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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata.

Pairings: MxM ǀ BxA ǀ NeLi ǀ LxL.

Advertencias: AU ǀ Lenguaje vulgar ǀ Yaoi (Boy’s Love) ǀ Hetero ǀ Conteniedo sexual ǀ OoC ǀ Presencia de OC’s.

N/A: Muchas gracias a Avanilla♥ Melmatt♥ Nosexd♥ y a Nancy♥ por sus reviews :3

Este fic ya tiene telarañas mas yo no me doy por vencida :’)

 ǀ Drama Queen ǀ

 

Capítulo 13:

Hey, el deber y el hacer

.

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Mi sombra es la única que camina a mi lado

Mi superficial corazón es lo único que está latiendo

A veces deseo que alguien de fuera me encuentre

Hasta entonces caminaré solo

 

Boulevardof Broken Dreams Green Day

                                                                                                                     

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Todo comienzo tiene su encanto, lo digo citando a Johann Wolfgang. Intento disfrutar mi reinicio. Como ahora soy un chico nuevo he comenzado con hábitos nuevos también: me levanto más temprano, hago mi cama, camino hasta el colegio, estudio más y, para rematar mi nueva vida de nerd, ingresé hace un par de semanas a un curso de idioma español por las tardes; de lunes a viernes con descanso en fechas festivas.

Siempre me interesaron los idiomas, por mi cuenta aprendí lo básico del alemán y hasta ahora el castellano había quedado como un objetivo a largo plazo que me dediqué a aplazar todavía más. Pero ahora, solitario y sin amigos, debo emplear mi tiempo en algo, además planeo estudiar la universidad en el extranjero. Mi meta es la Universidad Complutense de Madrid. Estudiaré Historia. Nunca fue mi materia favorita pero durante este tiempo le he tomado cariño; y es de sabios cambiar de opinión.

Cuando mucho estamos apuntados en el curso unas quince personas, solo nueve asistimos con regularidad y de estos únicamente cuatro somos quienes sí estamos aprendiendo algo. Ya sé distinguir entre pospretérito y copretérito, conjugar los verbos más usuales y mantener una conversación decente; si llego a cualquier restaurante madrileño y pido paella me entenderían a la perfección.

Comienzo a ver todo demasiado a futuro, tanto que ya no me estoy enfocando en el presente. No quiero enfocarme en el ahora. Vivo anhelando la nueva vida que comenzaré, la persona que deseo llegar a ser y mis lejanos días en tierras ibéricas. Thomas Jefferson tiene una frase muy buena de eso: «Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado».

Todo lo que tenga que ver con mi último año de preparatoria —el cual siento que me ha arruinado la existencia— voy a enterrarlo en lo más profundo de mi memoria, por lo menos aparentar que nunca sucedió… o que no me importa.

Es curioso cómo un evento puede arruinar todo el camino recorrido. En mi caso, mi metida de pata con Beyond y el distanciamiento de Matt hicieron que comenzara a sentir repelús de todo lo que en algún momento me causó dicha; o tal vez solo es una forma de negación para no extrañar tanto la amistad que tenía con ellos. Quién sabe. Es tan confuso que no puedo darme una idea de lo que me sucede.

Y pensar que hace un año los tres nos encontrábamos tan ignorantes de la vida, embriagándonos y viendo pésimas películas de Adam Sandler. La vida sí que es caprichosa.

—¿De nuevo pensando en tu exnovia?

Siempre hay alguien que me saca de mis pensamientos, eso es algo que agradezco y detesto a la vez. Cuando estoy en el curso normalmente es Charlotte la encargada de traerme de vuelta a la realidad.

Charlotte desconozco-su-apellido-porque-es-imposible-de-pronunciar es mi compañera de clases y con quien normalmente hago las dinámicas en pareja. Sabe más que yo en esto del idioma español y hasta me siento un poco tonto a su lado, solo en ese aspecto. De ella sé relativamente poco, solo que tiene mi edad y que estudia en Blackstone; algunas veces trae el uniforme, el saco beige y la falda escocesa azul la delatan.

—Ya te he dicho cientos de veces que no tiene nada que ver con eso.

—Es que, en serio, eres el prototipo de chico con el corazón roto. Eres tan cliché que duele.

Quiero decirle que no solo una chica puede ser la encargada de romperte el corazón, que también puede ser tu mejor amigo el cual terminó su amistad, no obstante no lo creo conveniente. No está en mis planes estrechar lazos con mi compañera que tiene complejo de madre Teresa de Calcuta, queriéndome ayudar a como dé lugar aún en contra de mis propios deseos.

No sé si Charlotte realmente sea una buena persona o solo deseé que me la folle. Quizá es cosa mía. Las experiencias me han llevado a desconfiar de las intenciones de todos. «Debemos desconfiar unos de otros, es nuestra única defensa contra la traición», decía Tennessee Williams.

—Tú eres la que es cliché. Eres la típica chica de película americana que se mete en la vida de los demás. ¿No tienes una vida o tu propio romance al cual dedicarte?

Creo que fui demasiado tosco, no importa, quizá así se aleje. Para mi sorpresa, Charlotte solo me hace un gesto con la mano restándole importancia al asunto.

—Mi vida últimamente es aburrida. Busco maneras de distraerme.

—No soy juguete de nadie —espeto.

—Podemos divertirnos ambos, uno con el otro. —Cuando apenas comienzo a mal pensarlo, ella aclara —: me refiero a que yo te cuento de mi vida y tú de la tuya. Ya sabes, yo te doy, tú me das, los dos ganamos.

—Es una manera poco usual de pedirme que sea tu amigo, o tu amigo con derechos.

—Adoro tus insinuaciones sexuales, Alex. —Sé que lo dice en broma, sea como sea es gracioso.

Sonrío. Por un instante dejo de pensar en todas mis dudas existenciales para concentrarme en una charla sin sentido. Si lo analizo desde ese punto, Charlotte no es tan mala, pero se queda en eso, en «no es tan…». Últimamente lo positivo de mis días incluye esa frase de por medio.

—Puedes decirme solo Charlie —pide luego de un rato de conversación.

Aunque a final de cuentas no puedo tener control sobre estas cosas. Afianzar relaciones y confiar en las personas es parte de la vida misma, tan natural que es imposible evitarlo. Así es como me entero que Charlie cumple años pocos días después que yo, que es mi autoproclamada enemiga a muerte porque estudia en Blackstone y que planea cursar la carrera de Fotografía también en Madrid.

—No sé, te veía más como una chica de ciencias. —Siento que cada vez que hablo con una chica, esta puede sentir que quiero ligármela. No he podido quitarme del todo ese porte.

—Quise estudiar odontología pero… inmortalizar una imagen de la manera en que yo la veo es mucho más atractivo. Puedo mostrar un poco de mi forma de ver la vida a todos. Igual es más probable que me muera de hambre dedicándome a eso pero no me veo llevando una vida conformista.

—En ese caso supongo que estamos igual. Sé que a lo más que puedo aspirar es a ser docente o quizá trabajar en un museo, pero no parece un mal plan de vida. Al menos estaré bien conmigo mismo.

—Al final de eso se trata, de que hagas lo que tú quieras no lo que otros te lleven a hacer.

Esa frase me cala hondo porque es justo lo que llevo intentando hacer desde hace unas semanas. Hacer lo que quiero y no lo que la sociedad me orilla a que me convierta, ser un maldito comelibros en lugar del simpático fiestero que pretendí ser; soy algo tosco y muy introvertido, eso es lo que siempre fui y la personalidad que voy a defender, no permitiré que de nueva cuenta los factores externos me consuman.

Supongo que al final Charlie no pretende que me la lleve a la cama, menos intenta que le cuente mis penas cual paciente a su psicólogo. Se siente sola y necesita charlar con alguien ya que con los demás no ha logrado establecer una relación. Según palabras suyas, parece fácil hablar conmigo. Me lo tomo como un cumplido ya que desde hace bastante nadie me ha dicho algo tan halagador.

.

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La escuela se ha vuelto más aburrida de lo que debería de ser, las horas entre clases ya no son para nada entretenidas y los recesos se me pasan con la misma rapidez de quien enciende la televisión por las mañanas y espera a que se acaben los infomerciales; solo para aclarar, no me gustan para nada los infomerciales, parecen eternos.

Quizá Isaac Newton estaba aburrido en el momento en que vio caer la manzana del árbol y ya de ahí se inspiró hasta llegar a la ley de la gravitación. Cuando yo me encuentro aburrido a lo más que llego es a terminar de leer un libro debido a que no tengo una mente tan curiosa.

En mi estadía en el colegio me dedico a estudiar —obviamente—, a establecer charlas banales con algunos compañeros porque debo y no quiero sentirme tan miserable; durante los recesos también me junto con esos compañeros y al final, después de otra tanda de materias, me marcho a casa solo como un perro.

En estos momentos es donde me doy cuenta que no me gusta para nada la sensación de soledad. Me parece increíble que alguien quiera estar así por voluntad propia —y ahora menos que nunca puedo comprender a Near—. Solía considerarme como una persona que podía llegar a ser asocial en ocasiones pero ahora he comenzado a apreciar como nunca la compañía, la amistad y todas esas cursilerías.

Ya mis filosofías se han enfocado a eso. Dejé de pensar tanto en los dilemas del destino y la casualidad o la influencia de la sociedad en las personas para ahora concentrarme en la soledad del ser humano y el sentido de pertenencia que este necesita; en que, por más que se pretenda que no es así, todos necesitamos a alguien en quien confiar para no volvernos locos, como Tom Hanks en Cast Awaycon su pelota Wilson o el hombre de Life of Pi con el tigre Richard Parker.

Por suerte tengo a Charlie, a pesar de que ella no esté aquí ahora mismo, y tampoco es como si fuera el apestado del colegio. Aunque como para Matt sí lo soy, y él es el único que me importa, siento como si sí tuviera la peste para todos en Wammy's House.

Debo dejar de pensar tanto.

Cierro el libro al mismo tiempo que mis ojos. Apoyo la espalda en el tronco del árbol que escogí para pasar el receso de este miércoles. Ya no hace tanto frío, la primavera técnicamente está asentada; por eso me gusta el mes de abril y su sutil calidez, es una lástima que sea alérgico al polen.

Me dedico a observar mi alrededor, esperando que por arte de magia caiga una manzana de este roble. Concentrándome en la realidad, todo parece estar tranquilo. Veo la hora en mi celular, aún faltan algunos minutos para entrar a clases. Debido a que mis ganas de leer se han esfumado —y no logro concentrarme—, opto por mejor ir caminando con rumbo al edificio.

Justo en el instante en que me levanto, un balonazo da de lleno en la corteza del árbol. Me quedo sorprendido. Si me hubiera quedado más tiempo ahí pude haber recibido un muy buen golpe. No tengo tan mala suerte después de todo.

—¡Pásala! —escucho un grito un tanto lejos —. ¡Pásala! —Está un poco más cerca.

Tomo el balón entre mis manos, no voy a patearlo, nunca he sido bueno en nada que implique correr y pelotas. Aviento la pelota y el sujeto la toma en sus manos. Estoy lo suficientemente cerca como para reconocer al tipo y este a mí.

—Gracias, Alex. —La voz de Mello no es tan grave pero sí firme aún y cuando no esté gritando.

No se trata de que lo haya observado demasiado, solo que soy bastante meticuloso a la hora de analizar personas —igual no a todas, a veces fallo o no siempre me importan—, y Mello es así: le gusta hacerse oír y llamar la atención, le fascina, por eso un amigo como Matt, siempre leal y que no le importe estar animándolo desde las sombras, le cae como anillo al dedo.

—Por nada —pronuncio antes de retirarme.

—¡Espera!

Eso no me lo esperaba. Lo normal era haber tomado camino cada quien por su lado pero Mello es impulsivo y eso casi se me olvidaba.

—Dime. —Soy cortante. En realidad no estoy muy seguro de qué decir.

—Necesito hablar contigo.

—¿Ahora?

—Sí... Bueno, no. Después de clases. Matt se va hoy con Linda así que después de que ellos se vayan nosotros vamos por nuestra cuenta.

Lo dice de una forma tan seria que no puedo evitar pensar en esa reunión como en un secreto, a lo James Bond.

—De acuerdo. —Sé que después de todo lo ocurrido pude negarme, sin embargo mi curiosidad es mayor. Esa es mi manzana.

Dicho eso, Mello regresa a su juego y yo retomo camino hacia el salón de clases.

Jamás hablé demasiado con Mello, ni siquiera cuando éramos amigos; siempre fui apegado a Matt o a Beyond, con Mihael mi trato fue nulo.

Y todo vuelve a transcurrir como habitualmente lo hace: clases aburridas —bueno, toca Yagami y esta no lo es tanto—, leer, pasar el rato y, cuando se escucha la campana que indica la salida, esperar a que Beyond, Matt y Linda se vayan.

Beyond me da una última mirada antes de salir. Desde lo que pasó con Matt también me alejé de él, aquello fue lo último que pude soportarle; para mi fortuna también parece haberse dado por vencido con el tema de tener sexo de nuevo. Respecto a Matt, por ende Linda, ni siquiera me miran; desde que Matt se alejó de mí ella igual lo hizo.

Una vez que no hay moros en la costa, Mello se encamina a la puerta y yo le sigo de cerca. Vamos uno junto al otro y a la salida del colegio me pregunta por un lugar tranquilo para hablar, solo se me ocurre el parque o el centro comercial. Escoge el primero por ser más tranquilo y ambos avanzamos a paso normal.

Al llegar, nos adentramos para buscar un lugar no tan concurrido. Terminamos sentados de nuevo bajo un roble y con un tambo de basura al lado; eso nos asegura que nadie va a acercase demasiado.

—¿Qué quieres decirme? —pregunto luego de un rato en silencio.

Mello no dice nada. Saca una barra de chocolate y empieza a devorarla y lo único que puedo hacer es observarlo. Tengo una idea de lo que puede estar por comentar, de hecho es el único tema que nos une, no obstante sigo intrigado respecto a qué pueda decirme con exactitud.

Lo miro de forma atenta, para que sepa que tiene mi total atención y se anime a hablar. Aparte no tengo mucho tiempo que perder. Todavía tengo que llegar a casa y comer algo antes de ir a las clases de español.

—Sé que ha pasado un buen tiempo pero no he podido sacarme de la cabeza lo que dijiste.

Rememoro todo lo que pude haber dicho que pudiera serle interesante. Doy pronto con lo que se refiere.

—¿Lo de Linda y Near? Olvídalo, no viene al caso.

—No puedo olvidarme del asunto fácilmente, sabes.

Frunzo el ceño. A decir verdad yo ya me había dado por vencido con el tema, más que nada porque me ocasionó más problemas de los que resolvió. Linda fue una especie de Helena que desató la guerra entre Matt y yo, solo que él la ama y a mí ni me importa. Por ello no me interesa nada que tenga que ver con eso.

—Mira, a final de cuentas, si eso fuera cierto, necesitas pruebas contundentes para probarlo, pruebas que sé que no tienes.

—Dijiste que tenías una fuente confiable…

—¡Por Dios! ¡Se trata de Beyond! Ni siquiera sé por qué le creí, tal vez ni sea cierto.

—¿Y si lo es?

—Pues únete con él y a mí déjame fuera del asunto.

No es que me hubiese vuelto un imbécil de un día para otro, si no que ya no deseo más rollos de los que por sí ya tengo. Además, Matt no confió en mi palabra, le pesó más lo que sentía por ella que el testimonio de su mejor amigo de casi toda la vida. Y si eso llegara a ser cierto y esa tipa resulta ser una zorra, pues que se quede con ella que tanto la quiere.

No es propio de mí pensar de esta manera pero esta vez es necesario que tome esta postura, supongo que es parte de la malicia que dicen que me falta. Debo comenzar a pensar en mí mismo si quiero llegar a algún lado.

—¿No te importa que puede suceder con Matt? —Lo dice de forma tan suave que casi no parece el Mello que conozco.

¿Acaso me quiere chantajear emocionalmente? Pues no me importa, no quiero que me importe. Matt tomó su camino y yo voy por el mío, muy aparte del de él.

—Ya no me incumbe. Y si me disculpas, tengo prisa.

Mello parece querer decir otra cosa pero de seguro su propio orgullo se lo impide; hace una mueca y me mira de una forma que pareciera querer asesinarme. Provoca que, instintivamente, me ponga a la defensiva.

Esa batalla de miradas no dura demasiado. Él afianza el agarre de su mochila y se larga por donde vino. Lo veo marcharse antes de tomar mi propio camino. Todo esto me ha puesto de mal humor.

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El viernes todo transcurre igual que los otros días, la diferencia radica en que Mello, quien dentro de todo siempre trataba de ser cordial conmigo, ha comenzado a pasar de mí de una forma descarada.

A la salida él se va junto a Matt, Linda con su inseparable Sayu y Near espera a que la mayoría salga para marcharse por su cuenta. Si Near está tan solo como yo debería comenzar a considerar el unirme a él y sobrellevar juntos la soledad. Después pienso que él me daría una patada en el culo, no literal, y me mandaría al diablo. Creo que estoy bien como estoy.

Como ninguno de mis padres están en casa, y por ende no hay comida, esta vez voy al centro comercial a comer algo en algún local de comida rápida. Hay un restaurante muy bueno donde venden hamburguesas —que no es McDonald's—. De seguro ahí será mi destino.

Llego y pido una mesa para uno. Sí, eso existe y comer solo es más usual de lo que creía; entre el trabajo y el ritmo de vida algunas personas no pueden permitirse la compañía de sus semejantes. En mi caso es que solo no tengo con quién ir. Un tanto deprimente.

No me importa lo que piense la gente de verme comer solo, es más bien el hecho de estar yo y mi soledad cuando dentro de mí, por más que lo niegue, deseo que alguien esté a mi lado. Extraño a Matt, quizá hasta Beyond; la amistad sin intereses que tenía con ellos y que perdí. Que como la Torre de Babel… se derrumbó.

De mi parte, yo siempre fui sincero, sé que Matt también y, aunque no estoy seguro de las intenciones de Birthday, creo que me gustaba que aparentara que le agradábamos. Este pensamiento lo mantengo muy oculto, incluso de mí mismo. Anhelo en secreto los días pasados.

—Soy un idiota —susurro para mí, con la hamburguesa entre mis manos.

—Aun así eres mi favorito.

Reconozco es voz.

Doy un respingo, tirando la hamburguesa en el plato y desparramando todo en el proceso. Me giro y, en efecto, es Beyond el que está detrás de mí.

—¿Qué haces aquí? —No tardo en preguntar.

—¿Qué cómo di contigo? Simple. Te seguí ya que hoy te veías más miserable que de costumbre.

Se sienta frente a mí y le hace una seña a la camarera. Pide fresas con crema y a mí se me revuelve el estómago de pensar que se salta la comida y pasa directo al postre.

Mientras traen su pedido, me sonríe. Apoya su rostro en una mano y continua con esa sonrisa ladina.

—¿Me has extrañado?

—No puedo extrañar a alguien que veo casi todos los días.

—Pero en clases me ignoras así que no cuenta. Además, como te dije, parece que todos los días vas por la calle de la amargura. Concluyo que sí me extrañas.

Quizá lo hago un poco pero este idiota es tan ególatra que no pienso subirle más el autoestima.

—No realmente.

—Como digas —se encoge de hombros, como si lo que dije no hubiese importado —. ¿Cómo llevas lo del cambio y toda esa mierda cursi que pensabas?

—Voy bien. Sigo descubriéndome a mí mismo e intentando reflejarlo.

—¡Eso sí que es verdad! Nada que ver con el mujeriego insípido que pretendías ser. Esta nueva faceta tuya de intelectual me gusta más.

—No busco que te guste.

—Pues lo haces, incluso mucho más. Me pones incluso en un lugar como este.

No puedo evitar hacer una mueca. Suena hasta cierto punto enfermo, no, más bien es que no me gusta del todo oírlo.

—Suena como una especie de parafilia.

—¿Existe una parafilia de querer follar en los baños?

Existe algo llamado «albutofilia» pero no creo que sea el término adecuado para lo que busca. Para no darle más ideas me abstengo de decir cualquier cosa. Ruedo los ojos. Me es tan sorprendente como repulsivo la rapidez con la que le da una connotación sexual a nuestra charla.

—Solo quiero comer en paz antes de irme a clases, Beyond.

—¿Clases de qué? —Eso parece intrigarlo.

—No tengo por qué decírtelo.

—Sabes que si me lo propongo lo voy a descubrir. Hay que ahorrarnos todo eso así que te recomiendo decirme de una vez.

Suelto un suspiro. Acomodo la comida e intento que vuelva a parecer una hamburguesa.

—Tomo clases de español. Aspiro a ingresar a una universidad en Madrid y debo dominar el idioma.

—¿Hasta España? ¿Acaso piensas huir?

—Comenzar una nueva vida —corrijo.

—Huir —sentencia. No rebato nada porque es imposible discutir con él —. Me queda poco para disfrutar de ti.

—También deberías dejar de perder el tiempo con eso, no va a volver a pasar nada, menos me voy a enamorar de ti —recalco lo último, quiero que quede muy claro —. Mejor sigue con tu vida, busca a alguien para tus experiencias homosexuales y a mí déjame en paz.

—No entiendo por qué te resistes.

—Porque durante este tiempo he comprendido que no me interesan los hombres y después de lo que me hiciste menos quiero estar relacionado contigo.

Es verdad, no una artimaña para alejarlo. No me veo de nuevo con un chico. Prefiero metarla a que me metan algo en el ano, por más bien que se sienta. Los hombres no me atraen sexualmente y menos me involucraría en plan romántico con uno. Respecto a Beyond en sí, no me gusta ni un poco, aparte nunca podré olvidar lo que él confabuló con tal de dejarme vulnerable. Me alejó de mi mejor amigo de toda la vida, y aunque en parte Matt acabó de estropear todo, eso no quita que él lo planeó.

—Eres un marica, Alexander —declara. No luce molesto pero sí un tanto irritado —. Haces de todo esto una tormenta en un vaso de agua.

—Tú eres quien lo hace.

—Solo te pido que follemos, no es la gran cosa.

—Mira que eres insistente —suelto, fastidiado.

—Vamos, una vez, solo una y ya.

Sigue con el mismo jodido argumento un buen rato más. La hamburguesa ya está aguada y me da algo de vergüenza con todas las personas a nuestro alrededor que pueden alcanzar a escuchar la plática. Mierda, mierda, ¡mierda!

—A ver, dime, si follo de nuevo contigo, ¿me dejarías en paz? —Lo digo como último recurso, ya harto; estoy harto.

Joder, es solo sexo, ¿por qué tanta insistencia? Quizá esa frase de «sexo: lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare» Beyond la toma como filosofía de vida. Mierda, por estar tan irritado no puedo recordar quién dijo eso.

—Si vamos ahora mismo al baño y lo hacemos, puede que me dé por bien servido y busque otro juguete.

Eso para mí es suficiente.

—Vamos, entonces.

Él luce emocionado, por el contrario yo solo quiero que termine de una vez. Me levanto primero y me dirijo al baño; lavo mi cara mientras lo espero. Beyond llega después, se excusa con que tuvo que recibir su pedido. Cierro la puerta con seguro y nos metemos a un cubículo.

—Es emocionante, ¿no, Alexander?

—Solo cállate.

No me siento seguro de lo que hago, tampoco lo deseo y sin embargo aquí estoy, tratando de deshacerme de Birthday. De paso, muy en el fondo, también busco algo de compañía; de una forma extraña la tengo.

Beyond se baja los pantalones y la ropa interior. Vuelvo a pensar que es un enfermo al ver que de verdad sí tiene una erección.

—Harás el trabajo pesado, A.

—¿Cómo, idiota? No tenemos lubricante y yo no me siento para nada excitado.

Sonríe y me atrae hacia él y se deshace de igual forma de mis pantalones y demás. Se lleva dos dedos a la boca y los chupa con esmero. Me da algo de asco pensar en lo que hará.

—¿Cuánto porno gay viste? —No puedo evitar el preguntar, busco arruinar el momento.

Siento como me abre las nalgas mientras con uno de sus dedos presiona el esfínter. Sabe donde tocar, lo hace bien. Me sorprendo gimiendo; también se me comienza a parar.

—El mismo que tú.

Beyond sigue siendo él mismo incluso durante el sexo. Impaciente, salvaje y muy demandante; agradezco que al menos se preocupe por lubricarme bien. Cuando sus dos dedos entran y salen a la perfección, entiendo que mi turno ha llegado. Como así será más cómodo, me deshago de mis pantalones y prosigo a intentar sentarme sobre su falo.

—¿De verdad no vas a ponerte un condón? —cuestiono antes de meterlo.

—No. —Es su corta respuesta. Está sonriendo cual gato de Cheshire.

Ya no pregunto ni intento pensar en algo más. Cuando me siento en su pene, me duele tanto que quisiera gritar, mas el pudor de estar en un lugar público me lo impide. Tardo en comenzar a cabalgar.

Cuando me acostumbro, voy a un ritmo muy lento. Lo meto y lo saco de mí a paso de tortuga y eso parece molestar a Beyond. Me toma por las caderas haciendo que lo sienta completamente. Creo que no solo me dolió a mí sino a él también.

Después de ese fallido arranque de pasión, me deja continuar a mi ritmo. Subo, bajo, bajo, subo. Él parece disfrutarlo. Escucho el sonido húmedo de su pene entrar y salir así como sus testículos rebotar por mis movimientos. A lo lejos también creo oír que tocan la puerta, no obstante prefiero ignorarlo.

A pesar de lo grotesco que es el acto, siento placer… mucho placer.

«El sexo sólo es sucio si se hace bien».

.

.

.

Siento el rostro arder al momento en que salimos del baño. Afuera hay una fila de gente irritada; nos miran mal, acusadoramente, saben lo que hicimos ahí adentro y eso provoca que quiera que la tierra me trague. Antes de que venga el gerente o cualquier otro empleado a corrernos de por vida, Beyond y yo nos marchamos por nuestra cuenta. Perfecto. Era uno de mis lugares favoritos y ahora quedé vetado para siempre.

El culo me arde y me duele la cadera, estoy tan cansado que creo que soy capaz de dormirme en plena calle. Todo es una reverenda mierda. Supongo que me abstendré de asistir al curso.

—¿Ya te vas a casa? —pregunta Beyond una vez que salimos del centro comercial.

Suelto un suspiro. ¿En verdad me está preguntando eso?

—¿No es algo obvio?

—Sabes, creí que estarías de mejor humor. ¿No se supone que el tener sexo libera…?

—No deseo clases particulares —le interrumpo, tajante. Quiero que se calle y se largue de una vez —. Quiero ir a casa, tomar un baño y olvidarme de que esto sucedió.

—¿Entonces estás seguro que no quieres repetir?

—Más que seguro.

—Marica.

A Beyond no parecen importarle mis deseos. Aún y con lo que acordamos, él se sitúa detrás de mí y acerca mi cuerpo hacia él. Siento su pene entre mi trasero; lo empujo tan rápido como mis reflejos lo permiten.

—Hicimos un trato, imbécil —gruño, intentando no amedrentarme.

Él se suelta a reír. Yo permanezco estoico, no entiendo el chiste.

—Como se nota que no has aprendido nada, sigues siendo el mismo idiota bien intencionado. ¿De verdad me creíste?

No puedo sentirme más estúpido porque es imposible.

A final de cuentas nada ha cambiado. Yo sigo siendo el mismo iluso y él el mismo hijo de puta. Quizá, al fin y al cabo, jamás adquiriré eso que me falta y lo que hagan las personas siempre terminará afectándome. No sé ni para qué me esfuerzo si al final todo va a continuar de la misma manera.

Contengo una rabieta ya que no quiero verme más ridículo de lo que de por sí ya he de verme. Doy media vuelta e intento irme por otro trayecto, sin embargo Beyond me detiene.

—No pido demasiado, no es como si no lo hubieras hecho. Un par de acostones hasta que...

—¿Te hartes de mí?

—Pensaba decirlo de forma sutil, más romántico para ti, pero sí. Eso básicamente —explica de forma tan casual que cae en el cinismo —. No lo veas de esa manera, es más bien un trato de amigos con derechos. La pasamos bien sin compromiso y una vez que nos hartemos lo dejamos.

—No creo poder hacerlo.

—Te acostabas con cualquier cosa con un agujero, ¿qué tendría de diferente?

—Que tú eres mi amigo.

Esa es la simple razón. Tal vez ya no lo sea pero lo fue y tenía muy en claro que si acabábamos involucrándonos de esta manera íbamos a romper ese lazo que teníamos. Ya lo perdimos, no obstante eso no borra el hecho de que no quería mezclar las cosas hasta este punto.

—Son solo cursilerías tuyas —responde como si nada, restándole importancia al asunto.

Aprieto los puños, intentando canalizar el coraje y las ganas que tengo de lanzarle un puñetazo. Suelta una risa y esa es la gota que derrama el vaso. No aguanto más las ganas de desquitarme aunque sea un poco.

—¡Alex, detente!

Para mi verdadera sorpresa, Charlie llega justo en ese momento. Con ambas manos detiene mi brazo y me veo obligado a calmarme al instante, al menos me relajo lo suficiente como para no explotar.

Ella se interpone entre ambos, como si de esa manera realmente pudiera evitar algo. Cuando veo a Beyond reír, ahora no puedo evitar preocuparme.

—¿Y tú eres...? —Beyond deja la pregunta al aire. Charlie le ignora y se gira hacia mí.

—¿De verdad eres de los tipos que arman peleas en plena calle? —En lugar de estar de mi lado, parece que va a regañarme —. Por amor a todo, ¿y por esto vas a faltar a las clases?

—Yo... en realidad...

—Ahora resulta que hasta tienes un caballero que te defienda. —Beyond dice con burla. No contesto nada porque no puedo pensar en algo adecuado —. Hablamos después, solo tú y yo. Con suerte y follamos de nuevo.

Se va tal cual, sin importarle la magnitud de lo que acaba de decir. Desearía que la tierra ahora sí me tragara debido al bochorno. Volteo a donde Charlie, ella luce también bastante sorprendida. Después de que pasa el shock, me mira igual de intrigada.

—No se te nota que te gusten los hombres.

¿No se le ocurrió nada mejor qué decir? Lo acepto, no me esperaba un insulto de su parte pero sí alguna pregunta más seria con respecto a su nuevo descubrimiento.

—No me gustan.

—¿Eres versátil?

—No.

—¿Experimentas?

—¿No llegas tarde a clases?

Ya no deseo saber nada más de nadie. No quiero soportar a Beyond, tampoco deseo aguantar a Charlie. Paso de ella y continuó caminando con dirección a mi residencia.

Lamentablemente ella no parece entender la indirecta; no tardo en escuchar pasos que se acercan hacia mí. Decido ignorar el hecho que me está siguiendo y sigo avanzando a paso firme. Cuando menos me lo espero, ya la tengo frente a mí. Arrugo el entrecejo, esperando que ahora sí entienda que deseo estar solo.

—¿Tú no irás? —Luce de verdad preocupada.

—Me duele sentarme así que no puedo poner mi trasero en la banca. —Soy tosco, revelo de más, pero ¿qué importa? Ya lo sabe y no tengo por qué esmerarme en ocultarlo.

La esquivo, ella vuelve a seguirme, ¿qué no se cansa de este juego? No quiero que vuelva a interponerse en mi camino, ¿por qué tanta insistencia? ¿Por qué es tan entrometida?

—¡Espera!

—No hay necesidad de que grites, estoy frente a ti —menciono con aburrimiento.

—Si esto es lo que eres no tiene nada de malo.

Al escuchar eso, me detengo de golpe para poder encararla.

—¡Esto no es lo que soy!

No sé si luzco amenazador o no, no obstante ella no parece que vaya a retroceder o que quiera hacerlo. Es muy valiente, tiene más coraje del que yo mismo poseo. Hasta siento algo de envidia.

Charlie abre los ojos más de la cuenta. Si ella parece no entender nada, yo me encuentro de igual manera o incluso peor. Ya no comprendo nada, en este instante dudo de lo que quiero y lo que no.

Pienso en Lewis y en sus frases, también en la corriente del pesimismo y en que debería ser más fanático de esta, en que Rousseau puede meterse sus filosofías por el ano porque ahora seguiré los pensamientos de Maquiavelo. Pienso en tantas cosas y nada me ayuda al final.

Quiero llorar, reír, tirarme a las vías del tren o subirme al London Eye y dejarme caer. Me siento como la mierda más grande de todas. No valgo nada por ser un crédulo y una buena persona, porque jamás tendré malicia y tal vez no pueda sobrevivir en un mundo donde el objetivo principal es perjudicar al otro.

—¿Entonces por qué actúas de esa forma? Dejarte llevar por la corriente o por los deseos de otros es pura cobardía. Yo pensé que eras distinto.

—No esperes tanto de nadie, menos de mí —alzo la voz sin llegar al punto de estar gritando —. Soy un asco.

—¿Y por qué te desvaloras tanto? Yo creo que seas quién seas está bien. Si eres la persona que he estado conociendo en las últimas semanas entonces es todavía más genial. Me gustas así.

¿Debo tomarme eso como una declaración o un simple consuelo? ¿Qué es lo que debo pensar de ahora en adelante? ¿Quién soy, qué pretendo, qué quiero? Todo es un caos que me provoca arcadas.

Charlotte debe ser como yo, lo que yo soy verdaderamente, una ilusa que a pesar de todo mantiene esperanzas y busca aferrarse a algo. Yo ya no tengo nada a que aferrarme.

Soy, aparte de todo, un melodramático.

—Me gustas así —continúa ella —, eres grandioso, muy inteligente, amable a tu manera... Creo que esas cualidades son excelentes en una persona —finaliza con una sonrisa.

No siento que yo sea la persona que describe. Sé que poseo esas cualidades pero me es tan extraño que las diga de forma tan positiva cuando a lo único que me he dedicado es a autodespreciarme.

—De nada va a servirme. Todo acabará conmigo.

—No se trata de que dejes que todos te pisoteen sino de defender tus ideales y lo que piensas. No importa lo que los demás digan, al final todos tenemos algo razón de la misma manera en que estamos equivocados. Tú debes hacer lo que quieres hacer, no lo que todos crean o que tú supongas que es lo correcto.

—Solo estás siendo optimista.

—Entonces solo ignora lo que te digo y haz lo que quieras, pero hazlo y no te dejes caer. Me sentiría decepcionada de ti si continuas de la misma manera.

Sigo sintiéndome estúpido, una mierda, pero no puedo evitar pensar en que Charlie tiene un poco de razón, al menos ella tiene un punto y su propia filosofía; estoy a años luz de su conciencia y de su madurez.

Soy débil, soy ingenuo, soy una buena persona… nunca seré Beyond. Debo terminar de aceptarme. ¿Acaso no es lo que quería? ¿Por otras ideologías absurdas lo he dejado de lado?

Lo que soy, lo que necesito y lo que quiero.

Tomo desprevenida a Charlie y la abrazo a pesar de lo curiosa que resulta la escena de un chico de Wammy's House abrazando con tanto fervor a una chica de Blackstone.  Me hace falta calor humano y alguien en quien apoyarme.

Este es el verdadero primer paso.

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Paso el fin de semana más reflexivo que he tenido. No salí de casa ni me metí a ninguna red social, tan solo hablé con mis padres y eso debido a que vivimos bajo el mismo techo; de ahí en más tan solo me concentré en mí mismo. Tuve una verdadera comunicación intrapersonal y creo que he logrado entenderme mejor, por lo menos ya tengo claro que es lo que deseo hacer ahora.

Este lunes no me sabe tan mierda como otros días, puedo decir que incluso la estoy pasando algo bien. Me concentro en mi yo interno y en lo que deseo hacer, cualquier factor externo que afecte este fino equilibrio es neutralizado, por ello es que durante todo rato me dedico a ignorar las miradas de Beyond.

Él no parece captar del todo el mensaje de que estoy tratando de evitarlo. Cuando suena la campana que anuncia el receso, se levante de su asiento y se dirige al mío para sentarse en la paleta de la butaca sin mi consentimiento; ignoro ese hecho mas ya no a él. Si ha venido no me queda más que enfrentarlo. Ya no quiero ser un cobarde que se esconde tras capaz y capaz dentro de una personalidad artificial.

Contrario a lo que hizo el viernes, ahora espera a que quedemos solos para hablar. Es contradictorio. Un grano en el culo que quiero exprimir ya.

—¿Qué dijo tu amiguita de lo que comenté?

Ahora lo entiendo. Su plan de que siga permaneciendo solo sigue en pie y con eso intentó alejar a Charlie también; macabro y típico de él. O tal vez solo estoy siendo paranoico, sin embargo no puedo evitar sentirme como Winston Smith en 1984.

—¿Estás celoso?

—Un poco, así que dime qué dijo —se apresura a preguntar.

—De eso no dijo la gran cosa, ya vez que hay chicas que se emocionan con esos asuntos —miento un poco solo para no acabar revelando detalles que a él no le incumben —. Sabes, quita esa cara, no me perjudicaste, al final hasta tengo que agradecerte.

—¿Ah, sí?

—¡Claro! Gracias a esa indiscreción me di cuenta que hay personas a las cuales les tienen sin cuidado detalles como ese. Descubrí además que no solo una persona tan retorcida como tú es capaz de entenderme y descifrarme; también una persona como ella, perceptiva y tolerante, puede entenderme de maravilla.

—Suena como si fueras a enamorarte de esa tipa.

No puedo evitar reír.

—Ahora sí te creo que estés celoso.

No parece molesto pero tampoco muy complacido de mi buen humor. Debe estar más acostumbrado a lidiar con mi «yo» estresado.

—No te creas muy importante, Alexander.

—No lo hago, no quiero ser importante para ti, solo quiero estar bien conmigo. Así que de una vez te digo, por mí, has lo que quieras. Ya me tiene sin cuidado.

—¿Estás seguro? —sonríe, socarrón.

—No del todo, pero lo estoy intentando.

—Acabarás por ceder de nuevo tal cual lo hiciste hace días.

Ya no contesto nada porque no tengo ganas de seguir una charla que no me interesa. Me levanto de mi asiento, debido al movimiento tan repentino la butaca se mueve y Beyond trastabilla; al final logra mantener el equilibrio.

Eso me hace sentir feliz. Salgo del salón de clases y cuando lo hago, lo hago animado, casi puedo escuchar el Himno a la Alegría de fondo o Happy de Pharrell Williams. Con ambas tonadas en mente, voy a la cafetería y compro un sándwich, me siento con algunos compañeros de clase y charlo con ellos acerca del rumor de la relación entre Mikami y Light.

Cuando volvemos al salón, en los pasillos alcanzo a distinguir a Matt con Linda no tan acaramelados como en los últimos días; he ahí lo otro que quiero hacer y que mi propio orgullo falso me había impedido. Me acerco más al salón y distingo a Mello con Sayu; me acerco a él y le pido unos minutos para hablar, él parece agradecerme con la mirada el que lo haya alejado de Yagami.

—Oye, respecto a lo que hablamos el otro día… —digo una vez que nos alejamos un poco, también voy directo al grano —. Sí me importa aún lo que le suceda y quiero escuchar lo que tienes por decir.

Después de ese largo abrazo, Charlie me acompañó a casa y terminé comiendo con ella las sobras de la cena de ayer. Al final me abrí, en el buen sentido, con ella y le conté todo. A pesar de que pareciera ser bastante tosca —en el aspecto de que no es para nada delicada y femenina— fue increíblemente dulce conmigo y me aconsejó de forma maravillosa. Se volvió mi Jiminy Cricket.

De todas las cosas que me dijo, ahora me enfoco en el tema de Matt. Mencionó que debía ayudarlo porque se notaba que quería hacerlo, no obstante el enojo que me empecinaba en sentir me impedía hacerlo. Después de haber aceptado que soy una buena persona con corazón de pollo y que siempre lo seré, me exigió, con mano en cintura y porte altanero, que resolviera ese asunto. A final de cuentas ya no había nada que perder.

—Así que yo sí te creo con respecto a eso de que Linda… ya sabes. —Mello finaliza su argumento. Supongo que no dice «Linda es una perra infiel» con todas sus letras debido a que hay personas cerca.

—Entonces solo es cuestión de descubrirlo. Si llegara a ser mentira, yo mismo me disculparé; en cambio, si es verdad, quiero que Matt lo sepa. Él no se merece eso, él menos que nadie. —Realmente no, mi amigo es la persona más leal y enamorada que conozco. No se merece tal puñalada en la espalda —. ¿Tú motivación es similar?

Mello tarda en contestar.

—Exacto. Él no se lo merece. —No obstante, no aúna más en ello.

Decido creerle. Después de todo, ¿qué otro motivo puede tener?

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Notas finales:

¡Gracias por leer!


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