Donghae se encontraba fuera de la casa de los hechiceros, esperando que aquél azabache le diera unos segundos de su tiempo, como lo había hecho en anteriores ocasiones. Al verlo salir notó como su corazón quiso salir de su pecho, todos estos sentimientos que tenía por aquel hechicero, comenzaron a florecer hace tantas décadas. Para el castaño era tan extraño el no poder quitar su vista de aquel cabello negro tan intenso, de aquellas facciones que le hacían delirar, o si quiera de esa sonrisa que dejaba mostrar por completo sus dientes y parte de sus encías, era tan extraño, que se sentía mágico y aunque el fuera parte de la “magia” como tal, seguía siendo curioso para él la forma que este hechicero le hacía sentir.
─ ¿Podrías dejar de esperarme siempre? Se vuelve un poco irritante, eres como un perro faldero. ─ Y así era siempre, lo trataba horriblemente, era indiferente con él, le denigraba y a pesar de eso, Donghae seguía perdidamente enamorado de aquél chico, el castaño aún tenía esperanzas, él conoció por un momento el lado adorable del azabache, él sabe cómo es realmente.
─ Tengo raíces de perro, ¿Qué esperas HyukJae? ─ Respondió juguetón, en el fondo siempre esperaba que riera con alguna de sus tonterías. Hyuk rio y para Donghae, ese sonido fue parecido a la gloria.
─ Lo sé Hae, pero debes dejar de tratar de conseguir algo conmigo, esto se terminó hace años y deberías tenerlo bastante claro. ─ El corazón del castaño se encogió, entristecido ante esos recuerdos, fue lo que él cree, el peor día en toda su existencia.
─ Y yo ya te he dicho, aún tengo esperanzas Hyuk. Las esperanzas son lo último que muere, ¿cierto? ─ El azabache bufó, aunque en su interior daba saltitos de alegría, el castaño le hacía sentir de una manera tan extraña, pero jamás lo perdonaría, jamás olvidaría lo que aquél chico de cabello castaño y rostro de ángel caído le había hecho.
─ Y yo te digo ─ Se acercó amenazador al chico y le tomó de la barbilla bruscamente, haciendo que le mirara a los ojos y sus labios se rozaran suavemente ─ Que dejes esas esperanzas de lado ─ Besó la mejilla del chico y continuó besando hasta el oído del chico. ─ Porque jamás me volverás a tener ─ Las piernas del castaño flaquearon y cayó al suelo, el azabache rio para luego desaparecer entre las sombras.
Y ahí estaba Donghae de nuevo, con el corazón queriendo salir de su pecho, con mariposas en su estómago, que revoloteaban con la felicidad desprendiéndose de ellas. Pero aun así lágrimas silenciosas salían de sus ojos, rodando por sus mejillas y perdiéndose en la ropa del castaño, cada palabra de ese azabache eran navajas, que abrían viejas heridas que Hae poseía, heridas que aún tenían grandes cicatrices , heridas que aún le dolían con toda su alma. Se aferró aún más a él mismo y acalló sus sollozos entre sus piernas, dejando que las lágrimas cayeran al igual que las últimas veces que se encontraba con el azabache. « ¿Por qué no te rindes? » Le preguntaba molesto su interior. « Deberías rendirte Donghae » Le reprendió nuevamente su interior, pero nuevamente le hizo caso omiso a esas palabras, las sensaciones que le traía el azabache eran demasiado hermosas como para dejarlas atrás por unas simples palabras hirientes.
~ . ~
Henry estaba sentado junto al gran árbol, tirándose de los cabellos porque aún no aprendía del todo a tocar aquél instrumento de cuerdas que sostenía entre sus manos.
─ ¿Cómo esto puede ser tan difícil? ─ Gruñó en un susurro, no quería molestar a nadie.
─ No lo es. ─ Dijo una voz tras él, era un chico bastante alto, de cabello castaño. Reconocía ese aroma, no sabía de qué o cuando, pero le reconocía. ─ ¿Me permites? ─ Dijo aquél chico tan alto, luego de sentarse junto a él. Henry estiró el instrumento hacía él y le sonrió.
El rubio estaba sorprendido, los dedos de aquél chico se deslizaban con tanta facilidad sobre las cuerdas del instrumento, melodías hermosas salían de él y la voz hermosa que tenía el chico al cantar, lo tenían totalmente absorto. Cuando el chico dejó de tocar, le regresó el instrumento al más bajo y se levantó, dispuesto a marcharse.
─ Espera… Este… Yo… Bueno, quería saber… ─ Salían palabras poco acordes de sus labios y el castaño comenzó a reír.
─ ¿Quieres que te enseñe? ─ Preguntó el más alto y el rubio asintió entretenido. ─ Bien… Disculpa, no se tu nombre ─ Declaró el castaño algo avergonzado.
─ Mi nombre es Henry, ¿y el tuyo? ─ El rubio estiró su mano y el castaño la apretó, en un gesto cariñoso.
─ Zhoumi, llámame Mimi. ─ Dijo con una sonrisa, para luego tomar la guitarra y mostrarle al chico unas notas.
Pasaron así horas, cuando el rubio no podía, Zhoumi tomaba los dedos del chico y los colocaba donde debían ir, cuando Henry no rasgaba las cuerdas bien, el castaño tomaba la mano del rubio y la dejaba recorrer las cuerdas, creando una bella melodía. Estas acciones por parte del más alto, causaban que el corazón del menor palpitara más rápido de lo normal y sus mejillas tomaran un color carmín bastante intenso, que causaban la risa del mayor.
Una chica de cabellos negros, que caían en ondas hasta su cadera observaba la repugnante escena desde lejos, mientras su entrecejo se mantenía rígido, claramente molesta por la escena que sus ojos presenciaban. Fijo su mirada en el chico rubio y este rápidamente cayó al suelo, con un dolor en su cabeza horrendo. La chica sonrió y se volvió humo entre las sombras.
─ ¡Henry! ─ Gritó el más alto para mirar a su alrededor, tenía más que claro quién era la responsable de que el rubio estuviese así. Una pequeña chica alada, apareció entre las hojas del gran árbol y posó sus delicadas manos en las cienes del muchacho, frotándolas con delicadeza y quitándole el dolor poco a poco. ─ Gracias Seo ─ Dijo el chico sonriente y la chica se acercó molesta.
─ Sé que no puedes hacer nada contra esa bruja, pero ¡Eres un hechicero por dios!, ¿no puedes proteger a las personas que te rodean de alguna forma? ─ Le dijo el hada, molesta con el castaño. Le conocía siglos y sabían quién estaba haciendo esto, pero el castaño nunca quiso hablar de ello. ─ Siempre pasa esto, algún día no estaré allí para cuidarlos Mimi, ten cuidado ─ Volvió a decir el hada, para luego desaparecer entre las hojas del inmenso sauce.
Zhoumi vio al chico que dormía tranquilamente recostado en el suelo. Se golpeó mentalmente varias veces, «Deja de ser tan inconsciente, tienes que dejarle claros tus sentimientos a esa bruja » Se reprendió mentalmente, hace décadas que esta chica le había causado problemas, habían tenido un pequeño romance y ella jamás lo superó, el castaño jamás quiso lastimarla, ilusionarla o algo parecido, pero había descubierto como era aquella bruja en realidad, descubrió su oscuro corazón, un corazón que ya no tenía salvación.
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Luhan observaba a lo lejos a aquel lobo albino correr por un prado llano, corría solamente para tratar de quitar su ira, estaba molesto con él y eso hacía que el castaño se estremeciera por completo, ambos se habían salvado la vida en una ocasión, y… ¿Así terminarían las cosas?. No, no podían terminar así, es más, Luhan no quería que las cosas terminaran así.
Sehun se dirigía a casa, aun siendo aquél lobo de pelaje blanco, mientras iba caminando la transformación ocurrió y nuevamente era un chico alto, de piel pálida y cabellos rubios. Entró a su casa sintiendo nuevamente aquel conocido olor y su cuerpo se tensó «Luhan» Pronunció su mente, haciendo que el chico se estremeciera, dio un suspiro y revisó por completo la casa, ni rastros del castaño por ningún lugar, entonces ¿A qué vendría aquél olor?. Dejó sus preocupaciones de lado y divisó un cuadernillo sobre su mesa de noche, tenía una nota sobre él. ─ “Antes de Juzgarme, por favor lee esto” ─ Leyó el rubio para luego seguir. ─ Luhan… ─ Dijo en un susurro y arrancó la nota de aquel cuadernillo, tenía curiosidad, mucha. Pero realmente no quería tener nada que ver con aquél muchacho, había entendido que era un monstruo, de la peor calaña. Debía proteger a los humanos, debía proteger a lo que era antes, no dejarles morir en manos de horribles criaturas.
El rubio daba vueltas alrededor del cuadernillo, decidiendo si leerlo o no. Al final, la curiosidad le ganó y comenzó a leer la primera hoja.
“Querido Diario”
¿Era el diario de Luhan?, si, lo era. Y se lo había dado, por un momento su corazón se llenó de felicidad y de cariño, pero inmediatamente los recuerdos fueron borrados y cambiados por la horrible criatura que eran los vampiros. Dio un fuerte suspiro y continuó leyendo.
“El deseo por tomar la sangre de humanos se vuelve fuerte, es horrible este sentimiento, ¿por qué tuve que convertirme en esta criatura tan despreciable?
Sinceramente, me doy asco. No puedo soportar el ver una persona como cualquier otra, caminando frente a mí, sin sentir como la sangre corre por sus venas, sus cuellos se ven tan deliciosos. Muero de hambre y de sed, la comida normal simplemente me repugna y el agua es como si desapareciera en m garganta. Nada me satisface y no quiero ser un monstruo, no quiero atacar a los de mi especie, no quiero ser como aquélla persona que me ataco, me tengo miedo, tengo miedo de estar con mi familia y no controlarme.
No quiero caer ante la tentación de probar la sangre humana, pero sinceramente… estoy muriendo lentamente.”
Sehun sintió la tristeza apoderarse de él, ¿en verdad aquél sonriente chico había sufrido tanto?. « Claro idiota, se volvió un monstruo de un día para él otro » Le regañó su interior, dándose fuertes cachetadas internas, por haber tratado a aquél chico tan mal. De nuevo la confusión le invadió, pero el mató humanos alguna vez, y eso era lo peor que podría haber hecho. Dejó su lucha interna y continuó leyendo.
“Es oficial, acabo de convertirme en una horrenda y asquerosa bestia. Debería sentir una felicidad embriagadora ahora que me puedo alimentar normalmente, ¿no?. Pues la verdad no, el día de hoy, me doy mil veces más asco que antes. Sentir el sabor a sangre dentro de mi boca aún, que me hace desearla aún más, es repugnante. Me encantaría poder suicidarme, pero me regenero escandalosamente rápido y lo que me hago no me causa dolor alguno. ¿Acaso me merecía esta vida?”
─ No, no te la merecías ─ Susurró Sehun, para luego cerrar aquél cuadernillo, era demasiada información para solo un día, no podía estar enojado con Luhan, ahora entendía porque él era así, pero, ¿por qué Hyuk Jae no intentó decirme que habían excepciones?, no todo es como lo imaginamos.
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─ ¡Deja de interponerte en la vida del chico! ─ Gritó una chica de cabello azul oscuro hasta su mentón. ─ Victoria, entiéndelo… Ya pasó todo, no puedes hacer nada ─ Volvió a reprender a la mayor.
─ ¡Tu deja de entrometerte en mi vida Luna! ─ Gritó molesta la pelinegra ─ Nadie te ha pedido tu opinión, ¿O sí? ─ Dijo retando a la menor.
─ ¿Acaso olvidas para qué estamos aquí? No me interesan tus amores fallidos, nosotras aquí, controlamos la magia negra. ¡No puedes usarla como se te de la regalada gana! ─ Le dijo la pequeña a la más alta ─ Realmente, no me interesa que te duela o que sufras, pero deja de actuar como una loca, ¡Zhoumi ya no te quiere Victoria! ─ La pelinegra dejó derramar algunas lágrimas de sus oscuros ojos, ahora inyectados en sangre. ─ No llores… Vicky…. ─ Dijo lentamente Luna, acercándose cautelosa a la mayor de todas, abrazándola lentamente.
─ ¡Aún lo amo! ¿Qué no lo entiendes? ─ Dijo callando sus sollozos en el hombro de la pequeña. ─ ¡No sé porque me hizo esto! ─ Gritó molesta la pelinegra.
Era mentira, lo sabía perfectamente. Sabía porque aquél castaño que ahora no dejaba su cabeza, se había ido de su vida así como así, y la verdad es que si hubiera sido otra persona, no le culparía.