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MI ESTÚPIDO PRÍNCIPE por Karenlauren

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< En serio, amigo! tienes a un posible violador a punto de secuestrarte y lo único que haces es correr? Pide a-y-u-d-a!!!! >

Obedeciendo, casi por inercia, a mi conciencia abrí la boca para gritar pero no pude ya que el entumecimiento de mi cuerpo iba extendiéndose hasta llegar a mi boca, tan siquiera podía mantenerla cerrada. 

Asustado y con mis últimas fuerzas giré el rostro en busca de ayuda pero no había nadie. 

- Zero... - alguien con una voz muy profunda y lejana tomó mi rostro entre sus manos, sentí un suave roce en mis labios - Mi Zero...

Todo se estaba volviendo negro, ahora tan siquiera distinguía los límites entre mi propio cuerpo y la tierra en la que reposaba. 

Reuní fuerzas y llamé a la primera persona que me pasó por la cabeza:

- Kaname...

La persona que me había estado sujetando dejó caer mi rostro. Sentí el golpe en mi nuca y todo se volvió negro. 

 

 

Pov. Akemi

 

Estábamos Aidou y yo sentados en la orilla de la playa, ya vestidos, descansando.

- Hace rato que papi se fue... 

- ¿Estás preocupado? - mi novio, que estaba entre mis brazos se giró para besarme.- ¿Vamos a buscarlo?

- ¿Te puedes mover? - el pequeño asintió y fueron a buscar al papi de Akemi. 

Estaban recogiendo las cosas cuando Aidou le dijo: 

- Seguramente estará en el melocotonero...

Ambos sonrieron, sabían que su papi era prácticamente otra rama más de ese árbol de tanto tiempo que solía pasar allí.

 Cuando terminaron se internaron en el bosque y fueron, sin problemas, por el camino que Zero le enseñó a Akemi de pequeñito y, des de entonces, habían estado usando. 

Todo le era familiar en aquél bosque, lo conocía como la palmada su mano, el tan siquiera pensar en perderse le parecía absurdo. Después de tantos años viviendo ahí lo había explorado hasta hartarse durante años.

Llegaron y todo pasó a cámara rápida:

Akemi tiraba las cosas al suelo y le pegaba un puñetazo en el estómago al hombre que estaba encima de su padre inconsciente. 

Aidou comprobaba el pulso a Zero. 

Akemi era derribado por otro hombre que salió del bosque de improviso.

Los extraños escaparon. 

Akemi se arrodillaba ante su padre. 

- ¿Está vivo? - dijo con voz temblorosa, Aidou le miró aliviado.

- Tan solo duerme, por ahora... 

Ambos se quedaron mirando sin saber qué hacer... ¿Qué haría mi papi? Akemi quería llorar pero retuvo las lágrimas mientras su mente se nublaba. 

- Vamos a llevarlo a casa y si no despierta mañana llamaré a un médico...

- De eso nada, el médico va a ir sí o sí. - dijo Akemi mientras Aidou cargaba a Zero encima de la espalda del primero y cogía los pescados que habían conseguido en el lago. 

- Como quieras, sígueme.

Llegaron a su cabaña y depositaron con cuidado a Zero en su cama pero no sin antes ponerle el pijama y asegurarse que no tenía fiebre ni nada extraño. 

Pasaron la noche en vela, tumbados en la cama parecía que las horas no pasaban y el amanecer nunca llegaba. Silencio. No se oía ni un ruido des de la habitación de Zero y eso les dejaba tensos... En cualquier momento esperaban que despertara y les sonriera despreocupadamente como siempre hacía. 

- Aidou....

- ¿Hm? - el otro se giró para encararse con su pareja, odiaba verle triste. 

- Aidou, tengo miedo... - le pasó un brazo por la cintura y atraje a Aidou hasta mi para que ambos quedáramos bien abrazados. 

Sentí como me acariciaba tranquilizadoramente el pelo.

- Tranquilo... Va a salir de esta... - sonrió casi imperceptiblemente - ya le conoces... tu papi va a recibirnos mañana temprano como siempre y nos llevará a algún lugar del bosque para pasar el día o nos hará el desayuno y se meterá contigo un rato para después involucrarme a mí en otra de vuestras ridículas peleas...

Así pasaron la noche: Aidou tranquilizando a su pareja que, a pesar que era fuerte de físico, aún era un niño pequeño que extrañaba a su papi. 

 

 

A LA MAÑANA SIGUIENTE... 

 

Ambos se despertaron por unos fuertes golpes que oyeron de la habitación de su padre. Salieron a saltos de la cama y al entrar se encontraron a Zero tirado en el suelo temblando en posición fetal. 

Akemi se acercó y trató de tocarle pero al poner las manos encima de un brazo de Zero este lanzó un grito de dolor y se retorció para encogerse aún más, si podía. 

- Voy a llamar a un doctor! Tú vigílale! - dijo Aidou saliendo corriendo de la casa en dirección al pueblo. 

 

 

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- Me temo que tenemos un caso grave de envenenamiento... comió algo extraño?

Akemi y Aidou negaron con la cabeza antela pregunta del médico, su padre era una persona bastante saludable que hasta le obligaba a hervir el agua antes de beberla. 

- En ese caso les podría recomendar un par de remedios pero se necesitan ingredientes muy poco comunes para ello... - les miró ambos - aunque también podrían hacer un trato con el que le envenenó, seguramente esapersona tendrá el antídoto. 

- Pero... 

- ¿No hay otra manera? - terminó Aidou al ver que Akemi estaba cada vez peor. 

- Lo siento, este veneno es muy extraño... de hecho no estoy ni seguro de la clase de veneno que sea aunque parece ser paralizante, pero lo que me intriga es que parece que todas sus terminaciones nerviosas se hubieran vuelto más receptivas al dolor... 

- Me está diciendo que ese cabrón le ha envenenado para que sufra?? -dijo Akemi colérico. 

- O para que le den lo que quiera.... a mi no me pregunte, no soy él. - esa última afirmación pareció devolverle a la realidad, no estaba hablando con el hombre que había envenenado a su padre. 

- Lo siento... - el médico negó con la cabeza, quitándole importancia. 

- Muchas gracias por todo... pásese por la mansión Shinshitsu no mun (Le tenía que dar nombre a la mansión de Aidou así que ahí la tienen xD) y recibirá su pago. 

El médico tan solo hizo una reverencia y se fue de la casa. 

Ambos chicos, ahora a solas con el envenenado, se miraron totalmente desconcertados. 

- ¿Qué haremos? - Akemi se sentó en una silla de madera del escritorio de su padre. 

- Creo que deberíamos pedirle ayuda a Kaname-sama...

- Jamás, esa no es una opci..... 

- Aaaaaaah! - otro grito de dolor provino de la cama en la que habían conseguido depositar a su padre después de muchos gritos y patadas. 

Ambos se miraron y Akemi atrajo a Aidou sentándolo en sus rodillas mientras le abrazaba para calmarse. Este se levantó sorprendiendo al que le estaba abrazando para que apoyara la cabeza en su pecho y así le pudiera hacer mimitos. Akemi se relajó casi al instante al sentir las manos de Aidou subir y bajar por su espalda mientras él le rodeaba la cintura con los brazos. 

- Aidou... tan solo iré una vez, una sola vez - se estaba tratando de auto convencer pero su orgullo iba a salir herido después que hubiera rechazado su ayuda y ahora fuera en busca de ella. Se separaron y miraron a los ojos - cuida de él mientras no estoy... - se levantó y le abrazó para susurrarle al oído con todo su amor en aquellas palabras  - cómo vea un arañazo o "mancha" en cualquier lugar de tu cuerpo que no haya sido puesta o hecha por mi me cargo al responsable. 

Aidou soltó una carcajada de felicidad, era la primitiva manera de su pareja de decirle: "Te amo, cuídate"

Se despidieron y Akemi se dirigió al castillo, no le gustaba nada la idea de arratrarse ante Kaname pero... no había otra manera, debía hacerlo si quería que su padre sobreviviese. 

Y no iba a dejarle morir. 

 

 

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EN EL CASTILLO....

 

Kaname no se podía creer la ironía del destino que estaba llamando a la puerta de su hogar. 

Miró al peli plata delante suyo, su hijo había vuelto a pedirle algo y tendría que arrastrarse para conseguirlo pero no se lo iba a dar, tan sólo quería jugar un poco con él. 

- Gracias por recibirme - dijo Akemi aliviado, por lo menos empezaban bien, tenía una oportunidad de conseguir la dichosa planta. 

- ¿Qué te trae por aquí? - Kaname alzó una ceja y le miró divertido, estaba destrozando el orgullo del otro y le encantaba. 

- Necesito tu ayuda. - esas palabras sorprendieron al castaño... no se iba con rodeos, su hijo. 

- ¿Qué quieres?

- Necesito una planta llamada Thymus serpyllum, es muy impor...

- Lo siento, no tenmos eso aquí. - Ambos se dieron cuenta enseguida que era una mentira tan grande como su castillo. Akemi le miró con odio y casi gritó: 

- Maldito viejo... no me hagas perder el tiempo! Si no me la ibas a dar des de un principio para qué demonios me has abierto??

- Guardias! Llévenselo! - ordenó el castaño molesto y confuso por la actitud de Akemi. Enseguida un grupo de guardias le rodeó y trató de echarle de malas maneras pero este enseguida se liberó, enfadado y gritó: 

- ¡Conozco la salida! - Akemi estaba furioso y quería llorar, su padre se iba a morir y no iba a poder hacer nada por evitarlo... Se giró antes de salir y vio como el padre al que se arrepentíade  conocer le miraba con crueldad. - Zero va a morir y será tu culpa!!!!! 

Se giró dejando a su padre tal como le había encontrado. Era una persona demasiado cruel, tan siquiera se habíainmutado cuando le había dicho que su padre moriría... 

Tan solo le quedaba una persona a la que preguntar o ir por ayuda. 

Corrió a través del pueblo y llegó hasta la tienda de antiguedades de Shizuka o oba-chan, como él la llamaba. 

Entró de sopetón, la tienda tenía un par de clientes pero su situación no le permitió el lujo de pensar ser una molestia... se le terminaba el tiempo...

- Oba-chaaaaaaaan!!!! - gritó apresurado mientras la abuela le miraba preocupada. 

- ¿Qué ocurre pequeño? - le abrazó para calmarle. 

- Papi... Papi se muere... 

- ¿¡Como!? - gritó la anciana sorprendida - espera, cálmate y cuéntame... a lo mejor te puedo ayudar. 

 

(...)

 

No me podía creer lo que me contaba mi pequeño, mi hijo - Zero- había sido envenenado!!! 

- Escúchame, quiero verle.

- Pero...

- Ahora. - su tono no admitía contesta.

Cerraron la tienda pero antes de salir, la anciana cogió un par de cosas del almacén y Akemi la cargó en su espalda para llegar más rápido a su casa.

- Cógete bien, Oba-chan!

Empezaron a correr a través del pueblo a una velocidad alarmante para una abuela de casi sesenta años.

Al llegar, el muchacho la puso con cuidado en el suelo y entraron en la casa.

Un borrón rubio se tiró encima de Akemi haciendo que cayeran al suelo mientras se besaban apaionadamente:

- Te he echado de menos!

- ¿Qué tal...? - le daba miedo preguntar y por la mirada de su amante no se equivocaba.

- No sé que hacer, no ha parado de gritar en todo el rato y cada vez va a peor... - el cuerpo de Aidou empezó a temblar mientras Akemi le abrazaba - He intentado que parara pero al final he terminado escondiéndome debajo de nuestra cama... tenía miedo...

Le gustaba ese lado infantil de su pareja, cuando le entraba miedo se escondía en sitios pequeños... Pero no era momento de pensar en aquello.

- Oba-chan, ya ve cómo están las cosas, cree que...?

- Ni lo preguntes, haré lo que sea por mi Zero.

La abuela decidida subió las escaleras pero des de abajo ya oía los gritos de una voz ronca, seguramente de tanto gritar. Quiso retroceder e irse pero no podía abandonar a su casi hijo en ese momento.

Cogió aire, se tranquilizó y subió por las escaleras.

 

 


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