A pesar de lo que había dicho anteriormente me vi en la penosa necesidad de posponerlo todo a petición de una consulta privada para aconsejar a la CIA por video llamada que me llevo todo el día hasta que calló la noche.
Salí de mi despacho, cansado y con bastante hambre, me ardían los ojos y mientras me los tallaba por el cansancio mi ayudante se puso a mi lado.
-Señor hay alguien esperándolo en el estudio.-
- Anthea dile que haga una cita porque hoy no voy a poder atender a nadie estoy muy cansado como para tratar con más humanos.
Dije malhumorado llevándome una mano al rostro.
- Es el inspector Lestrade.-
Suspire un poco y vi la puerta al final del pasillo, dios ¿Que quería este hombre a tan altas horas de la noche?
-Está bien pero traerme una cena para dos, estoy seguro que el inspector tampoco ha comido nada.-
-Por supuesto.- contesto la mujer en un tono frio.
La chica desapareció enseguida y yo volví a caminar hasta abrir la puerta y ahí estaba de pie en mi estudio, con su cabellera plateada dándome la espalda, viendo uno de mis tantos libros.
-¿A que debo el honor de tu visita inspector Lestrade?-
Cuestione dando unos pasos lentamente a donde estaba el peli gris mientras veía como se sobresaltaba con mi tono de voz, no se giró a verme pero regreso el libro que traía en las manos en su lugar, como no queriendo que supiera cual estaba ojeando; al no escuchar respuesta a mi pregunta decidí continuar hablando, por muy extraño que pareciera con ese hombre a veces el silencio me parecía incómodo.
- Buena elección con ese libro.- dije sin siquiera ver el libro. -Aunque para serle sincero prefiero la narración de Conan Doyle a la de Agatha Christie, aunque no puedo negar que me gusta el misterio e ingenio con el que ambos escritores manejan a sus personajes.- me acerque aún más a Lestrade para ver con más detenimiento al hombre y poder hablar más amenamente como decía mi costumbre pero él siguió dándome la espalda. – Claro está que usted no aprecia tanto el romanticismo con el que estas personas describen la vida de sus personajes, su inclinación cultural y filosófica siempre está más del lado de las matemáticas y hechos contundentes e incluso aunque parezca imposible en los libros de Ciencia Ficción.-
- Hablar con un Holmes siempre es un placer.-
Entonces por primera vez des que empezamos a hablar le vi de frente, se había girado para verme y quedamos excesivamente cerca cosa que a Lestrade le pareció incomodo por que se sonrojo al instante y se separó unos cuantos pasos de mí.
Una vez estando cómodos los dos, Lestrade dibujo en su rostro esa habitual y contagiosa sonrisa que tanto envidiaba que parecía decir “No pasa nada” después examine con más detenimiento esa mirada furtiva y astuta que tanto le caracterizaba la mirada de un hombre que lo ha visto todo y exige más.
- También, lamento la decisión del Juez al quitarle casi todo su salario para que su ex esposa lo gaste con su nuevo amante, pero tomo una sabia decisión al aceptar el divorcio, ya sabe lo que dicen Gregory “El divorcio es una necesidad natural” es decir que lo que se une está destinado a ser separado.-
Hable con fluidez al terminar de observarle.
- Gracias por decirlo tan sutilmente Mycroft, eso siempre me hace sentir mejor.-
Su sonrisa se borró automáticamente.
- De nada.- Conteste a lo que sin poder contenerse Lestrade exclamo con desagrado.
- ¡Fue sarcasmo!- en sus ojos vi como por su mente la palabra “Idiota” cruzaba fugazmente aunque no dijo absolutamente nada.
Nos quedamos en silencio Lestrade fue a recargarse en el escritorio que no estaba muy lejos de nosotros.
- Mira Mycroft, no vine a que me humillaras como lo hizo hoy tu hermano si no que vine por algo que creo que es más importante y es de tu interés.- comento un poco más relajado, se cruzó de brazos en auto defensa por si soltaba otro comentario que no fuera de su agrado, camine acercándome un poco más para tomar asiento en una silla frente a la mesa justo al lado de él.
- Por favor, tome asiento.-
Murmure, haciendo ademan con la mano de que fuera a sentarse a un lado de mi pero Lestrade me ignoro y continuo parado.
- No, así estoy perfecto.-
-Bien entonces ¿Qué se supone que es de mi interés?-
- Sherlock Holmes.-
Lo mire un tanto confuso, el mostro una sonrisa y se llevó las manos por fin a los bolsillos, tanteo un poco y saco un chicle de envoltura negra.
-¿Quieres?
- Oh, no gracias buen Greg, disfrútelo como aperitivo.- Comente mientras el inspector levantaba los hombros y se metía en la boca el dulce dejando la envoltura a un lado.
- Veras Mycroft, tu hermano llego hoy a querer platicar conmigo sobre mi vida personal.-
- ¿Y?
La pregunta quedo volando en el aire por pocos segundos.
- Me cuestiono como me daba cuenta que una mujer me era infiel, que yo debía saberlo por mi experiencia en la infidelidad femenina.
- y “eso” es de mi importancia porque…
Lestrade soltó un suspiro.
- ¡Tu hermano debe estar en una relación con una mujer que le está siendo infiel! Lo que me sorprende porque creí que tu hermano era gay.-
Entonces antes de que yo pudiera decir algo más entro Anthea y tras ella un joven con un carrito de lo que parecía la cena que les había pedido.
-Déjenlo ahí y déjenos solos.- Ordene a mis subordinados quienes enseguida dejaron la habitación. Lestrade miro la comida y se relamió los labios y fingió no haber visto nada.
- Es imposible que Sherly este saliendo con una mujer.-
Dije mientras tomaba un plato en el que estaba una espectacular comida, pavo y guarnición para dos personas además de un apetecible postre.
- Muy posiblemente a mi parecer.-
Saco unas fotos y me las entrego mientras tomaba asiento a mi lado; las vi lentamente una por una, mi hermano estaba con una muy elegante y refinada mujer pelirroja con unos hermosos ojos acuáticos de alta clase social, posiblemente la hija de un diputado adinerado.
- ¿Son de hoy?
- Las primeras cuatro si, las demás son de otros días más atrás.-
- ¿Has investigado a mi hermano sin permiso?
- ¿Yo? ¡No! Bueno, hoy en especial si, las fotos pasadas las tomo Donovan con su pareja.
- No pasa nada pero te equivocas la dama es hermosa, debo admitirlo pero no está saliendo con mi estúpido hermano; No, ella ni siquiera lo quiere… Posiblemente sea uno de los casos de mi hermano.-
-Es imposible Mycroft.
-¿Por qué tan seguro Lestrade?-
Cuestione al ver la seguridad con la que hablaba el inspector en jefe.
- Los suspiros largos que da tu hermano, su evidente distracción en el trabajo, incluso la sonrisa de tonto que dibuja cuando nadie lo ve, lo ansioso que normalmente se ha puesto, no lo había visto de esa manera desde que dejo las drogas y si no te es suficiente la otra vez fui a verle a su departamento y estaba tocando una melodía de amor en el violín.-
Lestrade era un hombre que no decía algo si no estaba completamente seguro de su hipótesis.
- Mi buen Greg, no es posible o tus datos no son suficientes para demostrarlo necesitamos más pruebas de ello. Por ejemplo aun testigo.
- ¡Watson!-
-Puede ser… pero antes de continuar cena conmigo.-
El asintió y ambos empezamos a degustarnos de un manjar digno de los dioses, tal vez era yo únicamente pero la comida siempre se me ha hecho un arte culinario que pocas personas aprecian de verdad. Cuando terminamos vi algo raro en mi amigo tenia las mejillas pintadas de un extraño color carmín, con una oleada de calor que no pudo disimular.
- Es evidente que le sucede algo Lestrade, coméntelo de una buena vez.-
Lestrade me miro con duda antes de contestar.
- No lose, de pronto me siento muy caliente de todo el cuerpo, incluso estoy temblando pero no tengo idea del porque.-
Vi su mirada apagada y me levante asustado de que algo malo le fuese a suceder al Inspector en mi presencia.
Lo tome rápidamente de la frente, para mi alivio no tenía fiebre pero si se sentía su frente muy caliente, además con el roce de mi mano vi como Greg dio un respingo y soltó un ruido que me pareció como un pequeño ronroneo; me quede frente de él viéndolo fijamente sin entender por primera vez que hacer.
-Mycroft…aléjate de mí- susurro aferrándose a esas últimas palabras de cordura.
- ¿Qué? ¿Por qué?- Cuestione.
Entonces algo inesperado sucedió Lestrade se acercó a mi rápidamente violando mi espacio personal y deposito un beso en mis labios fue solo un rose ligero, un beso suave, rápido y torpe. Dejándome paralizado como el hombre más tonto del mundo y sin saber cómo reaccionar me separe con los ojos bien abiertos activándose mi mecanismo de auto protección sabía desde hace tiempo que ese hombre seria mi perdición, que esos labios podrían obligarme a entregar los secretos de todo Londres si solo me lo pedían, me convertiría en el perro más fiel solo para estar a su lado.
-¿Qué demonios fue eso?- Cuestione asustado llevándome una mano a la boca.
- ¡Lo siento! no quería hacerlo es solo que… no puedo controlarme, me siento extraño.-
Dijo apenado, sonrojado acortando nuevamente la distancia entre nosotros y con una mirada extraña.
-C-creo que… Mycroft no puedo contenerme más… te quiero como solo se deben querer a los amantes.-
En ese momento mi corazón no dejaba de latir con insistencia como queriéndose salir de mi pecho, << Guarda silencio maldito bombeo sanguíneo>> me reprendí rápidamente sentía que mi cuerpo se derretía y caía al suelo haciendo un gran charco de mí mismo pero mágicamente seguía ahí, mirando sus absorbentes ojos castaños, me puse de pie en un sobresalto y con una velocidad singular.
-Eso no puede…
Lestrade me siguio acercándose a mi nuevamente me tomo de las manos y me volvió a besar lentamente antes de que yo digiera algo más; esta vez fue un beso más íntimo, trate de alejarme de esos labios que invocaban la lujuria escondida dentro de mi cuerpo pero él me sostuvo con fuerza del rostro e introdujo su lengua lentamente como pidiéndome permiso para ser profanado. Permiso que le concedí después de un par de intentos.
Tenía miedo de continuar, tenía miedo de lo que pasaría si seguíamos pero, aun así nuestras lenguas luchaban por el dominio de la boca ajena, Lestrade con su mucha experiencia me hizo saber algo que ni con todo el conocimiento del mundo hubiera aprendido.
-Te quiero Mycroft…-
Susurro cuando nos apartamos para respirar, mis ojos estaban cerrados, tenía miedo que si los abría todo se desvaneciera y que me diera cuenta que solo era un sueño más.
-Lestrade…-
-No me importa que no me ames… no es necesario que me quieras.
- Pero…
En un brusco movimiento el inspector me envolvió, entonces nuevamente caí presa de esos labios y de esas largas manos tibias que me aprisionaron fuertemente, me sentía tan extraño; jamás en mi vida había caído en mis instintos a animales que ahora parecían ser más fuertes que yo.
Lestrade en un pequeño camino de besos bajo a mi cuello mordiéndolo degustándose de mi piel y dejando lo que quedaría una pequeña marca, suspire ante la experta boca del Inspector pero no me quedaría atrás simplemente no podía permitirme perder.