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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata.

Pairings: MxM ? BxA ? NeLi ? LxL.

Advertencias: AU ? Lenguaje vulgar ? Yaoi (Boy’s Love) ? Hetero ? Conteniedo sexual ? OoC ? Presencia de OC’s.

N/A: Gracias a stefy22♥ y a No c wueno si c pero no woa dezhyr xd♥ por sus comentarios.

ǀ Drama Queen ǀ

 

Capítulo 21:

Dude, estoy por despertar

.

.

Así que hazme sentir otra vez

Sentir cada respiración tuya otra vez

No importa nadie más

Aquí solo estamos tú y yo

 

To Be With You Hoobastank

.

.

Tener relaciones sexuales con otro chico encabezaba mi lista de cosas que pensaba que jamás haría en la vida. Y heme aquí. Respirando agitado, recuperándome de algo parecido a un orgasmo y con el pene de Matt aún dentro de mí. Todo es extraño pero me gusta y trato de enfocarme en esa sensación.

—No seas ridículo y sácalo, Matt.

—Pero…

—Hazlo.

Por suerte no tengo que insistirle mucho. Pronto su pene sale de mi ano, aun así me sigo sintiendo raro; es como si estuviera abierto, no encuentro palabras más científicas para describirlo.

Lo disfruté, no voy a negar eso a estas alturas. Sí, es marica reconocerlo, pero creo que ya llegamos a un punto de no retorno. Ahora por fin logro entender un poco los cientos de artículos que abundan en internet acerca de que la estimulación anal es sensacional para los hombres. Me gustó que Matt me tocara, no voy a decir que también me gustó la parte en la que metió su pene, de hecho fue bastante doloroso, pero en una que otra penetración se sintió un tanto bien. Creo que eso junto a la masturbación fue lo que logró que me corriera.

Me recuesto en el suelo, estoy muy cansado. Ignoro la suciedad en el piso y en mi propio cuerpo, tan solo quiero descansar un poco.

—¿Y qué tal? —escucho que Matt me pregunta.

Abro los ojos y lo miro. Tiene el cabello revuelto, está sonrojado, su pecho sube y baja con suavidad. Me gusta la imagen que me regala. Él me gusta.

—Siento como si me hubieras metido una bara en el culo.

—Gracias por el cumplido.

Le hubiese lanzado un manotazo pero ni para eso tengo fuerzas.

—Me gustó lo de los dedos pero luego, cuando me la metiste, me dolió hasta el alma. —No puedo evitar hacer una mueca al recordar. Fue doloroso y creo que la sensación de «vacío» permanecerá un buen rato —. Aunque después se sintió mejor, sabes. Cuando comenzaste a jalármela... fue como si tocara el cielo.

—¿Y viste a Dios y lo saludaste? —cuestiona de pronto. ¿Acaso esa pregunta tiene sentido?

—Le mandé saludos de tu parte. —Mi respuesta tampoco lo tiene.

Cuando lo escucho reír, entiendo que nada de eso es necesario. Debo dejar de pensar y disfrutar este momento tan solo por lo que es.

Hablamos un rato más acerca de cómo estuvo. Le cuento que para mí la experiencia no fue tan mala, que la repetiría gustoso. Me gustaría llegar a disfrutar de la penetración mas eso no es algo que le diré. Es orgullo masculino más que nada.

Cuando he logrado relajarme y Matt también parece más descansado, me siento en el suelo. Grave error. Duele, no al grado de desgarrarme el alma, pero sí es una sensación muy incómoda. Como no es insoportable, me mantengo así pero sin moverme.

—Muy bien, Matt, ahora te toca.

—¿Disculpa? —Joder, ¿acaso pensó que lo olvidaría?

—Que yo ya cumplí con mi parte. Ahora es tu turno de darme el culo.

Su expresión es fenomenal. No puedo evitar sentir cierta satisfacción debido al miedo en su rostro.

—Un trato es un trato.

Casi puedo jurar que lo escuché pasar saliva.

—¿No sería mejor esperar a una próxima vez?

—No lo creo. Yo estoy bien, tú estás bien —explico —. Matt, no seas marica. Bueno, no tanto.

Lo veo dudar. El muy imbécil me orilla a prometerle que si es muy doloroso vamos a parar. No es algo que me agrade del todo, digo, yo me aguanté, pero trato de entenderlo, no es como si quisiera que quedara traumatizado de por vida.

—De acuerdo. —Acepta luego de un rato, no parece del todo seguro.

—Muy bien, entonces…

—Pero yo no quiero estar en tu misma posición.

—¿Acaso no fuiste tú quién me dijo que así era más cómodo?

—Pues sí, pero ya viste tus rodillas y tus codos. Elsa me va a interrogar el porqué de esas heridas y no sabré mentirle —desvía la mirada, no termino de creérmelo pero tengo que acatar sus peticiones por más estúpidas que me parezcan.

—Eres un marica, lo repito.

No replica, de seguro acepta que es verdad. Trato de no perder más tiempo y, como todavía está recostado, le ayudo a que termine de quitarse lo que le queda de ropa. Cuando ya está completamente desnudo, él mismo separa las piernas y las dobla, supongo para su comodidad y para darme acceso.

Sé que esto es lo que ambos queríamos pero no deja de ser extraño. Trato de ignorar esos estúpidos pensamientos y me concentro en la calentura que vuelve a hacerse presente en mí. Repito lo que recuerdo que me hizo: acaricio el periné, delineo su ano. Cuando noto que también ya está caliente, unto mis dedos con el lubricante y procedo a introducirlos en su interior.

Matt endurece su semblante. Tal vez él es más delicado o yo soy más bruto; para no dañar mi orgullo trato de pensar que es la primera opción. Intento hacerlo con cuidado. Meto de a poco el dedo índice, penetrándolo cada vez con mayor facilidad; después lo hago también con el dedo corazón. Vuelve a quejarse en cuanto se lo meto pero al cabo de varios minutos se relaja.

Permanecemos un rato algo largo en eso. Con cada embestida de mis dedos, parece sentirse mejor. Su expresión ha cambiado por una más relajada, yo diría que ya hasta disfruta de esto.

—¿Ya puedo meterla? —pregunto, impaciente. Ya no puedo resistirlo más. Mi pene me exige sacar mis dedos y meterlo a él.

—Vamos, creo que estoy listo.

—¿Crees?

—Es mejor que nada —sonríe, sé que trata de hacerse el valiente. Conozco muchos de sus gestos y ya sé distinguir perfectamente cuando miente —. Ya es mi turno, ¿no?

A final de cuentas yo no soy para nada paciente y delicado, por eso también finjo que le creo. No hace falta que continúe con esa conversación. Tomo otro condón y me lo pongo rápidamente. Matt continúa en lo suyo, en mantener las piernas abiertas para mí.

Me coloco entre estás. Como mi mayor experiencia son mujeres y a todas ellas las penetré solo por la vagina, me veo obligado a mirar hacia abajo para poder guiar mi pene a la verdadera entrada. Distingo el ano de Matt, dilatado, y aprovecho para poder introducirlo.

Matt parece contener un grito. Dentro de todo está aguantándose y le aplaudo eso. No obstante su resistencia no dura mucho.

—¡Espera, espera! —pide a gritos. Mierda, no he metido ni la mitad.

Sus paredes se han contraído demasiado, pero no de una manera satisfactoria. Me está apretando demasiado. Creo que es a causa de que está tenso. Si sigue de esta manera lo único que vamos a ganar es quedarnos pegados como si fuéramos unos jodidos perros.

—Relájate, a mí igual me está doliendo.

Abre los ojos lentamente. Nos miramos cara a cara y hasta este momento creo que logro comprender por qué quería esta posición. De esta forma existe una mayor cercanía. Es, de alguna manera, algo más íntimo; no quiero decir algo más cursi.

—Solo un poco —pide. Él mismo está tratando de controlar su respiración —. Necesito… un respiro.

Su mirada me enternece, su suplicio igual. Es casi un impulso acariciar su mejilla y acercarme hasta donde él. Lo beso, porque me ha nacido y, de alguna manera, pienso que eso puede calmarlo. Matt es así después de todo, y tal vez esto me habría ayudado a mí pero la anterior posición no nos lo permitía.

No es un beso tierno, es más bien apasionado. Quiero transmitirle todo lo que siento, que deseo esto tanto como él también lo hacía, que también esperé demasiado por él. Me sale mejor hacer las cosas que decirlas, a él también. A final de cuentas ambos seguimos siendo hombres y ninguno de estos sucesos va a cambiar ese hecho.

Pronto logra relajarse, eso me permite meter mi pene todavía más profundo. Lo continúo besando para que ya no tenga oportunidad de quejarse y no me haga parar. Ya no soportaría que me cortaran la inspiración.

—Ya está —aviso cuando ha entrado por completo —. Solo dime cuando pueda tratar de moverlo, ¿está bien?

—No me trates como a una chica.

—Estás comportándote como una.

—Es el peor momento que pudiste elegir para decirlo. —A pesar de que tal vez se molestó un poco, no lo demuestra. Su cara sonrojada y suplicante casi que dice lo contrario —. Sigo siendo un chico, trátame como tal.

—Lo que digas. — Lo sé pero me gusta hacerlo enfadar. Justo en este momento puede llegar a ser hasta sexy.

Pasa un rato y me autoriza a moverme. Como le arde, tenemos que esperarnos un poco. No es sino hasta el cuarto intento que puedo deslizarme fuera y dentro de él por primera vez. Las primeras penetraciones las hago muy lentas pero las posteriores voy a un ritmo mayor. No demasiado; que no es una porno gay francesa ni somos experimentados.

Él gime levemente. Matt parece disfrutarlo más de lo que yo lo hice. No creo que su posición sea muy cómoda pero los besos y las caricias parecen contribuir a animarlo. Aprovecho para volver a darle un beso. Termina abrazando mi cintura con sus piernas y clava sus uñas en la espalda. Debe dolerle, y eso me dolerá mañana a mí también. Es un vengativo de lo peor, aunque no creo ser el más adecuado para decir eso.

Luego de varias penetraciones, siento algo caliente llenar mi vientre. Al parecer ha terminado. Mientras él descansa de su orgasmo yo sigo tratando de conseguir el mío, lo obtengo bastante rápido.

Luego de un último beso, salgo de él. El condón sale lleno de mierda pero decido solo tirarlo lo más lejos posible, ya después haré algún comentario respecto a eso.

Me recuesto a su lado. Ambos necesitamos descansar. Al final la experiencia fue más placentera de lo que imaginé.

.

.

.

Nos quedamos dormidos un rato, no sabría decir cuánto. Cuando nos despertamos, ambos todavía aturdidos, lo primero que hacemos es sonreírnos mutuamente. Después recordamos que estamos en el suelo sucio del lugar secreto y nos levantamos al instante.

Me siento extraño, aún continuo con esa sensación de estar abierto, además siento como si mis nalgas estuvieran separadas por algo. En cuanto llegue a casa revisaré en internet qué tan normal es eso y por cuántos días dura la sensación.

Cuando ya estamos vestidos, recogemos todo, guardamos la lámpara en el baño y salimos del lugar. La linterna del celular de Matt nos alumbra para encontrar la motocicleta y poder montarnos en ella.

Fue un inconveniente el tener sexo, no logro estar cómodo al estar sentado. Supongo que Matt debe estar igual. Pero ambos nos aguantamos eso; queremos irnos a casa y no vamos a caminar. A la larga sería más doloroso. Terminamos montándonos a la moto y emprendo marcha. Al mal paso darle prisa. Ya podré quejarme de mi dolor en el culo en la soledad de mi habitación.

Normalmente nunca hablamos en el trayecto, en esta ocasión no es diferente, las palabras son menos necesarias. Tan solo me basta con sentir sus brazos alrededor de mi cintura, sentir que estamos juntos. Matt me ha pegado lo cursi, acabo de darme cuenta de ello. Sin embargo acabamos de tener sexo, pienso que es hasta cierto punto comprensible. Después de todo solo somos él y yo, el resto del mundo no me importa mucho ahora; espero que continúe así hasta el día siguiente y los que siguen luego de ese.

Entramos a la ciudad y lo llevo primero a él a su casa. El auto de su madre no está estacionado pero así como Matt se ha acostumbrado a eso, creo que incluso yo también. Igual lo último que Elsa pensaría en el mundo es que entre nosotros nos metemos mano y otras cosas.

—Entonces nos vemos mañana —dice Matt antes de bajarse de la motocicleta.

—Nos estamos mensajeando.

Se baja con sumo cuidado. Cuando ya está de pie en el suelo se gira hacia mí y me sonríe. No sé qué hacer en este momento. Matt permanece mirándome, casi como si esperara algo.

—Adiós —Tan solo vuelvo a repetir una despedida, es lo único que se me ocurre.

Él vuelve a sonreírme y comienza a alejarse. Enciendo la moto de nueva cuenta y comienzo a dirigirme hacia mi casa.

Estando solo es el momento perfecto para meditar lo ocurrido, no obstante mi mente todavía se encuentra nublada y no puedo pensar en nada más allá de lo bien que se sintió y el dolor en el ano que no me deja estar a gusto.

Al llegar a mi casa subo lo más rápido que puedo a mi habitación. Le aviso a Matt que ya llegué por medio de un mensaje y sin más tiempo qué perder me dirijo al baño. Necesito una ducha caliente para poder descansar como se debe.

El baño siempre ha sido mi mejor lugar de meditación. Ahí, mientras enjabono mi cuerpo, comienzo a meditar que luego de lo sucedido esta noche ya no hay marcha atrás. Acabo de tener sexo con un chico, con Matt, y es de las pocas veces en las que he disfrutado tanto de estar con alguien.

Me empeño en pensar que esto no está mal. Lástima que, aunque lo sé, no puedo convencerme de terminar de créermelo.

.

.

.

Como recordatorio de que ya no soy virgen de ningún lado, el ano me continúa doliendo algunos días más. Fue molesto los primeros días, más porque interfería con mi trabajo —ir a entregar paquetes en la moto nunca antes me había sido una tortura—, pero por suerte ahora ya no es tan incómodo.

Durante mis tiempos muertos me permito pensar en estupideces: cuántas veces pasarán antes de que deje de dolerme, si Matt aceptaría ocupar siempre el rol pasivo o si podríamos mejor ir a un hotel la próxima vez. Joder, parezco colegiala primeriza enamorada la cual se ha enganchado con el idiota que la folló por primera vez.

Antes de que termine mi turno de trabajo, siento mi celular vibrar en mis pantalones. Nadie me manda mensajes aparte de Matt y la compañía del teléfono, así que decido ignorarlo ya que no me gusta distraerme, además ya estoy a punto de acabar los encargos del día de hoy.

Me dirijo a hacer mi última entrega a una cafetería la cual no es más que el lugar donde algunos ejecutivos van siempre a almorzar, y solo necesito pagar sus cuentas acumuladas. Apenas entro, rápido me dirijo al mostrador, ni siquiera me molesto en examinar el lugar. Solo quiero terminar esto e irme tan pronto como me sea posible.

Todas las camareras están ocupadas, por suerte escucho los pasos de una acercarse. No obstante mi plan de pagar e irme se va a la mierda en cuanto la veo.

—¿Sayu? —Me sorprende verla a ella precisamente aquí —. No es la primera vez que vengo, ¿entonces por qué tú…?

—Comencé a trabajar apenas cumplí los dieciocho —responde.

—Fue hace muy poco, supongo.

—Te lo dije muchas veces, esperaba que tan siquiera recordaras eso.

No parece la Sayu de siempre, su imagen ni siquiera se parece a la de la chica a la que le rompí el corazón delante de todos nuestros compañeros en Wammy´s. Se ve taciturna, cansada y la sonrisita molesta que siempre estaba en su rostro ya no está, ni siquiera porque tiene que dar una buena imagen ante la clientela.

—Vengo a pagar las cuenta del licenciado Albert Jones —cambio el tema de manera brusca, no quiero convertir esto en una sesión de reclamos.

Sayu parece estar por mi misma línea. Asiente y comienza a teclear en la computadora. Rápidamente encuentra el cargo y me informa la cantidad.

Entrego pronto el cheque y Sayu hace lo suyo. No tengo ni la menor idea de cómo funcionan estas cosas y tampoco es como si me interesara averiguarlo justo en este momento. Pronto ella solo sella el papel y lo mete en la caja registradora.

—La transacción está finiquitada. Aquí está tu comprobante —me extiende otra hoja de papel —. Antes de que te vayas firma como enterado. Es para no tener problemas.

Obedezco. Procedo a firmar el papel que me extiende y pronto se lo regreso. Ahora mismo podría darme a firma mi propia sentencia de muestre y gustoso lo haría. Solo quiero dejar de sentirme tan incómodo.

Es como encontrarme con una ex y con una con la que no terminé para nada bien. Luego de que le aclarara las cosas, me eliminó de Whats app y Facebook; la última vez que la vi fue en la graduación en la que pasamos el uno del otro completamente; de ahí en adelante no había vuelto a saber de ella.

No soy tan energúmeno como para no sentir siquiera pena por Sayu. Sí, ella se tomó las cosas demasiado en serio, pero no es como si me gustara saber que está así por mi culpa. Le agarré algo de cariño, como a un perrito. Es una comparación de mierda ahora que lo pienso.

—Ya está todo listo —dice cuando ya guardó todo —. ¿Algo más en lo que pueda ayudarte?

El bollo de chocolate que vi que recogió otra camarera se veía bastante bien mas prefiero acabar con esto de raíz. Espero que el licenciado Jones cambie de lugar para almorzar o que al menos ya no me mande a mí. No quiero volver a sentirme de esta manera.

—Es todo. Gracias.

—Nos vemos. Qué tengas un buen día —asumo que está siguiendo su protocolo.

Doy la media vuelta y me veo tentado a correr. Sin embargo, antes de avanzar mucho, siento que alguien me sostiene del brazo. Sin siquiera girarme sé que se trata de Sayu. Al parecer fue más rápida que yo ya que rodeó el mostrador en casi tiempo récord.

—Respecto a lo que sucedió… no me importa. Yo también he cometido errores —Esta declaración es bastante repentina. No me lo esperaba para nada. ¿Acaso no la reprenden en su trabajo por entablar charlas casuales con los clientes? —. Así sea solo de esa manera, quiero volver a estar contigo.

La compasión que pude haber sentido por ella se esfuma en un santiamén. ¿Acaso no puede tener un poco de dignidad? Joder, la pisoteé, la usé, la humillé, ¿lo que me pide va en serio?

—Yo te quiero, Mello —susurra, solo para mí —. Y si tú regresas te prometo que yo…

—Tengo que irme —me zafo de su agarre, cortándole la inspiración. No voy a perder el tiempo en declaraciones inútiles de una persona inútil.

¿Qué tan enamorada puede estar como para permitir esto? Además, joder, quizá en otras circunstancias me habría aprovechado de eso pero ahora tengo lo que parece ser algo con alguien. No quiero priorizar demasiado a Matt justo en este momento, todavía me cuesta demasiado pensar o decir mariconadas como esta.

Salgo de la cafetería lo más rápido que puedo; choco con un par de clientes pero no pierdo el tiempo en disculparme. No quiero escuchar más tonterías por parte de una chica como ella.

—¡Mello, yo…!

En su grito se escuchaba colérica mas no tengo el interés de cerciorarme. Enciendo la moto para irme lo más pronto posible de ese lugar. No me importan los regaños que puedan darme en mi trabajo, yo ahí no regreso nunca.

.

.

.

El jueves por la tarde, salgo con Matt a comer comida chatarra. No hacemos ningún comentario acerca de anos o dolores de culo, me recuerda más bien a nuestras salidas de amigos. Cuando salimos del local y estamos por despedirnos —él tiene que ir a cubrir algunas horas extras y yo al banco—, me informa que su mamá saldrá al día siguiente con su ligue médico y que ya le advirtió que no llegará a dormir. Entiendo al instante lo que significa.

—Ahí estaré.

Matt me sonríe y pronto comienza a caminar en dirección a su dichoso supermercado.

La promesa de pasar una buena noche hace que me despierte de buen humor. Aunque como siempre, mientras más rápido deseas que pase el tiempo, más lento transcurre. Me parece que pasa una eternidad antes de mi hora de salida.

Salgo de inmediato para ir a casa a por mis cosas. Halle y Giovanni ya regresaron de Londres, no obstante solo basta con decirles que voy a quedarme a donde Matt para tener autorización. Meto mi pijama y una muda de ropa a una mochila para luego meter algunos otros artículos. Me despido rápidamente de mi hermana y su esposo para tomar la moto y emprender marcha hacia la casa de Matt.

Aparco la motocicleta en el lugar designado al coche de Elsa. No hay ningún vehículo lo que pronto me da a entender que ya se fue. He llegado justo en el momento indicado. Me dirijo hacia la puerta y toco un par de veces el timbre. Matt no tarda en abrir.

—Llegas a tiempo, mi mamá acaba de irse.

Ingreso a la residencia apenas me da el paso. Subo las escaleras hacia la habitación de Matt para poder dejar mis cosas. Las arrojo a la cama y me lanzo a esta. No estoy particularmente cansado pero siempre me gusta adueñarme de su cama.

Matt se sienta junto a mí. Me giro boca arriba para poder verlo a los ojos. Ya lleva puesta su pijama y tiene el cabello húmedo. ¿En verdad fue tan idiota como para bañarse aun sabiendo lo que vamos a hacer? Sí que le gusta hacer las cosas dos veces.

—Mi mamá va muy en serio con ese médico —comenta. Charla casual antes dé, supongo —. Pero me alegra que me deje solo.

—¿Crees que no te hubiera dado permiso de invitarme?

—Puedo decirle a Elsa que voy a lanzarme de un puente contigo y para ella eso estaría bien. Confía más en ti que en mí.

—Cualquiera lo haría.

No replica mi comentario. Tan solo se recuesta junto a mí, quedando nuestros rostros a escasos centímetros. Toma mi rostro entre sus manos para acercarlo hacia él; hago lo mismo porque no quiero que la situación esté solo bajo su control. Sin perder el tiempo en cursilerías, comenzamos a besarnos. Muerdo su labio e introduzco mi lengua rápidamente, Matt se deja hacer; creo que no tiene ánimos de llevarme la contraria.

Matt continúa desistiendo de llevar el beso, mas luego de algunos minutos separa su boca de la mía para guiarla a mi cuello. Mierda, me fascina que me muerda ahí, justo ahí. Trata de llegarme lo más rápido posible. Sí que debe estar ansioso, en cambio yo trato de disimular mi entusiasmo.

Sin embargo, cuando mejor la estoy pasando él se separa. La horrible canción de los Beatles que tiene como tono de llamada se escucha por toda la habitación. Lo veo de mala manera mientras él se incorpora en la cama para tomar su teléfono.

—¿De verdad vas a contestar?

Me sonríe algo avergonzado. Cómo lo detesto en estos momentos.

—Mi papá quedó de llamar a estas horas. Es sobre el asunto de la universidad.

Toma la llamada y por la forma tan efusiva en la que ha contestado sé que sí se trata de su padre. También, como supongo que le da algo de pena ser cariñoso con él delante de mí, sale de la habitación para charlar cómodamente. Me tiro de nuevo en la cama, mirando al techo. Debo idear una buena táctica para vengarme de él.

Pasan cinco minutos y Matt no regresa, asumo que la plática va a extenderse. Me levanto de la cama para comenzar a curiosear por su habitación; sé que no voy a encontrar nada nuevo pero eso me ayudará a matar el tiempo. Su desorden jamás cambia al igual que las fotos y el polvo de los muebles además de su siempre impecable área de videojuegos. Muchas veces le he dicho que debe ordenar sus prioridades.

Un lugar que siempre me gusta examinar es su escritorio. Es el único punto del cuarto que de vez en cuando cambia. Justo ahora, debido a las vacaciones y cero tareas, no hay nada encima a excepción de unas cuantas hojas arrugadas. Estoy seguro que es basura. Las tomo entre mis manos para poder tirarlas.

Cuando las coloco en el bote, me percato que una sí tiene algo escrito. Puede que sea importante así que la tomo para comprobarlo. Mientras leo el contenido me doy cuenta que en verdad es importante. Es una carta y fácilmente deduzco que carta la escribió la puta de Linda; la muy imbécil expone sus razones y le pide perdón. Estoy a punto de volver a arrugarla… no, a hacerla pedazos de pura rabia cuando llego a una parte en especial. Leer esas líneas me deja helado.

«… Pero así como yo encontré en otra persona algo que me hacía falta, tú también lo hiciste. Tampoco viene al caso que tú lo ocultes en este punto, Matt. Estoy enterada de lo que hay entre Mello y tú.

No quiero entrar en detalles acerca de cómo me enteré de la verdad, no voy a gastar palabras en eso, solo quiero dejar en claro que así como tú debiste haberte sentido yo también me sentí traicionada. Quiero decir, Mello es la persona de quien menos hubiera sospechado.»

¿Cómo es que ella…?

—¿Mello? —Me giro inmediatamente hacia Matt. Está parado en el marco de la puerta, sosteniendo su teléfono, mirándome con esa expresión de retardado que en este momento me enerva la sangre —. ¿Pasa algo?

—¿Por qué no me dijiste nada de esto? —exijo, levantando la hoja a la altura de mi rostro.

Sus ojos se abren con sorpresa. Se acerca con rapidez y me arrebata la carta, guardándola en uno de los cajones de su escritorio.

—Es algo privado. Linda me la mandó y…

—Esto no tiene nada qué ver con que recibas regalos de la estúpida de tu ex —asevero —, lo que realmente importa es cómo es que ella sabe de nosotros.

—Te juro que no tengo ni la menor idea —alza un poco la voz, sin embargo luce nervioso y no logra tranquilizarme para nada.

Me paso una mano por el rostro. Comienzo a caminar en círculos por toda la habitación. Matt empieza a tener su estúpido tic nervioso lo que justo en estos momentos me pone los nervios de punta.

—Hemos sido discretos… ¿en qué punto nos descuidamos? —trato de rememorar más para mí mismo que para los dos.

—Es que no hemos sido tan discretos… —habla luego de un largo rato. Supongo que se trata de un atisbo de valor.

Pero, joder, ¿de verdad hay más?

—¿¡De qué mierda hablas!? —Lo acepto, ya he perdido los estribos.

—En la fiesta de graduación, cuando fuimos al bosque… bueno, sin que nos diéramos cuenta…

—¡Ve al puto grano, Matt! —me exaspero.

—Beyond nos vio.

Genial, esto era lo único que me faltaba. Al no tener cómo descargar mi enojo golpeo el objeto que tengo más cerca. En esta ocasión es el escritorio de Matt. Él se acerca pronto a mí y trata de tomar mi mano para saber si algo me ha pasado. Por mera inercia lo esquivo.

—El idiota de Beyond lo sabe, la imbécil de Linda también. ¿Son todos o todavía me estás ocultando algo más?

Matt no contesta y eso me da la razón. Vuelvo a golpear el mueble, demandando una respuesta.

—¡Habla de una puta vez!

—Alex —contesta, realmente está tratando de mantener la compostura. Como anteriormente pasó, eso solo me hace enojar todavía más —. Alex también lo sabe.

Ahora resulta que media Inglaterra está enterada y él único ignorante de todo era yo. A este punto el enojo es tanto que también tiro la silla. Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, ¡mierda!

Entiendo que Beyond tuviera sus medios para enterarse, incluso la zorra de Linda puede que siga abriéndole las piernas a Near y este haya averiguado algo, pero solo hay una maldita manera de que Alex se enterara y esa es Matt.

—Abriste la boca, ¿cierto?

—Mello, por favor…

—¡Dime si sí hablaste de más!

Matt luce ofendido, no obstante su puto raciocinio hace que siga pareciendo tranquilo. No, tal vez no es eso. El muy imbécil siempre ha sido un cursi de primera y lo más seguro es que toda esta situación lo tenga feliz. ¡Pues claro! ¡Todo es como un jodido cuento de hadas! ¡Ahora todos saben de que hay algo entre nosotros y él ya puede gritar a los cuatro vientos que tenemos una…! ¡Lo que sea! O quizá es solo por joder a Linda, sí, eso también puede ser; quiso demostrarle que no quedó estancado luego de terminar con ella y que pronto consiguió una persona con la cual follar.

—¡No fui yo! —grita, grita como nunca —. Beyond nos vio en la puta fiesta y él le dijo a Alex. Y de Linda no sé ni cómo mierda se enteró. Joder, ¿cómo puedes creer que yo haría algo cómo eso?

—¿Cómo sé que no lo hiciste para atarme o para poner celosa a la puta de tu exnovia?

—¿Te estás escuchando? ¡Estás paranoico! Tampoco es como si me conviniera decirle a todo el mundo que gusto de toquetearme con mi mejor amigo.

Estoy a punto de golpear de nuevo el escritorio pero me abstengo de hacerlo. No es suficiente para drenar mi furia. Justo ahora tengo ganas pero de golpear a Matt y no quiero hacerlo. Todavía me queda un poco, solo un poco de prudencia.

Al verme más calmado, Matt se acerca hasta mí. No trata de establecer contacto ya que debe serle evidente que no es el mejor momento. Permanece alejado de mí a una distancia prudente mientras continúa tratando de calmarme.

—No van a decir nada. —Su voz es suave y la escucho lejana —. Alex lo prometió, Linda también.

—Puedo confiar en la palabra de Alex mas no en la de Linda. Además, ¿qué hay con Beyond?

—Ha pasado ya bastante tiempo y no ha hecho nada, incluso Alex supone que no hay nada que temer —siento un suave roce en mi mano. Está tratando de tomarla —. Y quizá todo esto sucedió por algo, ¿no crees? Tal vez ya es momento de que tú y yo…

Ya veo, buscas aprovecharte de la situación. ¡Eres un jodido, Matt!

Lo tomo por el cuello de su playera y lo acorralo en una pared. Matt hace una mueca ante el golpe pero no me importa si lo estoy lastimando; ahora menos que nunca. No voy a tener piedad de un oportunista.

—A mi no me importa que lo sepan todos —declara, mirándome a los ojos. Realmente tiene valor.

—Eres un idiota.

—Y tú un cobarde.

—¡Cállate!

Alzo mi puño para amenazarlo. Juro que no voy a contenerme más.

—¿Me vas a pegar? ¿Crees que eso va a restaurar tu hombría?

—¡Solo cierra la maldita boca!

No puedo golpearlo al final. Tan solo me limito a hacerlo a un lado con fuerza. Matt no puede guardar el equilibrio y termina cayendo al suelo. Aprovecho ese momento para recoger mis cosas y salir de su habitación. No quiero estar ahí ni un segundo más.

Mientras avanzo por el pasillo lo escucho salir. Va solo a unos pasos detrás de mí cuando bajo las escaleras. A pesar de que tengo tantas ganas de darle ese puñetazo, no voy a mirar atrás.

—¿Entonces es así? ¿Solo por esto vas a dejar de intentar? —Lo escucho tan cerca que me da asco. Quiero irme ya.

—Era un juego y ya me cansé —tomo el picaporte de la puerta principal. Estoy a unos pasos de dejar atrás esta pesadilla —. Esto es un error, nunca debió pasar

—Pero yo te quiero.

Me quedo callado ante esa confesión. A pesar de que prometí no hacerlo, no puedo evitar girarme hacia él. Se ve agitado y su expresión me da pena. Sin embargo eso no es suficiente. Ya no voy a dejarme envolver. Ya no. Ya me he equivocado demasiado por dejarme llevar.

—Tú no me quieres. Esto comenzó porque estabas resentido por lo de la perra de tu ex.

—¿De verdad me vas a salir con que en este punto prefieres las vaginas a mi ano?

—Esto es un error, Matt. Métete eso en la cabeza. Yo no soy de esa manera. Desde siempre supe que me gustaban las mujeres y eso no ha cambiado. Sigo viéndoles el culo y las tetas a las mujeres que veo en las calles, tengo fantasías húmedas con la chica de recursos humanos de la empresa y mi porno preferido siempre será el lésbico. Yo no soy un marica.

—¿Todo acaba aquí, entonces? —La voz de Matt se quiebra, sea como sea para mí esto sigue siendo lo mejor. Es lo más racional que he hecho en meses —. ¿Es en serio?

—Yo no soy así. —Es lo último que digo antes de salir.

Escucho que Matt me grita. Me pide que regrese y hablemos, que encontraremos una solución; también me maldice y llama puta a mi madre quien ya falleció. Me veo tentado a regresar pero vuelvo a convencerme que esto es lo correcto y que ahora realmente no hay marcha atrás.

—Yo no soy así.

Creer eso es mucho más fácil que aceptar estar con él.

.

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Sé que puedo llegar a ser impulsivo, que muchas decisiones las tomo en base a arranques del momento. Sin embargo juro que esta vez de verdad siento que estoy haciendo lo correcto al cortar de tajo cualquier relación con Matt. Lo sigo creyendo aún después de una semana de lo ocurrido, y también creo que únicamente necesitaba un pretexto para dar ese paso.

Como se lo dije a Matt, yo no soy gay; fue un error dejar que todo llegara tan lejos, debí haber puesto un alto cuando nuestra amistad comenzó a rebasar esos límites, es más, jamás tuve que haberme acercado a Matt. Ese fue el comienzo de todo. De haber evitado ese encuentro todo ahora estaría como si nada, todo sería mejor.

Joder, ¿a quién quiero engañar? Todo seguiría siendo una mierda, pero al menos yo no estaría tan confundido ni tendría tantos problemas.

Matt está siendo la primera persona que me está costando sacar de mi vida. No solo porque ni yo puedo dejar de pensar en él si no también porque mi hermana y mi cuñado se la viven preguntándome por su paradero. Debo idear una buena historia para justificar que nuestra amistad se haya terminado. No es como si fuera a ser la primera vez que vaya a mentirles.

Al menos el trabajo me mantiene distraído. En lugar de pensar en tonterías mi mente se entretiene en recordar las direcciones de los paquetes que voy a entregar. Es una lástima que no pueda trabajar más tiempo del establecido.

Luego de terminar la jornada, me vuelvo a la casa. No es como si tuviera algo por hacer pero tampoco quiero quedarme deambulando por la calle. Ya no quiero cometer más tonterías ni volver a caer en idioteces nuevamente por mis impulsos. Sin embargo, al llegar a casa, me doy cuenta de que no es necesario que yo vaya a buscar las situaciones estúpidas; estas llegan por sí solas.

Sayu, la última persona que esperaba encontrarme, está justo en la entrada de mi casa. Como ahora no me dan ganas de buscarme otra entrada, luego de estacionar mi motocicleta, me dirijo a donde la entrada. No estoy de humor y es una lástima que otra vez vaya a desquitarme con ella.

—¿Qué se supone qué haces aquí? —Soy tosco, no voy a fingir que me alegra verla o tratar de ser delicado —. De verdad que eres todo un caso. ¿Cómo tengo que decirte que no quiero nada que tenga que ver contigo?

—La vez pasada no me dejaste decir todo lo que tenía que decirte —alza la voz; va a pretender ser la víctima —. Yo sé la verdad, Mello, entiendo por qué terminaste lo que tú y yo teníamos.

—Fue porque no entendiste que lo nuestro solo era sexo y nunca iba a pasar de eso.

—No fue por eso y lo sabes —asevera —: fue por Matt.

—¿Qué tiene que ver en esto?

—Yo los vi besándose, Mello, no hace falta que estés a la defensiva.

—Viste mal —intento cortar el tema tratando también de pasar de ella y entrar a mi casa.

—Tengo pruebas. —Y con eso basta para que no pueda ni sacar las llaves de mi bolsillo.

No puedo demostrar mi ansiedad, puede que Sayu esté mintiendo. Está resentida después de todo. Pero meditándolo mejor hubiera sido más lógico que me dijera que me veía con otra chica y no precisamente con Matt. Además, si Sayu supiera la verdad, eso también podría justificar la razón de cómo es que Linda se enteró de todo también.

Hay cierto sentido en eso. Pero que tenga pruebas es algo distinto. Quiero confiar en que mi suerte no es tan mierda como para que Sayu tenga la forma de destapar ese desliz delante de todos. Jesús, entre todas las personas que pudieran joderme, pido que no sea ella.

—Sayu, no tengo tiempo de escuchar tonterías. Mejor vete a casa.

—¿No me crees? —Alzo una ceja. Ella hace una mueca y saca su teléfono celular. Luego de buscar algo, me muestra la pantalla —. ¿Con esto es suficiente?

Jesús, ¿por qué me has abandonado?

En efecto, en la fotografía salimos los dos, y para joder todavía más el asunto mi cara es la que se ve mejor. Matt está de espaldas y tan solo se sabe que es él por el cabello. Sea como sea hay otros puntos que nos delatan: el uniforme de Wammy’s House, el aula de clases, las bancas… Estoy jodido y cómo me gustaría poder pegarme un tiro justo ahora.

De nada va a servirme negar algo. Pienso que lo mejor que puedo hacer es quitarle el celular y romperlo. No habría problemas. Prefiero una buena llamada de atención por intimidar a una chica a que todo el mundo se entere de lo sucedido cuando estoy intentando dejarlo atrás.

Apenas ella vuelve a guardar su teléfono, la tomo por las muñecas, acorralándola en la pared junto a la puerta. Ella no hace ningún ademán de defenderse.

—Te quiero, Mello —rompe el silencio con esa frase. No me inmuto —. Al final no me atreví a dañarte, sabes.

—Eso no cambia nada.

—Mi plan era sobornarte con esa foto. —Ella continúa, ignorándome —. Iba a decirte que la tenía y que tendrías que volver conmigo si es que deseabas que guardara silencio. —Baja la mirada, comenzando a llorar. Por instinto aflojo un poco el agarre —. Estaba decidida, en serio lo estaba, pero cuando podía hacerlo no hacía nada. Y yo te vi en la fiesta de graduación, como estaba tomada, eso me dio valor. Y te busqué y busqué y busqué y no estabas y vi a Beyond y él… y yo no recuerdo ni siquiera qué me dijo pero él y yo… —Para esa parte del relato ya no puede contener el llanto —. Me acosté con él y me siento como una…

—Sayu —interrumpo antes de que se denigre más —. Lamento eso pero…

—No soy tan tonta, Mello, yo sé que no me quieres —se limpia las lágrimas con la manga de su blusa; ya más calmada se atreve a volver a mirarme —. Ya sea por Matt o por quién sea, tú no estás enamorado de mí. Y me duele que todo esto haya tenido que pasarme para entenderlo.

No me siento una mala persona, no tengo la culpa, pero eso no evita que sienta nuevamente algo de compasión por ella. Ya sea un sentimiento real o una obsesión, ella me quiere. No debí meterme con Sayu si sabía que esto sucedería; a leguas se notaba que yo le gustaba y me aproveché. Parece que ir por la vida dañando personas se convirtió en mi deporte favorito. ¿Qué pensaría mi madre de mí? ¿Y por qué tengo que pensar en ella justo en este momento?

—No voy a decirle a nadie. —Sayu vuelve a hablar. De la impresión la suelto.

Ella vuelve a sacar su móvil y se coloca a un lado de mí, permitiendo que yo vea lo que se refleja en la pantalla. Entra a la galería y busca la foto entre todas sus imágenes; al dar con la foto de Matt y yo, presiona el icono de borrar y confirma la acción.

—Gracias —digo, cerrando los ojos. Siento que un peso de encima se me ha esfumado.

—La foto solo se la había mandado a Linda y ella también la borró. No la pasé a mi laptop ni ningún otro lugar. Ya no queda nada.

—Gracias —repito.

—Y ya no espero nada a cambio, solo… —se muerde el labio, indecisa de si continuar o no —. Solo…

Y de nueva cuanta son mis impulsos los que toman decisiones en los momentos menos indicados. Vuelvo a acorralarla, a tomarla de las muñecas, pero esta vez, en lugar de intimidarla, la beso.

—Lo de Matt fue un error —digo sin pensarlo demasiado, cuando nos separamos.

—¿De qué estás hablando?

—Que tal vez tú y yo…

—¿Tú estás tratando de ser amable? —Ahora parece incrédula —. ¿Vas a usarme de nuevo?

—No —miento.

Antes de que pueda replicar vuelvo a besarla, así los dos dejaremos de pensar.

Es mucho más fácil creer en esto.

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Notas finales:

¡Hola!

Lamento la tardanza, sin embargo ha habido demasiados cambios en mi vida en poco tiempo. Aún me adapto y eso me había imposibilitado de escribir.

Es el penúltimo capítulo, lo cual me emociona. Les pido muchísima paciencia con el final. No quiero escribir algo con prisas y que no me deje satisfecha. Igual vuelvo a tardar meses pero esta vez, sí o sí, terminaré esta historia.

Gracias a todos ustedes por seguirme acompañando a pesar de todo.

¡Gracias por leer!


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