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MI ESTÚPIDO PRÍNCIPE por Karenlauren

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Shizuka, la mujer de avanzada edad, pelo gris y ojos castaños nos cuidó a Akemi y a mí durante unos días hasta que fui capaz de andar de nuevo sin que se me saltaran los puntos. 

Cada cuatro horas mi bebé lloraba por el hambre, era cómo un reloj. En esos momentos me encontraba dándole el pecho en la trastienda cuando la amable mujer vovió de hacer las compras. 

- ¿Qué tal te encuentras hoy?

- Bien, y tu? -Le sonreí amablemente, ella me había guardado el secreto de que era un hombre y me había dado un vestido de cuando era joven de color rosa pálido y falda marrón que resaltaba el tono claro de mi piel. De esa manera podía tapar el hecho que Akemi había nacido de un hombre, para que no me reconocieran usaba una peluca de pelo negro recogido en una trenza. 

- Hoy he tenido suerte, conseguí carne de oferta. Los precios han bajado ya que es temporada de caza... - después de dejar la comida en la cocina volvió para ponerse delante mío y preguntar - ¿Ha venido alguien?

- Si, tres mirones y cinco compradores el dinero está dónde siempre -ella miró sorprendida la gran cantidad de dinero que había en la caja. 

- Gracias a Dios que estás aquí, hacía tiempo que no vendía tanto...

Le sonreí y me subí la camiseta, Akemi ya había terminado y ahora dormía plácidamente en mis brazos.

- Casi se me olvidaba!! - me miró emocionada - Hoy anunciaron que Kaname-sama tendrá un hijo!

Algo dentro de mí se rompió. 

< Él ya tiene un hijo, díselo> hice justo todo lo contrario de lo que decía mi mente, sonreí falsamente y dije: 

- Me alegro por él... 

- Si, - ella siguió hablando animadamente sin darse cuenta de los sentimientos de Zero - todos esperan que sea hombre, aunque tampoco estaría mal una princesita...

Sonreí con las ganas de llorar y darle tal golpe a Kaname que se quedara tonto:

- Tengo que ira dejar a Akemi en la cama, si me disculpas... - la mujer siguió hablando animadamente sobre aquél "importante" suceso sin darse cuenta que Zero no la escuchaba. El mencionado dejó al bebé en la cama dónde dormían juntos, estaba por irse pero el pequeño le agarró un dedo con su manita y lemiró con esos hermosos ojos chocolate parecidos a los de su padre. 

Sonrió, esta vez de corazón y le cantó una nana para que se durmiera: 

 

No ha salido el sol

y Ana y Miguel

ya prenden llama.



Ella sobre él,

hombre y mujer

deshacen la cama.


Y el mar que está loco por Ana

prefiere no mirar.

Los celos no perdonan

al agua, ni a las algas, ni a la sal.



Al amanecer

ya está Miguel

sobre su barca.



Dame un beso amor,

y espera quieta

junto a la playa.


Y el mar murmura en su lenguaje:

-¡Maldito pescador!

Despídete de ella,

no quiero compartir su corazón-.

 

Shizuka, se dio cuenta que Zero no estaba escuchándola así que fue a regañarle pero al oir su suave y descorazonadamente triste melodía se paró y apoyó en el marco de la puerta... Ese chico tenía una voz extraordinaria, hacía temblar todas y cada una de las partes de su ser del dolor y soledad que transmitía aquella canción. Si alguna vez se encontraba al idiota que le había hecho algo así a un ser tan fuerte pero a la vez delicado, como Zero le iba a despellejar vivo. Había llegado a considerar a Zero como el hijo que no nunca tuvo a pesar que no se lo había dicho...


Y llorar, y llorar, y llorar por él.

Y esperar, y esperar, y esperar de pie

en la orilla a que vuelva Miguel.



Dicen en la aldea

que esa roca blanca es Ana.

Cubierta de sal y de coral

espera en la playa.



No esperes más niña de piedra.

Miguel no va a volver.

El mar le tiene preso

por no querer cederle a una mujer.

 

En ese momento se  dió cuenta que Anna no era la única que lloraba por su amado, él también lloraba por culpa del imbécil de Kaname. 



Y llorar, y llorar, y llorar por él.

Y esperar, y esperar, y esperar de pie

en la orilla a que vuelva Miguel.

 

Incluso hay gente que asegura

que cuando hay tempestad,

las olas las provoca

Miguel luchando a muerte con el mar.



Y llorar, y llorar, y llorar por él.

Y esperar, y esperar, y esperar de pie

en la orilla a que vuelva Miguel.

 


Y llorar, y llorar y llorar por él.

Y llorar, y llorar, y llorar por él.

Y llorar, y llorar, y llorar sobre el mar.

 

Al terminar la canción su bebé ya estaba más que tranquilo y dormido. 

- Alguna vez has ido al bar del viejo Joe? te pagarían muy bien por cantar... - por la mirada de Zero se arrepintió de sus palabras. - Lo siento... - se diculpó enseguida. 

- No importa... - dijo él suavizando su mirada. - Digamos que no es un sitio al que quiera volver. 

El tema estaba más que zanjado. Oyeron la campanilla de la entrada. 

- Vamos, los clientes esperan. - Zero tomó de la mano a Shizuka y, como un niño pequeño e ilusionado la arrastró hasta la tienda mientras esta le sonreía ante su comportamiento, esperaba que algún día confiara lo suficiente en ella cómo para contarle lo sucedido... 

- No me jodas...

< Tiene que ser una broma...> dijeron ambos a la vez al ver a "María-sama" en la tienda. 

Recibió un suave golpe en la cabeza por parte de Shizuka. 

- Ese lenguaje... 

- Gomen... - Ambas se giraron hacia la clienta que las ignoraba, Zero fue quién la atendió. 

- ¿Puedo ayudarla en algo? - la mujer le miró durante mucho tiempo y sacudió la cabeza, cómo sacando una absurda idea de su mente. 

- Estoy buscando a alguien... 

- Bueno... aquí sólo vendemos productos, no personas - se rió Zero nerviosamente. - Pero si me dice el nombre o ragos alomejor podemos ayudarla. 

- Sé que su nombre es Zero, tiene el pelo plata y es hombre. 

Sentí la inquisitiva mirada de Shizuka sobre mí. 

- Lo siento, no conocemos a nadie así. - me giré a Shizuka con aura asesina - ¿verdad?

Ella asintió apavorida y sentí a mi bebé llorar. 

- Discúlpeme... 

Fui a recoger a mi pequeño y lo acuné entre mis brazos. Volví a salir a la tienda cuando se calmó por si Shizuka necesitaba ayuda. 

- ¿Es tu hija? - preguntó Maria-sama con curiosidad. 

- Si - dije orgulloso - aunque en realidad, es varón. 

La chica se sonrojó ante tal fallo. 

- Es precioso... cómo su madre. 

- Gracias. - alomejor no era tan mala y Kaname era el único culpable... ¿Y si a ella la habían obligado?

- Yo también estoy esperando un bebé. 

- Ya oimos, de cuánto está?

- Cinco meses - dijo hinchando el pecho y haciendo que se le marcara más la pancita hinchada. 

Sonreí falsamente de nuevo, en realidad quería llorar hasta mi contento pero... 

- A lo mejor le parecerá una pregunta extraña pero.... ¿Usted ama a Kaname?

Las alarmas de Maria se activaron... ¿acababa de llamar al rey Kaname a secas?¿Por qué ese trato tan familiar?A ella ni tan siquiera le dejaba llamarle Kaname-sama, debía llamarlo Kuran-sama.

- Por supuesto - respondió con sinceridad ocultando su sorpresa... ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué le resultaba tan familiar?

Todo se aclaró en cuánto vio abrir los ojos al bebé... Se le vino el mundo encima... Tenía los mismos ojos que Kaname. No podía ser una confusión... 

¿Kaname tenía una amante?

No... más que eso.

Kaname... Ya tenía un hijo! 

Eso le hizo entrar en pánico.

- Puedo hablar contigo a solas? - la chica la miró extrañada.

- Si, claro - dijo sonriente, se estaba burlando de ella.

Fueron a la trastienda y su guardaespaldas, Seiren y la abuela les trajeron té y se quedaron fuera, quería hablar a solas con la chica, debía deshacerse de ese bebé. 


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