Alcé el rostro, lleno de preocupación e incertidumbre cuando escuché la puerta de la azotea abrirse. No pude evitar que una sonrisa se extendiera por mi rostro al ver a Min-Kyung parado junto a mí, con el cabello revuelto y la respiración agitada.
–Jong Up, siento haber sacado conclusiones apresuradas, ni siquiera me detuve a escucharte, y me siento horrible por haber regresado sólo porque alguien más me convenció. ¿Crees que aún podamos salir a esa cita?
Su rostro de cachorro lleno de arrepentimiento, con esa sonrisa tan familiar plasmada en cada rasgo, esa sonrisa que comenzaba amar tanto, me impidieron siquiera pensar en negarme, sería idiota si lo hiciera.
-Claro que sí.– contesté y sonreí, tan grande y convincente como fuera posible, tratando de olvidar la frustración que había estado sintiendo los pasados 15 minutos.
–¿Puedo abrazarte?– me preguntó y sin esperar a que respondiera me atrajo a hacia su cuerpo tenso, probablemente por miedo al rechazo que obvio no llegaría.
No regresé el abrazo, sólo quería sentirme protegido dentro de sus fuertes brazos, en cambio metí las manos a los bolsillos de la sudadera y recargué mi rostro en su hombro, aspirando su fragancia.
Me separé de él confundido por lo que había encontrado dentro de mi bolsillo, miré el objeto entre mis manos, curioso, tratando de recordar hasta que algo hace clic dentro de mi cabeza, era el amuleto de la suerte de Zelo, una simple piedra translúcida azul que su madre le había regalado. Sonreí por su gesto, sabía que era un objeto preciado para él y me lo había confiado por todo un día, lo debió haber metido mientras dormía; me perdí en mis pensamientos mientras sonreía con ternura a un objeto tan simple.
–¿Qué es eso?– me preguntó Min-Kyung mirando mis manos.
–El amuleto de la suerte de Zelo– contesté sin dejar de sonreír.
–Ese chico es muy tierno.– tomó mi mano con inseguridad y me miró directamente a los ojos. –¿Vamos?
Asentí con la cabeza y entrelacé mis dedos con los suyos respondiendo a su contacto.
Caminamos por las calles, uno al lado del otro sin contacto, porque de vez en cuando alguien me reconocía y tomaban fotos. Sí algún día los dos saliéramos juntos, sería difícil para él. Eso me asustó un poco, pero al mirarlo y verlo sonreírme, los temores se disolvieron. No había nada porqué temer, la vida se trata de disfrutar el momento sin hacerse conjeturas antes de tiempo que angustien nuestro ser.
La cita fue de lo más común. Pero junto a la persona correcta siempre es mágico. Su mano tibia contra la mía, cuando llegábamos a un mirador donde no corría el riesgo de ser reconocido, sus ojos mirándome de soslayo de vez en cuando y el tímido beso que dejó Min-Kyung en mi mejilla de improviso, hacía a mi corazón revolotear de alegría.
No había prisa en lo que estaba surgiendo entre los dos, las cosas las tomaríamos con calma, sin prisas, el sentimiento entre los dos aumentaría, al menos por mi parte era una promesa.
Al atardecer caminamos por la ciudad platicando de todo, no había momentos incómodos, los silencios tampoco lo eran, eran de esos silencios en los que no se necesitan palabras, con estar junto a la otra persona es suficiente.
Min-Kyung, contra todas mis protestas me acompañó de regresó al departamento compartido con los chicos.
–Mmmhh, bueno, yo…creo que ya me voy.– me decía nervioso mientras parecía querer hacer algo antes de irse.
–Min-kyung hyung, tengo un día libre la próxima semana. ¿Podríamos salir al cine?
–Claro que sí, tengo muchas cosas que hacer pero por ti haré un pequeño espacio.– y me sonrió brillantemente, una sonrisa tan sincera que hizo que sus ojos se achicaran quedando solamente un par de medias lunas.
Antes de perder el valor, me acerqué a él dejando un beso en la comisura de sus labios; fue un contacto no tan atrevido para la primera cita, pero que dejaba claro que los dos éramos más que amigos.
–Uppie.
–¿Sí?
–Te quiero.
Sonreí antes de abrazarlo y murmurar contra su pecho un “Yo igual te quiero”.
Dejó un beso en mi frente para después alejarse con paso ligero, con las manos en los bolsillos, por el pasillo.
Entré al departamento con una sonrisa en el rostro, encontrándome a Himchan viendo una película. Me acerqué a él y bromeamos todo el rato hasta que los demás llegaron.
Todos reíamos felices, era como siempre debió haber sido, éramos una familia y siempre lo seríamos a pesar de los problemas.
Esa noche descansé como no lo había hecho en mucho tiempo, feliz por recuperar a Himchan, feliz por ver sonreír a Zelo y saber que siempre tendría su amistad, me dormí pensando en él, en su sonrisa cuando le regresé su amuleto y nos contamos lo que ambos habíamos hecho durante el día; me dormí pensando en los demás chicos, pero sobre todo me dormí pensando en Min-Kyung.