Seth y Leah se rebelaron contra Sam. Fue difícil y naturalmente doloroso, pero ninguno iba a soportar que ese hombre los obligara a atentar en contra de la vida de Jacob. Lo quieren demasiado como para permanecer de brazos cruzados ante las estrategias de Sam y su obsesiva meta de acabar con el monstruo. Así que, siendo los únicos dispuestos a separarse de la manada y abandonar la reserva en busca de Paul, se esforzaron por ignorar las órdenes de su Alfa – órdenes que taladraron dentro de sus mentes y exigieron ser obedecidas, pero que no lo serán más – y salieron de fase. Luego de eso, fue sencillo desatenderse de la furia de Sam y correr fuera de La Push.
No están seguros de que Paul los quiera a su lado – después de todo, se fue sin tomarlos en cuenta – pero intentarán ser útiles y ayudar a Jacob y a esa criatura no nata que desconocen y esperan no tener que liquidar; porque todavía es su deber salvaguardar el bienestar de su tribu y de los humanos que viven en los alrededores, y si ese ser amenaza la seguridad, no tendrán más remedio que hacerlo desaparecer.
Están en el punto exacto donde la frontera tiene una brecha sin jurisdicción cuando encuentra a Paul, quien luce como si patrullara y tensa su peludo cuerpo cuando los nota.
- Tranquilo, compañero – dice Seth –. No estamos aquí por parte de Sam… en realidad, nos separamos de él hace unas horas.
- Vinimos porque queremos ayudar. A ti y a Jacob.
Paul los mira atentamente, sabiendo que son sinceros, pero no abandona su forma de lobo, prevenido ante a cualquier ventaja que Sam pudiera tomar si él se encontrara distraído.
- No sabemos si todavía puede escucharnos – continúa Leah –, pero creemos que no. Nuestra salida fue menos rápida que la tuya. Nos costó mucho resistirnos. Para estar seguros, queremos estar más lejos de él que esto.
Paul rasga la tierra con una de sus patas traseras. Lo medita un momento, pero sabe que necesita más que eso. Los Cullen han sido tolerantes con él, pero no sabe si lo serán con sus hermanos también.
Jacob, tendrás que persuadir a tu sanguijuela.
¿Por qué? ¿Acabaste con los ciervos?
No me gustan los ciervos, pero ese no es el punto. Leah y Seth están aquí, y quieren atravesar los límites. Persuádelo.
Carlisle es el que te aceptó aquí, señala Jacob, a él debería persuadir.
Pues hazlo. Quieren contribuir a nuestra causa. Los tengo vigilados por si acaso Sam está planeando algo que le haga salir beneficiado, pero ellos dejaron la manada por su propia voluntad. Los conoces, se opusieron desde el principio.
Se los agradezco. Edward ya se lo está diciendo a Carlisle.
Es tan entrometido… ¿Qué no se da cuenta de su falta de modales? No debería ir por ahí oyendo sin permiso.
Toma unos minutos que Carlisle ofrezca una resolución, pero cuando lo hace, Seth y Leah están seguros de que algo bueno saldrá de esto. Con ellos unidos a Paul, Sam pierde posibilidades de alcanzar a Jacob. Contando a los Cullen, superan en número a la manda.
Tras cinco kilómetros de bosque, los hermanos Clearwater deciden que es un buen lugar para transformarse y comprobar que Sam no puede detectarlos. Los dos suspiran al percatarse de que no escuchan a ninguno de los miembros de la manada.
Somos los indeseados ahora, bufa Paul. Pero son unos idiotas por abandonar a la manda, y Jacob está de acuerdo conmigo.
¿En verdad lo está?, cuestiona Leah. Yo creo que lo inventas. Jacob nos adora.
Eso no quita el hecho de que es peligroso para ustedes, y que Jacob no desea verlos lastimados si Sam ataca.
Atacará, Seth murmura, ha estado pensando en el momento adecuado de hacerlo, y parece que lo hará en un par de días. Piensa que la criatura matará a Jacob para entonces y que él podrá venir a deshacerse de ella cuando empiece a generar un caos.
La "criatura", como le dices, no matará a Jacob. No quise compartir mucho de esto con Leah cuando estábamos en la manada de Sam, pero el bebé no es maligno. Razona, siente y se intenta comunicar con el exterior. Edward lo ha escuchado desde hace una semana, y todo indica que es un bebé más humano de lo que esperábamos. Su corazón late incluso.
Entonces… ¿no representa ningún peligro?, Seth duda, confundido con lo que sea que signifique "… lo ha estado escuchando desde hace una semana…".
El doctor cree que podría haber heredado cualidades tanto de Edward como de Jacob, pero no sabe de qué manera. Los latidos de su corazón lo desconciertan porque, en teoría, no debería latir. Sin embargo, dado que Jacob es humano y sus genes tuvieron que ver en su formación y que logra pensar tranquilamente sobre casi todo, Carlisle está seguro de que no será un demonio chupasangre como el que Sam está esperando.
¿Es posible que Jacob le haya transmitido el poder de cambiar en un lobo, como nosotros?
No lo sé, acepta Paul. Los tres sabemos que ese bebé debería ser mío, no de un vampiro, pero no quiero pensar más en eso. Ahora mismo sólo quiero que nazca y que Jacob pueda ser convertido exitosamente.
¿Eso sigue en pie?, cuestiona Leah.
Sí. Lo ha resistido de maravilla, pero sigue siendo muy débil para recuperarse luego de que el bebé nazca. Es humano.
No completamente, Leah apunta. No recibió la herencia de la misma forma que nosotros, pero es un Quileute. No es tan fuerte como un lobo, pero tampoco tan débil como un humano. ¿Lo han considerado? Quizá su cuerpo ha resistido todo este tiempo gracias a eso. Una persona sin sus genes podría haber muerto antes de que la criatura creciera tanto.
Las teorías abundan, y Paul está cansado de ellas. Mientras sobreviva, no importa saber por qué exactamente sucedió todo.
Él…, Seth vacila, digo… entiendo todo esto de la magia de nuestro pueblo, pero no ha dejado de sorprenderme que Jake pueda… tener hijos.
Estaba en el plan, dice Paul sin pensarlo mucho. Una de las razones de la imprimación es la mantención de la especie, la supervivencia. Imprimé en Jacob, por lo que debería haber un factor que permitiera una "buena camada". Es muy… degradante, si se piensa objetivamente, pero no lo podemos cambiar.
Como en la época de Taka Aki, menciona Leah, recordando las historias de la tribu que pasaron por los oídos de su abuela a los de su madre y, finalmente, a los suyos, las mujeres difícilmente heredaban la habilidad de cambiar, y por eso eran utilizadas como simples incubadoras. Ahora cambió, porque soy la décima mujer en mi familia que recibe la herencia, y si Seth tiene una hija, ella podría cambiar también. El caso de Jacob es más singular… según papá, sucedió dos veces en cinco generaciones. Jacob es apenas el tercero.
Y sucedió en familias diferentes… por lo que no hay indicio de los porqués, Paul murmulla sin ganas, un poco cansado de buscarle una "razón sólida y aceptable" a todo lo que sucede. Empieza a pensar que las cosas sólo suceden, y que no hay nada más detrás de eso. El cansancio pesa sobre él. Está agotándose. O, al menos, está emocionalmente acabado. Un poco más con cada día que pasa.
Llegan a donde los Cullen más tarde. Paul habla con Edward y Carlisle. Tarda un rato, pero los dos vampiros aceptan que Seth y Leah entren a la casa. Carlisle confía en ellos luego de la pelea con los neófitos. Edward respeta a Leah, a su carácter y su fuerza, y aprecia bastante a Seth. Los entrenamientos previos a la lucha los ayudaron a conocerse y ahora Seth está tan cómodo entre ellos como lo haría de estar al lado de su manada.
No es suficiente decir que Leah estuvo impresionada al ver a Jacob. Fue algo más fuerte y difícil de entender. Jasper la miró con curiosidad cuando entró por el pasillo hacia la sala, donde Jacob hacia un último intento por comer un poco sin querer devolver el estómago. Ella se movió cuidadosamente, con los hombros rectos y los ojos entrecerrados. Su cuerpo delgado, su cintura angosta y el cabello corto creaban un magnífico balance en ella. Jasper la vio en todo momento y se movió hacia un lugar menos revelador cuando Leah se sentó frente a Jacob y lo tomó de las manos. Jasper sintió su dolor, su preocupación y la palpitante lucha entre el deber y el querer que estaba desatándose dentro de ella. La sintió vacilar un largo rato, hasta que Jacob terminó de hablarle de ese pequeño colibrí y ella no pudo hacer más que sonreír y aceptar que ese chico no se rendiría hasta que su hijo estuviera en el mundo, con ellos de un modo más tangible.
Jasper continuó viéndola, a sus ojos, su boca, su piel, sus gestos. Continuó apreciando sus emociones, su versatilidad e intensidad. Continuó viéndola insistentemente, dedicadamente, y no paró hasta que ella volvió el rostro para mirarlo con su entrecejo fruncido y los labios abiertos. Él no hizo ningún cambio en su cara, sin el más nimio indicio de darse por aludido, y salió de la sala prestando poca atención a la molestia que ella mandaba en su dirección.
Ella, Leah Clearwater, que tanto lo repudiaba.
De acuerdo, pensó Jasper, el sentimiento será mutuo, entonces.