Paul vigila a los Cullen durante los días siguientes. Hay tensión, culpabilidad, rabia y preocupación rodeando a esos vampiros. Rodeando a Paul también.
La salud de Jacob está siendo afectada por el colibrí. Es lento, difícil, pero Jacob está resistiéndolo. Carlisle le hace tomar vitaminas y hierro para que sus defensas no se vean menguadas por lo que el feto le quita – Paul gruñe ante la mención de éste apelativo; para él, y para Jacob, quien le escucha todo el tiempo a través del vínculo, ese pequeño ser es su colibrí –. En general, Jacob está siendo bien cuidado. Ellos lo protegen de cualquier cosa pero Paul nunca está tranquilo. Salvaguardar la seguridad y el bienestar de Jacob es su deber, es su más importante tarea, y no siente que la esté cumpliendo. Primero que nada, está dejándolo estar rodeado de todas esas sanguijuelas el día entero…
Paul… tienen un nombre. Cada uno de ellos lo tiene, aunque no lo creas. Eres tan irrespetuoso.
Paul bufa. Le encanta la voz de Jacob resonando dentro de su cabeza, pero no todas las cosas que dice le agradan.
La rubia me dice “chucho, “pulgoso”, “perro mojado” y un montón de cosas más, ¿por qué yo soy el único irrespetuoso aquí?
Jacob ríe bajito, divertido. Paul se siente reconfortado entonces.
A ti puedo tratar de educarte, a ella, no.
¿Educarme? No soy un perro. Además, tengo veintitrés años, yo soy el que debería educarte, ¿sabes?
No haces un buen trabajo. ¿Recuerdas todos los reportes que tuve por escapar de la escuela el año pasado?
Es culpa tuya. Eres fácil de convencer. Muy persuasible.
Jacob no responde inmediatamente. Paul lo oye conversar con Alice, ella le dice que es hora de que coma, Jacob le pide un par de minuto más. Alice lo urge a que se apresure y lo deja solo en la sala de nuevo.
Tienes buenas niñeras al parecer.
Oh, cállate.
Como tú mandes.
Sólo para molestar, Paul no responde las muchas réplicas de Jacob. Éste, rendido a la testarudez de Paul, hace caso a Alice y va a la cocina. Come el estofado de Esme con las acostumbradas náuseas, pero se las arregla para ingerir las porciones enteras. Agradece a Esme por la comida y decide darse un baño antes de que el sol se oculte y la temperatura descienda.
Sube las escaleras hacia la habitación de Edward, quien salió de caza junto a Jasper y Emmett, y saca su ropa y su bata del armario. Deja las prendas en la cama y entra al cuarto de baño.
No sabes lo extraño que es esto… ver mi abdomen así no deja de ser sorprendente.
Paul trata de imaginarlo. Tiene un par de referencias para hacerse una idea, pero el pensamiento es tan chocante para él como para Jacob.
¿Lo es?
No sabes cuánto. Esto es asombroso. Que mi cuerpo pueda contener dentro de sí a esta… criatura…
¿Puedes sentirlo? ¿Se mueve?
Aún no. No sé qué tan perturbador será cuando lo haga.
Quizá sea doloroso. Si es como Edward… su fuerza podría hacerte daño.
Lo sé. Sólo espero que no me pateé.
Espero lo mismo, Jake.
Las orejas de Paul tiemblan al detectar crujidos. Vienen del este, se acercan a una velocidad altísima. Son tres ritmos distintos. Emmett, Jasper y Edward.
Tu sanguijuela llegó.
¿Acaso no puedes decir su nombre más de una vez por mes?
Uh… no.
Jacob solamente suspira y se mete en la tina. Mientras, fuera de la casa, Edward se detiene en la puerta, dejando pasar a sus hermanos, y gira para mirar a Paul. Cruza los brazos sobre su pecho y se queda quieto ahí, sin hacer nada, sin meterse en la mente de Paul intensionalmente.
¿Cuándo fue la última vez que viste a Leah, Paul?
Paul está a punto de contestar cuando nota la expresión de desconcierto en el rostro de Edward. Luce estupefacto.
Algo le sucede a tu sanguijuela, Jacob.
¿Qué?
- Lo escucho – susurra Edward. Paul lo observa –. Lo que te dice, puedo escucharlo.