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Too young to die por Andhara

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Notas del capitulo:

Pium! Tomad pedazo de título.

No lo he dicho antes, pero los titulos de los capítulos son frases de canciones de estilo punk, grunge o alternativo en general que considero que tienen alguna relacion con el capítulo (probablemente solo tengan relacion en mi retorcida cabeza)

Sigo diciendo que me dejeis comentarios. Aunque sean: ey Andhara, tu fic es una mierda. Ese comentario me hará feliz porque sabré que opinais y es lo mas importante para mi. No tener ninguno me da la sensacion de que la gente abre la pestaña y automaticamente la cierra. *¿Hay alguien ahi?*

Bueno, iendo al tema. En el capítulo no pasa nada demasiado revelador pero lo considero neceario para que los personajes vayan asimilando que esta pasando y eso.

Espero que os guste!! Y Feliz año nuevoooooo!

Canción del título: London Calling, The Clash

Decir que estaba hecho un lio era quedarse sumamente corto. Ryu llevaba días y días dándole vueltas a la cabeza. ¿Que se suponía que tenía que hacer ahora? Shino le había dado un beso. Se escudaba en que él no había respondido, pero algo dentro de él le decía que si hubiera durado unos segundos más seguramente habría acabado devorándole la boca y el alma al pelirrojo. Mientras una parte de él gritaba desesperada por la cordura, la otra le pedía más. Más de esos ojos felinos, más de esos labios con sabor a ceniza, más de toda la rebeldía que Shino emanaba.

De alguna forma Shino representaba todo lo que él un día había querido y nunca había sido capaz de hacer: desafiar las normas. Quizás por eso se sentía tan atraído hacia su persona y deseaba su aprobación.

Los echos de hacía unos días lo habían descolocado por completo. Ese beso podía no significar nada, una meada en los convencionalismos. Si era así, Ryu quedaría como un estúpido si le daba demasiada importancia. Si por el contrario era algo más, Ryu andaba perdidísimo. Fuera lo que fuera, para Ryu había sido algo, aunque pretendiera ignorarlo. Pronto llegó a la conclusión que la mejor opción era hacer como si nada. Sí, se habían besado. ¿Y qué? Si lo ignoraba el tiempo suficiente pasaría como con su jersey y lo acabaría olvidando. Un espejismo que nunca existió, como nunca existieron sus ganas de ir mucho más allá.

Entre tanto debate interno y miedo los días habían ido pasando. Ryu había evitado a toda costa encontrarse con Shino, aunque tuviera claro cómo debía actuar. Por esta razón ni siquiera se había acercado a la azotea, no fuera que el punki andará por allí. Así que hizo una semana escolar de relativa bondad. Era ya el miércoles siguiente después del incidente  y estaba recogiendo sus cosas de la mesa para irse a casa.

- Parece que a alguien le da igual perder su bonito jersey de lana.

A Ryu se le congeló la sangre. Shino hablaba a su espalda con voz pausada, inquirente. Sabía que le había estado evitando. Si lo que pretendía era simular despreocupación desde luego lo había estado haciendo como el culo.

-Un par de días más y pasará a ser parte del patrimonio Matsuoka, la verdad es que me gusta mucho.

-¿Entonces porque vienes a recordármelo?- Ryu se giró, retador. Quizás Shino había captado que le evitaba, pero él había descubierto que si venia expresamente a su clase a eso era porqué le molestaba.

-¿Quién sabe? Puede que sea mejor amigo de lo que pensaba… O puede que simplemente quisiera saber si seguías con vida. – Shino le miró con los ojos afilados, retándole a un juego que Ryu tenía pánico de jugar.

Shino le llevaba ventaja. Aceptaba como si nada que le molestaba su actitud. El moreno se sintió un cobarde pero mantuvo la mirada alta contra el león.

-¿Cuándo puedo recuperar mi jersey?- Ryu había decidido coger el toro por los cuernos intentando tener él el control de la situación.

-Hoy no estaré en casa. Si quieres pásate mañana, cuando quieras. No vendré a clase. Ya sabes donde vivo. –Shino se giró y salío por la puerta de la clase a paso tranquilo.

A Ryu la cabeza le iba a estallar. No solo ese cabrón era el causante de sus quebraderos de cabeza, sino que se pavoneaba orgulloso de serlo. Iba a ir a su casa e iba a dejar claro quien mandaba, ya se había escondido suficiente.

-Ey, Ryuga. ¿Vas a tu casa?- dijo Sato, un compañero, mientras le daba una palmada en la espalda.

-¿eh? A sí sí.

 Ryu salió de su espiral de rabia y volvió al mundo. Salió del instituto junto con Sato, que vivía unas paradas de metro antes que él. Por suerte era un chico bastante divertido y le mantuvo entretenido durante el viaje, hasta que llegó la pregunta.

-¿Des de cuando te llevas con Matsuoka? Es un tío raro Asahara, no es buena compañía.-Sato le miraba con preocupación en la mirada.

- Empezamos a hablar hace dos semanas, tampoco pienses que somos muy amigos ni nada así. No es mal chaval.

-Nose tío. Ya sabes, todo eso de la protectora de menores y tal, y las expulsiones. No me da buena espina.

- ¿Qué?- Ryu se quedó impactado por las palabras del chico. No sabía nada de eso.

-¿Cómo? ¿No lo sabías? Estaba bajo custodia estatal hasta que cumplió los 18, pero tiene que acabar el instituto o algo así. Me dijo Kou, de su clase, que su padre mató a su madre de una paliza o algo así. La cuestión es que no le expulsan definitivamente por eso.

Ryu se quedó helado. No tenía ni idea de nada. Captó que en la historia había un alto grado de invención pero igualmente debía tener una base cierta. ¿Por eso vivía solo? Recordó como Shino dijo al chico de la cresta que había estado de mudanza. ¿Era porque ya era mayor de edad?

 De repente toda la imagen que tenía de Shino se resquebrajó. Lo consideraba un chico como él, que había roto con su familia y todo el rollo, alguien a quien admirar. Ahora sólo sentía pena. Y además también se sentía como un niñato mal criado. Como había llorado por mama el día del concierto, como Shino le dijo que les avisará para que se quedaran tranquilos.

Entonces se dio cuenta. Siempre había visto a Shino inalcanzable, a años luz de distancia. Ahora no solo lo veía aún más lejano, sino que entendía el porqué.  Jamás podría equipararse a él ni ser su amigo, siempre le vería como el niñato con la vida resuelta que juega a ser diferente.

-¿Estás bien?

- Creo que sí.

El resto del trayecto permanecieron en silencio. Ryu olvidó su beso, olvidó el calor de su cuerpo. Sólo podía pensar en su desdicha. Y por ello, aún se sintió más gilipollas.

--------------

Ese día hacía un calor sorprendente para estar en invierno. Shino siempre había sido bastante caluroso y entre eso y que su apartamento era pequeño como una puta celda hacía una temperatura más que agradable. Con la música a todo volumen Shino se paseaba de un lado a otro de la casa sin camiseta y con los pantalones desabrochados. Libertad en estado puro.

-I left my baby and it feels so bad! I guess my race is run!

Tocó el timbre. Era raro recibir visita, más a esa hora de la mañana. La gente estaba jodidamente demacrada. Abrió la puerta de repente, sin pensar demasiado. No era un yonki. Era Ryu.

Ryu le miro de arriba abajo y apretó los puños. Joder. Era una puta bestia. Llevaba el pelo enmarañado, haciendo contrastar aún más su mitad rapada. Era delgado pero tenía la espalda ancha, más de lo que parecía vestido. Debajo del ombligo una línea de pelo que se debería perder por debajo del pantalón pero al llevarlo desabrochado dejaba ver más de lo que debería. No llevaba calzoncillos. Ryu se tensó de pies a cabeza. No debería haber ido. Siqueria tener el control ya lo había perdido.

Shino sintió el escudriño. En cierta manera se sintió complacido, pero la mirada oscura del mayor le intimido más de lo que debería.

-Mierda, no me acordaba que venias. Aún no he lavado el jersey. Si quieres te lo meto ahora en la lavadora, pera tardará un rato.

-No me importa llevármelo sucio.- Ryu seguía tieso como un palo.

- Venga tío. Tu familia pensará que soy un cerdo, dos semanas con el jersey en casa y sigue sucio. Encima me lo he puesto. Pasa, anda.

Ryu traspasó el umbral de la puerta y el Shino se metió en su habitación. Salió al momento y se perdió por el pasillo a la izquierda. Ryu no había ido más allá de la habitación, así que no tenía ni idea de por donde se estaba moviendo. Shino gritó des de la habitación del fondo:

-Iba a empezar a cocinar ahora. Si quieres puedes quedarte a comer. ¿Has salido ahora de clase, no?

Ryu se adentró por el pasillo y descubrió que la habitación en cuestión era una pequeña cocina con una mesa y dos sillas. Shino removía cacharros en la encimera, de espaldas a él. Los músculos se le movían bajo la piel y la columna se le marcaba al inclinarse. Le asaltó la tentación de morderle cada hueso y besarle cada vertebra de la espalda, pero se mantuvo quieto. Nunca se había sentido atraído por un chico, nunca. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza. Ahora todas sus convicciones se perdían entre los omoplatos del muchacho.

-¿Qué me dices?- Shino se giró sonriente, parecía contento de tener visita.

La sonrisa azotó en la cara a Ryu cual puñetazo. Era blanca y perfectamente alineada. No recordaba haberla visto antes.  Una sensación de vértigo le alertó, tenía que salir de allí, rápido.

-Nono, me iré a casa. Supongo que me esperan mis padres para comer.-mierda, padres. Shino era huérfano o algo, joder.

Pareció que no se inmutaba y siguió sonriente:

-Supones. En cambio yo te lo aseguro. Va, hazme compañía un rato.- torció la sonrisa de forma ladina.

A Ryu le saltaron todas las alarmas. Entre eso y la conversación del día anterior le quedaba claro que fueran cuales fueran las intenciones de Shino no se pretendía quedar en un beso casto. Y Ryu volvía a estar dividido. Una parte le gritaba huir de allí y otra…

-De acuerdo, pero me iré pronto.- mierda, pensó.

Shino sonrió ampliamente, declarándose vencedor. Andó hacia la mesa y fue a recoger una taza de café. Al hacerlo Ryu vio algo en sus costillas, justo donde antes tapaba el brazo. Instintivamente le agarró de la muñeca antes de que alcanzara la taza.

-Eh! ¿Qué haces?- Shino se revolvió bajo su agarre.

- ¿Qué es eso?

Ryu le levanto el brazo, observando detenidamente que era aquello que había visto. En letra fina y cursiva: Too young to die.

-¿Eh? Un tatuaje, que va a ser.- contestó rápido cual látigo.

-¿Demasiado joven para morir?

Shino le miró fijamente, demasiado:

-Es de una canción. – Ryu mantuvo la mirada, no le creía.- y un recordatorio- Shino bajo la mirada y la voz con sus últimas palabras.

- ¿Un recordatorio de que?- Ryu mantenía el agarre y la mirada, inquisitivo. Había notado la incomodidad de Shino y no se iba a rendir fácilmente.

- ¿Esto es un puto interrogatorio señor inspector?

Shino soltó el brazo bruscamente y salió de la cocina. Al volver llevaba camiseta. Se acercó al moreno y le agarró del cuello del uniforme. Ryu habría pensado que le volvería a besar si no fuera por la cara de rabia que llevaba. Realmente le asusto, pero en su cara no se movió ni un musculo. Se mantuvo estoico, mirándole des de arriba. Ahora parecía un león apunto de despedazar la presa.

-Que sea la última vez que te metes donde no te llaman. ¿Me has oído mocoso de mierda?- y le soltó.

Ryu tenía planeado indagar sobre el tutelaje y la custodia, pero después de eso valoro más su vida que la curiosidad. Pese a eso, estaba cabreado. Le había tocado los cojones. ¿Quién coño se creía que era? ¿Un puto capo de la mafia? Además, sus sospechas se habían confirmado. Mocoso. Eso es lo que era, un mocoso. Eso aún le enfadaba más. De todas formas consideró que seguir con la pelea seria abusar de la hospitalidad del chico, que ya le haba acogido en su casa dos veces. Al cabo de unos largos minutos silenciosos Shino habló, mucho más relajado.

-¿No dirás nada machote? Pensaba que los chicos de tu tamaño eran un poco menos cobardes.

Shino dijo lo último mientras sonreía. Tenía ganas de continuar la fiesta.

-Estaba pensado que quizás estaba abusando de tu confianza. Primero me colé en tu azotea luego en tu casa y luego en tu vida.

Shino entronó la vista, buscando el doble filo a las palabras. Se rindió.

-Muy bien, capullo, si te he permitido estar aquí es porque he querido. Ya sabes que puertas no quiero que abras, así que no lo hagas. Pero que no sea por caridad, hijo de puta, no la quiero.

Ryu no contestó, le había quedado claro y lo entendía. Shino no quería ni limosnas ni miradas condescendientes. Sabía dónde estaba. El rey de la selva no recibe la caridad de sus súbditos, al contrario, se los come. Y eso era lo que estaba haciendo Shino, le estaba absorbiendo en una espiral de la que tenía miedo y a la vez deseaba no poder salir. 

Notas finales:

Comentad comentad comentad comentad! No sabeis lo angustiada que me tiene tener más de 120 visitas y ningun review. 

Eso es malo? o bueno? TT

Muchas gracias igualmente a todos los que me leeis! (si es que realmente hay alguien y amoryaoi no me engaña)

Hasta la proxima!


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