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The One And Only por keny_shawol

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Notas del capitulo:

Sábado de actualización~

Kibum quería culpar al alcohol.

 

Él podía hacerlo, decidió. Él podía decir que sus impulsos de esa noche habían sido a causa del alcohol corriendo en su sangre. Él quería culpar a alguien también por haber pensado en primer lugar ir a ese lugar que le gustaba frecuentar y entonces beber hasta perder la conciencia.

 

Pero eso no había sido necesario.

 

Kibum podía culparse a él por lo primero, y entonces después culpar al alcohol por sus locuras, y por último culpar a Choi Minho de no beber hasta perder la conciencia.

 

Dios, él sólo quería culpables.

 

Porque una cosa era culpar a su estado de embriaguez de no pensar en las cosas, pero entonces cuando sus labios habían besado a los de Minho, Kibum se mentía si culpaba simplemente al alcohol. Diablos, él no había estado completamente sobrio cuando decidió regresar y besar a Minho, pero tampoco podía decir que estaba demasiado ebrio para no pensar las cosas.

 

Él había ido tras Minho porque quería, y esa era la única respuesta que tenía. Se había quebrado frente a él y de pronto después de haber sacado toda su frustración y sus penas, él sólo quería besar a Minho y sentirlo dentro de sus brazos una vez más.

 

Su amor por Minho le quemaba, le torturaba y le hacía hacer locuras como en el pasado. Siempre había sido así, y Kibum a pesar de los años, creía que seguiría de esa misma maldita manera.

 

Entonces, como en el pasado, ahí estaba de nuevo cometiendo locuras con y por Choi Minho.

 

No solamente había sido un beso a mitad de la noche en las calles de Seúl. Habían sido un par de mordidas, un par de manos demasiado juguetonas y pasos que no seguían a su mente. Pero tampoco es como si hubiera pensando con claridad.

 

No, porque los labios de Minho estaban sobre los suyos, y sus manos sobre su cuerpo y entonces estaban las palabras que siempre lograban derretirlo como un helado en pleno desierto.

Minho había murmurado lo mucho que había extrañado sus besos, lo mucho que había extrañado su cuerpo, sus besos, sus labios y entonces Minho había susurrado lo que serían sus mejores y horribles palabras.

 

Él había dicho que lo amaba contra sus labios, lo mucho que aún lo hacía y como lo seguiría haciendo a pesar de los años. Kibum había sido cautivado con esas palabras y entonces había terminado en la casa de Minho, en su cama, entre sus brazos, para ser precisos.

 

Kibum había caminado dentro del lugar mirando todo a su paso. El lugar parecía demasiado impersonal, si nada que reflejara que Choi Minho vivía en el lugar. Era demasiado pulcra y sin ningún error en el lugar y parecía como si hubiera salido directo de una revista de decoración.

 

Kibum creía que tal vez así había sido.

 

No había un solo mueble fuera de lugar, ni alguna ropa tirada como en su pequeño departamento, ni siquiera alguna decoración fuera de lugar. Kibum no entendía cómo Minho podía vivir de esa manera.

 

Porque él claramente recordaba otra cosa. Kibum recordaba la antigua de habitación de Minho llena de cosas, sus cosas, regadas en cada rincón del lugar. Kibum recordaba las botellas de vino, los balones de futbol y su ropa en su pequeña habitación. Eso era Minho, no lo que esa casa representaba.

 

—Bum…

 

—No hables. —Kibum pidió, levantando la mano y callándole de esa manera. Kibum no quería que Minho hablara y arruinara ese momento que tenía.

 

—En algún momento tenemos que hablar, sabes eso, ¿no es así?—Las palabras de Minho sonaron lejanas cuando él sujeto a Kibum más fuerte entre sus brazos y dejaba un beso contra su cuello.

 

Kibum sintió ese cosquilleo familiar que recorría su cuerpo cuando Minho le besaba en esos lugares tan íntimos entre ellos. Suspiró, mientras sus manos se cerraban en torno a las de Minho y se permitía disfrutar del momento.

 

—Lo sé. —Asintió, sin abrir los ojos. —Por supuesto que lo sé.

 

Kibum lo sabía, más que perfectamente. Él tenía que hablar de por qué las cosas habían terminado de esa manera, de cómo casi tenía sexo con Minho unas horas atrás, y de cómo y a pesar de todo su corazón aún latía por él.

 

Tenía que hablar de lo mal que estaban las cosas entre ellos, de lo que estaba sucediendo entre ellos, de lo qué podía suceder en el futuro, de lo qué pensaban. Kibum sabía que tenían que hablar de un montón de cosas, que pensarlo, le hacía doler la cabeza.

 

Y en esos momentos, era lo último que quería hacer.

 

Estar en los brazos de Minho, era lo único en lo que quería pensar. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que había estado en esa posición, que Kibum casi lo había olvidado. Casi.

 

—Entonces… —Minho dijo, mientras rastrillaba distraídamente sus dedos contra su brazo. —¿Qué quieres hacer?

 

Kibum no quería hacer nada, en verdad, él sólo quería quedarse en esa posición, y después, cuando estuviera solo y lejos de Minho, él se permitiría recriminarse de todo lo que estaba haciendo.

 

Kibum mordió su labio inferior, mientras pensaba. Pero nada venía a su mente, sólo viejos recuerdos que atesoraba en el fondo de su memoria y que se permitía muchas veces recordar.

 

Entonces ahí estaba su respuesta. Kibum giró entre los brazos de Minho y le miró directo a los ojos. Los ojos de Minho brillaron y en sus labios bailó una sonrisa, Kibum se vio a sí mismo sonriéndole, y ajustándose al cuerpo de Minho mejor.

 

—¿Recuerdas la manera en que dormíamos juntos, Minho?

 

Las palabras de Kibum causaron que Minho extendiera su sonrisa, y como si de un interruptor se hubiera activado, Minho comenzó a hablar y hablar, sin dejar de sonreír.

 

Kibum lo escuchó y recordó. Dios, Minho habló de la manera en que Minho le abrazaba por las noches, como no le dejaba respirar y como su fuerte brazo le apresaba entre la cama y él.

 

Kibum rió cuando Minho habló de sus viajes, de los chicos, de la forma en que todo era diferente en el pasado.

 

Kibum sintió como si una película se estuviera reproduciendo en su mente, una en donde los protagonistas eran ellos y en donde las imágenes se veían tan claras, que parecían reales. Lo eran, por supuesto, pero se sentía como si pudiera estar viviéndolo en ese mismo momento.

 

Los brazos de Minho lo sostuvieron, y Kibum olvidó por largos momentos lo que estaba sucediendo entre ellos, olvidó las preguntas que no tenían respuestas, y se permitió disfrutar como no lo había hecho en un largo tiempo.

 

—Bum, recuerdas cuando…

 

Minho habló, y Kibum se perdió en él.

 

 

 

Había pasado toda la noche y parte de la madrugada hablando con Kibum. Ellos no habían pasado a más después de sus besos en las calles de la ciudad, pero Minho sentía que era suficiente con tenerlo entre sus brazos y escucharle reír.

 

Kibum había reído con él como en el pasado, había dejado caer su cabeza contra su hombro y entonces soltó una carcajada como las del pasado, y Minho había estado ahí para sostenerlo y besar su cabello suavemente.

 

El aroma de Kibum invadió sus pulmones y entonces, Minho se dio cuenta que el olor quedaría impregnado contra su almohada y por primera vez, en lo que serían años, Minho dormiría con ese dulce aroma inundando sus sentidos.

 

Habían hablado del pasado, de los chicos, de la compañía, de los conciertos, de los besos falsos en los escenarios, de cómo una vez, Minho estuvo a punto de besarlo en verdad en frente a todos los espectadores.

 

Kibum había hablado de sus noches juntos, de sus días ajetreados, de sus horarios caóticos y entonces después de todo eso, habían caído en un cómodo silencio, que sólo era molestado por sus respiraciones.

 

Kibum le había mirado, y por primera vez no había enojo, ni molestia, ni ira, sólo había felicidad brillando en sus pequeños y salvajes ojos. Y nada más importaba.

 

Pero todo tenía un final, Minho lo sabía. Kibum podía hablar con él por horas y horas, pero no planeaba pasar la noche en su casa, ni dormir en sus brazos, pero estaba bien para Minho, porque tampoco lo esperaba.

 

Había sido suficiente con tenerlo sólo unos minutos con él y hacerle reír, verle sonreír, y escucharlo hablar, sin que le pidiera que le dejara solo y nunca le volviera a buscar.

 

Entonces ahí estaban en el elevador que llevaba al departamento de Kibum, con las manos entrelazadas y pareciendo una pareja normal, sin algún problema.

 

Pero no era una pareja, no al menos por ahora, y sí, tenían un montón de problemas que podía competir con los de un país. Pero Minho estaba dispuesto a intentar tener a Kibum de nuevo en sus brazos y ganar su corazón una vez más.

 

Minho estaba dispuesto a eso, porque estar sin Kibum era una tortura horrible que no quería volver a experimentar, pero también sabía que nada sería fácil entre ellos. Nada, absolutamente nada.

 

El ascensor se detuvo momentos después y las puertas se abrieron dejando ver el pasillo que llevaba hacía el departamento de Kibum. Minho tiró de él y entonces camino directo hacía la puerta de su casa.

 

—Hemos llegado, Bum. —Murmuró y entonces dejó escapar la mano de Kibum suavemente.

 

—Sí, me doy cuenta de eso. —Kibum dijo y las comisuras de sus labios tiraron suavemente en una sonrisa.

 

Minho dejó el cuerpo de Kibum entre la puerta y el suyo y antes de darse cuenta sus labios se encontraban sobre los de Kibum, tomando todo lo que Kibum le estaba dando.

 

Sintió los brazos de Kibum enroscarse en su cuerpo y sus manos viajaron naturalmente a la cintura de Kibum, separando el poco espacio entre ellos. Minho probó y disfrutó de sabor de los labios de Kibum y  murmuró lo mucho que lo quería contra sus brazos.

 

Y se sentía realmente bien hacerlo.

 

Dejó cortos besos contra los acorazonados labios de Kibum y dejó caer su frente contra la contraria, suspirando contra sus labios también una última vez.

 

—Hola. —Él dijo como un estúpido, encontrando la mirada de Kibum. —Hola, Kibum.

 

Kibum rió. Y Dios, el sonido era el mejor maldito sonido de todo el mundo, y quería que lo repitiera una y otra vez, por toda su vida.

 

—Hola a ti, Minho.

 

Minho no podía creer lo que estaba pasando, algo en su mente le decía que era demasiado bueno para ser verdad y todo se rompería después de un buen momento. Pero entonces la sonrisa de Kibum le ataca y creía que sólo podían ser imaginaciones que no tenían nada que ver.

 

—Bum, quiero…

 

Kibum alzó la mano y entonces detuvo sus palabras, sus dedos presionaron contra sus labios y Kibum parpadeó antes de alejarse sólo un poco de él. Kibum encontró su mirada y entonces presionó sus labios juntos, antes de hablar.

 

—Sé que tenemos hablar, lo sé. —Kibum murmuró y entonces bajó la mirada, como si no se sintiera preparado para enfrentar lo que estaba pasando entre ellos. No en ese momento. —Pero no ahora.

 

Pero Minho quería que lo hicieran pronto, porque había tantos puntos suspensivos entre ellos que le estaba matando. Minho quería aclarar unas cosas, arreglar otras y entonces pensar en un futuro con Kibum.

 

Pero entendía lo complicado que estaba siendo para Kibum su actitud. Entendía que Kibum aún estaba asimilando todo entre ellos y tal vez todavía estaba aprendiendo a confiar en él de nuevo.

—Necesito tiempo. Un montón de tiempo. —Kibum dijo y se alejó de él. —Sólo necesito aclarar muchas cosas, porque, Minho, esto no es fácil.

 

—Lo sé.

 

Kibum asintió, y entonces sonrió suavemente antes de que sus manos tomaran la puerta de su departamento.

 

—Yo te llamaré, ¿sí?—Kibum dijo, pero a Minho le pareció como una de esas malas películas en donde el chico nunca llamaba y la chica se quedaba sola. Sí, justo así.

 

—Kibum. —Suplicó.

 

—No lo hagas más difícil, Minho. —Kibum acunó la mejilla de Minho y depositó un suave beso justo en la comisura de sus labios. —Esto ya es difícil para mí.

 

Minho asintió, y entonces reunió cada fibra de su autocontrol para alejarse de Kibum. Minho giró y cuando su vista alcanzó el caminó hasta el elevador, el rostro de Daehyun golpeó su mirada.

 

Él tenía el ceño fruncido, y sus ojos brillantes, y miraba justo detrás de él, y Minho no tenía que ser adivino para saber a quién estaba mirando.

 

—Kibum, es bueno verte de nuevo.

 

 

Notas finales:

Ni un día de atraso, estoy sorprendida.


Alguien escriba un MinKey así bien dulce y sexy, y perfecto.


¡Nos leemos el sábado! 


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