Abrió los ojos y sintió un poco de molestia al sentir la luz que caía sobre su rostro. ¿Qué había sucedido? Lo último que recordaba era a su madre sonriéndole y diciéndole…que se iba a casar. Se levantó y se dio cuenta de que se encontraba en su habitación. Vio a su alrededor y su casa no estaba en llamas, corrió hasta su ventana y se dio cuenta que no había un apocalipsis zombie. No era el fin del mundo. Entonces… ¿Había sido un sueño? ¿Su madre no iba a casarse? Rio, rio como pudo. De seguro todo habría sido un juego por parte de su mente al sentir la presión de las prácticas y de los exámenes. Estaba más que seguro que todo había sido una simple pesadilla; aunque todo eso se derrumbó al ver a cierto pelirrojo entrar a su habitación.
-Ya despertaste.- dijo Akashi con voz serena.- Tu madre te conoce muy bien como para saber a qué hora despertarías.- Kouki solo asintió. No era la primera vez que se desmayaba; cuando era pequeño se asustaba por cualquier cosa.- ¿Te encuentras bien?
Kouki no dijo nada y se quedó mirando al suelo. ¿Cómo hablar con Akashi Seijuuro sin ponerse nervioso? Levantó la vista y suspiró al ver el porte elegante que siempre llevaba consigo el pelirrojo, era ser humano también; pero de todas maneras no podía evitar sentir miedo cada vez que estaba junto a él. –S-Sí…-dijo.- E-Es so-solo que me sorprendió la noticia.
Akashi se quedó viendo un par de segundos al castaño ¿Cómo no estarlo? Si el mismo se sentía sorprendido por la noticia que había sido dada horas atrás. Nunca se pudo imaginar que su padre viajaba largas horas desde Kyoto tan solo para salir con la madre del castaño, eso superaba cualquiera de sus expectativas.-Baja, nos explicaran todo.- y sin más se retiró del cuarto. Kouki se quedó estático; pero un poco más tranquilo. Pudo ver en la mirada del emperador lo mismo que él. Sorpresa. Así que sin esperar más, salió de su habitación dispuesto a escuchar toda la historia entre su madre y Seitarou Akashi.
-Qué bueno que ya despertaste hijo.- sonrió Naomi sirviéndole un poco de té. Ambos adultos se encontraban sentados en el sillón de dos cojines mientras que Akashi, Furihata y Yumi se sentaban frente a ellos.- Supongo que quieren explicaciones.
-Muchas.- fue Akashi el que contestó.
-Seijuuro.- dijo Seitarou.- Naomi y yo nos conocimos cuando vine a una reunión con un socio mío, debo decir que me encapriche con ella.- Furihata y su madre se sonrojaron al escuchar eso.- Nos habíamos mantenido en contacto y luego de eso empezamos a salir.
-¿De-Desde hace cuánto? – preguntó Kouki.
-Digamos que… desde hace un año.- era claro, Kouki estaba por desmayarse de nuevo. Un año, un año donde su madre había tenido una relación a escondidas con el padre del pelirrojo y él nunca se había dado cuenta de nada.- La noche que ganaron la Winter Cup; Sei me pidió matrimonio.- ¿¡Sei!? ¿Había escuchado bien? Él ni se atrevía a llamar a Akashi sin honorífico y su madre ya llamaba a así a su futuro esposo. Suspiró. ¿Qué debía decir? Los miro a ambos y pudo ver un brillo especial en los ojos de su madre que no veía desde hace mucho tiempo. Amor.
Naomi era una mujer divorciada; que a diferencia de Seitarou, él había perdido a su esposa años después del nacimiento de Akashi. Su antigua pareja era un desempleado metido en la bebida y en las apuestas. El mismo Kouki había presenciado las noches en las que su padre llegaba mareado hasta el punto de golpear a su madre e incluso a él; no fue hasta después del nacimiento de Yumi que ella le presentó la carta de divorcio y se fue a vivir con sus dos hijos a otra ciudad. Después de eso no tuvo la intención de volver a enamorarse, ni mucho menos casarse; solo trabajar y preocuparse por la felicidad de los tres.
Para Kouki, esto significaba una cosa. Tener que sacrificarse él por la felicidad de su madre. Si ella era feliz, él iba a aceptarlo.- Yo…- todas las miradas se posaron en el castaño.- Prométame que la hará feliz, prométame eso.- su mirada era firme y esta vez no la había desviado. Akashi estaba sorprendido por la decisión del chihuahua.
-Desde ahora Naomi estará en buenas manos.- dijo Seitarou tomando de la mano de la pelinegra.- Lo prometo Kouki.- Kouki asintió y sonrió.- Ahora Seijuuro no has dicho nada.- Akashi miró a su padre y luego a Naomi que sonreía de manera tranquila.
-¿Necesitas de mi aprobación, padre?- le dio una mirada desafiante a su padre. Hubo algo en el ambiente que se puso tenso; pero Naomi intervino antes de lo esperado.
-Seijuuro- kun, si me permites llamarte así.- su sonrisa seguía en su rostro.- sé que para los tres debe ser algo impactante esta noticia; pero me gustaría recibir una aprobación tuya.- Akashi se quedó un poco sorprendido ante esa respuesta.- No espero que me aceptes como una madre; es lo mucho que podría esperar, pero al menos como una amiga.
Akashi sonrió.- Esperó que la hagas feliz padre.- Kouki se sorprendió y miró al pelirrojo unos segundos. Lo veía diferente en aquel momento; como si algo en él hubiera cambiado en esos pocos intercambios de palabra. Un pequeño grito hizo que todos volvieran a la realidad.
-Sí mamá es feliz yo también.- la pequeña castaña corrió hasta los brazos de su madre y la abrazó. Naomi correspondió y le dio un beso en la frente a su hija. Yumi se quedó viendo al pelirrojo mayor y cuando vio que este sonreía y asentía también fue a abrazarlo.- Por fin tendré un papá y otro hermano.- Kouki no pudo evitar reír ante la inocencia de su hermanita. Akashi solo se limitó a sonreír.
-¿Cuándo será la boda?- Kouki, ya más calmado, se dispuso a tomar un poco de té.
-Un mes.- respondieron ambos sonriendo. Y otra vez el mundo se tiño de negro para Furihata.
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Seitarou Akashi no era un hombre común y corriente; eso era claro. Poseía empresas y muchas conexiones por todo el mundo, era uno de los hombres más importante en todo Japón. Entonces era de esperarse que al revelar la noticia de su boda, esta corriera en boca de todo el país; que los reporteros estén detrás de él ya era algo común en su vida. Pero para los Furihata eso era totalmente nuevo.
Para la suerte de la familia, Seitarou no había revelado quien sería su futura esposa y mucho menos cuando sería la boda; pero conociendo a los noticieros y reporteros que siempre lo venían entrevistando, se enterarían de todos los detalles tarde o temprano.
Habían pasado ya tres semanas desde que le dieron la noticia y seguía sin asimilarlo ¿Cómo hacerlo? En unas pocas semanas pasaría a ser Akashi Kouki. Tembló de tan solo imaginarse eso; no lo esperaba para nada. Sus compañeros también lo habían notado nervioso y muy distraído; pero no habían tenido la oportunidad de preguntarle, hasta que Riko se cansó un poco por los malos pases que el castaño estaba dando en sus jugadas.- Furihata-kun ¿Sucede algo?
-¿E-Eh? No-no nada, entrenadora.- contestó.- So-solo estoy nervioso…
-¿Qué pasó Furihata?- Kouki no sabía dónde meterse al tener todas las miradas de sus compañeros encima suyo. Kuroko suspiró. Era verdad el mensaje que Akashi le había enviado una semana antes.
-Entonces es cierto.- dijo Kuroko sorprendiendo a todos.- Furihata-kun y Akashi-kun se volverán hermanos.- Tres, dos, uno…
-¿¡QUÉ!?- La cara de todos era indescifrable, sorpresa, angustia, preocupación ¿Cómo explicarlo? kouki se sonrojo y asintió levemente. Las preguntas empezaron a llover conforme asimilaban la noticia que fue dada por la sombra de Seirin.
-¿Cómo es eso posible? / ¿Cuándo pasó esto? / ¿Akashi? / ¿Por qué?- Riko dio un soplido a su silbato y todos se calmaron. Era mejor darle espacio al castaño para poder responder.
-M-Mi madre y el padre de Akashi-kun piensan casarse en unas dos semanas más Hyuuga-senpai; ellos llevan saliendo desde hace un año y pues…paso esto y si Kagami, es de Akashi quien estamos hablando.- suspiró cansado al tener que responder todo eso. Todos se quedaron asombrados y sin nada que decir, era una noticia inimaginable para todos.- Mi madre ya ha tiene casi todo listo, los últimos día ha estado de un lado a otro organizando lo necesario.
-Vaya….Furihata-kun…-ninguno de sus senpais sabía que decir respecto a eso.
-Felicidades Furihata-kun.- dijo el peliceleste con una leve sonrisa.- Espero sean muy felices.
-¡Kuroko! lo dices como si él fuera a casarse.- exclamó Kagami sorprendido al escuchar al menor. Y de repente a Kouki se le subieron los colores al imaginarse con un vestido blanco en una iglesia y Akashi con terno frente al altar.
-Solo doy mis felicitaciones Kagami-kun.- dijo Kuroko sin inmutarse.
Ajeno a la pelea de la luz y sombra, Kouki recordó algo importante. No había tenido la oportunidad de hablar con Akashi respecto a la boda ¿Cómo se sentiría el emperador con la fecha cada vez más cerca? ¿Nervioso? Eso lo dudaba, de seguro el pelirrojo tendría asuntos más importantes que preocuparse en la boda de su padre; pero en eso Furihata estaba equivocado.
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Akashi, al igual que él, se encontraba muy ocupado; pero no en reuniones empresariales o negocios familiares, más bien, organizando con todo detalle el planeamiento de la boda. Se había ofrecido a ayudar a su padre; pero en esos momentos se arrepentía. Él no tenía ni idea de cómo planear una boda; pero con ayuda de las organizadoras que contrato, el trabajo se le hacía simple; mas no tanto como esperaba. La recepción, el banquete, el juez, los trajes, los invitados. Iba a explotar en cualquier momento.
Suspiró y sin querer se acordó del castaño. No podía negar que no pensaba en él las últimas semanas, de alguna manera el recuerdo de la cintilla y su imagen aparecía en su mente. ¿Sería eso que llaman “amor”? Sonrió, por una parte lo negaba; pero por otra le daban ganas de tenerlo solo para él. Ambos eran de mundos distintos;…que pronto se unirían.
- Kouki… ¿Cuándo fue que te colaste en mis pensamientos?-
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Las maletas listas y todo el equipaje en orden. Dio un bufido y cargó con pesadez las suyas y las de su hermana. Debían de tomar un taxi hasta la estación para llegar a Kyoto y ver los últimos detalles de la boda. Dos días. En dos días pasaría a ser un Akashi y la sola idea le seguí atemorizando. Su sorpresa fue tal al ver una limosina frente a su casa con un mayordomo en la entrada, al parecer el señor Akashi la había enviado para ellos. Naomi sonrió agradecida, con un leve sonrojo al ver la mirada curiosa de los vecinos e ingreso en el transporte junto con un Kouki confundido y una Yumi sonriente. Necesitaba un respiró.
Vio la limosina; era la primera vez que entraba en algo como eso. Tenía los asientos envueltos en un felpudo de color magenta, en el techo había como una pequeña ventanilla para recibir el aire fresco, una pequeña televisión al lado izquierdo y además había una pared de vidrio que los separaba del chofer. Demasiado para él.- ¿Pasa algo?
-No, lo siento…solo estoy sorprendido.- contestó Furihata a su madre; su hermana ya se había quedado dormida en uno de los asientos.- Aún no lo asimiló. –Su madre rio.
-Sé que habrán cambios en nuestra vida; querido.-sonrió con nostalgia.- Pero, por favor te pido que te acostumbres.
-Mamá quiero que tú seas feliz, en serio; pero será difícil adaptarme a todo esto.- Furihata suspiró y desvió su mirada al paisaje que se hallaba fuera de su ventana.
-Lo sé.- contestó Naomi mientras le acariciaba los cabellos a su hija que sonreía entre sueños.- Quería hablar de esto contigo con Sei; pero creo que será mejor ahora…- Furihata no dijo nada y esperó a que su madre hablara.- Furi, te trasladaremos a Rakuzan.
La noticia le cayó como un balde de agua fría.- ¿¡QUÉ!?- de todas las cosas que dijo su madre; eso lo dejo mucho más sorprendido.- ¡No pienso irme de Seirin!- si tenía que pelear por eso, lo haría.