Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Drama Queen por Ellie77

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata

¡Hola!

Primeramente la excusa (justificación) de siempre: la universidad. De verdad que comenzar el quinto semestre me ha atareado un poco; lo bueno es que poco a poco ya voy agarrándole la onda de nuevo y pude darme el tiempo de escribir.

Con este capítulo he tenido varias interrogantes, y dudé si publicarlo en esta página o no. Podría decirse que el 90% de este capítulo va de contenido heterosexual, y como les dije, si bien iba a desistir de subirlo aquí, al final decidí únicamente editarlo para que el HombrexMujer no fuese tan explícito. Espero que eso no les moleste o incomode; de ser así pueden saltar el capítulo, en las notas finales les daré un pequeño resumen.

Gracias a / Alexgeta / stefy22 / por sus reviews :3

Advertencias: AU. Lenguaje vulgar. Contenido heterosexual. OoC. Presencia de OC’s

Sin más que agregar, ¡a leer!

Drama Queen—

 

Capítulo 6:

Sabes, solía saber el resultado

.

.

Pequeño fantasma
¿Estás escuchando?
A diferencia de la mayoría, tú no pierdes nada

Strange Birds — Birdy

.

.

.

 

Las personas suelen decir que los fines de semana pasan con mucha más rapidez que los días hábiles. A pesar de que no soy tan consciente de la relatividad del tiempo, ese lunes, como tantos otros, llega especialmente rápido. No me gustan los lunes, y no por el hecho de tener que ir al colegio para reintegrarme a mi vida estudiantil, sino por una razón menos simple: es el día en que voy a con Naomi Misora, mi psicóloga.

Tengo entendido que el visitar a un terapeuta es algo bastante común en estos días, que te ayuda a desahogarte tengas problemas serios o no, pero no es como si a mí me encantara la idea de contarle mis dilemas personales o simples anécdotas del día a día a otra persona; siempre he sido muy receloso respecto a esos temas.

Como siempre, Ele es quien me lleva. Su auto es espacioso y bastante cómodo, por eso cada vez que vengo deseo quedarme en el auto y no tener que ir a con Misora a sentarme más sesenta minutos a darle mil vueltas a ningún asunto en particular. Tampoco es como si desconfiara de las capacidades de esa mujer como profesionista —después de todo fue compañera de generación de Ele y con la que descargó tensiones en sus días universitarios— pero esta visita la encuentro innecesaria, esta y todas la demás. Incluso Misora lo ve así; ella misma ha dicho que en el tiempo que llevo viniendo no he tenido ningún avance significativo.

Lo peor del caso es que no hay nada en que avanzar.

El camino dura los mismos quince minutos de siempre. Al llegar al edificio donde se encuentra el consultorio de Misora, Ele se despide con la promesa de que vendrá por mí en una hora, de ahí emprende marcha de vuelta su trabajo. Sin más comienzo a caminar; porque me sé el camino de memoria, faltan escasos ocho minutos para que comience mi  sesión y siempre soy puntual.

Recorro los pasillos a paso regular y devolviendo cada saludo que recibo. Pronto estoy frente a la puerta de Misora. La secretaria me saluda y, después de anunciarle a Naomi que ya estoy aquí, me da acceso a la oficina de la psicóloga. Y como siempre, Misora ya está sentada tras el escritorio. Me sonríe, amable, y me invita a tomar asiento en la silla de enfrente.

Normalmente es ella la primera en hablar, ya sea para saludarme o para decirme alguna cosa respecto a que me parezco cada día más a Ele, pero esta vez soy yo quien se adelanta.

—¿Cómo se debe vivir la vida?

Misora se sobresalta. Me mira por encima de sus gafas para presbicia y alza una ceja, dándome a entender que está ideando algo qué responderme. Escasas ocasiones suelo hacer preguntas de esta índole, pero últimamente Ele se la vive diciéndome que no estoy llevando mi vida de forma correcta y me da algo de curiosidad lo que Misora pueda decirme al respecto.

—Eso es algo que tú debes saber —contesta como si fuera la respuesta más obvia del mundo. En parte sé que lo es pero esperaba que ella pudiera idear algo que no solo me dejara a la deriva, y que me entretenga un rato también.

—¿ No se supone que Ele le paga para ayudarme?

—Tú mismo lo has dicho: Ele me paga cada una de estas sesiones para que te ayude, no para que te resuelva la vida, Nate.

Mis padres y Misora son las únicas personas que me llaman por mi verdadero nombre y no por el apodo, sin embargo estoy tan acostumbrado al «Near» que «Nate» me pareciera como si fuese otra persona.

—De cualquier forma, la probabilidad de que me contestara algo mejor eran bajas.

No pienso agregar nada más, y como Misora tampoco parece tener certeza acerca de qué más agregar, solo carraspea levemente y vuelve a enfocarse en el asunto que nos concierne.    

—Mejor pasemos a otro tema —declara. No hago más que subir una pierna en el asiento y prestarle total atención —: ¿cómo van las cosas con tu amiga?

—¿Con Linda?

—Sí, con ella.

—Linda no es mi amiga —aclaro. A pesar de que la veo hacer una leve mueca y que parece querer replicarme, continuo  —. Aunque parece tolerarme más que el resto, hacemos trabajos en equipo y congeniamos en algunos aspectos, eso no la convierte en mi amiga.

Efectivamente, Linda Auditore no es mi amiga. Fuera de que a ambos nos gusten las ensaladas y tener relaciones sobre el escritorio, no tenemos nada más en común. Eso sí, aprecio el hecho de que sea lo suficientemente prudente para callar cuando en realidad no tiene nada qué decir, y ella suele decir que me admira. Supongo que por detalles como esos, Linda sigue cerca de mí.

Misora se para de su silla, se quita las gafas para ponerlas sobre el escritorio y comienza a caminar alrededor de mí como si de un depredador acechando a su presa se tratase. Sé lo que viene a continuación y mi analogía no difiere mucho de la realidad. Ahora comenzará a atacarme con algunas preguntas, y lo más seguro es que después me dé un discurso acerca del problema que hay en mí que acaba de detectar; lamentablemente todos sus diagnósticos son errados, ella sola acaba por darse cuenta.

—Fuera de Linda, no has entablado relación con nadie más, ¿o me equivoco? —solo pregunta por cortesía, ella sabe que es verdad —. Ninguna persona en el mundo puede estar sola.

—¿Quién lo dice?

—La psicólogos, los sociólogos, los filósofos... Todos. El ser humano es un ser social. Nadie puede hacer absolutamente todo por sí mismo, todos necesitamos de todos. Todos sin excepción, incluso tú.

Por supuesto que lo sé. El ser humano no puede estar solo, nunca he pensado en rebatir ese hecho. Por eso, a pesar de que no lo buscaba, forjé una especie de vínculo con Linda; porque el ser humano es un ser social y necesita de otros. Jamás he estado en desacuerdo con ello.

El discurso continúa, se extiende por diez minutos en los que Misora parlotea a más no poder. Por mi parte decido admirar la oficina para entretenerme un rato mientras ella continúa abstraída en un sermón que apuesto a más de uno de sus paciente le ha dicho. Su oficina sigue siendo la misma desde mi primera sesión, aunque cada semana que vengo las rosas que mantiene en el escritorio son de color distinto, en esta ocasión son blancas. Alzo la mirada para poder observar mejor la fotografía junto a su título como psicóloga. Esa es nueva, la semana pasada no estaba. En ella se puede apreciar a Misora junto a un hombre de cabello oscuro; la torre Eiffel está de fondo y ellos se ven bastante afectuosos, por lo que es fácil deducir que se trata de su pareja.  

—… Por eso he llegado a la conclusión de lo que a ti te da miedo es forjar lazos.

Eso sin duda alguna capta mi atención.

—¿Disculpe? —replico.

—Sí, Nate. Me has comentado entre líneas que tu padre es distante y que tu madre no tiene carácter. Temes forjar lazos porque la relación con tus padres, y la que ellos mantienen, te parece hasta un punto enfermiza, ¿o me equivoco?

—Si usted lo dice —extiendo las palabras solo un poco, esperando que de esa forma note el ligero sarcasmo impregnado. Mas ella lo ignora, no estoy seguro si sea porque no lo capta o porque realmente soy malo en esto del sarcasmo y la ironía.

—Debes abrirte, permitirte la compañía de más personas. Dejar de ser egoísta y compartir tu vida con los demás.

No me tomo muy en serio sus palabras, y sea como sea el reloj de pared ya marca las siete en punto: la sesión terminó.

Me paró de la silla cubierta de terciopelo negro y desperezo los músculos. Retuerzo un mechón de cabello para comenzar a caminar hacia la puerta; antes de tomar el pomo escucho el «nos vemos la próxima semana» proveniente de Misora y por mera costumbre volteo levemente la cabeza para asentir.

En cuanto salgo al pasillo, una de las personas de la sala de espera se levanta al instante y entra a la oficina. Me pregunto si a todos Misora nos trata igual, si a ellos también les hace perder el tiempo como lo hace conmigo. Si fuera solo por mí, hubiera dejado de venir  desde la segunda sesión; mas Ele está tan empecinado en que venga que incluso me ha sobornado con nuevos juguetes y aumentos bastante considerables en mi mesada —que de por sí es jugosa gracias al dinero que también aportan mis padres—. A final de cuentas quien derrocha su dinero es él, no yo; también por eso continúo viniendo.

Misora solo ha acertado en una suposición respecto a mí: soy un egoísta.

 

Al día siguiente la rutina continúa. Me levanto temprano, tomo mi ducha matutina, me visto, bajo a desayunar, Beyond «socializa» conmigo y después de ello Ele va a dejarnos a ambos al colegio. El trayecto se sume en completo silencio porque ninguno de los que vamos en el auto es buen conversador. Cuando llegamos, Ele se despide y ambos nos adentramos a Wammy’s. Beyond siempre se desvía del camino al salón de clases, normalmente cuando ve algo mejor en qué entretenerse —como molestar a un chico de grado menor— o cuando se encuentra con Matt, Mello o Alex, aunque de un tiempo a la fecha parece sentir más fascinación cuando se encuentra con este último. Esta vez se topa con Mello con quien, según escuché, irá a la cafetería. Y luego de la mala mirada de Mihael, que también ya es parte de mi día, ambos desaparecen de mi panorama.

La rutina en mi vida es tan monótona y precisa que pocas cosas puedo decir realmente me sorprenden, y en parte me gusta pensar en eso como algo bueno. Nada ni nadie me toma desprevenido, aunque cuando entro al salón y mi vista se dirige al alboroto de las chicas en las butacas de en medio, me doy cuenta que sí tengo escasas situaciones en las que no tengo tan clara la forma en la que debo actuar. Cuando Linda me mira de reojo se sobresalta para volver a enfrascarse en la conversación con sus amigas. Ha estado ignorándome desde hace algunos días, y no es como si yo fuese a acercarme a preguntarle qué le pasa; de hecho sé que le sucede, pero solo está armando una tormenta en un vaso de agua.  

En cuanto suena la campana, Mikami, el profesor de ética, decide hacer acto de presencia en el salón de clases. Es puntual, como siempre, y además se le agrega el hecho de que hoy tenemos examen.  Solo espera a que todos estemos en nuestros asientos para comenzar a repartir las hojas de la prueba a cada uno. Al finalizar, se sienta a revisar los exámenes de cualquier otro grupo al que imparta clases; alcanzo a leer que la primera prueba que corrige pertenece a Jonh McGonnal, un chico de onceavo grado con quien coincido bastante seguido en la biblioteca. Debido a mi buena memoria, muchas veces recuerdo detalles insignificantes.

Nadie se ve dudoso en sus repuestas ni parece especialmente nervioso así que solo se escucha el sonido de los lápices trazar sobre el papel. Ética es fácil, solo hay que saber qué contestar; se debe poner «lo correcto» aunque sea algo que tú no harías. Hay solo un par de preguntas que cuentan con trampa —especialidad de Yagami que Mikami adquirió—, pero habiéndolas detectado es bastante sencillo contestar de forma correcta, tanto que no pasan ni diez minutos cuando me levanto a entregar el examen.

Todos continúan en lo suyo pasando de mí por completo, únicamente escucho un leve golpe dado a una banca. Sé que se trata de Mello, es la forma en la que él canaliza su frustración. Aunque extrañamente esta vez le sigue un  «cálmate» proveniente de Matt.

—Bien, River. Sal a esperar afuera. —Mikami ordena.

Me dirijo a la puerta para salir del salón. Ahora tengo media hora libre y lastimosamente cualquier medio de entretenimiento lo dejé en mi mochila dentro del salón. Estaba por entrar de nueva cuenta cuando veo la puerta abrirse, para mi sorpresa no es Mello quien sale aunque de igual forma contemplé la opción de que quien terminara después de mí fuera ella.

—Tengo que hablar contigo. —Linda susurra, temerosa de que alguien pueda oírla a pesar de que todos deben estar demasiado concentrados en sus vidas como para darle importancia a esta conversación  a mitad de pasillo.

—Bien —respondo. Solo la veo cruzarse de brazos y alzar una ceja, y para darle más impacto a su postura, con un pie comienza a golpetear el piso. Me entretiene poner al límite su paciencia —. ¿Vas a decirme algo o te quedarás parada todo este rato?

—De verdad no sabes lo qué sucede —murmura ya algo irritada.

—Lo sé, pero no sé qué esperas que haga.

—¡Quiero una disculpa! —contiene el grito entre dientes. No quiere que nadie se entere, mucho menos Matt que continua tras esa puerta respondiendo un sencillo examen de ética.

—¿Por qué?

—¿Sabes lo vergonzoso que fue? ¿Lo humillada que me sentí? ¿Lo insensible que te comportaste después?

—¿Qué esperabas?

Las manos de Linda se vuelven puños, cierra los ojos e inhala y exhala repetidas veces; está llegando al tope, demasiado pronto esta vez.

 —Dijiste que no había nadie en tu casa y de un minuto a otro aparece Beyond tocando la puerta como un loco, ¿sabes lo que pudo haber pasado si me descubría ahí?

—Por eso te dije te metieras en el armario.

—¡Eso fue lo humillante! ¡Los chicos son los que se esconden en armarios, no las chicas!

—Era eso o que te encontrara.

—Sí, pero…

—¿Hubieras preferido que te dejara ahí y que le permitiera pasar para que te encontrara en la cama a medio fornicar conmigo? No debería pedirte una disculpa por algo que nos ayudó a ambos. Pero de acuerdo, si tanto quieres oírlo: lo siento.

En una sociedad tan poco acostumbrada al «perdón», las personas suelen enternecerse cuando esta palabra es pronunciada. Es una buena forma de ganar la partida; solo la pronuncias y sigues adelante tal cual.

—Si lo pones de ese modo… tienes razón.

—Obviamente.

—¿Entonces quieres que yo me disculpe contigo?

—Deberías hacerlo —menciono, enrollando un mechón de cabello.

—Es una lástima —dice, ahora algo divertida. Es una chica voluble con sus emociones —. Planeaba lograr hacerte sentir culpable para que después buscaras reivindicarte conmigo. Te hubiera persuadido para que me regalaras algo, quizá flores o algo así. Sabes, me encantan los girasoles. Las rosas son tan comunes y tan cliché, todos las regalan. En los tres años que llevamos de novios, Matt solo me ha dado rosas, de todos colores pero rosas a fin de cuentas. Da igual. Hipotéticamente, si me regalabas girasoles te hubiera perdonado. —Y ríe al final.

Encuentro entretenida la forma en que desvaría y comienza a hablar consigo misma. No es algo que me agrade del todo, pero ese rasgo de su forma de ser me es ligeramente atrayente. Solo un poco, lo necesario para la relación que llevamos.

—Lo asumo como una broma —objeto. Linda solo vuelve a reír.

—¡Por supuesto!

A pesar de que nuestras personalidades no deberían ser compatibles, nos llevamos bien. Nos entendemos bastante incluso fuera de la cama.

Ahora su semblante cambia de nueva cuenta, regresa la seriedad. Duda por un momento y después me mira a los ojos para decir, firme.

—Vamos a otro lado, también tenemos otro asunto que tratar.

Ahora acompañado por Linda vuelvo a caminar hacia otro extremo. Nos alejamos lo suficiente hasta dirigirnos al armario del conserje de nuestra sección, nuestro lugar de encuentro para tratar asuntos que nos conciernen a ambos. Detesto el olor del lugar pero admito que es el único punto del colegio donde podemos tener absoluta privacidad.

Linda entra primero y yo le sigo. Cierro la puerta con seguro y me giro hacia ella. Está nerviosa: juega con sus manos y pasa el cabello detrás de la oreja.

—Es sobre esto —susurra de forma apenas audible. Sé que se refiere a nuestra relación, y dentro de mi mente sé lo que va a decir después de eso —. Hay que dejarlo…

Lo sé, va a terminarme, aunque no sé si sea correcto emplear ese término cuando no hay nada entre ambos. También estaba consciente de que era algo que podía ocurrir más temprano que tarde. Linda nunca pareció muy cómoda con todo esto y no era como si a mí me gustara tener esa presión encima solo para poder acostarme con ella.

Para mí el tener sexo estaba sobrevalorado. Dura poco, te ensucia y normalmente las mujeres piden demasiadas atenciones luego del acto; se creen dueñas de ti solo por el hecho de que te permitieron acceder a una parte tan íntima de ellas, al menos así me sucedió la primera vez que estuve sexualmente con una chica. Era una compañera de cuando iba en secundaria con la que también compartía en el taller de dibujo técnico. Gracias a ella descubrí que cuando le gustas a una chica es bastante fácil que te abra las piernas. La pasé bien hasta que ella comenzó a atribuirse un título que yo jamás le di. La situación comenzó a irritarme así que la dejé.

Con Linda también fue relativamente sencillo que se me ofreciera en bandeja de plata, aunque con ella y con aquella otra tipa hay una gran diferencia: a Linda le gusto, sí, pero su objeto de afecto sigue siendo Matt y siempre lo va a anteponer sobre mí. Y que también con Linda el sexo es fantástico, asumo que por la experiencia que le ha dado tener una relación tan larga.

—… No se trata de ti sino de mí —continúa Linda, algo bastante cliché para una persona que es tan buena con las palabras —. Matt… él siempre ha sido bueno conmigo y no se merece lo que le estoy haciendo…

Sé que sigue luego de esto. Linda es moralista y buena defensora de las reglas y la ética —por ello también contestó el examen de Mikami tan rápido—, esto va en contra de lo que le han inculcado, ama a Matt y quizá agregue algo de que me ha tomado estima pero tampoco quiere seguir usándome. Para alguien que está tan acostumbrado a manipular a las personas a su antojo como yo, es algo peculiar que una chica diga que me ha usado para satisfacer su deseo del momento. Ella habrá satisfecho su necesidad pero ella satisfizo la mía, ambos quedamos en igualdad de condiciones.

El monólogo de Linda continúa varios minutos más en los que finjo estarla escuchando. No hay necesidad de tragarme todas sus palabras si sé que se reducen a una sola frase. Cuando finaliza, solo me limito a comenzar a retorcer un mechón de cabello.

—Está bien para mí.

Ella se sobresalta, parpadea varias veces y vislumbro cierto deje de incredulidad en sus ojos castaños, supongo que por el hecho de que no esperaba que aceptara todo tan fácil; pero al final termina sonriéndome, eso me confirma el hecho de que Linda no siente nada especial por mí. Cuando ella ha terminado de decir todo lo que tenía que decirme y yo no respondo nada más, solo se despide de mí con un abrazo, el cual no correspondo. Después sale del armario dejándome solo.

A pesar de que me lo esperaba, me desconcierta que todo haya terminado de esta forma.

  

Días luego, una tarde cuando ya he terminado las tareas y no tengo que visitar a Linda, me encierro en mi habitación. Fue mi cumpleaños hacia unos meses y mi papá me mandó un rompecabezas de más de mil piezas, así que es buena opción de entretenimiento. Beyond salió con sus amigos y Ele continua en el trabajo así que pasaré la tarde solo, armando un rompecabezas. Bastante desalentador tomando en cuenta lo ocupado que había estado últimamente. Completo el rompecabezas en tiempo record. Me levanto del suelo y lo miro desde arriba, me doy por satisfecho. Después de ello, lo desparramo sobre la alfombra para poder armarlo de nuevo y matar el tiempo otra vez.  

Jugar es solo una forma de hacer trabajar mi mente, como una manera de entrenarla. Porque matarme estudiando es bastante tonto y no podría aprender las cosas, solo terminaría memorizándolas y desechándolas en la primera oportunidad que tuviera. También es un método de escape, para entretenerme y no tener que prestar atención a lo que sucede a mi alrededor con un magnifico pretexto; no es que no le preste atención a Ele o a Beyond, pero Beyond no me habla a menos que sea para insultarme y Ele, desde que llegué a vivir aquí, se ha vuelto demasiado asfixiante queriendo asumir el papel que mi padre no ha tomado del todo.

Mi padre es un hombre adicto al trabajo, médico reconocido en todo Londres y director del hospital en el cual trabaja; tiene mejores cosas de las cuales ocuparse que ser un hombre de familia.  En cambio, mi madre es mucho más atenta para con Ele y conmigo, supongo que se debe al hecho de que no tiene nada más qué hacer ya que dejó truncada su carrera para convertirse en la ama de casa perfecta, la que mi padre necesitaba para que se ocupase de su hogar.

Durante una temporada relativamente corta, mi padre fue profesor en una universidad. Mi madre era una jovencita de buena familia que terminó embarazada, convirtiéndose en una madre soltera que buscaba reivindicar su camino por medio de un título universitario. Cuando mi padre le impartió clases quedó prendado de ella; mi madre supo aprovecharse de eso para seducirlo y este no opuso mucha resistencia, incluso dejó a su primera esposa para poder estar con mi mamá. El amor por parte de mi madre también fue tanto que dejó la universidad para no desatar rumores y convertirse en una mujer dedicada a su esposo, dejando atrás ese pasado turbio que tuvo. A pesar de la marcada diferencia de edad —mi padre rondaba los cuarenta y tantos y mi madre era una veinteañera—, de que mi madre ya tuviera a Ele y del escándalo que se desató por ambas cosas, siguieron con sus planes hasta que se casaron tan solo seis meses después de conocerse.

Todo estaría bien de no ser por el hecho de que mi madre solo ser redujo a ser «la esposa de», siendo más un adorno en la casa que una persona y con quien mi papá tenía sexo los fines de semana o cuando llegaba de ánimos. De ahí se origina el leve rencor que le tengo, por siempre dejar que mi padre imponga su voluntad sobre ella. No obstante, a pesar de sus muy evidentes defectos, son buenos padres; sin embargo en cuanto tuve la oportunidad de alejarme de ellos, lo hice.

Mi celular vibra en ese momento, sacándome de mis cavilaciones. Iba por ignorarlo de no ser por el hecho de que no se trata del timbre especial que le puse al contacto de Ele. Me levanto y tomo el aparato, se trata de un mensaje de Linda. Al abrirlo y leer el contenido no puedo evitar desconcertarme un poco ante el «quiero verte» que pone. Es ahí cuando termino de confirmar que a pesar de sus leyes moralistas, a Linda también le gusta saber que puede tener cierto control sobre las personas; es como si me mostrara aspectos de su personalidad que nadie debe conocer, tal vez ni el mismo Matt. Lamentablemente, es demasiado tonta si cree que acudiré a su llamado con un mensaje de tan poco calibre como ese. Me limito a contestar  un «¿para qué?». No pasan ni dos minutos cuando recibo su respuesta.

«Porque estoy sola en casa; mi papá no va a llegar».

Esa era la señal que siempre me daba para saber que tenía libre acceso a su morada. Me sorprende su poca fuerza de voluntad; es tan cínica hasta con sí misma.

«Tengo cosas qué hacer».

«¿Te gusta hacerte el difícil?».

«¿No fuiste tú quien mencionó que no volvería a caer?».

 «Bien, no vengas».

«Perfecto».

Ese último mensaje no lo contesta.

Sin embargo, es tanto mi aburrimiento y mis ganas que termino tomando un suéter y llamando a un taxi para ir a visitarla. Últimamente mi fuerza de voluntad también es bastante débil. Soy humano, soy hombre, soy un ser social y también necesito fornicar, esas son mis justificaciones para haber caído en este juego.

El taxi no tarda demasiado en llegar. Le digo al chofer la dirección y el trayecto de poco más de diez minutos hacia casa de Linda tampoco me parece demasiado largo. Al llegar y bajar del taxi, le doy una muy buena propina al taxista ya que no deseo entretenerme con el asunto del cambio. Tan solo doy unos cuantos pasos y me encuentro frente a la casa de gastada pintura y flores marchitas en macetas que nadie se ha molestado en quitar. Toco el timbre solo una vez; no alcanzo ni a llevar el dedo índice a mi cabello cuando Linda ya me ha abierto la puerta.

—¿Y mis girasoles? —reclama en broma antes de decir cualquier otra cosa.

Se hace a un lado para permitirme la entrada y únicamente me limito a seguirla. Sé que no va invitarme a sentarme en su sala y tampoco a ofrecerme un vaso de agua o una taza de café. Tengo muy claro cuál es mi lugar y que mi destino es su habitación, por suerte ya me sé de memoria el camino. Aun así, tengo especial cuidado cuando paso junto al abuelo convaleciente de Linda, camino de forma más lenta, procurando el no despertarlo. Si me llegase a ver, Linda tendría problemas en justificar que un chico la visite tan tarde y que ese chino ni siquiera sea Matt.

Cuando ya estamos en su habitación, la cual al parecer se esmeró en limpiar, solo se sienta al borde de la cama. Palmea el lugar de junto, indicándome que me sitúe junto a ella. No obstante, antes de hacerlo no puedo evitar preguntar.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

Ella solo se encoje de hombros y me regala una sonrisa que podría catalogar como dulce.

—Matt no sabe que me gustan los girasoles.

No soy tan bueno interpretando analogías o prosas, en eso la experta es Linda; sin embargo me es fácil deducir que se ha peleado con Matt o tuvo algún roce con él. Y aunque ella crea que va a usarme para desquitarse de ello, yo voy a satisfacerme con ella. Aprovecho la oportunidad como siempre lo hago. Tengo varios días en abstinencia y deseo meter el pene en su vagina.

 

 

Después de unas cuantas palabras de despedida y de volver a llamar a un taxi, salgo de la casa de Linda para volver a la mía. Como sé que me espera un sermón bastante largo al llegar, le indico al taxista que se dirija por el camino largo para poder tener unos cuantos minutos de paz. Al llegar a mi destino, y de esta vez esperar adecuadamente el cambio, entre con sigilo a casa, asumiendo la leve probabilidad de que la paciencia de Ele al esperarme se haya agotado y se hubiera ido a dormir. Sé que es una opción poco probable pero siempre termino contemplándola.  

Normalmente, en cuanto entro, puedo observar a Ele sentado de su peculiar forma en el sillón de la sala, escasas veces Beyond le hace compañía con el burdo pretexto de burlarse de mí cuando soy reprendido. Pero esta vez, extrañamente, no hay nadie. Por la hora Beyond ya debe estar dormido o intentando hacerlo escuchando música a todo volumen, pero el que Ele no se encuentre esperándome me alarma de alguna forma.

Suspiro. Creyendo que he tenido un golpe de suerte al no haber sido regañado esa vez, me dirijo hacia mi habitación. Aunque el leve murmullo proveniente del estudio de Ele llama mi atención. La curiosidad me gana y termino desviando mi camino hacia aquel punto. Lo murmullos se van haciendo más audibles y me es bastante fácil distinguir la voz de Ele. De igual forma identifico rápidamente a quien pertenece la otra voz, pero no doy crédito a que esa persona se encuentre charlando con mi hermano. Debido a que la puerta se encuentra entre abierta, con cautela, me asomo para saber de qué se trata todo aquello con exactitud. Ele se encuentra ahí, y para mi sorpresa, confirmando mi suposición, Light Yagami está con él.

—Lo conozco, y en ambiente en el que tú no. Es bastante inteligente como para hacer alguno de los desvaríos que imaginas. Tienes que entender que solo necesita su espacio —argumenta Yagami, y de inmediato sé que soy su tema de conversación. Aun así me llama la atención la familiaridad con la que se dirige a Ele.

—Lo sé, pero el problema es que este tipo de cosas las ha comenzado a hacer de un tiempo a la fecha. No se trata de su comportamiento normal.

—Sigue siendo un adolescente, no esperes que siempre tenga un «comportamiento normal».

—¿Tener una hermana en esa edad te ayuda, verdad?

—Además convivo con adolescentes todos los días, eso es suficiente para poder hacerme un criterio. 

Permanecen en silencio un rato, Yagami descruza los brazos y deja salir un largo suspiro. Ele de igual forma se levanta de una de las sillas y se acerca hacia él.

—Debo irme —anuncia Yagami —. Tengo todavía que corregir algunas pruebas para mañana.

—¿Te veo mañana, entonces?

—Te aviso. Esta semana la tengo bastante atareada.

—Mira que no tener tiempo para tu mejor amigo.

Veo a Yagami rodar los ojos y acercarse a la puerta, pero antes de tan siquiera poder alejarme o de que él diese un paso más, veo como Ele le sigue de cerca para tomarle del rostro con una mano por las mejillas y voltearlo hacia él en un gesto un tanto brusco.

Le besa y Yagami no opone resistencia alguna, se limita a corresponderle.

No me desconcierta el hecho de que Ele sea un hombre y Yagami igual, me llama la atención el hecho de que es la primera vez en que veo a Ele junto a alguna de sus «parejas». A Ele solo llegué a conocerle su affair con Misora durante la universidad, de ahí en más es demasiado discreto con su vida privada. Igualmente, él solamente opta por las relaciones casuales ya que no es tan dedicado como para tener noviazgos serios, menos largos. Estoy seguro que el profesor Yagami solo es la aventura en turno de mi hermano mayor.

Light Yagami se separa de Ele y en ese mismo instante dirige su mirada hacia el punto donde yo me encuentro. No fui lo suficientemente rápido para ocultarme así que alcanza a verme, y en cuanto lo hace se queda mudo. Ele se da cuenta del cambio en el semblante de su acompañante y también mira para donde me encuentro, cruzando su mirada con la mía.   

Abre los ojos un poco más de la cuenta, por suerte tanto Ele como Yagami guardan la compostura; no hacen escándalo y permanecen imperturbables uno al lado del otro. Ellos no dicen nada ni yo tampoco, y de no ser por el hecho de que decido retirarme a mi habitación sin hacer ningún señalamiento, pudimos haber permanecido de esa forma todo lo que resta de la noche.

Con el asunto del amorío entre Ele y Yagami, y el asunto del mío con Linda, me he dado cuenta que todavía hay cosas del día a día que pueden llegar a sorprenderme realmente y acabar con la monotonía de mis días. 

Monotonía que sé que voy a extrañar.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado~

Y bien, el capítulo puede resumirse en una sola frase: Linda le es infiel a Matt con Near; habiendo dicho eso creo que no hace falta agregar más. Y Ele se entiende muuuuy bien con Light~.

Aquí no hubo nada de Mello y Matt… porque Near solo piensa en sí mismo XD.

Nadie en sí adivinó el narrador pero la intención es lo que cuenta. Ya en el próximo capítulo regresamos con el dúo dinámico favorito :3 y por el que supongo leen la historia jaja. Ahora sí hemos pasado la etapa de la introducción, ya comenzará el salseo entre los personajes (?).

Espero que el capítulo les haya agradado, y espero no demorar tanto en el siguiente. ¡Gracias por tomarse el tiempo de leer!

Ellie…

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).