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MI ESTÚPIDO PRÍNCIPE por Karenlauren

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- Zero! Zero, espera!! - me gritó Kaname des de lo alto de las escaleras que daban al balcón, su voz sonaba arrepentida pero... me sentía herido, ahora mismo no podía mirarle a la cara. Necesitaba pensar, solo. 

Me giré y vi que me miraba suplicante pero no podía, me había dañado más de lo que él creía, aunque pesar de todo le quería no pensaba ir con él. 

Corrí por los interminables jardines hasta llegar a lo que parecía un estanque... Era maravilloso... casi mágico: nenúfares flotaban en el agua mientras pequeñas lucecitas flotaban por el ambiente, en la ciudad había oído hablar de aquellas lucecitas: luciérnagas, pero nunca había visto una, había flores silvestres de varios y vivos colores mientras que una barrera de árboles ocultaba aquel recóndito lugar. 

Volví a girarme hacia atrás. 

< A quién esperas, ¿princesa?> se burló mi conciencia, mis ojos se humedecieron mientras esas palabras se me quedaban atrancadas como un puño en la garganta. 

Caí de rodillas al suelo y me eché a llorar en silencio mirando aquel hermoso y pacífico paisaje cuya harmonía era rota por mi llanto. 

< La verdad es que yo también creía que vendría pero...> no quería que siguiera, no quería oír lo que iba a decir. Me tapé los oídos a pesar que la voz de mi consciencia retumbó en mi mente igualmente terminando de romper lo que quedaba de mi corazón < ... al final prefirió a su prometida> 

Lloré aún más fuerte desahogándome sin que nadie me consolara... por tercera vez en mi vida lloraba, la primera fue cuando nací, la segunda al llegar a ese lugar y esta era la tercera y nunca supo que pudiera albergar tanto dolor y amor dentro de su corazón.

 



 

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Los días pasaban des de que Kaname me trajo a Palacio y pidió que me quedara con él.

Para contentar a Seiren ambos hicimos una promesa: yo atendería a clases para hablar su idioma mientras que Kaname iría a las suyas sin rechistar.

La verdad es que ya casi tan siquiera pensaba en mi familia, era muy feliz al lado de Kaname.... Con él podía ser la persona que nunca fui: amable y malhumorada a la vez que un poco caprichosa, infantil y inteligente. 

En tan siquiera un par de semanas ya hablaba su idioma y podía mantener conversaciones a ritmo rápido, gracias a las clases que recibía por la mañana mientras que por la tarde Kaname me llevaba a todos los lugares inimaginables de su país, algunos mejores y otros peores pero me gustaban todos ya que la gente que vivía por esas calles eran muy amables. Pronto hice amigos y amigas por allí y algunos días les ayudaba si necesitaban ayuda y aún iba algunas noches a cantar al bar del viejo Joe. 

Mis días pasaban pacíficamente hasta que me enteré de que mañana Kaname cumpliría veinte años - era dos años mayor que yo -  y quería hacerle un regalo especial, me enteré que la noche de mañana habría una gran fiesta y no me daba tiempo a prepararle algún dulce o comprarle un regalo... 

< Ni se te ocurra > me cortó mi conciencia. 

¿Por qué no? quiero hacerle algo especial, respondí emocionado.

< Vas a hacerlo igualmente, ¿verdad? > dijo con voz cansada. 

Asentí feliz y sonriente. 

Le iba a entregar mi virginidad. 

 

                         

 

                                                  ...

 

 

 

POV. KANAME

 

Llevaba un día de perros con los preparativos para la fiesta de mañana y no había podido estar con Zero durante todo el día. Suspiré cansado, seguramente estaría enfadado y se habría ido a dormir sin él. 

Abrió lentamente la puerta de su habitación y vio que, tal y como él había pensado, Zero estaba durmiendo. 

Se desnudó y metió en la cama al lado de Zero en silencio procurando no hacer ruido. Cerré los ojos y traté de coger el sueño pero un peso encima de mi cuerpo me hizo abrir los ojos bruscamente, sorprendido vi a Zero desnudo encima de mí. 

- ¿Zero? - dije confuso mientras él nos destapaba y me tapaba los labios con la mano delicadamente se inclinó hacia mí susurrándome al oído: 

- Feliz cumpleaños, Kaname. - se volvió a levantar y me fijé en que una cinta de seda roja con un lacito le sujetaba el pelo dejándolo caer por encima de su hombro hasta su cintura. - Este es tu regalo. 

- ¿Cómo? - dije incrédulo. Él se rió nervioso y dijo en voz alta: 

- Yo. - me miró sonrojado y con deseo, no me pude resistir y cambié posiciones rápidamente para que él no se pudiera resistir, para mi asombro mi cabezota, gruñón y quejica Zero tan sólo me miraba con cariño...no era algo más... más profundo... y parecía que me estaba atravesando con la mirada, la cual devolví inclinándome hacia sus labios y besándolos dulcemente hasta que profundicé el beso y se convirtió en uno más lujurioso y apasionado dónde nuestras lenguas se debatían por tener el control del uno sobre el otro. Nos separamos para coger aire, aproveché el momento para besar su cuello bajando por su pecho.

Me paré delante de su pecho y le di un suave beso a su pezón.

- ah! - alcé la cabeza al oír ese sonido tan excitante que había salido de los labios de su amante, el cual se sonrojó y apartó la mirada. Sonreí y repetí el movimiento, pero esta vez empecé a morderlo, chuparlo y succionarlo. Quería marcarlo, nadie más tenía derecho a tocar esas partes del cuerpo de mi Zero quién estaba cada vez más excitado y no podía acallar sus gemidos que salían descontroladamente de su boca.

 Ya es suficiente... volví a descender lamiendo lentamente aquella piel de seda que sabía como el propio cielo, era tan dulce... 

Me detuve en el ombligo y metí mi lengua y la saqué, repetí el movimiento varias veces aumentando la velocidad, arrancándole más gemidos a mi peli plata que entrelazó sus manos en mi pelo y presionó para que siguiera con los movimientos pero me detuve y seguí bajando. Me sorprendí al ver que ya tenía una erección, sin pensarlo dos veces me la tragué de un golpe haciendo que Zero gritara y arqueara su espalda de placer. 

Empecé a mover mis labios y a jugar con la punta con mi labio, lo metía y sacaba para lamerlo y mordisquearlo suavemente hasta que Zero me detuvo. 

- Para.... yo ya... -estaba jadeante pero aún así comprendí que ya casi estaba, sonreí y succioné fuertemente su erección metiéndomela hasta el fondo de la garganta a la vez que introducía dos de mis dedos en su interior y los movía bruscamente. Zero gritó de dolor y placer mientras aumentaba el ritmo de mis labios e introducía un tercer dedo. Al principio movió sus caderas por la incomodidad y el dolor pero no tardó mucho hasta que empezó a moverlas pidiendo más. 

- Kaname.... - dijo con voz suplicante a la que no me pude resistir, paré de lamer su erección y saqué mis dedos provocando que gimiera por la brusquedad. Le giré para que quedara tumbado a cuatro y separé sus nalgas con mis manos para tener una mejor entrada. 

Entré lentamente haciendo que él gritara por el dolor y placer pero no quería se brusco y hacerle daño su primera vez... quería que disfrutara... asique me lo tomé con calma y lentamente me fui adentrando en su interior hasta que estuvo todo dentro. Me quedé unos momentos quietos para que él se acostumbrara.  

Zero empezó a hacer movimientos circulares con la cadera, eso me volvió loco y empecé a arremeter contra él sin cuidado haciendo que gritara de placer mientras yo gemía sin control.

Ambos terminamos a la vez, yo dentro de Zero y este en las sábanas.

Salí se su interior haciendo que el semen y un poco de líquido rojo que parecía se sangre salieran después de mi retirada, él se dejó caer encima de la cama quejando boca abajo y me tiré a un lado. Buscamos nuestras miradas y sonreí feliz:

- Gracias Zero, ha sido el mejor regalo… - le acaricié el pelo y me di cuenta que la cinta roja que antes llevaba Zero se le había caído mientras lo hacíamos... le compraría más, me gustaba cómo le quedaban en su   suave pelo…

Me quedé contemplando su rostro a medida que se adormecía y le abracé, él apoyó su rostro en mi pecho y entrelazamos las piernas.

- Te quiero, Kaname… - susurró él medio adormilado.  Sonreí feliz y nos tapé con la manta.

 

 

 

POV. NORMAL

 

 

A la mañana siguiente me levanté adolorido, había sido muy… bueno que no estuvo mal, me sonrojé al recordar lo sucedido la noche anterior.

Aun no me lo podía creer.

< Y yo tampoco > dijo mi conciencia < te vas a arrepentir>

Urusai!!! Pensé molesto, jamás me iba a arrepentir… después de todo él había sido mi primer amor y esperaba que el último también.

< Eres un iluso> dijo otra vez su pesada voz interior.

¿Es que acaso sabes algo que tenga que saber? Pensé con voz amenazante.

< No, pero tengo un mal presentimiento…> sentí como palidecía, siempre que tenía un mal presentimiento acertaba.

- ¿Zero? – alguien me besó y abrí los ojos alejándome del mal presagio me mi mente. - ¿Estás bien?

- Si, no es nada – sonreí feliz, amaba que él fuera quién me despertara por las mañanas.

- Estás pálido… - me tocó la espalda y solté un grito ahogado - ¿duele?

 - ¿Tú qué crees? – dije molesto porque él no había retirado su mano, con una sonrisa malvada él apretó un poco más y dejé escapar un suspiro, después retiró la jodida mano.

- Esta noche será mi fiesta de cumpleaños, ¿vas a venir? – le miré como si fuera tonto.

- Pues claro!!! – Él me miró feliz y besó una vez más antes de decir – te dejo descansar, entonces.

Asentí feliz y volví a cerrar los ojos.

Dormí profundamente hasta que una voz chillona y molesta me sacó de mis pensamientos.

- Zero-sama!!!! – la criada me sacudió los hombros mientras abría los ojos alarmado.

- Llámame Zero, cuántas veces lo he de decir? – dije levantándome de la cama para ir al baño.

- Apresúrese que en una hora empieza la fiesta de Kaname-sama…

- Ya han cenado??!? –dije haciendo un puchero… han cenado sin mí!

- Dese prisa o será el último en llegar y se perderá el pastel.

Fui corriendo al baño y llegué a tiempo para la fiesta. La criada me estaba llevando hacia allí cuando oí voces venir des del salón de fiestas, las puertas estaban abiertas así que entré mezclándome con todos los ricos y gente que había reunida.

Muchas jóvenes me miraron de arriba abajo, se sonrojaban o cuchicheaban.

< Esto es peor que  la ITV ¿eh, amigo?> dijo divertida mi conciencia a la que ignoré olímpicamente.

Me fijé en el salón, estaba cubierto de luces preciosas, limpio y lleno de vida.

< He de decir que para mi gusto es cómo una camiseta con una triple capa de lentejuelas…> hice una mueca.

¿Qué tienen de malo las lentejuelas? Protesté.

< Qué demasiadas brillan mucho y son molestas>

Tienes razón, pero aún así esto es maravilloso, era como estar en una película…

Una voz me sacó de mis pensamientos, vi que la enorme y majestuosa puerta de roble del fondo se abría para dar paso a Kaname cogido de la mano de Maria.

¿Qué hacía ella allí?

Hice ademán de irme pero cerraron las puertas por las que había entrado.

< Mal asunto, amigo… pero… no huyas de los problemas> me regañó mi otro yo.

En el fondo sabía qué estaba ocurriendo pero no quería oírlo, vi la entrada al jardín abierta y me dirigí a ella, me apoyé en el marco de la puerta dónde tenía una visión perfecta de Kaname y María quiénes ya se hallaban en medio de la sala y no se habían percatado de la presencia de Zero.

- Señores – empezó a decir Kaname con su voz cordial y fría que usaba para hablar con los nobles. – Deseo anunciar mi compromiso con María Kurenai.

La chica hizo una reverencia ante la mirada atenta de los demás en la sala mientras en mi corazón aparecían grietas, la parte de mí que confiaba en Kaname lo mantuvo unido.

Tiene que ser una broma… No puede ser verdad…

<Te lo dije> ahora mismo eran las últimas palabras que quería escuchar.

Tenía que haber una explicación racional para todo, no podía ser…

- Y me gustaría aclarar ciertos rumores que han circulado sobre mí persona… - se detuvo para robarle un beso a María delante de los presentes – Yo no tengo relación alguna con nadie que sea Maria, así que rogaría que dejaran de hablar improperios… - hubo un murmullo entre la gente - ¿Ha quedado claro?

A pesar que mi corazón se estaba rompiendo en mil pedazos traté de recomponerlo pero no podía!!! Mis pies estaban clavados en el suelo sin obedecerme, mi otro yo había tomado control de mi cuerpo.

- Entonces… - dijo un noble entre la gente que se aproximó a la pareja y se arrodilló delante de ellos, esperó a que le dieran permiso para hablar y dijo - ¿no son ciertos los rumores sobre usted manteniendo relaciones inapropiadas con otro hombre?

< Has de oír esto, lo siento pero has de afrontarlo> Lo único que quería hacer era correr tan lejos cómo lo permitieran mis pies.

Una cruel carcajada retumbó por toda la sala.

- ¿Acaso se ha oído? – Kaname miró con expresión cruel y burlona al hombre – Un hombre no me puede dar descendencia… además que nadie supera la belleza de mi Maria.

Observé con expresión nula cómo Kaname registraba la sala con sus ojos crueles y burlones hasta que se encontraron con los míos. Mantuvo esa expresión todo el tiempo y pasó de mí como si fuera otro tonto más.

¿Había estado jugando conmigo?

 

¿No había significado nada para él?

 

¿Por qué?

 

¿Se supone que ahora he de odiarte?

 

Vio cómo la mirada de Kaname volvía a su persona como si la primera vez no hubiera tenido suficiente, apartó la mirada y se fue hacia el balcón dónde escuchó cómo la música y el baile empezaba con la “dulce” pareja bailando primero para abrir el baile. Contempló todo el baile hasta el final observando a su cruel amor…

 

¿Por qué Kaname Kuran?

 

¿Eso es todo lo que he sido para ti?

 

¿Alguna vez tus palabras fueron verdad?

 

¿Cómo fui tan idiota cómo para creerte?

 

Bajó las escaleras de mármol para salir al jardín mientras la música terminaba de sonar, ya no había motivos para quedarse en ese lugar… quería volver a su casa con Kaien-san y Yagari-san para que el primero le abrazara como siempre hacía cuando sentía que se sentía solo mientras Yagari-san se burlaba de él por ser un flojo, les necesitaba cómo padres ya que dolía demasiado quedarse ahí.

 

- Zero! Zero, espera!! - me gritó Kaname des de lo alto de las escaleras que daban al balcón, su voz sonaba arrepentida pero... me sentía herido… ahora mismo no podía mirarle a la cara. Necesitaba pensar, solo. 

Me giré y vi que me miraba suplicante pero no podía, me había dañado más de lo que él creía, aunque a pesar de todo mi corazón se negaba a odiarle… no pensaba ir con él. 

Corrí por los interminables jardines hasta llegar a lo que parecía un estanque... Era maravilloso... casi mágico: nenúfares flotaban en el agua mientras pequeñas lucecitas flotaban por el ambiente, en la ciudad había oído hablar de aquellas lucecitas: luciérnagas, pero nunca había visto una, había flores silvestres de varios y vivos colores mientras que una barrera de árboles ocultaba aquel recóndito lugar. 

Volví a girarme hacia atrás. 

< A quién esperas, ¿princesa?> se burló mi conciencia, mis ojos se humedecieron mientras esas palabras se me quedaban atrancadas como un puño en la garganta. 

Caí de rodillas al suelo y me eché a llorar en silencio mirando aquel hermoso y pacífico paisaje cuya harmonía era rota por mi llanto. 

< La verdad es que yo también creía que vendría pero...> no quería que siguiera, no quería oír lo que iba a decir. Me tapé los oídos a pesar que la voz de mi consciencia retumbó en mi mente igualmente terminando de romper lo que quedaba de mi corazón < ... al final prefirió a su prometida, nos quedamos solos amigo…> había tanta tristeza y decepción en su voz como en mi llanto.  

Lloré aún más fuerte desahogándome sin que nadie me consolara... por tercera vez en mi vida lloraba, la primera fue cuando nací, la segunda al llegar a ese lugar y esta era la tercera y nunca supo que pudiera albergar tanto dolor y amor dentro de su corazón.


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