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Too young to die por Andhara

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Notas del capitulo:

Hola Hola! Creo que tenia que subir el cap ayer pero he tenido problemas familiares y eso. Bueno aquí estoy hoy.

Un capítulo sencillito pero donde los sentiminetos se van aposentando. Ahí lo teneis y espero que os guste mucho mucho! 

Baal hecho de menos tus reviews :'( Vuelve a mi ladooo!

Canción del titulo: Story of my life, de Social Distorsion (una perlita señores. Recomiendo escucharla entera. Creo que es muy ilustrativa para este fic)

Había pasado más de una semana des de la pelea y Shino seguía con el labio linchado y rajado cual mandarina. No había vuelto a ver a Taro, al parecer le habían castigado por mucho tiempo sin salir y aún menos ir a Tokyo. Lo encontró lógico. Después de tanta faena arrancándolo de la miseria del centro, el chico se volvía a encontrar con su pasado y llegaba con una paliza encima.

Esa semana a Shino se le pasó lenta y pesada. Los primeros días ni siquiera podía hablar bien, aunque no tuviera mucho que decir. Todo lo que tocaba se convertía en mierda y a Taro, que consiguió escapar, le perseguía para arrastrarlo de nuevo a las sombras. Al parecer si él no era feliz nadie podía serlo, y en esos días de silencio y soledad Shino aun maldijo más por dentro a cada persona que veía reír despreocupada. No había nada por lo que sonreír en este mundo de mierda.

Tal bruma le rodeaba que le recordó a los días de su adolescencia. Le recordó a los días blancos inmaculados en el psiquiátrico, a las paredes grises y las risas huecas del centro y por último a la obscura época del piso tutelado, quizás la más negra de su vida. Se había sentido tan solo, tan perdido; sin ambiciones, sin alegría, sin vida…

Recordó mucho durante esa semana a Ren, su excompañero de piso. Fue él el que lo metió en ese mundillo, el primero que cogió la moto y le rapó el pelo, el que le agujereo la oreja y el que le puso el primer porro y la primera pastilla en la boca. Pese a eso nunca lo había considerado un amigo, ¿que había sido Ren? Un tumor, pensó con humor agrió. Había sido un cáncer de mierda que fingió sacarle de las sombras pero más bien las materializó en muros, y ya no podía salir.

Recordó también la conversación con Ryu. Al principio se sintió mal por alejarlo, pero con los días la ponzoña le iba corriendo por las venas. Se había abierto como nunca lo había hecho con nadie, no tenía ningún puto derecho a reclamar más. Así eran las amistades, pensó con amargura, dar, dar y dar hasta que la amistad misma te destruye, sumiéndote en la mierda. Le pasó con Taro y ahora le pasaba con Ryu, justo cuando pensaba que había conseguido aislarse y ser independiente emocionalmente.

Durante esa semana no vio a Ryu ni una vez, y eso que pasó mucho tiempo en la azotea. Supuso que igual que la primera vez que le empezó a evitar, había dejado de visitar ese lugar por la simple posibilidad de encontrárselo. La verdad es que se la sudaba.

Uno de los primeros días de la semana su tutora le interceptó por el pasillo. Era una chica joven, en los trenti-tantos, con esa ilusión de reformismo que tienen todos los profesores al inicio de su docencia.

-Buenos días, Shinosuke. ¿Qué tal el fin de semana?- preguntó con un claro doble sentido.

-Buenos días. Bien, como siempre. ¿Y el suyo?- Shino contestó, siguiendo con la representación de conversación banal.

- Estupendo.- Izumi sonrió ligeramente.- ¿Cómo te hiciste esas heridas? Espero que no sean graves…- seguía con cara de inocencia.

- Me caí al salir de la ducha, ya sabe, a veces el suelo es traicionero.

-Yo pongo una alfombrilla, te lo recomiendo… Hace mucho que no tenemos tutoría, ¿ya has decidido algo sobre el año que viene? Ya sabes que creo que deberías ir a la universidad, tienes un potencial muy grande Shinosuke.

- Y usted ya sabe que no tengo interés en la universidad. – empezaba a aburrirse de esa conversación.

-La universidad no es solo un puente para conseguir trabajo y tener una profesión. La universidad es la casa del saber y yo a ti te consideraba un chico inquieto.

La profesora Izumi ladeo la cabeza, retando a Shino. Si ahora declaraba no estar interesado en la universidad quedaría como un estúpido. Mantuvo la mirada a la mujer y esta se tiró del bajo de la falda pincel, incomoda.

-¿Cómo pretende que me lo pague señorita Izumi?- afiló la mirada, inspeccionándola.

- Seguro que se te concedería una beca, teniendo en cuenta tu situación.- Shino veía el brillo en sus ojos por creer estar cerca de lograrlo.

-¿Sabe? Ya he dependido suficiente de este Estado durante 18 años. No volveré a venderme y aún menos a voluntad. Gracias por su interés.

Shino se giró y se fue, dejando a la profesora con la boca entreabierta y  la culpa sobre los hombros. No volvería a molestarle en unas cuantas semanas más.

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Andaba a paso lento por el pasillo desierto. Mordiendo el bolígrafo se le reabrió la herida del labio y empezó a sangrar como una fuente. El profesor de mates le sugirió que fuera a la enfermería, aunque Shino sospechaba que lo había hecho más por sacárselo de encima que por verdadera preocupación. Su presencia solía incomodar a los profesores más ortodoxos.

La boca le seguía sangrando y la sangre hacía ya rato que le corría por la barbilla y el cuello. Pese a eso no tenía prisa, contra más tardara en ir y volver, más clase perdería. Al llegar escuchó al enfermero hablando con alguien oculto tras la cortina.

-Hola. Me caí por las escaleras el otro día y me reventé el labio. Se me ha abierto la herida y me está sangrando.

-¡Dios mío, que sangría! Siéntate, siéntate. – el enfermero le miraba con espanto.

Shino se sentó en un taburete delante de este. Desde esa posición pudo ver por completo a la persona de detrás de la cortina blanca. Le miraba fijamente, con semblante serio, ropa de deporte y el pie envenado.

-Hola.- saludó Ryu, cordial.        

-Hola.- contestó Shino.

En la enfermería se palpaba la tensión. Evitó mirar a Ryu, pero notaba que él no hacía lo mismo. Inspeccionando con mirada fija cada centímetro de piel que tenía a la vista. El enfermero le limpió la sangre y le pidió esperar mientras atendía una llamada. A Shino no le importó, más tiempo, menos clase. Al quedarse solos, mantuvo la mirada al frente, ignorando la enorme presencia del moreno.

-¿Qué te ha pasado?- habló Ryu con voz monótona.

-Me di con el cantó de la mesa al recoger una bolsa de coca del suelo.- permaneció serio, pero por dentro ardía en ácido que escupía con cada palabra.- ¿A ti?

-Me he torcido el tobillo en educación física. Estoy esperando por unas muletas. ¿Fue al salir del bar?

Shino no contestó, se levantó y empezó a curiosear con la mirada los objetos de la habitación. Escuchó como Ryu se levantaba y cojeaba hacia él, pero no giró la vista. Se colocó delante de él y alzó el brazo. Shino le miró fijamente y ante esto se detuvo por unos segundos con la mano en el aire, retomando su camino y agarrándole suave del mentón. Le giró la cara lado a lado, inspeccionando las heridas. Shino se sintió incomodo ante el escrutinio. Ryu tenía una puñetera mirada demasiado penetrante.

-¿Te duele?- Ryu hablaba calmo y suave, como si fuera un animal al que temiera asustar.

- No, ya no.-contestó seco.

Ryu le soltó y se miraron durante un par de segundos eternos. Shino tenía el ceño ligeramente fruncido. Estaba siendo un hipócrita, no podía arañarle y luego lamerle las heridas.

-Shino.-abrió la boca y la cerró varias veces, sin terminar de arrancar.- Lo siento. No se cómo me lo hago pero siempre acabo cagándola. Se lo difícil que es todo esto para ti y yo no hago más que presionarte. Pensaba que estaba por encima de esas mierdas, Shino, pero me he dado cuenta de que no. Soy un jodido egoísta. No te pediré que me abras más puertas, pero si te pido que me dejes entra en las que has abierto. Porque... joder…no…-Ryu dudaba, buscando palabras que no conseguía encontrar.

- Fuiste un gilipollas, pero yo no me quedé corto. No estoy acostumbrado a estas mierdas, dame margen.

Ryu sonrió ligeramente, aliviado de haber conseguido el perdón de Shino. Realmente se sentía culpable, parecía su padre y además una maruja cotilla. El pelirrojo, por su parte, había sentido toda la rabia diluirse en las palabras calmas del moreno. El chico tenía un buen corazón y buenas intenciones, no podía simplemente escupirle en la cara. Llegó entonces el enfermero. Mandó a Ryu sentarse y tapó la herida de Shino, dándole un par de consejos. Cuando acabó, Shino se fue y el moreno no pudo evitar mirarle el culo cuando se levantaba.

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“Ven a mi casa esta tarde”. Shino leyó la pantalla iluminada y no pudo evitar sonreír. Sí que iba desesperado el chico. Después de una semana ignorando su existencia, ahora le pedía que fuera a su casa, curioso cuanto menos. Aceptó, aunque técnicamente no le había preguntado. Pidió la dirección y esa misma tarde se presentó allí. Había pasado un tiempecillo des de lo de su casa y Shino había tenido bastante poca actividad respecto a la que tenía normalmente. Se podía decir que él también tenía la colita inquieta.

Era una casa unifamiliar bastante normal, de dos pisos y patio trasero. Tuvo que esperar para que le abriera la puerta, supuso que porque Ryu tenía que llegar hasta ella cojeando. Al abrirse apareció el moreno con un pantalón de chándal gris y chaqueta abierta a conjunto. Le quedaba bien, pensó Shino. Sin mediar palabra entró y Ryu empezó a subir con dificultad las escaleras.

-Ehh ¿A dónde vas?-dijo Shino apresuradamente, si subía así se iba a matar.

-Voy a mi habitación.-contestó como si fuera una obviedad.- Es lo único verdaderamente mío en esta casa, quiero que lo veas.

Shino no contestó, pero dentro de él lo comprendió todo. No le había invitado con intenciones sucias, solo quería enseñarle su vida, porque eran amigos. Se tendría que haber decepcionado, pero no fue así.

Después de subir con muchas dificultades llegaron a la habitación. Era grande y espaciosa, con una cama de matrimonio bajo un ventanal estrecho y horizontal que dejaba pasar la luz naranja de la tarde. A Shino el pelo le brillaba en reflejos azafranados bajo la luz crepuscular. No se le veía seco y pajizo como normalmente.

-Dijiste que no sabías nada de mi vida. No hay sitio más mío que este, supongo que es algo por dónde empezar.-dijo Ryu mientras se sentaba en la cama y perdía la mirada en su pie.

-Ahora mismo me siento avergonzado de mi casa. Mi ventana da a un puto patio de luces. Tú ves Tokyo y yo veo las bragas de las vecinas.

Ryu rio entre dientes. Shino siguió inspeccionando la habitación. Debajo del escritorio vio una pelota de baloncesto. Buscó en su memoria algún recuerdo de que Ryu estuviera en el equipo de básquet del instituto, si era así su cuerpo estaba justificado. La búsqueda resultó infructuosa, pero teniendo en cuenta que no podía decir ni el nombre del máximo anotador del equipo no le sorprendió.

-¿Juegas a básquet?-se giró para mirarle y lo encontró observándole con ojos tristes.- Ryu…No te preocupes por lo del sábado. ¿Estoy aquí, no?

El moreno suspiró y alargó la mano, cogiendo la del otro chico. Le gustaba agarrárselas, le hacía sentir que no huiría de su lado cuando pestañeara. Shino devolvió el agarre y se arrodilló delante de él.

-Eh…¿Qué pasa?-algo andaba mal.

Sonrió suavemente mientras le acariciaba la mejilla con la otra mano, Ryu no le miraba. La verdad era que le estaba ablandando. Estaba pensando en lo curioso que resultaba un chico tan grande con tal expresión infantil cuando de repente se dio cuenta del exagerado bulto en el pantalón. Eso sí que no era infantil por nada del mundo. ¿Estaba empalmado? ¿Se había empalmado por darle la mano?

-Eeehhhh...-Shino rio.- ¿Qué significa esto? ¿Eres fetichista de manos?- siguió sonriendo socarronamente.

Ryu le miró con los ojos afilados y encendidos en rabia.

-Claro que no es eso.-contestó tajante.

-¿Entonces qué es?-Shino se subió a horcajadas sobre el muchacho, agarrándole del cuello.- ¿Es porque estamos solos?-susurró casi sobre los labios de Ryu.

El chico agarró al pelirrojo de la cadera estrecha y alzó la barbilla, mirándole directamente para luego unir sus labios a los otros susurrantes e hinchados. Le besó suavemente, evitando la herida y reprimiéndose las ganas de morderle y lamer la sangre chorreante. Ryu se dejó caer hacia atrás, apoyando la espalda en el colchón y dejando a Shino totalmente recostado sobre él.

Quería subir el ritmo, arder en llamas y dejar la razón a merced de sus sentidos. Pese a eso, cada vez que movía los labios con demasiado entusiasmo un pinchazo de dolor le recordaba los golpes enfundados en anillos de metal. Ryu, en cambio, parecía complacido con movimientos lentos y suaves, nada más lejos de la realidad.

A falta de intensificar el beso. Shino empezó a mover la cadera hacía delante y hacía atrás, simulando pequeñas embestidas, presionando las crecientes erecciones. Ryu gruñó entre sus labios y Shino intensificó el ritmo y la fuerza, notando como sus pantalones estrechos ya sobraban.

-Quiero verte.-Ryu habló con voz ronca entre gemidos y besos.- Quiero verte desnudo.-repitió con más convicción y más alto.

Shino también empezaba a sentir los estragos de los movimientos y le costaba pensar de forma racional. Accedió sin pensarlo demasiado a las propuestas del moreno y se empezó a desvestir. Ryu le observaba desde abajo, con la mirada desenfocada y la respiración jadeante, el pecho le subía y bajaba. De repente se recostó, volviendo a quedar sentado. Agarró a Shino fuerte, apretándole la piel desnuda y le besó el pecho con ansia.

-¡Ryuga! ¡Mira que me ha dado la tía Hachiko para ti!

Notas finales:

Tchan Tchaaaaaaan!!! 

Mama Ryu go to die!

Cualquier duda, sugerencia o amenaza de bomba, ya sabeis! Reviews reviews reviews.

Espero que os haya gustado! Besos besoooos!


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