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Llamas Extintas. por Skandary

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Notas del capitulo:

bueno..... *se acerca "disimuladamente"*

dejare esto por aqui..... *deja el fic en el suelo*

¡QUE LO DISFRUTEN! *se va corriendo como alma que persigue el diablo para que no la maten*

Bajo la mirada al suelo y se puso la patineta bajo el brazo izquierdo.

Comenzó a caminar.

Lento, sin prisa, sus pasos eran silenciosos. La zona en la que vivía no era exactamente la más segura, pero era lo único que su modesto salario podía pagar. Habían intentado robarle más de una vez,  pero obviamente nunca permitió que alguien lo atracara. Puede que no le importara que alguien le robara pero seguía teniendo algo de orgullo, y no permitiría que alguien le viera la cara de tonto.

Ya no tenía sus poderes pero era capaz de defenderse fácilmente de aquellos novatos  que se hacían llamar ladrones.

Siguió caminando con la cabeza inclinada hacia abajo, mirando el suelo de la mal cuidada calle  sin ningún punto fijo. No le gustaba el silencio, así que se puso los audífonos y saco su celular de uno delos bolsillos del pantalón comenzando a buscar una canción que le gustase. Encontró una de rock de una banda actualmente popular entre las personas a quienes les gustaba este tipo de música.

La introducción algo larga comenzó a sonar suavemente hasta que comenzó a tomar ritmo y fuerza agregando de a poco los instrumentos.

Levanto la mirada para ver como las primeras personas de la mañana comenzaban a salir de sus casas para llegar al trabajo, algunas todavía medio dormidas y otras hablando por teléfono o encendiendo el auto o motocicleta para no llegar tarde a donde tuvieran que ir o por no querer ir caminando.

Continúo caminando, pero esta vez mirando hacia el frente escuchando la voz del cantante que resonaba en sus oídos.

Cerró los ojos  y respiro el fresco aire de la mañana disfrutando de la música, solo pequeños placeres de la vida que todavía podía disfrutar.

Cuando abrió los ojos se encontró con una amarga sorpresa. Al final de la calle por la que iba, habían dos oficiales de SCEPTER4 que estaban doblando en la esquina.

-Mierda…- Susurro tan bajo que seria casi imposible oírlo.

Bajo la cabeza y tapo sus ojos con su cabello, también se puso la capucha sin importarle que traía también el gorro puesto.

Trato de esconderse lo que más pudo tratando de no llamar la atención de los guardias que cada vez se acercaban más hacia el  hablando de quien sabe que cosas.

Entre más se iban acercando el oji ámbar reconoció a los integrantes de ECEPTER4. Esos dos eran los encargados de vigilar esa área de la ciudad, varias veces lo habían visto por ahí cerca y sin razón alguna se lo llevaban a las celdas que habían en el sótano del gran edificio que era la basé principal de el clan azul. Lo dejaban ahí encerrado por unas 2 horas sin poder utilizar sus poderes, allí se aseguraban de ponerle unas esposas especiales que restringían su  poder dejándole como única opción mirarlos como si quisiera  rostizarlos y dejarlos como pollos en un restaurante de comida rápida.

En todo el tiempo que lo dejaban ahí metido, siempre se quedaban afuera de su celda, revisando que no tratara de escapar  mientras se quedaban viéndolo fijamente de una manera que no sabía descifrar, cuchicheando entre ellos como si estuvieran hablando en secreto y de vez en cuando reían y cuando uno de los dos decía quien sabe que cosa el otro lo miraba y le sonreía como si fuese cierto gato morado de cierto libro con cierta niña y cierto conejo blanco. Le causaban escalofríos. Lo mantenían ahí  pareciendo que no se cansarían nunca de hablar aparentemente de el como si se estuvieran burlando de el. Todo acababa cuando se habría la puerta principal que daba al pasillo que tenia celdas de un lado a otro, y como siempre los dos guardias se ponían firmes y se ponían rápidamente a cada lado de la celda de Yata poniendo una cara seria como si realmente fueran guardias de seguridad en una cárcel. Y como siempre para su mala suerte, quien entraba siempre era el mono. Aparentemente iba cada un par de horas para revisar si habían entrado nuevos criminales o algún idiota que se hubiera robado alguna estupidez  de un supermercado, y cuando lo veía sonreía de esa forma tan peculiar y a la vez (aunque no lo quisiera admitir) que le causaba leves escalofríos de terror. Cuando le preguntaba como era que había acabado ahí metido, incluyendo el insoportable sonido de su voz cuando canturreaba su primer nombre haciendo que los oficiales que todavía estaban presentes aguantaran las carcajadas que luchaban intensamente por salir, no respondía y solo se limitaba a mirarlo de la peor manera que le era posible. Cuando Saruhiko le preguntaba a los oficiales, estos siempre respondían con la misma excusa pero distorsionada para que no fuera obvio que mentían. Básicamente: que estaba buscando pelea en la calle. Y les funcionaba bastante bien, ya conociendo bien el explosivo carácter de Misaki era muy creíble esa posibilidad. Después de un rato más lo dejaban salir no sin antes regalarle una macabra sonrisa.

Entre mas se acercaba con mas fuerzas rezaba para que no lo reconocieran. Si antes era difícil para ellos atraparlo, ahora seria tan fácil para ellos como tratar de atrapar a un cachorro con todas la patas heridas.

Cruzaron sus caminos como si nada hubiera pasado, no se habían dado cuenta. Tal vez hoy su día realmente no fuera a ser tan porquería después de todo.

Después de un rato caminando había llegado al trabajo. Era una cafería-restaurante donde la comida no estaba nada mal, el lugar era algo pequeño para la cantidad de gente que venia en busca de una buena taza de chocolate caliente y unos biscochos en los días de invierno, pero de todas formas acogedor. Este era el único lugar donde se comportaba de forma amable con desconocidos, además si no lo hiciera lo despedirían. Trabajar nunca le había gustado tanto, ahora se daba cuenta de que era algo que le ayudaba a distraerse y no ahogarse en sus patéticas penas.

Se puso en frente de la doble puerta de madera con diseño tradicional y ventanillas de vidrio. Suspiro y hecho un vistazo adentro por una de las pequeñas ventanas para ver como estaba todo allí adentro. Al instante se sintió estúpido. ¿Por qué alguien robaría una cafetería donde todo el mundo sabe (si es que tiene un poquito de sentido común) que se llevan el dinero al terminar el día?

Bueno, no importa.

Metió la mano en el bolsillo izquierdo de su pantalón y saco las en par de llaves del establecimiento. Mientras metía la llave en la cerradura del candado que se ponía en la puerta antes de cerrar para evitas “incidentes” miro a ambos lados… no había nadie alrededor. Como siempre el era el primero en llegar. Su jefe le había dado una copia de las llaves y le dijo que le subiría el sueldo si era quien habría el negocio y limpiaba un poco hasta que entraran los demás empleados para no retrasar en paso de la clientela ya que a la hora en la que entraban los demás empleados había mucha gente que salía de casa sin haber desayunado nada.

Escucho el sonido del candado abriéndose y lo retiro junto con las gruesas cadenas de este y lo puso todo encima de su patineta a la altura de sus tobillos. Introdujo la llave en el cerrojo de la puerta derecha y  giro unas 3 veces hasta escuchar un “click”. Volvió a ponerse las llaves en el bolsillo izquierdo, tomo en candado y las cadenas y se puso la patinetas bajo el brozo.

Empujo la puerta suavemente con la cadera y entró, barrio el lugar con la mirada rápidamente. Bien, nada fuera de lo normal. Aunque  no le interesaba realmente, si algo llegara a pasar no seria su culpa. Pero surgía el interés de todas formas, llevaba bastante tiempo trabajando en ese lugar y lo conocía de sobra, además de que la paga era buena y le agradaba su jefe y compañeros de trabajo, jamás ha peleado con alguno de ellos de forma seria.

Volvió a cerrar la puerta de un pequeño empujón con el pie y camino hasta llegar al mostrador que tenia una pecera mediana con la palabra “propinas” escrita con la letra elegante y estilizada de su jefe escrita con marcador permanente negro. Al final del día la pecera iba mas o menos por la mitad y sus compañeros y el se repartían el dinero en partes iguales cuando todos los clientes se iban. Se puso en el lugar donde en una hora estaría el cajero y dejo el candado y las cadenas debajo del mostrador.

Cruzo todo el lugar dando pasos cortos y tranquilos, abrió una puerta que decía “salo empleados”  que estaba escondida detrás de un delgado mural al lado del amplio mostrador. Se llegaba a ella por un delgado pasillo.

Cuando entro se encontró con un pequeño cuarto unos 10 casilleros, de los que solo 5 estaban siendo ocupados, y una banca larga al frente de estos. Siguió caminando sin cerrar la puerta detrás de el hasta que quedo al frente del que era su casillero, abrió la puerta sin utilizar llave o ninguna cosa parecida ya que la mujer de su jefe, como era dueña de una lavandería en el centro bastante transcurrida se encargaba de lavarlos y remplazarlo mientras tanto por el otro, todos sus compañeros de trabajo tenían dos uniformes. Se encontró con su uniforme doblado y limpio, entonces una pequeña y imperceptible sonrisa se dibujo en su rostro. Esa mujer era muy buena, lo trataba como si se tratara de su hijo, se había encariñado rápidamente con ella, pero no debía, no debería volver a sentir cariño por nadie por que lo dejarían otra vez. Pero es que era inevitable, esa mujer es como la madre que nunca tuvo.

Se quito la chaqueta y la camiseta quedando solo con la básica blanca, luego se quito los pantalones y los tenis quedando solo en calzoncillos dejando al pequeño y delgado cuerpo dejando bastante a la imaginación por culpa de esa maldita camisa interior y los boxes. Dejo su ropa encima de la banca y dejo su patineta en una esquina del pequeño cuarto. Se puso la camisa blanca de botones con la corbata negra del uniforme, y luego se puso los pantalones de traje casual negros. Al final se puso las malditas zapatillas negras que tanto odiaba pero que su jefe insistía en que tenía que usar.

Se puso una pinza en el cabello para que el largo flequillo no lo molestara, se remango las mangas y salió del pequeño cuarto.

Miro nuevamente el lugar como lo había hecho al llegar pero esta vez con mas cuidado. Las mesas tenían grasa y algunas manchas de te, café, chocolate… migajas en el suelo etc., agregando una montaña de platos sucios en el fregadero de la cocina.

-aahhh….- suspiro profundamente.

-otro día más- murmuro. –y con mucho trabajo por hacer…..-

Notas finales:

Perdón!!!! hasta en la vida real llego tarde u.u

de ahora en adelante actualizare casi todos los dia pero los caps solo tendran poco mas de 500 palabras. ¿les parece justo?

Chau.


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