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Killer Instinct por Lemonie

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Notas del fanfic:

Por favor, tómense el tiempo de leer esta parte. Es una breve reseña de cada uno de nuestros protagonistas.

 

The Wolf (Lobo): Sunggyu era el esposo perfecto y padre de dos hijos pequeños. Tenía una preciosa esposa y una vida perfecta. Trabajaba como científico forense con lo cual logró ganarse los elogios por sus diversos trabajos además de llegar al apogeo de su carrera. Todos en su área le conocían y le respetaban y, si no se sintiera tan vacío por dentro, probablemente hubiese sido feliz con la vida que llevaba. Pero Sunggyu no podía sentir. Todo eso era una simple fachada, como estudiante había elegido sus estudios en el área forense sólo para aprender a borrar su huella siendo un asesino. La primera vez que alguien murió en sus brazos pensó que lo lamentaría, pero no fue así pues descubrió que matar era lo único que le hacía sentir completamente vivo. De cualquier forma, un día, Sunggyu se encuentra feliz por otra cosa…

 

The Fox (Zorro): Howon es alguien impetuoso con una fuerte tendencia a la violencia. Normalmente tiene límites y deja su enojo junto con su dolor dentro de él. Sabía cuándo estaban a punto de explotar por lo que comenzaba a buscar víctimas. Usualmente hermosas y jóvenes mujeres sangraban sobre su mesa siendo mutiladas parte por parte mientras suplicaban piedad. Trabajando como un detective auxilió su enfermizo pasatiempo y, uniéndose a cierto Kim y Lee, había logrado escapar de bastantes situaciones. Incluso sus compañeros de “The Animals” no eran capaces de pillar la evidencia de sus actos. Pero cuando Howon tiene un nuevo compañero, todo cambia…

 

The Lamb (Cordero): Sungjong siempre ha tenido el rostro de un puro e inocente ángel. Él usaba ese rostro así como la máscara de cordero. Ese rostro le permitía manipular, seducir y construir su propio camino a través de su vida sin hacer demasiado esfuerzo. Desde pequeño se dio cuenta que era distinto a todos los demás. La gente era aburrida y plana para él además de inferior en todo aspecto. Siendo el hijo de una familia adinerada fue malcriado y antes de que sus padres pudiesen hacer algo, se había vuelto un potencial sociópata que mataba por simple placer. Ellos no sabían, nadie sabía. De los tres asesinos era el más sádico, pero luego de haber matado durante seis años el acto se había tornado aburrido. La sangre siempre era roja y todas las víctimas gritaban de la misma forma; con la misma voz. Si tan sólo encontrase la presa perfecta…

 

El fanfic se divide en tres arcos, uno por cada asesino. Cada arco será de cinco capítulos, ahora, disfruten<3.

Notas del capitulo:

Espero que les guste mucho este fanfic que realmente me dejó encantada. Tiene una trama interesante que espero sea del gusto de todos y por favor, si son sensibles, respeten las advertencias~

Ahí estaba de nuevo, sentado en la acolchada silla que su psiquiatra dulcemente le ofrecía cada vez que iba. Ella pensaba que estaba ayudándole a superar su introversión y su falta de confianza en sí mismo, pero en realidad, sólo estaba perdiendo su tiempo. Nadie podría cambiarle a esas alturas. Sunggyu sólo había comenzado a ir sólo porque su esposa, Sunye, se lo había pedido. Podría ser demasiado sospechoso si la rechazara y podría hacerla enojar. Tratar con una madre preocupada de dos chicos era problemático, fue por ello que un día fue. Si había algo útil que había traído consigo el ir a ese lugar, había sido la oportunidad de conocer a sus compañeros, aquellos que mataban con él. Lo podía recordar claramente, todos estaban en el lobby; Howon hojeando una revista y Sungjong suspirando mientras jugaba con su teléfono. Con tan sólo un vistazo Sunggyu supo que ellos eran como él. Cuando los tres pudieron hablar, Sunggyu sintió que debía mostrar lo que hacía, cómo llevaba a cabo tal acto. Después de eso formaron una especie de alianza y, para mantener su privacidad, tan sólo revelaron el primer nombre, sus ocupaciones y sus números telefónicos. Eran como un grupo hecho en el cielo…

 

 – Un científico forense, un detective y un estudiante de anatomía entraron a un bar…– Murmuró Sunggyu, riendo entre dientes.

– ¿Podría repetir eso, señor Kim? No le oí.

– Sólo estaba pensando en una broma. No me preste atención, doctora, a veces mis ensoñaciones se vuelve más profundas de lo que deberían.

– Eso está bien – Sonrió–. Ahora, ¿Me puede decir cómo fue su semana?

– ¿Cómo fue mi semana? – El forense había considerado muchas veces decir la verdad, pero su instinto de conservación actuaba como barrera. Por su bien, aquello era bueno, pero por el lado de sus víctimas no lo era tanto. Esa semana había sido relativamente vacía en comparación a lo que usualmente solía hacer. Un asesinato, un insignificante y drogadicto trató de robarle. Sunggyu había estado satisfecho, le asestó una  certera puñalada a través de su corazón, dejando la sangre fluir a través de la herida. A diferencia de sus compañeros “cazadores” no le gustaba prolongar el acto; el tiempo era esencial. Sunggyu siempre había sido prolijo en su trabajo, siempre usando uno de sus viejos trajes de laboratorio, guantes y una máscara para entonces cortar el cuerpo y disolverlo con ácido. Como el investigador científico que era, le sorprendía la cantidad de peligrosas sustancias que podía obtener al mezclar simples reactivos de laboratorio. Cuando Sungjong y Hoya mataban, ellos guardaban los cuerpos en un cuarto a la disposición de Sunggyu ya que nunca fallaba al limpiar todo de manera perfecta. En comparación con sus compañeros, su sed de matar era más baja lo cual lo atribuía a su edad. Un asesinato era suficiente para satisfacerlo por una semana así como su esposa lo era con una noche de sexo cada cierto tiempo.

 

La señora Kim era una dueña de casa porque podía hacerlo. Después de todo, Sunggyu era uno de los científicos más conocidos en Corea; el dinero que ganaba era suficiente para que vivieran con todas las comodidades que cualquiera pudiese imaginar. Siendo honesto, sólo se casó porque la sociedad lo quiso así.  Tan pronto como sus compañeros celebraban compromisos y llegadas de bebés, sus padres se preocuparon de buscar a alguien que no fue elegida al azar; era inteligente y bastante bonita como para pasar buenos genes, perfecta para ser aceptada por él.

Sunggyu se encogió de hombros cuando la doctora hizo otra aburrida pregunta que buscaba volver a una discusión pasada sobre paternidad. No los había querido precisamente, pero eran el ejemplo perfecto para demostrar que era el padre que se esfuerza todos los días para darles lo suficiente. Solían compadecerlo, pero no le daba importancia. El resto de tiempo prefería ocuparlo en el laboratorio o bien, en su oscuro pasatiempo.

 

– Entonces, la señora Kim me llamó ayer y me dijo que la pequeña Yura ganó una competencia el miércoles. Debe estar orgulloso, ¿Verdad?

– ¿Ganó? –Sunggyu se mostró genuinamente sorprendido–. Quiero decir, sí, claro. Junto con Sungyeol son mi sol y mis estrellas. Estoy muy encantado con ellos.

 

Esas últimas palabras parecieron complacer a la psiquiatra quien asintió mientras escribía algunas palabras en su cuaderno para luego sonreírle. La sesión terminó más temprano por la excusa de ir a ver un regalo para su esposa, cosa que ya había hecho pues ya le había comprado un collar. La real razón era que sentía su instinto asesino salir a flote y, con la intención de recuperar un fin de semana de calidad con la familia, necesitaba un arreglo. La semana había sido demasiado larga y encontrar a alguien para que fuese su víctima era tarea fácil ya que, a diferencia de sus compañeros, no buscaba fetiches o elegir cuidadosamente; alguien que no fuesen a extrañar era perfecto. Una prostituta, un drogadicto o un vagabundo, de todas formas, estaban mejor muertos que vivos.

Ese día estaba a solas con un anciano inconsciente sobre su mesa. Como siempre, siguió su patrón al hacer su acto y tan pronto como el hombre despertó, cayó en cuenta de dónde estaba, gruñendo de una forma dócil, bastante diminuta por ayuda. Sunggyu no lo pensó más y clavó el cuchillo, observando como su arrugado pecho sangraba  sobre el plástico que había puesto anteriormente. Después de todo, él siempre era limpio y lo que le divertía más en su trabajo era ver desaparecer la última luz de esperanza de los ojos de sus víctimas. Era satisfacción pura. Se sentía el dios que decía si podían vivir o morir, pero eso no quitaba que se divertía probando la resistencia de cada una de sus víctimas.

El color escarlata cubrió sus guantes y  a través de la máscara de zorro que usaba, una expresión de satisfacción se formó. Tan pronto como su víctima dejó de respirar, Sunggyu volvió en sus sentidos para comenzar con el proceso de eliminar el desecho. Se había vuelto un experto, y era por ello que a pesar de ser meticuloso, era rápido para dejar todo tal como estaba. Contempló el burbujeante ácido y cuando el olor provocó algo en su estómago, recordó que era hora de partir.

Ese día Sunggyu no había conducido hasta el trabajo y era por ello que el aire del gélido invierno  atacaba como si de un puñado de agujas se tratara. No era que fuese algo incómodo, de hecho, le gustaba esa época pues sus víctimas estaban más débiles y vulnerables. El real problema era que le desagradaba caminar. A las 8 pm la oscuridad cubría casi todas las calles, dejando ver las luces de algunos vecindarios que mostraban la “vida” de ese lugar. Su apartamento estaba en Hongdae y cuando se encontraba en su camino hacia la misma, notó los restos de puestos de comida y una que otra baratija regada en el suelo. Hongdae estaba vacío y silencioso, siempre era así en invierno.

De pronto, el eco de una guitarra resonó; una brillante y alegre tonada que contrarrestaba la frialdad de la estación. Una suave voz acompañó la melodía, cantando una canción que parecía del oeste y la cual, el forense no había logrado entender. Se acercó para encontrarse con un sonriente y joven chico con un par de jeans viejos, un suéter negro y una chaqueta de cuero del mismo color. Lo primero que pensó fue que aquel hombre debía estar congelándose al llevar ropas tan ligeras pero aún con eso, él sonreía mientras tocaba con un entusiasmo que Sunggyu no podía ignorar. No había nadie alrededor y entonces se preguntó: ¿Para quién canta?, ¿Para él?... Quizás era lo mismo que cuando él mataba; sólo para él y para hacer su vida un poco más emocionante. Terminó por acercarse, dejando un billete de 10.000 won en el estuche de la guitarra.

 

– Oh, wow… –La música se detuvo–. ¿Tanto te gustó la canción?

 

Sorprendido por el inicio de la conversación, Sunggyu arrugó la frente y le echó otro vistazo a aquel hombre. Sus ojos eran claros y brillaban en audacia lo que le permitió saber que no estaba drogado o bajo la influencia del alcohol. Si había algo que había notado, era que el artista callejero era atractivo, con un llamativo rostro que se veía iluminado por un extraño optimismo. Solamente sus mejillas daban cuenta de lo mal que lo estaba pasando.

 

– Ah bueno… La verdad es que no importa.

– ¿No te importa? – El guitarrista rió–. Es una respuesta bastante extraña.

– No soy gran fan del arte.

– ¿Eso me hace especial entonces? – Le dedicó una sonrisa mientras que Sunggyu le daba una silenciosa mirada–. Bueno. Estoy agradecido que te hayas detenido a escucharme. ¿Tienes alguna petición? Cantaré lo que tú quieras por ese dinero.

 

La música nunca le había interesado. No tenía idea de tipos de voces, géneros o artistas que pudiesen ser de su gusto así que sólo se encogió de hombros.

 

– Sorpréndeme.

 

Y así como lo había pedido, el joven guitarrista lo hizo. La canción que tocó era triste; contaba la historia de una amistad y un amorío destinado a perecer lo que le dio la impresión de que  si otra persona la escuchase, lloraría naturalmente. Sunggyu no sentía y aun así, aquella voz que hería y llenaba todo con emoción, logró acelerar su pulso y asombrarle. “Hermosa” era la palabra para describir esa balada, incluso Sunggyu podía reconocer tales características cuando estaban enfrente de él. Con el último acorde yendo en declive, el músico rió y mantuvo una sonrisa que no supo reconocer como una amarga o una dulce. Sabía que había una historia detrás de esa expresión, pero Sunggyu decidió no profundizar el tema y en vez de eso, dejó otro billete.

 

– Gracias – El guitarrista se arrodilló para guardar con cuidado su guitarra dentro del estuche–. Estoy agradecido de que al menos alguien aprecia mi arte. La verdad es que no recuerdo la última vez que me había ido tan bien. Por algunos días tendré que agradecerte las tres comidas diarias.

– ¿No tienes una casa?

– Así es.

– ¿Cómo puedes decirlo tan tranquilo, y encima sonriendo?

– Estoy en la calle por seguir mi sueño, así que no me arrepiento de nada – El músico le sonrió y palmeó un par de veces el hombro del forense–. La verdad es que me negué a seguir con el negocio familiar y me rendí a la música por lo que me echaron. La vida es difícil, pero, ¿Qué se le va a hacer?

 

Ese hombre… Todo en él no tenía sentido. ¿Cómo alguien con tan miserable existencia podía estar tan feliz y hablar de sus problemas como si no fueran nada? Todas las noches debía de dormir, comer y trabajar en la calle y a pesar de eso, se muestra dispuesta a recibir a todos con una sonrisa. Por primera vez, Kim Sunggyu estaba aturdido y mudo.

 

– Ven, te llevaré a un hotel.

 

La repentina afirmación tomó por sorpresa al guitarrista, lo que le dejó observando con la boca levemente abierta al forense que parecía ignorar esa reacción.

 

– Ven conmigo.

– No.

– ¿Disculpa?

– Lo siento pero no. No puedo aceptar eso. Incluso en mis peores momentos no he caído tan bajo. No le venderé mi cuerpo, señor.

– Vender tu… –Sunggyu no entendía. Le tomó cierto tiempo para ver lo que el guitarrista quería decir y rió bajo–. No, no. Creo que no me entendiste. No quiero comprarte, pero si quiero ayudarte. No tengo intenciones de dormir contigo pero si de pagarte la habitación de un hotel.

El músico fue quien quedó mudo luego de la explicación. Le miró sospechando, preguntándose que planeaba pero notó que no estaba bromeando.  El chico cubrió su boca y dejó salir un quejido que pareció ahogado.

– N-No sé cómo compensarte.

– Busca un trabajo –Dijo Sunggyu, siendo breve, casi demandante–. Seguir tu sueño está bien pero necesitas sustentarlo con otras cosas primero, ¿Entiendes?... ¿Hay algún lugar cercano en el que te estés bien por ahora?

– Claro, conozco el lugar perfecto – El músico colgó su guitarra al hombro–. Disculpa, todavía no sé tu nombre.

– Sunggyu.

– Bien Sunggyu, tienes mi eterna gratitud. Pienso que si me hubiese ido a donde vivo, hubiese muerto de hipotermia esta noche. Mi nombre es Nam Woohyun y daré lo mejor de mí para buscar otro lugar.  Es cosa de suerte en esta época del año pero no quiero defraudarte. Eres un gran tipo, Sunggyu, ¿Qué te llevó a ayudarme?

 

¿Qué, en serio? Incluso Sunggyu no sabía por qué lo había hecho.

 

– Supongo que me gustó tu canción.

 

*****

 

“El departamento de policía de Seúl ha dejado salir un documento el día de hoy el cual indica dos posibles sospechosos del infame caso de ‘The Animals’. Durante un año no ha habido evidencia alguna  lo que deja el caso en un callejón sin salida. Pero como tantas personas han desaparecido sin ser encontradas nuevamente el caso se ha convertido en el caso principal en manos del departamento. Mientras hablamos, los dos posibles sospechosos…”

 

– Cielo, ¿Puedes ir por los niños? La cena ya está lista.

– Claro – Sunggyu apagó la TV y se dirigió silenciosamente a la habitación. Tan pronto como tocó la puerta, Yura saltó a abrazarlo y en respuesta se alejó para luego arrepentirse de ello al ver la molesta expresión en el rostro de su hija.

– Hey… ¿Cómo… Cómo ha ido la escuela?

– Bien, supongo – Fue fría, pero no pudo evitar darle un par de palmadas en la espalda.

– Supe que ganaste un concurso. Papá necesita recompensarte así que dime, ¿Quieres algo en especial?

 

Inmediatamente su hija sonrió y asintió hablando acerca de un CD, audífonos y otros elementos tecnológicos de los cuales Sunggyu nunca había oído. Prometiendo que le daría el dinero luego, fue a la otra habitación donde estaba su hijo Sungyeol. Su hijo se parecía más a él más de lo que él quisiera. Era callado y un tanto antisocial, su hijo de cinco años prefería leer a salir a jugar con otros niños. Sunggyu esperaba que su hijo en el futuro pudiera cambiar.  La puerta se abrió antes de que el pudiese tocarla, dejando ver a Sungyeol quien apenas le dedicó una fugaz mirada y fue hacia la mesa sin decir ni una sola palabra.

 

– Entonces Gyu, ¿Cómo estuvo tu día?, ¿Alguna cosa interesante?

– No realmente – Fue breve al responder, como siempre. Su esposa, por otro lado, tenía muchas cosas para contar acerca de su día. Entre los cuatro la que prestaba más atención era Yura, suponía que era por los cotilleos de los que solía hablar Sunye y de otros temas en los que él prefería no tener una opinión. Su esposa era buena con las palabras, pero su elocuencia no surtía efecto en Sunggyu quien nuevamente comenzó a  soñar despierto, pensando en qué podría estar haciendo Nam Woohyun en la habitación del hotel. Cuando por fin cada uno se fue por su lado esa tarde, el músico le despidió con la mano, preguntando cuándo podrían encontrarse nuevamente y hablar para conocerse mejor. Sin hacerle ninguna pregunta al forense acerca de su vida, Woohyun había mostrado genuino interés en formar una futura amistad. Sunggyu no tenía amigos, pero eso era diferente; Woohyun confiaba en que, por él, sería capaz de rehacer su vida.

 

Por primera vez le tenían confundido. Por primera vez en su vida Kim Sunggyu quería pasar tiempo con alguien que no estaba atado precisamente a la mesa de operaciones.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, ya volveré con un nuevo capítulo<3.


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