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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por sus review

Les dejo un capítulo nuevo antes de fin de año.

Llego el día sábado, día de la fiesta en que conocería a la sociedad. Desayunaron los cuatro juntos; Mikoto, Itachi, Sasuke y Deidara. Menos el señor Fugaku que se levantó temprano para ir a la empresa y volvería a la hora de almuerzo para después descansar antes de la fiesta que sería hoy en la noche.

  Itachi estaba siendo amable con él, preguntándole si deseaba tomar más té o más café o si quería comer algo más. El rubio trataba de evitar el sonrojo que le producía Itachi por su aproximación de ayer, no habían tocado el tema hasta ahora entre ellos. Sasuke le pidió disculpas por lo de ayer, culpando a Itachi de arruinar todo pero Deidara le dijo que estaba bien, que solo lo hizo para protegerlo y que había arreglado las cosas con él.

   Deidara hablo con su familia por el teléfono y después fue a la piscina con Sasuke para darse un chapuzón y entretenerse por un rato. Era un día luminoso y bien caluroso, los rayos de sol rebotaban en el agua de la piscina. Jugaron con una pelota en el agua y compitieron por quien nadaba más rápido, Sasuke gano pero por unos segundos. Siguieron así por unos momentos hasta que el doncel decidió salir del agua para tomar un poco de sol.

— ¿Te pongo bloqueador? —Sasuke había salido de la piscina junto a él.

— Bueno. — Le dijo.

    El moreno empezaba a poner bloqueador en su mano para ponerla en la espalda de Deidara que estaba boca abajo, pero de pronto fue interrumpido por su hermano mayor.

— Sasuke nuestra madre te manda a llamar. —Anuncio el mayor.

— Ya voy. — Y se fue adentro a buscar a su mamá.

— ¿Te pongo bloqueador? —Pregunto Itachi que se había quedado solo con Deidara.

— Ajá. — Le dijo.

   Itachi se acomodó a su lado y corrió el cabello de Deidara para dejar su espalda libre y untarle lentamente bloqueador. Deidara se estaba relajando y pensó que en cualquier momento podía quedarse dormido, le daba un poco de vergüenza que Itachi lo tocara pero se sentía bien. El Uchiha se encargó de esparcir bien la crema en su cuerpo, no supo cuánto rato estuvo Itachi tocando su piel, sus sentidos se relajaron y cerró sus ojos.

— Deidara…—Llamarón. —Deidara. —Este se removió abriendo sus ojos de nuevo.

— ¿Si? — Pregunto, era Sasuke quien decía su nombre —¿Y Itachi? — Pregunto al no verlo.

— Se fue cuando yo llegue. —Respondió Sasuke. Deidara se incorporó aún un poco adormilado.

— ¿Cuánto tiempo estuve aquí?

— Creo que casi media hora. —Le dijo Sasuke mientras lo ayuda a incorporarse. — A todo esto el almuerzo está casi listo.

— Iré a ponerme algo más y bajare.

    Deidara llego rápidamente al comedor después de ponerse un poco más de ropa. El señor Fugaku estaba ahí y se acercó para darle un beso en la mejilla como saludo.

— ¿Qué tal estas Deidara? — Pregunto el señor de la casa.

— Bien, gracias ¿Y usted? — Preguntó cortésmente.

— Con mucho trabajo, pero bien. — Respondió. — Hoy te presentaremos a muchas personas importantes, algunos hasta me preguntaron por ti. — Dijo cambiando el tema.

— ¿A si? — Se interesó Deidara.

— Si, conocen a tus padres y tu familia. He oído que algunos planean casar a sus hijos contigo, pero he dicho que tú eres de nosotros. —Bromeó mirando a sus hijos y después a su esposa.

   Después de la comida familiar Deidara jugo en el PS4 junto a Sasuke en la habitación de este último. Luego  fue hasta el baño para tomar un baño de burbujas para relajar su cuerpo antes de la gran fiesta.

— Deid… —Una figura apareció en la puerta del baño.  No había cerrado la puerta del baño, ya que estaba en la habitación y no pensó que nadie lo interrumpiría mientras su estaba desnudo en la bañera con la espuma tapando su desnudez. — Perdón.

— ¡Itachi! — Exclamo Deidara verificando que la espuma tapara todo lo que tenía que tapar. — ¿Por qué no tocaste?

— Golpee pero al parecer no me sentiste. Pensé que estabas con los audífonos. — Se excusó el Uchiha. — En todo caso venía a traerte el vestido que mamá me pidió que te trajera.

— Déjalo en la cama. —Dijo rápidamente para que el Uchiha saliera de ahí.

   Escucho que la puerta del cuarto se cerraba, se quedó un rato en la bañera y después salió con una bata puesta y una toalla enrollada en su cabello. Miro el vestido en su cama, había una nota encima y la leyó –Muero de ganas de verte con ese vestido. – Un sonrojo se hizo visible en sus mejillas por la nota que acababa de leer ¿Quién pudo haber sido? De seguro fue Itachi, además ¿Cuánto tiempo se quedó con él en el patio? Estuvo casi media hora según Sasuke.

   No podía pensar en esas cosas, estaba confundido pero a la vez feliz. No creía que Itachi le gustase, no se lo imaginaba de ningún modo. Guardo la nota dentro de una caja de joyas.

   Siguió la tarea de arreglarse.  Se unto crema por todo el cuerpo ya que le gustaba que su piel estuviese siempre suave, siguió con sus uñas para luego arreglar su cabello. Se peinó un poco diferente, llevo el mechón de pelo que le tapaba parte de su rostro y se colocó un broche de oro. Por lo demás dejo que su cabello cayera como una cascada de oro.

   Se puso delicadamente el vestido, era de manga corta y un amplio escote en v, desde los manga  colgaba la tela misma del vestido y se dejaba caer casi en el suelo. Era un toque muy griego y elegante. Se puso unas sandalias de blanco con cristales y al terminar de colocarlas tocaron su puerta.

— Soy yo. Te ves bellísimo cariño, el blanco contrasta perfectamente con el toque dorado por el bronceado de tu piel— Era Mikoto que ya estaba lista y venía a buscar a Deidara. — Te traje esto, lo vi el otro día y pensé que te vendría perfecto con ese vestido.

     Era un brazalete de oro muy bonito con unas ondas finas, se amoldo perfectamente a su antebrazo.

—Gracias, me gusto. —Le agradeció a la mujer.

 — Bajemos, los demás deben estar esperándonos. —Deidara la siguió y efectivamente los tres hombres vestidos de terno estaban a bajo al final de la escalera con la mirada en él. Mikoto se puso al lado de su marido y espero a que el rubio bajara el último escalón.

— Estas más que espectacular. —Fugaku fue el primero en hablar.

— Se lo agradezco. —Dijo le doncel.

— Nadie te podrá igualar Dei, te ves brillante. — Le dijo el menor de los Uchihas.

   Deidara siguió recibiendo halagos mientras se dirigían al auto.  Caminaba atrás junto a Itachi y este le hablo al oído.

—No hay belleza que se compare contigo. —Deidara esbozo una sonrisa y sus mejillas estaban teñidas de rosa. Las palabras del Uchiha eran ampliamente seductoras.

    Se subieron al auto. Fugaku iba manejando y su esposa iba de copiloto, en el asiento de atrás iban los dos hermanos y Deidara en el medio de los dos.

   Llegaron a su destino prontamente, era en una de las mansiones del sector. Mikoto le había dicho que los anfitriones era la familia Hyūga, Deidara que se sentiría un poco más ya que había hablado con él cuando fueron a la universidad sobre la fiesta que darían.

    Los señores Hyūga los estaban saludando a los invitados que ingresaban en la entrada, se veía mucha gente elegante llegar. Deidara llego junto con la familia Uchiha y los anfitriones les dieron la bienvenida.

— Deidara estás muy grande y bello. He oído mucho de ti. — Se dirigió el señor Hyūga hacia él. — Espero ver a tus padres luego.

    Entraron al interior de la fiesta, algunas personas se les acercaron y Mikoto y el señor Fugaku presentaban a Deidara, casi todos les hablaban de sus padres y que lo conocían cuando era un niño. Al rato fue con Sasuke que lo había llamado para que fueran a saludar juntos a Neji y su prima Hinata, se les unió Gaara y Sai.

    Deidara dirigió su mirada al otro lado del lugar, se topó con Itachi que estaba acompañado, el Uchiha le hacía un disimulado gesto para que se acercara.

— Deidara te quería presentar a Shisui, mi primo y mi mejor amigo. —Declaró el moreno.

—Un gusto conocerte Deidara. —Saludo Shisui.

— El gusto es mío. —Respondió el doncel.

 — Sobrinos míos. — Una desagradable presencia apareció detrás de Deidara que lo tomo por la cintura poniéndose a su lado.

— Tío Madara. — Saludaron los dos muchachos. Itachi se dio cuenta de la brusca aproximación de su tío y lo miro retándolo con la mirada y sorprendentemente para Deidara este lo soltó.

— Deidara. — Hizo que se volteara hacia él y lo miro de arriba hacia abajo. —Eres la más bella flor, que nada te marchite. — El rubio sintió una sensación sombría ante las últimas palabras del azabache mayor

    Deidara esbozó una sonrisa forzada para Madara y se excusó para marcharse de ahí. Se dirigió hacia uno de los mozos que llevaban tragos en las bandejas, saco dos copas de champagne y se las tomo de una. Atravesó toda la sala y siguió caminando hasta llegar al iluminado y ornamentado jardín, allí había más gente, algunos trataron de meterle conversación y Deidara amablemente accedió pero solo por unos momentos. Terminó yendo hasta la parte oscura donde había unos árboles de gran tamaño.

    Se apoyó contra el tronco de uno de ellos y se dedicó en meditar sobre Madara, aún no borraba los recuerdos de su niñez. Ese hombre era peligroso, era un asesino y quizá que otras cosas más era. Se preguntó si la familia Uchiha conocía la faceta oscura de él, pero lo dudaba aun así se cuestionó si Itachi podría intuir algo, fue extraño como la mirada de Itachi generó la recepción de Madara.

    Sintió unas pisadas acercarse, se dio vuelta para ver quién era el intruso que aparecía desde las sombras hasta iluminarse con la luz de la luna.

— No puede ser. —Dijo el doncel, pensó que estaba  llamando a ese sujeto con la mente. Iba a volver hasta la mansión pero Madara lo retuvo tomándolo de un brazo. —Suéltame por favor. — Le pidió rápidamente tratando de aflojar el agarre.

— No. — Sentencio duramente el azabache.  —Te he estado tratando muy bien hasta ahora.

   Deidara trato de liberarse en vano, la fuerza de ese hombre era mucho mayor y termino este lo forzó a ponerse delante ocasionando que su espalda chocara con el pecho del moreno.  Madara lo amarro por la cintura y escondió su rostro en el cuello del rubio.

 — Hueles tan bien. —Le susurro. —Estoy seguro que pronto te tendré mi hermoso.

    Deidara sentía una creciente repulsión por el hombre que lo tenía preso contra su cuerpo.  No lo aguantaba y es que todos los recuerdos que le atormentaban afloraban con la presencia del culpable.

    Madara lo dio vuelta para tenerlo de frente sin soltarlo y abrazándolo con ambos brazos alrededor de su cintura y espalda.

— Demonios Deidara de tan solo mirarte la excitación crece en mí. ¿Te acuerdas cuando eras pequeño…? —Informo antes de posar bruscamente sus labios sobre el menor. —

     Madara llevo una de sus manos al cuello del menor para que no se alejara de su rostro. Lo empujo más hacia él con rudeza y saboreo descaradamente los dulces labios del rubio. Forzó a que abriera su boca pero no lo consiguió, recibió una fuerte mordida en su labio inferior. Con furia vio cómo su labio empezó a sangrar, tomo a Deidara del cuello dispuesto a darle una bofetada por su atrevimiento.

— Maldito prost… — No acabo sus palabras, escucho una persona más que se dirigía a ellos que llamaba a Deidara. Arrancó rápidamente del lugar dejando a Deidara solo y consternado.

— ¡Itachi! — Exclamo Deidara esperando con ansias que viniera hacia él.

— ¿Deidara? — Escudriño el moreno. — ¿Qué paso? ¿Por qué estás aquí?

— Nada. —Mintió. Quería arrojarse a los brazos de aquel hombre y llorar en su pecho pero no se lo permitió. — Solo vine porque tenía curiosidad. — Dijo chocando las palabras entre sí por la rapidez.

— ¿Curiosidad? — Inquirió.

— Si, eso. —Hablo rápidamente. Itachi no le creía.

— Te estaba buscando, no te encontrábamos. — Lo tomo de la mano. — Ven conmigo.

     Itachi lo guio por todo el jardín hasta llegar a la mansión, no soltaron sus manos hasta terminar el trayecto, ambos se embriagaron con la calidez que profesaba su unión. Mikoto y Fugaku estaban ahí y le preguntaron sobre su paradero anterior, solo les respondió que había ido a dar una vuelta por el lugar y se disculpó por las molestias. Sasuke pronto llego y lo invito a conversar con los demás, accedió y fue junto a él.

     Estuvo el resto de la fiesta junto a Sasuke y sus amigos, incluso les presentaron a más personas y entablo conversación con ellos.

     La fiesta ya estaba acabando, los comensales se estaban yendo y Fugaku les anuncio que ya era hora de irse, fueron hasta el auto y se subieron a él. Estaba sentado al lado de Itachi, por la posición de las manos de ambos estas se rozaron todo el camino y por un momento antes de llegar Itachi aferro su meñique al de Deidara.

    Todos subieron prontamente a sus habitaciones. Lo primero que Deidara hizo fue ir hasta el balcón siquiera cambiarse de ropa,  vio al otro lado estaba Itachi. Se miraron el uno al otro, Itachi saco su bolsillo un papel y estiro su brazo para dárselo a Deidara que lo recibió y después vio a Itachi entrar. El rubio hizo lo mismo y se sentó en el tocador abriendo el papel que estaba escrito con una fina caligrafía.

Te anhelo en cada respiro, a ti el dueño de mi delirio con tu resplandor más fuerte que el sol y tu mirada de azúcar que enardece mi alma.

     Su corazón fue tocado con las dulces palabras de Itachi, trato de evitar a toda costa el fuego que crecía en su corazón, pero envuelto en emociones fue hasta el pasillo para tocar la puerta de Itachi que se abrió a la inmediatez. Se arrojó a sus brazos buscando desesperadamente sus labios, Itachi lo acogió y se unieron en un beso demandante de pasión, sus labios moviéndose en frenesí sobre el otro y sus lenguas danzando con deseo  desmedido dentro de la boca del otro.

     Fue un beso largo, su primer beso. Tuvieron que separarse para tomar más aire y juntar sus bocas nuevamente, esta vez con más lentitud y calma para explorar cada milímetro de ellos. Itachi lamio la comisura de los labios del doncel y se adentró lentamente dentro de su cavidad explorando y degustando. Enredo sus dedos en el sedoso cabello rubio y con otra mano lo tomaba de la cintura para tener sus cuerpos aún más aproximados. Deidara se abrazaba a la espalda del azabache, sentía sus piernas temblar y los besos húmedos hacia que delirara de goce.

     Itachi se sentó en un pequeño sofá, llevo consigo a Deidara que se sentó arriba de él con una pierna a cada lado. Continuaron besándose y acariciándose sin intercambiar ninguna palabra, solo sus sentimientos manifestados en caricias.

      Deidara no supo cuánto tiempo estuvieron así deleitándose el uno al otro. Sus ojos se encontraban explorando el interior de cada uno, Itachi llevo su mano hasta su mejilla y con un pulgar lo acaricio.

 — Itachi… Tenemos que levantarnos temprano mañana. —Hablo el rubio.

— Cierto. —Respondió.

      Los dos se levantaron, Itachi beso por última vez a Deidara y dejo que se fuera a su habitación, mañana tenían que visitar a su tío Madara.

     Deidara entro al cuarto, se tocó sus labios y su mente revivió levemente las sensaciones que le producía los besos del azabache, sus labios debían de estar hinchados de tanto rato que estuvo disfrutando del contacto de Itachi.

     Su corazón se aceleraba, no sabía exactamente qué era lo que sentía, miles de emociones se acoplaban dentro de él. ¿Era amor? No lo sabía con certeza, nunca había sentido algo así con tal intensidad, había tenido unos pocos novios pero no los quería con entusiasmo, era más bien una cosa pasajera.

     Se estaba poniendo pijamas cuando sintió su celular vibrar, era su hermano que lo llamaba.

— ¡Deidara! —Saludo animadamente Naruto al otro lado de la línea. — ¿Cómo estás?

— Muy bien — Dijo Deidara hablando es suspiros como una adolescente enamorada.

— Suenas raro ¿Te he despertado? Perdón es que se me olvido eso del cambio de horario.

— No te preocupes, estaba despierto. —Hablo el rubio con el mismo tono. — Solo estoy feliz, creo que muy feliz.

— Sí que estas raro ¿Qué bicho te pico? —Pregunto con incredulidad su hermano.

— Te lo contaré más adelante.

— No estarás enamorado. —Dijo Naruto que conocía muy bien a su hermano.

— Te contaré luego. —Volvió a remarcar.

— Ya, ya, te hablo luego que estoy de salida. Adiós.

— Adiós. — Se despidieron y cortaron el teléfono.

          El doncel se arrojó de espaldas a la cama, no le importaba que Madara lo estuviera molestando el día de mañana solo con sentir la protección de Itachi cerca suyo estaría bien.

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    Mikoto había ido a despertarlo en la mañana, al parecer se había quedado dormido así que termino de arreglarse rápidamente para ir a tomar desayuno con los demás. Llego justo a tiempo y se sentó al lado de Itachi, intercambiaron miradas de reojo y bajo la mesa el azabache tomo su mano y las entrelazaron.  Deidara se preguntó si darían a conocer sus sentimientos a la familia o Itachi no quería decir nada, aunque de todos modos era muy temprano, se removió de su asiento y soltó la mano de Itachi.

    Tomaron el desayuno tranquilamente y después fueron hasta el auto para ir a la casa de Madara que estaba en un lugar un poco más alejado. Deidara sabía que esa era el hogar tradicional de los Uchihas era realmente antigua y tenía años de historia y tradiciones. Conocía muy bien ese lugar, lo había visitado cuando era un niño y no tenía más de ocho años, ese lugar era un oscuro recuerdo del pasado.

    Itachi nuevamente tomo su mano en el auto, sonrió por la insistencia del moreno. Arribaron al lugar después de casi una hora de viaje. El sector era muy alejado, había un bosque extenso y largos arboles por el camino. Era como lo recordaba, grande, tradicional y completamente hermoso, pero el demonio vivía entre aquellas paredes.

    Unos sirvientes los recibieron en la entrada, pasaron por el bello jardín hasta la entrada principal de la vivienda. Adentro estaba Madara sosteniendo una copa de vino, les dio la bienvenida.

    Deidara se mantenía cerca de Itachi en todo momento. Madara los hizo pasar a una de las salas y allí se instalaron para conversar, hablaron sobre negocios y sobre la fiesta.

— Anoche estabas esplendido. —Madara se dirigió al doncel. — Si fuera más joven no duraría en conquistarte, yo que tú me apresuraría Itachi, Deidara debe tener muchos hombres detrás de él. —Dijo Madara con doble intención. Todos quedaron pasmados por el comentario de Madara sobre Deidara e Itachi.

    Deidara no supo que responderle e Itachi se mantuvo impasible ante los comentarios de su tío.

— Te puedes sorprender tío. — Itachi respondió confiadamente. Todos notaron la tensión del ambiente, Fugaku cambio rápidamente el tema hablando sobre un la empresa.

      Sasuke llamo a Deidara para que lo acompañase a dar una vuelta, al igual que él también parecía aburrido.

— Mi tío es tan insoportable. —Confesó Sasuke.

— ¿Te cae mal? —Inquirió el doncel.

 — Si pero hay algo más allá, es como si por dentro estuviera podrido y ocultara algo. —Iba diciendo el moreno cuando estaban cruzando un pequeño puente en el patio.

 — Me lo imagino.

— ¿Qué fue todo eso con lo de Itachi? —Pregunto. — ¿Será que hay algo entre tú y mi hermano y mi tío lo sabe?

— Tu tío no tiene idea. —Respondió nerviosamente.

— ¿Pero hay algo entre tu e Itachi? —Sasuke levanto una ceja.

— ¿Qué te hace pensar eso?

—Es algo que presiento.

— Presiente mi puño que te golpeare si sigues preguntando.

— Te delatas tú mismo. — Dijo Sasuke antes de correr, no quería los golpes de Deidara, jugaron y corrieron por todo el patio.

     Mikoto llamó a los dos para que regresaran adentro. Llegaron hasta un comedor, el almuerzo estaba servido.  Deidara entro después que Sasuke y antes de ingresar sintió que tiraron de él, se giró para reclamar cuando vio que era Itachi y posó rápidamente sus labios sobre los suyos sin que nadie los viera, fue un beso corto y fugaz. Ingresaron juntos y todos se sentaron a la mesa.

       Hubiese sido una cena agradable si Madara no estuviese ahí, pero aun así disfruto de la comida y de la compañía de la familia Uchiha sobre todo la de Itachi.  Ya eran las cuatro de la tarde cuando terminaron de almorzar.

      Itachi y Deidara se escabulleron para ir afuera. Fueron hasta la entrada del bosque, querían estar un momento a solas, se besaron como si no lo hubiesen hecho hace años. Deidara rodeo sus brazos en el cuello del moreno y este lo tomo de la cintura haciendo que sus cuerpos se pegaran mientras sus labios se movían con vehemencia contra sí.

— Me gustas tanto Deidara, tanto. —  Itachi no lo dejo de abrazar por la cintura. — Eres mi sol risueño, mi paraíso.

— También me gustas Maldito Uchiha. —Confesó Deidara divertido ante la felicidad que sentía. Itachi río y se fundieron en besos nuevamente.

— ¿Te acuerdas cuando éramos niños? — Le pregunto Itachi a Deidara que se abrazaba al cuerpo del mayor escondiendo su rostro en el pecho de él. — Tú me venias persiguiendo amenazándome con matarme algún día.

— Tú me provocabas con tu actitud altanera. — Dirigido su mirada a las profundas pupilas del azabache.

— ¿ Y te acuerdas cuando proclamamos que algún día seriamos esposos?

— Lo recuerdo perfectamente y cuando había otros niños cerca incluso tu hermano, los espantabas diciendo que era solo tuyo y que nadie me podía tocar o mirar y yo peleaba contigo diciéndote que era libre.

— Te quería proteger de este mundo. — Río con el recuerdo. —Como te quiero proteger ahora. —Itachi acaricio la cabeza de Deidara y enredo su mano en los sedosos cabellos de oro.

— Te defenderé de mi tío, lucharé todas las guerras y no me importa si me desangró en el campo de batalla con tal de tenerte a salvo mi alma también lo estará.

— Itachi yo… —El azabache lo calló con un beso.

— Sé que ocultas algo y tiene que ver con mi tío. — Lo tomo de la cabeza con sus dos manos para que este lo mirará directamente. — No te quiero obligar pero necesito que me digas, quiero ayudarte. Sé muy bien que mi tío es un despiadado y si te ha hecho algo juro que pagará, no sé como pero lo hará y me encargare de eso.

— Itachi, por favor. —Le suplico al ver que el azabache se enfurecía con solo pensarlo. — Necesito que me des un poco de tiempo, te lo diré…Te prometo que lo haré.

      Deidara se ciñó a la caderas de Itachi con sus piernas y rodeo su cuello con sus brazos. Itachi lo recargo sobre el tronco de un árbol y comenzaron a darse caricias y besos indecorosos, llenos de pasión y el roce de sus cuerpos.

       Itachi lamio el cuello de Deidara e hinco suavemente sus dientes ahí. Deidara se sentía excitado ante las atrevidas caricias de Itachi. Tomo los negros cabellos para reclamar sus labios que besó con frenesí. Itachi encantado con aquella actitud, tomo las redondas y suculentas nalgas de su rubio y las apretó descaradamente escuchando un gemido de su dueño.

— Ahh… Deidara estoy mojado. —Itachi le hablo al odio y mordió el lóbulo de su oreja.

— Ahm… Yo también…ah… estoy excitado. —Le dijo entre suspiros.

 — No tontito, está lloviendo. — Aclaró Itachi. Deidara vio como efectivamente caían las gotas sobre ellos, ni se dio cuenta de estar tan concentrado en otra cosa. Qué vergüenza sintió con lo que le dijo a Itachi.

— Tu tonto. — Deidara le pego suavemente en la cabeza. No le dio tanta importancia al final, no tendría tapujos con el Uchiha.

— Pero he de confesar… —Le venía diciendo cuando Deidara se bajó de sus piernas. — Que también estoy excitado, me provocas de sobremanera.

— Lo sé. — Deidara le sonrío. — Vamos, esta empezando a llover muy fuerte y los demás ya deben estar extrañándonos.

      Fueron rápidamente hasta dentro, la lluvia caía en mayor cantidad y con mucha más fuerza. Sasuke los vio entrar y les reclamo por haberlo dejado solo con su tío. Al ver a los demás estos les preguntaron qué era lo que habían estado haciendo. Les mintieron diciendo que solo habían dado una vuelta por el bosque.

         Empezó a llover torrencialmente y el sol ya empezaba a ocultarse.

— Deberían pasar la noche aquí, el camino es peligroso en estas circunstancias. — Madara les estaba ofreciendo alojamiento, Deidara pensó que esto era justo como aquel día, la lluvia no cesaba y caía la noche así que tuvieron que quedarse.

—Yo también lo creo. — Dijo Fugaku. La decisión ya estaba tomada.

     Pasaron las horas y seguía lloviendo, después de la cena Deidara se quedó junto con Sasuke e Itachi conversando sobre cualquier cosa.

—Deidara ven te mostrare tu habitación. —Se dirigió Madara hacia el rubio. Itachi no dejo que fuera solo y siguió al doncel que fue al encuentro del mayor.

— ¿Que pasa Itachi? ¿Eres su guardián? —Preguntó Madara al ver que su sobrino los había seguido.

—¿Acaso no puedo acompañarte también querido tío? —Contestó arrogante. Madara chasqueó su lengua ante la respuesta de su sobrino.

— Bueno, aquí es. —Dijo abriendo una de las habitaciones. — Si necesitas cualquier cosa me avisas, estaré cerca. — Madara se fue y los dejo solos.

—Ese maldito. —Itachi escupió las palabras. —  Justo en el lugar más apartado y cerca de él, de seguro planea algo.

      Deidara lo miró preocupado.

—Vendré cuando Sasuke se quede dormido. — Itachi dormiría junto a su hermano y los señores Uchihas juntos en otro lado. Ese lugar constaba de muchos cuartos. — No te preocupes.

      Se despidió con un beso cargado de dulzura. Deidara se preparó para dormir entrando en aquella fría cama y con sus sentidos alertas por si algo pasaba. Espero a Itachi pero este aún no llegaba y pronto sus parpados se tornaban pesados y no tardo en caer dormido.

      Sintió que alguien estaba sentado junto a el y le acariciaba la cabeza.  Debía de ser Itachi así que pronuncio su nombre en un susurro antes de girarse hacia él.

— Te equivocas de nombre. —Hablo otra voz. —Soy Madara.

        Deidara se giró bruscamente para verlo a la cara, se iba a levantar pero Madara fue más rápido y lo tiro contra la cama sosteniéndole de ambas muñecas.

— Suéltame Maldito. —Formulo con odio. —Voy a gritar.

— Hazlo porque nadie te escuchara. — Le dijo cuándo sus rostros estuvieron cerca. — ¿Esperabas a Itachi? Pues veras, me encargue de ponerles somníferos  en sus bebidas a él y a los demás así que nadie vendrá por ti.

      Deidara grito con furia y trato de zafarse de ese sujeto pero su fuerza era impresionante.

— Te odio, eres un desgraciado. —Iba diciéndole. —Eres la peor escoria de este mundo.

— Que lastima mi amor, no me gusta que pienses esas cosas de mí. —El moreno se acercó a su cuello para lamerlo y darle mordiscos.

—Basta, me das asco. —Deidara se acomodó bien con Madara que estaba encima de él  y le dio un rodillazo en sus partes íntimas, lo soltó por un momento y con agilidad Deidara se escabullo hasta la puerta.

— ¿Crees que puedes escapar de mí? —Madara lo agarró del cabello y lo tiró de una a la cama. —Yo quería ser dulce contigo amor mío, pero estas complicando todo.

     Adolorido se llevó una mano a la cabeza y se arrinconó en la cama. Madara con una sonrisa sádica se lanzó hacia él, sus garras le arrancaban la ropa y arañaban su piel dejándolo desnudo y a su merced. Deidara se resistía al ataque arañando a Madara y aventando puñetazos, sin embargo el azabache estaba consiguiendo su objetivo.

— Mi bello ángel esculpido por los dioses. —Recitaba el azabache mirando su cuerpo desnudo. —Serás mío, me encargare de tenerte solo para mí en una jaula de oro, solo para mi deleite.

— Ni en vida y muerte seré tuyo. —Deidara le escupió directamente a la cara. — ¡Nunca!

     Madara enfadado lo abofeteo y lo tomo del cabello tirando de el, apoderó sus labios con violencia llegando a lastimarlo. Deidara se resistía a ese horrible beso apretando sus labios y Madara cabreado empezó ahorcarlo para que al final abriera la boca y diera una bocanada de aire, aprovecho de introducir su lengua queriendo saborear su cavidad.

Flashback

   Un pequeño Deidara de ocho años acompañaba a sus padres junto a su hermanito a una inmensa casa, era muy antigua le dijo su padre y pudo notarlo cuando llegaron ahí. Un hombre alto y corpulento de una abundante y larga cabellera negra los recibió, su nombre era Madara. Su padre le había dicho que ese señor los había invitado cortésmente porque conocía a sus padres ya que era familiar de Fugaku y Mikoto, los amigos de sus padres.

—¿Así que tú eres el pequeño Deidara? —Ese señor se agacho a su altura y le acaricio la mejilla.

— ¿Y usted quién es? —Inquirió con curiosidad.

—Mi nombre es Madara Uchiha. —Se presentó. —Minato, tienes un hijo muy hermoso, será un bello doncel. —Dijo dirigiéndose a su padre.

    Mientras sus padres charlaban con Madara, él y su hermanito fueron a jugar al jardín que era muy bonito, tenía una pequeña laguna con peces de colores y un puente que lo atravesaba. Se entretuvieron hasta que su madre los hizo entrar porque comenzaba a llover torrencialmente, al rato después cayó el manto de la noche y los truenos no se hicieron esperar.

— Quédense esta noche, afuera será peligroso. —Hablo el hombre de cabello negro, y su padre accedió.  

     Ya era tarde y sus padres lo fueron acostar a su hermano y a él en una habitación. Los relámpagos lo asustaban y no lo dejaban dormir. Salió de ese cuarto para buscar a su madre o padre, quería que uno de ellos los acompañara a dormir.

    Iba caminando por los pasillos, giró su vista a un ventanal y la luz de un trueno ilumino el exterior, pudo ver a dos hombres y un doncel, además de Madara que estaban a lo lejos. Tenían al doncel arrodillado en todo el fango y con uno de los hombres atrás que lo tenía amarrado con una cuerda en sus muñecas. Intrigado pasó por el ventanal que estaba un poco abierto y se acercó minuciosamente atravesando el patio. Se escondió detrás de un arbusto y puso sus oídos en alerta para entender la extraña escena.

— ¡¿Por qué no me aviaste antes de traerlo?! —Madara se escuchaba enojado. —Tengo visitas, pudiste haber esperado hasta ayer.

— Disculpe señor, pero como dijo que lo quería con urgencia apenas lo capturamos y se los trajimos. —Se excusó uno de los hombres.

— Te detesto Madara Uchiha. —El doncel escupió a sus pies. —Fugaku se enterara de todo algún día.

—Mi querido hermano Izuna ¿No has aprendido nada? — Habló Madara con sarcasmo.

— Me mantuviste preso, diciendo a todos que había desaparecido, pero nuestro hermano sabrá la verdad. Me canse de ti. —El doncel lo veía con furia.

—Nunca dirás nada a nadie. Trataste de escapar pero ahora como ves te tengo en mi poder. Y no te daré otra oportunidad.

— ¡No puedes! ¡¿Qué pasara con él?! ¡¿Cómo puedes ser tan malvado?!

— Yo me encargaré. —Dijo el azabache secamente.

—Madara, entiende es solo un niñ.. —El aludido abofeteo al doncel.

—Ya te dije que me encargaré, tengo grandes planes para él.

—Si me matas le arrebatarás a su padr…—Otra cachetada le fue propinada.

— ¡Basta! Terminen con él. —El hombre que estaba más próximo a Madara sacó una cuerda de su bolsillo y la enredo en el cuello del doncel. Se rebatía contra sus agresores pero pronto se quedó quieto.

—Saquen ese cadáver de aquí. —Ordenó el azabache.

     Deidara estupefacto vio la última escena con mucho dolor, sus ojos no cesaban de derramar lágrimas, no entendía mucho la situación pero entendió perfectamente que Madara hizo que mataran aquel indefenso doncel. Tenía que volver antes de que se dieran cuenta que estaba allí, el azabache se estaba acercando hacia donde estaba. Iba empezar a caminar para salir de su escondite cuando tropezó con unas ramas.

— ¿Quién es? —Pregunto Madara al escuchar el ruido. Volvió a repetir la misma pregunta cuando se dirigía hacia dónde provenía aquel sonido. Estaba demasiado cerca.

      Deidara entro en pánico y comenzó a correr aterrado con la idea de que ese hombre lo atrapara. Corrió y tropezó de nuevo y finalmente Madara lo atrapó.

— Señor ¿Quiere que nos lo llevemos también? —Preguntó uno de los hombres. Deidara espantado pensó que le harían lo mismo que aquel doncel, lloró desconsoladamente ante la idea.

—No, yo me encargare. —Madara lo tenía atrapado entre sus brazos. —Ahora váyanse.

     Los hombres se fueron en una camioneta dejándolo solo con aquel hombre espeluznante.

— Eres muy curioso ¿no? —Madara hizo que el pequeño alzara su cara para mirarlo directamente a los ojos. — No llores más. Llegaremos a un acuerdo ¿qué te parece?

— S-si —Pronuncio casi inaudible. —Por favor, no me haga nada… —Comenzó a llorar.

—Basta, no llores. —Lo retó cabreado. —Acompáñame para que hablemos.

      Fueron hasta la gran habitación de Madara, hizo que Deidara se sentara en su cama junto con él.

— Escúchame atentamente. —Agarró la mano del pequeño con fuerza. —Esto quedará entre tú y yo, no le puedes decir absolutamente a nadie o si no tu familia y tú se verán perjudicados ¿No quieres que le pase nada a tus papis o a tu hermanito?

—No. —Bajó la mirada, le daba miedo ver a ese hombre. Se estremeció cuando sintió el fuerte ruido de un trueno.

—No me veas como un monstruo, eso era necesario. Cuando seas más grande vas a entender que tenemos que tomar ciertas decisiones para bien a pesar de que se vean malas.

        Madara lo tomo por debajo de sus brazos y lo sentó en sus piernas. Descubrió su rostro y le dio un beso en la mejilla, después se acercó a la boca del pequeño y la atrapo entre sus labios. Deidara confundido por las acciones de ese hombre se echó para atrás, no entendía porque estaba haciendo esas cosas que hacían su mami y papi.

— No tengas miedo. —Le susurró al odio. —Divirtámonos un rato.

       Atrapó sus labios nuevamente y se dejó hacer en su inocencia ya que no sabía lo que realmente estaba haciendo aunque de todos modos no le gustaba aquellas caricias que le daba el azabache y menos sus besos. Lo acostó contra la cama y se encimo sobre el pequeño cuerpo, siguió repartiendo besos por su cuello y empezó a quitarle ropa.

— ¿Qué hace?  —Deidara se sintió avergonzado.

—Déjame verte. —El moreno comenzó a quitarle sus prendas bruscamente porque Deidara no se estaba dejando, golpeaba el pecho del hombre con sus manitas.

        Madara logró hacer su cometido y tuvo el cuerpo desnudo del pequeño a su merced que se tapaba con sus manos para ocultar su desnudez. Recorrió todo el cuerpo acariciándolo con sus manos y  pasando su lengua. Deidara estaba tembloroso ese sujeto no dejaba de tocarlo hasta en sus lugares más íntimos, paso una mano por su miembro y lo agarraba y masajeaba, después se dio la libertad de llevarlo a su boca, ahí Deidara rompió en llanto y el moreno lo hizo callar con un brusco beso en los labios.

—No te angusties mí, no iré más allá por ahora. —Sonrió maliciosamente. —Pero cuando seas más grande serás todo mío. Este es solo un adelanto…

          Se desnudó y Deidara no pudo evitar mirar el cuerpo del mayor, nunca había visto un cuerpo desnudo, solo  su hermano cuando los bañaban o vestían juntos.

— ¿Te gusta? —Pregunto sin tapujos. Vio como Deidara miraba con curiosidad su intimidad, de todas formas era enorme. — ¿Quieres tocarla?

—No, gracias. —Contesto.

—Ven, pone tus manos. — Se acostó con Deidara en la cama y agarro una mano y la puso en su miembro. Deidara solo se sentía sucio por tocar esa zona y retiro la mano.

— ¿Por qué no acercas tu boquita? — Deidara no se inmuto.

       Madara lo cogió y lo puso a la altura de su miembro.

—Lámelo. —Ordenó.

       Deidara siguió sin hacerle caso.

—Lámelo o me enojaré y ya sabes que soy capaz de hacer. —Deidara vio los peligrosos ojos del azabache y a pesar de lo asqueroso que le pedía hacer, lo hizo de todas formas ya que no quería enfrentarse a la maldad de ese sujeto.

       Tomo aquel falo entre sus dos manitas y dudoso paso su lengua por la extensión, no le gusto el sabor pero tenía que seguir. Siguió lamiendo la extensión viendo como esta se ponía más dura y comenzaba a pararse. Escucho los gemidos de Madara que acariciaba su cabeza y sus hebras doradas.

—Métetelo a la boca. —Deidara acató y lo puso dentro su boca pero solo la punta. — Mételo todo.

      Intentó hacer que todo cupiera en su boca pero sintió una arcada y se detuvo, pero ante la mirada irritada que le lanzo el mayor siguió intentando. Entraba y salía por su boca con lentitud, traba de llegar más fondo pero cuando sentía arcadas se detenía y volvía a intentar. Madara empezó a marcar el ritmo moviendo sus caderas e impulsando la cabeza del pequeño que se ahogaba con cada estocada. Fue con más rapidez y Deidara no aguantaba las lágrimas en sus ojos por la brutalidad en la que estaba envuelto. Escuchaba los jadeos y gemidos del azabache hasta que dio un gruñido muy fuerte y derramo un espeso líquido.  

—Trágatelo. —Tomó a Deidara de sus cachetes y vio que se lo tragara.

        A Deidara le desagrado tanto el sabor que pensó que iba a vomitar. Afortunadamente no lo hizo, no quería que enfrentar la furia de ese hombre. Madara los tapo con las sabanas y acomodó a Deidara en su pecho.

—Dormirás conmigo y te despertaré temprano para llevarte con tu hermano y que no se den cuenta de que estabas en otro lugar. —Tomaba los dorados cabello dorados en su mano. —Y recuerda que nadie se debe enterar o si no mataré a toda tu familia, ya sabes de lo que soy capaz.

         Deidara nunca dijo nada a nadie…

Fin Flashback

       Tenía que salir de ahí, no soportaba a ese sujeto encima de él, no se dejaría violar por ese idiota, tenía que hallar una forma.

       Empezó a corresponder los besos del azabache, acaricio su pecho y sus fuertes brazos. Madara gustoso lo besaba con mayor intensidad y pego su cuerpo al del rubio.

—Sabía que terminarías cediendo. —Madara empezó a pasearse sobre todo su cuerpo recorriéndolo con sus manos, amoldando sus glúteos.

      Aprovecho que el azabache estaba distraído en su cuerpo y estiró su brazo hasta la mesita de noche donde había una lámpara, la agarró y le propino un fuerte golpe a Madara justo en su cabeza, le dio otro por seguridad y con agilidad salió de la cama y tomo la bata q estaba una silla para cubrir su desnudez.  Corrió sin dar vuelta atrás, tenía que ir donde Itachi y despertarlo como fuera.

Notas finales:

Espero que les haya gustado :D!


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