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Dividido por Akire-Kira

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Notas del capitulo:

Antes que nada, me disculpo por no haber actualizado en esta página, pero he estado teniendo un extraño problema con mi computadora, así que apenas puedo.

Puede escucharlo. Lejano, poderoso, veloz. Paul lo oye, se concentra en el zumbido, intenta buscar su origen y descubre que éste está del otro lado de la frontera, en el territorio de los Cullen. Entonces, su idea de llegar al zumbido se desvanece, porque no va a violar el tratado por un simple zumbido que bien podría ser cualquier cosa sin importancia.

Ha regresado a Forks porque Leah y Seth se lo pidieron con demasiada fuerza, gritando desesperadamente a través de la unión mental que la manada comparte. Paul no lo habría hecho de no ser porque mencionaron a Jacob, algo sobre él y el frío con el que está; Paul no soporta su nombre, no quiere decirlo, no lo piensa siquiera. Seth se escuchó preocupado, Leah, desesperada, y, de repente, las voces cesaron en la mente de Paul. Seth y Leah habían sido obligados a salir de fase, cortando la comunicación de tajo.

Ahora, corriendo rumbo a la reserva y quitando del medio el recuerdo del zumbido, Paul piensa solamente en sus hermanos. Necesita saber por qué Sam no les deja en paz. Necesita llegar a liberarlos de aquel Alfa opresor y falso. Aunque su último deseo sea conseguir la comandancia de la manada, lo hará si eso significa que ellos estarán bien.

            ¡No! ¡Sam, no! ¡No, no, no!

El grito parece desgarrar la garganta de Quil. Paul se estremece al oírlo retumbar en su cabeza. Quil vociferó su negativa con bestialidad, gruñendo a un volumen demasiado alto y amenazante. Suena bastante convincente, pero el resto de sus réplicas se apaga poco a poco. Paul ve a Sam plantándose frente a Quil, doblegándolo hasta tenerlo con las orejas gachas y el hocico pegado al suelo.

            ¡Es Jacob! No puedes hacerle eso, ¡no puedes!

Lo haré. Es un peligro. Es un monstruo. Si dejamos vivir a eso, estaremos traicionando a la tribu.

Me opongo. No participaré en eso. Está mal, no importa cómo lo veas. ¡Jacob es parte de nosotros, no pienso hacerle daño!

¿Por salvarlo a él sacrificarías la seguridad de la manda? No seas egoísta, Leah.

¡No lo seas tú, Sam! No te ayudaré. Vete al infierno, ¡no te ayudaré!

No tienes opción.

La tengo, ¡por supuesto que la tengo! ¡No voy a ayudarte a matar a Jacob!

El vínculo de Paul con sus hermanos, enmudece. Los músculos de sus patas se tensan, pero no se detienen. Se tensan para ir más rápido, para alcanzar el cuello de Sam tan pronto como sea posible. La voz de Leah, tan rasposa y colérica, vuelve a gritar en contra del Alfa, reprochándole por su falta de cordura, por su descabellada y absurda idea. Paul siente la ira de Leah colarse por el hilo que los une, infectando su mente, avivando la furia propia.

Necesita serenarse. Sabe que no lo logrará.

            Tenemos que deshacernos del monstruo que lleva dentro. Es un peligro, una amenaza.

            No sabes si lo es en realidad. No sabemos nada además de que existe.

Es una obvia conclusión, Seth. Si Jacob tiene a una criatura del frío, también será un frío. Será la misma escoria

Criatura de un frío, piensa Paul. Jacob con la criatura de un frío. Los sentidos de Paul sufren una extraña especie de trance mientas continua su ardua carrera. Ajeno a la sólida y horrible realidad, se adentra en su mente, buscando con desesperación y angustia la manera en que todas las palabras pueden encajar lógicamente.

Sin embargo, no hay nada. En su cabeza, dentro de sus propias limitaciones, no hay manera de que lo que dijo Sam tenga un sentido aceptable.

En su interior, ardiendo como brasas, una ira nueva empieza a nacer. Es algo aparte de Sam y su estúpida idea de matar a Jacob – ¿en verdad? , se pregunta, ¿en verdad Sam cree que le permitirá cometer un acto tan aberrante, un acto que le significa la más detestable reacción ante un problema como este? –. Esta nueva ira, este sentimiento calinoso y duro que le lastima la garganta, está dirigida a los fríos. A un frío.

            No quieres intentarlo.

Paul percibe la sorpresa de su manada al escucharle interferir en la acalorada disputa.

            Sam Uley, no quieres intentarlo.

En un extraño ritual que han forjado con los años, Sam ríe para alimentar la inestabilidad del carácter de Paul. Provocándolo. Tratando se segar sus principios. Pretendiendo romper las barreras que se autoimpuso para poder enfrentarlo en su más salvaje versión.

Pruébame, Paul. No sabes cuánto puedo arriesgar para salvar a mi gente de criaturas como la que Jacob traerá al mundo.

Él es mi imprimación, Sam. Mátalo y me matarás a mí. El bien de la manada depende de lo que le hagas.

Uno no vale tanto como la mayoría.

El desconcierto es colectivo. Leah abre los ojos con espanto, incrédula acerca de lo que Sam dice. No está segura de la convicción del Alfa, no está segura de cuánto Paul podría atreverse a ir en contra del lobo al que le ha cedido el puesto, pero sabe que la diferencia de intereses romperá una parte fundamental de la tribu. Lo ve venir. Como aquel romance que mantuvo con Sam, la manada está por partirse en dos.

            Pelearé por él, lo sabes. Te enfrentaré.

El bien de la manada… depende de lo que hagas. Soy el Alfa. Sin mí, todo se desordena. Sin ti o Jacob, sobreviviremos.

La presión que ejerce su volátil e hirviente temperamento en los límites de su compostura está acabando con Paul. La explosión se aproxima. Si Sam continúa, mandará al demonio el vínculo con sus hermanos y actuará en son de la seguridad de su imprima.

Paul llega a las costas de La Push. Evade cualquier confrontación mental con Sam y, ya sabiendo qué es ese zumbido – teniendo la idea, moldeándola –, pone todo su esfuerzo en sólo escuchar el sonido. Tan veloz, tan enérgico y agradable.

Como el corazón de un colibrí, el zumbido retumba dentro de algo. Su potencia, su alcance, se ve afectado por una barrera que lo encierra o, dado el caso, lo protege. El colibrí, desconocido y extraño, lejano e incierto, hace que el vínculo que tiene con Jacob brille un poco. Se alumbra con una luz nueva y desconcertante. Paul la siente con todo su ser y entonces halla la certeza.

El colibrí vive. El colibrí es parte de Jacob.

Notas finales:

Sí, sí, tardé mucho, pero no pude hacer nada al respecto. Discúlpenme UnU

Quizá alctualizaré otra vez el día de hoy, pero no es muy probable. Ahora mismo estoy escribiendo el siguiente capítulo (y tengo de fondo ¨Underground¨ de Adam Lamber, que me ha inspirado) y hay una posibilidad de que lo acabe pronto.

Lamento la tardanza como ya les dije y prometo responder los reviwes en capitulos posteriores.

Nos leemos.


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