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Tu precio por AnitaBlack

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Notas del capitulo:

Gracias por leer! nwn

Steve tenía la boca seca. No era que le causara ningún remordimiento hacerse del pobre ladrón que había tenido la mala suerte de robarle a quien no debía; de hecho sentía cierta curiosidad por saber qué clase de hombre había escogido Anthony para una noche de sexo. Lo que en verdad le preocupaba era que esto se supiera.

El Capitán Rogers era muy respetado en el Ejército americano; luchó contra prejuicios cuando se declaró abiertamente homosexual después de la guerra de Irak, y aún más cuando anunció su boda con nada más y nada menos que Anthony Stark. Steve podía jactarse de ser un tipo rudo, pero indudablemente le había afectado un poco todas aquellas críticas y malos modos.

Fue uno de los primeros en contraer matrimonio homosexual cuando fue legalizado en Nueva York; aunque ya vivía con Tony desde antes. Había pensado ingenuamente que el matrimonio haría renacer el fuego en su relación. Lamentablemente no fue así. Era definitivo que ya no sentía amor por Tony y ni siquiera estaba seguro de si alguna vez lo sintió en verdad; y era consciente de que él tampoco inspiraba tal sentimiento en su marido. Quizás habían precipitado las cosas; una noche de copas en una fiesta de gala de Industrias Stark dónde se conocieron. Algunas salidas que terminaban en su departamento o en el pent house de Tony en su torre… ¿noviazgo? No recordaba haber hablando de noviazgos. Se  mudó a Nueva York para hacerse cargo de la brigada en West Point, lo cuál sólo facilitó las cosas para contraer nupcias. El fuego se extinguió como debía ser. Sabía que Tony se había casado con él prácticamente porque era ‘beneficioso’, y él por no sentirse solo y quizá sepultar el recuerdo del amor de su vida. Ninguno fue feliz en ese matrimonio, aunque agradecía los buenos momentos y las noches ardientes.

Luego vino el secuestro, justo antes de terminar la relación por completo. Steve no se sintió capaz de dejar a Tony. Tony lo había necesitado y él estuvo allí, para  él. Además, muy a pesar de que todo el mundo (e incluso el mismo Tony) le dijera que él no había sido el culpable, sentía que debió haber hecho algo más. ¡Era el Capitán Rogers! Debió haber evitado que su marido fuera secuestrado.

“¿Qué piensa hacer Anthony con ese tipo?”, inquirió Thor a su lado en el vehículo, sacándolo de su ensimismamiento.

“No lo sé”, suspiró Steve. “Espero que nada en realidad. Debería de conformarse con que le devuelva el USB y dejarlo en paz.”

“Es un ladrón, Steve”, recalcó Thor

“Lo sé. Pero  estoy de acuerdo con Tony en cero escándalos; la prensa tarde o temprano se enteraría. De por sí estaremos en medio de un circo mediático en cuanto nos divorciemos, si sale a la luz que él se divierte con gigolós de poca monta… No quiero algo así. Espero contar con tu apoyo”, agregó lo último mirando a su amigo de reojo.

“Creo que debo sentirme ofendido”, sonrió Thor.

Steve sonrió a su vez, y entonces llegaron al muelle. Esa zona de la isla parecía estar desierta, el ambiente festivo del que habían sido testigos al pisar Tórtola no se extendía hasta allí… tampoco al bar aquél. ¿Cómo diablos Tony conseguía meterse en esa clase de lugares? Steve pensó que debió ordenarle a Happy que viniera con Tony.

Bajaron del auto una vez Steve divisó a lo lejos la inconfundible figura del detective Barton.

“Capitán Rogers”, saludó seriamente aunque amable el ex agente. Sin embargo miró un poco receloso a Thor.

“Pensé que sería conveniente un poco de ayuda por si se resiste”, aclaró Steve.

“No creo que se resista”, sonrió mordazmente Barton. “Tienen miedo, y eso siempre es una ventaja”.

¿Tienen?”, inquirió Thor. “Pensé que sólo era uno”.

“El hombre fue el que efectuó el robo, pero al parecer tiene una cómplice. Era mesera en el bar, ¿no se los dijeron?”

Steve apretó los labios. Ahora resultaba que había una chica involucrada. No, si esto no podía ponerse peor.

“¿Cuál es el plan, Barton?”, preguntó Steve resignado a lo que viniera. De pronto toda su valentía militar surgiendo.

“El barco zarpa en cuanto se ponga el sol, no falta mucho. Mentí para comprobar que estuvieran en uno de los barcos. Así que ahora mentiré para que me los entreguen, será pan comido”, musitó Barton. “Ustedes sólo preparense por si necesito llevarlos a rastras”.

Ni Steve ni Thor estaban acostumbrados a obedecer esa clase de órdenes, pero no tenían más opción. Siguieron a Barton hasta una de las embarcaciones que ya estaba siendo preparada para el viaje. El capitán estaba en la cubierta, organizando a sus hombres. Cuando vio a Barton sonrió, pero al ver al par de rubios su sonrisa vaciló.

Barton se adelantó sacando una credencial.

“¡Policía de las Islas Vírgenes!”, dijo con autoridad y además con impecable acento británico. Ahora Steve comprobaba por qué Tony confiaba tanto en ese misterioso hombre.“No me importa la mercancía, quiero a los dos polizontes que tienes allí adentro”, continuó Barton con esa voz autoritaria.

Se imaginaron que las cosas se pondrían feas, pero los hombres sobre el barco alzaron las manos en señal de rendición.

Sin embargo no hubo necesidad de que trajeran a dichos polizontes. Natasha y Bruce aparecieron por la escotilla, caminando con dificultad y ella intentando sostener a Bruce mientras se le resbalaba la bolsa de lona del hombro.

“¡Por favor!” gritó la pelirroja. “¡No sé qué le pasa, por favor!”

Bruce estaba temblando de manera alarmante, todo su cuerpo transpiraba y tenía la piel de un tono rojizo insano. Thor, acostumbrado a lanzarse a cualquiera que necesitara ayuda médica no vaciló.  El peso de Bruce al fin venció a Natasha y ambos cayeron de rodillas en la cubierta del barco.

Steve y Barton no reaccionaron. ¿Qué jodidos le pasaba a ese tipo?  El muchacho se veía realmente mal, parecía a punto de sufrir un ataque si es que no lo estaba sufriendo ya.

“¿Cuánto tiempo lleva así?”, inquirió Thor ayudando a Natasha a recostar a Bruce en la cubierta del barco.

“Desde… desde hace unas horas. Empezó sudando frío, apareció la fiebre y de repente comenzó a temblar de esta manera y a balbucear incoherencias…”, explicó ella mientras Thor le desabotonaba la camisa a Bruce y revisaba sus signos vitales.

“¡Steve!”, exclamó Thor una vez revisó las pupilas dilatadas de Bruce. “Creo que es una infección grave, necesito revisarlo y darle antibióticos”.

“¿Son ellos?”, susurró Steve a Barton. Porque si era así…

Barton reaccionó con un asentimiento al rubio, pero pronto avanzó hacia Thor y al par de ladrones. No se esperaba esto.

“¿Hay un hospital cerca?”, preguntó Thor y sin empacho tomó a Bruce en sus brazos mientras Barton agarraba a Natasha de un brazo para que se levantara.

“En Road Town…”, balbuceó la chica. Sabía que estaban perdidos. Aquellos eran policías aunque no lo parecieran en absoluto, había alcanzado a escuchar al tipo que la sostenía. Sin embargo ahora lo importante era Bruce. Estaba asustada.

“No podemos llevarlo a un hospital, Thor”, intervino Steve.

“Lo siento, pero no voy a dejar que este chico se muera por salvaguardar la reputación de tu marido, Steve”, respondió Thor ya caminando hacia el muelle.

“¡El Candil!”, exclamó de pronto Natasha, soltándose bruscamente de Barton. “Está más cerca que Road Town, y Banks tiene un arsenal de medicamentos. No sólo es la seguridad de Stark, también la de Bruce. Por favor.”, miró a Steve. “Le devolveré sus cosas, pero por favor, no lo lleven a un hospital”.

Aquella declaración provocó que los tres hombres finos arquearan las cejas.

“Señorita, la vida de este muchacho puede estar en peligro si no lo atendemos adecuadamente”, instó Thor mirándola con un gesto serio.

Natasha tragó saliva y se enfocó en Bruce. El temblor no cedía y aunque tenía los ojos abiertos estaban vidriosos; balbuceaba con voz apenas audible…

“Su vida ya está en peligro”, dijo ella resueltamente.

“Vamos, Thor. Tú y yo nos vamos en el auto con este chico. Barton, llevese a la muchacha para que nos guié el camino”, exclamó  Steve en ese tono militar.

Thor maldijo por lo bajo, pero siguió a Steve a paso rápido hasta el auto. El muchacho en sus brazos no pesaba realmente, pero necesitaba mantenerlo en calor. Se metió en el asiento trasero con Bruce, se quitó la chaqueta delgada que llevaba encima y con ella lo cubrió. No sería suficiente, pero el calor corporal ayudaría.

En cuestión de segundos los dos autos arrancaron del muelle, y el capitán y la tripulación del barco quedaron muy desconcertados, aunque agradecidos por el rumbo de las cosas. Pronto zarparon y se perdieron en el mar.

“¿De verdad no te importa la vida de éste chico, Steve?”, preguntó Thor unos momentos después, frotando los brazos de Bruce para darle más calor.

Steve lo miró por el espejo retrovisor y vio la decepción en los ojos de su amigo.

“La chica dijo que podías atenderlo en ese lugar. Si crees que su vida está en riesgo inminente, seré el primero en llevarlo al mejor hospital de estás malditas islas”.

Los labios de Thor se apretaron en una fina línea, pero ya no discutió. Sólo esperaba que se apresuraran. Jamás había pérdido a un paciente, y no iba a comenzar ahora.



Natasha tenía el cerebro a toda  marcha mientras indicaba el camino al tipo con el que iba. El rubio grandote le había dicho al otro rubio algo sobre su marido. Eso quería decir que no eran policías. Ese rubio era el Capitán del Ejercito americano, el esposo de Stark. El otro parecía ser un médico certificado, al menos alguien que conocía sobre medicina. Y éste tipo…

“¿Tu amigo presentaba síntomas de alguna enfermedad antes de hoy?”, preguntó él sin quitar la mirada del camino.

“No. Fue Stark, algo debió haberle hecho o dado mientras se saciaba con él…”, resopló Natasha con enojo. Ahora más que nunca quería arrancarle las pelotas a ese millonario hijo de puta.

Clint alzó una ceja y una sonrisa sarcástica apareció en sus labios.

“Ejerce la prostitución en un tugurio de mala muerte, ¿qué esperabas?”, dijo con desdén.

“¡Bruce no es uno de ellos! Estaba contratado en el bar para limpiar, nada más. Ese viejo cretino de Banks se lo vendió a Stark”, refutó ella alterándose más.

Clint al fin la miró de frente por un momento antes de volver los ojos al camino. Decía la verdad.

“Pero él aceptó, ¿no?”

Natasha no respondió enseguida. Clint la miró una vez más de reojo, la chica parecía a punto de estallar.

“No a todos nos sonríe la fortuna“, replicó entre dientes. “Bruce pensó que podríamos irnos de ese lugar…”, y la voz de Natasha se perdió. Todo había salido horriblemente mal. Bruce había estado desesperado, y ella en lugar de hacerlo desistir le siguió en un juego peligroso que ahora incluso podría matar a su amigo.

“¿Por qué no quisiste que lo llevaramos a un hospital?”, inquirió entonces Barton para volverla al ahora.

“¿Eres policía?”, preguntó ella a su vez. “No veo por qué debería confiar en ti, menos si has sido contratado por ese millonario engreido”.

Clint sonrió de lado. Le comenzaba a agradar la chica.

“Eso es obvio, ¿no? Pero no, no soy policía. Stark quiere mantener esto en un bajo perfil. No le interesas tú y tampoco tu amigo, quiere un dispositivo USB que estaba en su cartera”, respondió con la verdad, o al menos la verdad que le había dicho Stark. Si quería sacar información de esa chica, tendría que comenzar él fomentando algún tipo de confianza.

Natasha tenía su última carta para salvar a Bruce. Este tipo se veía serio, tal vez podría ponerlo a su favor. Desde niña había aprendido a leer a la gente para salvarse ella misma. Podría seguir haciéndolo.

“Bruce es un fugitivo del Ejército americano”.


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Steve miraba de reojo el espejo retrovisor. Al parecer Thor había logrado de alguna manera hacer que parara el temblor en el cuerpo de ese tal Bruce, pero seguía balbuceando cosas que ninguno de los dos rubios alcanzaban a comprender. Al fin divisó el camino directo al bar y adelantó a Barton.



Loki seguía en la ventana más que nada porque estaba mortalmente aburrido; sin espectáculo esa noche no fue necesario arreglarse como la diva que era y había pasado toda la tarde de chismoso en la ventana, pensando en lo que habían hecho Bruce y Natasha y sobre todo en lo que había dicho James: ‘Tuvo el valor y las agallas que nos faltan a todos nosotros´. ¿Él sería capaz de dejar El Candil en busca de un futuro incierto? Vale, que la única verdad es que su futuro ya era incierto. Tenía ya veinticinco años, en algún momento el viejo lo consideraría demasiado obsoleto para seguir complaciendo a la clientela que cada vez parecía más exigente y buscaba a los más jovencitos. Y cuando ese momento llegara, ¿qué haría? No sabía hacer nada más que lo que ya hacía. Algunos de los que se habían marchado habían sido lo suficientemente inteligentes para ahorrar y no irse con las manos y las vidas vacías. Pero él había sido lo suficientemente tonto para no darle importancia a eso; todo lo gastaba.

De pronto prestó atención al jardín. Dos autos estacionaban y de uno de ellos bajaron los dos sexis rubios; centró su mirada en el que le había gustado y entonces frunció el ceño. Venía cargando a alguien… los rizos eran inconfundibles. Agrandó los ojos y se precipitó a salir de su habitación cuando vio a Natasha decender del otro auto con un tipo desconocido.

James, que había estado durmiendo la mona (había pocas ocasiones en que podía hacerlo) se despertó con el ruido del portazo que dio Loki. Gruñó y se levantó para ver qué demonios estaba pasando ahora.

 


Tony ya estaba sonriendo al escuchar los autos estacionarse, se tragó lo que restaba del jerez que le habían llevado. Pepper resopló aliviada; ni siquiera sabía que diablos hacía en ese horrible lugar. Obadiah se puso atento, sólo pensaba en el dispositivo. Y a Banks le volvió el color al rostro; ya vería la manera de castigar a ese par de idiotas.

Una de las puertas del despacho (salida directa al jardin) se abrió estrepitosamente. Thor fue el primero en entrar todavía cargando a Bruce; justo en ese momento la otra puerta, la que llevaba al bar, también se abrió y entró Loki.

“Necesito un lugar para atenderlo, preferentemente con una cama”, dijo Thor con voz autoritaria.

Steve, Natasha y Barton entraron en ese momento.

“Mi habitación, ahí puedes atenderlo”, se apresuró a decir Loki, entre preocupado y abrumado al tener tan cerca a semejante hombre.

La risa de Tony se escuchó por todo el despacho.

“¡Steve!”, exclamó entre risas. “¿No me digas que te pusiste en plan marido celoso y lo golpeaste?”

Pero el único que golpe que se escuchó fue el del puño de Natasha que se estrelló en su cara.

“¡Maldita perra muerta de hambre!”, gruñó Tony llevándose las manos al rostro.

Barton tuvo que sostener a la chica de los hombros haciendo un enorme esfuerzo para no reírse. Sí, definitivamente esa chica le agradaba. Pepper y Obadiah se habían hecho a un lado convenientemente, la mirada de esa pelirroja daba miedo.

“Usted”, habló entonces Steve con autoridad, señalando a Banks. “Esta chica dice que tiene medicamentos, necesita antibióticos”, agregó señalando con la cabeza al cuerpo temblante en los brazos de Thor.

Banks salió de su estupor. Esos riquillos ya le estaban colmando la paciencia, sobre todo Stark al haberle hablado de esa manera a Natasha. Asintió sin embargo y salió del despacho tras Loki y Thor.

“¿Qué le sucedió?”, preguntó guiando al gran rubio por el pasillo hasta la habitación de Loki, que era la más cercana.

“A primera vista es una infección, pero no es leve. Necesito hacer una revisión exhaustiva de su cuerpo para encontrar la fuente”, habló Thor en su tono profesional. Loki tragó saliva.

James estaba en la puerta y sólo se hizo a un lado cuando esa gente entró a la que también era su habitación. Thor se apresuró a depositar a Bruce en una de las camas.

“¿Qué clase de antibiótico necesita?”, inquirió Banks.

“Cualquiera del grupo de las pelicilinas. Espero que no sea alérgico”

“James, hay amoxicilina inyectable en el almacen…”, comenzó Banks.

“Ya lo sé”, interrumpió James dejando la habitación.

“Si necesita cualquier otra cosa Loki puede ayudarlo. Necesito arreglar el desastre en el despacho”, suspiró Banks para marcharse también.

“Chico, trae paños limpios y agua. Debo bajar la fiebre”, ordenó Thor. Loki salió de su ensueño para obedecerlo.



James iba en camino al almacén con paso rápido, pero de pronto se detuvo al escuchar la voz que salía del despacho de Banks. Su corazón comenzó a latir con fuerza… conocía esa voz… ¿de dónde?

“¡¿Acaso no lo entiendes, Anthony?!”, gritaba Steve bastante alterado. “Si ese tipo con el que te metiste tiene alguna infección contagiosa… Por el amor de Dios dime que usaste protección…”

“No lo hice, Steve”, contestó Tony un poco menos alterado, limpiándose la sangre que resbalaba de su nariz con una pañuelo que Pepper le había facilitado. Ahora estaba un poco asustado. “El chico era virgen, no lo creí necesario… y además yo estaba ya borracho”.

“¿Virgen?”, preguntó Steve con un hilo de voz. ¿Cómo podía ser ese tipo virgen? ¿No se supone que era un gigoló?



“¡James! ¡Muévete!”, regañó Banks a James, que estaba asomado por un filo de la puerta del despacho mirando fijamente a ese rubio. Lo conocía de algún lado. Tragó saliva y casi corrió al almacén con el corazón desbordado. ¿Quién era ese sujeto y por qué le causaba tal impresión? Tenía que averiguarlo, tal vez podría reconstruir su memoria, saber quién era realmente.

“¿Ese tipo es médico?”, preguntó Banks entrando al despacho. Tenía que asegurarse de que Bruce no se fuera a morir, vendrían preguntas e investigaciones que no necesitaban ni el ni su negocio. Y realmente estaba preocupado por ese muchacho.

“Uno de los mejores de Nueva York”, respondió Pepper alzando una ceja.

Natasha rodó los ojos al ver a esa insufrible mujer. Malditos ricos petulantes.

“¡Aquí lo importante es el dispositivo!”, exclamó Obadiah visiblemente nervioso, tornó a mirar a Barton. “Agente, espero que hayas recuperado las cosas de Tony”.

Steve y Pepper acompañaron el ceño fruncido de Barton. ¿Es que a Obadiah no le importaba la salud de Tony?

Pero Natasha se levantó del asiento donde Barton la había dejado para que no siguiera golpeando a Stark. Se arrebató el morralito que colgaba de su cuello y lo aventó a los pies de Obadiah.

“Metételo por el culo”, le dijo entre dientes.

“¡Oh por amor a Cristo!”, se escandalizó Pepper.

Si la situación no fuera distinta Tony se habría carcajeado. La cara de Obi era todo un poema y de pronto vio a la mesera pelirroja con otros ojos. Pero claro, guardaría ese momento para después, un después dónde  no se sintiera ansioso. Él había estado seguro de que el sirviente era virgen, al menos así lo sintió… pero si resultaba que tenía alguna enfermedad grave y lo había contagiado… ¡Mierda!

“¿Estás seguro que el chico era virgen?”, preguntó alterado a Banks, sin ver que Obi levantaba el morralito y buscaba desesperado el USB.

Banks parpadeó. ¿En serio le estaba preguntando eso?

“Se lo dije anoche, señor Stark. Bruce se dedica a limpiar las habitaciones, él mismo me dijo al llegar aquí que no era homosexual y le puedo asegurar que en el tiempo que ha estado aquí no ha hecho más que su trabajo. Usted quiso un capricho, yo se lo concedí”.

“¿Limpiar las habitaciones?”, volvió a escandalizarse Pepper. “¿De verdad, Tony? ¿Te metiste con un sirviente por un capricho?”

“Ya dije que estaba borracho”, se justificó Tony sin mirar a Steve. Y eso fue bueno, porque el rubio estaba que echaba humo. Consideraba esta información humillante para él.

Thor entró al despacho de pronto y su mirada se clavó en Tony; Steve no era el único que echaba humo.

“Una fuerte infección, efectivamente”, habló sin dejar de echar dagas por los ojos a Tony. “Por via oral. Tiene dos de las varias mordidas en su espalda infectadas. Su ropa interior todavía contenía rastros de semen, hematomas claramente hechos por fuerte sujeción dactilar, tejido anal y perineal irritado. Si él no te denuncia, Anthony, lo haré yo. Es claramente una relación sexual no consensuada y agresiva”, finalizó con un tono de voz amenazante.

“Sukin Syn!” (¡Hijo de puta!), exclamó Natasha en ruso; Barton tuvo que sostenerla otra vez.

“¡Yo pagué  por ese chico!” estalló Tony verdaderamente cabreado. “¡No me vengas con amenazas estúpidas, Odinson! ¡Él se vendió y éste tipo me cobró  por él!”, agregó señalando a Banks.

“Le advertí que fuera paciente con él, que era nuevo para él”, musitó el viejo sintintiéndose culpable por la suerte de Bruce.

“¿Lo violaste, Anthony?”, inquirió Steve verdaderamente sorprendido. Se dejó caer en un asiento sin poder creer el rumbo que estaban tomando las cosas. ¿Qué demonios le pasaba a su esposo?

“Un momento”, dijo de pronto Barton mirando a Thor. “Si ese muchacho tiene una infección por via oral, quiere decir que el señor Stark es el que tiene alguna enfermedad”, señaló con la mirada a Tony, una muy suspicaz.

Todos se giraron a mirar a Thor, menos Natasha que solamente esperaba que el agente la soltara para matar con sus propias manos a Stark.

Thor sólo asintió a eso.

“Será mejor que llamen a algún hospital”, agregó. “Voy a esperar un par de  horas para ver cómo responde al antibiótico, debe ser positivo. Pero hay que atender sus otras heridas”, miró a Banks. “Necesitaré antisépticos, gasas y otro material para limpiarlo”.

“Loki o James, cualquier de los dos puede proporcionarle lo que necesita”, respondió Banks seriamente.

Thor volvió  a asentir y antes de marcharse de nuevo miró a Tony condenatoriamente.

Steve se levantó del asiento y caminó resueltamente hasta Tony, lo tomó de un brazo y lo alejó de los demás. Tony no puso objeción, ni él mismo se imaginaba el alcance de su falta de cordura la noche anterior.

“Barton”, llamó Steve al agente mientras se alejaba con Tony. Salieron al jardín.

“Veo que ató cabos, Capitán Rogers”, habló primero Clint.

“’¿Entonces…?”, inquirió Steve sin soltar a Tony.

“Es probable. Es urgente hacer un exámen médico exhaustivo al señor Stark. Los síntomas que ha estado presentado últimamente pueden estar relacionados… alguna clase de veneno o tóxina”.

Tony resopló.

“Y yo que creía que estaba embarazado”, dijo desdeñosamente para ocultar su angustia.

“¡Deja tus estúpidas bromas, Anthony!”, exclamó Steve con los dientes apretados y templando de coraje. “Si tu vida corre peligro también la de ese muchacho. Habría creído cualquier cosa de tu parte, pero esto no. No que fueras capaz de violar a alguien”.

“¡Ya te dije que no lo violé! Él…”

“Aunque él haya consentido la relación sexual en un primer momento, señor Stark, la sintomatología que describió su amigo puede ser suficiente para un juez. Sobre todo si la infección pone en riesgo su vida o tiene secuelas psicológicas”.

Y Tony se quedó callado ante la declaración de Barton. La angustia incrementaba.

“¿Qué sugieres respecto a eso, Barton?”, preguntó Steve.

Clint Barton lo pensó un momento. Giró el rostro hacia el despacho, la puerta estaba semiabierta, y fijó su mirada en la chica rusa.

“Creo que lo más sensato es llevar al muchacho a Nueva York, hacerle pruebas junto con las del señor Stark. Ello ayudaría bastante en mi investigación. Pero sobre todo, manterlo oculto para  no entorpecerla. Es ya un hecho que quien planeó el secuestro se encuentra en un círculo cercano a ustedes y que no estará satisfecho hasta lograr su objetivo”

“Bien”, asintió Steve intentando calmarse. “Esperaremos a que Thor nos diga que podemos moverlo. Le diré a Pepper que haga traer un avión privado para llevarlo. Podremos llegar a Nueva York en menos de tres horas”.

Barton asintió y se encaminó de vuelta al despacho. Creía que aquellos dos deberían hablar un poco.

“Steve…”

“Después de que encuentren lo que te está dañando y el infeliz que planeó el secuestro esté en la cárcel, tú y yo nos divorciaremos oficialmente. Por lo pronto dejaré la torre”, interrumpió el rubio antes de seguir a Barton para hablar con Pepper.


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“Listo”, dijo Thor con un suspiro.

“¿Necesitas algo más?”, preguntó Loki mirando que el aspecto de Bruce ya era mucho mejor que cuando llegó.

“No. Con esto será suficiente. Cuando la infección haya remitido despertará, quizá demore un poco. Tendremos que administrarle electrólitos… un jugo citríco con sal o agua de coco natural”, explicó mirando con una sonrisa a Loki. “Gracias por la ayuda, serías un gran enfermero”.

Loki hizo una mueca avergonzada.

“¿Te ofendí de algún modo?”, preguntó Thor preocupado.

“Loki no sabe hacer otra cosa más que entregar su cuerpo. Le averguenza pensar que tal vez pudo haber sido otra cosa en la vida”, intervino James desde el alféizar de la ventana, cruzado de brazos.

“¡Cállate, idiota!”, espetó Loki. “En lugar de estar ahí haciendo nada ve a avisarle a Banks y a Romanoff que Bruce está mejor gracias a alguien que sí tiene cerebro”.

James entrecerró los ojos, él no recibía ordenes y menos de alguien como Loki. Pero tenía que ver de primera mano a aquél rubio para sacarse el desasosiego que sentía. Gruñó molesto y salió de la habitación.

Thor limpiaba sus manos con un paño humedo, ciertamente incómodo con la declaración del hombre que se acababa de marchar. Y ciertamente un tanto nervioso por la prescencia de ese chico pelinegro. Era un lástima que, como había dicho el otro, entregara su cuerpo en una profesión tan dudosa. Era realmente bello.

“¿En dónde vives?”, preguntó Loki de pronto, sonriéndole coquetamente.

Thor alzó las cejas.

 

Notas finales:

Lo de Thor y Loki sigue pendiente... pero habra accion entre ellos muuuuy prontico!

Espero que les este gustando la historia y no sea complicada o aburrida >.<

Gracias!!!


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