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Dividido por Akire-Kira

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo :)

He de aclarar que no he subido ningún capítulo en más de una semana porque acabo de volver a la escuela, y los primeros días (maestros nuevos, compañeros nuevos, materias nuevas) son una total locura.

Gracias por las lecturas, gracias por los reviews (contestaré los que han dejado en otro capítulo, ahora no cuento con el tiempo suficiente) y gracias porque dentro de poco el fanfic alcanzará las 1500 lecturas.

Como pequeño juego, quisiera saber qué momentos previos al capítulo ¨Prado¨ a ti, lector, te gustaría leer. Es algo que se haría entre los capítulos de la linea temporal que hemos visto en los once capítulos. Ahora mismo, el capítulo que van a leer, es algo que pasó antes de que Jacob decicidera no estar con Edward ni con Jacob.

Así pues, si alguno de ustedes siente curiosidad por algún suceso anterior a lo que hemos visto, me encantaría saberlo :)

Sin más, el capítulo:

Si no recordara tan bien como lo hace, se sentiría decepcionado de la agudeza de su memoria. No obstante, está contento con la capacidad de sus gabinetes mentales, con lo mucho que pueden guardar recuerdos y qué tan detalladamente lo hacen.

Puede recordar cosas que sucedieron hace una década tan fácil como puede decir qué hizo hace tres días. Es capaz de citar cosas que alguien dijo hace semanas o de reproducir a conciencia aquellas otras que alcanza a oír de los noticieros mañaneros. No es algo a lo que preste mucha atención o que le guste del todo, pero a Edward parece interesarle que se acuerde de una frase que se coló en una de sus primeras conversaciones, cuando Edward le dijo a Jacob que el apellido Mases es de su madre, no de su padre, y que es el único que se asegurará de conservar jamás

-         ¿Cómo es que sabes las palabras exactas? – pregunta Edward que, sentado en el marco de la ventana, ve a Jacob leer Cumbres Borrascosas con sus anteojos puestos – los necesita, en verdad lo hace, pero prefiere utilizarlos sólo cuando lee entrada la noche, como ahora mismo –. Jacob demora unos segundos en contestar, distraído en su lectura:

-         Sólo lo hago, Edward – descubre dos páginas más de la trama del libro antes de agregar, sonando atraído por el asunto –: No sabemos con total seguridad por qué puedes escuchar el pensamiento de las personas a tu alrededor, pero lo haces.

-         Los de cualquier persona excepto los tuyos – señala Edward, sonriendo con un dejo de complicidad hacia Jacob.

-         Excepto los míos – repite él, cerrando el libro y girando su silla para estar de frente a Edward –. No me siento muy afortunado por ello. Si pudieras escuchar lo que pienso, sería mucho más fácil que entendieras todo lo que me pasa por la cabeza. Nos habría ahorrado muchas preguntas, ¿no lo crees?

-         Sigue siendo frustrante, pero he de admitir que lo prefiero así – Edward se aleja de la ventana, avanzado a donde Jacob, expectante, espera lo que va a decirle –. No hay riesgo de enterarme de algo que tú no quieres que sepa. Lo que sale de tus labios, me lo dices convencido de querer hacerlo, no porque lo oiga de casualidad y sin consentimiento.

-         Ese es el lado agradable – murmura Jacob –. Sin embargo… me gustaría que pudieras escuchar, por lo menos durante unos minutos.

-         Yo he deseado poder hacerlo durante unos segundos solamente – acepta Edward –. Hay muchas cosas que todavía no comprendo de ti. Tantos detalles y peculiaridades. Esa excelente memoria tuya, por ejemplo. Quisiera ver cómo trabaja tu mente, cómo ordena todos esos pensamientos y se las arregla para guardar lo que ves y oyes.

De un instante a otro, Edward se ha posicionado detrás de Jacob y éste, acostumbrado a actitudes como esa, decide que las manos de Edward en sus hombros, la presión que va subiendo por su cuello y se concentra en su nuca, es algo completamente fuera de la conversación que están teniendo. Esos dedos largos y suaves acarician los costados de su cuello, masajeando y aplicando cierta cantidad de fuerza para que la sensación se extienda hasta sus sienes.

-         Pensar que cuando te conocí esto habría significado un riesgo tan grande – murmura Edward. Jacob percibe el frío aliento rozando su oído y un estremecimiento involuntario hace que sus manos se cierren en puños flojos.

Jacob siente un ligero tirón en su bajo vientre. Se conoce bastante bien como para pensar en decirle a Edward que, si continúa, no dejara que pare, que ese tipo de roces, aunque no deberían, le llevan a un sitio nublado de su mente – pero es tan característico de Edward, sutil y delicado, provocador y discreto, que le desarma en un santiamén –. El sexo, con lo nuevo que es en su vida, con lo mucho que lo ha experimentado con Edward en la Isla Esme, le tiene encantado.

Hace no más de un día regresaron del exótico lugar, y Jacob está deshaciéndose bajo el atento toque de Edward.

-         Y ahora las consecuencias – dice Jacob, forzándose a sonar tranquilo – no son realmente malas.

-         No – apoya Edward –, no lo son.

El beso que sigue es preámbulo dulce y lento que contrasta de la manera más ruda con lo que sucede el resto de la noche. Jacob tiene pequeños flashes de sus recuerdos mientras su cadera se desliza junto a la de Edward y los brazos de éste lo levantan por la cintura. A veces, recordar tan bien es molesto, porque ahora no quiere pensar en nada más – ni en todos aquellos problemas que tiene la manda, ni en los que se avecinan para él y los Cullen –, sólo desea concentrarse en el presente, en besar y tocar a Edward.

Quiere darle todo lo que puede y decirle las cosas que su mente no le deja escuchar.

Notas finales:

Gracias a todos por leer :)

Respecto a lo de las aclaraciones, ¡anímense a comentar!

 


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