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La mécanique de cœur vide por Siamy

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Notas del capitulo:

Capítulo 21:

Segunda madre

Me subí al taxi cuando le abrieron la puerta. Fue el mayordomo quién lo hizo. No me volví atrás. Me dolía el pecho. Me dolía todos y cada uno de los músculos del cuerpo, la cabeza y el corazón. Me sentí atrapado.

Completamente atrapado.

Por un momento dudé, quería irme a casa. Pero no podía dejar que esta sensación de tristeza me conmoviera. Tenía que volver a Cheers e intentar pasarla bien con mis amigos. Durante el camino no dejé de pensar en la historia de JongIn. Dudarlo… quizás sí. Pero ni siquiera por haber estado ebrio le hubieras dejado de creer.

La tristeza, la soledad y los ojos hundidos… todo eso cuadraba a la perfección con su modo de ser, con su modo de vivir y sus pensamientos.
“Él no siempre fue así” Eso es lo que dijo JoonMyun. Ahora lo entendía. Aquella había sido la historia más fría que me habían relatado jamás. No puedo creer, todavía, que hubiera madres de ese tipo. Yo siempre imaginé que sus padres estarían divorciados, sí, en eso es en lo único que había acertado. Sopesé la posibilidad de que la madre estuviera muerta, así que tampoco me atreví a preguntarle a él o a JoonMyun. Sin embargo, las circunstancias, el dolor, y la amargura eran, sin duda, algo que desconocía por completo.

En aquel instante, en el que me arrojé sobre él para llorar, no lo comprendí, pero ahora que veo las luces parpadeantes de los locales cruzar la ventanilla rápidamente, me doy cuenta: quería decirle que me dolía también.

Fue como sentir su dolor, aquí, en el corazón. Una posible conexión, algo que nos uniera literalmente hablando, me aterraba. Además de que era imposible era aterrador. ¿Unidos los dos de ese modo? ¿Y los dos sintiendo un vacío y la voz de “No tengo”? Aquellas palabras me habían atravesado como un rayo al cortar el árbol. Fue terrible. Tuve miedo, sí, de que él tuviera algo que ver en mis sentimientos.
En ese momento, en el que solamente pude abrazarle por la espalda, escuchando sus sollozos y sintiendo su dolor, quise desaparecer con él, o buscar la forma de hacerle olvidarlo todo. Pero sus condiciones eran exageradas. Él quería… bueno, sin duda algo imposible.

Me sentí mal al decirle que no, pero obviamente todo eso era una idea idiota de su cabeza, siendo su estado el de un completo borracho, y siendo que yo no quería hacer algo así. Sin embargo, el hecho de no estar solo esta noche me partió el alma. Yo quisiera hacer algo más por él, pero no puedo. Sólo pude llevarle a casa, y decirle que durmiera. Esa era la acción correcta. Entonces se ocuparían de él y lo dejaríamos pasar.

Quisiera dejarlo pasar…

Cuando lloré con él, quise decirle: seamos amigos, quiero que seas feliz. Y no sé por qué. Quizás fuera lástima, pero no… había algo más. De alguna manera me sentía culpable de su dolor. Yo estaba con su hermano, a quien él odiaba. Hubiera querido que las circunstancias fueran diferentes, que él fuera feliz. Que su madre no hubiera sido tan cruel, que hubiera tenido una familia. Hubiera querido decirle: No estás solo.

De alguna manera, cuando veo sufrir a las personas quiero aliviarles el dolor brindándoles lo que más pueda. Pero soy un idiota. No puedo llenar el vacío sólo así. ¿Y qué busco verdaderamente? ¿Hacer feliz a la persona o… limpiar mi conciencia? ¿Dónde comienza mi bondad y dónde termina? ¿No mezclo el remordimiento de conciencia con el deseo pleno de ayudar? ¿En serio quiero ayudar? ¿O quiero ayudarme a mí?
¿Me he mentido esta noche? ¿He dicho que él no era lo que necesitaba, y habrá sido todo una mentira?

Yo amo a JoonMyun, de verdad le quiero…

¿Y a él? ¿Qué está ocurriendo conmigo?

Comienzo a llorar durante el camino. Tuve la idea tonta de volver, de colarme en la mansión y decirle: Perdóname, te estoy lastimando mucho, no quiero hacerlo, pero no puedo evitarlo. Quisiera que fuéramos amigos. Quisiera ayudarte y estar contigo cuando lloras, cuando te sientes mal.
Pero no puedo.

Si lo hubiera dicho quizás todo fuera diferente. Pero soy cobarde. Y justo ahora, volver a la Mansión Kim y decirle todo eso sería poner el dedo en la llaga y herirle todavía más.

Yo he sufrido demasiado…

Pero mi sufrimiento comparado con el de muchas otras personas es una nimiedad. Muchas veces me di el lujo de decir que mi vida era aburrida, que era cruel. Llegué a pensar que JongIn tenía la vida resuelta, que yo no tenía más que problemas cuando en la escuela SooJung comenzó a molestarme. Pero no ha sido así…

Hasta hoy no fui capaz de entenderlo ni un poco. Siempre me jacté de entenderle más de lo que él quería que yo entendiera. Siempre creí poder ver más allá de su mirada fría, y así desarmarlo. Pero no… siempre me equivoco.

Cuando llego a Cheers faltan diez minutos para las doce. SeHun me pregunta por mi ausencia. Le digo que fui a ver al tío porque permanecería con mis amigos en el bar. No me hizo más preguntas.
Cuando comenzó el conteo, quise correr. Quise correr, tomar otro taxi y al llegar decirle: ¡Feliz navidad! Sé que suena a broma pesada, de mal gusto, todo mal. ¡Pero quiero que seas feliz!

Dieron las doce y fue como estrujar mi corazón. No estaba disfrutando nada. Todos reían, todos se abrazaban, la música comenzaba a resonar.
Y de nuevo me sentí atrapado en la película a blanco y negro. No había nada… estaba solo. Como en un mal sueño, perdido… y de nuevo “No tengo, no tengo” con burla, con desdén.

Cerré mis ojos y los abrí. SeHun me abrazó, todos hicieron lo mismo. Pasaron los minutos y decidí irme a casa, poniendo de excusa que me dolía un poco la cabeza. SeHun se ofreció a llevarme pero negué. Me lanzó una mirada de “Algo no está bien contigo, pero lo hablaremos mañana” y me dejó partir de Cheers.

Caminé un poco, cuando alguien se acercó corriendo hacia mí. Era JoonMyun.

— ¿Qué haces? ¿No estabas en el club? —dije, un poco aturdido.

—Sí, pero me escapé. KyungSoo… le dije todo a mi padre, que somos novios, que te quiero. Y que esta noche no quería ir allá. Sólo me ha dicho: de acuerdo, lo trataremos cuando regrese. Y créeme que aquello ha sido un milagro. —dijo, emocionado.

— ¿En… serio? —aquello fue como una bala traspasando la piel.

— ¡Sí! Creo que lo ha entendido. ¿Y sabes? Me hace feliz. No hay razón para ocultar lo nuestro a él. Siento un poco de vergüenza, que tus padres, tus amigos, mis amigos, todos ellos lo sepan y mi padre no. Quisiera que, de ese modo, me entendiera un poco más y que comprendiera que yo de verdad te amo. —dijo, y me acarició la mejilla.

— ¿Le has dicho qué clase de persona soy? —me sonrió de medio lado.

—No. Creo que eso debo decírselo cuando vuelva, en dos semanas. No puedo tratar eso por teléfono. Quiero decírselo de frente porque no quiero ser cobarde. Ya no. —lo abracé.

Me quedé callado.

—KyungSoo… ¿Estás bien? —entonces comencé a llorar.

—No. No lo estoy. Me siento terrible.

— ¿Qué pasó? —dijo, un poco asustado.

—Tu hermano, lo vi. —comencé a llorar más fuerte. Al parecer, no le sorprendió que mencionara JongIn.

—Ya veo… te has dado cuenta entonces. —abrí mucho los ojos.

— ¿Lo sabías? —dije, un poco nervioso.

—Claro. ¿Sabes? Desde que lo vi cantar, aunque cambió un poco la voz, el atuendo, usó esa cosa en la boca y el gorro, eso solamente me hizo creerlo más. Fingí muy bien no darme cuenta porque sabía que era un paso importante para él. Me refiero a integrarse a un mundo diferente al suyo. Es mi hermano y sé muchas cosas sobre él. Fue a un bar para jóvenes de clase media, por sentido común y siendo sinceros, lo hizo por ti. —me quedé en shock.

— ¿Qué? —me sonrió y guardó las manos en los bolsillos del abrigo negro.

— ¿Quieres decírmelo ahora? No me voy a enfadar. Y además… antes que tu novio, quiero ser tu amigo. —me miró muy serio. Comencé a sudar frío. Abrí mi boca… y le conté sobre mi vacío. Sobre JongIn, corriendo tras el tren, sobre nuestra relación con el celular, y sobre todo lo que había sucedido entre nosotros. Sobre esta noche en la que me contó la historia de su madre y solamente eliminé la proposición indecorosa; para evitar problemas.

Antes que mi novio, JoonMyun es mi amigo…

Así lo habíamos acordado. Cuando hubiera algo que decirnos, lo diríamos. Cuando solamente quisiéramos estar callados, tomados de la mano, contemplando el atardecer, sólo nos callaríamos. Así eran las cosas…

Y antes que el miedo de perderle estaba mi sinceridad y la suya. Eso es lo que verdaderamente nos une a los dos…

Por supuesto que es la primera vez que le soy tan sincero. Cuando acordamos decirnos siempre la verdad, no sentía nada por JongIn, era cuando le había olvidado por completo tras la fiesta de BaekHyun. Le hablé sobre SeHun y nuestra amistad, sobre que éramos casi inseparables y que todo eso no iba a cambiar nunca. Él lo entendió. También hablamos sobre las citas que su padre elegía para él. No había sido novio de nadie, y no mantenía una relación secreta con nadie más, yo le creía. Él me creía cuando le decía que SeHun y yo jamás habíamos tenido un noviazgo ni nada parecido. Él sabía que lo amaba, como mi hermano, como mi mejor amigo. Pero esto era completamente diferente.

—En primer lugar, sobre mi madre. Bueno, te ha contado todo, me sorprende un poco. Pero ya lo veía venir. Nunca te hablé de ella porque es un tema delicado, como ya lo sabes. Ella se fue cuando yo estaba en Estados Unidos, tenía trece. Solamente recibí una llamada de ella, diciendo que abandonaba nuestra familia. No tuve tiempo de nada. Quise volver con mi padre pero él se negó. Desde entonces comenzó a ser más estricto conmigo. No me dejó volver hasta dos años después cuando tenía quince, y entonces me informó que yo sería el sucesor de la empresa. No pude hablar con JongIn ni una vez. Jamás tuve tiempo para él, cuando quería hablarme de mamá. Fue mi culpa ¿Sabes? Quizás por eso me odia, porque no estuve allí para cuando él quería llorarle a mi madre, o quería desahogar todo su dolor. Yo me enteré de todo lo que padeció ese día por Song Qian, la sirvienta, y cuando pude al fin hablar con él, ya estaba muy cambiado, tenía once años y ya no era el mismo JongIn. Yo no sufrí tanto como él y la huida de mamá no tuvo en mí un impacto tan grande, quizás porque no estuve allí cuando pasó. Él la odia, yo no. A pesar de que le dijera a mi padre que lo odiaba y que era un perdedor, no la odio. No sé si porque es mi madre, o porque no estuve mucho tiempo a su lado por los viajes y los estudios en el extranjero. No lo sé. Eso puedo decirte respecto a nuestra madre. Y sobre lo que sientes ahora, yo entiendo…

— ¿Estás enojado?

—No. De alguna manera ya te notaba muy extraño desde hace unos días. Cuando acordamos decirnos la verdad, quizás tenías miedo de decirme que JongIn había tenido un impacto en ti. Yo ya lo sabía. No le he preguntado nada, claro. No hablamos nunca de ti. Pero percibo su sensibilidad de vez en cuando. De hecho, cuando te saqué de la fuente, lo supe. Aunque él no te ayudara, yo lo vi en sus ojos, que te quería. Luego pensé que te había olvidado porque ahora su novia es la tal Lady SooJung ¿No es así? Pero supongo que estaba en un error. De hecho, está muy claro: está con ella por su dinero. Esta noche, él vino aquí por ti, porque te quiere. Él jamás hubiera hecho nada por alguien de menor nivel social, pero contigo, como es obvio, se siente acorralado. Sobre lo que sientes haber perdido, el “no tengo” en tu cabeza, y la sensación de que no estás viviendo de verdad, eso es lo que me preocupa. Y me siento mal por no haberme dado cuenta antes. Perdóname. Ahora, creo entender por qué. Y ya lo has pensando tú también ¿No? Es por él. —lo dijo todo con tanta naturalidad como si habláramos del clima. Me sentí apenado.

—Sí. —le dije. De repente decirlo todo había sido muy fácil; esperaba que se escandalizara, que se fuera, pero él… antes que mi novio era mi amigo, ahora lo entendía bien.


—Pues en ese caso deberías intentarlo.

— ¿Qué dices? —dije, totalmente impactado. Él me sonrió con franqueza.

—Que deberías intentar estar con él. No sé… quizás es la persona correcta para ti, KyungSoo. Sin duda alguna, has sido para JongIn alguien completamente diferente a lo que haya visto antes. Te lo digo porque yo también lo he sentido.

—Pero… no, yo no quiero que…

—No temas herirme; yo te amo, pero no puedo obligarte a nada, KyungSoo. Con esto no quiero que pienses que te amo menos. Me refiero a que no me ponga histérico o te haga una escenita de celos. Cada persona canaliza sus emociones de una manera diferente. Te diré que, antes que nada, soy mayor que tú, sí, solamente por tres años, pero creo que puedo actuar de la forma más madura posible. Además, recuerda que he crecido demasiado rápido, mi vida no ha sido lo que se dice normal, y con respecto a lo que te sucede… ¿Tienes dudas? ¿O le amas de verdad? —se me cerró la garganta. Casi me sentí asfixiado, entonces me abrazó y me susurró con delicadeza.

—No pongas esa cara… dímelo sólo así. —lo abracé, y hundí mi cabeza en su pecho.

—Tengo dudas…

—Dime la verdad.

—Tengo dudas…

—Perfecto, te creo. ¿Quieres que dejemos pasar un tiempo? —negué con la cabeza, pero él me apretó más contra su pecho y calmó mis temblores.

—Si es por lo que te dije, por el hecho de que haya hablado con mi padre, no te preocupes. Lo arreglaré.

— ¿Por qué eres tan bueno? No eres humano. —dije, a punto de llorar, él soltó una carcajada.

—Pues… gracias.

Alcé mi cabeza.

—Quisiera un tiempo. Sólo eso. —me sonrió y me besó la frente.

—Así está mejor.

—Tú… ¿Piensas en alguien más? —la sola idea de que así fuera me hacía sentir un poco mejor. Lo sé, ¡qué cobarde! Sólo lo digo para quedar “iguales”.

—No. —y sabía que era verdad.

—No quisiera que fuera así, si en serio tienes…

—No pienso en nadie más en estos momentos. Ya te lo dije, salgo a veces con personas que mi padre me hace conocer, pero solamente somos grandes amigos, nunca he pensado en algo más. Y lo entienden, porque tampoco me aman. Así es...

— ¿Entonces qué…?

—Pues que te esperaré. Cuando pase el tiempo que necesites, y me digas que quieres volver conmigo o no, entonces lo sabremos ¿No? —me limpió las lágrimas.

—Te estoy lastimando. —le dije. Soltó un suspiro.

—No puedo decir que salto de alegría, y duele un poco, pero sabes que me dolería más que no me lo hubieras dicho. No me gusta vivir de ideales, sino de cosas reales. Ya estuve mucho tiempo metido en mi ilusión, y aunque era agradable, no era la verdad. Vivir dentro de ella me vuelve inútil y un fracaso total. Quisiera ver las cosas más duras de la vida para crecer y hacerme un hombre bueno. Eso quiero. Por eso me gusta que me lo digas, KyungSoo, cuando no te sientes bien y me abres tu corazón. Cuando me lo dices, me siento diez mil veces mejor que cuando me dices “Te amo”. Estoy realmente loco, pero así lo pienso. —hundió de nuevo las manos en el abrigo. No parecía mortificado, y, la verdad, eso me tranquilizaba un poco. Aunque no deja de ser terrible el hecho de que tu novio, en navidad, cuando tiene cinco minutos que te dice que al fin enfrentó a su padre por ti, y que además te ama, le dices que necesitas un tiempo. Y que tienes dudas… sobre su propio hermano.

—Lo siento de verdad. —le dije, entonces él bajó la cabeza y soltó una risa baja.

—No te preocupes. Quizás así es mejor.

—No te haré esperar demasiado. Te diré qué es lo que siento en unos días. Quizás unas semanas. Estoy siendo muy mala persona. —me miró a los ojos.

—Estarías siendo una mala persona si de repente tuvieras dudas por JongIn y no me lo dijeras jamás. Serías una mala persona si desearas estar con él pero estuvieras conmigo, por lástima o por compromiso. Pero no es así. KyungSoo… el hecho de que te quiera tanto no es sólo porque seas hermoso. Es porque eres una persona que puede hablarte con sinceridad. Y ya estaba cansado de vivir de alardes y de cosas de ese tipo.

—Pero ahora ¿Qué le dirás a tu padre?

—Pues la verdad. Que nos hemos tomado un tiempo, para pensar. Y luego me disculparé de verdad. De hecho, tomaré este tiempo para ponerme al día con sus trabajos. Dejé un montón de cosas a última hora por estar contigo. No pienses que es molesto; al contrario, han sido los momentos más hermosos de mi juventud, pero quizás ya sea hora de que me aplique con la empresa familiar. Mi padre no puede andar detrás de mí todo el tiempo viendo si hago o no los proyectos. —asentí.

—Solamente te he causado problemas. —dije, entonces sostuvo mi barbilla y me miró a los ojos.

—No ha sido así. Bueno… sí, me has causado muchos problemas, pero nada serio o que no haya podido resolver. Y lo cierto es que esos problemas me agradan, no por las miradas severas de mi padre, sino porque, cuando estoy contigo, siento que soy yo haciendo lo que me gusta y viviendo una vida que no puedo vivir todos los días. —lo abracé.

—Quizás deberías odiarme, aún puedes hacerlo.

—No digas eso.

— ¿Y si te digo que ahora… quisiera estar con tu hermano? No de novios, pero que de repente quisiera charlar con él y salir. —lo dije sólo de esa forma, para ver su reacción.

—Yo sé que lo harás. —abrí los ojos como platos, entonces él siguió hablando. —Vaya, KyungSoo. ¿En serio me crees tan tonto? Por supuesto que sé que lo harán. Después de lo de hoy; lo que me has contado sobre el vacío que sientes y el que él dice tener, después de que él te haya confesado el pasado de nuestra madre y todo lo demás ¿En serio crees que no sé lo que viene después? Es más, si son novios eso no me extrañaría. Es obvio que los dos están sintiendo algo nuevo. Quizás sólo tú, porque es claro que él te ama. —me sentí avergonzado. De repente me di cuenta que él ya sopesaba muchas cosas.

— ¿Seremos amigos? —a pesar de todo eso, sentir que lo pierdo me hace perder la razón. Necesitaba saber que todo quedaba bien entre nosotros, antes de que pudiera hacer nada.

—Claro, lo somos. —dijo, sonriendo con tranquilidad. Era una persona tan extraña.

—Gracias. —entonces él se acercó a mí y me pasó un brazo por el hombro.

— ¿Quieres que te lleve a casa? —le dije que sí. Y subimos al auto para ir directo a casa de mis padres. Todo era tan raro. Jamás pensé en una separación tan pacífica, aunque… ¡hay que ver de quién hablamos!

Cuando paramos en la entrada, me miró.

—Por cierto… feliz navidad. —me dijo. Quise llorar, por él y por haber sido tan cruel. Iba a decirle lo mismo cuando de repente me tomó entre sus brazos, al bajar del auto, y me besó como nunca antes lo había hecho. Con una desesperación digna de quien se va para no volver jamás. Con una intensidad tal que pareciese que me iba a desvanecer, porque aferraba mi rostro con urgencia y desesperación. Luego nos separamos.

—Lo siento. Pero no sé si esto pueda repetirse otra vez. Hasta que las cosas se sepan, quiero recordar este beso. —dijo, con aire melancólico que no pudo disfrazar.

Le apreté la mano con mucha fuerza, intentando transmitirle el pesar, el dolor y la angustia por haberle dicho las cosas de ese modo, en este día.

—Nos veremos. —le dije, y entré a la casa.

Cuando me recosté, tenía muchas ganas de llorar. Mis padres no estaban, se fueron con el tío y el tío de SeHun a jugar en un casino.
Lloré por haberle hecho algo así a JoonMyun. Lloré por no haber podido ayudar a JongIn, y lloré porque, en unos cuantos días, ya había perdido el control, ya me había transformado en una persona que hiere a los demás.

Quizás no merezco que JoonMyun me ame… quizás hay muchas cosas que no merezco…



-*-



JaeWon me llevó a la habitación.

— ¡Pero joven JongIn! Viene muy ebrio. No creo que vaya a la fiesta de club. ¿Pero dónde ha estado? Su ropa está… y sus zapatos...—no le dije nada hasta llegar arriba.

—Sólo quiero una aspirina estoy cansado. Llama a SooJung y dile que estoy enfermo, que no he ido a la fiesta del club por eso. No le digas que estoy ebrio. —cuando hizo lo que le mandé, esperé a que la aspirina hiciera efecto. No podía dormir. Lo cual es raro. Bebí tanto que era para que caer rendido a la cama. Pero había un algo que me mantenía con los ojos abiertos…

Al final miré el reloj, eran las doce y media de la noche. Vaya… media hora desde que es navidad y yo no me he percatado. Aunque quizás no debería sentir nada. Ya pasó otra navidad, otra en la que me siento así de solo y triste, mirando el techo de la habitación, esperando nada.
Dan las tres de la mañana y sigo contemplando el techo. La cabeza me deja de doler pero sigo sintiéndome mareado. Aun así tengo hambre, no sé por qué, pero bajo a tomar un refrigerio.

Cuando abro la puerta del refrigerador, escucho las llaves girar y abrirse la puerta. Escucho unas voces y una despedida. Cuando me doy cuenta, Song Qian entra en la cocina, bastante colorada y con una sonrisa enamorada en el rostro.

—Buenas noches. —le digo, ella se sobresalta.

—Ah, ¿Pero qué hace aquí? —arqueé una ceja.

—Tengo hambre. —dije, sacando un pastelillo y sirviéndomelo en un plato. Ella se quedó de piedra.

—Pero, la fiesta del club y…

—No fui. —se quedó en silencio, y como no parecía tener nada más para decir, por miedo o quizás porque tenía muchas preguntas, hablé yo.

— ¿No te fuiste a China? Creí que te irías esta tarde, ya sabes, por Navidad, y porque mi padre no llega en un buen tiempo. —ella se apresuró a replicar.

Viéndola así, con un vestido morado y un bolso del mismo tono, no parecía la sirvienta.

—Eh no… yo, me quedé. Iré en año nuevo. —me senté a la barra para comer.

—Ah, ya veo, entonces supongo que has salido con el profesor a festejar. —dije, y ella abrió mucho los ojos en señal de: ¡Imposible que lo sepas!

—Pues… sí. —dijo, un poco avergonzada. Tan apenada que ni siquiera pudo preguntarme cómo es que lo sabía.

— ¿Quieres comer? —dije, cuando la vi allí de pie, todavía extrañada de verme en casa a esa hora.

—No. Gracias. Pero… ¿Puedo preguntarle por qué no ha ido al club? —dijo, y casi pude notar su nerviosismo de que la mandara a volar. ¡Pero vamos! Estoy medio ebrio, me duele aún la cabeza, como pastel a media noche y espera que me enfade.

—Pues creo que sí. Es navidad, así que omitiré el hecho de que preguntes algo que no te interesaría. Pues no he ido porque me fui a una fiesta de plebeyos. —ella se quedó boquiabierta.

— ¿Así que por eso se ha ido vestido así? —dijo, señalando mi atuendo. Asentí con el bocado en la boca.

—Sí. Ya sé que estoy loco, pero fue genial. ¿Sabes? Estoy en una banda de plebeyos desde esta noche. —yo sabía que me sentía solo. Si llegué al extremo de contarle a la sirvienta todo lo que había pasado, de hacerla formar parte de algo que a ella no le importa, es porque me siento terriblemente solo.

—Ah… ya veo. —dijo ella, aún más confundida. Entonces, lo saqué todo.

— ¿Tienes tiempo? ¿O vienes cansada? —ella negó con la cabeza.

—No. No lo estoy.

— ¿Puedo contarte lo que me pasó? —dije, y entonces ella frunció los labios, me miró a los ojos, como lo hacía cuando yo era pequeño, y me eché a llorar. Allí, mientras comía pastel, como si fuera una mujer a la que ha visto a su esposo con otra. Me sentí patético, pero no podía parar. Al final dejé el pastel a un lado y hundí mi cabeza en la barra de la cocina. La escuché tomar asiento a mi lado.

— ¿Qué sucedió? —dijo, preocupada.

—Perdóname Song Qian, perdóname por haber sido tan malo contigo. Hasta esta noche, no había recordado lo que hiciste por mí el día en que ella se fue. Y había olvidado el día. Fue hoy ¿No es así? Fue la mañana de navidad cuando ella se fue. Apenas lo recordé. Y recordé también cuando me cuidaste ese día. Perdóname… yo, soy un idiota. —de repente, no sé por qué, mientras la vi entrar a la cocina, me acordé de ella hace diez años. Tendría diecisiete cuando ella comenzó a formar parte del servicio en la mansión. Un año en casa y ya la sentía parte de la familia.



FLASH BACK

Cuando mi madre partió en la limosina, y cuando las piernas me fallaron y resbalé en el pavimento, me hice una herida. Song Qian corrió detrás de mí, me tomó en brazos y me regresó a casa, corriendo, mientras yo pataleaba, resistiéndome al dolor de la rodilla sangrante, gritando: ¡Mamá, mamá! A todo pulmón.

Cuando llegamos a la casa mi padre estaba en el estudio, arrojando los libros por todas partes, tirando las estatuillas de mármol y gritando como un desquiciado el nombre de mi madre. Song Qian me tapó los ojos cuando pasamos por allí, pero yo ya lo imaginaba. Entonces subimos las escaleras y me llevó a su habitación, cerca del ático.
Cuando cerró la puerta yo seguía llorando. Ella abrió un cajón y sacó un botiquín de primeros auxilios. No sentía el dolor de la herida, ni el alcohol ardiendo en mi rodilla, nada…

Solamente el dolor de corazón…

Cuando me colocó la gasa, y me atreví a mirarla, estaba llorando.

—JongInnie… no llores, por favor. —dijo, con las manos temblando. Y entonces me abrazó. Me callé enseguida al verla llorar. Me calmé un poco y le pregunté.

— ¿Por qué se fue, Song Qian? ¿Por qué? —ella rompió a llorar con más fuerza al ver mi rostro, seguramente uno verdaderamente deprimente. Me acarició la cabeza y me acurrucó entre sus brazos, como si fuera un bebé. Y quizás, con mis seis años, le pareciera un bebé.

—No lo sé. —dijo, y sentí su cuerpo temblar por las convulsiones del llanto.
Luego, cuando hube agotado todas las lágrimas y ella también, la abracé muy fuerte.

—Tú no vas a irte ¿Verdad? —ella me apretó también.

—No, no me iré. —dijo, en un susurro.

— ¿Fue porque me he portado mal? He comido mis vegetales. —ella me sonrió con la tristeza rayando sus facciones de adolescente.

—No, no ha sido eso. Tú has sido un niño bueno. Ella…

—Dime la verdad, yo soy pequeño, pero puedo entender que no volverá. Porque ella ya no quiere a papá. ¿Le hizo daño?

—No. Tu padre no le hizo daño. Tu madre está equivocada. —dijo, limpiándose las lágrimas, pero yo lo hice por ella.

— ¿Por qué lloras? Ella no es tu madre. —le dije, colocando mis manos sobre sus mejillas.

—Porque… al igual que tú, me siento triste. —le sonreí sin ganas.

—No seas tonta. No llores por eso.

—Tienes razón. Tú tampoco lo hagas.

—Oye Song Qian. ¿Puedo quedarme contigo hoy? ¿Puedo dormir contigo? No quiero ver a papá. Tengo miedo. Cuando me vio espiando en la puerta, me miró furioso. Y justo ahora lo está rompiendo todo, es como el lobo feroz del cuento. —dije, ella acarició mi cabello.

—Sí. Hoy te quedas conmigo. —y me besó la frente.

— ¿Mamá me odia? —ella negó con la cabeza.

—No, y si te odiara, sería una loca. Nadie podría odiarte a ti. —dijo con ternura. —A veces los grandes tienen problemas, explotan y dicen tonterías a sus hijos, cosas de las que luego se arrepienten. Tu madre estaba muy enojada, por eso te trató así, pero cuando se dé cuenta que te lastimó, vendrá y te pedirá perdón, o si no… nunca se lo perdonará. —dijo, con aire serio de quien comienza a madurar.

Y esa noche, y muchas más, me las pasé en esa pequeña habitación de personal, reemplacé a mi madre por Song Qian. Ella me cuidaba más que nunca. De repente comencé a verla como mi madre y no como ella misma.
Hasta que crecí, a los ocho, me di cuenta que las cosas no eran así. Yo no podía tomar a la sirvienta como mi madre, porque no lo era. Con el tiempo comencé a odiar a mi verdadera madre, por haber sido cruel y despiadada conmigo, que con tan sólo seis años tuve que ver todo ese infierno.

La última noche antes de cambiar por completo, antes de volverme el chico frío y cuando me di cuenta que JoonMyun no estaba allí para escucharme, le dije a Song Qian:

—Song Qian… quiero dormir contigo. —se lo dije en un susurro, en la cocina.

—Pero Innie, ya tienes ocho años. —dijo, un poco preocupada.

— ¿Y eso?

—Pues quedamos que cuando ya los tuvieras dormirías solo. Has dormido en mi cuarto todos los días desde hace dos años. No me importa, pero ya estás creciendo, y muy pronto la cama se va a romper. —sonreí.

—Ya lo sé, lo siento mucho.

—No importa, el caso es que… ya eres un niño grande. ¿Qué dirán los niños de la escuela si sigues durmiendo conmigo?

—A ellos no les digo. —dije, un poco avergonzado.

— ¿Y si se dieran cuenta? —miré mis pies.

—Vale, sólo hoy. A partir de mañana las cosas van a cambiar. Me convertiré en un niño grande ¿Sí? Pero antes de hacerlo, quiero que por favor me lo digas…

— ¿Decirte qué?

—Pues… que me quieres. —su sonrisa se borró del rostro, y comenzó a llorar.

— ¿De nuevo quieres llorar? —ella siempre lo hacía. Cuando la abrazaba por las noches, y le decía: mamá. Era sin querer, pero lo hacía, se me escapaba. Porque se parecían tanto…

—No, lo siento. Está bien, pero será la última vez. Si tu padre lo supiera te regañaría por no dormir solo. —me encogí de hombros.

—Está bien, aunque él no repara en mí. —frunció el ceño y se agachó, para estar a mi altura.

—Claro que sí, pero sabes que no es muy expresivo. —dijo tocándome la punta de la nariz.

Esa noche, mientras la veía dormir, y noté su rostro tranquilo, respirar acompasadamente en un sueño que seguramente debería ser bueno, me di cuenta que ya era hora de crecer. Cuando la luz de la luna le daba en el rostro, y lo acaricié con mis dedos pequeños, me di cuenta de muchas cosas…

“No podía obligarla a transformarla en mamá”

Aunque me escapara en la cajuela del taxi para no separarme de ella, aunque JoonMyun me explicara que ella tenía su vida, yo la absorbía sin más.
Y mientras le seguía acariciando la mejilla quise decirle: Me duele mucho, Song Qian, pero como tú dices, ya no puedo seguir siendo un niño pequeño.

A partir de mañana, creceré… y lo haré de verdad.

Y de verdad crecí. De repente me estiré como una goma, y mi rostro y mi voz cambió. Me volví más serio, y dejé de llorar y de temer por todo. Mi corazón comenzó a endurecerse, y me convertí en este JongIn…


Justo ahora, que tengo hundida la cabeza en la fría barra de la cocina, y mientras lloro sin cesar, quisiera volver el tiempo a esa noche en la que me despedí de todo y volver a ser un niño otra vez… aunque fuese por una sola noche…

 


FIN DEL FLASH BACK



Entonces sentí unos brazos rodearme la espalda, y una cabeza apoyarse sobre la mía. Saqué una mano de la fría barra y busqué la suya. La aferré con desesperación, quería tocarla.

—Perdóname, perdóname de verdad. —y ella no dijo nada. Me dejó llorar en silencio, y comencé a tranquilizarme. Fue como revivir el día de la huida de mi madre. Ella dejándome llorar mientras me abrazaba. Y volví a sentirme pequeño.

—Song Qian… te traté muy mal. Yo… me olvidé de todo lo que habías hecho por mí y me siento una basura. Me han pasado muchas cosas. Y estoy muy solo. Siempre es lo mismo por estos días, en este día, porque la recuerdo a ella. Pero ahora, se suman otras cosas dolorosas que me lo hacen mucho peor. —no podía separar mi frente de la barra porque temía verla a los ojos.

— ¿Me lo quieres contar? —dijo ella, y por su tono de voz supe que estaba llorando.

—Sí…

Entonces alcé la mirada y la enfrenté. Ella me miraba conmocionada, presa de un sentimiento que me hizo pensar: que idiota eres, JongIn. Le has arruinado la navidad. Sonreí sin ganas y le dije…

—Tonta ¿Por qué lloras? —como aquella vez.


—No lo sé, quizás por lo que me ha dicho. —dijo, limpiando sus lágrimas.

—No llores por eso.

—Tú tampoco lo hagas. —dijo ella, y fue como repetir las mismas líneas entre un flash back y la realidad nítida y fatalista.

— ¿Me perdonarás todas las tonterías que te he hecho pasar en estos diez años? —ella asintió sin más.

—Sí.

— ¿Por qué no me guardas rencor? —dije, un tanto sorprendido, y comencé a secar mis ojos con el dorso de la mano.

—Porque creo que lo dices de verdad, y porque no he podido evitar acordarme de ti, cuando eras pequeño. —sonreí.

—A veces quisiera… volver a esos días, cuando mi madre no estaba pero tú estabas allí para abrazarme cuando lo necesitaba.

—Puedo hacerlo ahora, si eso quieres. —dijo, y asentí. Me abrazó y casi me quedo dormido en su hombro. Fue lo más raro del mundo, pero me sentí bien. Fue como dejarme llevar por el viento, siendo una hoja del otoño. Y fue una sensación de paz y tranquilidad absoluta que me hizo sonreír.

— ¿También puedes dormir conmigo hoy? —le dije en broma y ella soltó una risa baja.

—Tampoco te pases de listo. —sonreí.

—Me gusta cuando me tuteas. Me haces recordar que no soy tan importante. —ella suspiró.

—No es eso… es que te recuerdo a ella, que siempre te hablaba así.

—Quizás. —y nos separamos. —Oye, antes de contarte todo: feliz navidad. —nos echamos a reír. Preparó dos tés y volvió a la mesa de la cocina, donde me miró preocupada.

— ¿Qué te pasó? No te ofendas… pero pareces un poco ebrio. ¿No será que todo esto es efecto del alcohol y en unas horas no recuerdes que me has pedido disculpas? —dijo riendo.

—No, Song Qian. Estoy seguro de que lo recordaré. Hay muchas cosas que olvidado, y otras en las que he obligado a mi cerebro a borrar, pero esto no. Siento haberte hecho la vida imposible, te he tratado mal por diez largos años… tendrás que hacerme pagar.

—Quizás no esta noche. —me dijo sonriendo.

—De acuerdo, quizás no hoy… 

Notas finales:

[...]


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