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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata

¡Hola!

Lamento la tardanza, pero escribía y escribía y no me convencía de cómo quedaba el capítulo. Soy muy tikis-mikis a la hora de editar y corregir errores, por eso creo que tardo más de lo que debería XD.

Gracias a / Harcet / por su review :3

Advertencias: AU. Lenguaje vulgar. Contenido heterosexual. OoC.

Sin más que agregar, ¡a leer!

Drama Queen—

 

Capítulo 3:

Mate, algo está cambiando

.

.

Ten cuidado de las atenciones, séquitos y compañeros

Tú eres lo que haces

 

Breathless Mika Kobayashi

.

.

En un abrir y cerrar de ojos, octubre ha llegado y varias tiendas y casas ya están adornadas con motivo de Halloween. Wammy’s no se salva de la celebración, aunque para los que estudiamos ahí las calabazas de plástico solo son augurio de que se acercan los primeros exámenes y que estaremos llenos de tareas y trabajos hasta el cuello.

Lester, el profesor de historia, es quién más suele aprovecharse de la temporada. Las pruebas que pone son sencillas aparte solo valen un treinta por ciento de la calificación, sin embargo debemos obtener el setenta por ciento restante con, según palaras suyas, un informedecente para entregar; y por culpa de ese maldito informe he perdido valiosas tardes y estoy por perder un sábado entero. Igual sé que pasarme el Assassin’s Creed no es algo precisamente productivo pero no deja de ser importante para mí.

Además me cago en historia, es la materia que más detesto de todas las que llevo ya que considero estúpido tener que memorizar acontecimientos que son parte del pasado. No me intereso demasiado por el futuro, ¿por qué habrían de importarme sucesos que pasaron cuando ni siquiera había nacido? Así que por ello mi odio a esa materia es justificable. Por lo menos el trabajo es en equipo y eso lo hace más ameno de llevar. Como siempre desde hacía bastante tiempo, me junté con Alex y Beyond, y debido a que en esta ocasión Lester insistió en que los equipos fuesen de cuatro personas, y por influencia del mismo Beyond, integramos a Mello para estar completos, lo cual es irónico tomando en cuenta que él siempre me dejó en claro que  ni muerto se relacionaría con mis «amigos raros» ni conmigo.

A pesar de sus palabras, luego de que hiciéramos las paces ese día en el parque, hemos logrado llevarnos mejor, o al menos las cosas ya no están tan tensas entre nosotros y son más sencillas de llevar. No somos amigos pero tampoco le detesto; nos saludamos al llegar a clases, cuando nos vemos en la calle y hemos compartido una que otra charla como:

—¿Me prestas tu goma?

—Claro.

—Gracias.

Sí, demasiado banal, pero me gusta verlo como un avance. Al menos ya no huyo de él.

Regresando a lo del estúpido informe de historia, el tema que nos tocó es la revolución francesa. Por suerte hemos avanzado bastante. Con suerte no haya necesidad de reunirnos mañana y pueda por fin pasarme el Brotherhood.

Ese sábado, como en los días anteriores, decidimos reunirnos en casa de Beyond. Se vuelve ligeramente incómodo tomando el hecho de que Mello está ahí y que en la sala, nuestro lugar de trabajo, es el lugar en donde nos besamos. Intento ignorar esa desagradable sensación, lo cual es fácil ya que suelo ignorar muchas cosas, y aparte cada uno está entretenido con su respectiva laptop, supuestamente, buscando información; aunque podría apostar a que Alex está viendo páginas triple «X» y Beyond buscando algún video gore que de verdad logre perturbarlo.

—Encontré algo —anuncia Mello, para mi sorpresa él es el único que de verdad estaba haciendo el trabajo.

Beyond se acerca a Mello y hecha un ligero vistazo a lo que hay en su laptop. Lee un poco y esboza una mueca. Por su parte, Alex deja su portátil de lado, estira los brazos y los coloca tras su cabeza a manera de una improvisada almohada, se pone cómodo para escuchar los nuevos frutos de la investigación.

—Incluso verlo me da flojera, ¿qué tiene que ver Rousseau y sus ideas políticas? —se queja Beyond y Alex solo asiente.

—Ni siquiera sé porque tenemos que investigar cosas de la revolución francesa, ¡no somos franceses!

Por más estúpido que pueda sonar el comentario de Alexander, le doy la razón. Lo más que me he visto relacionado con Francia es cuando como papas a la francesa, o aquella vez en que mi mamá ligó con un tipo de Marsella.

A pesar de los comentarios, Mello no deja de leer. Porque sí, Mello podrá tener pinta de malviviente pero la escuela se la toma muy enserio. Ese aspecto de su personalidad es chocante con su aspecto y forma de ser. Aunque ya no lleve ropas de cuero como el primer día, el siempre traer la camisa desfajada y el saco del uniforme arremangado le dan un toque bastante rudo, y por lo poco que llevo de tratarlo me he dado cuenta que no es precisamente un tipo paciente, de hecho es sencillo sacarlo de sus casillas —como aquella vez que casi golpea a un tipo que le hizo un miserable rayón a su motocicleta el día que la llevó al colegio o como siempre parece matar con la mirada a Near en clases por cada pregunta que este contesta correctamente—. Mas luego llega con esta actitud de chico responsable que se preocupa por sus calificaciones y que en poco tiempo ha destacado por entregar de los mejores trabajos en todas las clases.

Luego de terminar de analizar la información, Mello suspira; también deja la portátil de lado y despereza los músculos de los brazos.

—Las ideas políticas de Rousseau influyeron en la Revolución Francesa. Hacer una mención de eso vendrá bien al informe.

—¿Qué Rousseau no era el de «el hombre nace libre pero en todos lados está encadenado»? — interviene Alex. Por raro que pueda parecer, y a pesar de no demostrarlo, Alex es un apasionado de la filosofía.

Mello asiente y agrega:

—También está lo de «el hombre es bueno por naturaleza».

Beyond suelta un bufido acompañado de una risa seca.

—Eso solo es una mierda optimista —alega seguro de sí mismo —. El hombre no es bueno por naturaleza, eso solo es costumbre adquirida.

—Beyond, que tú seas un hijo de puta no significa que todos lo seamos —intervengo, queriendo hacerme partícipe en la conversación.

—En lo personal, yo creo que el hombre es bueno. —Alex vuelve a tomar la palabra —. Creo que las personas nacemos sin maldad pero como el mundo está lleno de gente corrompida, todos nos terminamos corrompiendo. Con cada generación ocurre lo mismo y se convierte en un ciclo sin final.

Beyond no se altera, solo le regala una sonrisa socarrona, señal de que no se ha tomado enserio nada de lo que Alex dijo. A veces dudo que haya algo que de verdad pueda causar impacto en Beyond Birthday.

—Además de idiota, ingenuo.

—Bueno, ya nos desviamos de la Revolución Francesa, ¿no? —menciono para poder romper la leve tensión que se ha formado.

Alex solo rueda los ojos y baja la mirada; toma su laptop y vuelve a concentrarse, esta vez en el trabajo y no en el porno. Eso me desconcierta. Nunca antes lo había visto afectado por algo dicho por Beyond, de hecho ambos tuvimos que aprender a no tomarnos a pecho cualquier comentario dicho por Birthday.

Beyond se levanta del sillón con el pretexto de que va a por algo para botanear a la cocina, mas en ese instante se escuchan los pasos de alguien bajar por las escaleras. La única persona que podía encontrarse en la casa aparte de nosotros es Near por eso ni siquiera nos causa sorpresa verlo, bueno, al menos a Alex y a mí; Mello resopla al instante.

La ropa de diario de Near y el uniforme no varían mucho; él usa solo colores sobrios… y blanco. Por eso no me es raro verlo vestido de forma casual, lo que es raro es Near en general.

—Vaya, el hobbit por fin sale de su cueva. —Ese es el saludo de Beyond, ni siquiera lo dudo ya que Beyond siempre se la pasa insultando a medio mundo. —. ¿Cómo percibes la vida en el exterior?

Near pasa de esos comentarios y se dirige a la cocina. Beyond le sigue y escucho lo que al parecer es una charla habitual entre los miembros de esta familia: Beyond insulta, Near de vez en vez contesta con algo acertado y Beyond sigue insultando. Así se llevan, no hay mucho más que agregar. Salen de la cocina algunos minutos después, Near con un vaso de agua en mano y Beyond con su adorado frasco de mermelada. Antes de volver a subir las escaleras, Near mira hacia nosotros y luego pregunta, aunque no pareciera estar interesado.

—El trabajo de Lester, ¿cierto? —Near es adivino, o tal vez solo lo dedujo ya que es el único trabajo a entregar en equipos de cuatro personas. Pensaré que es lo primero para no quitarle el encanto a la situación.

—¿Tu equipo ya acabó? —pregunta Alex.

—Ayer por la tarde. —No me sorprende, después de todo en su equipo está Linda además de Sayu y otro chico del que siempre olvido su nombre. Según me cuenta Linda, Near asume el liderazgo y muy apenas les deja participar.

Mello baja la mirada a la pantalla de la portátil y continua leyendo la información que había encontrado. Le hubiese ayudado de no ser por mi aburrimiento, y Near es una buena fuente de entretenimiento en este instante.

—Si te pagáramos, ¿nos harías el trabajo? —propone Alex en un tono bastante burlón, Beyond no puede evitar reír ni yo tampoco. El rostro de Near ni se perturba.

—Seguro, pero debe ser una buena cantidad.

Debo admitir que contemplo la posibilidad. No haríamos nada, y con Near haciendo el trabajo, es más que obvio que tendríamos una calificación aprobatoria con mención honorífica. Por algo es el número uno de la generación y de todo Wammy’s House.

A pesar de que parecía que Alex y Beyond también pensaban lo mismo, Mello es quien toma la palabra sin dejar de mirar la portátil.

—Si quieres que algo se haga bien, hazlo tu mismo. —Creo que eso fue un regaño de su parte, no estoy seguro. Antes de poder preguntar, Mello agrega —: aparte esta información vendrá en el examen. No voy a arriesgar mi calificación por la pereza de estos holgazanes.

Que me llamen «holgazán» no es algo nuevo, acepto que lo soy. También Beyond y Alex lo reconocen. Mello solo continúa en lo suyo y Near comienza a retorcer un mechón de cabello de forma distraída.

—Igual hubiera sido complicado lograr que un trabajo mío pareciera hecho por ustedes.

—¿Qué dijiste? —Mello se exaspera por aquel insulto tan bien camuflado. Es como la pólvora, nunca sabes cuándo puede explotar.

—Que hubiera sido complicado lograr que el trabajo pareciera hecho por ustedes —repite Near usando el mismo tono de voz aunque esta vez con cierto deje de cansancio —. ¿Tanto esfuerzo ha estropeado tu sentido del oído?

Mello está por levantarse, mas Near sube las escaleras sin prestar atención, como si el haber enfadado a Mello no fuera relevante. El consuelo de Mello podría ser que para Near nada en su vida es relevante.

—Bien, como mi amado primo ya fue a refundirse en su habitación y a masturbarse con Optimus Prime, continuemos con nuestras vidas —declara Beyond, los demás solo asentimos.

Luego de ello, Beyond solo vuelve a sentarse en el sofá. Destapa el frasco e introduce los dedos en él para tomar una porción de mermelada y comerla directamente de estos. Es asqueroso, pero ya nos acostumbramos, al menos Alex y yo. Al verlo, Mello no pudo disimular su expresión de asco.

—Joder, toma una cuchara.

—Es mi casa y como cómo se me da la puta gana.

Al final decidimos incluir los argumentos de Rousseau y otros tipos, mas no profundizamos demasiado en ello ya que el cansancio pudo con nosotros, tanto que incluso Mello dejó todo de lado para comer chocolate. Y reitero de nueva cuenta lo contradictorio que es que tipos como Beyond y Mello tengan debilidad por las cosas dulces, simplemente no va con ellos.

Mello propone vernos al día siguiente a la misma hora; todos aceptamos sin rechistar. Como normalmente Alex vive en su mundo de chicas con poca ropa, así como a mí no me preocupan lo necesario las cosas y por Beyond podríamos reprobar el año, me agrada que Mello tome el papel de líder. Al parecer, es el único con sentido de responsabilidad.

 Eso me hace cuestionarme: ¿Mello ya pertenece a nuestro grupo de amigos? Digo, el hacer trabajos con Beyond, convivir toda una semana con nosotros y prestarme constantemente su goma nos hace más cercanos, ¿no?

Cuando Beyond nos acompaña a la puerta casi nos echa de su casa, pero esa es la forma en que nos despide siempre. Ni Alex ni yo tenemos queja alguna, solo Mello suelta un bufido; pero como supongo que seguirá realizando trabajos con nosotros, terminará viendo esas acciones como algo normal.  

Los tres comenzamos a caminar por la acera de la calle en completo silencio, es magnífico que Mello también siga la filosofía de nuestro clan. Sin embargo, la tranquilidad se ve perturbada por el timbre de un celular. Paremos en seco para que Alex busque su móvil y pueda contestar, y así poder dejar de escuchar esa estúpida canción. ¿Quién pone de timbre una versión parodiada de Baby?

Apenas termina de leer el mensaje, sonríe con picardía.

—Al parecer, tendré suerte hoy. —Por el tiempo que llevo de tratarlo sé el doble sentido que lleva la palabra «suerte», y aunque Mello no lo conozca mucho, por la sonrisa que Alex nos regala, creo que intuye a que se refiere.

—¿Vas a con Sophia?

—No, Matty, eso es cosa del pasado. —No sé por qué no lo intuí. Alex no dura ni siquiera un mes con alguna de sus novias. Su record es un mes y un día, muy contrario a los casi tres años que yo llevo saliendo con Linda. —. Se llama Janeth, está en onceavo y está… —se muerde el labio de forma sugerente, y sin decir nada más, solo hace un gesto de despedida y comienza a correr calle contraria a la que habíamos tomado, dejándonos solos a Mello y a mí.

No me molesta, las cosas entre Mello y yo han mejorado bastante. No saldré corriendo, lo aseguro.

Mello comienza a caminar, no dudo en seguirle y ponerme a su lado. Ahora que Alex no está, me siento ligeramente nervioso; quizá iniciar una conversación sea buena opción pero no tengo ni mierda de idea de qué podría hablar con él, así que espero que Mello inicie una charla, o en dado caso que se quede en silencio. Soy un asco en esto de las relaciones interpersonales, y más tratándose de socializar con el chico que toqueteé una noche.

—¿Vives cerca?— me pregunta para romper el hielo. Gracias a la fuerza divina que rige el universo, él ha dado el primer paso.

—No en realidad, debo tomar un bus hacia The Valley.

—¿Vives en esa calle? —cuestiona algo interesado. Asiento —. Vivo cerca,  en Cromwell.

Por la sorpresa, abro los ojos un poco más de lo habitual.

—¿Por qué nunca hemos coincidido, aunque sea en el autobús?

—No lo sé, supongo que más bien nuestro horarios no coinciden. —Mello se encoge  de hombros, restándole importancia al asunto —. Y mi hermana es quien me suele llevar a la escuela.

—No sabía que tuvieras una hermana

—Era obvio que no lo sabrías a menos que me espiaras. —Lo hubiera tomado a mal de no ser por la sonrisa que surca su rostro. Creo que está bromeando conmigo —. Tengo una hermana mayor.

A pesar de que Mello no me ha dicho nada más y que tampoco me ha preguntado acerca de mi familia, por cortesía, me veo obligado a compartir algo. Aparte, conversar es buena forma de pasar el rato y también quiero llevarme mejor con Mello.

Creo que estoy justificando mucho el hecho de querer charlar con alguien.

—Yo vivo con mi mamá —suelto ya sin pensarlo demasiado. Él se gira para verme y de alguna forma me agrada saber que tengo su atención.

—¿Se divorciaron? —me pregunta, directo. Que poco tacto tiene, la verdad.

—No en realidad. Nunca se casaron.

—Ya veo.

Tampoco es algo de lo que me agrade del todo hablar así que agradezca que no haya seguido indagando. Llegamos a la parada de autobús y por suerte no tarda en llegar el bus que ambos debemos tomar. Nos sentamos juntos, mas ahora el trayecto es silencioso, ya ninguno se esmera por iniciar una conversación. Lo veo sacar sus audífonos y comenzar a escuchar música; hubiera hecho lo mismo de haber traído los míos; aunque no hace falta, Mello escucha la música tan fuerte que logro escuchar sus canciones.

Ahora entiendo porque para él los Beatles son basura; su música es solo ruido sin ningún compás. Podría decir lo mismo de sus gustos musicales.

Luego de ver el paisaje lleno de algunas casas, tiendas y una que otra arboleda, vamos entrando a la Airlie, la calle que queda antes de Cromwell. Toco el botón para hacerle saber al chofer que voy a bajar. Mello me mira con una ceja alzada; el suceso le llama tanto su atención que incluso se retira un audífono.

—¿No que vivías en The Valley?

—Sí, pero iré a ver a Linda. Su casa queda en esta calle.

Mello sonríe de forma casi burlona.

—¿También tendrás suerte?

Desvió la mirada algo incómodo; suspiro y solo me despido con un gesto de mano. Escucho a Mello reír y como vuelve a sumergirse en su mundo de música que es solo gritos. Bajo y me encamino a donde Linda.

Me sé el camino de memoria, lo he recorrido durante más de cuatro años —también cuento el tiempo en que ella y yo éramos amigos y cuando estaba cortejándola—. Su casa queda a dos manzanas de dónde me bajé; la que está pintada de un curioso naranja chillante. No tiene patio delantero, mas la entrada está adornada con algunas macetas que por la temporada ya están secas. Toco la puerta y es ella quien me abre.

—Me alegra que hayas venido.

Se lanza a abrazarme para después darme un suave beso y permitirme ingresar. La peculiaridad de la casa de los Auditore es que todo está ordenado pero lleno de polvo. Lo justifico por el hecho de que el padre de Linda siempre está trabajando y ella tiene muchas ocupaciones; y aunque su abuelo viva con ellos, un derrame cerebral le dejó paralizada la mitad del cuerpo, así que mucho no puede hacer.  

Como casi siempre que vengo, mi suegro está trabajando en la pizzería —la familia de Linda migró de Italia y el asunto es tan cliché que tienen un negocio de comida de su país natal—, y su abuelo como siempre está postrado en el sofá de la sala. El abuelo habla muy poco y sus gestos casi no dejan entrever nada pero conmigo hace el esfuerzo de sonreír e incluso intenta hablar un poco. Linda dice que le agrado, y él a mí también, por eso casi siempre lo saludo al llegar.

—Espera. —Linda pone un dedo sobre sus labios. Solo me toma del brazo y me guía escaleras arriba —. Se acaba de dormir, no lo molestes. 

Llegamos a la habitación de Linda. Entro y me doy cuenta que se esmeró por limpiar antes de que llegara. Algo que tenemos en común es que somos igual de desordenados, aunque ella intenta ocultarlo; a mí me tiene sin cuidado y dejó todo igual cuando es ella quien me vista.

Toma unas hojas del escritorio y me pide que tome asiento en su cama. Obedezco y ella comienza.

—El grupo me seleccionó para dar el discurso acerca de los beneficios del vegetarianismo en la próxima campaña. Quiero que sea un discurso emotivo, que les llegue a las personas, que vean que no es necesario comer alimentos que provengan de animales.

Mi novia es vegetariana y una ambientalista de primera. Sin embargo, no entiendo cómo es que ha podido vivir parte de su vida sin comer una hamburguesa. Pero así como ella no se queja de mí o de mi afición para con los videojuegos o fumar, yo no lo hago de ella. Respetar los hobbies y aficiones de cada uno es una de las tantas cosas que nos han hecho durar tanto tiempo como pareja.

Me pongo cómodo en su cama y sonrió. Ella me devuelve el gesto.

—Adelante, entonces.

Linda se aclara la garganta y comienza.

—¿Quiénes somos nosotros? ¿Quién nos autorizó a poder matar a otros seres vivos o a nuestros semejantes? ¿Quién nos…?

Luego de cinco minutos de discurso, me es imposible mantener los ojos abiertos. Aparte de que el vegetarianismo no me importa ni una mierda, lo del trabajo de historia me dejó agotado mentalmente. Poco a poco mis párpados van cerrándose sin que pueda hacer algo para evitarlo. A pesar de las constantes llamadas de atención de Linda sobre mantenerme despertó, no puedo más y termino tumbándome en la cama. Tomo uno de los cojines para usarlo de almohada; bostezo y me acurruco un poco. Mas mi plan se jode cuando Linda me lanza lo que parece ser un peluche.

—¡Ya, Matt! ¡Ponme atención!

Linda tiene la peculiaridad de que su voz siga escuchándose amable aun cuando prolifera insultos o grita. Sé que está molesta debido a que su voz suele agravarse ligeramente cuando se enfada. Me incorporo en la cama y apoyo las manos a cada lado de mi cuerpo, ahora sí mirándole con mi total atención.

—No entiendo porque quieres que escuche tu discurso, ¡eres un as en lo que respecta a estas cosas!

—Quiero la opinión de alguien respecto a esto —se explica. Recoge parte de su cabello y lo lleva detrás de la oreja, maña que ha tomado desde hace algunos meses. —. Y tú eres perfecto, Matt.

—No me interesa ese estilo de vida y lo sabes.

—Sí, sí. Pero si logro que por un momento captes aunque sea una parte de lo que quiero transmitir, sé que lo habré hecho bien.

Ella comienza a leer de nueva cuenta. Ahora intento concentrarme un poco más, pero como casi siempre, termino distrayéndome, esta vez en mirarla a ella. Su cara, su nariz respingada, sus ojos color café.

—El egoísmo del ser humano es lo que lo ha llevado a donde esta, lo que… ¿Matt?

Es tan bonita, tan amable.

—Matt.

Y es mía.

—¡Matt!

—¿Eh?

Su grito logra sacarme de mi ensoñación. Se acerca a mí y me golpea la cabeza con las hojas del discurso; lo hace con poca fuerza, incluso divertida. La veo sonreír anchamente y se sienta a un lado mío en la cama.

—Realmente quiero saber si estoy haciendo esto bien, sabes. No solo por la campaña, sin también por el asunto de la universidad. Si quiero entrar a la UAL debo esforzarme en esto. Los discursos vacíos y los cuadros sin alma no me darán pase a ninguna facultad.

—Linda, ya lo dije: eres un as en todo esto. Y apenas estamos en octubre, falta mucho para la universidad.

—No te confíes, Matty —me dice, segura. Se para frente a mí y alza un dedo al cielo, como para ponerle más dramatismo al nuevo discurso que me dará —. Hay que pensar a futuro. Sí, está bien enfocarse en el presente, pero no podemos dejar a la suerte el día de mañana. Ahora piensas que falta mucho pero el tiempo pasa volando. Cuando menos lo esperes ya estaremos dejando Wammy’s para ir a la universidad.

Resoplo porque se que tiene razón. Desvio la mirada de con ella y me concentro en otra cosa, en algo que no tenga nada que ver con un futuro incierto. Siempre me ha gustado la seriedad de Linda para con algunos asuntos pero a veces de verdad puede llegar a tomarse las cosas con demasiada seriedad. Y en parte todo esto me desconcierta: Linda ya sabe que hará con su vida cuando yo no sé qué mierda hacer con la mía. Vaya estupidez.

Por ahora, prefiero no pensar en eso y enfocarme en el ahora: en mi inteligente y hermosa novia.

—Bueno, pero si digo que me distraje por verte, ¿eso te hará sentir mejor?

Ella hace una mueca. Segundos después me mira con dulzura y acaricia mi mejilla. No puedo evitar mirar esto como el preludio de una de las cosas que me encanta hacer con ella.

—Un poco. Y reconozco que se escuchó bastante romántico.

—Sabes que esa es mi naturaleza, Peach.

Ella ríe con ganas. Aprovecho su distracción para robarle un suave beso. Ella parece sorprendida y tarda en corresponder. Lo hace poco a poco, con algo de duda; tal vez porque su padre podría llegar en cualquier momento o porque realmente quería darme ese dichoso discurso —por su abuelo ya ni nos preocupamos, no sería la primera vez que lo hacemos estando él aquí ya sea dormido o despierto—, aun así ella debe comprender que tengo bastante tiempo en abstinencia, desde antes del beso con Mello para ser exacto, y que solo quiero un momento de calidad con mi chica.

—Pero después me ayudarás con mi discurso, ¿de acuerdo? —suelta entre suspiros.

—Por supuesto.

Solo puedo desear que el señor Auditore no llegue de imprevisto.

El domingo transcurre con lentitud debido al maldito trabajo; por suerte, gracias a alguna fuerza divina, logramos terminarlo a tiempo. El lunes a primera hora entregamos a Lester el informe, este solo le da una ojeada rápida para después aventarlo junto a los demás trabajos del salón. No espero una calificación perfecta ni una nota de felicitación, yo soy feliz con solo pasar.

Fuera de ese suceso, el día es aburrido de por sí. En días como este comprendo el odio de Garfield para con los lunes, y lo apoyo en la idea de que ese día no debería existir. Mi forma habitual de matar el tiempo es charlando con Alex pero el día de hoy decidió perderse en Alexlandia y ni siquiera me invitó; y por más intentos tampoco pude colarme.

Luego del pasar de las horas, que para mi fueron eternas, por fin suena la campana que pone fin al martirio de las clases. Comienzo a guardar mis cosas; al girarme a donde Mello tengo una especie de deja-vú, aunque con los papeles invertidos: Mello guarda sus útiles a toda velocidad y sale del salón sin siquiera despedirse. Ignoro el hecho y me dirijo a Alex. Él y yo siempre nos vamos juntos, y como estoy de humor, pensaba en proponerle ir a la tienda de Austin y ver si habían llegado nuevos títulos de videojuegos, quizá luego de eso ir a comprar alguna de sus revistas, qué sé yo. Sin embargo, antes de tan siquiera poder abrir la boca, se colica la mochila al hombro y me mira con una expresión de disculpa.

—Lo siento, pero quedé de verme con Janelle.

Antes de tan siquiera poder cuestionar el nombre de la chica —ya que según recuerdo era Janeth—, Alex sale del salón. Miro a donde Beyond, quizá él quiera dignarse a acompañarme o algo, pero como adivinando mis pensamientos, esboza una sonrisa y dice:

—Hoy no puedo, geek.

—¡Vamos! Esto debe ser una broma.

—Me quedaré a ver la práctica de los de futbol. Al parecer hoy tienen una especie de amistoso con los de Blackstone.

Blackstone es un escuela pública que está solo a unas cuadras de Wammy’s, y está de más decir que entre esa escuela y Wammy’s siempre ha habido una rivalidad que ha traspasado generaciones. Nunca podrán llevarse bien; es algo así como perros y gatos, carne y pastel, calor y frío, día y noche, británicos y americanos… Y mencionando a los americanos, por eso Mello se fue tan rápido. Alguna vez llegó a mencionar que se había unido al equipo de soccer del colegio. Creo que en nuestra próxima charla debo decirle que deje de llamarle así al futbol.

Sin embargo, hay algo que me llama la atención de lo dicho por Beyond.

—A ti ni siquiera te gusta el futbol.

—Pero voy porque poof estará ahí; podría burlarme de él si se equivoca.

De inmediato deduzco que «poof» es Mello —y espero que nunca se entere que Beyond le llama así—. Sea como sea, me sigue pareciendo raro ese repentino interés que Beyond siente por Mello. Decido no meditarlo y salgo también del salón con las manos en los bolsillos. Genial. Alex se va a con su nueva novia, Beyond y Mello a lo de ese estúpido partido amistoso y Linda me había dicho antes de irse que también tenía cosas qué hacer. Me llevo bien con algunos chicos del taller de computación, pero con ninguno de ellos la relación es tan estrecha como para pedirles tiempo para pasar el rato. En momentos como este me doy cuenta que mi círculo social es bastante limitado. Conseguiría más amigos si no me diera tanta pereza hacerlo.

A pesar de terminar yendo solo, decido pasarme por la tienda de Austin debido a que no quiero llegar temprano a casa. Hoy le toca a mi madre turno tanto en la mañana como en la tarde, por eso sé que cuando yo llegue a casa todo estará asqueroso y me veré obligado a limpiar, de lo contrario Elsa se convertirá en un ogro. Y sí, tendré que asear ese chiquero tarde  temprano, mas quiero retrasar el momento un poco más.

Para mi mala suerte, cuando llego a la tienda Austin tampoco está. Es oficial: hoy el mundo se puso en contra mía.

Como de verdad no está en mis planes irme, me quedo viendo los juegos que están en el estante para saber si podría costearme alguno o si hay nuevos juegos que todavía no tenga en mi haber —y que quiera tenerlos en original y no solo descargarlos ilegalmente—. A pesar de que lo considero un juego un tanto tonto, el Minecraft me es tentador y termino gastando gran parte del dinero que llevo conmigo en él. Sí, ahorrar dinero o ser precavido en mis finanzas tampoco es lo mío.

Al final también termino hablando con el empleado suplente sobre mi tema favorito: videojuegos. Es el único tema con el que puedo desenvolverme plenamente, del que soy un as; lástima que no a todos les llame la atención. Muchos me consideran friki por ello y por eso he llegado a la conclusión de que no soy popular. No me afecta tanto, me gusta el perfil bajo que mantengo.

Luego de un par de horas me despido del empleado —quien también se llama Austin—, guardo el juego y salgo del local. Apenas doy un paso fuera del lugar, alguien se estampa contra mí por ir corriendo a toda velocidad y ambos caemos al suelo, la otra persona encima de mí. Admito que no lo vi venir. Quedo un poco aturdido por el golpe, aun así abro los ojos; para mi sorpresa me topo frente a frente con el rostro de Mello. Como era de esperarse mi primera reacción es empujarlo y levantarme como pueda. El también se incorpora pero con más gracia, se nota que es deportista. Él se soba la cabeza para luego mirarme de forma amenazadora, pero en cuanto los pasos de otras personas acercase a gran velocidad, el ceño de Mello se frunce.

No me es complicado adivinar la situación. No soy del todo perceptivo pero las cosas que son evidentes hasta alguien como yo las nota. Sin preguntar nada, y viendo que él también se quedó inmóvil, le tomo del brazo y le jalo dentro del local. Saludo a Austin de nueva cuenta  y adentro a Mello hasta lo más profundo de la tienda.

—¡Suéltame idiota! —me grita y se suelta de mi agarre en un solo movimiento —. Lo tenía controlado.

—Oh, discúlpame por hacer mi buena acción del día —justifico alzando las manos en un gesto exagerado —. Te veías en problemas.

—¿En serio? No me digas —me contesta, sarcástico. ¿Acaso es mucho pedir que me dé un mísero «gracias» por lo menos?

—¿Qué mierda se supone qué hiciste?

—Nada, nada —dice de golpe aunque la expresión en su rostro delata otra cosa. Espero a que cuente más —. Bien, pero deja de mirarme así, pelirrojo.

Solo me apoyo en una estantería, esperando que comience a explicar. Él resopla, se cruza de brazos y pone una expresión de pocos amigos, aun así comienza a hablar.

—Hubo un amistoso con Blackstone  o cómo se llame. El punto es que  quedamos en empate. Y pude haber hecho un perfecto gol de desempate de no ser por un imbécil del equipo contrario que se atravesó. —Omito cualquier comentario acerca de que creo que de eso se trata el futbol para dejarlo continuar. Mello sigue todavía muy exaltado y no deseo que descargue su furia en mi —. Luego del encuentro me acerqué a reclamarle. Discutimos y terminé propinándole un puñetazo, quizá un poco fuerte. Y el muy idiota se enojó y…

—Por eso te perdigue —concluyo. Alzo una ceja luego de que él asintiera —. No creía que fueras de los que les huyen a las peleas.

—Y no lo soy, pero el tipo le hablo a sus secuaces y ahora me persiguen cuatro tipos, y uno de ellos trae un bate, ¡un bate! ¿Qué clase de costumbres tienen ustedes los británicos como para traer un bate en un partido de soccer?

—Futbol.

—Como sea.

No supe ni que contestar a eso. El escenario que planteaba Mello era desolador, no puedo evitar sentir hasta algo de pena por él.

—Halle me va a amatar, me va a matar —lo escucho murmurar en voz algo baja —. Todo por un estúpido golpe. Británicos, no aguantan nada.

—¡Oye! ¡Yo soy británico!

—Tampoco aguantas, Matt, acéptalo.

En ese momento hubiera deseado no haberle ayudado y que estuviera recibiendo  la paliza de su vida con un bate, lástima que soy tan buena persona; merezco un nobel de la paz.

—Bien, chico listo, pero este británico te ayudó.

—¿Y qué? ¿Acaso quieres que te bes…? —Sabía cómo iba a terminar esa frase, por suerte se Mello se calló a la mitad. Mencionar algo así hubiera sido bastante incómodo —. ¿Quieres que te aplauda o qué?

—Imbécil.

Ninguno dice nada más. Intento contar mentalmente hasta diez mientras Mello se pasea divertido por el pasillo y observa las estanterías. Sigo esperando un «gracias», pero a estas alturas asumo que Mihael no es esa clase de persona.

—Triple «X».

—¿Ah? —Su voz me saca de mis pensamientos. Me giro hacia Mello y él suelta una risa burlona.

—Me trajiste a la parte de juegos porno, Matt —dice. Yo solo puedo rodar los ojos.

—Es lo de menos, tarado. Era aquí o afuera.

Me sentí algo abochornado, más porque Mello no dejaba de reírse de esa forma. Solo me doy la vuelta y me apoyo en el estante otra vez. Transcurridos algunos minutos, Mello deja de apreciar los videojuegos y se acerca a mí.

—Ya se debieron de haber ido, ¿no crees?

Miro el reloj de mi celular; son casi las seis de la tarde. Esos tipos estarían locos si todavía siguieran afuera.

—Asomémonos, entonces.

Nos dirigimos a la salida. Antes de poner un pie fuera de la tienda, miramos a través del cristal de la amplia ventana del local para cerciorarnos de que ya no haya alguien sospechoso usando uniforme con un bate en mano. Al no ver a nadie de esas características, salimos de local. De nueva cuanta me despido de Austin.

Salimos a la calle y, en efecto, todo luce normal. Comenzamos a caminar, mas apenas damos un par de pasos y cuatro tipos de nuestra edad se plantan enfrente de nosotros con una expresión no precisamente muy amigable. Por el saco color beige, el escudo del águila del lado izquierdo y el pantalón azul de estampado escocés, sé que se tratan de los tipos del Blackstone. Y se ven muy amenazantes, como en una película yankee —sin ofender a Mello—; incluso truenan sus dedos y uno mece el bate de forma perturbadora.

Incluso creo escuchar a Mello tragar grueso.

—Al a cuenta de tres, corremos —susurra Mello; le miro de reojo. Estoy bastante paralizado como para voltear el rostro, aparte siento que con cualquier movimiento en falso, me golpearán —. Uno.

Voy a morir, ¡y tan joven!

—Dos.

Al menos alcancé a tener sexo el sábado.

—¡Tres!

Mis pies no responden. Mello suelta maldiciones hasta en un idioma que desconozco y me tira del brazo para comenzar a correr. Tengo poca condición física, es más bien nula, y sé que mucho no voy a soportar.

Mientras corro a toda velocidad junto a Mello, ruego al ente que rige el universo que nos permita salir bien librados de esto.

Ciertamente, Mello ha marcado un antes y un después en mi vida.

Ahora hasta hay adrenalina.

 

Notas finales:

Espero que el capítulo les haya entretenido :3

Lamento si la historia va un poco lenta, sin embargo lo creo necesario. Personalmente nunca me ha gustado que las cosas se den de golpe. Y para ser sincera, creo que un romance chicoxchico tarda más en desarrollarse debido a los prejuicios y tabúes que lo envuelven. Claro, esa es mi opinión personal.

En este capítulo he dejado varias pistas bastante claras de algunas otras parejas a desarrollarse en el fic (según yo son pistas contundentes, aunque tampoco me hagan mucho caso XD). Porque el MxM es importante, pero las demás historias servirán para complementar a la pareja ;)

Ah, y aclarando; las calles que menciono al parecer existen (según San Google), sin embargo no están ubicadas tal y como las describo; y quizá algunos otros lugares o más descripciones de aquí en adelante no coincidan con el ambiente británico o con la ciudad de Winchester. He investigado, sí, pero quizá no acierte en todo. Una disculpa de antemano por si existe algún error.

Creo que ha sido todo, así que me despido. ¡Hasta el próximo capítulo!

Ellie…


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