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Belleza negra por RedGlassesGirl

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Belleza negra – Capítulo 2

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—No entiendo porque tengo que hacer esto —se quejó Wolfram con tranquilidad.

—No quiero algo hecho por la cocinera, ya te lo dije.

Wolfram giró levemente la cabeza aun sosteniendo la sartén y le dio una mirada rápida a Yuuri. Estaba con los codos apoyado sobre la mesa y mirando hacia la nada claramente aburrido, igual que él. Al ver ese pequeño gesto de Wolfram Yuuri rodó los ojos y continúo explicándose.

—Quiero que los hagas tu —dijo mientras estiraba los brazos a lo largo de la madera y apoyaba la barbilla sobre ella—, con cariño y amor —agregó torciendo una sonrisa.

Wolfram suspiró sin mirarlo. Las palabras como cariño y amor venidas de la boca de Yuuri no eran nada, aunque le gustaría que fuesen. Sabía que solo estaba jugando, pero la voz a su espalda hizo que llegaran las maripositas a su estómago de nuevo. Sonrió con resignación y revolvió la masa con el cucharon para echar otra porción sobre la sartén.

—Y yo tengo que darte el gusto —comentó más al aire que a su compañero.

—¿No te gusta cocinar?

—No es un pasatiempo que me apasione.

—Pero a Gwendal le gusta, él siempre hace galletas —se excusó Yuuri—, de esas con formas raras. Y Conrart adora moler café y parece que prepararlo es un arte para él.

—Mis pasatiempos son distintos a los de mi hermano mayor, o los de Conrart.

A pesar de sus palabras a Wolfram se lo veía cómodo en la cocina con su delantal y sus movimientos tranquilos y fluidos.

—Mmmh~ —canturreó Yuuri entre una queja y el sonido de pensar—. Dijiste que no querías pintar más.

Wolfram volvió a contemplar la idea, pero seguía sintiéndose de la misma manera, el día se había vuelto demasiado pesado para eso.

—Ya no estoy inspirado —dijo y dejo salir un suspiro cansado. Echó el anteúltimo panqueque sobre el plato y vertió la masa restante sobre la sartén.

—Lo que te pasa es que no tienes ganas de hacer nada, y en realidad no te culpo. Con este día tampoco podemos ir a cabalgar o a pasear a algún lado.

Yuuri se levantó y observo un poco ido por la pequeña ventana de la cocinilla donde estaban, no era la principal del castillo sino la que él siempre asaltaba para robar bocadillos.

Le gustaba ese lugar, la gran mesada de madera bordeaba toda una esquina y acunaba la cocina de hierro casi negro, el resto estaba ocupado por estanterías y alacenas.

Se apoyó con los codos y los dedos entrelazados sobre el marco arqueándose para estirarse un poco más mientras seguía mirando el paisaje. Frente a sus pies un pequeño cortinado ocultaba las provisiones e ingredientes guardados bajo la mesada. El paisaje era de un gris lluvioso, su falta de concentración no le permitía ver las partículas de agua en el aire, pero al observar los charcos en la tierra se podía ver el suave ondeo de las gotitas al caer.

—Están listos —anunció la voz de Wolfram mientras colocaba un plato en la mesa.

Yuuri volteo y sonrió aunque todavía se sentía desganado y con el cuerpo pegajoso demás de una sensación de pesadez que su compañero compartía. Se sentó y observó con ojos curiosos como Wolfram le servía una porción en su plato.

—Oye, ¿qué le pasó a mis panqueques? —se quejó levantando uno con el tenedor, no tenía una forma redonda, era completamente deforme y las capas de masa se habían superpuesto y pegado entre ellas. Estaba comenzando a pensar que su cocina se parecía a su arte.

Wolfram se cruzó de brazos aun con la espátula en mano y curvo la comisura de sus labios hacia abajo, no tenía muchas fuerzas para estar disgustado. —No soy un cocinero profesional Yuuri, ¿qué esperabas?

—¿Mas amor y cariño? —preguntó tontamente.

Wolfram lo observo un momento y aflojó los hombros dándose por vencido por segunda vez en el día, una pequeña risa sorda se formó en sus labios mientras cerraba los ojos.

—Saben bien, los probé mientras los hacía, no hagas caso a la forma.

No necesitaba aclarar eso porque Yuuri ya había desaparecido media pieza de uno en su boca, incluso aunque no le entrara y se hubiera quemado. Wolfram dejó pasar la falta de modales esta vez únicamente porque la calidez y las mariposas en su estómago le distraían.

Una vez terminó de tragar, Yuuri se relamió los labios para saborear los restos del dulce con el que había rellenado su panqueque y miró a Wolfram. —¡Están muy buenos! —Exclamó, aunque el desgano aún estaba presente—. Cuando tengas ganas de pintar puedes cobrarte el favor conmigo como modelo. Si llegamos a un trato con esto puedes hacerlos todas las semanas.

—¿No vas a escapar por la ventana de nuevo? —preguntó Wolfram con un dejo de diversión mientras comía de forma mucho más correcta que el rey con quien compartía la mesa.

El acusado levantó la mano mostrando la palma y colocó la otra sobre el corazón en un gesto exagerado. —Juro solemnemente que no voy a escapar, ni tampoco moverme —dijo y abrió un ojo, dudando—, al menos no durante la primer hora.

—Te tomaré la palabra —advirtió Wolfram apuntándole con el dedo—. Voy a cobrarme esto, pero hoy no, lo dejaremos para otro momento.

Era tentador arrastrar a Yuuri a la sala de descanso de su habitación donde había armado su pequeño estudio de pintura y así aprovechar la baja estamina que tenía hoy para que se quedara quieto. Pero Wolfram estaba en las mismas, el día era demasiado agotador para pensar en otra larga sesión sentado dibujando algo, menos desplegando todo el equipo de pintura de nuevo.

Continuaron comiendo en silencio, la mesilla estaba ubicada lo suficientemente cerca de la ventana para que el paisaje los distrajera a ambos, no tenían ganas de conversar ni de gastar energías discutiendo acaloradamente como siempre hacían.

—¿Crees que mejorará pronto? —preguntó Yuuri con un aire triste.

Wolfram no respondió de inmediato mientras dejaba escapar un gran bostezo. —¿Quieres salir? —Preguntó sabiendo bien que el otro chico era sumamente hiperactivo—. No creo que puedas hasta mañana.

—¿Qué vas a hacer ahora? —quiso saber el rey mientras jugaba con un trozo de panqueque haciéndolo deslizar por el plato marcando ondas en el dulce.

Wolfram se sentía cansado, cocinar le había resultado divertido como para tener una excusa que lo mantuviera ocupado, pero el entretenimiento les había durado poco y a pesar del pilón que reposaba en el plato en el centro de la mesa estaba satisfecho como para alargar más este aperitivo. Observó a Yuuri un momento, tenía cara de cansado, eso solo le hacía pensar en cuanto le gustaría reposar la cabeza en sus hombros o rodearlo con los brazos y acurrucarse con él en la cama. Pero tuvo que sacudir la idea rápidamente, esa clase de deseos eran inútiles, solo podía conseguir algo lejanamente similar con demasiada suerte.

—Creo que voy a dormir una siesta —dijo observando hacia afuera, no había mucho más que hacer, y además estaba tanteando el terreno—. ¿Quieres dormir una o dos horas?

Yuuri ladeó la cabeza y observó la ventana, podía ver en su vista panorámica el plato vacío con solo un trocito de los panqueques que tanto le insistió a Wolfram que le preparara por capricho, no quería comer más. Se sentía algo cansado.

—Sí, creo que me gustaría dormir un rato —dijo decidido a pagar el favor acompañando a Wolfram a hacer algo que él quisiera, por más que solo fuera acostarse a dormir.

Wolfram caminó hacia la salida dejando los platos sucios en el fregadero para que alguien más se encargara de ellos, pero el ruido del agua y los movimientos de Yuuri le hicieron detenerse.

—Puedes dejar eso para que lo laven los sirvientes.

—No me cuesta nada hacerlo. Además tú has cocinado, déjame a mí enjuagar esto, será rápido.

Wolfram observó su espalda mientras Yuuri estaba parado en la cocina, sus hombros se habían vuelto un poco más anchos si no estaba errado, era difícil decirlo siendo que lo veía igual en el día a día. Ahora llevaba el cabello más corto en la nuca, estuvo a punto de aplicar ese largo a toda la cabeza pero por suerte se dejó convencer por los comentarios de todos de que no lo hiciera, se alegraba muchísimo de eso porque amaba ese cabello negro. Incluso hoy, con un día horrible de fondo y su leve actitud de desgano, Yuuri le resultaba encantador.

Volvió a recapitular en su mente esos sentimientos que hasta hace poco no recordaba tan fuertes. Estaba hundido hasta la cabeza en esta relación inexistente y deseaba con fuerza aplicar algún cambio, pero tenía miedo de arruinar la química que tenían. Aun no encontraba un momento que sintiera correcto. El momento perfecto, si es que eso existía.

Era frustrante luchar contra el impulso de avanzar un par de pasos y abrazarlo, apretar las manos sobre su torso y respirar sobre su cuello sintiendo su piel contra su rostro. Wolfram paró con las fantasías, metió todo eso en una caja dentro de su pecho y la cerró. El día no se prestaba para volver a las mismas idas y vueltas consigo mismo.

Yuuri terminó de lavar los platos, el agua fría en sus manos lo espabilo un poco pero tomar una siesta seguía siendo tentador, además de que quería pasar tiempo con Wolfram.

Fueron a la habitación que compartían hace ya casi un año y se recostaron sin vueltas, la ropa ligera que usaban y el viento fresco que entraba por la ventana abierta hacían que la cama se sintiera cómoda sin necesidad de taparse. Luego de un rato Yuuri estiró los dedos y aprovechó que Wolfram estaba boca abajo para acariciar su cabeza, sabía que él no iba a negarse a un toque como ese.

Wolfram no se inmutó, no al menos visiblemente, pero disfrutó atento y con los ojos cerrados las caricias que le ofrecía. La mano de Yuuri bajo por su espada de forma normal como a veces hacía, pero fue más invasiva al meterse por debajo del borde de su camisa acariciando con los dedos su espalda baja. Wolfram se tensó y llevó las manos hacia arriba, pasándolas por debajo de la almohada y usándolas como apoyo, de repente se sentía un poco inquieto y muy incómodo. Giró la cabeza hacia el otro lado y volvió a cerrar los ojos por las dudas de que Yuuri llegara a ver sus dudas.

La mano de Yuuri trazo algunos círculos de caricias mientras descansaba de lado observando la camisa blanca con interés, no era la primera vez que se atrevía a tocar a Wolfram, pero nunca lo había hecho por debajo de la ropa. Le rascó suavemente alejándose de las caricias que le resultaban incomodas y obtuvo una respuesta satisfactoria.

—Mmh —casi ronroneo Wolfram, tanta atención lo estaba poniendo contento.

—¿Te gusta que te rasquen la espalda?

—Me da sueño.

Sabiendo que tenía permiso Yuuri metió más la mano por debajo de su ropa, rasguñando desde arriba hacia abajo suavemente haciendo que Wolfram quedara aún más planchado sobre el colchón. Sonrió satisfecho al ver cuanto lo disfrutaba inocentemente y cambio de posición.

El peso de Yuuri sobre sus piernas alarmó a Wolfram, entreabrió los ojos y lo observo tratando de mantener la calma, podía sentirlo sentado a horcajadas muy cerca del comienzo de su trasero.

—¿Te estoy aplastado? —pregunto Yuuri al ver que le observaba.

—No.

Wolfram volteó la cabeza de nuevo para el otro lado y escondió el rostro entre su hombro y las almohadas dejando que su cabello tapara el resto. Estaba incómodo de maneras que no quería que el otro chico supiera, pero podía soportar, no iba a renunciar a esto tan pronto.

Yuuri extendió los dedos y arrastró las palmas hacia arriba con firmeza, clavando los dedos en la parte superior al llegar a los músculos bajo los omóplatos.

El toque de las manos calientes y los dedos que trazaban movimientos circulares con fuerza hizo que a Wolfram se le revolviera el estómago y el calor subiera como una llamarada dentro de su pecho hasta su cabeza. Las cosquillas eran placenteras cuando bajaba sus manos por sus flancos, entreabrió los labios y frunció el ceño, agradeció estar bien escondido al estar tan ruborizado.

—¿Esta bien así? —preguntó Yuuri.

"Oh, dios, claro que sí". Comenzó a sentir un poco de miedo por si Yuuri le pediría dársela vuelta, lo cual haría muy evidente que más allá de sus intenciones de un masaje normal había comenzado a excitarse.

—Sí, creo que podría dormirme —dijo con una risa nerviosa, esperando que pensara que lo que le apenaba era desmayarse a medio masaje, una completa mentira.

Yuuri rio suavemente en respuesta. —Puedes tomarlo como pago por la comida.

—Bien.

Wolfram comenzó a contemplar cómo podría lograr cocinar una cena completa aunque no tuviera conocimientos sobre eso. Un pollo al horno entero con guarniciones parecía una buena idea. Lo que sea con tal de saber cuál sería el pago luego.

Había pasado tanto tiempo pensando en cuanto quería ponerle las manos encima al rey que nunca había pensado lo que sería la dulce tortura de que él le tocara un poco. Que Yuuri lo hiciera con vagas intenciones no le importaba, a pesar de su nulo interés sexual su actitud le estaba resultando muy seductora.

Más allá de las especulaciones de Wolfram, Yuuri no tenía unas intenciones tan inocentes como él pensaba. No es como si fuera a atreverse a algo más que esto, pero tenía calculada una posición un tanto alejada de su cuerpo para no apretar su entrepierna contra él, o podría sentirse en problemas.

Estado sobre sus piernas de esta manera ya era suficientemente osado, y poder rodar las manos a placer sobre el cuerpo de Wolfram era suficiente para calmar sus ansias de explorar. Aunque el día era húmedo y horrible en este momento estaban tranquilos y el roce de sus palmas en su espalda era suave y seco, no había rastros de transpiración, incluso aunque estaba nervioso y pensó que le sudarían las manos. Yuuri se ruborizo un poco esperando que a Wolfram no se le ocurriera abrir los ojos y volver a mirarlo, o tendría que intentar actuar como si nada otra vez.

Las pequeñas corrientes eléctricas que sentía Wolfram por su espalda se volvían peores, estaba tentado de mover las caderas para acomodarse mientras pensaba excusas para no tener que voltear y quedar expuesto. Lo que empezó como una tontería se había vuelto un problema, se dejó llevar por todas esas caricias sin contenerse como para no terminar con un bulto en sus pantalones. Estaba pensando en esperar que Yuuri se recostara y durmiera para hacer una escapada al baño, la única solución que veía a sus problemas, físicos o sentimentales, era masturbarse y olvidarlo. Wolfram no iba a enterarse de que Yuuri le ganó de mano.

—¿Estas dormido? —preguntó el joven rey.

—Casi. —Estuvo a punto de mentir y quedarse callado como si lo estuviera, pero se arrepintió.

—Bueno, puedes dormir, yo ya vengo. Voy al baño.

Una excusa normal, para una situación especial.

Mientras Wolfram rezongaba interiormente porque no podría esperar a que Yuuri se durmiera rápido para desaparecer, Yuuri estaba arreglando la misma clase de problemas sin pensar que él chico en la cama seguía despierto.

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Continuará…

 

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