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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Ojala les guste, tuve como falta de ideas a pesar de que tengo todo un esquema que va hasta el final, pero bueno tengo que ir ideando los detalles. Como seea, espero que lo disfruten <3 

Ese día Itachi no había aparecido hasta muy tarde en la madrugada, Sasuke venía con él. Deidara los escuchó desde su habitación, al parecer Itachi estaba muy borracho por lo que su hermano había tenido que acompañarlo hasta su habitación y ayudarlo a acostarse.

Al día siguiente Sasuke fue a su habitación para pedirle una explicación sobre lo que le dijo Itachi de la supuesta traición. Deidara enojado solo le había respondido que nunca haría nada contra Itachi y que quizá algún día entendería lo que paso.

De nuevo no había querido salir de su habitación, tenía pánico de encontrarse con Itachi y que los dos pudieran lastimarse más de lo que ya estaban.

Los días siguientes fueron angustiantes. Apenas salía del cuarto, y solo lo hacía para ir a veces a la universidad y volver a encerrarse. A Itachi ni lo veía, salía mucho y rara vez se topaban con él, pero cuando lo hacían este lo ignoraba y desaparecía rápidamente. Su desprecio le rompía tanto el corazón, que sentía que lo dañaba como una daga que lo apuñalaba una y otra vez.

Su familia no tardó en llegar, lo fueron a ver inmediatamente a la mansión Uchiha, Mikoto, Fugaku y Sasuke recibieron a su familia exceptuando por Itachi, quien no estaba. Les había informado sobre su ruptura y simuló estar bien para no preocuparlos. Mikoto había preparado una cena especial para recibir a sus amigos, todo fue bien, sus padres agradecieron todo lo que hicieron por su retoño y Deidara les prometió que siempre los pasaría a ver y también agradeció por todo el cariño y la acogida que le entregaron.

Durante la cena, Deidara observaba divertido la cercanía que tomaron su hermano y Sasuke, los dos parecían niños peleando para después charlar y volver a pelear. Se sintió triste por no ver aunque sea un segundo a Itachi ahí, y de nuevo nadie quiso mencionar el tema pero la angustia lo comía por dentro, estaba haciendo sufrir a su amor pero todo era para tenerlo a salvo.

Al final sus padres y  los criados lo ayudaron a empacar todas sus cosas para llevarlas a su nuevo hogar. Se llevó inclusive todos los regalos que le había dado Itachi, también se acordó del presente que la había dado Madara, tenía tantas ganas de botarlo pero decidió guardarla para después empeñarla y donar el dinero a la fundación de Mikoto.

Cuando ya todo estaba en el auto y todos se encontraban afuera Itachi hizo su aparición. Saludó cortésmente a su familia pero a él no le dijo nada, ni un adiós si quiera, sentía morirse por su desprecio. Luego todos se despidieron y subieron al auto, Deidara dirigió su vista hacia la mansión en una de las ventanas del segundo piso y pudo ver que Itachi estaba allí observándolo.

Llegaron hasta otra zona donde había grandes edificaciones con edificios antiguos y de una arquitectura clásica del siglo XIX, todo era muy occidental; le recordaba a la infancia y adolescencia que había pasado en otros países.

Se estacionaron frente a una hermosa mansión aproximadamente de fines del XIX o principios del siglo XX. Su madre le dijo que esa sería su hogar de ahora en adelante. El chofer les abrió la gran reja y se internaron en el lugar. Había un bello jardín delantero con arbusto bien cortados y delicadas flores y enredaderas que se adherían a la infraestructura de la mansión La vieja mansión constaba de una hermosa fachada y cuatro pisos, que diferencia de la mansión de los Uchihas esta era más angosta y no tan alargada como la de ellos. Pudo notar como el primer piso era mucho más bajo y recordó que ese era donde típicamente estaba el servicio como lo había visto en sus visitas a mansiones de este tipo.

Cuando entró se encantó, todo era muy hermoso y elegante, su madre había mandado a instalar muebles que encargó para tener casi todo listo a su llegada, solo faltaban algunas cosas pero trabajarían en ello en estos días.

La mansión parecía ser un lugar que tuvo mucha historia, su madre lo había decorado en torno al ambiente del siglo, pero con un toque fresco. Recorrieron cada esquina con Naruto, descubriendo su hogar permanente, después sus padres los fueron a buscar y les asignaron sus habitaciones. Los dos estarían en el cuarto piso, afortunadamente no tenía que subir tantas escaleras porque había un pequeño ascensor. Su habitación era amplia, tenía vista al patio trasero y al costado de la mansión, el interior era grande y había solamente una cama de porte matrimonial, su madre le dijo que quería que él mismo escogiera sus muebles a su gusto y que mañana se encargarían de ello.

Acompañó a Naruto al patio trasero que constaba de un hermoso jardín, con árboles, también con arbustos bien formados que formaban una bella armonía geométrica. Las flores llenaban el jardín de colores y una pileta adornaba el lugar, incluso habían bancas que la rodeaban. Todo era realmente bello, incluso habían unos arbustos que formaban un extenso arco.                                                           

Al final terminó durmiendo la habitación de Naruto, los dos tenían mucho que contarse y así pasaron toda la noche, aunque igual forma Deidara ocultaba ciertos aspectos que su hermano no podía saber.

El siguiente día fue largo, tuvieron mucho trabajo en casa y salieron para buscar muebles y decoraciones a su gusto y luego instalar todo. La habitación de Deidara quedó como quería, todo era elegante y a la vez fresco y juvenil, tuvo que acomodar todas sus pertenencias y toda su ropa, también había dejado ese gran peluche que lo abrazaba cada segundo recordando a Itachi. No había querido instalar todas las fotos junto a él, para que no le provocase más melancolía de la que tenía así que opto por guardarlas en una caja junto a poemas que le había escrito y por otro lado no había podido separarse el hermoso collar que le había dado.

Su madre ya había contratado servicio y vivirían en la primera planta, se mudarían mañana y comenzarían a trabajar. Casi todo estaba listo en su casa, su padre todavía no entraba a trabajar por lo que colaboró con todo y pasó tiempo con Deidara, había extrañado mucho a su hijo y él a su padre y a toda su familia. Había logrado sacar licencia de conducir hace poco y Minato le había regalado un auto, a Naruto también le daría uno cuando terminara sus estudios del instituto y comenzara la universidad. Agradeció a su padre y le prometió a Naruto llevarlo donde quisiera pero al final se arrepintió, tenía la sensación de que su hermano lo iba a tratar de taxi, pero todo valía con tal de complacerlo además se fijaría de donde estaría y así podía cuidarlo.

Por otra lado, Madara solamente lo había estado llamado, felicitándolo con desfachatez por su ruptura con Itachi. No se habían encontrado nuevamente porque al parecer con todo ese problema del Holding Madara decía que no tenía tiempo pero eso no significaba que lo soltaría y que luego volvería a molestarlo para tomarlo en un acto carnal.

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Ahora mismo se encontraba en la universidad en una de sus clases con Sasori. Agradeció al mundo porque luego se acabaría el semestre, pero con toda su tristeza se había retraído de las clases y atrasado con sus trabajos por lo que tendría que trabajar más.

Se quedó un rato más para seguir en sus tareas y Sasori decidió quedarse con él para ayudarlo. Los dos terminaron quedándose solos en la sala.

—Haz estado muy deprimido y alejado. —Le dijo Sasori. —¿Te ha pasado algo?.

—Sí. —Respondió con una mueca con su mirada fija en la escultura que estaba formando con arcilla pero en su mente estaba la imagen Itachi.

—Luces muy triste, me preocupo por ti. —Sasori tomó suavemente su mentón para alzar su vista. —¿Acaso una decepción amorosa?

—Sí. —Se formó una triste sonrisa en su rostro para luego soltarse del agarre. —Rompí con mi novio.

—Es una lástima, él se lo pierde. —Acarició su mejilla. —Habrán más personas, debes tener a muchos hombres detrás de ti.

—No lo creo. —Dijo con una pequeña risa, si supiera el motivo real… —Me lavaré las manos. —Informó para dirigirse al lavado de la sala y limpiarse los restos de arcilla.

—En serio Dei, debes superarlo y buscar otras cosas. —Volvía a decirle acercándose donde estaba él.

—No lo sé. —Dijo un poco confundido por la actitud de su Danna.

—Quizá…—Se acercó sensualmente colocando una mano en la cintura del menor. —Yo pueda hacer que te olvides de tu ex-novio.

—¿Cómo dices? —Pestañeó mucho más confundido y avergonzado por la aproximación que su maestro estaba tomando.

—Me gustas, me gustas mucho. —Le susurró al oído.

—Danna… —Estaba sorprendido, su maestro se había confesado.

—Me gustaste desde el primer momento en que te vi. —Se acercó a su rostro aproximando sus labios. —Ya no puedo aguantar.

Sasori rompió el espacio que los distanciaba y se unió a esos deliciosos labios que tanto ansiaba probar. Los besó con calma, degustando y memorizando cada toque, cada sensación y por su puesto el dulce sabor que provenían de los labios del menor.

Por su parte Deidara estaba más que asombrado pero ansiaba tanto un beso, un gesto de cariño, de amor. Pero Sasori no era Itachi, lo quería a él y ahora estaba besando a su maestro, sentía que lo traicionaba.

A pesar de todo fue un buen beso, Sasori tenía una sensualidad que lo atrapaba, aunque eso estaba mal, amaba a Itachi además él era su maestro, no podían hacerlo.

—Sasori no Danna. —Dijo sin salir de la sorpresa mientras este le dirigía una seductora mirada. —Esto está mal.

—¿Por qué tendría que estarlo? —Deslizó su nariz por su largo y fino cuello.

—Usted es mi maestro. —Deidara tenía un fuerte sonrojo por las acciones de Sasori y por todo lo que le decía.

—No importa, nadie tiene que saber. —Lo miró a los ojos. —Con tal de tenerte a ti, todo está bien.

—Pero yo no…—Sasori puso un dedo sobre sus labios.

—Toma mi tarjeta y llámame si quieres compañía. —Le dió una tarjeta con su número privado.

—Bien. —Recibió su tarjeta por cortesía y se la guardó. —Me tengo que ir. —Añadió para salir de la incómoda situación.

—Nos vemos. —Se despidió guiñándole un ojo.

Deidara fue hasta su auto aún asombrado por todo lo que paso con su maestro, si bien siempre pensó que había tenido un trato especial hacia él, nunca imaginó que fuera porque le gustase, siempre creyó que solo le tenía cariño.

Condujo hasta su casa y al subir las escaleras se encontró con Naruto quien lo llevó hasta su habitación.

—¿Qué paso? —Dijo Deidara.

—Tienes que llevarme, por favor. —Le suplicó su hermano.

—¿A dónde? —Lo miró confuso.

—Sasuke va llevarme a pasear por la ciudad. —Siguió. —Hicimos una apuesta y yo le dije que si ganaba lo tendría de esclavo por un día.

—¿Y qué apostaron? —Deidara estaba divertido por la situación, ya se imaginaba a Sasuke cumpliendo todas las peticiones de su hermanito.

—Estábamos apostando por el final de una película que dieron en televisión ayer. —Le explicó. —Yo dije que el protagonista terminaría por sacrificarse por su amado y Sasuke decía que no lo haría, pero al final yo tenía la razón.

—Vaya. —Eso le recordó un poco a su situación con Itachi y no evito poner una cara de triste.

—¿Pasa algo? —Naruto miró con preocupación a su hermano, parecía deprimido.

—No es nada. —Revolvió sus cabellos. —Está bien, te llevaré ¿Dónde se juntaran?

—Nos juntaremos en su casa primero, después me llevará a donde sea y me traerá de vuelta así que tú no te preocupes.

—Espero que no me tengas de esclavo para llevarte a todas partes. —Le advirtió bromeando —Porque cobraré mi venganza.

—Lo sé, lo sé. —Dijo Naruto.

Espero a que Naruto terminara de arreglarse y fueron al auto para dirigirse hacia la mansión Uchiha. Estaba un poco inquieto por encontrarse con Itachi, una parte de él quería verlo, lo extrañaba tanto y lo necesitaba, ansiaba sus besos, sus caricias, sus palabras de amor…               

Cuando llegaron a la residencia de los Uchiha, Deidara se bajó junto a Naruto, así aprovecharía de saludar. Fue uno de los sirvientes quien les abrió la puerta y los acompañó a la sala para avisar a Sasuke y a la señora Mikoto que estaban aquí.

 —Hola Mikoto. —Deidara saludó a la mujer cuando la vio entrando.

—Deidara, te extrañaba. —Le dijo Mikoto mientras lo abrazaba. —Naruto, bienvenido. —Se acercó al menor.

—Muchas gracias señora. —Respondió Naruto con los modales que le habían enseñado sus padres, así como a Deidara.

—Solo dime Mikoto, tutéame. —Le dedicó una sonrisa cálida al menor.

En ese momento Sasuke había aparecido acercándose y saludando a los invitados. Naruto animaba la estancia con su hiperactividad, detallando todo lo que harían en el día junto con Sasuke, y este acallaba asintiendo con algo de terror ante cada idea que se le ocurría a su hermano.

Estaban tan divertidos con la conversación que no se dieron cuenta de que llegaron dos personas y estaban por fuera de la sala concentrados solo en ellos. Deidara inconscientemente giro su rostro hasta donde estaban esos y al reconocer quien era y lo que hacían, su corazón se heló con dolor y su cuerpo se paralizó.

Itachi estaba caminando con una chica rubia entre besos y toqueteos. Parecían estar divirtiéndose, observó a la chica que indudablemente era muy bella, tenía un buen cuerpo, ojos azul pálido, de cabello de un rubio platinado, largo y amarrado a una coleta y con un mechón que tapaba parte de su rostro al igual como lo tenía él.

Todos en la sala miraron hacía donde Deidara lo estaba haciendo y se dieron cuenta de la situación. Itachi y su acompañante también se percataron de que los estaban observando y Deidara inmediatamente corrió su mirada. Sentía que ardía de la rabia y su corazón quería explotar, yo no aguantaba más emociones.

Nadie se atrevió a decir nada y los dos recién llegados desaparecieron de su vista. Deidara sentía un mar de emociones pero se mantuvo impávido, ocultando todos sus sentimientos.

—Bien. —Deidara esbozó una sonrisa levantándose de su asiento. —Me tengo que ir, tengo cosas que hacer.

—¿Estás seguro? —Su hermano le miró algo preocupado, además todos parecían incomodos con la situación reciente.

—Claro, nos vemos. —Se despidió con normalidad y camino a su auto dejando su máscara de indiferencia para mostrar una de dolor.

Condujo apretando el volante con rabia, sus pensamientos lo azotaban, sobre todo la imagen de Itachi besándose con esa chica ¿Lo olvidó tan rápido? No podía aguantar y estalló en llanto dentro del auto mientras conducía, casi provoca un accidente porque sus lágrimas nublaban su vista y su rabia lo cegaba totalmente. Apretó el acelerador para llegar rápido a su casa, quería refugiarse en su habitación y desahogar toda su angustia.

Inmediatamente fue a encerrarse con llave a su habitación, parecía que sus padres no estaban en la casa, solo estaban los sirvientes. Explotó en un llanto desgarrador, terminando de rodillas en el suelo, derrumbado así como lo estaba su alma.

Itachi lo había reemplazado rápidamente, estaba disfrutando de su vida junto a otra persona; se besaban, se acariciaban, se decían cosas dulces, hacían el amor… Hervía de la rabia y de los celos pero sobre todo se hundía en la tristeza y la desesperanza. No aguantaba esa sensación, amaba demasiado a Itachi y sufría por ello, nunca podría olvidarlo, siempre pensaría en él. Solo quería dejar de amarlo para no sufrir más, para que no le dañara más, pero Itachi tenía su corazón y al final no se arrepentía de quererlo, era hermoso y devastador a la vez.

Estaba tan enojado y decepcionado de Itachi que quería golpearlo y besarlo a la vez, había toda una tormenta de emociones en su corazón. Con rabia tocó su collar, él que siempre llevaba y que a pesar de todo no se le había quitado. Se lo arrancó y lo lanzó hacia un lado con una explosión de furia, no dejar de sollozar y lamentarse en ningún momento.

Se levantó para pasear inquieto por toda la habitación, quería arremeter contra todo. Su vista se fijó en su reflejo desde el espejo vestidor, en ese momento sintió ira contra consigo mismo y en un acto impulsivo agarro un florero y rompió el espejo generando un ruido estruendoso. Ahora su rostro estaba reflejado en cada pedazo del espejo roto desparramados en el suelo junto con los restos del floreros y las delicadas flores.

Se sentó en el piso y cerca de su cama arrastrando el cubrecama con su mano, deshaciendo totalmente la cama hecha.

—Señorito Deidara. —Escuchó a una sirvienta hablar y tocar la puerta. —¿Se encuentra bien?

—Estoy bien, puedes volver a tus deberes. —Ahogó un sollozo y habló para deshacerse luego de la criada. —No quiero que nadie me moleste.

Luego de que la mujer no lo volviera a interrumpir se sumió de nuevo en sus penas. Estuvo en esa posición por mucho tiempo, fue consciente de que el sol ya había comenzado a descender para dar paso a la noche. No fue capaz de percatarse correctamente del tiempo que transcurrió, solo el movimiento del sol y los cambios en la luz lograban informarlo.

—Deidara, abre la puerta. —Repentinamente llegó su madre  que trataba de abrir la puerta con insistencia. —¡Ábrela!

Su madre no parecía desistir, iba a reclamar cuando la abrieron abruptamente y de todos modos ni siquiera sintió ganas de girarse, ya habían interrumpido su privacidad.

—¡Deidara! —Escuchó la voz de su madre exclamar al contemplar todo el desorden y las cosas rotas. —Tuve que pedirle a la sirvienta que abriera con la llave maestra, me dijo que había escuchado gritos, llantos y cosas romperse en tu habitación.

Kushina su puso al frente de su hijo percatándose de su rostro demacrado y húmedo por las lágrimas, además de sus ojos hinchados.

—¿Qué ha pasado? —Su hijo no le quiso contestar ni siquiera la miraba. —¡Deidara! Mírame ¿Qué te sucede? —Zarandeó a su hijo para que reaccionara y  al final pudo lograr que la mirase a los ojos.

—Nada. —Contestó sin ganas.

—¿Cómo que nada? —Dijo un poco enojada. Sus ojos repararon en el collar tirado en el suelo, el que le había regalado Itachi y se dio cuenta que todo era por su causa. —¿Es por Itachi, verdad? —Preguntó de todos modos.

Deidara al escuchar su nombre hizo una mueca para aguantar las incontrolables ganas de romper en llanto pero no pudo contenerse y termino haciéndolo aferrándose a su madre para calmar sus sollozos. Kushina lo abrazó tan protectoramente como una madre angustiada por su hijo, y acariciaba su cabello para tratar de tranquilizarlo.

—Por favor hijo mío, no llores. —Le pedía su madre preocupada. —Me rompe el corazón verte de esa manera.

—¡Y yo tengo el mío en mil pedazos! —Le exclamó entre sollozos.

—Por favor, para. —Le pedía su madre angustiada ante su incontrolable llanto.

—¿Cómo lo puedo soportar? —Dijo con sus ojos empapados de lágrimas. —No puedo…

—Eres fuerte Deidara, eres fuerte. —Su madre le limpiaba las lágrimas. —Será duro, pero podrás hacerlo.

—Gracias mamá. —Dijo tratando de calmarse después de un rato. Kushina rodeó con sus brazos a su hijo para  brindarle confort y protección.

Deidara quiso mostrar fortaleza para aplacar la inquietud de su madre. Ella solo pensaba que era por la ruptura pero nunca se imaginaría todas circunstancias que atormentaban a su hijo.

—Quiero estar a solas por un momento. —Suplicó con su mirada a su madre para que acatara. —Después bajare.

—Está bien. —Su madre desapareció de la habitación.

Sus ojos viajaron hasta el collar tirado en el suelo, fue acercándose al objeto y lo sostuvo entre sus manos. Después de pensarlo mucho, decidió ponerla en la caja donde venía y la dejó guardada en su armario como un recuerdo más. Quizá estaba ilusionándose mucho con Itachi pero es que no podía evitarlo, lo tenía escrito en su piel como un fierro ardiente que se adhería a él, nunca pensó que pudiera amar tanto y ahora su corazón estaba roto. Podía morir de la tristeza o enloquecer de la desesperación…

Escuchó nuevamente que alguien abrió su puerta, se giró y vio a su hermano con una cara de sorpresa al notar el panorama de su habitación y por su puesto de su estado.

—¡Dei! —Naruto corrió a abrazar al rubio mayor. —¿Por qué estas así? No estés triste por favor. —Le pidió preocupado.

—Estoy mejor. —Dijo con voz monótona y Naruto lo miró desconfiado.

—Hice que Sasuke me viniera a dejar antes y de hecho cuando te fuiste estuve a punto de ir tras tuyo. —Su hermano no lo quería dejar de abrazar. —Llegué y quería subir a verte pero mamá me dijo que no fuera porque estabas triste y querías estar solo, pero igual vine preocupado por ti.

—No te preocupes por mi Naruto, tu solo disfruta. —Deidara quería que su hermano estuviera feliz y que disfrutara su vida, no como él que ya era un desastre y la desdicha tocaba su puerta insistente para abrumarlo.

—Sé que es por Itachi, Sasuke también me dijo que estaba mal y… —Naruto buscó con cuidado sus siguientes palabras, su hermano estaba sensible en ese instante precisamente por haber visto a Itachi con otra. —…Esta chica, no es nadie, solo es una de las tantas que Itachi ha llevado a su casa estos últimos días, una de las que más ha ido..., pero…

—¡¿Una de las tantas?! —Deidara se descontroló ante la última frase. —Y ella es la que más frecuente ¡Debe ser especial para él!—Sentía una fuerte opresión en su pecho, apretó sus puños con rabia y luego con sus manos barrió una pequeña mesa con un florero de centro botándola al piso y ocasionando que se rompiera.

—¡Espera Deidara! —Naruto lo tomó de ambos brazos. —Cálmate y escúchame.

—¿Me vas a decir con cuantas chicas y donceles pasaron después de mí? —Su  rostro mostraba un gesto de dolor.

—Vamos, siéntate. —Naruto obligó a su hermano a sentarse junto con él en el sofá tipo Chaise longue —Lo que te quiero decir es que Sasuke me dijo que su hermano ha estado muy mal desde que rompió contigo y ha estado recurriendo a otra gente para desahogarse y tratar de olvidarse de ti, pero…

—¿Se quiere olvidar de mí? —Dijo con voz quebrada tratando de reprimir sus lágrimas. Él no quería olvidarse de Itachi, quería recuperarlo…

—No, Deidara déjame continuar. —Naruto acarició el cabello de su hermano, sabía que era lo que más le calmaba- —Lo que digo es que el trata pero no puede, no lo logra y por ejemplo esa chica a quien viste tiene rasgos parecidos a ti por eso es a la quien más lleva. Pero en el fondo te quiere a ti y nadie te puede reemplazar, Sasuke me decía que él le dijo que no te podía olvidar y que te amaba con locura, también me dijo que sufre mucho por ti aunque no lo demuestre y trate de distraerse.

—Está bien, gracias Naru. —Dijo con una sonrisa para acabar luego la conversación, no aguantaba esto, le hacía tener más dudas en su cabeza. Por un lado Itachi parecía que aún lo amaba y por otro se acostaba con quien se le cruzara para olvidarlo, los celos lo comían por dentro, tenía tantas ganas de hacer una locura…

—¿Estas mejor? —Su hermano no se fiaba tanto de sus muestras te mejoría.

—Por supuesto, pero por favor cualquier cosa que sepas me avisas.

No estaba mejor, pero de toda forma fue con su hermano a cenar con su madre puesto que su padre estaba ocupado en sus asuntos a pesar de que no entrara oficialmente a trabajar, tenía que haber una ceremonia antes con el presidente y todos los políticos.

Todo el fin de semana se la pasó prácticamente encerrado pensando una y otra vez, su cabeza explotaría en cualquier momento. Estaba tan alterado que su madre y hermano le recriminaron por su actitud, pero su padre se mostró compasivo y al final los demás le entendieron y le apoyaron de todos modos.

Cuando llego el lunes fue de todos modos a la universidad, tenía un poco de nervios por tener clases con Sasori, no sabía cómo reaccionar ante sus insinuaciones, era guapo pero era su maestro además su corazón le pertenecía a Itachi.

Iba conduciendo su auto, ya casi llegaba a su facultad. Sus ojos de pronto viajaron hacía los otros autos y reparó en Itachi, se encontraba cerca de él, conduciendo su auto mientras estaba besándose con la misma chica de la otra vez. El moreno ni se percató en que estaba siendo observado, Deidara rápidamente apretó el volante y aceleró para desaparecer del lugar.

Tiritaba de la furia, incluso se llegó a poner rojo. Itachi parecía que iba a algo más con esa chica, ya lo estaba cambiando con alguien en específico. Continuó con su caminata desde el estacionamiento al edificio mostrándose altivo e indiferente, tenía una idea en su mente y la iba a ser. Si Itachi lo estaba cambiando ¿Por qué él no? …, buscaría amor en otros...

Lo primero que hizo al llegar a la sala, fue acercarse a Sasori. Para su fortuna fue el primero en llegar y con un paso sensual fue hacía él.

Sasori lo miro hipnotizado, Deidara se acercaba a paso lento para acercarse a su escritorio, rodearlo y llegar hasta donde su maestro estaba sentado y con delicadeza sentarse arriba de él.

—He pensado en tu propuesta. —Deidara susurró con sensualidad a su oído. —Me gustaría probarla. —Esta vez rozó sus labios con los de su maestro pero antes de que este los atrapara en un beso se apartó y se bajó de él para apoyarse contra el escritorio.

—Chiquillo. —Gruñó Sasori mostrando falso enojo mientras se acercaba a su alumno para arrinconarlo contra el escritorio. —Nos encontraremos aquí después de clases ¿me escuchaste? —Agarró con un poco de brusquedad el cabello rubio ocasionando que llevara su cabeza hacía atrás para exponer el fino cuello y luego deslizar su lengua por la extensión saboreando el exquisito sabor de su piel.

—Bien. —Deidara sonrió triunfante y se alejó antes de que llegaran los demás.

Se la pasaron toda la clase dirigiéndose miradas y al finalizar la jornada espero a que todos se fueran para quedarse solo junto a Sasori en la sala. Sintió remordimiento, sabía que estaba mal hacer todo esto, engañar a Itachi a pesar que no estuvieran en una relación. Hacía esto por despecho y para desahogarse de cierta manera, pero lo que más quería era que le entregaran amor, Sasori no era Itachi pero eso es lo que tenía, y al final de todo quien sabe en que terminaría con su maestro, que sentimientos pudieran nacer entre ellos.

Con remordimiento y todo siguió intacto con su plan y se acercó a su maestro que había puesto llave en la sala.

Sasori se lanzó a él para atacarlo a besos desbordantes de lujuria mientras lo toqueteaba por todas partes. Llegaron casi a tropezones hasta el escritorio y Sasori subió al rubio para sentarlo en el mueble mientras él se colaba entre sus piernas.

Se besaron con desesperación, explorando sus cavidades y saborearon sus sabores deseando más y más sumidos en la lujuria.  Sasori lo acariciaba descaradamente, pasaba su lengua por su cuello, mordiéndolo y marcándolo mientras amoldaba con sus manos el exquisito trasero del menor, deseando ya estar dentro.

—¿Es hora de mi examen oral? —Deidara fingió inocencia y acarició el sexo semi erecto por sobre la tela del pantalón de su profesor.

 Sasori lo miró excitado y Deidara se arrodillo para quedar a la altura de la pelvis. Con maestría desabrocho el cinturón y fue bajando los pantalones para dejar a su maestro solamente con sus bóxer. Por sobre la delgada tela acarició con suma delicadeza la ya erecta virilidad y fue acercando su boca para mordisquearla suavemente ocasionando que su maestro lanzara un suave gemido.

—Vamos. —Le dijo Sasori impaciente, ya no se aguantaba y lo único que quería era penetrar esa boquita.

Deidara acató la orden de su maestro, se deshizo de la prenda para que el miembro de su maestro quedara totalmente expuesto. Tomó el caliente pedazo de carne desde la base para comenzar a dar lamidas por toda la extensión y sobre todo en la punta. Jugueteó con los testículos y luego metió la punta en su boca para chuparla, y poco a poco fue introduciéndose todo hasta llegar a la base, oyendo como un jadeo escapaba de la boca Sasori, que lo tomó de la cabeza enredando sus dedos en la dorada cabellera.

Impaciente, Sasori marcó el ritmo del vaivén en el que su miembro era tragado por la boca de su alumno. El placer henchía sus sentidos, su miembro era devorado con suma exquisitez y sentía el orgasmo aproximarse, y antes de que ocurriera separó bruscamente a Deidara de su miembro tomándolo con fuerza del cabello.

—Me vendré en otra parte. —Le informaba su maestro para alzarlo y llevarlo nuevamente sobre el escritorio y terminar por desnudarlo. —Eres arte. —Dijo al contemplarlo desnudo.

Su maestro lo atacó con besos desbordantes de pasión junto con caricias expertas que otorgaba por todo su cuerpo. Deidara fue recostado sobre el escritorio, Sasori tomó una de sus piernas y desde el pie fue comenzando a dar un camino de besos hasta sus muslos para terminar en su miembro.

—Ah… —Un gemido escapó de los labios del doncel. Sasori lamió su miembro sorpresivamente desde los testículos hasta su punta.

—Sabes tan bien. —Sasori contemplaba el sonrojo y la cara de placer de su alumno mientras el lamía y chupaba todo su erección.

Deidara notó que su maestro le extendía tres de sus dedos y por instinto los lamió. Sasori introdujo uno de los dedos en su interior y para mitigar el dolor de la repentina intromisión fue masturbándolo. Así siguió hasta tener los tres dedos dentro, con el correr de los segundos Deidara se acostumbró y ya empezaba a sentir placer, quería más contacto por lo que movía sus caderas sugestivamente.

—¿Listo? —Deidara respondió con un sonoro gemido, Sasori rozaba su pene contra la entrada del menor, se acomodó y de a un solo impulso lo penetró.

Ambos gimieron al hallarse en esa placentera unión. Deidara solo constaba de un pequeño dolor, con el paso del tiempo había aprendido a lidiar con eso debido a Itachi, siempre hacían el amor y nunca se cansaban. Ahora era nada más que sexo, sentía remordimiento al verse consumando el acto carnal con otro hombre que no era su amado, pero el despecho y la furia que sentía lo impulsaban todavía más.

Recibió a Sasori entre sus brazos mientras se mecía suavemente sobre él, penetrándolo con exquisitez y erotismo. Su maestro dio lamidas y succiones en todo su cuello, haciendo que se excitase más de lo que ya estaba, sobre todo cuando le daba pequeños mordiscos.

—Aah…, más…, mmm…, más rápido. —Suplicaba Deidara moviendo sus caderas.

Sasori accedió a su petición, impulsando con fuerza para arremeter con mayor rapidez y fiereza, logrando sacar constantes jadeos y gemidos ante cada movimiento.

Se besaron con frenesí inundados dentro del placer,  Sasori devoraba su boca hambriento mientras tomaba el miembro del rubio para masturbarlo al ritmo de las ya salvajes embestidas.

—¡Ah!.., Danna ¡Aah! —Deidara estaba envuelto en el placer que le otorgaba su maestro.

—¡Ha! …, que delicia ¡Aah! —Sasori gemía por la exquisita estrechez que envolvía su hombría, ya sentía su límite cerca, por lo general duraba mucho más pero el morbo y estar con ese rubio lo volvía loco.

Las embestidas aumentaron su intensidad, Sasori sentía que ya no podía más y con fuerza dio unas tres embestidas y acabó logrando que Deidara también lo hiciese en un profundo gemido. Su semilla se esparcía por el interior del doncel llegando a derramarse y recorrer los tiernos muslos internos.

Sasori lo penetró suavemente unas cuantas veces más. Con sus dedos tomó un poco de la esencia de Deidara y la llevo hasta su boca para probarla.

—Sabes tan bien. —Le dijo Sasori saliendo con delicadeza de su interior.

Deidara regularizaba su respiración observando a Sasori quien lo veía con deseo. Se reincorporó con la ayuda de su ayuda y comenzó a coger sus prendas para vestirse. Al terminar, Sasori lo cogió y lo besó apasionadamente por un largo rato.

—Fue excelente. —Le dijo su Danna. —Lo repetiremos. —Afirmaba con confianza.

—Por su puesto. —Deidara con sensualidad delineó con su dedo índice la camisa de Sasori, desde el cuello, pasando por los botones hasta llegar a su pantalón y pasar sobre su miembro.

—¿Acaso me quieres volver loco? —Sasori lo agarró por la cintura para acariciar su mejilla con su nariz y terminar por besarlo nuevamente.

—Me gustaría. —Contestó Deidara. —Me tengo que ir pero te llamaré.

—Más te vale. —Le advirtió Sasori antes de que se fuera.

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Madara lo estaba llamando justo en ese momento, las dos anteriores llamadas no las había contestado y tampoco quería hacerlo con esta, pero resignado decidió contestar para ver qué era lo que quería.

—¿Qué? —Dijo Deidara.

—Vaya, que malos modales. —Habló la voz de Madara con cierta ironía. —Tendré que darte unos buenos palmazos en tu traserito para que aprendas.

—¿Qué desea? —También le respondía con esa ironía.

—Solo quería saber de mi amorcito, sabes que te extraño. —Susurró con lasciva. —Extraño metértela toda.

 —¡Maldito pervertido! —Insultó con enfado.

—Ten cuidado o te puedo hacer muchas cosas malas en la cama. —Advirtió. —Cambiando de tema el otro  me encontré con tus papis y me invitaron a cenar a tu casa en unos días más.

—No lo puedo creer. —Madara siempre conseguía lo que quería y ahora debía querer meterse a su propia casa.

—Mi querido, acuerda portarte bien porque si no, no solo Itachi será perjudicado, también tu linda familia. —Esta vez ni siquiera se despidió, solo cortó la llamada.

Sentía una rabia infinita contra aquel hombre, siempre lograba la manera de hacerlo caer. Pero esa rabia luego se transformó en tristeza, pensó en Itachi, en cuanto le gustaría estar con él y que nada de eso hubiese pasado, no podía dejar de amarlo. Cuando se acostó con Sasori no pudo evitar sentir remordimiento y vergüenza de sí mismo, prácticamente estaba traicionando a Itachi dejándose llevar por despecho y necesidad, aunque él estaba en las mismas... La rabia y la angustia lo volvió a invadir como un veneno, nunca se acababa…

Esa tarde había ido con su madre y Naruto de compras, tuvo que comprar otro espejo, unos floreros y otros adornos. También compraron otras decoraciones y muebles para la casa y ayudó a Naruto para decorar su habitación, por su afán con el arte tenía un buen gusto y a Naruto se le dificultaba un poco, así como su hermano por su parte lo ayudaba en otras cosas.

—Va a venir Mikoto, creo que viene con Sasuke —Avisó su madre cuando llegaron a la mansión.

—Estaré en mi habitación, avísame cuando llegue. —Deidara tenía un dolor de cabeza horrible, solo quería acostarse por un rato.

Llegó a tirarse a la cama, masajeando con sus dedos el maldito dolor de cabeza, incluso llegaba a sentir palpitaciones en su frente. Al final pudo dormir un poco pero nada más, su dolor se mitigo pero seguía siendo constante.

—Deidara. —Escuchó a su hermano hablar al otro lado de la puerta. —Ya están aquí.

—Ya voy. —Dijo al levantarse.

Se arregló su cabello y sus ropas antes de bajar. En el salón vio a su madre y a Naruto junto con Sasuke y Mikoto sentados en los sofás, saludó a los invitados y tomo asiento junto a ellos.

Se sumó a la charla que tenían momentos antes de que llegara. Luego de un rato, Naruto tuvo la idea de mostrarle la mansión a Sasuke y a su petición, los termino acompañando.

Sasuke y Naruto eran como el perro y el gato pero en el fondo se dio cuenta de que había cierta química entre ellos.

—Deidara. —Lo llamó Sasuke. —¿Podemos hablar?

—Bien. —Presentía que Naruto sabía de lo que hablaría porque les dejo solo cuando estuvieron en el jardín.

—Te has sacado el collar. —Ya sabía a lo que iba Sasuke.

—He sido reemplazado. —Dijo con dolor, sentía su pecho oprimido al decir aquellas palabras.

—No es así Deidara.

—Lo es. —Replicó. —Lo vi dos veces con la misma.

—¿Por qué no hablas con mi hermano? —Sugería. —No quiero verlo así.

—No me escuchará y no tengo nada que hablar. —Le dijo de forma dolorosa para luego marcharse antes de comenzar a discutir.

Eludió a Naruto y corrió para encerrarse en su cuarto. No deseaba que lo molestaran en ese momento, estaba tan sensible y alterado por todo lo que ocurría en su vida, sus nervios estaban al límite.

A la noche siguiente quedó con juntarse con Sasori en su departamento, por un lado estaba nervioso porque era su maestro y además estaría en su territorio. Cuando llegó se sorprendió al ver lo lujoso del departamento adornado con bellas esculturas y cuadros hechos por el artista, todo era espectacular.

La cena estuvo a cargo de Sasori, lo deleitó con deliciosos platos refinados. Deidara estaba fascinado viendo algunos de los trabajos del artista, y le prometió llevarlo hasta su taller para mostrarle las nuevas creaciones en las que trabajaba.

Inmediatamente, después de aquello, Sasori lo llevó a la cama repletándolo de besos y caricias subidas de tono. Se sumieron en el frenesí del placer, Deidara era embestido bestialmente por su maestro hambriento del placer que le daba su cuerpo.

Toda la noche se regocijaron en una danza cargada de erotismo. Los jadeos y gemidos rebosaban en todo el departamento. Sus cuerpos calientes y perlados del sudor chocaban contra sí, y al llegar a cada orgasmo temblaban de un exquisito placer que henchía cada uno de sus sentidos.

A Deidara le encantaba toda la atención y el trato que le era entregado por su Danna, extrañaba que lo tratasen así, quería sentirse querido y deseado, que le dieran el amor que le estaba siendo quitado pero eso no podía ser. Itachi estaba tan presente en él, cada vez que lo tenía en su mente sentía un inmenso amor completar todo su ser pero la angustia a su vez se hacía presente para devastarlo. 

Ahora con Sasori ciertas necesidades suyas era cubiertas por él pero todo lo que hacían era más que nada sexo y seducción mientras que con Itachi era amor puro, con él no tenía sexo, hacían el amor…Así de siempre y verdadero pero ahora había dejado a su amado por culpa de Madara y además después de todo eso el mismo Itachi lo había cambiado rápidamente.

Durmieron el resto de la noche juntos, mañana tendrían que ir a la universidad de todos modos. Al amanecer Sasori lo despertaba recargando su cuerpo sobre el suyo dando besos a sus rubios cabellos.

—Vamos, despierta porque si llegas tarde a clases tendrás tu castigo. —Le decía Sasori como broma ya que tenían su primera clase juntos.

—¿Qué tipo de castigo? —Dijo con fingida inocencia.

—Uno que me encantará. —Sasori le sonrió coqueto. —Vamos, tenemos que bañarnos.

—¿Juntos?

—Claro que sí.

Terminaron por tener sexo mientras se duchaban. Luego tomaron el desayuno que Sasori había preparado y fueron a la universidad cada uno en su auto para que los demás no sospecharan.

Durante toda la clase Sasori le dedicaba miradas insinuantes, procurando claro, de que sus otros alumnos no lo notasen.

Cuando terminaron las clases fue a su hogar, puesto que no había dormido allí la noche anterior. Al llegar lo recibió su madre, los otros miembros de la familia no se encontraban, su padre debía de estar en la sede de gobiernos para coordinar asuntos antes de tomar su nuevo puesto, últimamente había estado ocupado en eso, y para su sorpresa su madre le dijo que Naruto había salido con Sasuke.

Deidara había ido a su habitación para contestar una llamada entrante, en la pantalla vio que se trataba de Pein, recordó el favor que le había pedido y con todo lo que ocurría lo había olvidado.

—Hola ¿Cómo estás? —Saludaba Pein.

—Bien, gracias. —La típica pequeña mentira cuando preguntan cómo anda uno.

—Que bien…¿Cómo vas con lo que te pedí? —Sabía que preguntaría por eso.

—No lo he hecho aún, he estado un poco ocupado. —Siguió. —Pero no te preocupes porque lo haré.

—Está bien, solo avísame cuando lo tengas. —Le dijo. —Que estés bien.

—Igualmente.

Deidara suspiró con hastío, ahora tendría que ver la forma de grabar a Madara y que no lo atrapara.  Recordó que vendría a su hogar dentro de poco, quizá ese día podría hacer algo.

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Había llegado aquel día en que Madara interrumpiría en su hogar. Deidara se encontraba en su habitación arreglándose para la cena como se lo había pedido su madre, el invitado ya estaría pronto a llegar.

Fue al encuentro de su familia en el gran salón antes de que Madara apareciera, y puntal como siempre el hombre no tardó en llegar.

Los sirvientes hicieron pasar al invitado, sus padres lo recibieron en la entrada y llegaron con él hasta el salón mientras Deidara y su hermano esperaban allí. Madara saludó con cordialidad a los donceles y cuando se acercó a Deidara susurró a su oído.

—Después quiero que me lleves a tu habitación.

Deidara se molestó por la petición, más bien orden, Madara era todo un descarado y ya sabía que era lo que quería hacer en su habitación.

—Tienes unos hermosos hijos Minato. —Dijo Madara.

—Son mi orgullo. —El padre sonrió agradecido por el cumplido.

Pasaron todos al comedor para empezar con la cena. Madara conversaba amenamente con sus padres sobre sus vidas, Deidara solo hablaba en ocasiones para disimular su incomodidad y molestia causada por la presencia de ese hombre. Naruto también era muy conversador y no cerraba su boca en ningún momento, como lo hacía precisamente ahora, y Deidara se inquietaba por el hecho de que conversasen. No quería el peligro que era Madara cerca de su hermano, ni también de sus padres, y el mismo Madara lo sabía y por eso mismo lo hacía. El Uchiha recalcaba la aproximación que podía tener con su familia y que aquello era una oportunidad para realizar sus amenazas.

—Tienen una bella mansión. —Dijo Madara.

—¿Cierto? A mí me encanta. —Hablaba Naruto de nuevo.

—Ahora ya no tienes que encontrarte con tu ex-novio Deidara. —Todos los presentes se incomodaron por el comentario de Madara, Deidara por su parte sentía que iba a explotar de furia, inconscientemente agarraba su vaso con fuerza pero al percatarse de sus actos se relajó, no iba a darle en el gusto a Madara menos enfrente de su familia. —Es una lástima, pero anímate porque de seguro encontrarás a alguien más.

—Eso espero. —Le respondió con cinismo y falsa alegría.

El resto de la cena transcurrió con normalidad. Kushina los invitó a todos al salón para tomar el café y la charla siguió esta vez sobre política y negocios. Estaba tan aburrido que casi se quedaba dormido, Naruto también debía de estar así por lo que volvió su vista hacía él, comprobando que su hermano batallaba por mantenerse despierto y sin querer soltó una carcajada que retumbo en los oídos de los demás.

—Naruto ¿Tienes sueño? —Kushina se percató el porqué de la risa de su hijo mayor.

—Para nada. —Respondió este tallando sus ojos.

—No me engañas, ve a dormir. —Ordenó su madre, a lo que Naruto obedeció sin rechistar.

—¿Por qué no le muestras la casa a Madara? —Sugirió de repente Minato a Deidara, una mal sugerencia para él.

—Por su puesto padre. —Lo obedeció de todos modos, no quería parecer sospechoso al rehusarse y a regañadientes le pidió al moreno que lo acompañase.

Con apatía le mostró casi toda la mansión, inclusive su habitación dónde el moreno deseaba tanto poseerlo. Cuando estaban el jardín trasero Madara lo condujo hasta un lugar un poco más oscuro y con un cierto grado de violencia lo pegó a su cuerpo y reclamó sus labios saboreándolos con gula.

—Esta noche dormiremos juntos en tu cuarto. —Le susurró como un hecho.

—Ni lo sueñes. —Respondió Deidara desafiante.

—Acuérdate de nuestro trato. —Su voz transmitía autoridad y prepotencia. Con brusquedad tomó su rostro.  —Sabes que debes obedecerme, si no quieres correr ninguna consecuencia.

—¿Y cómo planeas hacerlo? —Se vio derrotado ante Madara, consumiéndose en rabia e impotencia contra ese hombre y contra sí mismo. —Mis padres, ni mi hermano, ni siquiera los sirvientes pueden sospechar.

—Cuando me vaya y ya todos se hayan ido a acostar, entraré  por la puerta trasera y me esperarás ahí.

Al final del jardín había una puerta trasera que daba a la otra calle pero antes había un pequeño bosque. Madara podía dejar su auto por allí para que nadie se diese cuenta y subirían silenciosamente hasta su habitación.

 —Ahora, vayamos con tus padres. —Sentenció el Uchiha.

Volvió al salón con sus padres, la conversación transcurrió por unos minutos más dando su culminación cuando Madara comunicó su retirada puesto que tenía que volver a trabajar al día siguiente.

Luego de despedir al invitado sus padres se retiraron a su dormir. Deidara por su parte se quedaba esperando en su habitación, Madara le avisaría por un mensaje cuando tuviera que ir a buscarlo a la entrada trasera.

Esperó casi una hora tumbado en su cama deseando que Madara nunca le avisara, pero una notificación en su celular le dio a entender que ya lo estaba esperando.

Con cuidado salió de su cuarto procurando de no hacer ruido, suponía que los sirvientes ya se habían ido a dormir. Tomó el ascensor hasta al primer piso y salió para el jardín trasero, ya todo estaba oscuro tanto fuera como dentro de la mansión y solo la luz de la luna iluminaba el escenario.

Al llegar al final del jardín observó a Madara esperándolo en la reja, le abrió y ambos entraron para dirigirse a su cuarto.

Entraron sigilosamente tratando de no hacer el más mínimo ruido, subieron por el ascensor y finalmente Deidara abrió la puerta de su recamara para entrar junto al Uchiha.

—Lo lograste. —Dijo Deidara con rencor. —Aquí me tienes y en mi propia habitación.

—Es un poco de todo lo que merezco. —Añadió. —Me he esforzado por mantener a tu amorcito a salvo y lejos de mis cosas.

—Tu empezaste todo, mataste a Izuna, era tu hermano… —Habló recordando que había puesto la grabadora en su celular pero no contó con recibir una bofetada por parte del otro.

—Basta eso no es de tu incumbencia. —Lo tomó del mentón para besarlo con violencia. —No me hagas enojar. —Le advirtió.

Deidara apretaba sus puños con furia contenida y contra su voluntad tuvo que aceptar el trato del mayor por su seguridad. Era dominado como quería por aquel hombre que tanto lo dañaba y odiaba, simplemente como si fuera una muñeca de porcelana manejada y usada a su antojo.

Madara lo tiró a la cama mientras él se quedaba de frente comenzando a desnudarse ante la atenta mirada del doncel. Por un segundo, Deidara pensaba en lo guapo que era el Uchiha, tenía un buen cuerpo y además poseía todo un aspecto de semental. Quizá si Madara nunca le hubiese provocado todo ese daño pudo haberle gustado un poco, pero no era así, ese hombre era completamente malvado y lo único que quería era estar lejos de él.

—Levántate y desnúdate. —Ordenaba el mayor acostándose en la cama completamente desnudo para ahora, observar al doncel desnudarse.

Con obediencia contraría a sus pensamientos, Deidara se paró en el mismo lugar donde estaba el Uchiha segundos atrás. Se desprendía de su ropa con gráciles movimientos, algo que parecía excitar a Madara, quien con sus piernas abiertas deslizaba una de sus manos para masturbarse mientras observaba la emblemática escena.

Al terminar de despojarse de todas sus prendas quedando con su cuerpo expuesto para los deseos de Madara, este le hizo una señal para que se acercara y se encimara sobre él.

—Sabes que hacer. —Le dijo Madara con voz ronca debido a la excitación que corría por su cuerpo. —Te enseñe cuando eras un niño.

Deidara con su cara a la altura del sexo del mayor se vio envuelto en odio por los recuerdos que eran revividos por las palabras que llegaban a su oído. A Madara le encantaba provocarlo de esa forma, evocando con irónicos comentarios situaciones donde él le había lastimado. Detestaba que con simples palabras lograse encolerizarlo. 

Se sorprendió de sí mismo de ser capaz de acostarse con su verdugo, porque Madara era eso para él, alguien cruel que lograba arrebatarle cada aliento y cada alegría, todo se esfumaba por la mano de él, sintiendo un cuchillo enterrarse en su alma por cada daño que le hacía. No sabía cómo era capaz de recobrar fuerzas y enfrentarse a su designo, obedecer al Uchiha para que no hiciera otro mal, sobre todo con Itachi…

Tomó el gran miembro ya erecto para dar sutiles lamidas por toda la extensión, sus pupilas gustativas degustaban el amargo y salado sabor que poseía el azabache. Decidió que ya era suficiente de lamidas y comenzó a chupar toda la punta del pene mientras los masturbaba escuchando leves gemidos por parte de su dueño. Juntó aire y se metió todo a su boca un poco más allá de la mitad de todo el falo.

—Aah…así. —Madara había lanzado un gemido más audible ante la deliciosa sensación en su pene al verse envuelto por aquella húmeda y caliente cavidad.

Deidara siguió comenzando un leve vaivén para volverlo más rápido debido a la insistente presión que hacía Madara con su mano sobre su cabeza y sus caderas moviéndolas de adelante hacía atrás.

El ritmo que llevaba lo estaba ahogando, casi no tenía oportunidad para respirar y la fuerza que ejercía Madara le generaban arcadas ya que llevaba su miembro hasta el fondo.

Los jadeos, así como los gemidos que profería el mayor se entremezclaban con el sonido de las succiones. Pronto sintió como el pene de Madara se hinchaba cada vez más para después explotar, derramando su semilla dentro de su boca mientras un grutal gemido salía del Uchiha.

—Trágatela. —Madara le exigió al ver que no tenía voluntad alguna en hacerlo por lo que lo agarró con fuerza hincando sus dedos en sus mejillas esperando que lo hiciese y finalmente así fue.

Deidara se tumbó en la cama sabiendo lo que vendría a continuación…Dejó que Madara se hiciese con su cuerpo, que se introdujera dentro de sí, penetrándolo con suavidad o con ímpetu y que lo volviera a poseer cuantas veces quisiera.

Pasó la noche en vela, abierto de piernas con Madara entre ellas y su mente ida. Así transcurrió casi toda la noche de esa manera hasta que el mayor se desfogara totalmente y cayera en el sueño abrazándolo posesivamente mientras dormía.

Notas finales:

Hice un Deidara muy confundido y despechado, supongo que un sinfín de emociones te genera hacer cosas impulsivas y al igual que Itachi.

Ya se veran más cosas sobre esto y otras cosas más interesantes :D

Cualquier cosa o duda se las respondo.


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