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Dividido por Akire-Kira

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Notas del capitulo:

Sí, queridos míos, Hades ha permitido que salga del inframundo para actualizar.

El ambiente está demasiado relajado como para ser algo bueno.

Paul siente el mal augurio en sus huesos, como si el presentimiento de un desastre lo afectara desde el centro de su ser en busca de que haga algo, sea lo que esto sea, para prevenir el desastre. Pero Paul no encuentra nada fuera de lo común en su patrullaje de los alrededores del territorio de los Cullen, no detecta el rastro de Sam u otro de sus hermanos, no hay nada que le indique que haya un peligro potencial cerca.

Cuando decide regresar a donde los Cullen, la vocecilla que le susurra: algo va mal, algo va mal, algo va mal, no deja de insistir. Como mera precaución, revisa el perímetro una vez más y trata de convencerse de que la situación está controlada. No funciona, y el pensamiento lo persigue aún al regresar a su forma humana. Se pone la ropa que Alice le deja cada mañana sobre los arbustos y, acomodándose las prendas, se dirige a la entrada de la casa. Su mente todavía divaga mientras saluda a Carlisle con un asentimiento y a Emmett con una fuerte – bastante fuerte – palmada en la espalda que el vampiro apenas alcanza a sentir.

En la sala, donde Jacob y Alice suelen estar, se percata de la presencia de Edward y de Jasper. Ellos dos, mirando hacia afuera, hablan sobre el movimiento ofensivo que la manada podría intentar en días posteriores y trazan, cuidadosamente, un plan de contrataque; sin embargo, Edward considera la posibilidad de hacer entrar en razón a Sam antes recurrir a métodos violentos…

Paul resopla. Edward le dedica una rápida mirada y murmura: "Tú no puedes razonar con él porque sus temperamentos son exactamente iguales. Nosotros podemos intentarlo si Jasper interviene". Paul, disgustado con ese "son exactamente iguales", rueda los ojos y se va por el pasillo hacia la cocina. Escucha las voces de Jacob, Alice y Rosalie venir de ahí.

A medio camino, Rosalie dice:

- No sé si quieras entrar ahora, chucho. Jacob está bebiendo sangre.

- Me he acostumbrado ya, rubia – replica él.

Y si bien no es verdad que se ha acostumbrado a ver a Jacob beber esa cosa, se traga sus arcadas y avanza hasta el mostrado de la cocina, que es el lugar donde Jacob tiene su plato de la cena ya vacío y el vaso de corcho blanco todavía con algo de la espesa sustancia dentro.

- ¿Tienes hambre? – pregunta Jacob.

- Un poco. ¿Qué tal tú? ¿Ya casi acabas con los osos de la región?

- Todavía no. Emmett me los gana – Jacob se alza de hombros con un gesto serio en la cara. Luego, suavemente, sonríe por la pequeña broma.

- Qué bien. Me alegro de que cuides la fauna. No como el resto en esta casa.

- Puedes irte cuando quieras, perro. Nadie te pide que quedes – el tono de Rosalie deja ver que lo dice en serio, pero que está rendida a no ser escuchada.

- No me apetece. Si pongo un pie en La Push, todos se me echan encima.

- Un escarmiento no viene mal de vez en cuando, ¿no crees, Jacob? – Rosalie permite que Jacob sea el de la última palabra sabiendo que su criterio será lo más neutral y sincero que pueda.

- De vez en cuando está bien – apoya el chico –, pero no creo que alguien pueda educar a éste de aquí – señala con la mano a Paul, quien sonríe de lado, divertido con el escenario en el que Rosalie los puso –. Lo he intentado y los "escarmientos" no funcionan en lo absoluto.

- Entonces será con mano dura. De algún modo debe aprender, y si tiene que ser a patadas, así será– se burla Rosalie.

- No te lo recomiendo – Paul frunce los labios –. Soy un perro y muerdo mucho.

Alice distrae a Rosalie con lo que recibe desde la sala. Paul oye más y más tácticas venir de la boca de Jasper y, algo alterado por el presentimiento que ha tenido el día entero, se desatiende de las voces y continúa una plática con Jacob.

- Por cierto – Jacob dice en medio de la conversación –, lo olvide hace un rato, pero Esme te hizo unos emparedados. Están en el horno. Dijo que te preparó eso porque no estaba segura de que aceptaras algo más.

- Me basta con eso – Paul le quita importancia –. Es lo que he comido una buena parte de mi vida y mira lo bueno que estoy – guiña un ojo a su imprima y éste ríe.

En la sala, hablando con Jasper, Carlisle, Alice y Emmett a la vez, Edward está al pendiente de Paul y Jacob, quienes ríen y hablan y parecen los mejores amigos. Edward está bien con eso. Que Jacob ría, que permanezca contento y calmado, es una prioridad.

- Será difícil si caen sobre nosotros cuando Jacob necesite cuidados médicos. Yo tendría que quedarme a su lado para tratarlo – Carlisle dice, su voz llegando desde la segunda planta hasta lo agudos tímpanos de sus hijos.

- Y alguno de nosotros tendrá que protegerte si acaso ellos consiguen entrar – Rosalie es razonable y señala la posibilidad.

- No lo harán – Jasper suena firme, convencido, y Edward pone una mano en el hombro de su hermano, agradeciendo que esté dispuesto a llevar la batalla hasta las últimas consecuencias de ser necesario.

- Además – continúa Rosalie con su fría lógica –, si Jacob sobrevive, estará indefenso durante tres días enteros.

Surge un silencio contemplativo entre todos. Aquel "si Jacob sobrevive" les ha hecho ver con más claridad que nunca el hecho de que Jacob puede morir incluso antes de que ese ataque por parte de los Quileute se dé. De ser el caso…

- Tendremos que mantener la guardia en alto – Edward pronuncia – hasta que el periodo de vulnerabilidad pase. Entonces los superaremos en número y Sam se percatará de que su idea no tiene futuro.

- No le des tanto crédito al idiota – Paul se une a la plática de improviso, su voz gruesa y grave desentonando con las del resto, que son suaves y moduladas –. Él no sabe cuándo parar, sólo cómo seguir. Dará batalla para llegar a Jacob… pero yo me encargaré de él, eso ténganlo seguro.

- ¿Qué hay de tus hermanos, Paul? – Carlisle cuestiona –. ¿Son verdaderamente incapaces de desobedecer una orden suya?

- Sí – Paul suelta el aire de sus pulmones. Él puede lastimar a Sam, pero no a los otros. Son su familia, creció a su lado –. Es el Alfa. Su palabra es ley. No importa si no se está de acuerdo con su criterio, su autoridad dentro de la manda te obliga a obedecer, no puedes resistirte a su mandato.

- Tú puedes – observa Jasper.

- Es por nuestra línea familiar – explica –. Su bisabuelo y el mío eran los subordinados del Alfa de su manada, el bisabuelo de Jacob.

- Ephraim Black – añade Carlisle.

- Exacto. Yo no nací para obedecer a un Uley, por eso no puede tenerme bajo control.

- ¿Por qué le concediste el cargo?

- No quería el puesto. Yo fui el primero el sufrir el cambio, luego fue él y más tarde fue Jared. No pensé que la manada fuera a crecer tanto. Ustedes no estaban, no había una razón para que otros tuvieran que atravesar la transformación.

Los Cullen tratan de hacer caso omiso a la culpa que se les atribuye, pero la acusación de Paul hace eco en la cabeza de cada uno. El implícito "los causantes no son nadie más que ustedes" pesa de distinto modo para cada miembro de la familia, pero más para Carlisle y Edward, quienes fueron los motores del primer enfrentamiento contra los Quileute – hace años, en la época de los bisabuelos de Paul y Jacob – y, también, los responsables de la firma del tratado y la creación de la frontera.

Tal parece que no podemos detenernos, hijo, piensa Carlisle con un dejo de culpa; aciaga, tomentosa culpa. Hicimos enfadar a su líder en el pasado, y lo hemos hecho otra vez.

Edward cruza los brazos a la altura de sus costillas y no aporta nada más que un par de observaciones para la planeación de la defensa.

Más tarde, mientras Carlisle repasa los elementos médicos que tienen en una habitación de la segunda planta y Edward se tranquiliza al ver todo listo para la intervención, Paul conversa en voz baja con Jacob, ambos sentados en el mismo sofá.

- ¿Entonces será dentro de cuatro días? – Paul cuestiona, su voz emergiendo con ciertas dificultades desde su garganta hasta sus labios.

- Carlisle cree que entonces será seguro para ambos. Si el crecimiento es constante hasta ese día, no habrá ninguna complicación.

- ¿Qué sucedería de no ser constante?

Jacob baja la mirada, sus manos acarician inconscientemente los costados de su vientre, y exhala con lentitud. Esa posibilidad es aterradora.

- Podría… podría haber muy poco espacio para él dentro de mí. El peso de su cuerpo me rompería algo, y sería peor que con las costillas. Mi columna es la que más peligra. Es por eso que no camino tanto como antes, se ha vuelto demasiado arriesgado.

La duda y el miedo de Paul se hacen evidentes en su rostro.

- Pero estaré bien. Viviré.

Paul no contesta, no especula. Su respiración y las palpitaciones de su corazón se ralentizan.

En toda su vida, jamás pensó que uno de sus más profundos deseos sería que Jacob se convirtiera en un frío.

No obstante, si es la única manera de que sobreviva, Paul estará rogando por que suceda.

Notas finales:

Ajá. Dos semanas. No tengo excusa, sólo la escuela, y eso no es una excusa.

Espero que no estén molestos por la larga ausencia, pero he estado de arriba a abajo con el inicio del semestre y no debo sacar malas notas en este periodo.

Prometo contestar sus reviews en cuando me haga el espacio de tiempo necesario, pero por ahora es imposible.

No me odien, yo los amo.

AkireMG ( o Akire-Kira si lo desean) lo siente, y no es broma.

Espero que sigan dándome oportunidad y lean los dos capítulos más que voy a subir,


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