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La mécanique de cœur vide por Siamy

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Notas del capitulo:

Capítulo 14:

Príncipe azul

Para mi extraña fortuna, la estoy pasando bien en la fiesta. Charlar con LuHan-hyung nunca es aburrido. Siempre puedes hablarle de todo y él escuchará.

Entonces varias chicas y algunos chicos de la escuela se me acercaron. Estos ricachones, como no saben quién soy en realidad, me coquetean y me dicen cosas “lindas”.

Al fin bola de idiotas. Uno me invita a bailar cuando todos toman su pareja. Miro a LuHan, y él, emocionado, me dice “Ve, KyungSoo”.
¡Pero qué problema! El chico no para de hablar tonterías. Es realmente algo asombroso que un idiota pueda decir tantas tonterías seguidas y sin trabarse.

—Y entonces podríamos irnos de viaje, ya sabes precioso, no sé… ¿Te parece bien Alemania? El jet privado estaría listo y… vaya, en serio quisiera ver tu rostro. —dijo, pero yo negué con la cabeza.

—No puedo revelarte mi identidad ¿recuerdas? Nadie puede quitarse la máscara. —se echó a reír.

— ¡Oh! Claro, claro, pero quizás después quieras mostrármela. —puse los ojos en blanco. Sí claro… quisiera hacerlo ahora, para que huyera despavorido cuando sepa que se trata de Dodo.
Entonces, entre tanta vuelta que me daba este chico mientras bailábamos, nuestros ojos se encontraron. Me refiero a los de JongIn y los míos. Se me quedó mirando, y yo no pude apartar mi mirada de la suya. Fue un momento extraño. Mi razón me dijo: ¡KyungSoo! Préstale atención al idiota que tienes en frente. Pero mi corazón se olvidó de todo lo demás, de pensar, de bailar, de todo.

— ¿Ocurre algo? Estás un poco distraído. —salí de aquel trance.

— ¿Eh? Lo siento... estoy un poco cansado, quizás ya debería irme. —dije, procurando ser cortés pero con ganas de volver a casa. LuHan estaba bailando y no era muy tarde, aunque el tío seguro esperaba mi llegada en la madrugada y diría que soy un aguafiestas por volver tan temprano.

La música cambió y ahora todos intercambiaban parejas entre cada giro. Estaba un poco mareado después de tantas vueltas, y cuando creí que iba a caer de verdad, unos brazos me sostuvieron con cuidado.

—Cuidado pueblerino, estas a punto de caer. —dijo JongIn.

—Ya estoy algo mareado. —dije, acertando a borrar de mi mente aquel dolor de cabeza provocado por el mareo.

—Me ha costado demasiado tenerte ahora ¿Eh? ¿Con quién bailabas? —dijo, y yo puse los ojos en blanco.

—No tengo la menor idea, pero el idiota habla demasiadas estupideces. —dije, y entonces él me sonrió.

—Sí, lo cierto es que aquí todos son unos idiotas. —me eché a reír.

—Tienes razón, TODOS lo son. —frunció el ceño.

—Perdona que ni siquiera he estado contigo, pero he estado ocupado. —dijo, alejándose un poco de la mirada acechadora de SooJung, quien lo buscaba desesperada, sin bailar con nadie más.

—No te disculpes. Ahora vuelve con ella, o te sacará los ojos. —dije, fingiendo temor.

—No seas ridículo. —dijo, fastidiado.

— ¿Y bien?

— ¿Bien qué?

—Dijiste que me dirías qué hay debajo de la máscara. —entonces pude ver un rayo de luz astuto en sus ojos.

—No tan rápido. Creo que me estoy arrepintiendo. No me has mirado ni una sola vez desde que comencé a bailar con BaekHyun. Ni siquiera te intereso. —dijo, fingiendo dolencia.

—Pues sí, tienes razón. —dije, con sencillez.

— ¡¿Eh?! Te atreves a decirlo sólo así. Pues, lo mismo da. —dijo, con frialdad.

—Oye, ella ya viene hacia acá, adiós. —dije, tratando de separar su mano de mi cintura y él se sobresaltó.

—No, espera. Vayamos por allá. —me tomó de la mano y me jaló entre el gentío; nos escabullimos hacia los jardines centrales. Había una hermosa fuente, perlada por la luz de la luna, nos detuvimos allí.

— ¿Qué haces? —le dije, cuando me pude zafar de su agarre.

—Bien, ahora te lo diré. Lo que hay debajo de la máscara. —dijo, susurrando.

—Dijiste que ya no…

— ¡Vamos! ¿Te interesa o no? —dijo, perdiendo la paciencia.

—No sé, sólo si tú quieres, nadie te obliga a nada, estamos en un país libre. —se acercó a mí.

—Parece un juego de niños, pero voy en serio. Probablemente no tenga otra oportunidad de decirte lo que hay debajo de mi máscara, porque justo ahora mi vida es complicada.

—No seas dramático.

—No lo soy, estoy diciendo la verdad. Tengo muchos problemas y… bueno, antes que sucedan más cosas y me arrepienta de no habértelo dicho, mejor…

—Espera,  ¿Qué es lo que vas a decirme en realidad? —dije, asustado.

— ¿Eh? No es lo que crees Dodo. Tendrías mucha suerte si te lo dijera. No. Yo sigo hablando de la máscara.

—Ah… de acuerdo. —dije aliviado.
Luego, tras vacilar unos segundos, acortó la distancia entre nosotros. Tomó una de mis manos y la expuso a la luz de la luna.

— ¿Qué haces? —dije, suspicaz.

—Nada… es sólo que no sé por dónde empezar. —escondía su mirada en las sombras de la noche. Entonces, él tomó mi otra mano, y colocó las dos sobre su antifaz.

—Necesitaré ayuda para poder quitármela.

— ¿Esto es una broma? ¿Hablabas de esta máscara?

— ¡No lo arruines, Dodo! Demonios, eres especialista en arruinar este tipo de momentos ¿no? Pero para decirte todo necesito que me veas bien la cara. —entonces sostuvo mis manos sobre su antifaz, y se lo quité.

¡Diablos!

No hace falta que te refiera el resto. Ya sabes cómo es su maldita cara de niño mimado. Su piel morena. De repente sus ojos me parecieron más oscuros, más profundos, y en ellos me vi a mí mismo, con un antifaz cubriéndome el rostro.

—Dodo, no me mires como tonto, quítate el tuyo. —puse mala cara.

—No te miro como tonto ¿Si? ¿Y yo por qué tengo que quitarme la máscara? —dije, cruzado de brazos.

—Porque así… es más fácil para mí.

—Mira, no sé de qué va todo esto. Si no quieres decirme nada, está bien. —entonces tomó mis dos manos.

—No. No está bien. Sólo hazlo ¿Quieres? —puse los ojos en blanco. Me quité el antifaz.

—Ya está ¿Y todo este ritual para qué? ¿Eh? JongIn, JongIn. ¡Kim! —se quedó allí mirándome sin decir nada. Luego, cuando le grité su nombre, me miró enfadado.

— ¡No seas tan gritón! Bien, ahora… tengo que contarte algunas cosas. ¿Nos sentamos? —en el borde de aquella fuente, con el sonido de las gotas al caer en la superficie cristalina, comenzó a hablar.

—Sé que piensas que soy un idiota, un ricachón sin escrúpulos. Y hasta cierto punto lo soy. Me gusta pavonearme por aquí y por allá. Y el dinero lo es todo para mí. He crecido siendo de este modo. Pero no siempre… había sido así. Hubo un tiempo, un tiempo en el que me importaron otras cosas, cosas que… veo en ti. No sé explicarlo de una mejor manera. Pero digamos que antes el amor, la familia y todo eso que ahora no me interesa, fue importante. Hace tiempo yo… solo quería eso. Pero me di cuenta que habiendo nacido en una familia rica, hay muchas cosas que quedan restringidas para mí. Aunque tenga mucho dinero, la verdad es que no hay mucho que contar en mi corazón. Y es una estupidez, porque antes no tenía estas dudas. Pero… desde que te conocí, fue como revivir esos recuerdos, y darme cuenta de que no soy tan feliz como pensé. Yo, siempre he tenido todo. Pero esto que quiero… no lo puedo tener. No puedo comprarlo, no puedo pedirle a mi padre que me lo dé, porque es imposible. Y es algo que… a ti te sobra. Admitiré que te tengo envidia, Dodo. —dijo, mirándome de reojo.

— ¿Envidia? ¿Qué puedes envidiarme? —dije, estupefacto.

—Tus amigos, tu familia; de la que nunca hablas, pero seguro es tan grandiosa como…

— ¿Sí? —dije, cuando se detuvo en medio de la frase.

—Nada. Pero hay cosas de ti que me molestan, como que no tienes nada y pareces feliz.

—No soy del todo feliz. —enarcó una ceja, pero seguía sin mirarme. Sus ojos, concentrados en el suelo, seguían perdidos algo que no pude ver.

— ¿Ah no? —dijo, un poco desconcertado.

—No. Y creo que es imposible ser feliz todo el tiempo. Quizás suene un poco fatalista, pero nunca podremos ser felices siempre. Hay momentos, claro, en los que nos sentimos bien, pero todo eso se va tan rápido como viene. —entonces frunció el ceño.

—Pero… tú eres feliz ¿No? Al menos un poco.

—Claro, lo soy. Y me siento agradecido cuando me ocurren cosas buenas. No todos tienen la misma suerte. —ladeó la cabeza.

—Sí, tienes razón. Dodo ¿Qué piensas de mí? —entonces me enfrentó.

—Pues aún no lo sé. Hay muchos aspectos que no encuentro agradables, pero nadie es perfecto. Y sé que mi lista de defectos es interminable, entonces no me siento capaz de juzgarte. Al menos no ahora. Antes… bueno, pensaba que eras un rico sin cerebro, y ahora lo pienso un poco, no te mentiré. Pero… más allá de eso, creo que estás muy solo. —abrió mucho los ojos y le tembló el labio inferior.

—Crees que... estoy solo. —dijo, repitiendo mis palabras con dificultad.

—Eso es lo que creo ver en ti. Y tú mismo me lo has aclarado todo, al decirme que tienes todo pero no te sientes feliz. Seguro tienes una familia un poco dividida, puesto que el otro día, cuando me llevaste a tu casa para la ropa de Dodo II, dijiste que tus padres no vivían juntos. Entonces, supongo que ese tipo de cosas te han afectado. Y quizás por eso crees que el dinero es la solución a los problemas. Intentas tapar una herida que todavía no ha sanado, y por eso parece que estás a gusto con tu vida, pero en realidad, te falta algo aquí. —dije, señalando mi corazón. Le temblaron las rodillas.

—Me falta… algo. —dijo, apretando los puños.

—Lo sé. A todos nos falta algo. Pero eso es lo maravilloso de la vida ¿No lo crees? Vivir teniéndolo todo sería genial, pero en este mundo hay que ganarse las cosas, no solo el dinero, eso es algo que se terminará de todos modos, pero me refiero a los sentimientos. Esos hay que ganárselos de verdad. Y quizás, así es como compensamos lo que nos hace falta.

— ¿Tú… has encontrado lo que te hace falta? —negué con la cabeza.

—No… no lo he encontrado. Pero estoy seguro de que lo conseguiré. —siguió sumido en sus cavilaciones, mirando el suelo.

—Espero que lo encuentres. —dijo, bajando la mirada.

—Gracias. —dije, un poco extrañado. Aquella era una faceta de humanidad que nunca había visto en él. Parecía tan frágil, por un momento pensé que abrazaría sus rodillas y comenzaría a esconder su cabeza entre las piernas.

— ¿Y si te dijera que soy una mala persona? ¿Qué dirías si te dijera que he herido a mucha gente? ¿Seguirías pensando que encontraré lo que me hace falta? ¿Que lo merezco? —dijo, con voz grave.

—Pues… si te arrepientes, por supuesto que sí. Todos merecemos una segunda oportunidad. Si has cometido errores entonces trata de remediarlos.

— ¿Y si son cosas que no se pueden perdonar?

— ¿Tan malo es?

—No lo sé. No he matado a nadie, pero a muchas personas… las he tratado mal, las he hundido, las he hecho pasar momentos felices para luego dejarlas abandonadas, porque nunca las quise de verdad. No es lo peor del mundo, pero eso no lo hace menos terrible ¿No?

— ¿Has intentado las disculpas? Un lo siento ¿O algo así? —negó con la cabeza.

—Eres la primera persona con la que me disculpo en toda mi vida, Dodo. Cuando te envié la nota, y te pedí disculpas por todo lo que te hice pasar, fue la primera vez que de verdad quise disculparme con alguien. Y aun así fue por escrito, y apenas te digo lo que siento sin demostrarlo del todo. Soy… muy orgulloso, para mí las disculpas son muestras de debilidad, de que me siento inferior al otro. Y yo siempre he creído que soy el mejor, que siempre… estoy hasta arriba.

—Sabes que no eres más valioso que los demás. —entonces sonrió.

—Lo sé, pero me gusta pensar que sí. Entonces me siento mejor. —suspiré.

—Tienes que ser menos egoísta ¿Sabes? Pensar un poco más en los sentimientos de los demás no es tan malo. —dije, y entonces me miró de reojo.

— ¿Tú qué sientes? —eso me tomó desprevenido.

—Pues… no sé. Lo que la gente común siente, a veces felicidad y tristeza, o sorpresa y emoción. Cosas así. —dije, desviando la vista.

— ¿Te has sentido triste cuando estoy contigo?

—Algunas veces. Pero no eres la causa, soy sólo yo, siendo tonto por preocuparme por cosas que no deberían interesarme, como los chicos de la escuela. —entonces se puso de pie. Hice lo mismo.

—Creo que eso es todo. Hay muchas cosas más… pero es un poco difícil para mí decírtelo todo. Ahora sólo una pregunta más: ¿Crees que… soy muy malo? —lo miré fijamente, noté un grado de preocupación inusitado, algo que nunca vi en él.

—No. No eres malo. Sólo eres tonto. —entonces me sonrió.

—Aún no sabes muchas cosas de mí. Quizás no pienses del mismo modo después. —dijo, con melancolía.

— ¿Esta es otra de tus actuaciones? —dije, arqueando una ceja.

— ¡Ja! No. Esto es real. Así soy yo… muy en el fondo. Siéntete afortunado, eres la primera y la única persona que verá lo que hay debajo de la máscara.

—No creo haber visto mucho. Al menos no algo que no hubiera pensado antes. —frunció el ceño.

—Hablas como si supieras ya muchas cosas de mí. —solté una risa baja.

—No es tan difícil… ver debajo de la máscara ¿Sabes? Aun cuando no querías que yo viera, no eres tan bueno disimulando lo que sientes. —se sintió acorralado.

— ¡Oh! pues no creas. Estoy lleno de sorpresas. —me sonrió de medio lado. Nos quedamos contemplando la fuente en silencio.

—Dodo…

— ¿Hum?

— ¿Le dirás esto a alguien más?

—No.

—Bien.

— ¿Puedo preguntarte algo? —le dije, entonces apartó la mirada de la fuente.

—Depende.

— ¡Diablos! Siempre pones condiciones.

—Soy precavido.

— ¡Pff! Está bien. No será nada incómodo. ¿Qué piensas de mi vida? —entonces ladeó la cabeza.

—Te lo dije ya, creo que eres feliz.

— ¿Quisieras saber más de mí? —entonces abrió mucho los ojos.

—Sí.

—Otro día, te contaré sobre mí ¿Si? Así quedaremos a mano.

—Está bien.

—Será mejor que regresemos, está haciendo frío. —miramos la luna, silenciosa y sin un rostro.

—K-KyungSoo…

Me sobresalté, muy pocas veces me llamaba por mí no nombre.

— ¿Y eso? Pensé que era Dodo. —dije, riendo.

— ¡Umm! Pero ese es tu nombre. Da igual. Yo quería decir que… bueno, después de todo esto no creo que seas tan pueblerino. —lo dijo como si aquello demandara un esfuerzo exagerado.

— ¿Qué hago? ¿Brinco o me pongo a cantar? —me miró enfadado.

—No sabes cuando estoy hablando en serio ¿verdad? —iba a responderle algo pero entonces me tomó por la cintura.

— ¿Qué haces? —entonces sostuvo mi cara con una de sus manos.

—Justo ahora no podemos ser amigos ¿Sabes? Porque corres el riesgo de salir herido, porque no estoy listo para ser sólo JongIn con los demás. Y pasarán muchas cosas… no sé qué vaya a suceder, pero no quiero pedirte que seamos amigos si yo no puedo comportarme como uno. Entonces… sólo recuerda a este JongIn ¿Sí? Al que veas todos los días en la escuela con sus amigos será solamente un disfraz, no pienses en él como la persona que tienes en frente. Por favor. —dijo “por favor” como si fuera algo que le produjera un gran dolor. Me quedé estático, asimilando todo eso.

—Pues, yo…

—Pero antes de que deje de ser yo, quiero hacer algo, yo quiero… —entonces lo sentí tan cerca de mí que estaba seguro de lo que iba a suceder después. Cerró sus ojos y acercó sus labios a los míos. Inconscientemente, cerré los míos, y ya no pensé en nada más. Lo que tiene que pasar, pasará, y lo que no, jamás sucederá.
Cosas como ¿Esto está bien? O ¿Qué estoy esperando? Se esfuman en mi mente. Tendría que detenerlo, pero no me responden mis reflejos.

Entonces, él va a…









¡SPLASH!

Siento unos brazos, ajenos a los de él, que me lanzan a la fuente y entonces, siento el agua empaparme la ropa y el cabello. Agua helada. El frío me cortó la piel, hizo que se me erizara el vello de la nuca.
Luego, amortiguado por el sonido del agua, la voz demandante de alguien en la superficie. Como pude, me puse de pie. El nudo del ascot se soltó y cayó en el agua. El peinado se arruinó todo y el cabello me cayó por la frente.

— ¿Qué hiciste? —dijo JongIn, tan asombrado como yo de lo que acababa de pasar.

— ¿Cómo que qué hice? Estabas a punto de besarlo. —la gente comenzó a aglomerarse cuando SooJung comenzó a gritar. Cuando los chismosos estuvieron cerca, nos miraron a los tres, con desconcierto e incredulidad.

— ¡No es verdad! —dijo JongIn.

— ¡Claro que sí! Ibas a hacerlo, ¡Ibas a besar a ese pobretón! ¡Por Dios, despierta de una vez! Él no es como nosotros. —aquellas palabras me atravesaron como una daga. Nunca en mi vida hubiera imaginado sentir esto, pero quise salir de la fuente y golpear a esa idiota; sin importar que fuera una chica, por haberme hecho todo esto.
Pero entonces, al poner un pie afuera, ella se acercó a mí de nuevo y me tiró otra vez. Sumergido, sentí que el agua entraba por mi nariz y comenzó a dolerme. Quise ponerme de pie, pero no pude, esta vez me había golpeado la cabeza y de repente me sentí aturdido.
Escuché voces, voces apagadas, y luego alguien lanzándose para ayudarme. Esa persona me sacó a la superficie.

— ¿Estás bien? —dijo la voz.

—S-sí. —dije, tiritando de frío. Todos a mí alrededor se reían a carcajadas. Algunos indecisos solamente miraban apartados.

—Pero… KyungSoo ¿Eres tú? —entonces identifiqué esa voz como una de las que menos hubiera deseado escuchar en esos momentos.

— ¿JoonMyun-hyung?

— ¡Lo sabía! Eras tú, Do. ¿Creíste que vestido  así no nos daríamos cuenta que eras tú? Deja de jugar al niño rico. Este no es tu mundo. Se terminó la fiesta, ojón. Vuelve a casa en tu calabaza. —dijo SooJung, señalándome con el dedo.

—Sí, tiene razón ¿Qué hace en esta fiesta?

—Míralo, es Do KyungSoo, el pobretón…

—Lo sé, jamás pensé que ese chico fuera él.

— ¿Crees que haya robado el traje?

Todas esas voces se agolpaban en mi mente. Todos riendo. Miré a JongIn. Apartó la vista de mí. Avergonzado.
Me quedé allí, de pie, como un verdadero idiota. Pensando que quizás diría la verdad, pero parecía tan indispuesto a mirarme, que caí en la cuenta.

No iba a hacerlo.

Entonces las lágrimas se adueñaron de mí, y quise desaparecer. Aquello había tenido un final bastante tormentoso. JoonMyun seguía tomando mi brazo.

— ¡Basta! ¿Por qué hiciste eso? —dijo, mojado completamente igual que yo.

— ¿Y tú quién eres? —dijo SooJung.

— ¡Qué te importa! Ven, KyungSoo. —y me ayudó a salir de la fuente. No dije nada. Me sentía terrible.
Byun miraba desde lejos, sin reírse, tratando de entender el alboroto y mirándome sorprendido.

—JongIn, explica esto. —dijo JoonMyun, con voz atronadora. El interpelado ni siquiera lo miró.

—No me molestes. Yo no tengo nada que ver en esto. —dijo, apartando la mirada.

—Pero JongIn, él…

—No, hyung, no importa. —dije, mirando al suelo. La gente seguía riendo.

—JongIn tú… —dijo JoonMyun, pero no dijo nada y me condujo hacia la salida. Los dos empapados.
No dijimos nada durante el trayecto. Comencé a temblar y entonces se quitó la chaqueta, no podía evitar derramar las lágrimas en silencio.

—Póntela, te vas a resfriar. —dijo, pasándome el saco negro por los hombros. No iba caracterizado, vestía un traje negro ordinario, pero se veía muy bien incluso mojado. ¡Arg! ¿Pero qué pienso? Esto es lo peor que me pudo haber pasado en la vida.

Cuando llegamos al estacionamiento donde había dejado el auto, me abrió la puerta.

—Pero… estoy todo mojado. —dije, temiendo estropear el asiento de cuero.

—Eso no importa. Yo también lo estoy, sólo sube. —dijo, y entonces lo hice.

—Lo siento. —dije, dejando que el llanto me dominara otra vez.

— ¿Que lo sientes? ¡Pero KyungSoo! Lo que ellos te hicieron no es razón para que tú te disculpes. —me tapé el rostro con las manos.

—No debí haber ido, ellos siempre van a… molestarme. —entonces apartó mis manos de mi rostro.

— ¡KyungSoo, mírame! Olvídate de todos ellos, tan sólo… no pienses en ellos. —dijo, y me sentí aún peor.
Me dejó llorar en silencio por unos minutos, hasta que me hube tranquilizado, y entonces, salió del estacionamiento hacia la calle.

—Creo que ya ha sido suficiente, por favor, no llores. —dijo, pasando un dedo por mis mejillas. Me sonrojé.

— ¿Me vas a contar qué pasó? —dijo, en voz baja.

—Pues, sólo estaba charlando con tu hermano… entonces ella llegó, ni siquiera la noté, y me empujó a la fuente. —dije, limpiando mis lágrimas.

—Ya veo… —entonces se quedó en silencio.

— ¿Y tú? ¿Qué hacías allí?

—Pues… vi la invitación en mi casa, BaekHyun me había invitado, pero JongIn no me enseñó la tarjeta. Seguro que no quería que fuera. Vine de última hora, ni siquiera iba vestido como lo decía en la invitación. Hace poco que había llegado, y entonces noté a todos arremolinados afuera y salí. No supe quién eras al momento, pero ningún bastardo quiso ayudarte, entonces lo hice yo. —sonreí un poco.

—Gracias. Tal parece que siempre hemos de encontrarnos de este modo. Siempre me salvas.

—Lo sé. Es casi una novela. Te metes en problemas con facilidad. —asentí.

—Muchas gracias. —dije; me sonrió abiertamente.

—No agradezcas nada. Vamos, te llevaré a tu casa. —le di la dirección.

— ¿Y JongIn? Ese idiota no quiso decirme nada.

—Por favor, no quiero hablar de eso. —dije, bajando la mirada.

—Está bien si no quieres. Yo me ocuparé de él después. —dijo, enfadado.

—No. No hagas nada. Así es mejor. Ya no quiero que haya problemas. —me miró de reojo.
—KyungSoo, lo que te hicieron fue algo cruel. No puedes solamente decir que no quieres más problemas.

—Ellos tienen razón. No pertenezco a ese grupo. Debí haberlo entendido desde antes.

— ¡Odio eso! —dijo, dando un golpe en el volante. —Odio a las personas que hacen sentir menos a las demás sólo por el dinero. ¡Maldita sea! Ellos no entienden nada. —dijo, y entonces aparté la vista a la ventanilla.

—No importa ya. —sonreí sin ganas.
Paramos cuando le dije dónde era mi casa.

—Gracias por todo. Ya te debo muchas. —dije, apenado.

—Por supuesto que no. Fue bueno verte, aunque siempre terminemos mojados. Qué raro ¿no? —nos echamos a reír.

—Tu saco. —le dije, entonces negó con la cabeza.

—Me lo darás después. Si te lo quitas, te hará daño el frío. —me sonrojé.

—Está bien, gracias. —dije, y abrí la puerta del auto.

—Y KyungSoo… hazme un favor. No llores más por esas tonterías. Tos ojos son más bellos cuando no hay lágrimas en ellos. —me puse del color del granate. No acerté a decir nada coherente y salí del auto, un Mercedes rojo.

Nos despedimos y entré a casa. El tío estaba viendo novelas en la parte de arriba. Le referí toda la historia cuando me encontró toda mojado. Se puso a gritar improperios y yo solamente escuchaba paciente en la mesa del comedor. Luego subí a cambiarme. Me quité el maldito traje y lo arrojé al cesto de la ropa. Pensé muchas cosas mientras estuve en mi habitación.

“Ahora no podemos ser amigos”

Eso había dicho él.

“¿Crees que soy… muy malo?”

No. No era malo. Era un idiota, eso era. Y no quiero volver a verlo nunca jamás.

Tal vez debería renunciar a todo. Tal vez debería irme con SeHun a la Preparatoria Pública. Ya hallaré la forma de conseguir una buena recomendación para la Universidad.

Pensé que me habían derrotado. Al final esos tontos pudieron conmigo. Esa escuela no era el lugar para mí. JongIn tenía razón.
Luego, mientras todavía tenía ganas de llorar, recordé las palabras de JoonMyun. No valía la pena llorar por cosas como esas. Miré la silla, con el saco de mi hyung sobre la espalda de madera. Recordé sus dedos limpiar mis lágrimas… y entonces me sentí idiota por volver a fantasear con ese recuerdo.

“Tus ojos… son más bellos cuando no hay lágrimas en ellos”

Tomé el saco y lo acerqué a mi rostro, olía a un perfume que me llenó las fosas nasales y me hizo desvariar. Cerré los ojos. ¡Lo sé! Es lo más patético del universo. Pero al menos déjame soñar.

— ¿Qué estás haciendo? —dijo el tío, me apresuré a esconder detrás de mí el saco.

—Na-nada tío. —dije, todo rojo.

—Bien KyungSoo, sólo quiero decirte que mañana hablaremos sobre todo esto, pero ahora descansa. —y cerró la puerta. Me volví hacia el saco otra vez.

¡Pero qué bien huele!

¡No!

Deja de pensar en eso, KyungSoo. Dejé el saco de nuevo en la silla y me recosté en la cama. Mañana habría muchas cosas que discutir con el tío.
Y quizás… quizás no vuelva más a esa escuela. Pensé otra vez en JoonMyun, él era como el héroe que me salvaba todo el tiempo. Era un rollo ser siempre salvado; pero con él me siento seguro…


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