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Depuis le début por girlutena

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Notas del capitulo:

Pues...vaya 249 leidas en apenas...24 horas (?)

Me alegra mucho que lo hayan leído, espero que les guste este segundo capi.

 

Su menudo cuerpo empezó a removerse con fuerza entre las sedosas mantas de su cama; podía escuchar el grito desgarrador de su padre, podía sentir como aquellas fuertes vibraciones rompían la calma de su silencioso hogar; aquellas llamas de fuego que sentía atravesar las finas capas de su ropa, mientras estas se derretían pegándose a su pequeño cuerpo.


Podía escuchar sus mismos pasos chapotear contra los sucios charcos; sus hermosos ojos azules se toparon con una hermosa luna roja, en su total magnitud.


Aquella noche en la que aparezca una luna llena de color roja, un rojo escarlata como la misma sangre, igual de brillantes; Aquella noche en la que los pobladores decidieron tomar justica de un ser inocente, en sus propias manos.


“Aquella noche en la que aquel hermoso Ser que todos temen haría su aparición, aquella noche en la que luna brillará, la noche sangrará y con ello, esta tormenta se llevara todos sus pecados.”


Este ser ocultara todo bajo sus alas negras, ocultará los pecados injustos, ocultara la verdad en los ojos de los pobladores y se encargara de tomar justicia por aquel Ser inocente.


 


Se vio nuevamente corriendo, escapando de aquellas crueles personas que llevaban hachas, y antorchas y lo perseguían con la intensión de sacrificarlo ante el Dios de los inocentes.


Soltó un fuerte grito al sentir como una mano del tomaba con fuerza del pie, sus azules ojos se abrieron en demasía al ver aquella mano cadavérica, quiso cerrar sus ojos pero los sonidos de varias voces juntas taladraban sin piedad sus finos oídos.


-No sabes en lo que te has metido. Fue aquella la voz de su padre, la risa escandalosa de su madre, no quiso pensar en eso; empezó a removerse con fuerza, intentó patear a lo más lejos aquella mano que intentaban arrastrarlo a lo más oscuro de sus pesadillas.


 


La fuerte tormenta caía con fuerza, rebotando contra los rojos y viejos tejados de su pequeña casita, una suave y fría ráfaga de viento le desordeno sus rubios cabellos, cerró lentamente sus ojos al percibir un agradable y triste aroma; el olor a arena húmeda le llegaba hasta sus delicadas fosas nasales, extrañamente era un aroma que le hacía tranquilizarse.


Intentó reacomodarse en aquel mullido colchón y cubrió su adormilado rostro con la blanca y acolchonada almohada, acarició suavemente el lado izquierdo de la cama, las sábanas se encontraban desordenadas y aun se podía sentir tibio pero tan solo le acompañaba la calma de la soledad.


Soltó un suave suspiro, cuando el suave vendaval empezó a azotar contra la ventana de su pequeña y oscura habitación, abrió lentamente sus ojos para acomodarse los desordenados mechones rubios que cubrían su adormilado rostro y gracias a un fuerte relámpago que iluminó la habitación, le dejó mostrar un hermoso brillo azulado en sus hermosos orbes.


Soltó un fuerte bostezo y sintió un fuerte dolor en el músculo de su cuello, observó detalladamente como las finas ramas de los altos árboles se rozaban entre sí, causando un extraño chirrido.


Dejo caer suavemente la gruesa manta por sus delgados y pequeños hombros y se puso de pie, caminando descalzo, sus pasos eran lentos y tranquilos a pesar de que su respiración se encontraba agitada, se sentó con gracia sobre el ancho alfeizar; soltó un suave suspiro y repaso suave y lentamente las marcas de las gotas que caían sobre la ventana y observó con suma tranquilidad el oscuro y agitado cielo.


Subió sus cortas piernas y junto sus rodillas contra su pecho, aferrando fuertemente sus brazos entre ellas. Apoyo suavemente su cabeza sobre la fría ventana; su caliente frente se estremeció al sentir el gélido frío de la noche, mientras cerraba lentamente sus cansados y ojerosos ojos, soltó un suave suspiro y llevo su mano hacía su palpitante corazón.


 


Cada noche de tormenta, no podía evitar recordar el día en que su hermosa y bondadosa madre cayó enferma; no podía olvidar los momentos dolorosos que pasó junto a su padre o los gritos llenos de dolor de su madre; aquella maldita enfermedad del ébola en la que se la arrebato de una manera fría, cruel y rápida, donde no podía evitar recordar; aquella tarde donde él, tan solo un niño de siete años, con la inocencia brotándole por los poros, había desobedecido a las palabras de su sabio padre.


Entrando por primera vez, solo, a aquel profundo bosque.


 


Recordaba como él había corrido todo lo que sus cortas piernas le daban, sin importarle que las espinas se incrustaran en sus finas ropas, corrió hacia el interior de aquel bosque maldito; manteniendo su hermosa sonrisa en su infantil rostro.


Donde después de días, meses y años; él se había creado una  hermosa ilusión, donde en su mundo no existía aquella fría crueldad pero nada de eso ya le importaba; él ya no podía esperar ni un minuto más para buscar a aquel ser que le hablaba dentro de sus sueños, dentro de aquella desolada oscuridad, pidiendo por él, pidiendo que lo encuentre, rogando que le recuerde.


Pero nada había salido como él lo esperaba; conoció a un hombre tan alto casi como su propio padre, con sus cabellos largos y azabaches con un extraño brillo azulado, cortados en una forma de picos y esos ojos, tan grandes, tan filosos, tan rojos como la misma sangre; su joven y pequeño corazón saltó agitado, chocando duramente contra su caja torácica pero él no pudo retroceder y aquel hombre de piel tan blanca como la leche le sonrió de una manera tan cálida y con sus dedos le rozó su mejilla; su menudo cuerpecito se estremeció al sentir aquel gélido tacto.


-Mi querido. –No pudo evitar sonrojarse fuertemente al escuchar aquel suave susurro, aquellas cortas palabras, aquella varonil voz aún resonaba en su joven cabeza; cerró lentamente sus ojos sintiendo como los fríos labios de aquel hermoso hombre, le rozaban cálidamente los suyos.


Su corazón saltó inmenso de alegría, su respiración se agito demasiado rápido al sentir lo mismo que sentía cuando soñaba, lo mismo cuando se encontraba en aquella oscuridad y sin saberlo, aquel nuevo ser había sellado su propio pacto.


 


Su sabio padre le había dicho que solo ellos dos, habían sido los elegidos para entrar a aquel bosque, que aquel lugar servía como una fuerte fortaleza para un Dios que muchos sienten pero que casi nadie ven; el pequeño doncel no había entendido que en aquel entonces no podía traer consigo nada de aquel lugar.


Pero aquel día, ya de unos casi nueve años, se había encontrado con aquel hermoso hombre de piel tan pálida; aún no recordaba cómo es que se había alejado tanto de su padre pero mientras este se encargaba de cortar la leña para luego venderla, él había corrido silenciosamente hasta el centro de aquel hermoso bosque.


Sin darse cuenta sonrió abiertamente al encontrarlo sentado sobre uno de los gruesos troncos de los viejos árboles, aún mantenía su porte altivo y a la vez descuidado; a pesar de tener nueve años y de ser un doncel, sintió sus mejillas sonrojarse fuertemente cuando aquel Ser le mostró una pequeña sonrisa y sin poder evitarlo corrió hacía él al ver como este alzaba lentamente su mano para tomarle la suya.


Sintió como su corazón saltaba de alegría cuando el varón empezó a caminar suavemente, llevándole hasta lo más profundo de aquel bosque, se sintió completamente feliz al sentir nuevamente esos gélidos labios sobre los suyos, en un beso tan suave y delicado; aquellas manos grandes y fuertes sobre las suyas, tan pequeñas, sus mejillas se tiñeron de un fuerte carmín cuando se vio rodeado por esos brazos; cerró lentamente sus ojos sintiéndose completamente seguro.


Y se sintió flotar cuando aquel hombre le entregó una hermosa flor; una de pétalos carmín como la sangre, sin saber que con ello él estaba aceptando un extraño amor; sin saber lo que significaba una Higanbana.


 


Abrió lentamente sus azules ojos al escuchar como un trueno caía en el medio del bosque, podía ver calmadamente como el fuego empezaba a consumir con rapidez todas las hermosas plantas  de girasoles que había plantado en aquel –muerto– lugar y no se sorprendió al ver como rápidamente todo volvía a mostrarse como unos minutos antes era.


Volvió a cerrar sus ojos, sintiendo como un cálido calor empezaba a consumir su cuerpo y se estremeció al escuchar aquellos gritos, que a pesar de haber pasado casi diez años, lo recordaba como si hubiese pasado hace unos momentos.


 


El dolor que sintió al ver como su pequeña casa se consumía en una rápida lamida, aspiró lo suficiente e ingresó para sacar a su padre, sin importarle lastimar su cuerpo, no pudo evitar gemir adolorido al ver a su padre envuelto en aquellas fervientes lenguas; sintió sus lágrimas resbalar por sus mejillas, no pudo soportar el dolor que sintió cuando su delicada piel fue cubierta por aquel fuego y sin poder evitar salió corriendo de aquel tórrido lugar, las lágrimas que fueron consumidas rápidamente por la fuerte lluvia que caía aquella noche, desaparecieron al igual que una suave calada.


Los habitantes de aquel pueblo entraron con antorchas y piedras, asesinando a su padre, incendiando su pequeña pero acogedora casita y él tan solo de unos apenas nueve años, corrió hasta lo más profundo del bosque, sin importarle los cardenales que presentaba en sus brazos o la sangre que emanaba de su cabeza, no sintió el dolor de las quemaduras que tenía en sus pequeño y delicados pies.


Corrió hasta el centro del bosque, ahí donde se contaban las tenebrosas y viejas leyendas, ahí donde se decía que vivía una cruel bruja que convertía a todos los niños en horribles cerdos para luego comérselos; pero a él , sin importarle todo aquello, se escondió en uno de los huecos de los grandes y tenebrosos árboles.


Cubrió su lloroso rostro entre sus rodillas e intentó reprimir su llanto, limpió las lágrimas que recorrían sus lastimadas mejillas pero no pudo ocultar el hipido que en ese momento le azotaba con fuerza; cerró con fuerza sus grandes ojitos al escuchar los rápidos pasos de la multitud y cubrió su boquita con sus pequeñas manitos al ver como unos zapatos negros y bien lustrados, se detenían al frente de él, intentó aferrarse fuertemente a la corteza del árbol y cerró aún más fuerte sus ojos al sentís como una delicada mano se posaba sobre sus mojados cabellos.


-Mi hermoso.  –El niño, aun con las lágrimas brotando de sus hermosos y brillantes azulejos,  salió de aquel  sucio hueco, con su cuerpo temblando por lo ocurrido y por el frío, sintió algo cálido instalarse en su pequeño pechito y sin importarle ensuciar las pulcras ropas del mayor, saltó a sus brazos y soltó un fuerte gemido de dolor, pero las suaves caricias sobre su pequeña espalda le hizo sentir adormilado, ocultando su lloroso rostro en el cuello del moreno. – ¿Qué te han hecho, mi hermoso príncipe?


Pero el pequeño no dijo e hizo nada, tan solo cerró lentamente sus ojos, siendo acurrucado por esos suaves latidos de su corazón y atinó a dormirse rápidamente en esos cálidos y protectores brazos y al despertar tan solo se encontró cubierto por finas mantas de algodón, el sonido de la madera contra el fuego, chirreaba suavemente, él se puso de pie para acercarse a la hermosa chimenea cubiertas de grandes piedras y sentir la aspereza entre sus dedos.


Su pequeño cuerpo se estremeció suavemente al sentir un fuerte olor a sangre quemada, cerró lentamente sus ojos y observó por la pequeña ventana como las pequeñas gotas caían desde las grandes copas de los árboles; salió con pasos lentos para darse cuenta que se encontraba en una pequeña cabaña, en medio de aquel profundo bosque.


Sintió algo cálido alojarse en el interior de su pequeño pecho al ver a aquel mismo hombre, de pie al frente de él; caminó con la cabeza en alto y con sus cortos bracitos intentó abarcar toda la ancha cintura de aquel hermoso Ser.


-Te estuve esperando. –Fue lo único que escucho para luego, nuevamente verse envuelto por esos protectores y fuertes brazos.


 


Regresó su azulina mirada a la trasparente y empañada ventana y pudo ver como la lluvia había acabado, dejando con ella un olor tan característico, frunció suavemente su ceño al sentir un fuerte olor a sangre quemada, intentó no darle ni la menor importancia y salió con pasos lentos; igual como había hecho años atrás.


Aquel hermoso Ser se encontraba de pie, dándole la espalda; sus cabellos negros dejaban resaltar ese brillo azulado, gracias a las pocas y temerosas estrellas que iluminaban el lugar; pudo observar su ancha y fuerte espalda, aquellos músculos se notaban bajo la fina tela de seda que cubría su cuerpo, se acercó un poco más para observar aquella enorme grieta que separaba a su pequeña casita de aquel pueblo, de aquellas personas.


Desde el lugar donde se encontraban podía observar como el pequeño pueblo volvía a cobrar vida, en una simple rutina de vida; los más jóvenes intentaban arrasar contra el lodo que se había quedado atascado en aquella pequeña plaza, donde jugó con sus padres.


Sus hermosos zafiros se fijaron tenebrosos a aquel cielo que poco a poco iba, nuevamente, cubriéndose por unas gruesas capas de nubes negras, llegó hasta a aquel hombre y a pesar de ahora contaba con casi veintiún años, aún era pequeño y menudo pero nada de eso le importó.


Apoyó suavemente su rostro sobre aquella ancha espalda, sintiendo aquel aroma a sangre quemada junto con el de la arena mojada; sintió llenar sus pulmones, empezándose a sentir seguro, sonrió suavemente al sentir aquellas grandes y frías manos sobre las suyas.


-Basta por hoy. –Su voz sonó tan suave y calmada a pesar de que se encontraba emocionado por tener a aquel varón entre sus brazos.


El doncel tomó suavemente la mano del moreno y con pasos tranquilos y ligeros lo guio hasta el interior de la pequeña pero acogedora casita; lo sentó suavemente en el mullido colchón y con sus mejillas fuertemente sonrojadas se arrodillo entre los muslos del azabache.


Cerró lentamente sus zafiros al sentir las suaves manos del moreno acariciar suavemente su mejillas, entreabrió sus labios al sentir como dos de esos dedos ingresaban a su boca y su cuerpo se estremeció fuertemente al sentir los labios del mayor apoyarse contra el lóbulo de su oreja.


-Eres hermoso, mi príncipe.


El rubio, con sus tersas mejillas fuertemente sonrojadas, levanto levemente sus manos al sentir como el mayor le sacaba el fino camisón que tan solo usaba para dormir, aferró sus pequeñas manos entre los cabellos azabaches del varón y soltó un fuerte gemido al sentir como esos dientes mordían uno de sus pezones, mientras el otro era aprisionado entre dos de sus largos dedos.


El moreno acarició con lujuria el pequeño y palpitante miembro del doncel, sintiéndolo chorrear entre sus dedos, sintió como su pequeño le empujaba con fuerza su cabeza para que hiciera la presión aún más fuerte y sin poderlo evitar sonrió lujuriosamente.


El menor soltó un suave gritó al sentir la fría tela de las sábanas chocar contra su desnuda y caliente espalda, soltó un fuerte gemido al sentir como la boca del mayor aprisionaba su delgado falo, mientras que con uno de sus dedos aprisionaba su pezón y con su otros dedos empezaba a jugar contra su estrecha entrada.


Levantó las caderas intentando que la boca del mayor aprisionara con fuerza su miembro, posó sus manos sobre los largos cabellos del mayor, haciendo las penetraciones más profundas, soltó un fuerte gemido cuando uno de esos largos dígitos ingreso a su cavidad, se removió incomodo, pero no pudo evitar mover sus caderas, intentando que aquel dedo tocara el punto que le hacía volver loco.


El moreno pasó su lengua por aquel pequeño falo, sintiendo como el pre semen salía de aquel pequeño agujero, introdujo un segundo, un tercer dígito y sintió como la dulce esencia del menor se arrebozaba contra su boca.


Alzó las caderas del menor, sonriendo al ver la fina capa de lujuria que albergaba en los ojos de su hermoso príncipe, apunto su gran y erecto miembro en aquella pequeña, enrojecida y mojada entrada y gruño por lo bajo al sentir como le aprisionaban fuertemente.


Escondió su acongojado rostro entre la curva del cuello y del hombro del doncel, sintiéndose relajado al emanar suavemente el dulce aroma a vainilla de su pequeño; acarició lujuriosamente con la punta de su lengua aquella parte en la que el menor era susceptible.


El menor soltó un fuerte jadeo al sentir la fuerte estocado que dio el moreno, abrió lentamente sus ojos para observar las brillantes y hermosas gemas negras del mayor; acunó aquel rostro tan varonil entre las palmas de sus manos, abriendo suavemente su boca para recibir gustoso la lengua de aquel hermoso Ser.


Los fuertes gemidos de la pareja se podían escuchar en toda la pequeña casita, el sudor y el olor a semen se evaporo como el mismo calor de sus cuerpos.


El moreno alzó una pierna del doncel para colocarla sobre su hombro, mientras que el menor incrustaba sus uñas en aquella blanquecina piel; sintió como aquel líquido vital para los seres vivos rodaba suave y lentamente por su ancha espalda, fusionándose con las gotas de sudor.


El menor tiró hacía atrás una parte de su cuerpo sintiendo como aquellos dedos aprisionaban con fuerza la base de su palpitante miembro y soltó un fuerte gemido al sentir como su esencia brotaba con fuerza para escurrirse entre los largos y fríos dedos del mayor.


No podía evitar gemir, cada vez más fuerte, el fuerte golpeteo de las bolas del mayor chocar contra sus nalgas, le hacían sentir cierto pudor, pero rápidamente se olvidó de ello al sentir como el moreno ocultaba su varonil rostro entre su cuello.


El fuerte gruñido del varón se escuchó en todo el lugar; sus mejillas se sonrojaron al saber que hasta ese fuerte gemido se podía escuchar hasta el pueblo pero el fuerte golpeteo de aquel miembro arrasando con todo en su interior le hizo espabilarse, cerró fuertemente sus ojos y apresó aún más fuerte sus delgados brazos alrededor del cuello del moreno.


El varón sintió como las paredes de aquel cálido, mojado y estrecho lugar, empezaban a aprisionar su miembro, que cada vez iba inflamándose más y más; aprisionó sus manos entre las caderas del menor, sin importarle en ese momento si dejaba alguna marca, ya se encargaría de ello en otro momento.


El rubio sintió estremecerse cuando una fuerte cantidad, caliente y espeso semen empezaba a llenarle; el moreno soltó un fuerte gruñido que obligó que hasta los más pequeños animales salgan corriendo de sus escondites; el moreno soltó con fuerza su esencia en el interior del doncel; su pequeño amado; volviéndose uno solo, complementándose.


 


Sus respiraciones se oían agitadas y armoniosas, sus pechos subían y bajaban con extrema rapidez pero aquella pareja se sentían tan relajadas al oír sus palpitantes corazones latir al ritmo del otro.


Los fuertes brazos del moreno alrededor del pequeño cuerpo del doncel se hizo mucho más fuerte; sus cuerpos agitados, desnudos y sudorosos se encontraban pegados, sintiéndose más que unidos,  pero no sentían ninguna necesidad de alejarse.


Los ojos del menor se fijaron sobre la ventana que era cubierta por una fina capa de niebla, mientras que el moreno se sentía relativamente cansado pero a la vez relajado al sentir las suaves y pequeñas manos del rubio acariciando sus azabaches cabellos.


-¿Sasuke? –El moreno se removió suavemente entre los brazos del doncel, apenas sonriendo al oír el agitado latido del corazón del menor. –Nee, teme no te duermas-ttebayo.


El moreno levantó apenas la mitad de su cuerpo para observar el cuerpo desnudo y sudoroso de su pequeño amante, acarició suavemente las marcas rojas que él había dejado en aquel acto carnal, levantó suavemente sus hermosos ojos para ver las brillantes gemas del doncel.


-No. –El moreno frunció suavemente su ceño y el rubio se sentó lentamente, soltando un suave y deseoso gemido al sentir como el semen del moreno salía lentamente de su interior. –No quiero que te arrepientas. –El doncel acarició suavemente la blanca mejilla, notando como las marcas de sus uñas ya habían desaparecido de aquella hermosa y lechosa piel. –Fue, es y siempre será mi decisión.


El varón cerró lentamente sus ojos sintiendo una paz que hace muchos siglos dejo de sentir, sonrió suavemente, como tan solo hacía cuando se encontraba a solas con aquel rubio doncel. Abrió sus ojos observando el reflejo de sus ojos carmines en las pupilas del doncel.


-No entiendes.


El doncel sintió un fuerte golpeteo en su pecho al oír la profunda voz del mayor; observó el ceño completamente fruncido del moreno y no pudo evitar sonreír lentamente y se colocó sobre las piernas del mayor, sin soltar su mano de la mejilla nívea, besó lentamente aquel ceño fruncido, notando la diferencia de temperaturas en sus labios para luego bajar lentamente y apresar fuertemente aquellos labios que tan solo le hacían sentirse pleno.


-Solo entiendo que te amo.


El suave susurro del pequeño se pudo oír como un grito desgarrador en el cielo y con aquellas pequeñas pero significantes palabras se volvieron a unir en un profundo y demandante beso; las manos del varón se posaron fuertemente sobre las estrechas caderas del doncel y sin una segunda preparación penetro fuertemente al menor, obligándole a gemir fuertemente.


Sin importarles que los aldeanos escucharan sus fuertes y satisfechos gemidos se enfrascaron en otra lucha de cuerpos, en el que siempre salía vencedor el moreno de piel pálida.


 


Y sin darse cuenta la luna llena brillaba en lo alto, de un rojo escarlata tan hermoso y vibrante, emanando sus sutiles destellos escarlatas hasta el suelo de este mundo corrupto, un leve temblor apenas perceptible se dejó sentir bajo los pies de los asustados pobladores.


El rostro de la anciana se perdió en aquella hermosa vista; la hermosa luna brillaba en lo más alto de aquellas montañas, mientras que una bandada de aves negras salían con fuerza de aquel lugar; con sus manos temblorosas, acarició los rubios cabellos de su pequeño nieto, con miedo de que aquel hermoso y maligno Ser se lo arrebatara como le arrebataron a sus hijos.


 


 

Notas finales:

y aquí el segundo!!

Aparecieron *-* ¿quien se iba a imaginar que iba a haber lemon en el primer (?) segundo (?) capitulo ?!!

Y que tal??!!!

espero sus comentarios ;)!

Besos


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