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La mécanique de cœur vide por Siamy

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Notas del capitulo:

Capítulo 1

Nouvelle victime

Me desperté muy temprano ese día. Hay muchas cosas que hacer, y odio la incompetencia; a veces hay que hacer las cosas por uno mismo para que salgan bien.

—Buenos días, joven JongIn.  —dijo la sirvienta, cuando me hube levantado y bajado a desayunar.

—Hmm… —Me senté y me di cuenta, aburrido, de que había muchas cosas de las cuáles escoger para el desayuno; productos importados y unos elaborados por la sirvienta. Comer… es una actividad tan indispensable, pero que roba tanto tiempo precioso. Mi tiempo precioso.

— ¿Puedo ofrecerle algo más? —se arrugó el delantal con nerviosismo, siempre me ha temido, porque yo nunca le dirijo la palabra para nada más, aunque a veces…

—No, eso es todo Song Qian. —dije, y le guiñé un ojo. La otra se puso del color del granate. En sus ojos negros noté la sorpresa.

—Entonces, me retiro. —dijo, con una pronunciada reverencia y dispuesta a abandonar el comedor.

— ¡Eh! Espera… —se dio la vuelta.

— ¿Necesita algo? —dijo, y entonces sonreí con arrogancia.

—Nada… es sólo que hoy te ves muy sexy con ese uniforme. —en su nerviosismo le temblaron las rodillas. Yo tan sólo reía por dentro, divertido. Hacer una observación de ese tipo una o dos veces al mes era de lo más entretenido. Es decir, darle alas a una persona que jamás significará nada para ti es… reconfortante.

Y llevando una vida tan carente de emociones o cosas que llamen mi atención, puedes entender esto como una diversión mundana.

—Pues… yo, supongo que gracias, joven JongIn. —de nuevo su reverencia, y no supo que hacer.

—Listo, ya vete. —dije cambiando mi actitud galante por una de desprecio. Ella se sobresaltó, pero salió sin decir nada. Casi pude imaginar la decepción de su mirada.

Ahh… ese tipo de cosas me alegraban el día. Si no lo entiendes, o si crees que es una tontería, lo mismo da.
Luego entró JoonMyun, el idiota que me hace perder todo el prestigio y la buena fama. Él se lleva a todos, haciéndose el buenito, aunque admitiré que él lo hace todo de corazón.

Aunque eso no lo libra de tener sus defectos. Si por el fuera, donaría toda su fortuna a la caridad aunque él tuviera que vivir bajo un puente con un trozo de periódico por las noches.

Y era su mismo altruismo lo que lo hacía olvidarse de quién era y de lo que las personas esperaban de él. Claro está, en nuestra sociedad hay que hacer una que otra obra de caridad para demostrar que tienes un buen corazón; por eso él era aceptado en todos lados. Inclusive tenía amigos de clase media. ¡Un horror! Se comportaban como animales, no tenían idea de los modales y de la prudencia.

En conclusión… una pandilla de perdedores.

—Buenos días, JongIn. —dijo alegre. Yo odiaba todas esas muestras de felicidad. Tan temprano y ya me echaba en cara que él tenía un motivo para sonreír.

—Humjum… —el otro me miró severo, pero ya me conocía. Yo nunca fui hombre de muchas palabras.

—Buenos días, joven JoonMyun. —dijo Song Qian al verlo entrar. El otro lo miró como si fuera la criatura más hermosa del universo… o la más rica, en mi caso.

—Muy buenos días, noona. ¡Oh! Vaya… que buen desayuno. —dijo asombrado. Como si nunca hubiera probado la comida bastante monótona que ella nos hacía.

—Buen provecho. —dijo Song Qian. De alguna manera, creo que su corazón de sirvienta se alegraba cuando, al recibir mis malos tratos, llegaba JoonMyun y la trataba tan amablemente.

— ¡Oh! Pero espera. ¿No querrías desayunar con nosotros? —casi escupo el café importado desde Suiza, en la mesa. Lo miré perplejo. JoonMyun me ignoró.

— ¿Qué? ¡Oh no, no! Yo no podría joven JoonMyun. —el otro sacudió la cabeza, siempre sonriendo. Lo detesto…

—Para nada. Tú nunca comes con nosotros, vamos, tan sólo una vez. —dijo suplicante. Y yo sentí pena ajena. Pero qué actitud tan más indecorosa tenía con ese sirviente. JoonMyun está loco…

—Pero no es correcto. —dijo totalmente roja. JoonMyun le decía lo mismo una y otra vez, cuando mi padre no desayunaba con nosotros; ya que, al igual que yo, pensaba que eso era una total locura.

—Pero… —dijo JoonMyun, entonces yo apreté los palillos con tanta fuerza que estuve a punto de romperlos.

—Basta ya, JoonMyun. Ella tiene razón. Tan sólo es la sirvienta, no tiene por qué tener un trato especial en esta familia, y menos sentarse a la mesa a comer con nosotros. —el otro me miró indignado; nunca antes le había dicho la forma en que repudiaba su forma de ser con los pobres. Ahora había estallado. Puedes entenderlo ¿Verdad? Es decir, lo correcto es que los criados coman en la cocina ¿O no? No son dignos de nada.

—JongIn, tú… —dijo JoonMyun. Y entonces se puso de pie, bastante molesto.

— ¿Qué rayos haces? —dije aburrido, mientras colocaba mis manos detrás de la cabeza. Hacerse el indignado no lo elevaba en el concepto de tonto que lo tenía.

— ¿No has desayunado aún, noona? —dijo mi hermano, conteniendo su furia para conmigo.

— ¿Eh? No. Pero yo…

—En ese caso ¿Podré comer contigo hoy? ¿En la cocina al menos? Allí es donde el personal come ¿No es así? Entonces…vayamos los dos. De repente me ha dado ganas de comer allí. —dijo dirigiéndome una mirada de odio. Me encogí de hombros, divertido y mostrando una sonrisa.

—Pero… joven JoonMyun. —dijo ella. Esto me parecía un cuentecillo barato de Cenicienta, pero de todos modos, si se largaban y me dejaban solo, mejor.

—Así lo deseo. —dijo mi hermano con firmeza. Song Qian se quedó de piedra, mientras aturdida, accedía, y en una bandeja colocaba todos los alimentos de JoonMyun.

Luego, se fueron a la cocina. Song Qian lo bastante nerviosa para decir nada, y mi hermano, dirigiéndome una mirada severa antes de desaparecer por la puerta. Le hice señas para que se fuera.
Al final me quedé solo a la mesa, para disfrutar a mis anchas de todo el espacio. Todo para mí. Cuando terminé tomé mi mochila para ir al Instituto, pero antes de salir al recibidor y partir, hubo algo que me hizo detenerme.

Risas…

Mi hermano se estaba riendo de algo, escuchaba los murmullos de Song Qian algunas veces. Interesado me dirigí con sigilo a la cocina, y los vi a los dos; desayunando y charlando amenamente. Aunque Song Qian estaba un poco turbada por el ofrecimiento de mi hermano, parecía feliz.
El otro estaba encantado. Siempre le han parecido los pobres gente interesante. Y esta vez escuchaba atento lo que Song Qian hablaba. Algo de su familia en China y más basura. Puse los ojos en blanco… una pérdida de tiempo.

Cualquiera hubiera creído que JoonMyun estaba enamorado de Song Qian, pero no era así. Él siempre trataba a los indigentes con igual respeto y admiración, incluso, superiores a los de la alta sociedad.

Una vergüenza…

Y mi padre se enfadaba por ello, pero JoonMyun siempre era aceptado en ambos mundos. Y superaba las expectativas de mi padre en todo momento. Esa era la forma de arreglar su evidente interés por los indigentes.

Mi hermano será el sucesor de la empresa familiar. Él y sólo él será el dueño de todo. Mi padre cree que no soy tan capaz; a pesar de que he demostrado tener grandes habilidades para conseguirle buenos inversionistas. Yo voy en un colegio privado, la élite.

Y es allí donde, todos los días, lidio con gente incompetente pero que tiene mucho dinero. Los hago mis amigos y el día de mañana ya han invertido en nuestra franquicia todos sus millones. Le he conseguido muchos de ellos a mi padre, pero nunca es suficiente.

JoonMyun, a pesar de que se la pasa todo el tiempo asistiendo a eventos para la caridad, consigue más seguidores y empresarios de los que yo puedo encontrar. Y aunque muchas veces pensé que todo ese rollo de la caridad era pura fachada para conseguir aliados, la realidad era que él sólo iba a hacer algunas donaciones a escondidas.

¡Pero la prensa!

La prensa lo seguía muy de cerca. Y más de una vez las instituciones de caridad no podían callarse su “buena voluntad” y lo exhibían a los medios como “La persona más generosa del mundo”. Ese maldito…

Y la caridad atraía a los inversionistas. Generaba dinero, incrementaba las cifras familiares. Y todo terminaba en un “En efecto, eres mi hijo”. Cuando mi padre leía el periódico o su agente le informaba que gracias a que JoonMyun conversó dos o tres veces con tal o cual empresario, es que los millones se sumaban a nuestra fortuna.

¿No crees que es cosa para enojarse?

Intenté seguir sus pasos y realizar un poco de caridad pero no es lo mismo. Es dinero lanzado al aire. Y aunque lo hacía, muy a mi pesar, involucraba juntarme con gente pobre, tomarme fotos con ellos y un sinfín de cosas que desprecio.

Viéndolo desde otro punto de vista, puedo ganarme los elogios de mi padre sin ser como JoonMyun. Día y noche estrecho lazos con mis compañeros de clases, le doy buenas nuevas a mi padre, diciéndole que tal o cual familia invertirá en nosotros y que todo ha sido por charlar amenamente sobre nuestro nuevo parque de diversiones, o cualquier otra cosa.

Todos y cada uno de los individuos que frecuento a diario tienen una cifra sobre su cabeza. Puedes preguntarme a qué se dedica el primo segundo del tío abuelo, y te lo diré. Puedo desplegar ante ti la línea sucesoria de todos ellos. Sus triunfos y la manera en que se hicieron ricos.
Y al final… todo ese esfuerzo valdrá la pena; al final mi padre sabrá que yo soy superior a JoonMyun, porque yo no genero ganancias para mi familia por accidente, como él. Yo me empeño en que nuestra empresa sea la de mayor nivel.

Yo me esfuerzo por ser el mejor…

Así, pensando en muchas otras cosas más, como en que debo invitar a BaekHyun a una cena en algún restaurante de categoría para que su madre nos elija a nosotros sobre la familia Park o tengo que ir a la escuela.
En el garaje están mis diez vehículos y unos cuatro más para las vacaciones. Elijo el mercedes negro, tiene meses que no lo uso y será un lío que no sirva sin haberlo explotado un poco más. Me doy la vuelta y contemplo los autos de mi padre. Tiene dos más que yo, pero eso no importa. No puedo pedirle otro auto o sabrá que deseo competir contra él.
Y mi hermano, ah… da lástima. Solamente tiene cinco, y tres de ellos no los ha usado jamás. Mi padre le ha comprado varios por su cumpleaños pero él se niega a usarlos. Y el que ha comprado para sí, es apenas más corriente que cualquiera que ves en la calle. Él dice que no le gusta ir con algo tan ostentoso a la Universidad, pero mi padre de vez en cuando lo obliga a usar el BMW.

En fin… cada cabeza es un mundo, y mi mundo no pueden ser tan sólo cuatro autos y una chatarra que compré en una subasta para el asilo de ancianos.

En el camino escucho música clásica. He tenido que aprender de todo porque las personas con las que salgo son muy variadas; aunque su estilo pop no me llama la atención para nada.

La música clásica me vuelve elegante a los demás, por eso la escucho. Además me mantiene alerta a lo demás, sin desconcentrarme. Aunque en el fondo me gusta el rock, ya que hay gente que no es tan inútil y toca cosas de calidad. Tengo un estudio de música en mi casa, donde practico de vez en cuando con mi guitarra; cuando no quiero que nadie me moleste.

Al llegar me recibe mi grupillo de todos los días. Llevo en mi mano una caja negra con un listón gris. La presentación es buena y elegante, le va a gustar.

Camino por los pasillos y todos me hacen la plática sobre los diferentes centros de entretenimiento que mi padre está construyendo en Songpa.

—Sí. Y construiremos un hotel allí mismo. —dije altivo.

— ¿Y es cierto que te han dado una beca por tu tremendo desempeño en deportes? ¡Todos dicen que eres un as en cualquier deporte! ¿También es verdad que has sido el primer lugar en natación, baseball, soccer, golf, equitación, tennis, danza y básquetbol? —dijo Lee SoonKyu, una tipa con tanto aegyo que me revolvía el estómago. Si la estudiamos minuciosamente es dueña de varios centros deportivos de mucho renombre, los mejores deportistas van a sus canchas de tennis, sus piscinas, sus campos de baseball, etc. Su padre es un tonto inversionista más preocupado por el ejercicio físico y la superación personal que por administrar adecuadamente su dinero…

¿Fortuna?

20.000.000.000 millones de won. O eso puedo estimar. Lo cual no la hace ni tan rica como yo, pero ni tan pobre cómo algunos otros.

—Sí… me la ofrecieron el otro día. Pero boté el papel a la basura. ¿Una beca? No la necesito. Y los deportes son mera distracción. —dije, al lado unas chicas que sonrieron.

—Pues claro, JongIn oppa, tú mereces algo mejor que ser un simple deportista. —dijo una, adulándome. Seguimos por los pasillos, todos nos dejaban pasar, asustados o profundamente cohibidos. Todos me saludaban aquí y allá, todos nerviosos, todos inferiores.

Luego lo vi, estaba metiendo unas cosas en los casilleros, me acerqué a él y los demás me dieron algo de privacidad mirando desde lejos.

—Buenos días, BaekHyun-ssi. —dije, haciendo una inclinación de cabeza. El chico me miró perplejo, luego correspondió el saludo. Su cabello rubio caía sobre su frente.

Byun BaekHyun, el heredero de la famosísima marca de ropa que lleva el mismo nombre. Hijo de la más grande diseñadora en modas de todo Corea, dueña de más de cuarenta y cinco tiendas exclusivas de alta costura en todo el mundo. Además de ello, su padre es florista, se dedica a la florería de alto nivel desde hace mucho tiempo, para bodas privadas de gente famosa y pedidos de calidad estratosférica. Una minita de oro.

¿Fortuna? 50.000.000.000 millones de won.

—Hola, JongIn. —dijo cohibido.

—Por favor acepta este regalo y la invitación a una cena esta noche. —dije, con aire de conquistador, lo que mejor se me daba. Engañar…

— ¡Oh, Vaya! Que detalle. —dijo, abriendo la caja que le entregué y topándose con un reloj de diamante. Su costo: 140.000 won, pero no importa. La cantidad que obtendré después de eso será multiplicada un montón de veces.

—Elaborado sólo para ti, precioso. Ahora dime ¿Aceptarás la invitación? —él me miró con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¡Claro! Muchas gracias. —dijo sonrojado.

—No ha sido nada, mereces eso y mucho más, Baek. —entonces tomé su mano y se la sostuve de la manera más delicada posible; en su mano un brazalete pesado.

Le besé la mano con delicadeza y el soltó un gritito de emoción.

—Entonces hasta esta noche. —dije seductor. Él estuvo a punto de desmayarse pero sus amigos lo detuvieron.

Luego seguí mi camino hacia el aula, con todos cuchicheando a mí alrededor sobre mi regalo a Byun.

—Ha sido muy generoso de tu parte. —dijo Hwang KwangHee. Un tonto sin gracia que tiene mil veces su estupidez en dinero. Su padre es director de una productora de alimentos. La número uno de todo Corea. Tiene numerosos centros comerciales y restaurantes importantísimos alrededor del mundo.

Su fortuna: 25.000.000.000 millones de won.

—Lo sé—.

Entramos en el aula donde el profesor JungSoo nos recibió. El típico maestro de historia que te saca de quicio por su pasividad, pero que aguantabas porque no había otro modo.

Me senté en mi pupitre, impecable como siempre. El maestro tomó asiento en su escritorio de Luis XVI y nos recibió a todos.

—Guarden silencio. Hoy tenemos a un estudiante de nuevo ingreso. El viene de la provincia de Gyeongsang del Norte, es de Andong, por favor recíbanlo con cordialidad. Es el estudiante especial de este año. —cuando lo dijo arqueé una ceja. Todos miraron interesados al nuevo.

Estudiante especial…

Tenía años que en este Instituto no entraba un bichito de esos. Todos se salían a la primera al darse cuenta que este no era su mundo. Todos…
Nadie ha sobrevivido al status social de este Colegio, todos huyen despavoridos al notarse tan por debajo de la mayoría.

Recargué mi mano en la barbilla, aburrido de ver quién era el nuevo blanco de torturas. Sin mirarlo todavía, creo que dura aquí un mes o dos.

No… sólo uno.

Luego escuché una suave pero intranquila voz. Estaba nervioso. Cambié de posición, y entonces pude verlo.

—Buenos días, yo soy… Do KyungSoo y espero que me acepten este año. —hubo murmullos generales. Desde este momento empezaban las muestras de desprecio, pobre criatura.

—Bien, toma asiento en la última fila por favor, al lado de… LuHan. —él obedeció y mientras recorría el largo camino al final del aula lo noté nervioso por todas las miradas escrutadoras. Tenía unos ojos grandes impactantes, y el cabello rojo no podía ser más exótico, su cara era bastante ordinaria, en general.

Llego al asiento libre que estaba entre LuHan y yo, entonces él se sentó. Todos sacamos nuestros libros y él hizo lo mismo. Comenzó la clase. El profesor escribía algo en la pizarra y entonces me atreví a mirarlo.
LuHan se estaba presentando y él hizo lo mismo. Luego, cuando hubieron terminado su presentación, me miró. Desvió la vista enseguida, seguramente turbado por mi apariencia.

—Hola. —le dije en un susurro.

—Hola. —dijo nervioso, lo noté sonrojarse en un minuto.

—Mi nombre es Kim JongIn. Bienvenido, KyungSoo-ssi. —dije, intentando avergonzarlo con el “ssi”.

—Un placer. —dijo inclinando la cabeza, y cuando nuestras miradas se encontraron me di cuenta de tres cosas:

1) Era un ingenuo
2) Era un cerebrito
3) Era mi nuevo juguete de entretenimiento.

Le sonreí provocativamente y él desvió la vista al libro.

— ¿Te parezco atractivo? —dije sin más, él se sobresaltó y me miró completamente estupefacto.

— ¿Qué? —dijo, y entonces noté que al mirarme pensaba que estaba loco.

—Que si te parezco atractivo. Sería lo normal ¿No estás de acuerdo? —él frunció el ceño.

—No lo sé. —dijo, poniendo los ojos en blanco, eso me desconcertó. Sonreí.

—De acuerdo, no fue un bien comienzo, pero bueno… quería hacértelo más fácil si charlabas conmigo. ¿Sabe por qué? —él negó con la cabeza, contrariado.

—Porque en este lugar, niño, sufrirás como nunca antes. —esas palabras lo dejaron totalmente helado. Su mano, que sostenía la pluma, tembló.

— ¿Cómo dices? —dijo de nuevo, en susurros.

—Lo que oyes. En este lugar eres el bicho raro ¿Lo comprendes? No esperes que nadie te acepte siendo el estudiante especial. Eres la siguiente víctima, como muchos otros antes que tú, del capricho de todos estos ricachones. Así que, tómalo como un consejo de un extraño: Si te duermes, todos te comerán.

— ¿Todos me… comerán? —dijo con el miedo pegado en su rostro.

—Sí. Puedes incluirme a mí en esa lista. Si te duermes, yo también te podría comer. —le sonreí con malicia mientras él me miraba horrorizado.

Luego bajó la mirada a sus apuntes, haciéndose el fuerte frente a mis revelaciones. Porque no era mentira. Tan sólo lo preveía de un sufrimiento en el futuro. Aunque prevenir no iba a servirle, de todos modos iba a suceder.

—Por cierto, linda pulsera. —dije viendo una basurilla de hilo barato que había en su muñeca. Se lo dije con todo el sarcasmo que mis modales me hubieran de permitir. Era una pulsera tejida. Algo que no puede valer nada.

Comencé a darme cuenta de su naturaleza pobretona. Todo su ser era frágil, vulnerable a las miradas acusadoras de todos.

Casi podía verlo desaparecer frente a mis ojos, romperse en mil pedazos, cuando la realidad de su nivel social lo volvía un intruso en este colegio de prestigio.

Al final, bastaba con solo verlo. No se hallaba en esta escuela. Podía verse refinado, inclusive podía aparentar concertar una gran fortuna; pero tras ese uniforme tan caro, que valdría probablemente su casa entera y esos libros de igual precio; que la escuela le debió haber dado gratis por su beca completa, se escondía un chico pobre hasta los huesos.

Es una lástima que los estudiantes especiales vengan a este colegio. Vienen solamente a perder su dignidad y algo más que toda su autoestima, vienen a perder su vida. Y todos sus sueños de brillar y convertirse en grandes profesionistas, se van a la basura en cuanto se dan cuenta de que no tienen nada…

Porque lo cierto es que, en este mundo, si no tienes dinero no puedes esperar nada bueno. Al final todo se reduce a los millones, porque eso es lo que da poder, y el poder da satisfacción.

Resultaste una personita interesante, KyungSoo. Eres, en definitiva, un cerebrito. Has respondido de primero a varias preguntas del profesor. Y tan sólo me quedé callado en todas las cuestiones porque quería probarte. Eres… inteligente. Tienes buen juicio y un pensamiento divergente. Pero eso… ¿Será suficiente para que sobrevivas?

Has entrado a la boca del lobo, a partir de hoy eres la presa de todos estos adolescentes y del status general. Y yo te veré caer más y más bajo cada vez, hasta que no lo puedas soportar por más tiempo.

Comienzo a sentir gran interés por ti, pueblerino de Andong...

Creo que podré divertirme contigo el poco tiempo que dures. Esto se pone… interesante. 


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