Ambas puertas de madera se encontraban frente a él; pulcras, con un diseño especial que heredo desde su construcción. Hechas por un roble antiguo que también conservaba fuerza y vigor. Kuroko solo dio un pequeño suspiro y empujó ambas puertas con algo de fuerza. Había salido corriendo del castillo sin un lugar fijo; enterarse que aquella mujer castaña no era su madre fue un golpe fuerte; pero no superaba el hecho de que podría ser hijos de los reyes. Necesitaba respuestas y conocía un lugar donde tal vez las podría encontrar.
La biblioteca era un lugar muy conocido para él, casi siempre pasaba todo el día en aquel sitio a parte del castillo; pero ahora debía ir investigar sobre algo que siempre considero leyenda. Entro a la amplia estancia la cual abarcaba libro de todos los temas; desde la originalidad del autor hasta los cuentos y leyendas de fantasías. Tenía libreros muy altos de un color carmesí brillante, al fondo había una pequeña estancia para todo aquel que deseara un poco de lectura tranquila, junto a esta se encontraba una escalera plegable que siempre era de ayuda para el bibliotecario cada vez que debía bajar algún libro desde los estantes más altos.
-Bienvenido Kuroko.- saludó el bibliotecario, un joven pelinegro de unos 28 años con una estatura promedio y con unos ojos muy especiales. Muchos decían que era ciego o que simplemente así era el color de sus ojos; pero siempre se veían dos orbes blancos en aquella mirada. El llamado “ojo de Águila”. Kuroko dio un pequeño respingo y sonrío, simplemente le sorprendía ya que aquel joven siempre captaba su presencia; a pesar de parecer que no podía ver muy bien.
-Buenos días, Isuki-senpai.- dijo Kuroko, entonces se le vino una peculiar idea a la mente.- Izuki senpai ¿Usted sabrá algo sobre el Gran Bosque?
Izuki al escuchar al peliceste, dejo su libro a un lado y sus dos ojos fueron directos hasta este.- ¿Por qué te interesa saber sobre eso?- Kuroko no encontró una buena respuesta en aquel momento; pero en cuanto iba a decir algo, Izuki volvió a hablar.- El Gran Bosque es una trampa perfecta para cualquier aventurero; cuentan las leyendas que cualquiera que entre, no es capaz de salir para contarlo.- Por un momento Kuroko creyó haber visto un brillo intenso en los ojos del bibliotecario.- No te acerques al Gran Bosque, Kuroko, no tienes ni idea de lo que hay ahí dentro.- Y con eso retomó con su lectura.
Algo perplejo ante aquella conversación prefirió ir por el mismo hasta la sección de leyendas. No podía fiarse solamente de las palabras de Izuki; el mismo tenía que averiguar si lo que contaban las lenguas era cierto o falso. Llegó hasta un estante color esmeralda (cosa que lo diferenciaba de los demás) y buscó alguno que le contara sobre El Gran Bosque u otra información necesaria. Su mirada recorrió entre todos los libros; ninguno le llamaba la atención suficiente como para tener que abrirlo. Hasta que llegó a un libro algo empolvado; como si nadie lo hubiera abierto en muchos años. Lo sacó con cuidado y pudo ver la tapa roja con dorado; que aún brillaba sobre el polvo. Lo abrió con cuidado con temor de si rompía alguna hoja y empezó a ojear el contenido de este mismo.
>>Uno se pregunta si es fácil recorrer los caminos que asechan en toda la capital Teiko. Un lugar en el cual habitan muchos reinos, ciudades y demás; pero lo que más resalta en toda esa tierra es un bosque de espesa flora que nadie ha sido capaz de recorrer. Árboles con tal altura que eran capaces de cubrir al sol; animales aún no encontrados, bestias salvajes sin comparación alguna. ¿Cierto o falso? Nadie es capaz de responder tan simple pregunta.
Kuroko se adelantó unas páginas tratando de averiguar un poco más; plantas, animales… ¡No! él no quería nada de eso. Iba a guardar aquel libro, hasta que…
>>”En el centro del Gran Bosque se podrá encontrar; el templo de una doncella que siempre brillando está” Muchos aseguran que si uno es capaz de enfrentarse al temible demonio rojo; este le guiara directo al escondite de La doncella del sol. Su guardián revelara el secreto y tu frente a ella podrás hacer cualquier pregunta encontrando la verdadera respuesta; solo que… ¡Cuidado! El camino para encontrarla es confuso y tardío. Las trampas no se harán de esperar y los peligros también se mostraran. Pero si te sientes lo suficientemente valiente; bienvenido seas…al Gran Bosque…<<
En ese momento experimento varios sentimientos al mismo tiempo. Desde el temor hasta la adrenalina. ¿Qué cosas ocultaba el Gran Bosque en su interior? ¿Era tan siniestro? ¿Nadie había vuelto? Ignorando las preguntas de su mente, una idea llegó cual rayo. Si aquella doncella era capaz de responder cualquier pregunta; entonces…sería capaz de librarlo de la maldición con la que vivía. Suspiro y agacho la cabeza al recordar todas las tardes que no pudo salir a jugar solo porque aquello se lo impedía; también, todas las noches que su madre (bueno, hasta probar lo contrario) lloraba por no saber qué hacer con él. El sentimiento de impotencia mesclado con la emoción se apoderado de sus pensamientos. Guardó el libro en su bolso procurando ser cauteloso para que Izuki no se diera cuenta y salió lo más rápido que pudo.
-Cuidado por favor.- dijo una persona con la que había chocado por caminar rápido.- ¿Kuroko-kun?
-¿Eh?- Kuroko detuvo sus pasos.- ¿Furihata-kun? Perdón no vi por donde iba.- Furihata a un amigo muy intimo de Kuroko y sabía que siempre podía contar con él cada vez que se escapaba del castillo o de su madre.
-Descuida; pero ¿Por qué ibas tan rápido? ¿Te perseguía un ladrón o qué?-
Kuroko no sabía si decirle la verdad o no; pero no podía perder más tiempo,debía preparar comida, provisiones, armas y… ¿En verdad iba hacerlo? ¿Kuroko Tetsuya, iba a entrar y violar todas las advertencias de peligro del Gran Bosque? Sí, si iba a hacerlo; ya era una cuestión personal que debía de enfrentar. Tenía que avisarle a Erika que iba a partir… ¿Avisarle? Lo pensó dos veces y supo que sería su huida. Si le decía algo a Erika seguro cogía una cuerda y lo amarraba al árbol que estaba junto a su casa. Volvió a la realidad y se acordó que hablaba con cierto castaño que lo mirada con un poco de interés.
-Yo…debo hacer un viaje...-dijo Kuroko y antes de poder continuar escuchó el trotar de los caballos.
-Lo hayamos.- mencionó uno de los jinetes, Kuroko levantó la mirada y reconoció el uniforme que traía puesto junto con los demás; eran guardias del rey.- Kuroko, debemos llevarte al castillo.
El peliceleste lo miró nervioso y no supo que hacer. No podía perder más tiempo y si lo llevaban de regreso, seguro que lo vigilarían más seguido para que no saliera. Sin saber porque, tomó del brazo de Furihata y, literalmente, a rastras se lo llevó corriendo que destino al Gran Bosque. Esquivó con agilidad a varias personas y puestos gracias a su falta de presencia; pero para Furihata se le complicó bastante.
-Oye Kuroko ¿Qué pasa?- cuestionó confundido el castaño, fue entonces que notó que ya estaban saliendo del pueblo y que ya habían ingresado a una buena parte del bosque.- En-Entramos a-al-
-Sí, estamos en el Gran Bosque.- le cortó Kuroko sin dejar de correr.- perdón por jalarte hasta aquí, no sabía que hacer…
Furihata miró impresionado la espesura del bosque, nunca antes había llegado hasta ese punto; pero sabía que no estaban muy lejos, aún podía escuchar a los guardias. No comprendía muy bien lo que le pasaba a su amigo; pero decidió seguir corriendo junto con él. Algo le decía que estaban metidos en un buen problema.
Entonces frenaron el paso. Se encontraron frente a una cascada que caía con bastante fuerza. ¿Cómo podía haber una cascada en medio de un bosque? Kuroko recordó lo que leyó en el libro y no le sorprendió, en verdad podía encontrar cosas inesperadas ahí dentro; pero ya no había marcha atrás. Escuchó que el trote de los caballos aumentaba y escuchó con claridad el grito de aquellos que lo buscaban. Miró de nuevo la profundidad de la cascada y suspiró. A veces es necesario dar todo para conseguir lo que buscas.
-Perdón Furihata-kun.- y antes de que el castaño pudiera decir algo, Kuroko ya lo jalaba junto con él mientras saltaba por la cascada.