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El tiempo a tu lado Temporada II por William Michaelis

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Notas del capitulo:

SOLAMENTE VENGO A DECIRLES QUE ES UN CAPITULO DEDICADO A USTEDES.


SI SEÑORITAS, A USTEDES Y YA SABRAN LUEGO PORQUE.


R-18


SI, AHORA SE... SE VAN A COSER TAPIOCA QUE USTEDES QUERÍAN LEMON-HARD, bueno eso.


¡Chao hasta el proximo capitulo!

Miraba indefinido al reloj de la sala, en los alrededores de esta veía a bastas personas que velaban por aquel que le otorgo felicidad, no podía ser débil. Aún tenía años de vida y necesitaba ser fuerte por su hijo.

-Spears…- Escucho la voz de su compañero, miro un poco a este aún sin saber, cuando  empeoro el estado de Salud del que ya estaba en el ataúd. -¿Podemos ir afuera?

Trataba de animarle, salieron a la terraza de la habitación estaba bastante deprimido al igual que el otro.

-Sebastian… Mis… - Lo abrazo fuertemente, ¿Qué más podría pasar ahora? Estaba destrozado.

-Tienes a Samuel… hazlo por el… - Dentro de la habitación estaba Ciel, también estaba dolido, era su padre de una forma u otra, sus manos se movían nerviosamente, afuera veía a ambos hombres reconfortarse, se sentían bastante mal, él también estaba destrozado, lo había visto enfermo, pero no tan mal. Veía a su padre estar en aquella caja de madera. Lucía tan perfecto.

En un momento le entro la nostalgia, quizá él se vería igual en algún momento. Y no quería lastimar a nadie…

Ciel miro a los dos hombres entrar y seguido a Sebastian apartarse, los demás presentes estaban sentados alrededor de la sala, él se levantó del sofá y se fue siguiendo a Sebastian, aún surgía aquella duda en su interior sobre lo que había pasado dos noches atrás.

Lo hallo al fin en la cocina, estaba sirviendo un par de tazas de café.

-Sebastian…- golpeo en la puerta con una botella de vino. - ¿Te apetece un trago?

El moreno dejo sus acciones y vio aquella botella. Un merlot… No podía negarse.

-¿Te encuentras bien? – Ambos comenzaron a hablar más continuó, Ciel asintió sirviendo dos copas para ellos dos.

-¿Tu cómo crees que estaría? – Pregunto él dejando sus dudas de lado saboreando ese dulce vino en su boca. Miro como el otro aún conservaba esa marca en la derecha de su rostro.

-Lo siento, la nostalgia también me puede a mí, pase los mejores años de mi vida con él… Y de verdad lo llegue a estimar demasiado… Y como no hacerlo si estuvimos juntos la mayoría de las veces…

-¿Aún recuerdas cuando era niño? – Ciel sonrió, era años más viejo que la última vez que estuvieron juntos, pero se veía tan adorable aún. Quizá un poco más maduro.

-Sí, las interminables veces que te llegue a perseguir por este suelo…- Sebastian suspiro y dejo la copa de lado recargándose en la mesa de la cocina viendo al otro. – Ciel, me atreveré a preguntar que algo espero no te incomode…

-Claro hazlo… - El más joven le miro con cierta incertidumbre, a su edad se parecía bastante a su difunto padre, Sebastian tomo una bocanada de aire antes de preguntarle.

-¿Cuándo estás con él… piensas en mi? – Sebastian frunció el ceño y antes de escuchar la respuesta se fue del lugar con una bandeja de tazas de té y café, el no era el encargado total, pero se sentía frustrado al no ayudar.

Ciel por su parte se quedó de piedra sin saber que decir, vio a Sebastian salir de la cocina. Enserio, le dolía ahora haber perdido a tan maravilloso hombre, Dorian estaba mejor con él. Y lo sabía, Sebastian le amaba tan profundamente, miro celoso al líquido de su copa, ¿Cuánto no habían pasado juntos?

Lejos otra vez tuvo que dar consuelo a otro de los Phantomhive.

-Samuel… mira… donde quiera que el  este… Él está mejor, agradecemos que no haya sufrido en su deceso… Por favor, te pido serenidad. Yo los apoyare a ustedes dos durante todo este tiempo. – Sebastian sonrió y abrazo al chico, no tenía ni la menor idea de donde estaba Dorian por el momento. Esperaba se encontrara bien, desde el momento de la cocina no lo había visto de nuevo.

-Sebastian, yo… lo quería mucho… - Miro los ojos rubíes y como estos se posaron en los suyos. Sebastian veía que no se parecía en nada a Vincent, solo aquel cabello de tono azul. Sus ojos esmeraldas heredados de aquel hombre de pelo castaño. Facciones masculinas y ese característico lunar de Vincent en su mejilla.

-Te entiendo… Deberías de ir con tu padre chico. Él también te necesita. Necesita que alguien lo apoye en este difícil momento.

Samuel suspiro y fue corriendo a con William que lo recibió brazos abiertos. Ese era su retoño, de dieciséis años, Sebastian miro la escena desde la lejanía antes de ser llamado por otras personas y desaparecer.

Ciel pensaba aún en responder a la pregunta de ese hombre, sus palabras quedaban ahí. Si, pensaba en él todo el tiempo ahora lo admitía. Sebastian era perfecto incluso a su edad, pensó en recuperarlo, por el método que fuese, incluso llevándole a rastras a un cobertizo en algún lugar desolado del país y utilizarle como juguete sexual… ¿Qué mierda estaba pensando en realidad?

Sacudió su cabeza y en ese pequeño lapso perdió al hombre de vista, no veía ninguna vestimenta igual a la de Sebastian nadie que portara…. ¡Ahí estaba! Justo en la ventana.

Se acercó lentamente y cuando este volteo era otro hombre, ah… Así que si había personas parecidas, ahora volteaba y finalmente le veía ahí abrazando a Dorian, su sonrisa era sincera.

Veía como el más joven estaba… ¿su hijo estaba golpeado? Sebastian dejo la bandeja de lado y se lo llevo fuera de la habitación, consecuente los siguió y miro a Dorian ahí junto a Sebastian que se arrodillo veía como su boca se movía pero no veía que palabras salían de esta. Se acercó un poco tratando de escuchar mejor. ¿Eso… eso era francés?  

Bueno era obvio después de todo. El niño nació en Francia y Sebastian… suponía que le había enseñado.

-¿Quién te golpeo? – Escucho el Phantomhive en un tono preocupado a la otra voz, Sebastian seguía en la misma posición, acariciaba sutilmente las manos del joven. Su rostro contenía varios golpes y la mayor parte de su cuerpo se encontraba dolida.

-No lo sé… Eran varios hombres… ¿c-crees que alguien los haya mandado? – Dorian se abrazó del cuello de Sebastian, estaba llorando.

PoV Ciel Phantomhive.

Creó que ahora estoy pagando por mi pecado, verles a los dos juntos de esa manera, aunque solo sea amor paternal. Dorian llorando era algo que no me podía permitir ver.

Ambos se separaron, ese chico podría ser muy… aparentar ser muy fuerte y todo lo que quisiera, pero al final era toda una reina pasiva.

Sebastian lo beso en la mejilla, quizá se olvidó de que soy la única persona que sabe francés en este lugar… Tan correctamente como para entenderle.

-Papá… ¿y si te hacen algo malo a ti? – Sebastian lo acaricio,  por poco y me ven, jodida pared.

-No te preocupes Dorian… - Sebastian sonaba tan tranquilo, pero sabía en el fondo que él quería, quería ir y acabar con quien fuese que lastimo a su hijo… ¿o pareja? Lo que fuera, él no se iba quedar esperando.

-Pero… - La voz de Dorian sonaba más tranquila incluso cuando… ¿Por qué al verlos juntos me provocaba tantas emociones? Sebastian me había preguntado que sentía yo… cuando estaba con Grimes… ¿Qué siente el cuando esta con Dorian?

-Calla mi niño… Papá va a cantarte una canción de cuna… - Sebastian… este hombre no podía ser más… mas…

-¡Papá! Ya tengo dieciséis…- Vaya al fin… ¿al fin lo notaba?

-A mí no me interesa que tan viejo seas… siempre serás ese lindo niño que vi por primera vez en los cuneros… y así será para mi… - Estúpido Sebastian haciendo sonrojar a más de uno. Dorian… Lo admito… tenía un adorable y juvenil sonrojo en sus mejillas. Sebastian lo sentó en su regazo mientras el yacía en el piso. Ahora me preguntaba qué bien se veían como pareja… Tal vez, fuera inapropiado su forma de amarse pero… Ambos se querían… y Sebastian lo respetaba mucho.

Creó que no encontrara mejor partido que… Que Sebastian, los mire por indefinido tiempo, Sebastian parecía tan de buen humor.

En realidad me parecía algo tierno su forma de amarse, claro aunque uno de los dos sufriera al final… Me daba la impresión de algunas veces ver reflejado a Sebastian en Dorian. ¿Así habrá sido de pequeño? El nunca quiso hablar del tema… Y la verdad yo prefería no insistir en ello…. No quería que ambos discutiéramos por algo tan banal como su infancia… Él era feliz…

Sebastian tenía todo lo que alguien pudiese pedir… Encantador hasta el tuétano, pero también tenía su lado oscuro… Uno que pocas veces lo pude observar. Como esa vez en el puente… Maldito puente…

Sebastian sonrió lo que restaba del día… Su sonrisa era melancólica y algunas veces triste…

Lo vi al caer la noche en la cocina. Ni si quiera escucho mi presencia, al parecer ya estaba coherente de lo que le rodeaba, y de lo que había pasado. Me sentí celoso al ver como susurraba inconscientemente el nombre de Dorian. Sin hacer mucho ruido le cubrí ambos ojos con mi corbata, ¿Qué mierda estaba haciendo, o pensando yo?

-Dorian… Hijo mío… no deberías estar ya en cama… - Mire como no se oponía al estar privado de un sentido. Sus manos ligeramente se posaron en mi cintura… ¿este hombre en verdad no nota la diferencia? Su sonrisa era sincera.

Tal vez debería de dejarle ahí… Aunque tal vez podía animarle un poco… Y… De paso…

Sus manos se dirigieron a mi nuca y ligeramente lo aparte… Él se quitó la corbata de la cabeza y me vio ahí, tal vez no fue la mejor idea.

End PoV Ciel Phantomhive.

 

-¡Que…! ¡Ciel! – Sus manos se devolvieron a su posición normal… Trataba de captar lo que había hecho… ¿Qué rayos le había pasado en ese lapso? En realidad… no tenía una erección por alguien como su ex desde hace mucho. Sabía que había algo raro en la situación, normalmente no era… Que más daba, si se iba ir al infierno por pecador y por suicida que se fuera directamente al abismo. Rogo, rogo porque no volviera a sentir lo mismo, después de unos momentos de meditarlo sus manos se dirigieron a la cintura de su ex atrapando sus labios sin delicadeza alguna.

-¡Sebastian! – nuevamente el dolor de antes, la mano contra la mejilla. Que delicia de dolor… Sin más se detuvo, deseaba sentir ese dolor, las manos que en realidad deberían de tocarlo a él y no a nadie más. Que eran solamente suyas y no de ese hombre. Su niño.

-Creí que el joven amo lo deseaba tanto como yo…

-¿Qué hay de Dorian? – Ciel lo detuvo del pecho antes de que siguiera tentándolo, su mirada se dirigió al bulto de sus pantalones. Estúpido Sebastian…

-¿Qué hay de Rick? – Su sonrisa del mayor se ensancho, estúpido, sensual Phantomhive.

-Cállate… Que te quede claro que no siento nada por… - Sus labios se vieron apresados por los del otro y rápidamente tumbado en la mesa del centro de la cocina.

-Admite que cuando él hace esto… Piensas en mí… - Sebastian dirigió sus atenciones al bulto formado en los pantalones de su ex.

-Tanto como tú lo haces…-  Sebastian asintió, por fin, después de tantos años… ¿Qué más daba…?

Sus manos rápidamente quitaron lo necesario de la ropa ajena, lucía tan lindo sonrojado a sus treinta… treinta y algo años…

Sebastian lo volvió a besar con esa pasión con la que hacía antes, igual Ciel lo hacía, unidos de nuevo… quien lo diría.

Ambos se sentían tan… ¿Felices?

Sebastian se dio el lujo de volver a degustar ese miembro, tantos años…

-¡Sebastian! – Sus acciones solo eran bajar su camisa e intentar cubrirse un poco.

-Ay amor…. Y todavía no tengo contacto con tu lugar más privado… - Esa maldita, y encantadora sonrisa, Ciel la adoraba y la odiaba al mismo tiempo. Era un jodido sínico.

Sebastian rozaba ligeramente el glande de su hombría en la entrada de Ciel.

¡Gloriosa sensación!

Eso no era más que lujuria, ambos lo sabían.

-¡No se te ocurra llenar…! – En una estocada la virilidad del moreno hizo entrada en el recto del peliazul. Un gemido por partes iguales se escuchó.

¡Puto y glorioso sexo! Después de tantos años se sentía cada vez mejor.

-¡Sebastian! – El mayor lo empotro en la pared, los brazos de  su contrario se entrelazaron en su cuello, Sebastian embestía  bastante fuerte y profundo, estúpido dolor de cadera del día siguiente, ambos ya lo imaginaban.

Mientras eso ocurría sus labios se encontraban unidos en un apasionante beso, y sus lenguas en una guerra sin tregua por ser el mejor.

-¡Ciel! – Se escuchó el gemido del mayor al dejar cierta esencia en su interior, ambos jadearon del placer. – Joven amo es difícil de complacer en estos tiempos…

-Dime “Yes, my lord” Vez más Sebastian, ¡hazme tuyo! Es una orden.

-Yes, my lord…

 


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