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El mandato del sultán. por grecia medina perez

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Notas del capitulo:

HOLA mis amores tarde 3 semanas en subir capitulo pueden creerlo!!!

Ya vamos mejorando :B

Este capitulo lo escribí con ayuda de mi amiga Dany quien fue quien escribió la violación de Fakhir, agradescanle a ella el que se queden o no traumados.

En fin los extrañe mucho espero y me comenten que les pareció este capitulo que es más drama que otra cosa, llevo horas pegada a la computadora borrando y escribiendo hasta que algo me gusta así que ustedes leeran el borrador del borrador del borrador....(infinito)

Y bueno ya saben Todos son bienvenidos en mi pagina de facebook "el mandato del sultan" donde subo fechas de actualizaciones e imagenes.

PD: le dedico este capitulo a mi hermana Maritza que esta estrenando nariz nueva. (la operaron por sinositis y de paso le hicieron cirugía estetica)

Si mas a leer!!!

~Nanamune~

Ya tendría tiempo de sobra para moler a golpes a ese par de hijos de puta pero si no ponía a salvo tanto a mi hijo como a Shiro nada de esto habrá valido la pena.

Tomé con suma delicadeza a mi esposa pues su cuerpo parecía poder romperse ante el más ligero toque, la sostuve entre mis brazos para luego levantarme y salir por la puerta, fuera de esta aún continuaba el sonido persistente de las armas al ser accionadas junto con los lastimeros gritos de los hombres al ser heridos pero a la vez con los de victoria de aquellos que lograron su cometido.

Desde donde yo estaba pude ubicar mi objetivo el cual se encontraba fuera de las puertas del edificio ahí estaba aparcado el vehículo de mayor tamaño, apreté a Shiro contra mi cuerpo antes de comenzar mi caminata por el mar de balas al que me dirigía.

Bajé las escaleras y no faltó mucho tiempo para que comenzaran a seguirme, acomodé a Shiro en mi espalda para poder maniobrar  y comencé a disparar, mi cartucho solo tenía 32 balas por lo que no podía desperdiciarlas, los hombres hicieron lo mismo obligándome a cubrirme tras una pared no podía arriesgarme a que una bala impactara en mi Maharin.

Asomé ligeramente la cabeza y tras visualizarlos disparé 6 balas logrando que todas dieran en el objetivo, el quejido en grupo de los hombres no tardó en sonar pues mi objetivo nunca fue matarlos sino herirlos ya un 40% de quienes estaban aquí era porque los habían obligado, no quería matar por error a nadie perteneciente a ese porcentaje.

Di un ligero salto para acomodar mejor a Shiro y continúe con nuestro camino, fuera del edificio estaban el mayor número de rebeldes y soldados por lo que lo verdaderamente difícil aun no comenzaba, cuando llegué al primer piso del lugar un cuchillo pasó rozando mi rostro a casi nada de causarme una herida de no ser por mi reflejos, frente a mí se encontraba el tipo que me retaba en los desayunos con algunos cuchillos más en sus manos.

-Parece que al fin te puedo hacer pagar, oh ¿Qué llevas ahí? ¿Tan rápido has comenzado a robarte cosas?-

No le respondí pero seguí mirando atentamente cada uno de sus movimientos a la espera de que hiciera amago de lanzar alguna de sus cuchillas, este me sonrió con superioridad lo que hizo que apretará con más fuerza el arma que portaba.

-Pero dejémonos de charlas y vayamos al climax.-

Dicho eso lanzó uno de sus cuchillos sin embargo por la dirección que este tenía sabía que tan solo era un señuelo para que me moviera y pudiera clavarme otro por lo que permanecí inmóvil en mi lugar y tal como lo predije apenas lanzó el primero también hizo lo mismo con el segundo, al ver que había fallado rechinó los dientes con enojo y esta vez en vez de lanzarlos comenzó a correr en dirección mía con sus últimas 2 cuchillas en sus manos.

El sujeto comenzó a lanzar puñaladas en todas direcciones mientras yo solo las esquivaba tratando de dar lo menos posible la espalda para que ninguna de ellas fuera a dañar a Shiro, en un descuido de su parte lo tomé con fuerza de su muñeca y le oficié un fuerte cabezazo que pareció marearlo lo suficiente para que pudiera quitarle uno de sus cuchillos y lograr clavárselo en la pierna y brazo, él hombre se desplomó en el suelo tras eso y no hizo más que gritar a causa del dolor.

No me quedé más tiempo a admirar su sufrimiento por lo que apenas vi que quedó fuera de combate me eché a correr hacia la entrada principal cuando llegué a ella me di cuenta del terrible error que había cometido al no escoger  una de las puertas laterales, pues había cerca de 25 hombres en esta que al  reparar en mi presencia no tardaron en apuntarme con sus armas.

Me resguardé nuevamente tras una pared y comencé a dispararles perdiendo algunas balas pero logrando mi objetivo en algunos casos, justo cuando pensé que me quedaría sin municiones  antes de acabar con todos ellos, Jûdo y Gutak aparecieron ayudándome a despejar el área.

-Sal de aquí con la Maharin nosotros nos encargamos de esto.-

Asentí con la cabeza y me dirigí a la cocina a sabiendas de que esta tenía una puerta de emergencia por la que podría salir del lugar, el sitio se encontraba vació lo que me alentó a seguir por ahí pero al llegar a la cocina me encontré con el mismo tipo de ayer que me había regañado por mi tardanza, sin embargo esté no hizo ademán de querer atacarme y al ver que cargaba con una persona herida se hizo a un lado, algo desconfiado avancé sin dejar de mirarlo al llegar a la puerta le agradecí con un ligero cabeceo.

Una vez que salí del lugar el ruido se intensificó mínimo 3 veces, se podía distinguir fácilmente entre los dos ejércitos.

Los habían tomado desprevenidos pues muchos de los del bando enemigo no portaban uniforme o antibalas a diferencia del ejército, tracé en mi mente la ruta más segura y emprendí el viaje en esa dirección cargando nuevamente al estilo princesa a Shiro pues aquí era muy sencillo que alguien me disparara desde atrás.

En el camino tuve que hacer uso de todas mis balas por lo que solo contaba con el cuchillo que le había quitado al sujeto que trató de apuñalarme, muchos de los hombres del ejercito de mi padre también llegaban a dispararme pero tras ver a quien llevaba en brazos no tardaban en cesar sus tiros, uno de estos soldados me ofreció una nueva arma que no dudé en aceptar, a pesar de estar dirigiéndome al objetivo que había marcado buscaba con mi mirada a Watari y Fakhir pero para mi mala suerte no lograba ubicarlos pues mi vista permanecía casi siempre al frente, tenía varios roses de bala en mi cuerpo y un sinfín de raspones y rasguños pero por la adrenalina apenas y sabía de su existencia, justo antes de atravesar la puerta del lugar un bala impactó en mi brazo al girarme pude ver al dueño de dicha fardo.

No era di más ni menos que Fakhir quien no tardó en ser detenido por mis hombres, el terreno ya había sido aseguro casi en su totalidad por nuestra parte uno de los soldados trató de ayudarme a cargar con mi Maharin pero me negué rotundamente a soltarlo de mis brazos, no me lo quitarían, no otra vez.

El brazo derecho no paraba de sangrarme pero sabía que no podía morir por una herida de ese calibre por lo que no me alarmaba muy al contrario de mis hombres, apenas llegué al vehículo militar mejor resguardado me dejé atender por un médico del escuadrón y tras algunas palabras de este le permití revisar a Shiro nunca me perdonaría si algo le pasara por mi negación.

Cuando el Médico lo despojó de sus ropas pude notar lo mancillado de su cuerpo y mi furia no hizo más que incrementar más de lo que creí posible, tras asegurarme de que mi esposa estaba en buenas manos salí del vehículo ante las réplicas de médico y de algunos soldados que me pedían volver al camión.(Ellos no podían ingresar en él)

Tal como pensé traían tanto a Fakhir como a Watari esposados y varios de mis hombres les apuntaban a nada de dispararles.

-ALTO!!!-

-Pero su majestad ellos merecen morir…-

-POR SUPUESTO QUE LO MERECEN PERO DE UNA MANERA MÁS CRUEL.-

Le arrebaté la pistola de la mano a uno de los hombres ahí y tras quitar el seguro de esta la pegué al cráneo de Fakhir.

-Sabes las inmensas ganas que tengo de matarte MALDITO HIJO DE PUTA!! PERO NO TE DARE UN CAMINO TAN FÁCIL O NO, TE REGRESARE EL FAVOR QUE LE DISTE A MI ESPOSA MAL NACIDO DE MIERDA-

Aventé el arma fuera de mi alcancé pues sabía que si seguía sosteniéndola terminaría matándolo de una forma que no se merecía el muy canalla, comencé a patearlo y golpearlo liberando todo mi coraje en el hasta hacer de su rostro una bola de carne irreconocible.

-Continuaremos en el castillo.-

Dije escupiéndole las palabras por la rabia, tras darle una patada en el rostro a Watari regresé al vehículo donde el médico atendía a Shiro, este ya estaba más limpio y vestía una bata blanca típica del hospital militar, me acerqué y comencé a acariciarle los cabellos con suavidad, por el mutismo del doctor supe que estaba dentro de lo posible “bien” esté salió del vehículo y dejando a un lado el orgullo que ser hombre traía consigo comencé a llorar liberando lagrimas amargas al no poder evitar que todo esto pasará, les había fallado en grande a las personas que más amaba y no podía hacer nada para solucionarlo solo esperaba que Shiro me perdonara.

-Perdóname amor créeme cuando te digo que daré mi vida antes de dejar que algo te pasé perdónenme los dos por todo…-

-No tengo..na..da que perdonar..te-

~Shiro~

Cuando salí de la inconciencia lo primero que escuché fue el llanto de una persona y tras escuchar la voz de Nanamune supe a quién pertenecía.

Este me miró con la tristeza reflejada en su rostro junto con el arrepentimiento y sin resistirlo más me eché a llorar juntó con él, Seghit me besó la frente con la delicadeza con la que tocas una flor y yo solo pude cerrar los ojos de gusto por tenerlo nuevamente cerca de mí.

Me levanté de la camilla donde me encontraba, acallando con mis labios la protesta de mi esposo y sentándome en su regazo, recargando mi cabeza en su pecho y dejando que sus manos me abrazaran.

-No digas nada solo déjame estar justo así, tan cerca como pueda de tu cuerpo.-

Cerré los ojos y a sabiendas de que estaba seguro me dejé llevar por el sueño.

~Nanamune~

Fuera del vehículo aún se escuchaban algunos disparos pero por raro que sonase no me importaban en lo más mínimo, sentía rencor y mucho, por haber sido traicionado por mi propia gente y que mi pueblo le creyera a un general antes que a su rey.

Observé el rostro de Shiro relajado a pesar de todo y posé mi mano sobre ese lugar especial donde crecía mi hijo, sonreí para mis adentros y besé con suma ternura la frente de mi consorte, el camión comenzó a avanzar y me cuestioné sobre el paradero de mis amigos sin embargo no me preocupe, sabía que estaban bien.

Miré por una ventana del vehículo y noté que ya estabas a varios metros del edificio y que otros automóviles iban detrás de nosotros y algunos más adelantados solo por escasos metros, en uno de ellos divisé la figura de mi amigo Kalel que parecía estar forcejeando con su “pareja”, al final si se había quedado con el doncel, busqué con la mirada a Gutak y Jûdo divisándolos en un camión militar junto con algunos soldados más.

El sueño me comenzó a vencer y el agotamiento de mi cuerpo se hizo presente rápidamente al perder por completo la adrenalina que la hacía anestesia a todos mis dolores, tomé con más fuerza a Shiro y me acomodé mejor apoyándome en una pared del lugar y alejándome lo más posible de las ventanas existentes ya que sabía que aun podía haber peligro y estar cerca de una ventana no era para nada recomendable.

Levanté la cabeza en dirección al reloj electrónico que se encontraba en una de las paredes, eran las 3:30 de la madruga más me negaba a dejarme llevar por el sueño, sabía que sonaba por demás paranoico pero no quería arriesgarme a perder de vista nuevamente a mi pareja.

La noche fue remplazada poco a poco por el sol matutino, ahora el reloj marcaba las 7:30 am y el paisaje seguía siendo solo las dunas del desierto, Shiro se comenzó a remover entre mis brazos pues no lo había soltado desde que este se había entregado a los brazos de Morfeo, sentí poco tiempo después sus delgados brazos abrazarme con la mayor fuerza que estos podían ejercer, a lo que yo le correspondí casi enseguida.

-Te extrañé mucho Nanamune.-

-Yo también amor.-

-No me vuelvas a dejar, por favor.-Un nudo en mi garganta se formó al escuchar las palabras de mi maharin que ahora sonaban algo distorsionadas por el llanto que amenazaba por atacarlo.

-No dejare que algo les pasé a ninguno de los dos, te lo juro, primero doy mi vida antes que permitir que algo te suceda porque tú eres “kl ma eindi”(mi todo)-

-Tenía miedo Nanamune, miedo de perderte, de perder a mi hijo y de que sacrificaras a tu nación por mí-

-Mi nación es poco de lo que sacrificaría por ti…-

Shiro me sonrió contagiándome de su sentimiento de felicidad, haciendo que derramara una lágrima de alegría por ello, me acerqué a él y sin tener que pedírselo este me tomó del rostro y me besó con necesidad siendo correspondido al instante por mí, ambos tratábamos de volvernos uno por medio de un beso, al que le siguieron muchos más hasta que el estómago de shiro hizo acta de presencia con un ruido.

Nos separamos por tal motivo y coloqué a shiro sobre la camilla para que se recostara más cómodamente, en lo que yo le buscaba algo de comer, para su mal infortunio el camión solo contaba con despensas militares en otras palabras comida empaquetada, tome algunas cuantas y me senté a lado de la camilla mostrándoselas, este me miró curioso.

-Es comida militar-Dije leyendo la pregunta en sus ojos.

Esté tomo los empaques que le tendí y los observó de cerca, leyendo lo que contenían.

-¿Cómo se supone que “un filete con vegetales” pueda caber aquí?-

-Es más bien como pasta con ese sabor, pero incluye todos los nutrientes que una porción de carne te aporta con la consecuencia de que no te deja del todo satisfecho.-

-¿Cual me recomiendas? -

-Te soy franco…todas tienen el mismo sabor.-

Shiro me sonrió con ironía ante la noticia y abrió uno al azar, le tocó una barra de color opaco y tras darle un mordisco una ligera mueca se instaló en su rostro pero no dejó de comerla hasta terminarla.

-Nanamune…-

-¿Qué sucede amor?-

-¿Qué le pasara a Watari?-

Inmediatamente me tensé por lo pregunta más no me negué a responderle.

-Lo que se merece, será ejecutado por todo lo que te hizo y la alta traición-

-¿Pero serás piadoso con él?-

-La palabra piedad no aplica para él Shiro.-

-Nanamune por favor…no lo tortures.-

La petición de mi maharin me dejó completamente desconcertado y mi rostro de confusión se transformó en uno de enojo.

-Porque habría de hacerlo, EL TE VIOLÓ, ME TRAICIONÓ ¿y tu pides piedad por él?-

-Sé muy bien que él no es una buena persona Nanamune y que por su culpa todo esto sucedió pero cuando estuve en el recinto él no me daño, me cuidó y me protegió de Fakhir.-

 Al mencionar el nombre de Fakhir mi consorte comenzó a temblar y cerró los ojos como si eso le trajera un recuerdo doloroso, entendí que en vez de gritarle debería brindarle mi apoyo ya que al final de cuentas él fue la víctima en todo este juego de poder.

-Shiro necesito saber ¿Quién fue él que osó profanarte?-

-Fakhir…-

Ahora entendía el porqué de su miedo, le besé de forma cariñosa en un intento por tranquilizarlo, prometiéndome a mí mismo que traería el infierno a la tierra solo para ver quemarse a Fakhir, una ligera sonrisa maliciosa se instaló en mi rostro de solo imaginar su dolor, haría que sintiera lo que mi consorte sufrió en sus manos pero con la diferencia de que multiplicado por 10.

En lo que transcurrió del vieja permanecimos en silencio, y por petición de shiro me subí a la camilla pero siendo esta tan pequeña temía que él se cayera sin embargo este se aferró de mi pecho y no me soltó, mientras yo paseaba mi mano por su espalda en un intento por reconfortarlo.

Pasadas unas horas el paisaje arenoso fue cambiado por altos edificios y calles pavimentadas, había llegado a la ciudad, sabedor del gran sermón que me esperaba al llegar suspiré con cierta molestia, no paso mucho tiempo cuando los muros del palacio se dejaron ver y acto seguido el castillo mismo.

El camión se detuvo al igual que los vehículos que se encontraban a su alrededor, Shiro se había quedado dormido en el camino por lo que con cuidado me levanté con él en brazos, algunas voces se escucharon tras las puertas del camión, abriéndose tiempo después.

Bajé del vehículo sin mayor problema y pude notar como la mayoría de los presentes centraban mi mirada en mí no sabía si era por mi aspecto, por mi maharin o por lo que me esperaba al entrar al palacio de igual manera decidí ignorarlas y me adentré en el gran edificio frente a mí.

Al entrar me encontré con el recibidor llenó de soldados en posición de firmes dándome sus respetos, continué con mi camino hasta llegar a nuestra alcoba, coloqué a mi Maharin sobre la cama y esta al instante comenzó a buscarme con su mano aun medio dormido, me senté a un lado suyo y una vez que comprobó que me encontraba cerca se volvió a acurrucar.

Tenía que meditar que haría de ahora en adelante pues temía por la seguridad de Shiro y de mi reino si nuevas amenazas se presentaban y yo no las notaba hasta que fuera demasiado tarde. Era más que obvio que tendría que cambiar la guardia de mi esposa como primer requisito, plantearme como tarea revisar la lista del personal uno por uno y contratar encargados de cada área que fueran de mi total confianza como lo era Rosalit quien se encargaría de entrevistar a las doncellas del diario de Shiro.

Suspiré pensando en todo lo que estuvo a punto de ocurrir comenzando con el ataque a Riad que pudimos evitar y el declive que tendría el país en su economía a esto sumándole los costos y grandes pérdidas que traía la guerra consigo, sabía que debería estarme duchando para poder ayudar a mi padre con los asuntos del palacio pero no quería separarme un segundo del lado de mi esposa, me acomodé a su lado y me dejé llevar por el sueño.

Cuando desperté Shiro ya se encontraba despierto y sentado a un lado mío, al mirar uno de los relojes de la habitación me pude dar cuenta de lo tarde que era.

-¿Por qué no me has despertado?-

-Estuviste todo el camino en vela Nanamune, te merecías descansar- Dijo Shiro sonriéndome, se notaba que ya estaba mucho mejor pues ese brillo tan característico de él comenzaba a regresar poco a poco.

Pude notar como él me recorría con la mirada tratando de acostumbrarse a mi nuevo rostro.

-¿Tan mal me veo?-

-Para nada, solo que no verte con tu larga cabellera se me hace un poco extraño pero ¿te digo algo? Luces más sexy así, te da un aire salvaje.-Solté una pequeña risa ante los comentarios de mi maharin por no desanimarme.

 -Tú luces precioso con esa nueva curva en tu vientre.-

-No me ves por un mes, casi nos matan y tu primer halago es decirme que me veo gordo?-  Mencionó con una voz entre el sarcasmo y la gracia.

-Yo no veo a ninguna persona gorda en la habitación solo a una personita con tres meses de embarazo que se ve hermoso.-

-No sé si creerte.-

Después de todo lo ocurrido el que nos encontráramos bromeando tranquilamente en nuestra habitación me parecía algo irreal y temía que fuera a desaparecer en cualquier momento, sabía que Shiro no estaba del todo bien se le notaba en sus ojos más se mostraba fuerte en un intento por no preocuparme.

-¿Sabes en que nos parecemos justo ahora?-Me preguntó aun con una voz algo cantarina.

-¿En qué?-

-En el mal olor, apestamos.-

-Eso se puede arreglar.-Dije cargándolo pero al instante me pidió que lo bajara.

-¿Que sucede?-

-Yo quiero bañarme solo, no soportaría que miraras mi cuerpo tal como está ahora Seghit.-

-Soy consciente de lo que se encuentra tras esas telas Shiro y te juró que lo único que me causan es coraje amor mío y que cada rasguño tuyo lo pagara con creces quien te los causo.-

Shiro pareció meditarlo con él mismo para al final asentir y estirar sus brazos hacia mí en señal de querer ser cargado, respondí a su acción y lo cargué , consentirlo era lo menos que se merecía.

Lo dejé dentro de la tina y prepare el baño para después quitarme la ropa, una vez desnudo acompañe a mi consorte en la bañera, este aún no se quitaba la bata que lo cubría.

-Está bien si no quieres quitártela.-

El negó y comenzó a quitarse la prenda cuando terminó en el mismo estado que yo me dediqué a observar su cuerpo, estaba lleno de moretones, desde sus piernas hasta su pecho y hacia muecas de dolor cada vez que se sentaba o se movía por lo que sabía muy bien que estaba lastimado de esa “área” él medico lo había revisado y le había aplicado algunos ungüentos pero el dolor persistiría por un tiempo.

Aparte la vista al ver que lo incomodaba y lo atraje hasta mí recargándolo en mi pecho y acariciándolo a la vez que comenzaba a enjabonarlo con total delicadeza.

-Que nombres sugieres para el bebé-Dije en un intento de distraerlo de lo que hacía pues podía notar como este se tensaba.

-Aún no sabemos que es.-

-Entonces decidamos un nombre dependiendo lo que sea.-

-mmm…me gusta James si es hombre.-

-Odio a los americanos, me niego a que mi hijo porte un nombre de su nación.-

-En ese caso pensemos en nombres arábicos.-

-Me parece mejor.-

-Como se dice belleza en Árabe?-

-Aljamal.-

-luna?-

-hilal-

-Milagro?-

-muejiza.-

-Ninguno suena bien…-

-Qué te parece Divaithy?- Le dije imaginándome a una preciosa niña.

-¿Qué significa?-

-Absolutamente nada, solo suena bien.-

Shiro me miro con cara seria que me transmitía un rotundo “NO” de su parte, ya había terminado de asearlo por lo que ya no necesitaba distraerlo, me separé de él unos centímetros y comencé a asearme a mí mismo mientras Shiro se lavaba el cabello, cuando terminé con mi cuerpo proseguí con mi cabello y acabé 5 veces más rápido que antes por el nuevo tamaño de este, cuando ambos terminamos, volví a cargar a mi Maharin y lo senté sobre uno de los sillones que se encontraban en el baño para después acercarle una toalla, apenas estuvo seco lo llevé de vuelta a la cama y le pasé algo de ropa holgada a diferencia mía que me comencé tomé uno de los conjuntos preseleccionados de mi armario.

-Iras a algún lado-Me preguntó mi consorte temeroso de quedarse solo.

-Tengo que presentarme frente a mi padre, no te preocupes dejaré a Jûdo al cuidado de la alcoba ¿está bien?-No muy convencido este asintió y se acurrucó de nueva cuenta en la cama.

Al salir del cuarto me dirigí a mi oficina donde hice llamar a Rosalit y Jûdo quienes llegaron poco después, la primera se notaba feliz y ansiosa y sabía que era por el regreso de Shiro lo que me conmovió por muy fría que quisiera parecer sabía que le había tomado cariño a mi esposa.

-Nos mandó llamar su alteza?-

-Así es tengo algunas tareas para ustedes, Jûdo desde ahora serás el guardia personal de mi esposa al igual que Gutak y Kalel espero se los hagas saber cuándo los veas-Mi amigo asintió a mi petición sin replicar nada en absoluto.

-Rosalit seguirás siendo la encargada del cuidado de mi esposa, tu escogerás a las nuevas doncellas del diario, así como también mis ojos y oídos cuando yo no esté, serás la encargada de encontrar una buena enfermera para mi esposa que tras todo lo que paso no puede estar sin supervisión médica puedes hablar de ello con el doctor Jacob que nos visitara mañana mismo por ahora necesito que le hagas compañía a Shiro y que por favor le lleves algo de comer.-

La mencionada se despidió con una reverencia y se retiró de la oficina dejándome solo con Jûdo.

-Necesitas algo más Seghit?-

-Sí, consigue diez hombres de la peor calaña que estén dispuestos a hacer lo que sea, pueden ser presos, criminales lo que quieras otórgales su libertad si ese es su precio-

-Eso es sencillo pero te molestaría decirme para que los quieres-

-Para que le hagan una visita a nuestro buen amigo Fakhir.-Dije con sorna, Jûdo abrió los ojos impactado al entender mis intenciones con el traidor.

-¿Estarás presente cuando inicie la tortura?-

-Aun no lo decido-

- ¿qué hay de Watari?-

-Watari no profano el cuerpo de mi maharin pero atento contra la vida de mi hijo al igual que la de mi pueblo, se salvara de la tortura por petición de mi esposa pero hare que desee morir sin siquiera tocarlo.-

-¿Cómo planeas hacer eso?-

-Con veneno, haremos que beba “toxina botulínica” morirá en una hora si no interferimos pero sabes mejor que yo que produce una de las muertes más doloras del mundo su hijo también la beberá cuando hayan terminado con él.-

Jûdo pasó saliva pesadamente seguramente al imaginarse la escena.

-¿Que pasara con los demás traidores?-

-Algunos serán encarcelados y otros ejecutados ellos sabían que nuestro país no perdona la traición.-

-Te pasaré la lista mañana con los nombres de todos los custodiados-

-Me parece bien, hay algunos que pertenecen a los pequeños poblados del sur que estuvieron involucrados más para evitarse problemas que por gusto así que también tendré que considerar eso.-

-¿Los interrogas a todos?-

-No tengo opción, no quiero condenar a nadie inocente además no creo tener un día libre hasta pasado un mes como mínimo, por cierto ya puedes retirarte apuesto a que Solleck estará feliz de verte.-

-¿Quién dice que no me ha visto?-

Dijo mostrándome un gran rasguño en su mejilla y varios chupetones en su cuello.

-Primero me abofeteo y después…-

-Ya me imagino que vino después Jûdo-

Mi amigo salió con una sonrisa de oreja a oreja de mi despacho debido al recuerdo, lo que me llevó a pensar como le estaría yendo a Kalel con su nueva pareja.

No tuve mucho tiempo para pensarlo ya que un soldado me informó que mi padre solicitaba mi presencia en el salón del trono algo que no me sorprendió, me levanté sin muchos ánimos y caminé en dirección al ala norte donde se encontraba el salón de trono, al llegar los guardias abrieron la puerta dándome acceso al interior donde se podía apreciar a mi padre sobre su trono hablando con Yeril que parecía estar leyéndole el reporte del ataqué, al reparar en mi presencia levantó la mano como señal para que el general dejara de hablar, este no desobedeció y guardó silencio casi al instante, dio una reverencia y se retiró dejándonos solos.

Mi padre me miró desde la altura que le atribuía el lugar donde estaba sentado y soltó el aire de manera pesada.

-Desobedeciste Nanamune-

-Sabes porque lo hice…-

-SILENCIO!!! Nadie te ha permitido hablar.-

Instintivamente desvié mis ojos de la mirada furibunda que mi padre me dirigía y guarde silencio.

-Huiste, no acataste mis órdenes, te expusiste a dejar sin rey a Arabia, cortaste tu melena, robaste vehículos, atacaste a tu propia gente y  pusiste tu vida personal antes que la de tu pueblo!! Todo por un doncel y un niño.-

-Son tu sangre!! Es mi esposa y es mi hijo!!-

-Que te calles!!!, lo que hiciste me decepciona muchísimo como rey…-

-Pero me enorgullece como padre-

Levanté la cabeza sorprendido por sus últimas palabras y pude ver como todo rastro de ira se esfumó de su rostro.

-Nanamune lo que hiciste fue peligroso pero entiendo tus motivos, no suelo ser afectivo contigo pero creo que decirte algunas palabras no me matara, me alegra que hayas recuperado a tu familia y que mostraras el gran valor que todos los Seghits portamos en nuestras venas, ven acércate.-

No cabía en mi asombro ante tan radical cambio en mi padre por lo que aprovechando su momento de felicidad me acerqué sin dudarlo, grave error apenas estuve a su alcance me lanzó un puñetazo que mandó al suelo, incluso así de viejo su fuerza no decaía.

-Ya decía yo que no podía ser tan bueno.-

-Estoy orgulloso de ti como padre pero como rey lo que hiciste fue traición, tómalo como tu castigo.-

Me levanté del piso y le sonreí a mi progenitor mientras me tocaba la mejilla que es donde había impactado su puño.

-Déjame decirte que tu fuerza no ha disminuido nada desde la última vez.-

-Ni lo hará para la próxima, ya puedes retirarte espero y mañana saques a mi nuera al comedor que deseo poder verla.-

-Como hijo me gustaría pero como príncipe creo que es muy peligroso así que no.-

-No uses ese mandamiento en mí contra Seghit.-

-Sabes que estoy en todo de mi derecho.-

-Ya lárgate bribón.-Me dirigí a la salida algo desconcertado por tan “amena” charla con mi padre y justo cuando llegué a la puerta lo escuché decir.

-Y por cierto en un mes serás coronado rey.-

Me detuve unos instantes junto al umbral de la puerta y al mirarle supe que ese era el verdadero motivo por el que mandó llamarme, asentí sin decir nada y me esfumé tras la puerta.

Cuando salí me encontré con el cielo nocturno que era la señal de que terminaba mi jornada, no podía hacer nada más hasta el día siguiente por lo que me encaminé de regreso a mi habitación donde encontré a Gutak haciendo guardia frente a la puerta.

-Gutak puedes retirarte fue un día muy pesado para todos.-

No me respondió, solo me sostuvo la mirada y se marchó, lo cual no era nada raro todos lo conocían por su mutismo voluntario, al entrar al cuarto la imagen con la que me encontré fue de Rosalit sentada en la sala haciéndole compañía a mi consorte quien se encontraba cenando, apenas me vio esta se puso de pie de inmediato y me ofreció una reverencia, Shiro dejó el panecillo que hace segundos mordisqueaba sobre el plato y se levantó para abrazarme siendo correspondido por mí.

Anteriormente este comportamiento me habría extrañado pero con todo lo acontecido entendía perfectamente el afecto efusivo que recibía por parte de mi pareja que no me molestaba en lo más mínimo muy por el contrario me demostraba que mis sentimientos eran correspondidos.

-Llegas tarde.-

-Estuve algo ocupado, los días próximos también lo estaré.-

-No me quiero quedar solo en la habitación, quiero acompañarte.-

-Te aseguro que lo harás pero eso será a partir de la siguiente semana…-

Notando la clara intención de mi consorte por interrumpirme me apresure a darle el motivo para evitar una discusión.-

-Estaré los próximos días en los calabozos del palacio, decidiendo condenas e interrogando a los presos que resultaron del ataque.-

Shiro suspiró con resignación ante mis palabras a sabiendas de que no me podría acompañar por nada de él mundo y dudaba mucho que él realmente quisiera ir a esos lugares.

-Pero no preocupes que mañana estarás al cuidado de Jûdo, Kalel y Gutak, lo más seguro es que ellos traigan a sus consortes así no estarás aburrido, aunque solo los primeros 2 tienen pareja y tú ya las conoces.-

-Conozco a Solleck la novia del teniente Jûdo pero no a la pareja del sargento Kalel.-

-Recuerdas al chico que solía llevarte el desayuno- Shiro asintió aun sin entender muy bien.

-Él es la nueva pareja de Kalel.-

-¿Estás seguro de eso?-

-Demasiado seguro, él me lo comentó antes de partir.-

-Me alegro, al menos tendré la oportunidad de hacer algunos amigos.-

-Ya verás que después lo último que querrás hacer será estar conmigo en el despacho.-

-Ojala y estés en lo correcto.-

Le besé la frente a Shiro y le indiqué a Rosalit que se retirara del cuarto esta nos deseó un buen descanso y se marchó, mi consorte seguía con la misma ropa holgada con la que lo había dejado y no le veía ánimos de cambiársela ya que se notaba cómodo en ellas, muy al contrario mío que lo único que deseaba era deshacerme del conjunto que llevaba, me desvestí y me puse mi ya conocí pantalón sin importarme en conseguir una camisa.

Cuando me acosté sobre la cama Shiro ya me esperaba sentado en medio de esta, tal como estaba se le notaba aún más su pequeño vientre por lo que no pude resistir ponerme a la altura de este y repartir varios besos por ese preciado lugar que albergaba a mi hijo, mi esposo sonrió ante los mimos que le ofrecía al bebé y me miraba expectante a la espera de más, pase mis manos por su barriga tomándome mi tiempo para acariciarla y volver a besarla.

-Pequeño Maharib (guerrero) quiero que sepas que tanto yo como tu madre te amamos con demencia y esperamos que pronto podamos conocerte-Dije con una sonrisa de bobo en el rostro.

Las manos de Shiro se situaron sobre las mías transmitiéndole todo él amor que una madre no puede llegar a explicar.

-Si es varón su nombre será Senshi – Dijo con anhelo a ese pequeño bulto en su interior y sin dejarme preguntar prosiguió.

-Guerrero en japonés.-

Yo asentí de acuerdo con sus palabras y permanecimos algunos minutos más así dedicándonos solo a hablar con él bebé hasta que decidimos que sería mejor ir a dormir, me acomodé en el lecho y apenas conseguí una posición cómoda el pequeño cuerpecillo de mi maharin se postró a mi lado pegándose lo más posible a mí, yo feliz por este acto lo rodee con uno de mis brazos y acaricie la piel a mi alcance satisfecho al escuchar algunos suspiros de relajación por parte del rubio que no tardo en entregarse a los brazos de Morfeo siendo seguido por mí.

-The next day-

Me desperté cuando el sol aún no se hacía presente debido a lo temprano que era pero si quería poner todo en orden lo antes posible era necesario así que tras darme una ducha y vestirme, me fui directo a mi oficina no sin antes despedirme de mi durmiente consorte.

En mi mesa ya reposaban montañas de papeles muchos eran los perfiles de los presos de guerra, otros de los daños a las ciudades, solicitudes de la gente, porque sí, aun con la guerra y todo lo que el palacio tenía las solicitudes no paraban pidiendo más donaciones, sistemas de riego, aprobación a bodas poco convencional que eran cuando algún extranjero quería desposar a una persona de Arabia saudita y su familia no lo concedía, todos y cada uno  de los documentos sobre mi escritorio ya habían pasado por varios filtros, los de menor importancia o de bajo costo eran aprobados por los secretarios o consejeros del palacio mientras que los de sumas elevadas o circunstancias raras iban directo a mi mesa.

Los primeros que tomé fueron los de matrimonio ya que era la pila más pequeña y la que seguramente más rápido debía ser o no aprobada.

Me encontré de todo, desde un mexicano queriendo casarse con una musulmana hasta un hombre de arabia queriéndose casar con un cordero, leí cada situación planteada y aprobé la mayoría por excepción de algunos que me parecían del todo falso a estos tuve que agregarles un “porque” de la negativa a su unión y ponerlos en una sección diferente.

Las peticiones de agricultores, ganaderos y de lugares rurales los desplacé al otro lado de la mesa acordando conmigo mismo que Xerets se encargaría de ellos, una vez resueltas las solicitudes llegué a la parte que estaba tratando de evitar.

Comencé a seccionarlos por poblados del norte y sur, así me sería más fácil, estaba leyendo un perfil cuando Jûdo entró a mi oficina.

-Ya está todo listo Nanamune-

Dejé los documentos que estaba revisando y me puse de pie, salí de la habitación siguiendo a Jûdo quien me guiaba hacia el calabozo en el que tenían a Fakhir, los guardias abrieron el pesado portón que daba inicio a las prisiones del castillo y nos acompañaron en nuestro recorrido siendo cubiertos por dos nuevos cadetes que se pusieron en los extremos de la puerta cerrándola una vez que todos nos hubieras internado en el lugar.

Se escuchan los gritos de los presos por todo el lugar e inclusive algunas risas que le daban cierto aire maniático al lugar, recorrimos un largo pasillo separado por otra puerta, era donde se encerraban a los criminales más peligrosos, la última celda era perteneciente a Fakhir.

Jûdo comenzó a abrir las celdas de varios prisioneros hasta conseguir tener 10 presos fuera, ninguno de ellos preguntó el “porque” seguramente Jûdo ya les habría explicado el día anterior.

~Fakhir~

Todo estaba jodido, yo estaba completamente jodido. Encerrado en un calabozo, pequeño, oscuro, y endemoniadamente caliente. Pero a pesar de todas mis desgracias y el inminente castigo por mis acciones, no podía reprimir una sonrisa, esta asomaba involuntaria por mis labios. Lo más raro de todo era que, no me arrepentía de nada. Ahí estaba yo, sentado en la esquina de un repugnante calabozo, riendo como un desquiciado, Nanamune debería estar retorciéndose de impotencia, eso era suficiente para mí, violé a la esposa de un sultán, a la esposa de ese sultán.

Pude oír como la puerta del pasillo se abría, arrastrándose por el suelo de piedra roñosa. Muchos pasos siguieron a los primeros, demasiados para mi gusto, algo no se sentía bien, sabía que me matarían pero… no me preocupe por la manera. Nanamune fue el primero en aparecer ante mis ojos, estaba ahí, imponente, erguido y sereno. Claro que yo sabía esa serenidad era falsa, podía ver como todo ardía dentro de él, como a través de sus ojos se asomaban unas incontenibles ganas de estrangularme. No pude, o más bien no quise contener mis ganas de provocarlo.

 —Oh, Nanamune, que sorpresa. ¿Cómo está tu esposa?—me levanté del suelo y me acerqué a los barrotes.

El sultán solo me miraba con un pequeño brillo indescifrable en los ojos, una intención escondida.

— ¿Cómo está el bebé?

Nanamune sonrió. ¿Por qué? ¿Por qué sonreía?

— Hay una frase que admiro mucho, Fakhir — me dijo.

— ¿Ah sí? ¿Cuál? —Puse mi cara entre los barrotes.

—Todo en la vida se paga-

Me quedé desconcertado. ¿Qué estaba tramando?

Casi diez hombres aparecieron detrás de Nanamune, ninguno con pinta de guardia ni mucho menos. Todos estaban sucios, desgarbados y hediondos. ¿Qué iban a hacer? Un guardia se acercó a la puerta del calabozo y la abrió para dejar pasar a los diez  hombres. Todos ellos me miraban, sus ojos estaba hinchados, algunos amarillosos y otros tenía la mirada sádica y llena de odio. ¿Qué se creía que estaba haciendo?

—Desvístanlo —les ordenó Nanamune a los hombres.

Solo hasta entonces pude entender sus intenciones. Los hombres me rodearon y me comenzaron a sujetar de los brazos y a tirarme de mis ropas. Me solté de uno de ellos y golpeé a otro con el puño. Solo pude sentir un puñetazo en el estómago y otro en el rostro. Terminaron de arrancarme todo, cada hombre me jalaba de una extremidad, dejándome completamente expuesto ante la mirada del sultán.

— ¿Te gusta lo que ves? —le pregunté y él solo sonrió de nuevo.

— A ellos si —señaló con la cabeza a los hombres que me sujetaban —Te presentó a los hombres condenados a muerte, ladrones, asesinos y… violadores, todos dispuestos a escapar de su ejecución haciéndote sufrir.

—Pues venga —le sonreí antes de que uno de ellos metiera sus gordos dedos en mi garganta y me hiciera atragantarme.

Cuatro de ellos me sostenían en el aire mientras me retorcía en vano para salir de su agarre. Un hombre se acercó a mí y sujetó mi miembro con demasiada fuerza. Era un hombre gordo, sucio, con verrugas por toda la cara y poco pelo, su sonrisa era retorcida y amarillenta, era repugnante. Se bajó los pantalones con su otra mano y sacó su pene de entre las telas, podía verlo, era ancho, corto y lleno de granos amarillos. Era obvio lo que pasaría después. Pero aun así no podía afrontarlo. Los demás hombres sonreían y se regocijaban al verme de esa manera.

—Nunca había tenido la oportunidad de tocar a un hombre tan bello — dijo el inmundo hombre mientras acariciaba mi abdomen y pasaba su mano por mi miembro y la ranura de mi ano.  Intenté moverme, pero todo era en vano. Acercó su miembro a mi orificio y me penetro bruscamente. No pude aguantar el grito de dolor que salió de mi garganta, iba a darle la satisfacción a Nanamune aunque no quisiera. El hombre siguió penetrándome una y otra vez mientras los demás mordisqueaban y pellizcaban el resto de mi cuerpo. Me sentía tan impotente, tan furioso. Cuando menos lo pensé todos me rodeaban con sus vergas de fuera, arreplegándolas a mi cuerpo y acariciándoles con mi piel, era la sensación más asquerosa que había sentido jamás.

Miré a Nanamune, este estaba impasible, no sonreía, solo me miraba con sus severos ojos índigos, miraba como se aplicaba su castigo.

Los hombres me soltaron, dejándome caer de espalda sobre el duro suelo, sofocándome. Un líquido comenzó a caerme desde arriba, mi primera reacción fue intentarme cubrirme, pero fue muy tarde, este ya me había entrado a la boca y a los ojos. Supe por obviedad que aquello era orina. Una fuente más se agregó y comenzaron a mojarme con chorros de ella. Era demasiada humillación, pero solo tenía que soportarla un poco más, todo había valido la pena, no me arrepentía de nada.

Un tipo me puso de rodillas y me jaló del cabello, haciéndome levantar la mirada.  Otro hombre, igual de repugnante que el anterior, se puso frente a mí y se sacó su verga, era delgado, arrugado y casi negra por la suciedad.

—Te vas a tragar toda esta verga, putita — me dijo el hombre mientras se la sujetaba y me pegaba en el rostro con ella. Los demás veían y reían. El orgullo que me quedaba actuó por sí solo y en menos de un segundo le había mordido y arrancado la punta del miembro a aquel hombre, la escupí hacia un lado y contemplé como se retorcía de dolor. Solo pude sentir como uno de ellos me golpeaba de nuevo en el rostro y otro  jalaba mi mano hacia él. Me sujetaron de todos los lados posibles y el que me sostenía la mano sacó un cuchillo de su pantalón.

— Esto es por desobedecer —grité, grité desde el fondo de mi garganta y no paré de aullar de dolor. El hombre sostuvo mi dedo mutilado entre los suyos y me lo mostró, todavía corría sangre de él. El sufrimiento era enorme, era un dolor agonizante que recorría todo mi cuerpo.

—Ahora tendrás que chupar la verga de Berl —me dijo una voz desconocida mientras el tal Berl se ponía ante mi agonizante persona. Me puso su pene en el rostro y alguien me apretó la herida de la mano, haciéndome retorcerme de dolor.

—Hazlo —me ordenó otra voz.

No quería volver a sentir ese dolor, así que abrí mi boca y cerré mis ojos. Aquella verga se cogió a mi boca sádicamente, golpeando mi garganta y  provocándome arcadas. Por más que traté de aguantar el aliento, al final tuve que respirar y el sabor llegó a mi lengua, orina, suciedad, mucosidades, todo se revolvía dentro de mi boca.

—Tú cógetelo por detrás —le dijo Berl a otro.

Alguien me levantó de las caderas y puso su pene en la ranura de mi ano. Empujó lentamente, para que pudiera sentir toda su verga introducirse en mi. Después de eso su ritmo fue despiadado, por ambas partes, los dos me cogían bruscamente mientras los demás se masturbaban frente a mí. Me hicieron venirme, lo hicieron, fue lo más humillante de todo. Rato después los demás comenzaron a exigir su lugar dentro de mí y empezaron a intercambiar lugar hasta que todos quedaron satisfechos. Mi ano estaba sangrando, mi garganta estaba deshecha y mis fuerzas eran nulas. Me dejaron tirado en el suelo, lleno de orina, semen y mucosidades. Estaba manchado de sangre y mi ano estaba abierto y expuesto. Nanamune estaba todavía frente a mí, contemplándolo todo, pero en esos momentos yo no tenía fuerza para hablar.

Los diez hombres se había ido, riendo, pero Nanamune no.

-Quisiera poder decirte que no disfruté de ver como sufrías pero sería una total mentira de mi parte.-Dijo con una voz neutra sin demostrar emociones lo que la hacía más escalofriante.

Solo pude oír los pasos del sultán alejándose y la puerta del calabozo cerrándose tras de sí.

~Jûdo~

A diferencia de Nanamune que no hacía gesto alguno yo trataba de no mirar en esa dirección, los guardias acostumbrados a tratar con presos y a administrar castigos permanecían igual de serenos que cuando entraron, el castigo terminó casi una hora después de comenzar cuando todos y cada uno de los presos quedó satisfecho, los guardias los llevaron a las duchas dejándonos solo a mí y a Seghit quien tras decirle unas palabras a lo que quedaba de Fakhir se retiré de la celda.

-¿Quieres que dé la orden de que lo obliguen a tomar veneno?-

-No, el dolor que viene después de una violación es incluso peor déjalo sufrir hasta mañana.-

-¿Serás espectador? –

-Esta vez no, con lo de hoy fue suficiente, además sería ver lo mismo que con Watari.-

-¿Sabe la Maharin lo que planeas?-

-No y tampoco se enterara, él no sabe que Watari fue quien lo estuvo envenenando solo sabe que lo trato “bien” en el recinto.-

-¿Acaso abogó por él?-

-Me pidió piedad en su nombre, que le diera una muerte sin dolor pero no puedo cumplir esa petición, no si hablamos del mismo hombre que inicio toda esta revuelta con riesgo de llevarnos a la guerra-

-¿Ya decidiste cuando será su ejecución?-

-Makler lo está interrogando en este momento, apenas terminé pasaran a su ejecución.-

-No te veo muy motivado a asistir.-

-Presenciar la muerte de alguien no me atrae mucho Jûdo.-

-De todas formas te informare cuando sea hora y por cierto Solleck esta con tu pareja espero no te moleste.-

-Ya lo tenía previsto.-

~Shiro~

Cuando desperté me encontré solo en la habitación, Seghit me había dicho la noche anterior antes de dormirnos que estaría saliendo muy temprano para poder terminar con el trabajo lo más pronto posible así que ya me lo esperaba.

Me levanté de la cama y me di una ducha rápida evitando mirarme al espejo, al salir y dirigirme al armario me di cuenta de que toda mi ropa hacía sido cambiada, no quedaba un solo conjunto de dos piezas había atuendos corridos como los de mi esposo solo que de mi medida y con una silueta incluida, también algunos vestidos y ropa occidental como pantalones, camisas y cosas por el estilo aunque algunas de ellas en extremo elegantes y otras todo lo contrario.

Aun no sabía si tenía permitidas las salidas por todo el ajetreo que había en el palacio pero de igual manera me puse algo aceptable y cómodo para andar por el lugar.

Un toqué en la puerta se dejó oír esperando mi autorización.

-Adelante-

Las puertas del cuarto se abrieron dejando pasar a Rosalit en compañía del doctor Jacob quien tenía una sonrisa en los labios.

-Buenos días Maharin.-

-Buenos días a ambos.-

-Creo que ya intuye porque estoy aquí-

-¿Para ver que si mi pequeño está bien?-

-Está usted en lo correcto…-

Sin necesidad de que me lo dijera me recosté en la cama a la espera de que este comenzara.

-Veo que aún recuerda el procedimiento.-

El doctor se acercó y me descubrió el abdomen para después pasar sus dedos por el lugar preguntándome si sentía algún dolor, este evitaba tocar los cardinales y hematomas que aun adornaban mi cadera y trataba de presionar solo ene l centro donde el dolor de los moretones no afectara mi respuesta.

Me tomó la presión y me hizo una serie de preguntas que me pidió responder de la manera más honesta posible cuando terminó con su formulario me miró sonriente.

-Parece ser que todo está muy bien con el bebé pero tendré que realizarte un ultrasonido para verificarlo, eso será pasado mañana cuando todo el equipo médico ya haya llegado.-

-¿El hospital no cuenta con maquinaria?-

-Claro que si su alteza pero por órdenes del sultán se ha creado un ala médica dentro del palacio para el uso de los miembros de la familia real donde usted dará a luz y donde tendrá sus visitas médicas después del atentado al hospital militar.-

-Ya veo…-

-Bueno me retiró, me alegra que estés bien pequeño junto con tu retoño.-

El doctor me abrazó por escasos segundos y luego prosiguió a retirarse ante la mirada indignada de Rosalit por su acto, me acerqué con sutileza a su lado y la abracé con fuerza sin que se diera cuanta hasta que ya era demasiado tarde, la susodicha pareció sorprendida al principio pero poco después me regresó el gesto.

-Rosalit-

-¿Qué necesita su majestad?-

-¿Por qué esta vez vienes sin asistentes?-

-Todas sus doncellas del diario fueron despedidas, la gran mayoría del personal del palacio está siendo entrevistado nuevamente pero no se preocupe que para mañana ya podrá conocer a sus nuevas cuidadoras.-

-Por mi está bien si solo estas tú.-

Cuando Rosalit estaba por responderme Jûdo entró a la habitación junto con Kalel los cuales estaban acompañados por sus parejas y por último Gutak, todos dieron unas reverencias algo exageradas y se presentaron nuevamente al igual que a sus parejas.

-Seres su nueva escolta personal Maharin, si desea salir solo háganos lo saber, por el momento me retiro que esposo me espera.-

-Si gustan pueden retirarse no tengo ánimos de salir a pasear por el día de hoy- Tanto Kalel como Gutak asintieron y se retiraron dejándome con sus parejas.

-¿Yo desayunaron?-

-No su majestad.-Respondieron al unísono.

-No tienen por qué ser tan formales conmigo ya nos conocemos los 3 quizá no muy a fondo pero creo que ya pasamos las presentaciones.-

-Para serte sincera dudaba y me recordaras ese día era todo un caos por lo de tu boda debiste ver más de mil rostros-

-Tengo buena memoria, por cierto Rosalit nos harías el favor de traernos el desayuno.-

-Como usted lo desee-

-Gracias, que les parece si comemos en el balcón?-Pregunté mirando con más insistencia al doncel frente a mi quien no parecía querer hablar.

Cuando salimos tomamos asiento en la mesa de exterior que se encontraba en el balcón.

-Su majestad, puedo hacerle una pregunta?-

-Claro Munsae.-

-Ama usted a su alteza Seghit?-

-Más de lo que puedo decir con palabras.-

-Pero como lo hizo? Digo se por medio de Kalel que usted llegó un día de la nada.-

-Bueno mi historia de amor no es muy linda que digamos yo lo odiaba por traerme a la fuerza pero supo ganarse mi corazón y me demostró que lo suyo era más que un simple capricho.-

-Nunca trató de escapar?-

-Una vez pero no resultó me identificaron gracias a esto.-Dije mostrándole el sello de la familia real en mi cuello- y fui traído de regreso al palacio después de eso aumentaron la seguridad y jamás lo volví a intentar además de que ya no lo deseaba.-

-¿Lo castigaron?-

-Mi esposo lo hizo pero no de la manera que crees.-Dije notando como su expresión cambiaba a una de horror.-pero eso ya depende de tu pareja no sé qué vaya a hacerte el sargento Kalel si es que intentas huir.

-Con Kalel no se juega Munsae, es un amigo cercano de mi novio Jûdo y lo conozco bien por ello-Dijo Solleck dándole a entender que con él no sería lo mismo que conmigo.

Dejamos ese tema olvidado y comenzamos a charlar sobre cosas sin importancia, se sentía bien tener alguien con quien hablar que no temiera decir algo solo por ser la esposa del sultán, Rosalit llegó tiempo después con un carrito que traía varias charolas las cuales deposito frente a cada uno de nosotros, los platillos eran diferente pero a mí no me tomo por sorpresa ese hecho pues sabía muy bien que tendría una dieta muy estricta de ahora en adelante pero esperaba que los platillos de Solleck y Munsae fueron lo mismo.

-Shiro el tuyo luce muy bien-

-Eso dices para no hacerme sentir mal-Dije mirando con anhelo sus Waffles.

-Al menos no te dijeron gordo.-a Munsae solo le habías servido un plato de cereales con fruta a diferencia mía que consistía en un gran plato de diversas frutas y huevos estrellados.

-mmm…no creo que sea por eso.-

-Entonces que más se te ocurre.-

-Es solo un desayuno-Dije restándole importancia al asunto

Cuando terminamos de desayunar Rosalit retiró los platos y se marchó de la habitación con el carrillo, volvimos a entablar la conversación esta vez de como había comenzado el noviazgo del teniente Jûdo y Solleck, hasta escuche un grito.

-¿Escucharon eso?-

-¿Qué?-

-Alguien gritando.-

Ambos negaron mirando en mi dirección.

-¿Sabes que es ahí?-Le pregunté a Solleck, apuntando una torre de donde creí escuchar provenir el grito.-

-Ahí se encuentran los calabozos.-

Pasé saliva al saber que había escuchado el grito de un hombre torturado y que lo más seguro es que Nanamune se encontrara en el lugar, lo que me hizo recordar que Watari también se encontraba detenido y que ese grito podía pertenecerle a él, me encargaría de preguntarle a Seghit apenas lo viera.

~Nanamune~

Me pasé el resto del día interrogando a los prisioneros de guerra, soltando a los inocentes y estableciendo una condena a los acusados, al igual que mi padre que por todo el trabajo que había decidió ayudarme con los casos pero a diferencia mía el tardaba la mitad o menos del tiempo en que yo lo hacía, en 30 minutos podía decidir quién merecía la muerte o seguir con vida de al menos 10 personas y no parecía sentirse mal al escuchar los disparos del campo fuera de las prisiones, yo siempre tenía el temor de juzgar culpable a un inocente y viceversa.

También estaba el hecho de que pueblos enteros se encontraban sin un solo hombre ya que eran los únicos aceptados en las filas de Watari, tendríamos que publicitar la vivienda para atraer nuevos habitantes a esos lugares, implementar campañas de apoyo pues solo quedaban niños y mujeres en esas tierras y aunque no negaba que los donceles y mujeres podrían ingeniárselas sería muy pesado si a su vez tenían que ver por el bienestar de sus hijos y familiares de mayor edad.

-No pienses mucho en ello Nanamune, una cosa a la vez.-

-No puedo evitar estresarme en el mundo de cosas que hay que hacer y que no parecen reducirse.-

-Encontraras más y más problemas a como vayamos calmando la situación y un día te darás cuenta que son de menor importancia comparado a lo anterior, ahora te preocupa juzgar mal un hombre, antes que uno de ellos matara a tu esposa comparado con eso, esto es un juego.-

-Supongo que tienes razón.-

-Dejemos esto un rato y vayamos a comer que ya pasan de las 4 sirve que saludo a mi nuera.-

-Ya te dije que…-

-Sigo siendo el rey hasta dentro de un mes así que aun puedo hacer lo que me plazca-

-Juro que te hare dormir en el jardín-

-Suerte con ello.-

Salimos de los calabozos aun manteniendo nuestra conversación, inhalé y exhalé varias veces reconfortándome con el aroma fresco de los pasillos del palacio ya que el olor a suciedad y muerte me acompañó toda la mañana y lo seguiría haciendo por varios días, mandé traer a mi esposa al comedor y poco después de llegar, Shiro hizo acto de presencia en compañía de Gutak que apenas se cercioró de mi presencia se retiró.

Mi consorte no esperó a que lo llamara y se acercó sentándose sobre mi regazo poco después, mi padre lo saludó con alegría y verificó que todo estuviera bien con él para después pasar a saludar a su nieto, por no decir “hablar con el vientre de Shiro” quien solo lo miraba divertido.

-Qué tal te fue con Solleck y Munsae?-

-Muy bien soy muy agradables y tienen muchos temas de conversación que nunca llegan a aburrirte.-

-Me alegra escuchar eso, si gustas puedo pedirle a Jûdo y Kalel que los lleven mañana.-

-¡Sí!, me agradaría mucho, por cierto Nanamune necesito preguntarte algo.-

-Claro amor lo que quieras.-

-Ya fue ejecutado Watari.-

-Para que quieres saberlo.-Pregunté de manera algo hostil.

-Escuché un grito mientras estaba desayunando y temí que fuera de él.-

-“Temías” Que acaso le cogiste car…-

-Solo prométeme que no sufrirá.-

-Shiro yo no…-

-Prométemelo, no te estoy pidiendo que lo dejes libre, que lo absuelvas de su condena de muerte solo que no sufra es todo, dale una ejecución rápida-

-Lo prometo-Dije sucumbiendo ante los ojos azul cobalto de mi Maharin, veía en ellos suplica pero a la vez tristeza y me desesperaba no saber el porqué de su reacción, Shiro me miró agradecido por mi respuesta y me besó cariñoso en la mejilla.

-Eso es chantaje.-

Mi consorte solo se rio por mi comentario y se concentró en responder a las preguntas de mi padre que venían una tras otra hasta que la comida logró acallarlo, se sirvieron varios platillos por la mesa para que nosotros escogiéramos lo que gustáramos a excepción de mi Maharin a quien se le sirvió un platillo preseleccionado para su estado.

No había terminado de comer cuando uno de los sirvientes me susurró al oído que el general Makler ya había terminado con el interrogatorio y que se requería mi presencia en las prisiones, antes de poderme levantar Shiro colocó su mano sobre la mía recordándome la promesa que le hice.

-Sin dolor.-me dijo en voz baja casi como un murmullo.

Asentí no muy seguro de poder contenerme y me encaminé a los calabozos, al llegar Makler ya me esperaba.

-La sustancia que mandó pedir ya se encuentra en la celda del traidor, y en unas horas le daré el reporte de la interrogación.-

-Buen trabajo puede continuar con sus asuntos.-

EL general me ofreció un firmes y se marchó por el pasillo, los guardias abrieron la puerta y yo conociendo el camino de memoria me adentré sin esperarlos, caminé con experiencia por el oscuro lugar, hasta llegar a la celda donde se encontraba Watari, le pedí a los guardias entrar solo y estos no muy convencidos se quedaron esperando en la puerta.

-Vienes a matarme Seghit?-

-Así es, no disfruto de esto pero es mi definición de justicia.-

-Si es así tengo el derecho de exigir mi última voluntad.-

-¿Y esa sería?-

-Que se le hiciera llegar a Shiro esta carta.-Dijo tendiéndome un sobre.

-¿Por qué piensas que tienes el derecho de exigirme algo así?-

-Porque es mi última voluntad y porque no daña a nadie.-

-Crees que necesita una carta de quien quiso matar a nuestro hijo?, te aseguró que si supiera…-

-Lo sabrá, te quitaré ese peso de los hombros si se la das, no planeo verme como la victima cunado sé que soy el villano del cuento pero incluso los monstros tienen una historia que contar.-

-Tú no tienes nadie quien la escuche.-

-Si tengo, una sola persona y es aquella a la que no puedo llegar.-

-Tú lo has dicho eres el villano del cuento y por ello no mereces nada, ni siquiera piedad pero prometí darte una muerte rápida y es lo que hare.-Dije tomando la pistola que portaba conmigo y colocándola en su cabeza.

-¿A quién?-

-A Shiro.-Dije para después jalar el gatillo y ver como el cuerpo de Watari se desplomaba en el suelo, su rostro parecía totalmente fuera de lugar con lo acontecido pues en él se mostraba una sonrisa, tomé la carta que este me tendía y que ahora reposaba sobre el piso, la guarde en mi vestuario no muy seguro de que haría con ella y me marché.

~Shiro~

Nanamune no volvió a la habitación hasta pasadas las 10 de la noche, sabía sin tener que preguntar que la ejecución de Watari ya había sido llevada a cabo, este se acercó a mí y me ofreció un sobre, lo miré confundido y antes de que pudiera preguntar él habló.

-La última voluntad de Watari fue que te entregara este sobre mi cultura mi obliga a cumplir su petición.-

La voz de Nanamune sonaba algo molesta, cuando tome el sobre pude notar que estaba abierto.

-¿Lo leíste?-

Seghit asintió con la cabeza  dirigiéndole una mirada fría a la carta, sin esperar más saqué del sobre las cuartillas de papel y comencé a leerlas bajo la mirada de Nanamune quien no parecía con ánimos de darme privacidad.

 

Shiro toda persona tiene una historia que contar eso también incluye a aquellas que no merecen tener una, pero deseo como última voluntad que tu sepas la mía y entiendas algo del porqué de mis atenciones hacia a ti.

Pedirte que no me odies me parece demasiado casi una grosería pero he de cumplirte un último capricho, bonito.

 Una vez me preguntaste a que me refería con que no tenía familia y en su momento me negué a decirte, ahora que estoy a pocas horas de morir ya no tengo porque evitar el tema.

Cuando yo era joven antes de llegar a ser general, me enamoré de una bella mujer llamada Rale de hermoso cabello pelirrojo y ojos tan azules como el mismo mar, la cortejé y la ame con todo lo que un hombre puede ofrecer, la convertí en mi esposa y viví en la fantasía del paraíso por algunos años.

Una noche de abril encontré a Rale llorando y su cuerpo me decía lo que su voz no se atrevía, una pintura de hematomas fue lo que encontré en su piel, ella jamás quiso revelarme el nombre del causante, a los meses la noticia de su embarazo no me sorprendió cargaba en su vientre el fruto de un violador la deje portarlo, la mime y la cuide más no fue suficiente para que ella soportara el parto, la misma noche en que nació Fakhir murió Rale , al poco tiempo de eso mi familia comenzó a desaparecer poco a poco, la muerte parecía empeñada en dejarme solo en el mundo y lo logró, me dejo solo en compañía de un niño maldito.

Encontré placer donde otros veían sufrimiento, era un monstruo que disfrutaba de matar y siendo general  era mi principal entretenimiento, cuando llegaste tú y te atreviste a concebir al hijo del sultán acabaste con mis planes, años de trabajo derribados en solo unas semanas.

Sabía desde un principio que no tenía probabilidades de ganar pero un hombre que no tiene nada que perder a poco le teme, e alié con mi hijo en un intento de alguna vez tener lo que deseaba.

Fakhir acepto a cambio de que le diera una sola cosa “a ti”, te envenené a sabiendas de que tu no morirías, cuando mi hijo llegó contigo a la base pensé en dejar que hiciera con tu cuerpo lo que él deseara pero cuando abriste tus ojos mostrándome tus ojos azul cobalto el espejismo de Rale apareció ante mí, tu cargabas en tu vientre un hijo que no era mío tal como ella, un deja vu ocurrió y pensé que la vida finalmente me regresaba todo lo que me había arrebatado.

Vi en ti la esperanza de volver a ser el hombre que era, te cuide de mi hijo incapaz de dejarlo repetir el mismo acto que sufrió Rale.

Critiqué una y mil veces al niñato de Nanamune por decir que él amor lo era todo teniendo solo unas semanas contigo pero al pasar de los días fui creyendo en sus palabras hasta llegar a entenderlo, poco después descubrí que la presencia de ese bebé no me molestaba y agradecí a los dioses en los que no creía, que se hubiera salvado.

Me atrevo a decir que todo valió la pena, estando destinado al fracaso y la mala suerte, el haberte tenido conmigo un mes fue más ganancia de la que pensé llegar a tener.

Gracias…por dejarme volver a amar.

Cuando terminé de leer la carta tenía un nudo en la garganta, no sabía que pensar y sin notarlo una única lágrima  recorrió mi mejilla hasta caer, corriendo la tinta de la pluma y distorsionando algunas letras de la carta.

Dejé la carta sobre la mesa de centro de la sala donde antes estaba leyendo y sin decir nada me levanté y abracé a Seghit quien me reconfortó en un intimido mutismo.

Seghit me llevó a la cama y con caricias me incitó a dormir no dure mucho tiempo cuando el sueño nublo mi vista dejándome decir una última oración antes de sumirme en un apetecible sueño.

-Espero y veas a Rale.-Susurré apenas audible para el viento.

 

Notas finales:

Que tal les pareció?

les gusto?

que opinan de Watari?

Y perdon si alguien slae traumado con lo de Fakhir :B era innevitable y admito que no me sentí mal por él.

Lamento decirle amores mios que solo quedan 2 capitulos más si es que a alguien le duele ese hecho sino hagan fiesta que solo quedan 2 caps mas.


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