Contestó Madara al otro lado de la línea.

—No sabes cuánto te odio. —Dijo. —Me has acabado, cada acción tuya terminó por matarme y espero que pronto mueras junto conmigo.

Cortó de inmediato la llamada, tenía que hacer eso a pesar de lo desagradable que él fuese la última persona con la que hablara.

Volvió a tomar otro par de pastillas por última vez, y miró sus manos, las manos que tantas veces habían sostenido las de Itachi ahora estaban vacías, tal como su corazón.

Itachi Uchiha, tú me odias…, y yo también te odio por hacerme amarte hasta morir.

Si moría todo dolor se esfumaría, ya no podía soportar el dolor que lo consumía, saber que Itachi lo odiaba y que ya tenía  alguien más terminó por ponerle fin todas sus esperanzas. Ahora lo dejaría en paz junto todos los problemas que lo embargaban y ya podría descansar…

Sus parpados se cansaban al igual que su cuerpo. Se sumergió totalmente en el agua con todos los momentos que había tenido con Itachi avivados por el recuerdo del pasado.

Notas finales:

Casi no tengo internet :( y he estado medio ocupada pero en fin aqui les tenía este capi que al principio iba a ser más largo pero al último memento me decidi por lo que le haría pasar a Deidara, lo tenía rondando pero ahora lo resolví y lo puse acá.


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