Bajé con lágrimas aún rodando por mis mejillas, las limpie con enfado y me paré más erguido, demostrándome así, a mí mismo, que no sería tan fácil desmoronarme. Ya no quería seguir llorando como sí fuera un crío, quería ser un buen amigo que pudiera reflejar en el exterior que tan fuerte era, aunque eso significará cerrar mi corazón, aunque esperaba que eso no fuera necesario; también quería ser un chico digno de ser amado, aunque no fuera Yong Guk hyung el que estuviera a mi lado, quería merecer a aquella persona que me quisiera. Esos eran mis pensamientos mientras caminaba distraídamente por la ciudad.
También quería ir a donde Min-Kyung porque me hacia falta mi patineta, era tan distraído. Cuando estaba enojado o triste, una simple vuelta en patineta me hacía olvidar todo y a todos, con el viento golpeando en mi cara, en ese momento no existía nada más que yo, no había problemas ni preocupaciones. Cuando llegará con mi amigo ya no quería llorar, le contaría lo que estaba pasando y tal vez, él pudiera darme un consejo.
De la única vez que había estado en su departamento, recordaba perfectamente el camino; era muy bueno en recordar direcciones como en recordar raps. Su departamento se encontraba en un edificio un poco antiguo, pero muy bonito. Me quedé un momento pensando en cual era el número de su departamento parado en la acera, era un día frío así que decidí subir al elevador en lo que recordaba en qué piso vivía para empezar.
Trataba de recordar mientras el elevador subía, había apretado simplemente el número 3 para subir, después cuando el elevador se detuvo recordé y apreté el cinco en el tablero. Siguió subiendo y camine distraídamente por el pasillo, no recordaba el número, pero recordaba que su puerta era color azul cielo, como las paredes de su habitación. Cada puerta era de un color diferente por lo que fue fácil encontrar la suya, departamento 505. Inspiré hondo, esperando que Min-Kyung se encontrará en casa, no quería regresar a casa con mis compañeros de grupo, como un idiota, sintiéndome peor de como me fui. Golpeé la puerta tres veces y esperé, ligeramente impaciente.
Toqué nuevamente y cuando me giré para irme escuché la puerta abriéndose a mi espalda. Frente a mí, se encontraba Min-Kyung con grandes y oscuras sombras debajo de sus ojos. Se veía cansado, pero se seguía viendo atractivo; a pesar de sólo ser su amigo podía notar que él era guapo. Y fue ahí cuando me di cuenta de que los hombres no me atraían, sólo Yong Guk era él único que podía acelerar mi corazón.
-¡Hola Junhong! ¿Qué te trae por aquí?- me recibió Min-Kyung con una sonrisa desgastada.
-Solo, recordé que olvide mi patineta.
-Cierto, le comenté algo a JongUp- me dijo viendo hacia cualquier lado menos a mí.
-¿Eh? ¿Ustedes desde cuando son tan buenos amigos?- soné un poco grosero, pero ahora sí me sentía curioso con la relación de esos dos.
-En realidad, él siempre es cortante conmigo cuando le hablo, pero me parece interesante, por eso trato de hacerle la plática, aunque la verdad, no se deja mucho- me dijo Min-Kyung con una risa nerviosa, mirando hacia el piso.
Entonces comencé a sospechar, suelo ser un chico perceptivo, pero en realidad no estaba seguro, así que le pregunté.
-JongUp ¿te gusta?
-¿Se nota?, quizá por eso es tan cortante conmigo- me dijo Min-Kyung preocupado
-Jaja, sí un poco.- le dije tratando de darle ánimos mientras ponía mi mano en su hombro y le sonreía.
-¿Quieres pasar?- me preguntó devolviéndome la sonrisa.
-Claro, en realidad también quería hablar contigo, si no estas muy ocupado.
-En realidad no, estoy libre, sólo que no he podido dormir bien, al parecer tengo insomnio.
-Yo tuve insomnio un tiempo, pero JongUp me ayudó a superarlo, le puedes hablar y pedirle ayuda- le dije pícaramente mientras le guiñaba un ojo.
-Quizá lo haga- me dijo sonriente y un poco sonrojado.
Pasé a su departamento y todo estaba impecable como la única vez que había estado ahí, sólo había unos cuantos papeles esparcidos en su mesa de centro y un libro de medicina abierto. Miré todo con curiosidad fijándome en cada detalle que no había visto antes.
-Siéntate- me dijo Min-Kyung con una gran sonrisa.
Yo obedecí, mientras esperaba a que el regresara de su habitación, aunque no estuviera lejos, en realidad, estaría a 5 pasos de donde estaba sentado, pero aún así espere. Después de un rato mi amigo regresó con mi patineta en la mano, le agradecí en voz muy baja y me quedé viendo hacia abajo.
-Si hay algo de lo que quieras hablar, aquí estoy para escucharte- de dijo Min-Kyung.
-Sí tengo algo que contarte, pero, también quiero que tu me cuentes de ti.
-¿Sobre JongUp? Pues me duele su rechazo, pero trato de afrontarlo con la mejor cara posible- me dijo con una sonrisa que no paso desapercibida frente a mis ojos de que era fingida.
-Te ayudaré con él- le dije con una enorme sonrisa pensando en lo que podría hacer.
-Muchas gracias Junhong, pero preferiría ganármelo por mis propios medios, pero te contaré cualquier avance que tenga.-me dijo mientras me guiñaba un ojo.
-Está bien.
-¿Tú qué tienes?
-Vi al chico que me gusta con una chica y ya no lo soporto, quiero que deje de gustarme- le dije con la mirada en el piso mordiéndome el labio inferior tratando de ser fuerte y no llorar.
-Lo malo, es que uno no controla lo que siente, pero supongo que con el tiempo podrás irlo olvidando como algo más que como un amigo.
-En realidad, es mi hyung solamente.
-Bueno, es un poco más complicado por la edad. Pero aquí estoy para lo que quieras contarme. Junhong, tengo que salir a comprar unas cosas ¿esta bien sí te dejo un rato solo?
-Por supuesto, no hay problema.
-Bueno, regreso rápido, siéntete como en casa- me dijo Min-Kyung mientras cerraba la puerta. Y cuando lo hizo me sentí solo, abandonado.
Para alejar esos pensamientos de mi mente trate de distraerme y decidí ir a buscar algo de tomar a la cocina, había agua, pero yo no quería agua, quizá un poco de jugo de manzana o quizá de naranja. Pero lo único que Min-Kyung tenía era agua y una botella de lo que parecía ser vino, más o menos por la mitad, y me dije a mí mismo ¿por que no?
Le di un trago y casi escupo lo que me quedaba en la boca, el sabor no era del todo malo pero la sensación en la garganta, como sí estuvieras bebiendo fuego era de lo más horrible, pero a pesar de eso le volví a dar un trago más y esta vez más grande, no estaba pensando en nada ni nadie, sólo en la sensación cálida que dejaba el alcohol en mi cuerpo, el cual poco a poco se iba acostumbrando. Cuando me di cuenta tenía la botella en la mano derecha, mientras que con la mano izquierda dibujaba círculos imaginarios sobre el piso de la cocina, me sentía sumamente mareado con ganas de dormir un rato. Escuché la puerta principal abrirse y después... nada.