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Dividido por Akire-Kira

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Notas del capitulo:

Hola a todos. He actualizado más rápido de lo que creí y eso me alegra.

No tengo mucho que decir para darles la bienvenida al nuevo capítulo, pero sí que agradezco lel comentario que recibí y que lo contestaré cuando el tiempo me lo permita (de hecho, quisiera que la persona que comentó viera las notas finales, por favor). 

 

Sam se convierte en un animal, en una bestia casi tan fuerte como Paul, cuando ve la guardia que los Cullen han preparado para él y sus hermanos.

Ver a Leah y a Seth del lado de los fríos, gruñéndoles y preparados para detenerlos por medio de la fuerza, es el último incentivo que Sam necesita para que su convicción se fortalezca.

Sam no duda al arremeter contra Seth, arrastrándolo contra el suelo a sabiendas de que el lobo más joven no sabe tanto de combate cuerpo a cuerpo como él. Seth es más instintivo que calculador, y lucha contra Sam con toda la energía de su ser. Sam lo hiere, pero a Seth no le importa; debe proteger este lado de la frontera, debe cuidar del bienestar de Lowell, porque ese niño es ahora parte de su manada, porque ha sido acogido por Paul del mismo modo que cualquier padre acogería a un niño de su propia carne y sangre.

Alice aprovecha los momentos en los que Sam es golpeado por Seth para cerciorarse de que las heridas del lobo no son graves. Se alía a Seth y, juntos, bloquean el paso de Sam.

A Leah le duele ver a Collin y Brady en estas circunstancias. Ellos son aún muy jóvenes y pelean por algo en lo que no creen, obligados por alguien a quien su terquedad le ha nublado todas las opciones. Pero Leah presiente la caída de Sam cuando éste escapa del agarre de Seth y logra adelantarse a Alice a pesar de los reflejos alucinantes de la vampiresa. Presiente su caída por conocer el lugar al que se dirige y la persona contra la que dice querer enfrentarse.

Sam no podrá nunca ganar si Paul es su oponente, pero Uley es demasiado obstinado y está tan enfurecido que no utiliza la razón.

Seth corre detrás Sam, enfebrecido por la intensidad de su pelea. Alice los sigue de cerca. Jasper decide quedarse al lado de la loba y de sus padres para detener el paso de los cinco lobos restantes. Jasper se compadece de los más pequeños y permite que Leah, habilidosa y rápida como siempre, se encargue de ellos; la mujer no los lastima, lo que enciende en Jasper una tipo de comprensión que con pocos ha compartido. Se percata de que Leah es una empata natural, que ella siente dolor al tener que combatir a quienes a cuidado como hermanos.

Jasper se sorprende cuando ve a Embry echarse para atrás, buscando una salida que es incapaz de vislumbrar aunque la tiene tan cerca. Jasper lo examina y encuentra su reticencia ante todo esto. Él no desea dañar a nadie, ni siquiera a los que su tribu considera los seres más despreciables de la tierra. Embry está tenso, instintivamente preparado para un ataque, pero se resiste a su propia naturaleza.

-          Tienes que calmarte – le dice Jasper –. Intenta hacer lo que Paul, Seth y Leah. Desobedece las órdenes de Sam. Sabes bien que no las aceptas.

Embry gimotea y gruñe, lo que es un sonido tan extraño y conmovedor que Jasper abandona su posición defensiva. El lobo no quiere hacerle ningún mal. Siendo recíproco y justo, Jasper tampoco muestra signos de querer lastimarlo. La alarma y la angustia de Embry se aplacan un poco al verse fuera de peligro.

-          Inténtalo, Embry – dice Jasper.

Previendo que el joven no se mostrará más relajado si lo tiene cerca, Jasper se aleja y busca a sus padres para ayudarlos a controlar a Jared y a Quil. Espera que Embry consiga liberarse de Sam; al menos, ser independiente del Alfa, poder rehusarse a la represora obediencia.

Quil y Jared son más difíciles. Luego escuchar a Sam hablar injurias y mentiras acerca de lo que nadie, ni los Cullen, sabían qué era, los ha convencido de la peligrosidad de Lowell.

El que Jacob haya muerto es lo que activó la ira en Quil y Jared. Sintieron su muerte, pudieron olerla en el pelaje de Leah y Seth, en la mirada triste de los Cullen, en las manos de Carlisle. El hombre pudo haberse lavado, pero un olor así de peculiar difícilmente se iría con agua y jabón.

Sam respira rápidamente mientras es perseguido por Seth. En algún momento de su carrera, vio a la sanguijuela Cullen tomar ventaja y apresurarse para llegar a la mansión antes que ellos dos. Sam quiso arrancarle la maldita garganta.

Edward escucha a Alice cuando ella está a menos de tres kilómetro de distancia. Más que escucharla a ella, escucha a su mente. Alice siempre adopta una actitud tranquila cuando de compartir sus visiones se trata, pero esta vez es distinto, y Edward lo sabe al instante. Su última visión parece ser bastante reciente, la tuvo no más de unos minutos antes de que Sam se escapara de ella y de Seth, y su urgencia por comunicarla es entendible.

-          Tenemos que llevar a Lowell dentro. Lo más lejos que se pueda de Sam – dice Rosalie a Edward. Hace un ademán de querer tomar al niño entre sus brazos, pero Edward no se lo concede.

-          Es necesario que esté aquí.

-          ¿Necesario?

-          Alice vio algo. Si está en lo correcto, Sam no podrá herirlo – se adelanta unos pasos para detenerse a un lado de Paul, quien inspecciona los límites de los árboles, los susurros del viento y las vibraciones de la tierra. Cambió en lobo desde hace un largo rato, sus orejas se crispan y sus patas se aplastan tan fuertemente contra la tierra que deja sus huellas impresas en ella.

¿Qué sucede? ¿Qué es lo que Alice vio?, pregunta Paul. Su hocico se mueve hacia la mano que el bebé extiende en su dirección, queriendo tocarlo, mirándolo como si pudiera reconocerlo a pesar de no estar en su forma humana. Podría reconocerlo, piensa Paul, su cabeza inclinándose con docilidad. El toque de Lowell es tan suave como el de Jacob y le recuerda a la primera vez que éste acarició su pelaje, sus dedos moviéndose a través de las hebras blancas con algo de incertidumbre pero también con una creciente seguridad.

El silencio de Edward le muestra a Paul que la visión de Alice no es la solución que el hombre quisiera haber descubierto. Lowell ha dejado de temblar hace varios minutos, pero sus mejillas rojas delatan que estuvo llorando. Paul quisiera poder aliviar la pesadumbre que mancha los ojos del niño, pero por ahora está incapacitado para ello.

-          Ambos lo estamos – murmura Edward. Paul no sabe cómo tomarse el sentimiento de comprensión que comparte con Edward –. Pero encontraremos cómo ayudarle.

Dime qué es lo que Alice vio, exige. No necesita hundirse en su desdicha ahora que Sam está cerca. Agradece el entendimiento, pero lo prefiere en un momento en el que pueda aceptarlo.

-          En su visión, Seth está frente a Lowell, mirándolo, y Sam retrocede al darse cuenta de lo que sucede.

¿Seth…? Por favor, tiene que ser una broma.

-          Es posible que lo sea. Alice sólo ve posibilidades, las cosas pueden darse de otra manera. Pero la visión ha sido repentina y es de un futuro cercano, así que lo más probable es que se cumpla – Edward acomoda a Lowell en sus brazos. El niño se muestra inconforme de que su mano haya sido apartada del pelaje de Paul, pero se entretiene con la muñequera de Edward. El escudo de los Cullen está grabado en la placa de platino y Lowell se interesa en el objeto.

Funcionará diferente ahora que Seth es un lobo. Sam y yo vimos a nuestros imprimados por primera vez cuando aún éramos humanos. El lazo tardó años en estar completo.

-          ¿Cómo estuviste seguro de que era él? – pregunta Edward.

La mención de Jacob les duele a los dos. Lowell percibe el cambio en el ambiente, pero al no oír el nombre de su padre, se evita el llanto y la punzada de dolor.

Me cuesta explicarlo. Él y yo éramos niños entonces. Él no tenía ni un año de haber nacido y yo estaba por cumplir cinco. Lo vi cuando su madre lo cargaba en brazos y sus ojos me intrigaron desde el principio. Algo en él me llamó y yo me acerqué a Sara para poder estar cerca. No lo llamé amor hasta muchos años después; me di enterado poco a poco de la magnitud de mis sentimientos. Nunca antes me sentí atraído por alguien de ese modo. Mi fascinación por él fue aumentando con el tiempo. Empecé a ir a la casa de los Black con la excusa de jugar un rato con Rachel y Rebecca, que eran casi de mi edad, pero mi interés principal era poder cuidarlo e interactuar con él aunque él todavía no comprendiera lo que le decía. Me sentí ligado a él, comprometido con él, y me hice su amigo. Traté de ser la mejor versión de mí para cuando me necesitara. Todo lo que hice, lo hice pensando en su felicidad. Por eso no interferí cuando me enteré de tu relación con él. Él lucía contento teniéndote a su lado, y a mí me bastó nuestra amistad.

-          La cosas entre él y tú cambiaron cuando me fui. ¿Viste tu oportunidad en mi ausencia?

El ácido que Edward y Paul sienten recorrer sus entrañas es lo que les da la valentía para hablar abiertamente de aquella época. El agrio dolor y la condensada amargura, las recientes y sangrantes heridas, son un distractor efectivo; si no estuvieran sufriendo, recordarían los celos, aquellos que ya no tienen sentido. La rivalidad y el odio que se tienen son superados por la pena en común.

No sé por qué lo piensas así. ¿No acabo de decírtelo? Hice todo pensando en él. Cuando lo dejaste él me necesitó a su lado, y yo estuve ahí. Y yo lo amaba tanto… no quise tomar provecho de su dolor, sólo me permití ser consciente de mi infelicidad y de lo mucho que yo lo necesitaba a él. Mi anhelo de estar a su lado creció cuando recibí la herencia. Hubo problemas con mi transformación. No soy alguien con demasiada paciencia, mi temperamento empeoró con el despertar del lobo. Entonces mis instintos y mis deseos se intensificaron. Me atreví a besarlo y tocarlo cuando el lobo me lo pidió claramente, cuando no me pude resistir a todo lo que había tenido dentro de mí durante años. Él me aceptó. Nunca forcé nada entre nosotros. Se dio naturalmente. Pero, como puedes ver, ya no me importa si pude haber sido yo quien lo acompañara de la forma que tú lo hiciste. Ahora sólo quiero proteger a quien él nos dejó. Mis padres murieron, Lowell, Seth y Leah son todo lo que tengo.

Edward sujeta a su hijo con firmeza.

La desdicha de Paul le duele.

La llegada de Alice corta la conversación en el instante adecuado.

Alice corre hacia Edward y pide a Lowell. Edward, ya que lo ha tenido cerca, no se siente bien pensando en soltarlo. Pero debe hacerlo. Alice debe tenerlo si quieren salvarlo de las fauces feroces de Sam. La amenaza ha disminuido, pero Sam es un Alfa y está tomando este enfrentamiento con seriedad. Sus métodos burlaron a Alice y su fuerza derrotó a Seth.

Acaba poniendo a Lowell en brazos de Alice. El niño se alarma un segundo por el cambio. Los ojos amables de Alice, su sonrisa conciliadora y la tierna caricia en su nariz calman las precauciones de Lowell; los ojos de ella son del mismo color que los de su padre y de Rosalie, pero el tono no es igual. El bebé sonríe cuando Alice le da un pequeño beso en la frente.

Rosalie y Paul se colocan al frente de Edward y Emmett, mientras ellos dos cubren a Alice y a Lowell.

Oyen a Seth gruñir y a Sam bufando por el esfuerzo que ha hecho. La mente de Seth es un desorden mientras se sumerge en el éxtasis de la lucha, en la adrenalina y el placer que le causa perseguir a Sam; jamás le tuvo completo agrado, jamás quiso estar bajo su tutela al convertirse en lobo, jamás eligió tenerlo como Alfa. Seth ha guardado resentimiento en su contra por meses. Edward indaga en sus pensamientos inconexos y confusos y encuentra algo similar a lo que Paul le contó: Seth hace esto, pelear contra Sam, tanto por sí mismo como por ellos y su manada. Seth, inconscientemente – o quizá no tanto –, cuida del nuevo miembro de lo que considera su familia.

Las pisadas de Sam son ruidosas y sólidas.

Sam está tan exaltado que el miedo a ser vencido no tiene lugar alguno en sus cavilaciones. Cuando atraviesa la última pared de helechos y árboles que lo separan de la mansión, su primera reacción es ir contra Rosalie. Seth arriba un par de segundos después e imita la ruta de Sam. La velocidad a la que corre hace que no pueda detenerse e impacte de lleno con Sam. Rosalie se ve envuelta en la colisión y rueda por el suelo junto a los dos lobos.

Rosalie sostiene a Sam del cuello y lo mantiene en el suelo mientras Seth ayuda a inmovilizarlo. Sam utiliza su peso para lastimar uno de los brazos de Rosalie y zafarse del constrictor abrazo. Emmett corre hacia su esposa para quitarla del medio y poner sus propios brazos en el cuello de Sam. Seth chilla y se distancia cuando los colmillos de Sam perforan una de sus patas – Paul escucha un conocido y despreciado crujido cuando la mandíbula de Sam se cierra en torno a la pata de Seth – y las garras del mismo le abren tres cortes en un costado.

Edward salta sobre Sam para tomar su hocico e impedir que sus enormes incisivos se encajen en el rostro de su hermano. Seth cojea hacia atrás y gimotea por el ardor que siente en las costillas.

¡¿Y por qué demonios no vienes tú a pelear conmigo, Paul?! grita Sam, colérico.

Protejo a Lowell. Esme y Carlisle resultaron heridos y Jared viene hacia acá. Estando solo, Jasper solamente puede detener a Quil.

Eso no me interesa. Tu deberías ser mi oponente, no las sanguijuelas. Sam se retuerce dentro de los brazos de Emmett y trata de alcanzar las manos de Edward con su mandíbula. La resistencia de los dos vampiros es suficiente para controlado.

Paul auxilia a Seth y lo apoya contra sí para que no caiga al suelo. Por lo que puede ver, sumando al dolor que se proyecta en su enlace mental con Seth, Sam le rompió o astilló un hueso. Paul conoce el dolor y lo ayuda a sostenerse sin recargar mucho peso en la pata herida. Echa un vistazo hacia Rosalie para comprobar la seriedad de su herida. Ella se sujeta el brazo lastimado con una mueca de dolor y un par de dorados ojos asesinos dirigidos a Sam; puede verla atacando de nuevo cuando se recupere, sus colmillos venenosos incrustándose, sino en el cuello, en algún punto sensible de la anatomía de Sam.

Paul siente la aguda mirada de Edward sobre su lomo y conduce a Seth cerca del porche de la mansión. Alice está ahí, cargando a Lowell y cubriéndolo tanto como puede con su esbelta figura. Alice y Edward cruzan miradas y se ofrecen coraje el uno al otro.

Lo que harán será la solución, pero también el inicio de otro problema.

Paul conduce a Seth lentamente, casi teniendo todo el peso de su hermano sobre sí. Admira la fortaleza de Seth por mantenerse en fase cuando sus heridas son profundas. Lo recuesta en el piso de tierra, asegurándose de que la pata lastimada no sufra ninguna presión.

Mientras Seth se acomoda, mueve su cabeza en todas direcciones, buscando más amenazas sin atender. Las pisadas de Jared son audibles, pero Seth confía en Paul para dominar a su otro hermano.

En su búsqueda ansiosa por movimiento en los alrededores, Seth recae en Alice y la criatura envuelta en amarillo que ella carga. No puede verle el rostro por la manta, pero Seth detecta un aroma a frutos rojos desprenderse del pequeño. Entonces, por un sutil cambio en la posición en la que Alice tiene al bebé, Seth tiene en su rango de visión el redondo, diminuto rostro de Lowell.

La realidad de Seth se detiene y el ardor y el dolor en su cuerpo se calma. En los gestos del niño, en los rastros de lágrimas en sus mejillas, en el palpitar zumbante de ese corazón y en la congoja disimulada de sus dos luceros castaños, Seth descubre un tesoro. El bebé está nervioso por las acciones de quienes lo rodean y Seth siente en su alma el deseo de darle consuelo. Necesita que el pequeño – Lowell, le recuerda su ralentizado cerebro – esté libre de las preocupaciones que lo aquejan ahora.

Edward y Paul observan a Seth siendo atrapado – sin objeción, sin resistencia, con la complacencia del afecto desinteresado y puro – por un antiguo encanto tan hermoso como catastrófico; mortal, si la experiencia de Paul se tomara como ejemplo. Hay alivio en sus conciencias, pero también una semilla de intranquilidad en sus corazones.

Le energía de Sam es sacada de su cuerpo con un respiro. Su meta se ve truncada por la mirada que Seth le da a la criatura por la que Jacob está muerto. Él sabe lo que esos ojos anhelantes significan, él conoce la brillante sensación que domina la mente cuando se cae a los pies de la encantadora expresión de alguien. Emily es toda su vida, podría morir por ella, y llegará el momento en el que Seth estará dispuesto a lo mismo por el bebé del que no ha apartado la vista.

Jared arriba justo cuando Paul se recupera de la impresión que le provoca oír lo que Seth razona acerca de su sentir. La introspección en la que se sumerge es una muestra inequívoca de la madurez del chico. Seth no es tan joven como él lo era cuando encontró a quien le daba más sentido a su vida, quien le daba una razón más por la cual vivir.

Seth Clearwater afrontará las cosas mejor de lo que Sam o Paul lo hicieron. Más cuando tiene de quienes valerse.

Detente ahí, Jared, ordena Sam cuando el lobo se agazapa teniendo como blanco a Alice. Suéltenme.

Edward puede entenderlo, pero su fe en ese hombre no roza el mínimo.

¿Qué es lo que harás ahora?, cuestiona Paul, no estamos dispuestos a dejarte ir sin hacer un trato contigo y tu manada. Quizá no te has tomado el tiempo para ver lo que te rodea, pero mira a Lowell y dime cuán peligroso parece ser. Dime a quién intenta atacar. Dime que es un demonio chupasangre sin control sobre sí mismo.

Sam toma aire y se calla toda réplica. Se conoce y sabe que si dijera algo sin pensarlo primero, sólo avivaría la llama. En vez de hablar por sus impulsos, estira cuanto puede su cuello para observar a Lowell. Su apariencia tierna e infantil es fiel a la actitud curiosa que muestra ante lo nuevo; ahora que no se oyen gruñidos ni hay una pelea entre vampiros y lobos que lo altere, el niño tiene entre una de sus manos el medallón del collar de Alice y produce quedos sonidos de emoción por la textura que acaricia con la piel de su palma. Sus ojos no son del color rojo carmesí de los neófitos, sino del vivo marrón de su padre humano.

Sam lo contempla y todo lo que sus ojos notan es un bebé. Pequeño, indefenso, frágil bebé.

Cuando crezca…, dice Sam,… puede volverse un depredador. Será un peligro potencial en el futuro.

Será educado con los ideales de los Cullen y los míos. No será un asesino inescrupuloso como Laurent o un sádico cazador como James, tenlo por seguro.

Edward quita sus manos del hocico de Sam y le indica a Emmett que deshaga la prisión de sus brazos corpulentos. Le dan espacio al lobo para que se levante y sacuda la tierra que se le adhirió al pelaje. Edward toma la palabra y se dirige a Sam en el mismo tono de voz que su padre empleó durante las negociaciones con Ephraim Black.

-          No va a beber sangre humana, Sam. Como te lo dijo Paul, mi familia y yo le mostraremos lo que consideramos mejor. No cruzará la frontera ni interactuará con otros lobos además de Paul, Seth y Leah si es lo que deseas, pero a cambio de eso pedimos que le concedas el beneficio de la duda. Ninguno  de nosotros conoce su verdadera naturaleza puesto que es un híbrido entre humano y vampiro. Su nivel de raciocinio está a la par de un niño humano de un par de meses de edad y Jasper ha sentido su alta capacidad de empatía para con los otros desde antes de su nacimiento.

¿Podrán controlarlo? Los neófitos eran volubles e impredecibles durante los primeros años de vida, ustedes mismo lo dijeron.

-          Él no es un neófito. Nunca fue mordido para ser lo que es. Su carácter está bajo control.

Carlisle y Esme aparecen por el lado contrario que Sam y Jared utilizaron para llegar. Tienen las ropas rasgadas y un par de arañazos curados en las manos y, en el caso de Carlisle, cerca del cuello. Esme no tarda en reunirse con Alice para conocer a Lowell como no tuvo tiempo de hacerlo antes del ataque. Carlisle se une a Edward para defender a su nieto.

¿Por qué permitieron que fuera gestado si podía ser como yo creí que sería? Sam siente inconformidad y una tenue irritación por el recuerdo de Paul rebelándose y abandonando la manada.

-          Pregunta por qué permitimos su gestación – informa Edward. Carlisle advierte la nota débil en la voz de Edward y resuelve ser él quien dé la respuesta.

-          Jacob no quiso que interviniéramos su estado de gravidez. Él nunca consideró deshacerse de su hijo pese a las consecuencias que eso le traería a su cuerpo. Como médico, le sugerí que detuviera el proceso, pero no tomó en cuenta mi alternativa. Él nos dijo desde el inicio que estaba convencido de que Lowell no sería como los niños inmortales de siglos atrás, y estaba en lo correcto.

Sabían que podía matarlo, ¿por qué-?

-          Respetamos su decisión – interrumpe Edward, no queriendo escuchar la repetición de los miedos que tuvo y se volvieron realidad –. No podíamos obligarlo a nada. Ideamos planes nutricionales para compensar las pérdidas y atendimos sus molestias y lesiones. Vivió para ver a Lowell una vez, y la felicidad y satisfacción que me mostró entonces son lo último que compartimos. Así que, Sam, incluso si no estás contento por el hecho de que mi hijo esté aquí, yo no voy a dejar que me lo quites.

La pena de Edward se traduce en ira, pero su voz se mantiene modulada y cordial. Está negociando, no cediéndolo todo. La única persona ante la que se rindió nunca, es Jacob. Él no está, pero Edward luchará por conservar la vida de Lowell. Su hijo es la razón por la que Jacob murió sintiéndose dichoso; asimismo, es el motivo por el cual Edward quiere vivir esa eternidad que tanto lo aterraba hace apenas unas horas atrás, cuando la vida de Jacob desaparecía parsimoniosamente de su cálido ser.

Nos retiraremos, dice Sam, pero los tendremos bajo vigilancia. Mientras su existencia no represente un peligro real para mi tribu o los habitantes de Forks, nosotros no tendremos que darle caza. El que sea el compañero de alma de Seth sólo marca la pauta para dudar de mis juicios anteriores, no para eliminarlos.

-          Acepta irse sin herir a Lowell, pero avisa que estará supervisándolo. A él y a nosotros.

Especialmente a ti, Edward Cullen. Has infringido varias de nuestras leyes y violado el tratado de la frontera antes. Hablaremos de tus infracciones al pacto con mis antepasados después. Sam retrocede y llamada a Jared para que lo siga de regreso a la reserva. Las siluetas oscuras de ambos lobos se pierden en la negrura y el espesor del bosque.

Edward suspira con cansancio y acepta el abrazo que Carlisle le ofrece. La risilla de Lowell mitiga el poder de sus emociones lóbregas. La afligida alegría de Esme, la amorosa madre que tanto ha penado por sus hijos, es un fragante bálsamo para su esposo; habiendo sido una pareja durante tanto, Carlisle siente el dolor de Esme como el más brutal de los castigos.

Rosalie recupera la movilidad de su brazo herido en menos de dos horas. Carlisle la examina luego de atender a Seth, quien es un bastardo con suerte por tener un hueso que comenzó a sanar en la postura correcta; Paul padeció un infierno cuando la neófita de James le trituró las costillas y los brazos.

Las heridas en los costados de Seth sanan y la cicatriz desaparece. Leah agradece a los Cullen por haber cuidado de su hermano cuando ella estuvo lejos de él y lo que obtiene a cambio es una sonrisa de Alice, un asentimiento de Jasper, una palmada de Emmett y un abrazo rápido de Esme.

Paul inspecciona a Seth cuando el chico le pregunta a Esme si puede cargar a Lowell. El bebé, estando rodeado de su gran familia, ignora a ratos el espacio vacío que siente en su pecho; todos a quienes ve son una fuente de luz y calor a la que él se acopla perfectamente.

Aun sabiendo que su hijo está conociendo lo que es ser parte de algo irremplazable como la familia, Edward no puede ignorar el espacio vacío que está a su lado en el sofá de dos plazas, el fresco aroma que le hace falta al aire o el lacerante latir del corazón que creía muerto desde hace un siglo.

Notas finales:

Eso es todo, y me ha dejado con un nudo en la garganta mientras lo escribía.

 

 *Yuri Choi:

Por el momento, diré que en verdad aprecio a la persona que dejó ese comentario. Tú sabes quien eres, la única que se animó a dejarme un poquito de sus palabras. Muchas, muchas gracias. Tu comentario alegró mi horrible día y me hizo sonreír mucho. Me alegra tanto que te haya encantado y que hayas leído mi historia tan rápido, apenas en un día. Te agradeceré "formalmente" cuando haga el recuento y conteste a los comentarios, pero quería decirte algo más por aquí. Gracias por leer, muchas gracias en verdad.

Gracias a todos quienes leyeron y a todo quienes leerán.

Hasta luego :)


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