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Un mafioso enamorado. por Lucyanaliz

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Notas del capitulo:

Bueno queridos lectores!!! pido perdon por la tardanza... no los aburrire con razones... 

Lo primero que les contare es que a esta historia le quedan unos cinco o seis capitulos mas. Espero les siga gustando. intentare subir pronto.

Arthuro es Ingles por su madre e Italiano por su padre... creo que en algun momento le puse algo de griego. Es que me confundi, por que a Merlin lo eh echo de decendencia griega... pero veanlo por este lado. realmente todos tenemos algo de otros... tanto en europa como en otros lados, existen mestisos. en algun punto nuestras sangres se cruzaron. Seguramente algun antepasado nuestro pego el resbalon... un tragito por aca, otro por halla, un viajesito, una chica aqui, otra por halla,...

y lamentablemente no podemos culpar a nadie...jajaja

Arthuro efectivamente es Seme... 

Estan deacuerdo con eso? si, quieren envienle sus quejas y lo hablandamos para que merlin sea seme por un dia... jajajja

 

Por ahora, Arthuro es el macho alfa. 

Nos vemos pronto. 

 

Capítulo 6
 
La perfección de su traje como novio de Arthuro hizo que Colin se sintiera más triste, porque era la clase de traje que cualquiera usaría, feliz y orgulloso, el día de su boda.
 
Gracias al cielo, esté no era el traje tradicional de novia, largo, hasta el suelo y con cola. Esté mas bien era un traje blanco, masculino, con detalles en tono marfil, completamente impecable, con un ramillete, de rosa, azul, enganchado en la solapa de su chaqueta. 
 
La misma qué resaltaba el cuello largo y delicado de Colin. 
Sin discutir, había visitado a la modista, en la avenida corrientes o, era Rivadavia, eso no importaba, lo cierto es qué había sido enviado por Arthuro. 
 
Se había sometido porque intentar discutir con Arthuro, era tan difícil que resultaba imposible, no había forma de hacer que aceptara sus decisiones. No solamente era un Italiano, convencido de que el hombre era la cabeza de la familia, sino que también tenía un don natural de mando y él había ordenado la mejor ropa para el hombre que sería su esposo.
 
Los invitados esperarían a que llegaran los novios, dado qué era un matrimonio diferente a uno convencional. Nadie entregaría a nadie. Ambos novios entrarían tomados de la mano, eso le había explicado el señor Pietro Gasparr; el brazo derecho de Uther y fiel amigo de la familia Pendragon desde mucho antes qué los  padres de Merlín nacieran. 
El solo echo de imaginarse caminando hacia el altar de la mano de aquel misterioso hombre que seria su esposo en muy poco tiempo, le hizo sudar de pies a cabeza. 
 
Pietro Gasparr; era el hombre qué los uniría en matrimonio. Merlin podía sentir la tensión en su cuello al escuchar a su verdugo hablando de su futuro, como esposo del tan dichoso y afortunado joven Pendragon. 
 
¡Dios, salve a la Reina!
 
Aquel hombre de edad avanzada y aspecto gentil, era el representante de la iglesia donde se casarían, ésa era la razón por la que Merlín casi colapso, luego de la platica que tubo con él, cuando esté fue a visitarles a la residencia donde se hospedaron luego de llegar del aeropuerto.
La sutileza no iba con el Padre Pietro.
 
Colin se colocó zapatos que formaban parte importante de su atuendo; luego abrió la pequeña caja que le habían entregado, una hora antes, en su habitación del hotel.
 
 Sobre un forro de satén, descansaban unos gemelos, de plata, con una pequeña piedra de rubí resplandeciendo en el centro, con destellos rojos y oscuros, contrastando con la el blanco de su ropa. Suspiro, al ver la suma de sus  iniciales puestas en el borde y sonrío, sin poder evitarlo, ya que Arthuro había adjuntado una nota que decía: 
 
“Déjame borrar poco a poco tus lágrimas y reserva tus sonrisas para mí. Mi mano estará siempre para poder levantarte…,en mis manos tu y tu corazón están seguros. No te preocupes por el mañana y, si ves por la ventana que la lluvia cae sobre los tejados…. Siéntete feliz, qué en este país, se cree que la lluvia, el día de la boda, trae fertilidad y buena suerte”.
 
El significado de esas palabra finales lo puso tan nervioso, que hubiera caído desmayado. Si aquello era una broma de Arturo, era de muy mal gusto. Merlin intento borrar de su gran imaginación, la idea de él, con una gran barriga. 
 
Eso era imposible, pero si alguna vez creyó imposible casarse con un hombre…, ahora dudaba de cualquier cosa qué tuviera Arturo en mente fuera imposible de realizarse. 
 
Quizás era solo una broma….
 
Acaso,¿Quería tener hijos con él?, era antinatural que un hombre quedara embarazado. Si bien, merlín había oído sobre un cantante latino, gay, que había gestionado el alquiler del vientre de una madre, para tener hijos qué llevasen su sangre. 
 
También, lo de la adopción conjunta era un echo, muchos parejas homosexuales o con problemas de esterilidad, optaban por la adopción. Un niño solitario, que necesitara del calor de una familia. Otras parejas, se han planteado: el alquiler de vientres o inseminación artificial…
 
Merlin se preguntaba; que ideas rondaban por la cabeza de Arthuro.
 
Tener hijos es una gran responsabilidad.
 
No dudaba que Arturo la tuviera, pero él no se sentía tan preparado. Algo confundido y ofuscado, se dio un par de cachetazos, ligeros en la mejilla. ¡¿Por qué se ponía a pensar en esas cosas?! Todavía, siquiera, había dado el, si….
 
Estudió varias veces su imagen al espejo, oyendo cómo caía la lluvia en las ventanas del hotel situado frente al monumento a la mujer, definitivamente, su visita a ese país, era consagrado con un hermosa vista.
 
"El Puente de la Mujer es una pasarela que une las dos partes de los diques del puerto, donde hace un siglo atrás solamente habían industrias y fábricas…. Ahora es un lugar para el romance."
 
Le había comentado Arturo mientras caminaban de la mano, más por obligación que por necesidad. Merlin se había pasado la caminata preguntando cosas sobre aquella ciudad y sus habitantes. Siempre deseando qué el otro dijera algo y no intentara hacer más, que tomarle la mano. También se sentía algo de intriga por el pequeño candado que Arturo llevaba en sus manos. 
“Fue obra del arquitecto español Santiago Calatrava, quien inició la construcción en el año 1998.”
 
“Con el tiempo me enteré que su diseño imitada la forma de una pareja bailando tango.” 
 
“¿tango?, creo que escuche algo… es un baile,¿verdad?”  Arturo asistió y elevo la mano que tenia sujeta a ala suya. Colocando el candado en la palma de la mano de su amado y le sonrío a un Merlín bastante confundido.
 
“Ya habrá tiempo para enseñarte sobre el tango, por ahora; ¿Qué te párese?, si colocas esto aquí.” 
 
Merlin no se negó ah aquello, a pesar de ver sus iniciales y las de Arturo inscritas en aquel candado y con el detalle de un corazón encerrando aquello como un trato a largo plazo. Arthuro a veces parecía predicar la bondad amorosa de un Dios que no vivía en un templo, ni se vengaba cuando sus deseos eran contrariados. Mucho menos cuando le sonreirá de una manera tan inocente.
 
El golpeteo de la lluvia le recordó aquella noche, cuando fue a visitar a Arthuro al Club Camelot, para suplicarle que no se vengara de su hermano. En vez de ello, él había vuelto su ataque contra Colin. Se llevó la mano a un costado, donde sentía un extraño dolor desde hacía varios días.
 
Era un dolor que a veces le anudaba la garganta, haciendo que deseara llorar para sentir alivio. Eran nervios, miedo, resentimiento, una combinación de todo; cada latido de su corazón, cada ruido del reloj en su muñeca le recordaba que el tiempo se acortaba y pronto aparecería el coche que lo conduciría a la iglesia.
 
Colin y Arthuro habían llegado a Buenos Aires hacia tres noches atras y desde ese momento, todo había pasado demasiado rápido.
 
 
 
— ¿No les parece extraño a tu padre y a tus amigos el hecho de que nos casemos tan de pronto? ¿Que nunca hayamos sido presentados formalmente? —preguntó Colin, haciendo un intento desesperado para aplazar la boda.
Arturo negó con la cabeza.
 
—En mi familia se acepta que se casen los desconocidos. Para mi padre y mis amigos, basta con que me case. Creo que ya habían perdido la esperanza de que lo hiciera alguna vez.
 
— ¡Oh! ¿Por qué? —por un momento sintió curiosidad sobre este aspecto de su vida. No dudaba que hubiera conocido a muchas mujeres, porque era muy varonil, sin embargo, era sorprendente que no se hubiese casado, a pesar de su éxito financiero y de la necesidad que sentían los italianos por tener un hijo que continuara el apellido.
 
¿Quizás, por qué es homosexual? Tampoco veía un impedimento. Él mismo, era la clara muestra de ello. Entonces, de nuevo se preguntaba ¿Por qué de entre tantas posibilidades, le había escogido a él?
 
—Porque tengo hermanas —respondió Arthuro—. En nuestra sangre, es una cuestión de honor y orgullo familiar que el varón se asegure de que sus hermanas tengan un hogar propio, antes de buscar esposa para sí. Aún ahora, muchos de mis compatriotas continúan con esta tradición. Trabajan mucho para dar una dote a sus hermanas y así, conseguir un pretendiente y después, al verse empobrecidos, buscan una novia que cuente con una buena dote. En la antigüedad, en las aldeas, la dote podía ser simplemente un rebaño de ovejas o cabras, o un par de buenos caballos, pero en la ciudad se prefiere el oro. De todas maneras, mis hermanas están en contra del matrimonio. Ellas prefieren su libertad a depender de un hombre… temo por sus futuras parejas…
 
Merlin se rió, bajito, de aquello, eran dignas pendragon. Luego proceso todo lo dicho por Arthuro.
 
 —El mercado del matrimonio —dijo Colin amargamente—. Si tú no fueras rico, yo no hubiera sido adecuado para ti, pues sabes que no tengo dote.
 
— ¿No? —estaba sentado en un extremo del taxi y Colin vio brillar sus ojos—. Como dices, soy un hombre lo bastante rico como para poder elegir. Sin duda, muchas de nuestras costumbres te van a parecer raras. Aun yo, siendo lo que soy, me sorprendo de que en muchas ocasiones de las decisiones que se toman y arruinan la vida de tantos. Sí, ahora soy rico, cariño, y puedo comprarme buenos trajes, comer buenas comidas, poseer casas y casarme con la persona de mi elección. Sin embargo, no olvido mi origen.
El brillo de sus ojos mantuvo inmóvil a Colin mientras lo escuchaba hablar en el taxi que avanzaba por la carretera rumbo a la ciudad, hacia; Puerto madero.
 
Arturo dejó escapar una exclamación típicamente de su personalidad, para expresar lo que sentía cuando hablaba de sus primeros años.
 
—No olvido al niño a quien prohibían jugar con otros chicos porque era un marginado, al igual que mi madre Margaret (La madre de crianza de Arturo, amiga de su madre), gracias a las malas lenguas de esas viejas sentadas frente a las puertas de sus casas para vigilar, con brillantes ojos, a las mujeres más jóvenes. Algunas veces, los chicos me tiraban piedras y las niñas repetían en coro el apodo que se les da a los niños como yo y que oían en las cocinas de sus padres. Cuando me llamaban por ese nombre, yo solía patear el barro, apretar los dientes y me juraba que un día... un día regresaría y le demostraría a todos, lo que un bastardo podía llegar a ser.
 
Se rió de esa manera áspera, tan peculiar en él; una risa mojada con el vino amargo de sus recuerdos.
 
 
 
 
Ahora, en su habitación del hotel, Colin miraba su imagen al espejo y estudió la mirada de sus ojos, que no era de esperanza y emoción, sino la de una criatura atrapada, una especie de dolor y desesperación.
 
Se sobresaltó cuando oyó que alguien llamaba a la puerta. Cobró ánimos y se dispuso a abrir. Cuando lo hizo se encontró con una mujer aparentemente de su misma edad; sin duda era una pendragon, vestida con un traje sastre de seda azul y un bonito sombrero de paja con flores.
 
—Hola —dijo en inglés, su atractiva y alegre cara se iluminó con una sonrisa—. Soy Morgaus Pendragon, la hermana de tu prometido. Mi novio y yo hemos venido para llevarte a la iglesia.
 
— ¡Oh! —Colin retrocedió un paso, porque la llegada de la joven rubia había sido inesperada. Arthuro no la había mencionado; todo lo que dijo fue que, un poco antes de las once de la mañana, iría un coche por él, para llevarlo a la iglesia.
 
Morgaus miró su reloj de pulsera. 
 
—Tenemos unos minutos, así que, ¿podría pasar para hablar contigo? Sin duda estarás nervioso por el hecho de que vas a casarte en una iglesia. Estás un poco pálido.
 
—Sí, adelante —Colin abrió más la puerta para que entrara la muchacha al salón.
 
—Mi novio, León, nos espera en la recepción —explicó Morgaus con una amable sonrisa—. León es de aquí, argentino, pero tiene descendencia escocesa, o algo así, lo conocí hace un par de meses, pero mi padre piensa que es un viejo compañero de clases. ¡Me mataría! si supiera que lo conocí por las redes sociales y gracias a Arthuro. Por cierto, tengo entendido que tú eres griego. Tienes un cabello hermoso, tan oscuro como el petroleo, y ya que, de cierta forma Arturo me recuerda mucho a mi padre, no me sorprende que haya escogido un esposo tan guapo y callado, como tú... 
 
—Mi cabello no es fácil de peinar —observó Colin  con una, sonrisa forzada.
 
— di lo que quieras, envidio a los griegos, como tú, que tienen el cabello rizado natural. 
 
Morgaus tenía el pelo rubio en las puntas y oscuro en las raíces y llevaba unos pequeños pendientes de oro en las orejas. No era muy bonita, pensó Colin, pero tenía algo cautivador; sus ojos grandes y oscuros reflejaban una preocupación profunda y sincera por todos los que parecían estar en dificultades.
 
—Es típico de Arturo traerte de inmediato a la inglecilla, ya quiero ver la cara de nuestro primo cuando te vea. Mhm… uh, esa mujer debe estar con las uñas clavadas en la pared, subiéndose por los techos de celos.
 
— ¿Primo…?, ¿Esa mujer?
 
—Ah, ehm…  no me hagas caso. Solo deliro por tanta felicidad. Como te iba diciendo, los hombres de nuestra familia, son de tomar sin preguntar, sin darte tiempo para adaptarte a la familia y nuestras costumbres —Morgaus puso la mano con gentileza sobre el brazo de Colin—. ¡Estos hombres! En público son tan hoscos y distantes, pero, en privado son tan apasionados. ¡Con cuánta intensidad pueden odiar y amar! Aunque no siempre comprenden lo que necesita uno, o, mejor aún, ni siquiera se percatan de que podemos tener otras necesidades, distintas a las de ellos. Lo sé, Cielo... el amor de un Italiano como mi hermano puede ser una especie de cautiverio porque, como te dije, Arturo es muy semejante a mi padre. Siempre tan posesivos con los suyos.
 
Cuando Morgaus habló de pasión y cautiverio, Colin podía sentir que sus nervios se ponían tensos. Esas eran las palabras que describían la actitud de Artur hacia él…
 
 Era él cautivo de su pasión, sin amor.
 
Como si adivinara los pensamientos reflejados en sus ojos, Morgaus dijo con voz muy baja.
 
—Supongo que no has visto a nuestro padre, al menos, no desde la ultima vez. —Morgaus sonrío a Merlin. —¿Creíste que te había olvidado?, ese globo era demasiado bonito para borrarlo de mi infancia, de mi memoria. 
 
Colin negó con la cabeza, sin darse cuenta de que jugueteaba con el anillo de rubíes que adornaba su mano izquierda.
 
—Arthuro me ha hablado de él, pero él es su hijo y, naturalmente, no todos pensamos bien de nuestros padres. Aunque, siempre se hallan diferencias de opiniones, es mas que obvia su rivalidad. De todas formas, con un día, fue suficiente para conocerle, la ultima vez me demostró lo frívolo que puede llegar a ser un ser humano.
 
—Sí, León y yo tuvimos nuestros problemas con él, dado qué papa es algo receloso de sus hijos. Temí que me dejara sin novio, cuando nos invitaron a pasar unas vacaciones en Albión, la isla de Arturo.
 
— ¿Qué clase de persona es? — Colin trató de hablar con serenidad, pero estaba creando la imagen mental de una Hombre posesivo y duro, que no lo iba a aceptar por no ser mujer—. ¿contigo fue buen padre?
 
—Lo admiro —respondió Morgaus—. Siento un gran respeto hacia él. La vida no lo trató muy bien…. No, hasta que Arthuro apareció en nuestras vidas y lo convirtió en un hombre de éxito y le pudo dar todas las cosas que nunca tuvo. Vive en la isla, pero no en la casa grande. Sin duda, Arthuro te dijo que mandó construir dos casas cuando compró Albión.
 
—No me ha contado mucho de la isla, todo lo que sé, es que allí pasaremos nuestra…, nuestra…, ehmn… luna de miel.
 
—Creo que te va a gustar — Morgaus sonrió, infundiéndole confianza—. Todo lo que había allí, cuando Arthuro la compró, eran las ruinas de un viejo castillo, una especie de atalaya que se usó hace mucho tiempo, para avistar barcos piratas y poder encender fogatas de alerta en las laderas y disparar los cañones desde las murallas. Esas altas murallas, ahora rodean la residencia. Arthuro construyó la casa dentro de ellas y el resto de las ruinas se utilizó para crear jardines rocosos y veredas. En las murallas, verás grabado el León de San Marcos, que dice Leon que es un buen escudo de armas para Arturo, aunque mi hermano prefiere a los dragones.
 
— ¿De verdad? —Colin sonrió brevemente—. ¿Por qué supones que tu Novio dice eso?
 
—Primero, porque él todavía es un niño en el cuerpo de un hombre…, segundo, creo qué tiene un fetiche con su nombre, ¡Que hombre!, tercero, porque dice que Arthuro es un hombre con corazón de león. Tú sabes que él ha tenido que luchar para abrirse paso en el camino que lo condujo al éxito. No tenía nada, excepto su cerebro y su valor, y ahora, ha conquistado a una persona tan adorable como tú.
 
— ¿Yo? —dijo Colin, asombrado—. Estoy muy nervioso al pensar que su padre me rechazará porque no soy lo que cualquiera esperaría de la pareja de su hijo.
 
—Es verdad que los Italianos son muy severos, cuando se trata del matrimonio —contestó Morgaus—, pero si lo amas, vas a triunfar sobre nuestro padre. 
 
El corazón de Colin dejó de latir un instante al oír la palabra amor y, para esconder lo que podría asomar a sus ojos, miró su reloj de pulsera.
 
—Es hora de irnos, ¿nos vamos?
 
—Sí —Morgaus se acercó a Merlin y tomó sus manos—. No te preocupes, una boda en manos de mi hermano, es de seguro, mucho menos formal que las demás. Aquí, la gente que pasa por la calle entra cuando ven que se está celebrando una boda y los novios no están solos en el altar, porque a los invitados se les permite permanecer cerca de ellos a fin de que sean testigos de la ceremonia. Es casi una fiesta.
 
—Arturo dijo que sería una ceremonia íntima, ¿cuántos invitados habrá?
 
—Unas dos docenas — Morgaus le apretó las manos—. Tienes que comprender que Arturo tiene amigos personales y de negocios en esté país y ellos esperan estar presentes en su boda; es un asunto primordial — Morgaus sonrío traviesa — así como, el hecho de que la joven o él joven… en esté caso, con quien se casa sea virgen. 
 
Merlin palideció de tal manera que Morgaus pensó que tendría que sujetarlo, por si se desmayaba.
 
Temerosa de lo que le haría su hermano, si lo dejaba sin prometido, decidió cambiar de tema — ehm, ¿Qué me dices de tu familia y amigos?
 
—Mi único hermano está de viaje en el extranjero —Colin sintió el calor de las manos de Morgaus sobre las suyas—. Tengo algunos amigos en Londres, pero, por razones de trabajo, es de esperarse que no vengan a un lugar tan lejano, como Argentina (buenos aires), a mi boda.
 
Además de que el único amigo al que le diría,  seria a jefe Gaius y el estaba junto a su tonto hermano mayor.
 
—Entonces te sentirás muy solo —señaló Morgaus, comprensivamente —. Me alegro que León y yo te acompañemos. Creo que mi novio te simpatizará. Ahora, déjame verte para comprobar que todo esté en orden.
Examinó a Colín de pies a cabeza e hizo un gesto de aprobación. 
 
—Tu traje es precioso y el sencillo estilo de sienta bien, así como el color, que hace resaltar tu cabello. ¡Y qué gemelos tan hermosos!
 
—Son un regalo de Arthuro —Colin pasó la mano, acariciando su contorno—. En mi familia, tenemos la superstición de que la lluvia trae mala suerte.
 
—Calla, no debes mencionar la mala suerte el día de tu boda.
Colin observó que Morgaus se persignaba... parecía una mujer bastante supersticiosa.
 
— ¿Vas a llevar flores? —preguntó, mirando a su alrededor, buscándolas.
 
Bufo ante la mención de aquel accesorio —Orquídeas —contestó Colin—. Arthuro pidió que las pusieran en el refrigerador aquí, en el hotel y debo pedirlas en la recepción. ¡Todo esto... oh, es tan extraño! —se le escapó un suspiro tembloroso—. Casi... no puedo creer que, en media hora, estaré casado.
 
—Una vez que estés en la iglesia con Arthuro, te sentirás más tranquilo. Ven —Morgaus lo condujo a la puerta—, vamos a reunirnos con León. 
 
Colin sintió un temblor en las piernas mientras él y Morgaus se dirigían al ascensor. Había tomado una taza de café pero no pudo comer y pensó que el frío que sentía, se debía al vacío en su estómago. Pedía a Dios que no se fuera a desmayar en el altar, con esos  amigos y familiares de Arthuro, mirándolo. Dirían que era un tonto al desvanecerse por casarse con un hombre rico, poderoso y con gran atractivo.
 
¿Sentiría Arthuro verdadero orgullo por haber logrado traerlo, para casarse con él, después de haberlo comprado con el dinero que a su hermano se le había escapado de los dedos como polvo de oro?
 
En la recepción, conoció al alto y atractivo novio de Morgaus, quien abandonó su búsqueda en cuanto los vio y se dirigió hacia ellos fijando en Colin sus ojos grises con destellos verdes, resaltando en su cara tostada por el sol y coronada por una abundante cabellera de color rubio con destellos cobrizos.
 
No era tan atractivo como arthuro, pero llamaba la atención, tal vez no siempre fuera amable, pero, sí un caballero.
 
—Aquí estás al fin —dijo con voz grave—¡¿y la novia?
 
—La tienes enfrente cariño. —Morgaus señalo a Merlin.
 
—Estas bromeando.
 
—¡León!
 
—Lo siento, pensé que era una de tus tantas bromas—, dijo al ver la expresión en su novia y la vergüenza,  en el rostro, del prometido de su cuñado.
 
—Yo, realmente lo siento. No fue mi intención ofenderte…, es qué la invitación decía; Colin… y,..
 
—Es, Colin. Masculino.— Dijo Merlin.
 
—Pues…
 
—¡León!
 
—No dije nada. 
 
 — No hace falta, leo tus mañosos pensamientos.
 
Merlin no pudo evitar reírse de aquella pareja y, ellos pararon de discutir y se le unieron al notar que eran el centro de diversión de aquel muchacho griego.
— pero miren la hora, que le conste a tu hermano, que no ah sido mi culpa. Empezaba a creer que se pasarían el día charlando.
 
— Cobarde…, ya, ¡cierra la boca!, y sirve para algo, querido, ve a la administración y pídele al empleado el ramillete que está guardado en el refrigerador.
 
Él arqueó una ceja del mismo color que su pelo.
 
—Colin, espero que sólo sea tu ramillete el que se conserve hermoso, frío y distante el día de tu boda.
 
Se dirigió a la administración mientras Morgaus rió brevemente. 
 
—León tiene un sarcástico sentido del humor y por eso se lleva bien con mi hermano, al mismo tiempo, conserva algo del misticismo irlandés. Lo quiero con toda el alma, pero es imposible mantenerlo callado... tú quieres a Arthuro, ¿no?
 
Allí en la recepción, los dos se miraron de frente y súbitamente un gesto de dolor cruzó por el rostro de Morgaus. 
 
— ¡Lo sabía! —exclamó—. Arthuro, ese tonto hermano mío, inició su propia Guerra de Troya para encontrar a su Helena, ¿no fue así?
 
—Temo que sí —susurró Colin. — no tienes otro ejemplo…
 
León regresó con el ramillete, sin importarle que la gente lo mirara con una divertida sonrisa. Colin tomó las exquisitas orquídeas blancas, con un pálido color rosado en sus bordes; estaban sujetas con listones de satén y se agitaban con el viento y la lluvia al salir a la calle. Las miradas divertidas, que estaban sobre león, pasaron a él.
 
Morgaus, Leon y Colin se apresuraron al lujoso auto que los llevaría a la iglesia.
 
Ya era un hecho, se dijo Merlin, todavía sentía frío a pesar de estar usando el precioso abrigo de cuero, color pálido que Arturo le había regalado. Sostenía con cuidado las orquídeas, escuchando la voz grave de Leon, quien le hablaba de la isla donde él y Morgaus pasaron sus vacaciones, la misma donde él tendría su luna de miel con arthuro.
 
— ¿Cuándo conociste a Arturo? —se oyó a Colin preguntar.
 
—Hace algunos meses, cuando mi plantación estaba en ruinas y yo necesitaba que alguien me respaldara para empezar a reconstruirla. Tengo viñedos aquí. Intentando contactarme con Arturo, quede enganchándome con su hermana.— se rió, quizás recordando algún cómico episodio, con su amada. — Acudí a “diávolo di oro” y conocí a esta hermosa jovencita, quien siempre me ayudó, a pesar de correr el riesgo de perder dinero. Pero no fue así y ahora warlang está creciendo, la herencia de nuestros hijos asegurada y todo gracias a un hombre que nunca tuvo un centavo cuando era niño.
 
Colin sentía los ojos de León fijos en su perfil, mientras hablaba. ¿Acaso sospechaba que Arthuro lo había comprado como si fuera un juguete, para compensar su niñez carente de ellos?
 
—Me alegro por Morgaus y por ti —dijo, deseando con tristeza que esa alegría fuera sincera al tiempo que el auto se aproximaba a la hermosa iglesia de paredes blancas, con una cúpula azul y vitrales redondos. 
 
Su corazón latía rápidamente. En unos minutos, estaría unido a Arthuro Pendragon para siempre. Y cuando las campanas lanzaron al viento sus sonidos graves y metálicos, Colin aceptó su destino.
 

Lo hizo, mucho antes, de subir al avión.

Acepto su compromiso a pesar que miles de voces le gritaban en su cabeza, que no lo hiciera.

Muy a pesar de todo ese miedo que sentía revoloteando como mariposas en su estomago, creciendo y creciendo, demasiado asustado por todo lo que le trajera, el por venir y, con dolorosa angustia dentro de sí,

 Y  lo acepto.

Aún en contra de sus principios, de su moralidad, de sus creencias y de sus gustos.

No, por dinero.

No, por miedo.

Ahora qué conocía cada vez más a su prometido.

Merlín ponía las manos al fuego, él las ponía. Por qué presentía. No, mas bien. Él sabia que podía decir aquellas perfectas palabras sin que su hermano resultara herido o en el peor de los casos, muerto. 

Arthuro se lo había dicho, muchas veces; Qué no estaba obligado a hacerlo.

Pero recién ahora, él entendía qué era verdad.

Merlin podría pararse frente a todos y, decir;

No. 

No quiero.

No deseo. 

No voy a hacerlo.

Pero estaba ahí. 

Y lo haría.

Por qué se lo había prometido.

Le había dicho a Arturo que él lo aria.

Realmente lo aria.

El diría. 

Claro que; lo aria.

Diría; Si, acepto.

 


 
 


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