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Calamidad del Porvenir por ArasinyaT

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Notas del capitulo:

Me demoré con la actualización porque me fui sorpresivamente de visita donde un familiar por unos cuantos días.

Bien, espero que les guste el capi y muchas gracias por todos comentarios. :)

Deidara se despertó mucho antes que Madara lo hiciese. Apenas tenía fuerzas para moverse y alejarse de los brazos que lo aprisionaban en un posesivo abrazo. Su cuerpo se sentía cansado puesto que toda la noche Madara arremetió contra él; colmándolo de movimientos bruscos sin descanso alguno.

Sin ganas de moverse, decidió esperar a que el otro se despertase, total como pudo ver en el reloj de su velador seguía siendo temprano.

Volvió a cerrar sus ojos en un intento de dormir cuando de improviso el sonido de la puerta abrirse lo alarmó. Inmediatamente abrió sus ojos para reparar en quien había sido, su sorpresa recayó en Naruto absorto por el panorama que le estaba presentando, donde vio a Madara durmiendo plácidamente abrazándolo igual de desnudo que él, siendo cubiertos solamente por la ropa de cama.  

Naruto después de analizar todo cerró la puerta dejando a Deidara sumamente inquieto, su hermano ya debía de suponer lo que habían estado haciendo pero sabía que no le contaría a sus padres por ahora… Después tendría que darle una buena explicación por todo lo que había visto.

Pensó que lo mejor era despertar a Madara para que se fuese luego antes de que alguien más los viera. Tenía de verdad una muy mala suerte, justo Naruto se había despertado extrañamente más temprano de lo común y se le ocurría ir a su habitación. Resolvió que lo mejor era no contarle a Madara, no quería que anduviese amenazando a su hermano.

—Despierta. —Se giró hacia Madara para mecer su hombro y costosamente lo pudo lograr. —Debes irte antes de que todos despierten.

—Está bien. —Le contestó con un gruñido al que lo despertasen siendo que estaba tan cómodo así.

Madara se vistió rápidamente mientras que Deidara solo se colocaba una larga bata de seda con un color rosa pálido. Antes de salir de la habitación Madara se acercó para robarle un apasionado beso aprovechando de toquetear su cuerpo y sobre todo su parte trasera.

—Vamos. —Dijo Deidara fastidiado y apurado cuando por fin lo había soltado. —Yo voy por delante.

Salieron de la habitación sigilosos, procurando que nadie anduviera rondando por ahí. Bajaron por el mismo ascensor y se salieron al jardín trasero. Deidara lo acompaño hasta la reja para abrirla con las llaves.

—Te veo luego. —Madara le dirigió una mirada cargada de deseo antes de desaparecer.

Deidara puso sus ojos en blanco y luego volvió a su habitación, solo se topó con una sirvienta a quien saludó. Volvió a usar el ascensor nuevamente, no tenía ganas de recorrer todas las escaleras luego de que su cuerpo estuviera algo adolorido por lo de anoche.

Al entrar a su habitación vio a Naruto quien estaba allí sentando en su sofá.

—Creo que merezco una explicación por todo lo que vi. —Dijo Naruto al verlo entrar.

—No es de tu incumbencia. —Deidara se enfadó por la actitud de su hermano aunque por un lado le entendía pero aun así le contesto de malas maneras, ya tenía suficiente para soportar las acusaciones de Naruto.

—Eres mi hermano y tengo derecho. —Le recordó. —Sasuke me había dicho que terminaste con Itachi porque lo traicionaste ¿Acaso era porque te acostabas con su tío?

—No quiero escuchar más, ya basta. —Apretó su mandíbula como signo de coraje.

—¿Por qué lo hiciste? Tú no eras así...

—¿No era, tiempo pasado? —Deidara contuvo sus deseos de estallar, ahora su hermano pensaría las peores cosas de él y no podía decirle la verdad ni contar con él. —Vete, por favor.

—Deidara pero… —Naruto iba a replicar siendo interrumpido por Deidara.

—¡No insistas! Déjame solo. —No aguanto las ganas de gritarle, lo único que quería era deshacerse de Naruto por el momento para no seguir soportando aquello ni para comenzar a discutir.

 Naruto tenía intenciones de decir algo más pero prefirió marcharse. Deidara se quedó solo en la habitación, estaba tan cansado de todo que lo único que quería era desaparecer.

Sus nervios estaban alterados por lo que opto por tomar un relajante baño de espumas. Preparó la tina, se desnudó amarrando su cabello en una moña y se sumergió dentro el agua tibia llena de espuma y burbujas.

Después de ese relajante baño, se colocó una de sus cremas por todo su cuerpo y se vistió. Recordaba haber dejado su teléfono encima del velador por la grabación que quería hacerle a Madara.

—Mierda, mierda. —Soltó una sarta de improperios por su mala suerte.

El teléfono se había apagado por baja batería, lo conectó al cargador para prenderlo y esperar a que hubiese registrado parte de la conversación que tuvo con Madara. Al comprobar la grabación cayó en una frustración total, solo unos segundos había dejado en constancia y en ningún momento apareció lo que le había dicho sobre Izuna. Tendría que ingeniárselas  nuevamente para sacar su confesión, pero no sería ahora.

Supuso que sus padres ya se habían despertados, los encontró en el comedor tomando desayuno junto a Naruto. Tomó asiento junto a ellos tratando de no encontrarse con la acusadora mirada de su hermano, por una parte se sintió mal de haberlo tratado de mala forma, no quería pelear así que le pediría disculpas.

—Tenemos una invitación para asistir a un matrimonio. —Minato dio el aviso para sus hijos.

—Es el casamiento entre dos primos de la familia Hyūga, Neji y Hinata creo que es como se llaman. —Dijo Kushina.

—¿Entre dos primos? —Preguntó Naruto con curiosidad.

—Es algo normal entre ellos, así como solían hacerlo los Uchihas también y otras familias. —Añadía Kushina. —Será algo tradicional japonés, tendrán que usar kimonos.

—Que incómodo. —Dijo Naruto con un puchero, a pesar de encontrarlos muy bellos, usar esos trajes era trabajoso. Tenía que usar pesadas telas y además iban tan apretadas que apenas se podía caminar con normalidad, le gustaba más la libertad y poder correr por ahí.

—A mí me gustan. —Comentó Deidara, le fascinaban los kimonos, tenían tan bellos diseños y aunque fuesen algo incomodos le gustaba vestirse con ello en ocasiones especiales, además hace tanto tiempo que no lo hacía.

—No te preocupes Naruto, serán con kimonos pero pueden usar diseños mucho más modernos y ahora es lo que más se usa en este tipo de eventos. —Informaba Kushina al saber lo que pensaba su hijo menor.

Al terminar el desayuno Deidara se acercó a Naruto en un lugar más apartado, quería arreglar las cosas con él, no le gustaba estar enfadado con su hermano.

—¿Podemos hablar? —Pedía Deidara.

—Está bien.

Fueran al jardín junto a la fuente se sentaron en una de las bancas con el sonido del agua de fondo. Deidara tomó las manos de Naruto y lo miró directamente a los ojos.

—Perdóname Naruto, es solo que he estado un poco alterado y tú no tienes la culpa. —Deidara le hablaba con toda la sinceridad del mundo.

—Te perdono, pero sigo sin entender lo que vi. —Naruto parecía confundido. —Estaba lo que me dijo Sasuke y además te vi con el señor Madara… ¿Por qué estabas con él?

—Solo fue un desliz, nada más que eso. —Besó la frente de Naruto y luego le revolvió el cabello.

Deidara no volvió a decirle nada más y se adentró a la mansión.

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Pasaron algunos días, Deidara seguía encontrándose con Sasori, le estaba tomando mucho afecto pero por otro lado seguía pensando en Itachi con la culpa carcomiéndolo por dentro, a veces se desesperaba y quería contarle toda la verdad pero al recordar a Madara y el peligro latente que constaba prefirió guardar cautela.

Pein lo había vuelto a llamar y le contó su intento fallido de obtener la confesión pero le dijo que de todos modos volvería a tratar.

Hace unos días había visto las noticas y se asustó al ver que mostraban el caso de Zabuza en las noticias, hablaban de todo el operativo que estaban haciendo y además ya habían capturado a otros reos que habían escapado junto a él. Sintió miedo por Zabuza, no quería que lo atraparan así que tendría que ser más rápido para tener una prueba en su defensa y Madara de seguro le pediría que se juntaran de nuevo.

Había salido con su madre y Naruto para elegir los kimonos que llevarían. Deidara escogió un hermoso kimono de color carmesí con hermosos diseños de aves y flores en las mangas y por la parte falda, que constaban de diferentes colores pero el dorado el que más predominaba, sobre por los hilos de oro bordados en las telas y los cristales de varios tonos amarillos e incluso rojos. 

Lo diferente del diseño es que no había tantas telas pesadas que lo envolvía y eran más livianas por lo que podría moverse con mayor libertad, además el kimono tenía un corte de pierna que lo dejaba desnudo desde la mitad del muslo, pero solo se descubría al moverse mucho. La otra parte es que no tenía un obi, solo una tela dorada y brillante amarraba el kimono de la cintura como si fuese un ancha cinta que en la parte trasera caía con gracia hasta topar el suelo.

Naruto, por su parte escogió un kimono de color anaranjado que al igual que el de Deidara constaba de tonos dorados y diseños también de flores azuladas con pedrería del mismo tono incluida y por último la tela que iba amarrada a la cintura era de color azul.

El día de matrimonio llegó y la fiesta sería en la mansión Hyūga pero la ceremonia en si sería en un templo sintoísta a los que solo acudirá la familia y otros miembros muy cercanos a ella.

Deidara, después de haberse vestido con el kimono que eligió se miró al espejo, la prenda le  quedaba perfecta, delineaba muy bien sus curvas, además tenía un ligero toque algo travieso por el corte que llevaba en la pierna y los hombros estaban un poco al descubierto. Al terminar de vestirse, se puso unos zapatos del mismo color del kimono con un taco más o menos bajo.

Decidió lo que hacer con su cabello, así que lo enrolló en una forma de dona, dejando su largo flequillo suelto y ondulado en la punta, por último utilizó un hermoso kanzashi de colores rojo, dorado y blanco para adornar su cabello, y al final delineó sus ojos con una delgada línea negra y se pintó los labios de rojo.

Cuando terminó de arreglarse, Deidara salió de su habitación para ir al encuentro de su familia que ya debía estar en la sala.

—¡Vaya! Dei te ves espectacular. —Le dijo Naruto al verlo entrar. —Vas a opacar a la novia.

—Estoy seguro de que también tú lo harás. —Respondió. Naruto se veía hermoso, el kimono le quedaba muy bien y además también traía un kanzashi en su cabello de tonos azulados que resaltaban con junto al color de sus ojos.

—Tengo dos bellos hijos. —Dijo Minato vestido con un terno de color un oscuro azul casi negro.

—Es cierto. —Asintió Kushina. —Pero ahora vayámonos, no queremos ser impuntuales. —La mujer iba vestida con un kimono de tonos verdes, dejando su largo cabello rojo suelto.

La familia se dirigió al auto camino a la mansión de los Hyūga. Al arribar a la mansión, estaban prácticamente todos los invitados presentes esperando la llegada de los novios.

Cuando Naruto y Deidara se bajaron del auto, todos los presentes dirigieron sus miradas a ellos admirando la belleza que poseían. Varias personas se acercaron a la familia Namikaze para saludar, Deidara recordaba a algunos de los que habían participado en la fiesta que habían hecho los Hyūga.

—Minato ¿Qué tal estas? —Fugaku había llegado junto a su esposa. Se saludaron entre todos, y su padre al final preguntó por los hijos del matrimonio.

—Sasuke anda por ahí al igual que Itachi, seguro después se los topan. —Informaba Fugaku.

Deidara buscó con la mirada a Itachi, y ahí lo pudo ver junto con Sasuke. Se había sentido observado en todo ese momento y cuando se percató de quien lo hacía se dio cuenta de que había sido Itachi en todo ese momento. Sintió una punzada en su corazón y una leve esperanza pero todo murió al azotarle los malos recuerdos. No pudo sostener su mirada, no tenía cara y es que sentía tanta vergüenza tener una aventura con su maestro, era como una traición a pesar de no estar en una relación con Itachi y lo hacía sentir mal.

Justo en ese instante los novios hacían su acto de llegada interrumpiendo todos los pensamientos de Deidara. Los novios vestían tradicionalmente por la ceremonia, Hinata lucía un kimono totalmente blanco junto con un wataboshi blanco que era como una capucha, mientras que Neji vestía un tradicional kimono negro.

El banquete y la fiesta dieron inicio oficial. Los novios estaban muy alegres y todos se acercaban para dar sus bendiciones, incluyendo Deidara con su familia. Todos disfrutaron del banquete entre charlas y comida, pero Deidara no lo hacía, estaba afligido por tener a Itachi tan cerca y a la vez tan lejos.

Madara también estaba presente en la fiesta, había llegado hace poco y lo primero que hizo fue acercarse a Deidara, saludando a su familia y a él con cortesía, Naruto lo saludó algo frio y no evito poner una cara seria.

Al comenzar el baile, Madara inmediatamente pidió la mano de Deidara, accedió tras dudarlo y aceptando la propuesta del Uchiha se dirigireron donde los demás bailaban.

—Te ves maravilloso. —Le dijo Madara con lasciva en su oído mientras danzaban al ritmo de la música. —Tengo tantas ganas de tomarte y poseerte que casi me es imposible controlarme.

Deidara no sintió deseos de responderle, Madara se aferraba con fuerza a su cintura casi pegándolo a su cuerpo. No bailaron por mucho tiempo puesto que alguien interrumpió tocando el hombro de Madara.

—Tío, quisiera bailar con Deidara. —Sorpresivamente fue Itachi  que le ofreció su mano y tras meditarlo por un segundo la aceptó. El mero contacto con su piel lo hacía sentir un estallido de emociones, y su corazón se aceleraba al estar tan cerca de él.

Madara desapareció sin antes de dirigir una mirada llena de odio hacia su sobrino. El baile entre ambos comenzó, Deidara temblaba por la cercanía que tenía con Itachi, se sentía tan nervioso por su causa que se debatía por controlarse. Los dos se miraban a los ojos, los bellos recuerdos se hacían presentes para tocar lo más profundo de sus corazones pero lo último que había sucedido entre ambos nublaba sus esperanzas.

—No permitiría que Madara estuviese cerca de ti. —Le dijo Itachi, algo que sonó como un canto celestial. Itachi seguía preocupándose por el aún después de todo lo que pasó y un pequeño indicio de fe lo recorrió.

—Gracias. —Fue lo único que logró articular. Tenía unas inmensas ganas de llorar de alegría, esa pequeña atención por parte de Itachi era tan gratificante como si estuviera nadando en una fuente de dicha.

Siguieron danzando como si estuvieran en un sueño y no en la oscura realidad pero todo se desvaneció cuando fueron interrumpidos por el patriarca de la familia Hyūga quien ahora pedía bailar con el rubio. Itachi accedió dejándolos solos para que pudieran bailar, y así paso Deidara bailando junto a otros, incluidos su padre y el señor Fugaku pero lo único que tenía en la mente era a Itachi, solo a él y a nadie más.

Deidara pudo liberarse por un momento, salió de la pista de baile y buscó a Itachi con la mirada. Por fin lo pudo encontrar junto a unos hombres charlando a la vez que bebían champagne, sus miradas se encontraron y como si fuese por telepatía Itachi fue alejándose del grupo para ir a su encuentro, pero antes de que estuviesen cerca Deidara fue caminando hasta un lugar apartado donde nadie los viera. Itachi como supuso fue tras el al entender sus planes, podrían estar solos sin nadie quien los interrumpieran ya que el novio comenzaba a dar un discurso y todos se aglomeraban a su alrededor.

—¿Madara te ha estado molestando? —Dijo Itachi cuando ya estuvieron bien lejos.

—No. —Deidara mintió, pero sonrió feliz al poder entablar una charla con Itachi. —¿Y a ti?

—No, solo sigue extraño y además no he podido descubrir más cosas sobre él. —Itachi curvo levemente sus labios para formar una pequeña sonrisa.

A pesar de que ambos estuviesen hablando de aquel hombre, el simple hecho de estar tan cerca como antes los colmaba de alegría, añoraban el ayer y la memoria de los momentos en los que estaban juntos. Los dos se perdían en la mirada del otro como un mar infinito al que explorar.

Como si fueran imanes, el deseo de acercarse aún más los tentaba, y poco a poco sus cuerpos se aproximaron hasta que sus labios quedaron a la par. Itachi abrazó la cintura de Deidara que rodeó el cuello del moreno  con sus brazos. El poco espacio que distanciaba sus labios se rompió para poder unirse en un desesperado beso lleno de añoranzas y amor. Tenían tanta sed de aquellos gloriosos besos que necesitaban apaciguarla inmediatamente.

Se besaron como si el mundo fuera en ello, sin nada más que ellos sin problemas ni obstáculos. Sus corazones latían fuertemente junto a un millar de emociones que circulaba en ellos y con la gran dicha de estar en aquel contacto. Pegaron sus cuerpos aún más en un fuerte agarre, Itachi acariciaba con esmero la delicada espalda de Deidara, quien atraía la nuca más hacia él para profundizar el beso más de lo que ya era, pero pronto el aire les hizo falta y tuvieron que parar dando fugaces y calmados besos.

—Perdóname. —Susurró Deidara cuando ambos juntaron sus frentes con los ojos cerrados y sus dedos entrelazados. —Te amo…te amo. —Dijo casi inaudible pero lo suficientemente fuerte para que Itachi pudiese escuchar.

No se atrevió a decir nada más, lo único que hizo fue escapar de ahí y correr hasta la fiesta, Fue un cobarde, no sabía cómo transar la situación, si seguían así no podría soltarse de él y no quería consecuencias como las amenazas de Madara contra Itachi, pero por un lado estaba mal escapar de esa manera sin decir nada más.

Observó a los novios desde lo lejos, se besaban con ternura y amor, se veían tan felices en su día. Como quisiera haber estado el lugar de ellos junto a Itachi para unir sus vidas para siempre, una lágrima descendió por su mejilla ante el remoto deseo.

Antes de que alguien la pudiera ver, limpió su lágrima con sus dedos. El resto de la fiesta transcurrió entre más baile y celebración, pero Deidara mientras trataba de actuar con normalidad, sus ojos y pensamientos se enfocaban en Itachi.

Los siguientes días Deidara se la  paso con una estela de esperanza en su corazón, pero por un lado se estaba ilusionando mucho y no podía darse el lujo después de todo lo que había pasado, lo que después lo embetunaba en tristeza.

Pasó los siguientes días con la compañía de Sasori en su apartamento, lograba entretenerlo, sacarle risas y gemidos. Agradecía esa atención que obtenía del pelirrojo, lo hacía olvidarse momentáneamente de sus problemas.

 —¿Qué quieres? —Una llamada de Madara interrumpió sus pensamientos.

—Tú sabes…—Dijo Madara con doble sentido. —Nos encontraremos en un hotel donde pasaremos toda la noche, te enviare la dirección y la hora por mensaje.

—Como quieras. —Respondió con la voz apagada y con una inconsciente mueca de desagrado.

—Adiós. —Madara se despidió y cortó la llamada.

A pesar de no tener ni el mínimo deseo de ir, aprovecharía de grabar la confesión de Madara aunque este pudiera golpearlo por “meterse en sus asuntos”. Solo esperaba que no sospechara de sus verdaderas intenciones.

Recibió el mensaje de Madara, confirmando la dirección y la hora de encuentro. La noche estaba dando inicio y tenía casi una hora antes de encontrarse con él.  Le aviso a sus padres que pasaría la noche fuera con unos amigos y sus padres accedieron inmediatamente, ellos confiaban en él.

—¿A dónde vas? —Le preguntó Naruto cuando Deidara ya iba saliendo de su habitación.

—Voy por ahí, con unos amigos.                                

—¿No iras con el señor Madara? —Inquirió Naruto con desconfianza.

—No Naruto, no iré con él. —Dijo con algo de fastidio por la situación.

—Bien. —Naruto seguía sin creerle pero a Deidara no le apetecía discutir con él en esos momentos.

Tomó su auto y fue en dirección al hotel. En ese instante se encontró con Madara al bajar del auto, que lo saludó con un beso en la mejilla para después darle otro en sus labios al tiempo que posaba sus manos en su cintura.

—Vamos. —Madara camino a la entrada junto al rubio.

El Uchiha había reservado la suite presidencial en el piso más alto del edificio. El recepcionista le entrego las llaves e inmediatamente se dirigieron al ascensor para subir hasta la habitación.

La suite era esplendorosamente grande y lujosa, Deidara la recorrió con curiosidad. Fue hasta el gran  balcón para sentir la helada brisa chocar contra sus mejillas, las luces de la ciudad brillaban en sus ojos así como las estrellas y la redonda luna. Se inclinó sobre el borde del balcón y dirigió su vista por curiosidad hacia abajo contemplando la gran altura en la que se encontraba, y pensó en cómo le gustaría tener alas para volar.

—No te vayas a caer. —Le advirtió Madara. —No querrás suicidarte… ¿o sí?

—No. —Contestó a secas para entrar nuevamente a la sala.

El timbre de la puerta comenzó a sonar y Madara se dirigió a ella para abrir la puerta. Entró una persona del servicio con un carro lleno de comida que acomodo todos los platos en la extensa mesa del comedor, después se retiró con una gran propina que le había dado el Uchiha.

—Toma asiento. —Madara le indicó la silla frente a él.

Madara le sirvió champagne en una copa antes de sentarse en la mesa. Deidara comió un poco de los refinados platos, eran deliciosos pero no tenía mucho estomago para comida en ese momento, sin embargo se bebió la champagne rápidamente y Madara volvió a servirle.

—¿Vas a querer emborracharte otra vez? —Le  comentaba Madara de forma venenosa.

—Eso no te importa. —Contestó con molestia.

—Vaya que me saliste insolente.

Después de cenar Madara lo llevó a uno de los sofás, ordenándole que recostara su cabeza sobre el regazo de él. Se recostó de lado, el azabache acomodaba su cabello detrás de su oreja y comenzaba a acariciar las hebras doradas y su rostro.

—¿Volviste con Itachi? —Madara con su dedo índice delineaba con atención los labios del rubio.

—Eso quisiera, sería lo más maravilloso que me pudiera pasar. —Sonrió con melancolía pensando en el apasionado beso que se había dado con Itachi en aquel matrimonio.

—Más te vale.

Madara se levantó para buscar algo entre sus cosas y Deidara aprovecho que estaba a sus espaldas para empezar a grabar con su celular, lo dejó un poco escondido para que no pudiese ser visto.

—Toma. —Madara volvió a tomar asiento junto a él con dos copas de champagne y una se la extendió a Deidara quien la recibió para comenzar a beberla. Quizá que si se embriagaba de nuevo podría llevar mejor la situación, a lo que después pensó que podía estar teniendo problemas con el alcohol.

De todos modos bebió todo el líquido de la copa mientras pensaba en cómo decirle las palabras a Madara sobre el asesinato contra su propio hermano. Creyó que lo mejor era actuar con cautela y no mostrarse desafiante para no inculcar la rabia en Madara. Deidara recargo su cuerpo contra el otro, apoyando su cabeza sobre el hombro para luego ser rodeado por sus brazos en un abrazo.

—¿Por qué me odias? —Deidara preguntó con un tono triste y a la vez dulce, como una forma de actuación.

—No te odio. —Le respondió con una sonrisa satisfactoria. —Si te odiara desde el principio me hubiese desecho de ti.

—Entonces…—Deidara desconfiaba de todas las palabras de Madara. —¿Por qué me haces esto?

—¿Qué cosa?

—Dañarme, me estás lastimando y mucho. —Deidara apretó sus dientes como signo de rabia, el deseo de descontrolarse y golpear a ese hombre acrecentada dentro de sí, pero tenía que calmarse. —Me obligaste a romper con Itachi, me amenazas y…

—Es porque eres mío. —Madara le recalcó. —Desde el momento en que te vi, el deseo de poseerte en cuerpo y alma me invadió, y cuando volviste a este país vi mi oportunidad.

—No le pertenezco a nadie. —Mostraba algo de enfado pero pronto se calmó, de una manera le pertenecía a alguien y ese era Itachi. —¿Por qué habría de pertenecerte?

—Porque quiero.

—Y porque quieres me dañas como te da la gana. —Deidara apenas se podía controlar ante el enfado que le provocaba Madara.

—No creo que te esté dañando, solo te estoy enseñando las cosas como son. —Madara tenía cierto grado de sarcasmo en su voz.

—Me dañaste desde el primer día en que te vi. —Se soltó del agarre de Madara para tenerlo cara a cara. —Vi a tu hermano Izuna morir frente a mí, lo mandaste a asesinar y yo lo vi todo, no sabes lo horrible que fue ver eso cuando apenas era un niño  y después me llevaste a tu habitación para abusar de mí. —Lágrimas de rabia se acumulaban en sus ojos ante la impotencia de los hechos que habían acontecido en su vida y de lo que pasaba ahora en el presente, era como si no pudiese escapar.

—Si asesine a mi hermanito no es asunto tuyo, no debiste estar ahí para observar, eso fue culpa tuya. —Madara se abalanzó sobre él ocasionando que su cuerpo cayera de espaldas contra el sillón mientras las manos de Madara apresaban su cuello con fuerza. —Y con respecto a lo otro es porque quiero y me perteneces.

—B-basta. —Pidió Deidara con dificultad, Madara lo estaba ahorcando y apenas podía respirar. —Por f-favor…

—Está bien. —Le dijo soltándolo. —Pero recuerda que no me debes hacer enojar.

Deidara comenzó a tomar boconadas de aire, su garganta dolía por la fuerza que habían ejercido contra su cuello. El terror lo había infundado, Madara era tan cruel y desalmado que en situaciones como esta  el pánico lo acaparaba.

Noto que Madara se alejaba hasta donde estaba la botella de champagne, sirvió dos copas pero lo que le extraño era las gotas que ponía en uno de los vasos.

—Toma esto. —Volvió junto a él y le extendió la copa donde había puesto ese extraño líquido.

—No lo haré. —Tenía desconfianza de lo que pudiera ser, podía ser hasta veneno.

—Haré como que no te escuche. —Madara estaba impaciente y de nuevo le extendió la copa que Deidara no aceptó por segunda vez.

—¡No! es veneno ¿Acaso quieres matarme? —Se rehusaba a beber eso. —¿Por qué no te la tomas tú?

—Está bien, aunque no creo que sea muy conveniente para ti después de todo. —Deidara se extrañó con las últimas palabras, no sabía que era lo que quería decir. Al final Madara bebió de la copa.—¿Contento?

—Sigo sin confiarme…

—¡Hazlo mierda! —Madara se lanzó contra él tomándolo con fuerza de los cabellos ocasionando que Deidara soltara un pequeño grito de dolor. —¡Te dije que no me hicieras enojar!

—Ya ¡Basta! —Deidara llevó sus manos hasta la de Madara tratando de detener la fuerza ejercida, que ahora tiraba con más fuerza. —Está bien, lo haré, lo haré.

—Bien. —Madara lo soltó con una sonrisa satisfactoria para llenar la copa media vacía con más champagne y poniendo más ese extraño líquido.

Su cuero cabelludo dolía y masajeó con sus dedos para mitigar el dolor. El terror lo invadía nuevamente, Madara estaba siendo muy violento y además le preocupaba el extraño contenido que había puesto en las copas.

Madara le extendió la copa que aceptó dudoso y se lo tomó todo ante la mirada la peligrosa mirada.

—Relájate. —Madara besó su frente. —Iré a preparar el jacuzzi.

Recordó entonces la grabación y esperó a que Madara desapareciera de su vista para buscar su teléfono, le bastó con comprobar que la grabación seguía en curso y la detuvo. No quiso arriesgarse a escuchar el audio por si el azabache aparecía nuevamente.

La voz de Madara lo llamaba desde el baño y fue para allá, encontrándose con él metido en el jacuzzi junto a toda la espuma y las burbujas, y bebiendo una copa de champagne mientras le dirigía una mirada deseosa.

—Desvístete. —Deidara obedeció sintiendo un extraño calor envolver sus mejillas y el resto de su cuerpo, debía ser por el alcohol pero había algo diferente que un simple estado de embriaguez.

—¿Qué pasa? ¿Comienzas a sentir el efecto? —Madara soltó una risa burlona. —Es por la droga que tomaste.

—¿Me drogaste? ¿Eso era una droga? —Comentó consternado.

—Digamos que es como un afrodisiaco. —Le respondió. —Ahora ven con tu papi.

 Dirigió una mirada de enfado hacia Madara, odiándolo por la absurda idea que se le había ocurrido. De seguro las extrañas sensaciones que comenzaba a sentir se irían acrecentado hasta nublar su razón.

Para no mojar tanto su cabello lo recogió en un moño con unas horquillas que traía en su pantalón. Caminó desnudo hasta el jacuzzi y se sumergió gozando de la exquisita agua tibia moverse por el hidromasaje y de toda la espuma que había en ella.

—Acércate. —Deidara acató las órdenes. Se sentó con sus piernas a cada lado y Madara entre ellas, chocó su intimidad con el sexo alzado del azabache por el empuje que le daba contra él para pegar sus cuerpos.

Madara atrapó sus labios para fundirlos en un lujurioso beso, Deidara correspondió como impulso extrañándose por las reacciones de su cuerpo, estaba excitado y su parte lógica se esfumaba para concentrarse en el deseo carnal.

Recibía con gustos las caricias y correspondiéndolas al mismo tiempo. No pensaba que la persona con quien estaba era Madara, su mente estaba confusa y su libido ardiente.

Su entrada cedió ante la estocada de Madara y sus paredes recibieron gustosas el excitado miembro. Comenzó a cabalgar sobre él metiendo y sacando todo ese pedazo de carne, Madara lo ayudaba tomándolo de la cintura o de su trasero logrando embestidas más rápidas y profundas.

La sangre se acumulaba en sus mejillas otorgándole un sonrojo y las deliciosas corrientes eléctricas  viajaban por todo su cuerpo hasta su cerebro. Cada célula de su piel estaba tan sensible a cada toque, a cada caricia que el placer recorría sus venas como un elixir.

Los gemidos y jadeos escapaban de su boca como un canto constante. No era consciente de nada, solo del placer que le era producido en ese instante y todo por aquella droga que había tenido unos impresionantes efectos sobre él y de la que ahora no era consciente.

Madara lo masturbaba al ritmo de las descontroladas y salvajes embestidas. Lo ahogaba con lascivos besos en su boca como si quisiera quitarle el alma por ese medio.

 El orgasmo llegó por ambas partes en un grito de éxtasis con músculos temblorosos por el desorbitante placer al que habían sido expuestos. Sus respiraciones agitadas trataban de volver a la normalidad después de aquella faena.

Siguieron su acto carnal en la espaciosa cama envueltos entre las sabanas, con ávida lujuria cubiertos en el frenesí del placer. La noche pasó sin descanso alguno hasta saciar todo el deseo y la excitación que los enviciaba. Deidara no fue consciente durante toda la nochede sus actos, drogado por aquella sustancia que había tomado y penetrado en su cerebro.

A la mañana siguiente despertó con un terrible dolor de cabeza, observó a los dueños de los brazos que lo apresaban contra su pecho, Madara dormía plácidamente.

Recordó vagamente la noche anterior, lo que más había hecho era tener a Madara entre sus piernas penetrándolo con salvajes estocadas y al parecer lo había gozado. Después hizo memoria y se acordó de la extraña droga que había tomado, de seguro había sido la responsable por sus insensatas acciones pero sintió asco de sí mismo.

Se removió entre los brazos ocasionando que Madara despertara, abriendo sus ojos y pestañeando para acostumbrarse a la luz.

—Buenos días. —Lo saludó.

—Buenos. —Deidara contestó a secas.

—No te levantes aún. —Exigió Madara queriendo disfrutar de la comodidad que tenía en esos momentos.

Deidara acató ante la petición solo por unos momentos hasta que el celular del Uchiha comenzó a sonar estruendosamente viéndose obligado a buscarlo y contestar.

—¿Qué pasó? —Habló la imponente voz de Madara para la persona que estaba al otro lado de la línea.

—¡¿Cómo no se percataron antes?! —Madara estaba enfurecido parecía que iba explotar de la rabia. —¡Arreglen el asunto! Son todos unos incompetentes, si no lo reparan terminaré por acabar con todos ustedes.

Madara cortó la llamada y Deidara se sentó en la cama tomando las sabanas con nerviosismo por el estado en que se encontraba el Uchiha.

—Son unos idiotas. —Le comentó a Deidara. —Ven, vamos a ducharnos.

Se levantó rápidamente para seguirlo, no quería que se desquitara con él por lo que callado se vio obligado para realizar todos sus deseos.

Terminaron por tomar desayuno juntos en la habitación y acto seguido bajaron hasta la entrada del hotel para irse, al parecer Madara tenía algunos problemas por lo que debería ir a solucionarlos.

Deidara fue inmediatamente a su hogar, subió a su habitación y comprobó que el audio se escuchaba perfectamente. Entusiasmado por su logro llamó a Pein para comunicarle la noticia y le dijo que se juntarían en unos días más y para pasarle la grabación.

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Al día siguiente Deidara despertó al sentir una fuerte discusión entre sus padres, ellos nunca peleaban aunque solo por tonterías pero esta vez la cosa parecía ir seria. Quería averiguar lo que estaba sucediendo, por lo que tomó una de sus largas batas de seda y fue hasta dónde provenía el ruido.

 —¡Deidara! —Minato estaba extrañamente furioso y todavía más cuando lo vio aparecer. —¡Ven acá¡

Se sobresaltó al ver a su padre tan enfadado y decidió obedecer ante la autoritaria voz. Su madre también parecía alterada e igual de enojada que su padre, se sintió confundido, no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando.

—¡¿Qué significa esto?! —Kushina le aventó el diario del día y extrañado buscó algún contenido que pudiese explicar el estado de sus padres.

Su vista viajó hasta una foto de él junto con Madara; los dos se encontraban dándose un beso. Fue anteayer cuando se juntó con él afuera del hotel, recordaba que le había dado un beso en los labios y afirmaba su cintura con posesión, justo como aparecía en la foto. Leyó el titular: “A pesar de los problemas que afectan al Holding Uchiha, su cabecilla principal, Madara Uchiha se divierte junto al hijo mayor de la familia Namikaze ¿Será un nuevo romance?” Siguió leyendo más abajo: “La pareja fue vista en un lujoso hotel besándose en las afuera, y según testigos ambos pasaron toda la noche en la suite presidencial…” Lo único que hacían era especular y producir chismes, de cierto modo era cierto pero no era para nada un romance y menos algo que disfrutara.

—E-es mentira. —Dijo con temeridad a sus padres, no sabía cómo solucionar el problema de ahora.

—Fue ese mismo día donde pediste permiso para juntarte con unos amigos. —Kushina enfrentaba a su hijo mientras Minato paseaba inquieto por toda la sala. —Te juntaste con él, así que no nos mientas, además la foto está clara.

—¡¿Tienes algo con Madara?! —Minato se dirigió a Deidara quien estaba sentado en el sofá. —Es mayor que tú, mucho mayor, incluso más que yo ¿Cómo puedes? Es incorrecto y además apareces en los chismes justo antes de que comience mi cargo oficialmente.

—Pero papá, yo… —Deidara se sentía mal por todo el lío a causa suya, sabía que estos asuntos eran delicados y más si se implicaba a miembros de familias importantes, podía afectar su imagen algo que era muy importante dentro de la sociedad y por sobretodo en el círculo de la política donde estaba su padre.

—Confiamos en ti y nos engañas. —Su padre lo miraba con desaprobación. —Ahora ve a tu cuarto, tendré que arreglar este asunto.

—Papá…—Minato no lo quiso mirar, le dolió y su madre le hizo una señal para que saliera inmediatamente de allí.

Con la cabeza gacha fue corriendo a su habitación para encerrarse. Se tiró a la cama, se cubrió con las sabanas y llevó la almohada contra su cara para apaciguar un grito de frustración. Se sentía fatal por los nuevos problemas que se atravesaban en su camino, sobre todo por la reacción de sus padres y también por traerles problemas que les causaba a ellos.

—¡Deidara! —Naruto había irrumpido en su habitación. —Me mentiste.

—¿Qué dices?

—Me mentiste, dijiste que no ibas a salir con él y ahora sales en el diario. —Naruto le reprochaba.

—Está bien, mentí…—Dijo. —Hice mal, lo sé.

—¿Qué te está pasando? Tú no eras así. —Naruto no dijo nada más y salió de su vista.

Ahora se sentía más frustrado, no podía decirle nada a nadie, se sentía tan solo. Si tan solo Itachi estuviera a su lado le bastaría, le daría fuerzas para enfrentarse a la situación o al mismo Madara.

Terminó por tomar una ducha y arreglarse para después bajar e intentar hablar con sus padres. Iba a salir cuando vio un auto entrar, se dirigió a la ventana que daba al costado y vio que del auto bajaban los dos señores Uchihas, seguramente habían ido por la situación ya que a ellos también les implicaba.

Abrió la puerta de su habitación cuando vio que su madre iba a abrirla.

—Deidara, ven conmigo. —Su madre le miraba seria. —Debes una disculpa.

Deidara caminó detrás de su madre sabiendo a lo que se refería. Tenía que disculparse con los señores Uchihas y con su familia por su comportamiento inapropiado, solo esperaba que Madara no llegase a su casa, de seguro se armaría un buen lío si lo hacía.

Los vio sentado junto a sus padres, saludó a los invitados y ante la mirada de su padre pidió disculpas inmediatamente.

—Les pido una sincera disculpa por mi comportamiento inadecuado. No ha sido mi intención pero termine perjudicándonos a todos, ruego que me perdonen.

—Ahora eso no importa. —Habló Fugaku. —Debemos arreglar el asunto, Madara no contesta mis llamadas.

—Y las mías tampoco pero tenemos que actuar cuanto antes, hay que desmentir el asunto. —Dijo Minato.

—En efecto, antes les había advertido a unas revistas para que dejaran en paz a mi familia y no inventaran chismes, no es la primera vez que pasa. —Añadió. —Ahora la situación es más complicada por la foto tan grafica que muestran, pero aun así inventaremos algo para desmentir.

—Bien, diremos que aquel contacto que se muestra no es más que por el ángulo desde donde se tomó la foto. —Su padre ya había ideado alguna explicación. —Diremos que ambos se encontraron, Madara invito a mi hijo a cenar en el hotel por cortesía y nada más que eso, el resto son calumnias e inventos.

—Muy bien, hablaré con mis abogados para arreglar el asunto y hacer una declaración pública para que sepan que no tememos nada.

—Hablaré con mis abogados por igual. —Comunicó Minato. —Nos mantendremos en contacto.

Acompañaron a los invitados a la salida, ya estaban en el auto a punto de irse cuando de pronto y sorpresivamente apareció Itachi conduciendo su auto con velocidad y estacionarlo apresurado en la calle.

Itachi traspasó la reja a pesar del intento del guardia. Deidara vio como venía directamente hacía él, estaba hecha una furia y de seguro el motivo era por la foto en el diario. Tomó con fuerza el antebrazo de Deidara para arrastrarlo al interior de la mansión a pesar de los gritos de las dos familias para que soltara al rubio.

Subió las escaleras ya dentro y lo llevó a una de las habitaciones de huésped para encerrar la puerta con pestillo.

—¡¿Todo este tiempo me mentiste?! —Itachi lo lanzó contra la cama que se encontraba allí. —Me mentiste desde un principio.

—¿De qué hablas? —Dijo Deidara mirándolo con terror y confusión, suponía que Itachi estaría enojado pero no que estuviese perdido en el descontrol.

—¡Itachi, abre la puerta maldita sea! —Escuchó la voz de Fugaku desde el otro lado de la puerta seguido de las de su padre y su madre.

—Me trataste como un tonto todo este tiempo. —Itachi estaba encimado sobre él con ambos brazos a cada lado de su cabeza de manera que no pudiese escapar. —Ve esto, y no lo niegues porque está claro como el agua.

Itachi le mostró un video en su celular, no entendía que pudiese haber en ese video pero cuando identifico lo que era; el desconcierto y temor a la vez lo estremecieron.

La imagen era clara, el video lo mostraba a él y a Madara cuando tuvieron sexo en el jacuzzi y posteriormente en la cama del hotel. Se notaba que ambos estaban disfrutando como amantes deseosos de cada uno, y todo fue por aquella droga que le hicieron tomar.

En el video se podía entender que Deidara estaba gustoso con la presencia del otro, besándolo con ganas y moviéndose al frenesí del placer que lo hacía gemir y jadear.

Todo fue plan de Madara, lo drogó, luego lo grabó y edito el video para después mandárselo a Itachi. No podía creer que había caído en esa trampa, ahora no sabía cómo explicarle a Itachi todo aquello si las imágenes mostraban lo que Madara quería dar a entender y justo ahora que tenía un ápice de esperanza para recuperar a Itachi.

—Me tomaste el pelo, desde el principio eras su amante. —Itachi tenía dolor y furia en su mirada. —Te acostabas con él y conmigo a la vez. —Agarró con fuerza las muñecas de Deidara.

—Es mentira—Deidara miraba con miedo a Itachi, parecía fuera de sí. Quería decirle todo y acabar con todo el engaño que Madara había armado. —¡Me drogó! …,y luego lo grabó solo para mostrártelo.

—¡¿Crees que me tragaré todas tus mentiras?! —Los labios de Itachi apresaron los suyos con violencia. —¿Te gusta que mi tío te toque? —Le decía entre besos para luego dar mordiscos y besos en su cuello. —Sí te gusta…, porque gimes como una gata en celo.

—¡Basta Itachi! —Deidara no aguantaba aquel trato que le daba su amado, sentía como si lo apuñalara en el corazón. —Yo te amo…, te amo. —Decía en un gimoteo con las lágrimas de desesperación nublar su visión.

Itachi lo besaba y acariciaba con rabia, dañándolo en el proceso pero más le lastimaba el estado de Itachi, estaba tan dolido, tan atormentado que no estaba en sus cabales.  

—Nunca me amaste, pero yo si lo hice. —Le dijo Itachi para volver a besarlo con brusquedad a la vez que hacía ánimos de romper su ropa.

Deidara trataba de empujar a Itachi con fracaso, al tiempo que escuchaba a los demás detrás de la puerta, reclamando para que la abriesen.

—¿Por qué me haces esto? —Dijo Itachi.

—No es así, no es así…T-todo es un plan de él. —Le costaba decir esas palabras por la fuerza que ejercía contra su cuerpo pero ya era hora de decirle todo, no quería más de esa ruptura que los hacía lastimarse.

El sonido ensordecedor de la puerta siendo abierta por un fuerte golpe alarmó a Deidara. Minato fue el primero en llegar hasta la cama para sacar a Itachi encima de su hijo, pero Itachi se aferraba a él y no lograba soltarlo por lo que Fugaku ayudó a que finalmente se apartara de Deidara.

—¡¿Qué le estabas haciendo a mi hijo?! —Minato se encontraba alterado por la actitud de Itachi contra su hijo.

—¿Qué significa este comportamiento Itachi? —Hablaba esta vez Fugaku tomando a su hijo del brazo, quien ni se inmutaba por el reto de su padre. —¿Qué tienes en la cabeza?

—Fugaku, es mejor que nos vayamos. —Decía Mikoto para su esposo, algo angustiada por toda la situación.

—Bien, perdón por las molestias es mejor que nos vayamos por ahora, luego hablaremos. —Dijo Fugaku. Minato asintió y Kushina fue con ellos para dejar a los tres Uchihas en la salida.

 Deidara se había quedado allí sentado en la cama observando a Itachi con dolor. Se sentía tan mal en ese momento, su cuerpo acompañaba la angustia.  Apenas podía respirar con su corazón latiendo a tanta velocidad, el aire casi ni entraba a sus pulmones sintiendo ahogarse y desesperarse a la vez.

Llevó una mano a su garganta como reflejo y comenzó a respirar aceleradamente, se levantó de la cama tratando de ir en busca de aire pero apenas puso un pie se desplomó y Minato corrió en su ayuda viendo el estado en que se encontraba.

—¡Deidara! —Exclamó Minato sosteniendo a su hijo.

—E-es mentira…, todo es una mentira. —Susurró costosamente por su respiración tan acelerada.

Pudo levantarse y dirigirse a la ventana para abrirla e inspirar un poco más de aire. La ventana daba hasta la calle y pudo ver a Itachi subiendo al auto junto a sus padres, sintió un profundo dolor en su pecho herirle hasta el alma.

—Itachi… —Sollozó viéndolo desde lo lejos.

No podía soportar verlo así, tenía que saber toda la verdad a pesar de las consecuencias pero después se las arreglarían, debía acabar con el daño que se estaban haciendo. Corrió hasta el pasillo para ir en su busca pero tropezó antes de llegar a las escaleras, Minato fue a buscarlo sosteniéndolo para que no intentase correr otra vez.

—¡Déjame ir! —Deidara le pedía a su padre entre gimoteos y lágrimas que empapaban su rostro. —¡Quiero hablar con Itachi!

—Ya basta, cálmate Deidara. —Le dijo Minato aun aferrándose a su hijo para que no saliera corriendo, podía hacer cualquier locura  en ese estado.

En ese momento entro Kushina y se acercó a su hijo tratando de calmarlo al igual como lo hacía Minato, ambos estaban preocupado por su hijo que se mostraba tan desequilibrado últimamente y el asunto de ahora no hacía más que empeorar las cosas.

Al final llevaron a Deidara a su habitación y lo recostaron para que pudiese descansar a pesar de que no podía hacerlo por el descontrolado llanto que lo sacudía.

Pidió que lo dejaran solo por un momento, y a pesar de rehusarse en un principio sus padres accedieron. Cuando salieron de la habitación fue en busca de su teléfono, tenía que intentar llamar a Itachi, decirle toda la verdad porque ya no  podía seguir tolerando más aquella situación.

Llamó innumerables veces a Itachi pero este no le contestaba, aun así tenía la esperanza de que lo hiciera. Dejó un montón de mensajes en el buzón de voz esperando que los leyera.

Cansado de tanto llamar, decidió dejar el celular a un lado y entrecerrar sus ojos hinchados. A penas estaba sucumbiendo ante el cansancio para disponerse a dormir, el teléfono comenzó a sonar.

Ansioso por contestar fue en busca del aparato, tenía las esperanzas de que fuese Itachi quien se animaba a hablarle pero estas desaparecieron cuando leyó a quien le pertenecía el número de la llamada entrante.

—¡¿Qué es lo que quieres?! —Dijo para Madara quien era el que estaba al otro lado de la línea.

—¿Viste los periódicos? Supongo que ya lo hiciste al igual que tus papis y los demás. —Le dijo Madara con su típico cinismo.

—Te odio, no sabes cuánto. —Tenía tanta rabia contra aquel hombre que lo único que quería era tenerlo enfrente y poder golpearlo para descargar toda su ira.

—¿Has hablado con Itachi hoy? —Preguntaba con presunta inocencia.

—¡Muérete! No sé cómo es que caí en tu estúpida trampa. —Dijo todas las palabras de forma atropellada. —¡Eres un maldito puerco mal parido! Me das asco, sucio inmundo ¡Púdrete en el infierno!

Cortó la llamada y tiró el teléfono a un lado. Madara lo hacía odiarlo cada vez más y no podía librarse de él pero lo que más le preocupaba era Itachi, Madara sabía que le había dicho el secreto que había guardado por tanto tiempo y eso era extremadamente peligroso, además no podía confiarse de que Itachi estuviese a salvo, necesitaba decirle que Madara sabía lo que le había contado.

Notas finales:

Creo que el siguiente capitulo o el subsiguiente será más emocionante en todo el tema de los planes de Madara y eso, dependiendo de cuanto extienda algunas cosas que pasaran o si me decido por hacer otras cosillas también.

En la última parte del capi quería relatar el descontrol y cierto grado de locura de Itachi por todo lo que esta creyendo (haber sido engañado todo el tiempo en una falsedad venenosa) Y a Deidara que se siente culpable por todo.

Quiero aclarar ahora que eso del Hashidei será algo bien bien bieeeeeen leve y el Kakadei será tambén leve, no tanto como el Hashidei pero menos que el Sasodei. Es algo que estaba resolviendo hace unos días.

Aaa y por cierto me atrasaré con las actializaciones ya que luego como dentro de una semana tengo que entrar a la universidad D: y el año pasado tambien estaba pero en otra carrera y tenía un fic del que me faltaba solo un capi por terminar y apenas lo pude subir como en las vacaciones de invierno, pero esta vez estoy más rápida para escribir :D así que no creo que me demore tanto.

 


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