Fue casi como un doble golpe. Los dos tan fuertes que perforaron los oídos del tricolor. El portazo y el puño hacia la puerta. El de ojos amista se alertó un poco y se alejó también del miedo.
—¡No!—gritó de frustración de repente. Y de repente se volteó recostando su espalda sobre la fría puerta. Empezó a deslizarse hasta abajo y se puso las manos sobre sus sienes.—No...—dijo con un todo muy quebradizo y asustado.
¿Será posible que ella...?
—¿T-Tea?—preguntó Yugi. A pasos suaves y cuidadosos se acercó hasta ella y se puso a su altura.—¿T-Te encuentras bien?—preguntó estirando la mano para poder tocarla. Pero una mano veloz y fuerte apartó la ajena en un golpe certero.
—¡No me toques!—gritó levantando la cabeza. Sus pelos estaban ligeramente más alborotados que de costumbre. Estaba perdiendo la cordura poco a poco. Sentía como su cuerpo entero empezaba a temblar y a marearse. El sonido de sus respiración fuerte y rápida le daba un pista de lo que pasaba.
En definitiva, Tea tenía claustrofobia.
Yugi no tenía ni la más remota idea de cómo ayudarle o clamarla. No había manera de abrir las puertas, estaban atrapados, tenía que hacer algo. Pero no podía. Era inútil, ya nada podría reparar su error. Solo quedaba esperar a que la profesora llegara pero para ese entonces quizás Tea ya tenga un colapso total. Y probablemente le odiaría aún más, cosa que no entendía del todo porque. Pero no importaba, era alguien que estaba en un mal momento, uno pésimo.
Debía calmarla, costase lo que costase.
—E-Esta bien, no te tocaré.—accedió sobándose un poco la mano golpeada. La chica solo estaba con la cabeza apoyada sobre las rodillas abrazándolas con fuerza. Estaba temblando. El más bajo se mordió el labio. No tenía ni la más remota idea de que podía hacer. Miró de un lado otro, solo veía carpetas y cuadernos regados en el suelo. Si volvió hacia ella solo para descubrir que estaba haciendo algo parecido a la hiperventilación. Se alarmó aún más y trató de pensar rápido. Agarró un cuaderno y lo usó como abanico para ella.
No se tranquilizó mucho. Pero sirvió de algo.
—Nos vamos a morir aquí adentro...—deliró. Oh vaya, esto solo empeoraba más y más.
—Tranquila... No va a pasarnos nada—trató de tranquilizar.—Sólo... Trata de pensar en algo más, la profesora no tardará en volver y nos abrirá la puerta, ya veraz.
—¿Algo como que?—preguntó con voz algo desesperada. Yugi dudó.
—Ah...—articuló.—No sé... Am... Por ejemplo podrías recordar los modos de transmisión del calor o... Pensar en para que nos sirve la función lineal o... Am... ¿Algo que te guste recordar?—sugirió de una manera increíblemente dudosa. Solo quería ayudar, y esperaba no fracasar estrepitosamente. Tea comenzaba a sudar demasiado. Ese estado en el que se encontraba la estaba carcomiendo. Le iba a dar un paro cardiaco si no hacia algo pronto. Pero entonces, ella habló.
—Saria... Bosque... Rauru... Luz... Impa... Sombras...—empezó a murmurar llevándose la sorpresa de Yugi. ¿Acaso ella estaba... Recordado a los sabios de ocarina of time junto con sus elementos? ¿Esto de verdad estaba pasando? ¿Ella que... Criticaba a Joey y a Jaden por tener ese tipo de gustos?
—L-Los...—empezó a decir Yugi.
—Si lo sé, son los sabios de The Legend of Zelda.—dijo con algo de fastidio y un poco de desespero. Creo que no le gusta que se lo recuerden. Yugi tragó saliva.
—Si quieres... Podemos hablar de ello... Los dos—sugirió Yugi.
Increíblemente, Tea aceptó a pesar de ser a regañadientes. Hablaron un largo rato esperando a que la profesora volviera. No era algo cómodo para ninguno de los dos, pero mantenía a la castaña, eso era lo que contaba. Pero entonces, sucedió.
—Y por eso creo que Dark Link es una creación de Ganondorf—concluyó Yugi. Esperó respuesta por parte de la única presente, pero esta se quedó mirando al vacío. Como si no existiese nada más interesante.—Oye... ¿Estás bien?
—Perdóname...—murmuró hundiendo su cabeza entre sus piernas. Yugi solo se confundió aún más.
—¿Ah?—alcanzó a exclamar ante su estupefacción ante esas palabras.
—Perdóname por todo lo que les he hecho... Por lo que te hice el primer dia...—su voz sonaba algo quebrada a decir verdad.
—¿A qué te refieres?—pregunta. A decir verdad no había entendido del todo lo segundo. ¿El primer día? ¿Se refería a cuando...? No, nada había pasado el primer día. Bueno, de seguro había sido algo que vivió Yami. Pero si sabía lo que a veces pasaba en los pasillos, como le molestaba a él y a sus amigos, como a veces los despreciaba, no era algo que le gustara recordar. A ciencia cierta, no sabía si perdonarla, no lo decía por él, lo decía por sus amigos, por lo que habían tenido que pasar.
—Yo... Yo...—tartamudeó. Yugi simplemente la miró expectante, esperando cualquier cosa de ella.—Les... tengo envidia...—soltó al final.
...
¿Qué demonios?
—¿E-Eh?
Esto simplemente no tenía mucho sentido, ¿por qué se había agarrado a llorar en este momento? Bueno sí, tenia claustrofobia, pero ya había solucionado un poco la situación hablando de... Videojuegos, vale, tampoco tenía mucho sentido, ¿A ella le gustaban esas cosas? ¿Desde cuándo? Y si es así, ¿por qué les despreciaba a ellos por tenerlas? Yugi arrugó el rostro. No le estaba creyendo.
—Yo les tengo envidia...—respondió con una voz algo quebrada. Había empezado a llorar.
—P-Pero... Nosotros no...—trató de contradecir, pero le interrumpieron.
—Ustedes no tienen miedo de ocultarlo...—deliró.—Ustedes son felices entre ustedes... Ustedes se entienden...—cada palabra estaba más quebrada que la anterior. Yugi simplemente no podía creer lo que pasaba.—¿Por qué? ¿Por qué no puedo ser así? ¿Por qué solo quiero quedar bien ante todos?
Y entonces Yugi lo entendió. Ella solo los molestaba por qué así se negaba a ella misma. Decía lo que no era por tener amigos. Hacia lo que hacía porque... Creía que era correcto fingir ser alguien más para sobrevivir en la sociedad. No quería tener burlas, no quería que le juzgaran, no quería que la excluyeran. Y ella hizo todo eso solo para no tener que pasarlo ella misma. Se estaba protegiendo de la peor manera existente, usando a otros inocentes.
El de los ojos amista se salió de sí un momento, para dar paso a un momento sin dudas al habla.
—No creo debas de hacer eso...—Empezó desplazándose de su frente al lado de la chica.—Ocultándote... Diciendo ser quien no eres... Y despreciando a quien es como tú...—nombró. La chica había levantado la mirada. Pare del... maquillaje se había corrido, todo el rímel estaba ahora esparcido en sus mejillas y parte en sus rodillas.—Todo eso sólo hará que te quedes sola.— y la miró. A decir verdad no reaccionó en lo absoluto a su extraño y feo aspecto. Solo le importó como se sentía. No era amiga suya, pero tampoco era un enemigo despiadado, era alguien que había cometido errores fatales, y necesitaba a alguien que le escuchara.—¿No crees?—Tea asintió sin decir nada. Yugi sonrió y agradeció internamente por todos lo animes que se había vistos, sinceramente, eso le había ayudado un poco.
—Supongo...—murmuró tirando su cabeza para atrás con algo de fuerza.
Se golpeó en el proceso y se quejó.
—¿E-Estás bien?—preguntó. La chica por su parte se puso las manos en el lugar golpeado y se quejó una vez más. Eso, a pesar de que Yugi no lo quisiera admitir, había algo sido muy estúpido.
Pero lo que no sabían era que eso en realidad les había salvado.
—¿Hola? ¿Hay alguien allí?