Le dolía mucho la lengua y la mejilla. No podía evitarlo, el golpe fue demoledor. Ahora sentía el sabor metálico en su boca, ese tan característico de la sangre. Con algo de torpeza, abrió la boca para intentar que el dolor parara, pero fue inútil. Todavía le dolía, era demasiado.
—¡Yugi!—gritó Joey mientras se arrodillaba a su lado. Los dos escucharon de repente los pasos que se alejaban con velocidad. —¡Eh!—gritó de nuevo con la intención de terminar lo comenzado. Volteó la cabeza incluso. Pero francamente, era muy tarde.
—Joey...—murmuró Yugi. El aludido se volvió hacia él y miró su boca.
—¡Te mordiste la lengua!—exclamó el rubio. El de los ojos amista lo miró con ojos de miedo. Miedo a lo que le podría pasar.—N-No es nada grave, tranquilo...—a decir verdad, esos ojos le habían transmitido tanto temor, que parecía que se iba a quebrar en cualquier momento. Estaba aterrado. Yugi en definitiva no soportaba la sangre. —Vamos acaba de Jaden, se que él tiene un botiquín en casa...
Yugi asintió. De repente sintió como una gota de sangre se deslizaba por sus finos labios. De súbito se llevó una mano a su boca. Odiaba la sangre, la detestaba, le traía muy malos recuerdos. Quería que terminara, no quería sentir el sabor metálico. No quería sentir ese líquido en su rostro. No quería sentir dolor.
Antes de empezar el camino, Joey notó algo en la acera. Una carpeta. Una carpeta con un símbolo impregnado en ella. Sin pensarlo mucho, dedujo que era del atacante. La guardó, ahora no era el momento no el lugar para pensar en ello, tenía que llevar a Yugi a la casa de su amigo.
De camino a la casa de Jaden no hubo muchas palabras. Yami, que estaba en la maleta, dio todas las señales a Yugi para que lo dejara pasar, sin embargo siempre estaban rodeados de gente. Debió de haber salido apenas golpearon al más pequeño. Pero no lo hizo, no podía, no sabía si podía salir o no.
—¡Hola!—saludó alegre Jaden apenas les abrió la puerta. Vio las caras algo serias de sus compañeros, además de la mano de Yugi puesta en su boca. Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo estaba mal.—¿Pasó algo?—como si la escena no se pudiera poner más tétrica por el silencio de los dos visitantes, el de los ojos amista se quitó la mano de los labios dejando ver, la sangre acumulada. Jaden abrió los ojos del asombro. —Iré por el botiquín.—informó y salió corriendo.
Yami, quien todavía estaba dentro de la mochila, no lo soportó más. Sin pensar en las consecuencias salió de su escondite. La baba no tardó en formarse en un humano.
—¡Yugi!—gritó apenas estuvo en frente de él.
Y el caer de unas bolsas se oyó a la lejanía.
Todos se voltearon hacia el lugar de donde provino ese ruido. La vecina de Jaden estaba con los ojos abiertos a tope, las manos se elevaban lentamente hacia su boca. Los había descubierto justamente cuando volvía de la tienda. A todos tres se les aceleró el corazón. ¿Y ahora que? ¡¿Qué se suponía que debían de hacer?! Yugi se heló del miedo, Yami pensaba en qué hacer a toda costa y Joey... Será mejor que veamos cómo está el rubio.
—¡Bien! ¡Esta bien, ustedes ganan! Si pueden hacer un buen truco de magia—Dijo con las manos abrieras y moviéndolas de un lado a otro. Yami no entendía nada, pero al ver a Joey picarle un ojo, supuso que debía de seguirlo en su locura.—Ustedes son excelentes, ¿cómo lograron hacer un truco así de engañoso?
—Ah... ¿Practica?—responde inseguro.
La señora que estaba a sus espaldas escuchando la presumiblemente entendible y bien vocalizaba conversación se quedó pasmada. ¿Era eso un truco de magia lo que estaba realizado su vecino de cuadra Yugi? ¿Cómo era posible? Ese niño siempre se encerró en su cuarto, ¿acaso magia era lo que practicaba? Estaba loca. Ese no podía ser hijo de los Mutou que ella conocía, de ninguna manera, ¿acaso estaba alucinando? De la bolsa caída sacó una botella de vino y la miró. Siguió con su camino y botó en el basurero más cercano aquella pieza de alcohol que cargaba.
—Eso estuvo cerca..—dijo el de los ojos miel con alivio. Ninguno de los dos tricolores respondió, Yugi por su parte entró a la casa del de los ojos chocolate. Yami le siguió.
Tras ayudarle a Yugi a mejorar el estado de su lengua y la sangre, todo se quedó un poco callado. Jaden esperaba a tener una explicación de cómo había pasado aquello, pero no había preguntado a pesar de su curiosidad.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Haou (el cuál apenas llego hace un par de minutos) perpetrando el silencio.
—Ah... Sobre eso...—empezó Joey sin saber cómo explicar. Pero el tricolor original tomó palabra antes de que pudiera seguir siquiera.
—Me atacaron.—los dos Castaños se sorprendieron.—Fue como la otra vez donde me intentaron clavar una aguja... Por suerte Joey me salvó pero... —llevó sus manos a los brazos contrarios y miró al vacío.—tengo miedo.
Yami le abrazó. Trató de darle algo de alivio con algunos mimos y susurrándole al oído que todo estaría bien, parecían incluso una pareja. Pero Yugi seguía pasmado, no reaccionaba a casi nada. Jaden seguía tratando de asimilarlo y Haou estaba enojándose gradualmente pero se mantenía intangible. La escena volvió a estar en silencio. Pero justo cuando Joey iba a mencionar la carpeta que había encontrado, el de los ojos amarillos agarró bruscamente a su hermanos del brazo y le hizo levantarse.
—Ven conmigo—dijo apenas. Yami se opuso.
—Pero Yugi...—Haou le miró con cara de "o haces lo que te digo, o te prometo que no volverás a ver la luz del día en lo que te queda de vida". Yami se dejó hacer nomás.
Se fueron al jardín trasero. Apenas estuvieron allí, Yami se separó bruscamente.
—No tienes por qué jalarme todo el camino, —reclamó molesto—se a donde veníamos.
—Nos vamos—Dijo tajante.
—¿Qué?
—¿Donde dejaste tu transporte?—preguntó.
—¿Q-Qué?
—Te hice una pregunta Yami—Dijo con enojo.
—¿Por qué quieres saber eso?—preguntó confundido.
—No respondas mi pregunta con otra Yami—exclamó con enfado. El aludido suspiró.
—En un parque a dos cuadras de la casa de Yugi—dijo a regañadientes.
—Bien, prepara tus cosas, o lo que sea, nos vamos de este planeta.—ordenó. Yami negó.
—No
—Yami nos vamos ahora—volvió a ordenar. El aludido volvió a negar—
No te estoy dando opción, es una orden.
—No quiero abandonarlos, Haou no quiero abandonarlo—negó una vez más seguro de sí.
—¿Acaso quieres hacer que sufra aún más?—preguntó.—Siquiera sabes por qué lo están atacando, ¿verdad?—atacó sabiendo a quien se refería. Yami no pudo responder. —Ya te descubrieron.—Reveló.—si no quedamos aquí más tiempo no solo te capturaran, ¡lo capturaran a él también!
—Eso no es verdad—murmuró sin creer ni una palabra. Haou suspiró enfadado todavía.
—No puedes anteponer tus...—se quedó sin saber qué palabra usar, hasta que escupió:—sentimientos antes que tu sentido común. ¡Tienes que pensar que es lo mejor!
—Yo no quiero abandonar a Yugi—repitió.
—¿Y prefieres que lo atrapen?—preguntó Haou tratando a toda costa de que entrara en razón.
—¡¿Quién se supone que lo va a atrapar?!—gritó el tricolor.
—Los mismos que intentaron derribar mi transporte—respondió racionalmente, aunque en verdad no era seguro. Yami suspiró y empezó a caminar de un lado.—Sabes que tiene sentido—se aventuró a afirmar.
—No quiero creerlo—respondió.
—¿Por qué no puedes aceptarlo?—preguntó el castaño.
—¡¿Crees que es fácil para mí?! ¡¿Crees que después de todo lo que ha pasado me será fácil volver allá como si nada hubiera pasado?!—gritó sufrido ya de ver tanta indiferencia de parte de su hermano. No lo soportaba. Nunca lo había hecho. Y tal vez jamás lo haría.
Todo sucumbió en silencio. Haou tomó aire. Por primera vez haría algo por su hermano. Pero ya no más.
—Tienes dos meses más—dijo.
—¿Qué?
—Tienes dos meses para despedirte y... Hacer que sea más fácil tu despedida, después de ese tiempo nos iremos, de lo contrario té dejaré aquí y me llevaré al Yugi en tu lugar. —sentenció de manera severa dejando a Yami sin opciones, no dudada para nada de que su hermano era capaz de algo así, tenía que obedecer, como siempre lo había hecho. Se mordió el labio de la impotencia, sin embargo, solo dijo:
—Bien...
Y así lo decidieron. Sin saber siquiera cuánto miedo y tristeza le habían causado a cierto tricolor que estaba escuchando la conversación.