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El tiempo a tu lado Temporada II por William Michaelis

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Notas del capitulo:

Lamento todos los meses de espera, pero he vuelto y no me ire hasta acabar el fanfic ahora. #AkumaSpears en facebook para saber de los fanfics.

Cayó al suelo del jardín y el otro se acercó alzando su barbilla con el bastón entre sus manos. Lo miro con despreció y lo golpeo con el bastón.

-Eres débil. – Lo empujo hacía abajo y lo dejo ahí tendido en el la fresca tierra. Era un inútil para el entrenamiento, se oponía a todo lo que Dorian le dictaba, no obedecía sus órdenes, Dorian en verdad quería hacer un hombre de él, pero no podía, no tenía la mente abierta, no servía para lo que su tarea dictaba. Samuel se levantó e intento atacarlo por la espalda, el bastón ataco su brazo, costillas y pantorrilla, arrodillándolo en el suelo.

-Tu nunca serás lo que él fue…- Eso toco las fibras más sensibles del mayor, que devuelta lo empujo contra la tierra y golpeo su tórax con el objeto entre sus manos.

-Si tienes algún aprecio por tu vida, más te vale no mencionar eso de nuevo. No soy la mejor persona, y eso me hizo llegar a la cima. Si vuelves a mencionar si quiera su nombre, me asegurare de que tu cuerpo no sea reconocido en la morgue. – Se retiró del lugar y antes de volver a la casa suspiro. El joven no tenía la culpa, pero era un idiota, un idiota enorme. – Muévete, tengo que recoger varias cosas en el centro de la ciudad.

Samuel no comprendía porque lo odiaba tanto, nunca le había hecho daño, y menos, no había hecho contacto con él en un largo tiempo. Se puso de pie, todo el cuerpo le dolía, habían estado entrenando toda la mañana dominaba ciertas habilidades ya, y estaba dispuesto a convertirse en un buen sicario, ¿Por qué eso es lo que eran, no?

Sicarios.

Vio a Dorian subirse al coche deportivo y seguido él lo hizo.

-Vas a conducir hoy por mí. – Dijo el mayor mientras tomaba unos papeles de la guantera y leía varios buscando uno en especial.- Ve a esta dirección. Esta cerca de la Torre Eiffel, no te debería ser muy difícil encontrarla. – Dijo con sarcasmo para después dejar los papeles de nuevo en la guantera.

Samuel, con una suerte de principiante logro dar con la dirección a la que Dorian quería ir. Se quedó cuidando el coche del mayor mientras que él había entrado a una tienda, al parecer había ido por un encargo.

Dorian salió al rato con una caja pequeña en sus manos y el nuevo bastón en la otra, el objeto mencionado con la forma de un animal en la punta, Samuel veía una pequeña unión entre la empuñadura de este y su figura. Pero…estaba seguro que era normal.

-Me vas a acompañar a un lugar, como mi guardia, no hablaras, solo lo harás si te preguntan algo, no cometerás cosas tontas, y no, no mencionaras nada de lo que has visto. Espero que al menos sepas defenderme.

-Si. – Solo musito el mayor le dio la dirección del lugar, un complejo de edificios grandes, Dorian tomo unas gafas de sol y lo miro, Samuel bajo del auto y le abrió la puerta.

-No quiero que mires a nadie a la cara. Son un poco… - Caminaron al elevador del estacionamiento, Dorian frunció el ceño quitándose los lentes y los guardo en el bolsillo de su camisa.

-¿Dorian? – El mayor lo golpeo en el brazo para que se diera cuenta de la cámara de seguridad. Pasaron al último piso de la torre donde la junta de las familias se estaba dando.

-Lamento llegar tarde caballeros. – Dorian llego y poso su bastón sobre la mesa de juntas, las demás familias miraron a su acompañante.

-Señor Dorian, su acompañante… - Los directivos intentaron llevarlo fuera y este frunció el ceño.

- No creo que entienda de lo que hablamos, y simplemente es mi ayudante por el momento. – Samuel apretó los puños y se contuvo de golpear al mayor. – Prosigan, tengo que hacer algo.- Entonces el señor Candor hablo.

-La muerte del heredero de Rosemag ha dejado a las familias dolidas, pero no más que a la mía, mi hija está siendo culpada de asesinato, dicen que ella ha sido la única que fue vista con el joven en la noche. Pero… como padre. Sé que no es cierto, mi ángel no haría eso.

-¡Ha! Señor Marcus, usted no conoce lo que las mujeres son capaces de hacer  por celos. Y por…- Dorian se quedó callado y miro detrás de la otra punta de la mesa, cortando de inmediato su habla. – Padre…- Miro al hombre hacerle una seña y entonces salir corriendo por la puerta.

-¿Señor Dorian? – Pregunto el jefe de otra familia, los Reid. El joven se paró de su asiento y salió por la puerta siguiendo al hombre que solamente él veía, era un mal juego de su mente. El hombre se detuvo en una terraza, al igual que Dorian, lo miro por indefinidos minutos, entonces vio como se ponía del otro lado de la baranda y comenzaba a descender por las afueras del edificio. Se vio tentado a hacer lo mismo pero el miedo lo detuvo.

Los jefes de las familias salieron a tal terraza. El señor Grey miraba la escena con cierto recelo, el padre del pelinegro había huido por ese mismo lugar…

-¡Tu! Muchacho, detén a tu patrón. – Charles le grito a Samuel y el rápido acudió a detenerlo. Un poco tarde el muchacho había cruzado la baranda y descendía, se detuvo al ver a su padre dentro del edificio. La ventana estaba reluciente, nueva, suspiro y sin más la atravesó, de afuera hacía adentro. Entonces respiraba rápidamente, el muchacho sintió un corte en su mejilla. Seguido de unas ligeras gotas de sangre. Miro la varonil figura acercarse a él y seguido correr. Él estaba cansado de correr detrás de su mayor anhelo. Corría escaleras abajo, intentado atraparlo. Al llegar a otro piso encontró este desmantelado. Había suficiente desorden por doquier. Al forzar la cerradura.

-Señor Michaelis. – El joven de los Grey detrás de él. - ¿No debería de estar arriba? – Dorian regreso a su realidad y frunció el ceño.

-Se lo que le hicieron, y si trabajo con ustedes es por respuestas. ¿Por qué?

-Porque al igual que Gallardee él nos estaba dando problemas, de verdad. ¿No recuerdas verlo a él dolido?

Dorian se quedó callado por un momento, salvajes memorias atacaban su mente, estaba teniendo un mal momento, un mal, mal momento.

Escuchaba ligeros susurros dentro de la oficina de su abuelo, tendría al menos nueve años. Esperaba paciente fuera de esta por saber algo de su padre. Escuchaba el llanto de uno de los dos mayores dentro de la oficina. En su mente se preguntaba una y otra vez, ¿Por qué? ¿Por qué lloraba?

-Bastardo… - Dorian musito y dejo el piso en el que estaba corrió escaleras abajo al lobby y frunció el ceño, todo su mundo se había ofuscado por un momento. Samuel puso una mano en su hombro, había estado esperando todo el tiempo ahí por que el apareciera.

-Dorian, vámonos…- El pelinegro estaba pálido, más de lo normal, sus ojos acuosos y rojizos tratando de contener las lágrimas. Al más joven de los dos le dolía verlo así.

Quizá no fuera de su incumbencia, pero aún, eran familia.

Dorian no dijo nada en todo el trayecto hacía la residencia francesa, estaba totalmente callado, miraba al frente tratando de omitir y reprimir las memorias.

“Dorian, tengo que ir por unos días a Francia…” El mayor estaba en cuclillas mirando al niño hacía arriba, llevaba una ligera maleta de equipaje. Su hijo se había empeñado a despedirle en el aeropuerto. “Prométeme que estarás bien papi” Dijo con inocencia Dorian entonces el mayor asintió y lo abrazo, el mayordomo de la familia entonces lo consoló al estar ambos solos en el aeropuerto.

Bien llevaba toda la tarde encerrado en su cuarto, y Samuel, en el piso de arriba, desde la ventana, podía ver como se hallaba en el balcón, sollozando ligeramente. Había escuchado como gritaba de desesperación y de dolor, el romper de unas cosas, y estaba seguro que no era momento de cruzarse en el camino del joven.

Se armó de valor al final y toco en la puerta del hombre varias veces, Entonces abrió esta, pidiendo permiso para entrar. Dorian estaba ahí, mirando a la nada, varias fotos familiares en el suelo.

-Michaelis… Dorian, si hay algo que pueda hacer por ti, ten en cuenta que lo haré.

-Tráeme a mi padre de vuelta Samuel… - Pidió con una queda y rota voz. A Samuel se le hizo un nudo en la garganta al escucharlo.

-Perdí lo mismo que tu Dorian, quizá no me dolió tanto porque llore su muerte, pero tú, trataste de mantenerte firme hasta el último momento, y mírate ahora. – Vería varias fotos en el suelo de ellos juntos, de un Dorian más joven, y niño, de un adolescente, y un adulto, al que yacía en un cementerio ahora.

-Yo, Yo perdí no solo a un padre, si no a mi alma gemela Samuel, no pude, no… yo en verdad lo quería Samuel, quería a mi padre a mi lado, ¿tan difícil era pedir a tal hombre a mi lado? A menos hasta que cumpliera su mayoría de edad para irse de este mundo… Unos asesinos me quitaron lo más preciado que tenía, y van a pagar caro por ello. – Samuel vio al fin lo que ellos dos eran, eran amantes, nunca nadie podría remplazar al hombre del que Dorian seguía enamorado, veía aquella foto en sus manos, Dorian tenía sus brazos entrelazados alrededor del cuello de Sebastian y ambos compartían un ósculo frente a la catedral de Notra Dame, era invierno.

-Lo siento mucho Dorian, en verdad, si pudiera ayudarte… - Samuel suspiro y se quedó callado, entonces escucho las palabras del mayor.

-Ayúdame a vengarlos, ayúdame a deshacerme de toda esa escoria. – Dorian se levantó de su silla y Samuel vio otra foto como la de antes, pero esta vez, en otro lugar, Dorian estaba entre las piernas de su padre y ahí los dos tan pacíficamente.

-Lo haré, entrenare por su memoria, así tenga que romperme los huesos que tenga que romperme, así lloré y grite de dolor, no me detendré. – Entonces el mayor le abrazo, abrazo a Samuel fuertemente, el contrario no supo que hacer, más que abrazarlo de vuelta. Duro más de lo debido, el mayor estaba en total silencio.

Sin embargo, estaba llorando, estaba llorando en un hombro ajeno, a alguien que siempre le había tenido rencor.

-Ve a entrenar, necesito estar solo por unos minutos… - Samuel hizo caso y Dorian se quedó solo en el cuarto. Se recostó en la cama, estaba aferrado a una almohada, ahogando sus penas en ella. –En verdad te extraño papá…- Susurro quedamente mientras trataba de calmar sus sollozos, era tan doloroso llorar sin alguien que lo consolara ahora. Tener que callar su sentir solo por no mirarse débil.

“Ya no llores Dorian, no me gusta verte llorar” Escuchaba la voz de su padre, escuchaba sus sollozos de niño. Entonces justo como en la junta, ahora como espectador, veía a su padre arrullar al niño en sus brazos. “Calla mi niño, todo va estar bien” Eso rompió más su ser, ya no había salida de su miseria y lo sabía, solo quería descansar, quería por última vez sentir sus brazos alrededor de su cuerpo, quería sentir el calor que emanaba y si no fuera mucho pedir, escuchar su voz. La voz que lo reconfortaba cuando nadie más podía.

Seis años, seis, habían pasado desde aquello, desde que lo escucho por última vez, desde que sintió sus últimas caricias.

Dorian escuchaba la voz de su padre mientras se quedaba dormido en sus brazos, su canción de cuna para el joven, era precisa para cuando se encontraba decaído. “En mi corazón tu vivirás” El joven escuchaba los suaves latidos del pecho ajeno, mientras lentamente caía en su letargo.

Si bien despertó al día siguiente con una horrible jaqueca por haber estado llorando. Los parpados hinchados y del mismo color rojizo de sus iris. Se levantaba de la cama buscando su bastón yendo fuera de la habitación a la cocina, entonces escuchando el romper de varias cosas. Tomaba la taza de café en sus manos y vio hacía afuera  de la cocina. Samuel se presentaba ante él quizá, algo atemorizado del aspecto del mayor.

-Me he visto peor, créeme…- Samuel se reverencio ante él y el otro suspiro.

-Sé que no es el mejor momento para hablar de esto, pero en realidad… he estado entrenando todo el día de ayer y el día de hoy… si no fuera mucha molestia… -Dorian asintió y suspiro.

-Después de todo no tengo más remedio que ayudarte Samuel, si voy a hacer lo que voy hacer. Me enfrento a perecer en el intento, y de verdad, no deseo otra cosa que no sea eso.

Samuel preocupado lo escucho, había estado pensando en lo que había dicho ayer, que era su alma gemela y todo eso. Fuera verdad o no, si Dorian le creía o no, el aún conservaba ciertos sentimientos por Dorian. Le dolía verlo sufrir.

-¿Te quedaras todo el día ahí Samuel? Solo tenemos hoy y mañana tendremos que asistir al entierro del hijo del tal Rosemag… Quiero terminar con esto cuanto antes mocoso… - Ambos fueron al patio de afuera como el día anterior.

Solo que esta vez… todo cambio. Ambos estaban concentrados en la batalla, Dorian se mantenía en pie con dificultad, Bloqueaba los ataques del menor fallando en algunos entonces se distrajo de nuevo, mantuvo baja su guardia por un segundo, creyendo haber visto a aquel difunto en una de las banquitas del patio. Sintió el golpe en su hombro entonces en su torso. No pudo defenderse de lo que veía, no podía evitar los ataques y menos golpear a quien más amaba.

-¡Dorian! – El mayor huyo por fin propio tambaleándose un poco al correr, corrió hacia dentro de la casa, a encerrarse en su cuarto de nuevo. Samuel quiso correr detrás de él, pero el rostro de miedo de este al golpearle, no lo olvidaría estaba seguro.

Todo se estaba volviendo tan malo, tan negro, que desearía volver a esos días donde todo estaba bien, donde ningún peligro los acechaba y se encontraba seguro en la mansión. Pero, con desear no bastaba, acabado el problema desde raíz, todo estaría solucionado. Y estaba seguro, de que ambos podrían volver a la tranquilid

Notas finales:

Jarcormente, me despido, y jarcormente, se que van a querer el capitulo que viene añorando el pasado.


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